Dani, primera parte

Demasiado largo para un solo relato, no me dio tiempo a terminar. ¿Esperarás la segunda parte?

Era un fresco día de invierno.Había nevado y yo me encontraba enredando en la nevada erigiendo un monigote cuando un amigo de mi padre, vecino nuestro, pasó por la calle, junto a mí.

Se llamaba Dani, de unos 35 años. Nos habíamos visto continuamente desde hacía muchos años. He de confesar que siempre me resultó muy atractivo y con un cuerpo perfecto. Me saludó como siempre, observando el monigote de nieve a medio hacer. Me preguntó si estaba sola o mis padres estaban en casa y yo le dije que mi madre estaba trabajando y mi padre de viaje.

Mis padres habían comentado alguna vez que Dani, a pesar de su apariencia de mosquita muerta era un pillo indomable. Cambiaba continuamente de pareja, fumaba marihuana y ponía la música muy alta. Pero a mí aquello no sólo no me parecía reprensible, sino que enfatizaba el hechizo que sentía por él.

La marihuana era bastante frecuente entre mis amigos, pero no me atraía y casi nunca la había fumado.Dani me invitó a subir a su casa a probar una yerba que él en persona había cultivado.

Ufff, casi me muero. Nunca había esperado que el vecinito maduro y atractivo me propusiera nada. Me tenía a mi misma como una niña pequeña, de trenzas y faldita de tablas. Que de hecho era como estaba en aquel momento, aunque con unos leotardos gordos de lana por el frío.

Me ruboricé pero le dije que sí.

Ingresamos en su piso, Dani me quitó el abrigo y lo colgó en el perchero.

-Quítate las botas- me dijo –sino me pondrás empapada toda la alfombra. Me quedé con mis pies enfundados en los leotardos blancos con cierta sensación de desnudez.

Él puso el termostato de la calefacción a treinta grados y nos acomodamos en un diván que adornaba una coqueta salita de estar.Sacó dos coca colas y las mezcló con un poco de ron del bueno. Me ofreció mi vaso y cuando lo probé me encantó.

No estaba acostumbrada a beber. Luego Dani se sentó junto a mí y preparó una pequeña pipa de maría. Encendió la pipa y me la dio.

"No dejes que se apague"

No me dio tiempo a pensar así que aspiré profundamente y comencé a toser. Estornude y los dos comenzamos a reír, aunque yo me sentía totalmente azorada. Después de tres o cuatro caladas, me sentí totalmente mareada, como si estuviésemos en una barquita en medio de un temporal.

"Es suficiente."  Dije con una sonrisa de boba.

Él fumó algo más y luego guardo la pipa.

Dani me dijo que había crecido mucho el último año y que ahora ya no era una niña sino una jovencita muy atractiva. Me ruboricé y miré al suelo, me sentía totalmente a su merced, mareada, con mi faldita a cuadros a medio muslo. Me preguntó si tenía pareja. Le dije que había salido algunas veces con un chico, pero que no era nada serio. Me preguntó si ya lo había hecho.

Yo todavía era virgen.

Por alguna razón, no me importó demasiado la pregunta, solo le confesé:

"No aún no."

Milagrosamente, tal vez por la yerba, hablar con Dani sobre sexo parecía lo más natural del mundo. Me dijo que la primera vez solía ser desagradable para las chicas, porque no lo hacían con alguien con experiencia, pero las que elegían bien a su primer amante, también podían encontrar en esa señalada ocasión una experiencia muy placentera.

Yo le pregunté por su primera experiencia sexual. Me miró un poco sorprendido y dijo que tuvo una iniciación tardía, a los 17 años.

Me dijo: "con lo sexy que eres podrías tener a cualquier chico de tu escuela".

"No lo creo".  Contesté riendo nerviosa.

Se levantó y me dijo: "Sígueme."mientras tomaba me tomaba de la mano y me llevaba al baño.  Se paró a mi lado frente al espejo y me dijo :

"Mírate Tienes el pelo más hermoso que jamás se haya visto". Su mano se deslizaba por mi cabello. "Mírate esos preciosos ojos. No he visto una mirada más sensual en mi vida. Tu nariz es perfectamente proporcionada, pequeña e insinuante. El labio superior está perfectamente proporcionado y descansa tan elegante en el labio inferior que hay que contenerse para no besarte. La piel de debajo de tu naricita es como una lágrima con el labio elevándose a ambos lados, labios jóvenes y rollizos, infinitamente sensuales".

Dani se mojó un dedo en su boca y levemente rozó con la yema mojada mis labios.Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo. Pero me quedé allí, sin reaccionar, observándome a mí misma de una manera nueva. Todo lo que dijo sobre mi cara fue cierto. Él continuó;

"Quítate ese chaleco de invierno, comienza a hacer calor".

Era cierto, la calefacción había subido mucho la temperatura y mis mejillas, con la marihuana, el ron y el calor parecían arderme.

"¡No voy a atacarte!" dijo, y ambos nos reímos Me lo quité lo dejé caer en el suelo. Él dijo; "Mira tu torso". Pude sentir mis senos prietos por la situación. Llevaba un sujetador de gasa muy delgada.

"Recuerdo que hace dos años no tenías nada de pecho” escondí la mirada avergonzada al escuchar aquello. “Pero mírate ahora cómo has cambiado".

Miré su rostro en el espejo.Sus ojos estaban fijos como dardos en mis pezones atravesando la transparencia del sujetador. Mis dos botones se pusieron tiesos. Yo temía que Dani los tocara, pero no lo hizo. Sentí su ingle contra mi cadera derecha y me provocó un escalofrío en las piernas.  Posó sus manos en mi cintura de pie detrás de mí,

"No tienes un gramo de grasa en tu cuerpo y cualquier chico se sentiría orgulloso de tenerme en sus brazos". Sentí un volumen desconocido contra mi trasero, sus ojos todavía estaban en mis tetillas. Me sentí flojear como una muñeca de trapo. Toda la admiración y el atractivo que había sentido de niña por él se hicieron presentes en mi cerebro. Dani se apartó y abrió los grifos del agua en la bañera de Jacuzzi, poniendo su mano para graduar la temperatura.

"Apetece un jacuzzi caliente. ¿Quieres?"

"No, no lo creo" fue mi respuesta.

Caminamos hacia la sala de estar. Pero Dani me detuvo en el pasillo por los hombros.

"Venga vamos. No seas tonta".

"¡De ninguna manera! Mi madre me mataría y además eres demasiado mayor".

"¿Demasiado mayor para qué? ¿Para bañarme contigo en un jacuzzi?"

"No me trates como a una niña pequeña. Sabes perfectamente a lo que me refiero."

Aceleré hasta el cheslón y Dani se sentó muy cerca de mí, una de sus rodillas rozaba intencionadamente mi pierna.

Sentí una tremenda sensación en mi ingle.

Él insistió; "Vamos Carla, toma un jacuzzi conmigo. No haremos nada que no quieras hacer. No te forzaré. Jamás lo haría".

Yo me sentía flaquear en mi negativa y él lo notó. Dani se levantó y tomó mi mano. Yo me puse de pie temblando.

Aún expresé de nuevo mi temor: "No puedo, no está bien, Dani".

El ni me miró. Tiró de mí y yo le seguí como una corderita hasta el baño, con mi mano aferrada por la suya. La bañera estaba casi llena cuando él cerró el grifo y probó con la mano la temperatura  del agua.

Se desprendió de la sudadera, luego se quitó la camiseta y vi su torso desnudo.Desabroché mis vaqueros. ¿Qué estoy haciendo? Pesé

Dani se sentó en la bañera y se quitó los zapatos. Se levantó, se desabrochó los pantalones y los dejó caer al suelo. Mis manos temblaban, mi cuerpo temblaba y mi pubis temblaba.

Estaba en calzoncillos conteniendo la gran talega abultada. Estaban limpios, sin mancha alguna, lo que me resultó agradable. Su cuerpo era fornido. Me levanté con pavor a seguir desnudándome. Estaba de pie mientras Dani observaba el sujetador y las bragas.

Vi como sus pulgares se deslizaban debajo de la banda elástica y como se inclinaba. Cuando se puso de pie, ya sin los calzoncillos, casi me toca con aquello. Miré un hombre adulto por primera vez desnudo tan cerca de mí. El pelo alrededor de sus partes íntimas era muy corto, debía haberlo cortado con la maquina, pero no a ras.

Las palomillas aleteaban en mi abdomen cuando Dani se metió en la bañera. Yo me animé a quitarme el sostén.

Él me miró satisfecho. "Dios, tus senos son mucho más hermosos de lo que imaginaba. Así sin el sujetador son más grandes".

Dudé un buen rato antes de bajarme las bragas, pero mis manos tomaron por sí mismas la decisión. Sus ojos estaban soldados a mi triángulo lampiño. Rápidamente me deslicé en el agua caliente en el lado opuesto de la bañera, con los pies frente a él. El agua caliente me sentó bien. Dani activó los chorros de burbujas. Me recosté con los ojos cerrados disfrutando de la sensación. Pensé que Dani era el primer hombre que me había visto desnuda del todo y me pareció que realmente le había gustado. Dani me había hecho sentir mujer y hermosa.

Dani me pidió que fuera y me sentara entre sus piernas. Le dije que de ninguna manera

"No te tocaré, ven aquí. Quiero mostrarte algo".

Yo le respondí riendo; "Sé demasiado bien lo que tú quieres mostrarme".

Me sonrió y dijo; "No, eso no, eso ya lo has visto". Reímos. Supongo

Siguió engatusándome hasta que finalmente me deslicé entre sus piernas.Me estaban desgarrando por dentro unas tremendas sacudidas casi físicas.

"Bien, relájate Carla, apoya tu cabeza sobre mi hombro y ablanda tus músculos". Apoyé la cabeza pero era incapaz de relajarme, aunque me sentía a gusto sintiendo su piel contra la mía contra su cuerpo.

Bajó la mano hasta el fondo de la bañera y cogió una manga de aproximadamente un metro de largo.

"¿Que es eso?"

"Ahora lo vas a ver."  Dijo mientras enchufaba el extremo de la manguera hacia mi pierna. Sentí su mano izquierda contra mi pierna mientras sostenía la manguera. Yo estaba realmente alterada. No debería estar allí, con aquel hombre, haciendo aquello.  Él puso más fuerte el chorro y sentí el torbellino de burbujas calientes que corría entre mis piernas.

Dani dijo;" relájate apoya tu cabeza en mi hombro e intenta respirar normalmente". Me agarró de la mano y la dirigió hacia la manguera.  Su mano quedó sobre la mía, y ambas manos dirigieron el chorro justo a donde él quería. Las burbujas calientes explotaban entre los befos, jugaban con el botoncito enardecido y pugnaban por penetrar más abajo en el agujerito de atrás. Nunca había sentido tanto placer. Sentí sus manos moverse dese mi ombligo hacia arriba, buscando lo que antes había visto tras la gasa transparente. No intenté detenerlo. Me acarició tan dulcemente mientras susurraba: relájate, respira, deja que crezca despacio. Ahora sus dedos pulgar e índice estaban pellizcando las puntas hinchadas, haciéndolos rodar de un lado a otro. Pensé que iba a volar; entonces los espasmos iniciaron y tuve el clímax entre sus brazos.

Dani me sostenía fuertemente con sus labios en mi cuello besándome. Yo me relajé entre sus brazos sintiendo su cuerpo contra el mío. Su retoño estaba increíblemente duro entre mi espalda y su estómago. No me importaba la edad. Quería sentir su mano entre las piernas apretando y pellizcando como lo había hecho en mis senos.

Dani me susurró al oído; "Me encantaría darte un masaje si tienes tiempo. Estábamos desnudos, sus manos sobre mis costillas, abrazándome y dejándome sentir su erección.

"Tengo tiempo."Le dije abandonada y rendida del todo.

Nos levantamos y nos secamos. No me avergonzaba, me sentía muy hermosa desnuda, delante de él. Dani tiró de las mantas y dejó las sábanas de la cama. Pensé a cuantas mujeres habría llevado allí aquel seductor impenitente. Pero la verdad es que no me importaba. Yo era ahora la que le tenía a él. Me arrastré sobre el estómago.

Su tranca sobresalía brillante, henchida, casi a punto de reventar. Era inmensa. Nunca podría tener dentro algo semejante.Pensé alucinada.

Dani se metió en la cama y se sentó a horcajadas sobre mis muslos, pude sentir  las bolsas redondas apoyadas contra mis nalgas. El aceite gotear en mi espalda y las manos de Dani comenzando a extenderlo. Me sentía transportada. Lentamente me relajé mientras masajeaba mi cuello y los músculos de mi espalda. Podía sentir cada uno de los dedos en mis costados y mis axilas. Sus manos bajaban y subían hasta mi cintura.  Y cuando llegaba a las caderas las aferraba con fuerza y apretaba el escroto contra mis glúteos.

Abrió mis piernas. Nunca estuve tan avergonzada en mi vida, ya que mi ojo estaba insolentemente expuesto, porque sus manos apartaban las posaderas abriéndolas hasta casi el dolor. Él sabía lo que yo estaba sintiendo y me dijo:

"Todo, absolutamente todo en ti es precioso, Carla".  Mientras derramaba más aceite entre mis carrillos.

"Dani, ¿qué estás haciendo?"

"Intenta relajarte". Sus dedos se metieron más profundamente entre mis molletes y pude sentir que comenzaban a acariciar la boca trasera, que se puso rígida y prieta.

"¡Para, Dani, para!"Me preguntó si me estaba lastimando mientras seguía con la caricia.

"No, está bien, nunca me han acariciado ahí".

"Busca el placer. Cada lugar del cuerpo da un placer específico, éste también”. Y apretó un poco más con su dedo entre las nalga, el boquetito tenso.

Dejé que masajeara. Luego bajó la cabeza y pude sentir sus labios en los pómulos de mi trasero. Me estaba besando en toda la superficie haciéndome sentir lo hermosa que era para él. Entonces sentí su lengua comenzar a bajar. 'Dios mío, ¿qué está haciendo?' Pensé.

Sus manos abrieron el desfiladero y su lengua jugueteaba con el orificio, acariciándolo. No podía creerme lo que estaba pasando. Su rostro estaba enterrado mientras su lengua puntiaguda me apretaba intentando entrar. Levantó la cabeza y dijo que relajara el esfínter y dejara de resistirme. Entonces entró como un ariete húmedo, libando las paredes, saboreándome.