Dani sigue a su macho 10 a Brighton

Incapaz de olvidar la gigantesca polla de Bernie, Dani acepta ser su esclava y viaja a Brighton.

(Hola, amigos. Este relato continúa al número 20734, titulado "Cuando Dani encontró su macho 10". Y para ponerlo en el conjunto de la historia de Dani tenéis todas las referencias en el relato número 26813 "Daniel –Vicky– de casta le viene a la puta". No dejéis de escribirme, sin cortaros un pelo. Me ponen a mil vuestros e-mail. Y los que os apetece, ya sabéis que casi siempre estoy disponible. Ahora, sigue la historia de una de las etapas más calientes de mis aventuras).

No se me quitaba de la cabeza, durante los días siguientes, Bernie, el gigante jamaicano. Sobre todo, aquel enorme pene que me había destrozado el culo. Volví por la sauna cercana al antiguo mercado de Legazpi y allí chupaba todas las pollas y me dejaba follar por todos, pero no se me bajaba el calentón. Por las noches, al salir de la sauna, me ofrecía a los camioneros, que me hacían ruedas interminables y me dejaban lleno de semen por dentro y por fuera. Ni los penes más grandes y las penetraciones más violentas me dejaban satisfecho. Mis ojeras iban en aumento, necesitaba sentir de nuevo las manos de hierro de Bernie agarrando mis caderas y el dolor terrible de su polla forzando mi esfínter.

Cuando los camioneros se cansaban de follarme me iba al parque de la Casa de Campo, a una zona de prostitutos y travestis y me exhibía casi desnudo junto al paseo de coches. Muchos tíos paraban, me sobaban las nalgas y me preguntaban el precio. Yo les pedía poco, para que me cogieran. No lo hacía por el dinero, sino porque así me sentía completamente puta, obligada a someterme a todos sus caprichos. Me subían a sus coches y me follaban la boca y el culo hasta cansarse, pero yo seguía con el ansia de volver a estar en manos del gigante y sentir su enorme pene rompiendo mis entrañas.

Al cabo de una semana decidí que ya no podía más y llamé al número de teléfono que me dio Reg y le confesé que me había quedado "colgado" de la enorme polla de Bernie. Le hizo mucha gracia y me dio el teléfono de Bernie. Temblando de excitación llamé al gigante jamaicano.

  • Hola, Bernie, soy Dani. ¿Te acuerdas de mi?

  • Claro que me acuerdo, nena, sobre todo, de tu cuerpo depilado y de tu culito ansioso de puta caliente.

  • Necesito que me folles, Bernie. Desde la otra noche estoy con un calentón que no se me baja. Y eso que me han montado más tíos que nunca. Necesito volver a sentirme tu mujer.

Se echó a reír con ganas.

  • Eres la marica más puta y más hembra que he conocido. Si quieres que sea tu macho puedes venirte, pero te advierto que tendrás que hacer todo lo que yo te diga y con todos los tíos que yo quiera. Y te advierto que te van a hacer de todo, te van a follar, a pegar, a meterte el puño, te van a hacer fotos y vídeos, como un puto a tope, con decenas y decenas de machos. Seguro que te apetece, golfa

Mis pezones estaban otra vez tiesos, notaba calor entre mis muslos y humedad entre las nalgas y mi vientre se estremecía como cuando me desnudan para follarme.

  • Sí, Bernie, me apetece, quiero ser tu hembra y que me folléis tu y todos los tíos que tu quieras.

  • ¿Vas a ser mi esclava sexual?

  • Sí, Bernie, sí, seré tu esclava y haré todo lo que me mandes. Puedes castigarme y pegarme siempre que quieras, y entregarme a todos los machos que quieras y dejaré que me hagan todo lo que les apetezca.

  • Bien, veo que lo entiendes. Entonces, puedes venir. Cuando llegues a Londres coge un tren en la estación Victoria, para Brighton. Y allí vas al hotel N, que está en la misma playa, y en recepción preguntas por Henry, que te alojará y te dirá lo que tienes que hacer. ¡Ah! Quiero que llegues vestida como lo que eres, una puta de escándalo. Obedece a Henry en todo, te mande lo que te mande, bien sumisa. ¿Vale?

Yo me sentía ardiendo de excitación, con el deseo de demostrar a Bernie que era su esclava y que podía ofrecerme como puta a cualquiera.

  • Vale. En cuanto tenga el billete de avión te llamo para decirte cuando llego.

  • No me llames. Yo te llamaré cuando me de la gana. Mientras tanto compórtate como una puta y obedece a Henry. ¡Ah! Y prepara bien el culo, porque va a estar más visitado que Picadilly Circus, golfa.

Bernie cortó la comunicación, sin más. No me atreví a llamarle para que no se enfadara. Decidí obedecerle como él quería, como una esclava sexual totalmente sometida a sus caprichos. Compré un billete de avión para viajar a Londres a primeros de mayo. Me depilé bien a fondo las piernas, las ingles, el cuerpo y las axilas. Me teñí de rubio el pelo, me hice una permanente con rizos que era una pasada y terminé de broncearme con intensas sesiones de rayos UVA.

El día del viaje hacía calor, así que me puse unos shorts muy ajustados, blancos, de tela fina que transparentaban la braguita tanga y dejaban las piernas desnudas. Añadí unas delicadas alpargatas de color rosa, un top sin mangas, de lycra para marcar bien mis pechos y pezones, una cadena de oro al tobillo, y otra de finos eslabones rodeando mi cintura desnuda, pulseras y una delicada gargantilla de coral. El equipaje era cómodo, sólo una maleta con tangas, shorts, un par de minifaldas, panties, medias, zapatos de tacones y zapatillas de baile, tops… en fin, ropa de putita. Me fui para el avión, incluso con pendientes de perlitas y muy maquillados los ojos y los labios. Llamé al teléfono de Reg, para pedirle que me recogiera en Heathrow, pero me dijo que no.

  • Bernie quiere que llegues solo al aeropuerto. Coges el Express hasta la estación Victoria, y desde allí vas en tren a Brighton. En la estación de Brighton tomas un taxi que te lleve al hotel N y te presentas a Henry. Me ha dicho que quiere que vayas vestida de marica bien femenina y que te acostumbres a moverte por las calles como una puta. ¡Ah, oye! Esto de mi parte. Debes ser bien sumisa en todo a Henry, porque es un bestia con la mano muy suelta y Bernie le ha dicho que te caliente bien en cuanto no le obedezcas con rapidez.

En Heathrow, el agente de la aduana me miró con disgusto de arriba abajo, pero no dijo nada y me selló la entrada. En el tren Express, hacia Victoria, pasé un poco de miedo, porque un grupito de "cabezas rapadas" me miraban riéndose, cambiando frases entre ellos y de vez en cuando me hacían gestos obscenos con las manos y la boca. Me levanté para ir al servicio y dos de ellos me siguieron hasta el extremo del vagón. En el servicio, cuando iba a cerrar la puerta, se abrió de un empujón y uno de los "rapados" entró y cerró tras él. Me di cuenta de que el otro se quedaba fuera.

El "rapado" que había entrado conmigo al servicio me miró de arriba abajo y me cogió por el cuello con una mano, mientras con la otra me cogía entre las nalgas. Su mirada era al mismo tiempo feroz y de deseo. "Joder, puede haber putas como tu, pero más es imposible", dijo. Yo moví las caderas con descaro y me pegué a mi asaltante, que me cogió por la cintura, me apretó contra su cuerpo y sin cortarse un pelo me dio un beso a tornillo que me dejó sin respiración. Sentí como me desabrochaba los shorts y los hacía caer a mis pies.

Me ofrecí jadeante: "¡Fóllame! Lo necesito". Me miró excitado y se sacó la polla, ya completamente tiesa. Me hizo poner cara a la pared, apartó la cinta del tanga, humedeció mi culo con saliva y cogiéndome las caderas me penetró salvajemente. Empece a gemir mientras el pene del "rapado" abría mi esfínter e invadía mis entrañas. La follada fue rápida y brutal, a pelo, y se corrió enseguida dentro de mi culo. Después de correrse, sacó la polla, me dio la vuelta y me abofeteó con fuerza.

  • Maricón, no te muevas de aquí, que ahora te va a follar mi amigo.

Abrió la puerta y salió del servicio, al tiempo que entraba el otro "rapado", de aspecto aún más agresivo y con una sonrisa cruel en los gruesos labios. Cogiéndome del pelo me hizo agachar con violencia, mientras se sacaba la polla tiesa de los vaqueros. Abrí la boca y la polla entró hasta la garganta, sujetándome la cabeza por los pelos para que no pudiera resistirme.

  • Chúpamela, maricón. Hazme disfrutar bien o te rompo la cara a puñetazos.

Todavía notando el semen del primer "rapado" entre mis nalgas me apliqué con todas mis ganas a darle gusto con la garganta, la lengua y los labios. El tío metía y sacaba la polla en mi boca con rapidez y fuerza, como si estuviera follando un coño. "¡Trágate hasta la última gota, maricón!", me decía. Estaba tan salido que enseguida se corrió, sujetándome la cabeza para que me tragara sus chorros de semen.

Cuando terminó de correrse sacó la polla de mi boca y me mantuvo sujeta la cabeza. "¡Ahora límpiame bien la polla con la lengua, maricón!". Cuando salió del servicio, me limpié las nalgas y la boca, me subí los shorts y volví a mi asiento colorado como un tomate, sabiendo que en el vagón muchos se habían dado cuenta de lo sucedido, y además el grupo de "rapados" reía lo que les contaban los dos que me habían follado.

Ya en la estación Victoria, cambié enseguida al rápido de Brighton y era casi mediodía cuando llegué a la ciudad costera, que luego supe que era lo más de lo más del "ambiente" gay de Inglaterra, y muy cercana a Hove, donde luego supe que vivía mi "macho 10", Bernie. Estaba agotado de sexo y emociones cuando el taxista me dejó en la puerta del hotel N, situado enfrente mismo de la playa y al que se entraba por una calle lateral. Pagué al taxista y entre a una pequeña recepción. Tras el mostrador se encontraba un chico flaco, rubio, de simpático flequillo. Me fui hacia él.

  • Hola, ¿eres Henry?

Me miró con curiosidad y cierta sorna.

  • No. ¿Quién eres?

  • Soy Dani, me dijo mi amigo Bernie que preguntara por Henry.

  • ¡Ah, eres el nuevo! Sí que pareces tan mujer y tan puto como dice Bernie. No, yo soy Tony, el ayudante para todo. Espera, que aviso a Henry.

Se metió por una puerta tras el mostrador y al cabo de un momento reapareció con un "cachas" alto, musculoso, muy moreno, vestido con botas, pantalones y "chupa" de cuero, y con un gran bigote negro a juego con su pelo rizado. La cazadora de cuero, entreabierta, dejaba ver un pecho fuerte y cubierto también de vello negro y rizado. Todo un ejemplar de los machos duros que se ven en ambientes de moteros, camioneros y soldados. Me recorrió el cuerpo con una mirada tan lasciva que me di cuenta de todo lo que iba a significar la sumisión a Henry que me había ordenado Bernie.

  • Hola, soy Henry. ¿Tu eres Dani?

  • Sí, soy Dani, o Vicky para los amigos.

Henry y Tony sonrieron alegremente.

  • Ya, te pega más lo de Vicky. Dice Bernie que tu culo es un coño insaciable, y si el cabrón de Bernie te ha podido follar bien es que te cabe cualquier cosa. Bueno, ya lo veremos y lo disfrutaremos todos. Aquí te va a salir el semen por las orejas. La planta baja del hotel es, desde las siete de la tarde a las cuatro de la madrugada, el mayor bar de machos folladores de todo Brighton, y las mujercitas como tu pasan de polla en polla sin parar.

Henry salió del mostrador y se puso delante de mi, muy cerca, cogiéndose con descaro el paquete, muy marcado por el ceñido pantalón de cuero negro.

  • Me ha dicho Bernie que te explique lo que va a ser tu vida a partir de ahora. Eres la puta de Bernie, pero también la puta de todos los machos que venga por el bar y quieran disfrutarte. Te voy a instalar en una habitación preciosa de la primera planta, frente al mar, y todos los días, desde las siete, estarás en el bar para exhibirte a los machos, y Tony, que estará en la barra, te irá diciendo todo el tiempo con los que tienes que subir a follar a la habitación. Coge tu maleta y ven conmigo, que te voy a enseñar la habitación.

Henry me dio un azote en las nalgas y me indicó que subiera por una pequeña escalera a la derecha del mostrador de recepción. Vino detrás de mi y yo sentí que miraba el movimiento de mis nalgas al subir los escalones. En un pequeño pasillo, Henry abrió una puerta y me enseñó la habitación en la que iba a vivir durante los próximos meses. No era grande, pero muy decorada y superfemenina en todos los detalles, las flores del empapelado, las cortinas de color rosa, cuadros con dibujos de delicados hombres desnudos, en posiciones eróticas o abiertamente sexuales… El enorme ventanal, de techo a suelo y más de la mitad de la pared, daba al paseo marítimo y al mar. La cama era amplia, alta y se veía muy confortable. Me sentí excitado y encantado.

Enseguida me di cuenta de que cuatro cámaras de vídeo digital estaban en los cuatro rincones del techo de la habitación. Y otra, más sofisticada, en una especie de estante a media altura, en la pared frente a la cama. Henry sonrió con gesto de picardía.

  • Hay dos cámaras más en el cuarto de baño. Todas se controlan desde un panel que está abajo, en el bar. Ya ves, la habitación es todo un plató de cine. Bernie dice que te gusta exhibirte, así que vas a disfrutar al máximo, porque todos los polvos que te echen van a quedar grabados. Cuando te están follando aquí, Tony pone en marcha las cámaras desde el bar, y se ve todo por circuito cerrado en los televisores que hay abajo, en el bar, y al mismo tiempo se graba en cintas. Luego, Tony, que es un artista, selecciona, corta, monta y hace unas cintas porno estupendas. Hacemos copias y se venden en los "sex shop", y no creas, no sólo en los de Brighton. Con el cuerpo que tienes y lo puta que eres, seguro que se venderán muy bien.

Henry empezó a acariciarme las nalgas y con la otra mano pellizcó sobre el top, uno tras otro, mis pezones erectos.

  • Ya ves, golfa, Bernie te ha buscado algo bueno. Te van a follar más machos de los que puedas pensar, tienes hotel gratis y encima te daremos algo de la venta de los vídeos, para que te puedas comprar faldas, medias, ligueros, bragas, tacones, maquillaje, pestañas y todas las cosas que os gusta llevar a las maricas femeninas.

De pronto, Henry me dio un empujón y me tiró sobre la cama. De nuevo excitado, me di la vuelta y me puse boca arriba, ofreciéndome con el gesto más femenino y sumiso que pude. Henry echó mano a la cintura de mis shorts, los desabrochó y tiró de ellos para abajo, hasta que cayeron a los pies de la cama. A continuación me sacó el tanga. Deseando comportarme como una mujer, yo mismo me saqué el top y quedé echado boca arriba en la cama, desnudo, con las piernas entreabiertas y los pezones tiesos. Henry se abrió la bragueta del pantalón de cuero y sacó fuera su polla, ya tiesa, y sus huevos. Su mano derecha se introdujo entre mis muslos y sus dedos empezaron a hurgarme el culo. En el orificio de su glande aparecieron las primeras gotas de líquido. Yo empece a gemir de excitación, mientras mi culo excitado se abría sin dificultades a su exploración. Abrí mucho más los muslos.

En ese momento me di cuenta de que Tony nos miraba desde la puerta de la habitación. Henry le ordenó que entrara y que me levantase las piernas bien abiertas. Mis nalgas quedaron completamente abiertas y Henry empujó sin contemplaciones su polla contra mi agujero, penetrándolo por completo hasta golpearme las nalgas con sus huevos. Mientras me follaba con fuerza, sacando y metiendo entera la polla en cada movimiento, Tony se subió a la cama y se puso de rodillas tras mi cabeza, tiró hacia atrás de mi barbilla y me hizo tragar su polla hasta la garganta. Los dos siguieron follándome un buen rato, uno en el culo y otro en la boca, hasta que se corrieron casi al mismo tiempo. Noté como los chorros de semen entraban en mis intestinos y en mi garganta.

Después, tuve que limpiar bien las pollas de Henry y Tony con la lengu a. "¡Qué bueno está este maricón y lo puta que es follando!. Con las posturas que pone, voy a poder montar las mejores películas de mucho tiempo", dijo Tony. Se rieron de nuevo y dándome unos azotes cariñosos en las nalgas, Henry me mandó a la ducha: "Anda, putón, lávate bien que esta tarde sigues tu vida de puta y empiezas la de estrella del porno. Me parece que esta noche no sales de la cama, vas a tener cola para follarte".

Antes de salir de la habitación, Henry, que sabía lo que yo había ido a buscar, me animó aún más: "Ah, me olvidaba, Bernie me ha dicho que vendrá a verte mañana por la tarde, y que preparemos bien las cámaras porque quiere que todos vean bien desde el bar cómo te folla con su tranca". Así empezó mi estancia en Brighton, que yo pensaba de unas semanas y sin embargo iba a durar casi dos años.

(En el próximo relato, mi primera noche en Brighton y la visita de Bernie y sus amigos. No os lo perdáis… y escribidme, por favor. Me excitan mucho vuestros comentarios y además, a veces estoy disponible…)