Dani, al entrenador nunca se le dice que no

Mientras el capitán me mamaba, el entrenador me follaba y mi amigo intentaba meterla también.¿A quién no le gusta que tres deportistas le follen?

DANI,

al

entrenador no se le dice que no

El protagonista de "1968" se va haciendo mayor

- Deja a los chicos que disfruten -  me dijo Miguel Ángel, mi entrenador. Giró mi cabeza hacia la suya, nos miramos, acercó sus labios y nuestras lenguas se lamieron.

Mi historia con Felipe ya era historia. Me cambiaron de colegio. Fue en esa época cuando comencé la relación con Rafa que había terminado de una forma cruel.

Un sábado no apareció en la boca del metro, como era habitual. Esperé horas. Me acerqué a su casa, el taller tenía la verja bajada. Entré al portal y llamé a la puerta interior. Insistí. Abrió un hombre joven, más o menos de su edad, atractivo. . Le pregunté. Me dijo que había sido detenido por maricón, le habían encarcelado fuera de Madrid, no sabía donde estaba ni el tiempo de la condena, pero, como poco cinco años. Comencé a llorar. Me preguntó si yo era Dani. Le dije que sí y entonces me dijo que me jodiera, que Rafa era suyo y que si no era para él no sería para nadie. El cabrón lo había denunciado y lo habían encarcelado. Intenté darle un puñetazo, pero era más fuerte, más alto y más hombre que yo. Me dijo que me largara o me rompía el alma. Me fui.

Estuve en el infierno durante una temporada, no paraba de llorar, lo que comía lo vomitaba, me llevaron al médico y dijo que todo eran nervios. Me medicó y me pasaba el día drogado. Al cabo de unos meses, me fui tranquilizando.

Durante ese tiempo, un compañero y amigo del equipo de balonmano se preocupó por mi, me venía a ver y me hacía compañía.  La verdad es que los entrenamientos, los partidos y la compañía de Quique me ayudaron y fui saliendo del hoyo. Poco a poco nos fuimos haciendo íntimos. Pasábamos horas juntos, íbamos al cine, a tomar algo...en fin lo normal en chicos de nuestra edad, pero yo no era un chico normal...y después de mi historial y de mi depresión...Ya me contareis.

Un chavo de 17 años curtido en el deporte desde niño, guapo a rabiar. Ya le había visto desnudo en los vestuarios (pero con lo que yo llevaba encima, no me había fijado bien). Unos muslos que pedían mano, unos glúteos que pedían más que boca, unos pectorales bien formados coronados por unos pezones pequeñitos y prietos que pedían dedos para pellizcarlos y en los que se arremolinaban cortos vellos que se expandían y se congregaban en su esternón para bajar por  el abdomen hasta  abrigar con más densidad su nada desdeñable polla, de piel canela y operada, por lo que su fruto rosado lucía en todo su esplendor. De cara no es que fuera un adonis pero era muy atractivo. De esas fisonomías viriles, un poco agresivo, nariz achatada, labios finos.

Qué decir... solté toda mi artillería para seducirle y por supuesto...(una mierda "por supuesto", eso es lo que yo creí, pero la historia pone a cada uno en su sitio y a mi me  puso, pero de gilipollas).

Era un encanto de chaval, nos gustaban las mismas cosas: deporte, cine, música...etc. era una conjunción perfecta. Habíamos llegado a tal intimidad que le comencé a contar mi historia con Felipe ( de Rafa ni se me ocurrió, menos mal). El me contó que el también había tenido sexo ocasional con algún chico.  En fin, y para no aburrir, nos liamos. No voy a entrar en como pasó la primera vez ni la segunda porque lo que quiero es contar otra historia, pero haré un breve repaso (que luego dicen por ahí que no cuento los detalles).

Un día que  yo estaba muy caliente, al acabar el entrenamiento me pasó el brazo por los hombros. Cuándo llegamos a los vestuarios, le agarre la cara y le di un morreo . Lo que me sorprendió no fue que me rechazara o hiciera la cobra, sino que me metió la lengua en la boca en busca de la mía. El que se quedó de piedra fui yo. Pero fue solo un instante, lo suficiente para reaccionar y meterle la mía y enzarzarnos en un morreo de escándalo. Nuestros mástiles hacían esgrima. La velas de nuestros calzones se hinchaban cada vez más. Fue un calentón tan bestial...- Quique, por dios...espera...

  • No puedo Dani...no puedo...Ahora que por fin  ha pasado...no puedo parar..

  • ¡Quique!. Estamos en el vestuario...Por dios...nos van a pillar.

  • Ven conmigo...ven...

Al fondo del vestuario había una puerta que daba a una especie de almacén donde se guardaban  los balones, las colchonetas, etc. La abrió con una llave (cosa que en un principio no le di importancia), y entramos.

Recordaré toda mi vida el olor de aquella habitación. Olía entre sudor de hombre, plástico... no se exactamente...el olor de los materiales de los aparatos y colchonetas, era un olor conocido pero concentrado.

Quique no se cortó un pelo y se desnudó completamente a excepción de las zapatillas y calcetines. Estaba fuera de si, con unas excitación que no le conocía -Venga, desnúdate..- me decía con auténtica ansia.

-Quique...calma...calma...

Me acerqué a el y le metí mi morro en el suyo, nos lamimos, nos mordimos y mientras, le acariciaba morbosamente todo su cuerpo, restregaba mi polla con la suya, le metía los dedos por la raja del culo, le mordía el cuello con saña...(ya me conocéis), no se iba a ir de rositas. Si el quería, el encontraría.

Quique estaba  a cien, respiraba agitadamente, sudaba, estaba muy excitado.

  • Quique....Quique...tranquilo.

  • Ya ...perdón....estoy muy cachondo...

  • Vale....pero tranquilo - Quiero que me desnudes, pero con calma. Y luego que me la chupes...también con calma - Le decía todos esto mientras le iba lamiendo su lengua y mordiendo sus labios.

  • Vale....vale....si...lo que tu quieras...

Me desnudó, me mamó y le mamé, le comí su culo y él el mio, me corrí en su boca y el en la mía.

A partir de ese día...que queréis que os diga....la locura. Nos faltaba tiempo y sitios para hacerlo, íbamos a los cines y a los billares (que eran otros antros de mariconeo), para hacerlo en los retretes. Nos lo montábamos en los parques cercanos a la ciudad (donde descubrimos que no eramos los únicos) y en el almacén del vestuario, cuándo podíamos.

Aquella etapa fue maravillosa porque me ayudó a superar la depresión que había padecido.


Los entrenamientos continuaban y los partidos se sucedían y Miguel Ángel, nuestro entrenador... ese era otro cantar... Miguel Ángel era  un hombre espectacular: era nuestro profesor de gimnasia y entrenador del equipo de balonmano. Cuando nos daba clases se paseaba contoneando un culo duro cubierto por el pantalón de chándal de algodón muy gastado de un color que debió ser azulón, que se le ajustaba perfectamente a las nalgas e, incluso, había veces que se le metía entre las cachas haciendo que mi mirada quedara fija. No os cuento cuando los pliegues de ese hijo de puta de pantalón se tensaban para dejar claro el paquete al que daba cobijo (y a mi sofoco). Se paseaba (moviendo su culo), saltaba (haciendo que los huevos saltaran con él) , abría los brazos para enseñarnos los ejercicios, dejando al aire su sobacada, cubría su pecho con una camiseta de tirantes  ,que también debió ser roja y ahora era más bien rosa, y se le ajustaba y enmarcaba  pectorales de escándalo cubiertos de vello liso y moreno. Todo este ejemplar acababa de rubricar su belleza con unos ojos negros enormes, cejas pobladas, labios carnosos y pelo negro como el azabache con corte roquero (entonces era bastante común).

Alguna vez habíamos coincidido con el en el vestuario al final del entrenamiento cuando nos íbamos después de ducharnos y el estaba en su despachito, ya relajado, preparado para ducharse, ya sin camiseta, sólo con un pantaloncito de deporte con aberturas laterales por donde se adivinaban sus gluteos, y a mi me daban mareos, se me iba la cabeza.

Quique ser reía de mí...- ¿Te gusta, eh?.

  • Y...¿A quién no?

Bien. Este era Miguel Ángel. Os lo he descrito porque, además de tenerme loco a pajotes, algo tuvo que ver en la historia.


Era verano. Teníamos campeonato regional y fuimos a Granada. No cabíamos todos en las casas familiares que el otro equipo había conseguido por lo que, el entrenador, el capitán y otros dos (Oh, casualidad eramos Quique y yo), nos alojaríamos en un hotel.

Fuimos a ocupar nuestras habitaciones. Quique me dijo que había quedado con M.A y Bruno (el capitán) para ver un partido en televisión en su habitación, pero que antes nos ducháramos y nos pusiéramos cómodos.

Así lo hicimos. Quique se puso su pantalón de pijama y yo como no uso pijama, me puse el del chándal. Cuando me fui a poner una camiseta, mi amigo me dijo que adónde iba con el calor que hacía. Y así fuimos a la habitación del entrenador.

Nos abrió Bruno

(Bruno era un año mayor que nosotros, no era alto pero fuerte, tenía esa complexión de gimnasta de hombros y brazos fuertes, lo mismo que sus piernas. Era un tío guapo pero un poco tosco...pero guapo).

Llevaba puesto un calzoncillo de tela azul claro, que contrastaba con su piel morena. Nos dijo que pasáramos. La habitación tenía dos camas, en una de ellas estaba M.A. con su espalda apoyada en el cabecero y solo llevaba un pantalón de pijama a rayas azules y blancas. Nos sonrió (qué sonrisa tenía el cabrón, con aquellos hoyuelos en las mejillas), me miro y me indicó que me pusiera a su lado, Bruno y Quique se fueron a la otra cama y se sentaron apoyando sus espaldas en el cabezal para ver el partido.

Aquello me olía a encerrona...no me olía nada bien (mejor dicho me olía de puta madre), aquello olía a sexo que tumbaba.

Fui a la cama de M. A. y me senté a su lado, me acerqué a él. Sólo por el calor y el olor que despedía, por tener a mi lado el cuerpazo de ese macho, mis hormonas y mi sangre sólo encontraron cobijo en mi entrepierna haciendo impacto en mi capullo y mi ojete que tuvo un ligero espasmo.

Quise disimular intentando prestar atención al partido de TV, pero me importaba un huevo.

El brazo de M.A. estaba pegado al mío, y los vellos de su antebrazo me electrizaban y sentía como una corriente corría por mi piel hasta el cuello. Me decidí a probar con su pierna y la acerqué hasta notar la dureza de su muslo y el hizo un pequeño gesto de consentimiento apretándose a mi.

En aquel momento comencé a escuchar pequeños gemidos y sonidos que me eran familiares de la cama vecina. Me volví y vi a Quique y Bruno en un apasionado morreo succionador mientras mi amigo había metido la mano por la bragueta del calzoncillo de su pareja y había sacado el rabazo para sobárselo. Bruno hacía lo mismo con Quique, tenía la mano dentro del pantalón y, aunque no le había sacado la polla, por los movimientos estaba claro que le estaba pajeándo.

Miguel Ángel, cogiendo mi cara con ternura, me la giró hacia él me miró a los ojos y me dijo - Deja a los chicos que disfruten- y, sosteniendo las miradas, acercamos nuestros labios para que nuestras lenguas se conocieran y se dieran la bienvenida.

Aquello fue el pistoletazo de salida hacia una corriente de lujuria descomunal. Sólo con la primera lamida de su lengua, una sensación de descontrol sexual se apoderó de mi. Aquel macho iba a ser mio, ese cuerpo que adoraba me pertenecía ahora, lo iba a acariciar, a sobar y a mamar.

Mordía esos labios carnosos y él gemía, le chupaba su lengua  y el la mía, le mordía la barbilla que me arañaba y M.A. no se amilanó y contagiado por el derroche de pasión que le profesaba se dejó llevar y con la misma euforia  sexual  me mordía y lamía. Después de su boca fui directo a morderle el cuello que tenía un sabor salado que me encantó, nos mordimos mutuamente, el cabrón me hacía daño pero me excitaba, me fui derecho a su pecho, quería lamer aquella alfombra oscura que tanto deseaba y morder sus ocultos pezones, M.A. gemía de excitación y me agarraba el pelo hasta hacerme daño. Con la fuerza que tenía me levantó y me comió los míos con ansia,  me  hacía daño pero me provocaba calambres de excitación que se me alojaban en la polla y salían por el glande en forma de fluidos . Estábamos descontrolados.

Me tumbó en la cama haciendo un 69. Me agarró el paquete por encima del pantalón del chándal mientras yo metía la mano por la bragueta de su pijama buscando el fruto deseado, lo encontré y lo agarré para  desflorarlo y sacar su capullo del capuchón, el me bajó el pantalón de golpe haciendo que mi polla saltara hasta encontrarse con mi ombligo y pringarlo de jugo, e inmediatamente metérselo en la boca y mamarlo como un glotón. Yo hice lo mismo  degustando su sabor, jugando con mi lengua y sorbiendo con mis labios cada chorro que expulsaba, y así nos las mamamos como lechones.

  • Para...para un poco...para...que nos vamos a correr... para..- Me decía.

Paramos un momento. Miré hacia mis compañeros de la cama de al lado, que se estaban pajeando y mirando con interés lo que estaba pasando en nuestra cama.

Me incorporé sobre M.A. y le bajé el pantalón del pijama hasta llegar a sus pies. Entonces le lamí los dedos uno a uno mientras el se revolvía  de placer entre las sábanas, le lamí las rodillas y fui subiendo hasta su sexo; primero sus huevos, olor, sabor, su tamaño lo sopesé cuando sus huevos entraron  en mi boca, le di pequeños mordiscos en la piel, y el seguía gimiendo y se pellizcaba sus pezones, así llegué a su polla...era guapa de verdad...piel morena...gruesas venas que lamí con devoción, piel suave que bajaba y subía según yo quería y su hermoso capullo rosa y húmedo que sin pensarlo entró en mi boca para mamárselo y pajearlo con mis labios mientras estrujaba sus cojones.

Y sin más. Con el calentón que tenía de poseer a ese macho, tenerlo entre mis manos y a mi disposición, me encaramé a el,  me incliné para oler sus ahora sudados sobacos y lamerlos y olerlos, mientras mi hocico se deleitaba entre sus vellos sudados, puse su glande en mi entrada y me senté sobre él. El gimió y yo grité como un vencedor. Arqueé mi tronco hacia atrás, abrí mi orto para dejar entrar a mi coloso y entró como un campeón y me estremecí de placer. Miré hacia abajo para ver a mi macho y lo que vi me excitó más aún, ese cuerpazo sudado, esa cara demostrando placer...no pude contenerme y acercándome le mordí los labios haciéndole daño mientras el me lo hacía a mi...no protestamos ninguno de los dos...nos complacíamos en dolor y gozo.

Me levante brevemente y volví a bajar para notar como entraba y salía aquel tronco de mi anillo. Me gustó y lo volví a hacer otra vez y otra más levantándome cada vez más para que la longitud de entrada y salida fuera mas larga y placentera. M.A. respiraba  con excitación. Me agarraba de las nalgas para abrirlas y que su rabo entrara con mas facilidad.

Estábamos en un momento de placer sexual que no reparé en lo que pasaba a nuestro lado. Noté que Bruno se acercó a M.A. y le metía la polla en la boca. Me acarició el cuello, se acercó a mi y me morreó mientras a mi macho le follaba la boca. Mi placer se multiplicó...ano...boca...solo faltaba que me la mamaran... Dios mío.....

Entonces noté la presencia de Quique en mi espalda, se acomodó en ella y me abrazó, me comenzó a pellizcar los pezones mientras me mordía el cuello y los hombros. Notaba su tranca en el comienzo de mi culo, se apretaba a mi piel mientras me mordía. Sabía que sus huevos estaban masajeándo la polla de M.A. mientras me penetraba...

Tuve como un ataque de lujuria incontenible. Mi boca succionada, mi culo penetrado mientras otra polla rondaba la entrada, mi cuello, hombro y orejas mordidas...¡DIOS!

  • Bruno... mámamela...por favor.......mámame...

Así lo hizo...mientras follaba la boca de M.A. comenzó a mamar la mía....

Eso era lo más...DIOS....Lo más....

...Pues va a ser que no... No fue lo más, lo más vino a continuación cuando el hijo de puta de Quique, que estaba rondando con su polla mi entrada, decidió lamerle la  polla a  M. A mientras entraba y salía de mi orto...Salía....lametazo... salía...lametazo y así hasta que en un momento en el que me tenían salido como una perra y dilatado y con una excitación total, noté como puso su capullo en mi entrada, soltó un chorro de saliva para lubricarlo  y lo puso en mi entrada ya ocupada por el cipote de M.A.

No hice ascos, me abrí el culo con mis manos para intentar dar mas holgura a mi culo y comenzó a meter su nabo...Bruno me mamaba...y M.A. me follaba...y yo quería más...y más y Quique lo iba a intentar y yo quería que lo lograra...abrí  más las nalgas,  me abrí el ojal con las manos y su polla fue entrando poco a poco mientras Quique chorreaba saliva lubricante.

Me dolía un montón, pero sabía por experiencia que ese dolor era momentáneo y era una ocasión única... tres tíos dándome placer.

A pesar del dolor, intentaba abrirme más y relajarme para que el cipote de Quique entrara...y entró, con esfuerzo y dolor pero entró...

Gemí de dolor y placer pero mi verga se venía abajo, todos mis sentidos estaban un único lugar. Bruno se dio cuenta  cuando gemí de dolor y placer, y entonces dejó mi polla para dedicarse a mi boca...mientras me bombeaban a pares como un engranaje mecánico, el me lamía la lengua y me mordía los labios. M. A. no perdía la ocasión de tener los huevos de su capitán junto a su boca y los lamía y mordía...

M.A. fue el primero en correrse dentro de mi, lubricando mi interior y haciendo más placentera las estocadas de mi amigo, que seguía penetrándome mientras la verga del entrenador se deshinchaba. Al notar la salida de su miembro, no pude resistir el placer y me corrí yo. Fue una eyaculación bestial, solté todo y más, mis contracciones hacían expulsar y vaciar mis huevos hasta que los secaron. Mis reservas quedaron vacías. Inundé el pecho de M.A. y la polla y huevos de Bruno.

M.A., mientras se corría y gracias a sus contracciones, no pudo contenerse y mordía el escroto de Bruno lo que le provocó otro orgasmo, y sus fluidos cayeron en el abdomen peludo de M. A. y en mi ya recuperado miembro. Quique no pudo aguantar  las mordidas de mi esfínter y los gemidos de placer de los tres corriéndonos como sementales y descargó dentro de mi.

Nos derrumbamos en la cama los cuatro, cuerpos junto a cuerpos...derrotados...sudados...lefados...

Bruno comenzó a reírse nerviosamente - ¡JODER!...Joder....ha sido la hostia...La mejor sesión de mi vida...Esto lo tenemos que repetir.

  • Bruno tiene razón - esto lo tenemos que repetir- dijo Miguel Ángel.

  • Si- dije yo - pero dejad que me reponga...- y comencé a reírme también.


Quique y yo nos fuimos a duchar a la habitación.

Cuando ya nos disponíamos a dormir, Me acerqué a Quique, el besé en los labios - Eres y un cabrón, como me has engañado todo este tiempo. Esto ha sido una encerrona.

  • Yo tampoco sabía que eras tan experto.

  • Todos tenemos nuestros secretos-  nos reímos...Y apagué la luz.

Espero que hayáis disfrutado. Un beso a todos. karl.koral@gmail,com