Dándole duro a Maryori 2

Al despertar se había ovidado de todo, o eso pensé...

Acababa de levantarme, me sentía aun con sueño, estaba adormitado pero muy feliz, había soñado que había tenido sexo con Maryori, la chica que por esos días era mi obsesión. Estaba acostado boca arriba, lo raro era que estaba desnudo y sentía que algo me apretaba el cuerpo; sin pensar en nada bajé la mirada para ver lo que estaba encima mío(a mi lado derecho), me llevé una gran sorpresa al ver que una hermosa chica de cabello castaño estaba apoyando su cabeza en mi pecho, mientras que su brazo derecho estaba encima de mi ingle. Ambos estábamos cubiertos con unas sábanas blancas.

¿Quién era ella? Dije en mi mente. Pero si es Maryori, es ella, no era un sueño, en verdad había tenido sexo con esa nena, en ese momento lo recordé todo: la película, su visita, la droga, el refresco, sus preguntas, y todo el sexo que tuvimos.

Después de asimilar todo, puse mi brazo entre su cuerpo, mientras mi mano acariciaba su bello rostro. Estábamos desnudos en mi cama, ella tan linda como siempre, se veía como una linda angelita aun dormida.

Mis caricias surgían efectos positivos en ella, su rostro sobaba mi mano mientras ella sonreía con los ojos cerrados. De un momento a otro abrió los ojos y ambos nos contemplamos unos segundos, no sabía qué hacer en ese momento, después de un instante su rostro cambió de expresión, su gesto fue de sorpresa, al parecer no sabía que hacia allí, se sentó en la cama velozmente, al ver su desnudez jaló toda la sabana y se tapó rápidamente, ese acto hizo que me quede desnudo frente a ella; se alejó de mí lo más que pudo mientras su mirada se dirigió a mi verga que estaba semi-erecta, la contempló por un buen rato, al verse descubierta subió la mirada y me miró directamente a los ojos.

-¿Qué haces aquí?-dijo con la voz entrecortada, sonaba muy nerviosa

-Aquí vivo, es mi casa, es mi habitación-solo atiné a decir eso

-Entonces ¿qué hago acá?

-¿no te acuerdas de nada?

Estaba preocupado, al parecer  no se acordaba que la noche anterior habíamos follado como locos, ¿la droga había hecho que se olvide de todo?  ¿Ahora qué le digo? Que la drogué para tirármela y abusar de su inocencia, estaba asustado en verdad. Ella solo observaba  el piso con la mirada perdida, como si estuviese tratando de recordar algo, ¿Quizás se acordaba de la noche anterior? De la primera vez que se metió uno a la boca, o cuando no paraba de correrse cuando le daba duro en posición de perrito, o cuando la taladraba en mi cama en posición de misionero. No sabía que pensar, solo la miraba para ver cómo reaccionaba.

-Dime ¿Cómo pasó? ¿Cómo pude hacerle esto a mi esposo? Y tú, eres un niño apenas, soy una estúpida, como pude hacer eso, no entiendo ¿Qué me pasó? ¿Qué hice?...

Se había acordado de todo, lo bueno era que no me culpaba de lo que pasó, solo se recriminaba ella misma, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. En ese momento me sentí una basura, un canalla, prácticamente un violador que se había aprovechado de la situación.

-¿Por qué no me detuviste?

-¿Qué?

-si ¿Por qué no me detuviste? Sabías que estábamos haciendo cosas de adultos

-Pero si a ti te gustó, lo disfrutaste tanto como yo-dije sin pensar

-¿Qué? No me gusto ya, no sé qué me pasó en ese momento, yo amo a mi esposo-dijo mientras se ponía de pie.

El contexto en el que estábamos era excitante, ella con una sábana blanca tapando su desnudez y yo arrodillado en mi cama totalmente desnudo. Me puse de pie, no pude evitar tener una erección, mi pinga se puso dura en pocos segundos, ella la miró de reojo, me dio ganas de tener sexo, pero Maryori no quería nada conmigo.

Rápidamente se fue a la sala, donde habíamos dejado toda la ropa, la seguí inmediatamente. Recogió su ropa y entró al baño, en ese rato me acordé lo que me dijo ayer mientras teníamos sexo: “te regalo mi tanguita niño lindo para que siempre te acuerdes de este día”. Fui por las llaves del baño, abrí la puerta y me encontré con una gran sorpresa: Maryori estaba en la tina de baño con la ducha abierta, apoyándose en una pared de la tina, pero lo sorprendente y excitante fue que estaba masturbándose, con un dedo dentro de su conchita, lo metía y sacaba a gran velocidad, mientras cerraba los ojos, con la boca un poco abierta, se le escapaban unos pequeños gemidos; al ver esto me quedé con la boca abierta, con la verga totalmente dura  la contemplaba desde la puerta, la nena no se daba cuenta que había en el baño un mirón.

Después de unos segundos abrió los ojos y lo primero que vio fue a mí, se sorprendió y apartó su mano rápidamente de su rajita.

-¿Qué haces aquí? ¿No te han enseñado a tocar la puerta?-dijo muy sorprendida y avergonzada a la vez.

-Yo solo venía por mi regalo-respondí con una cara de niño bueno e inocente

-¿regalo? ¿Cuál regalo? Yo no te he regalado nada.

-No te acuerdas cuando estábamos follando en mi cuarto en posición de perrito tú me dijiste: “te regalo mi tanguita niño lindo para que siempre te acuerdes de este día”- dije con una sonrisa

Al escuchar esto se ruborizó, al parecer no se imaginó que le daría esa respuesta.

-Lo siento pero no te voy a dar lo que me pides

  • pero ¿Por qué?, lo que se da no se quita

Mientras decía eso, mis deseos me traicionaron, entré a la tina de baño con intenciones de prácticamente follar sin su consentimiento a esa muñeca, me observó con un gesto de sorpresa y miedo, pero no se movía, ¿quizás quería ver hasta dónde podía llegar? Me paré frente a ella, ambos nos contemplábamos mientras el agua que caía de la regadera mojaba nuestros cuerpos, la escena era muy tierna, me encontraba totalmente excitado y ella también, sus pechos estaban henchidos, subiendo y bajando por su agitada respiración. Nuestros rostros se empezaron a acercar lentamente, hasta que sus labios y los míos se encontraron en un apasionado beso, mis brazos estaban en su cintura, mientras que los de ella se posaron entre mi cuello, nuestros cuerpos se juntaron totalmente,  luego de un buen rato, separamos nuestros rostros unos pocos centímetros y nos miramos fijamente.

Pasó unos segundos sin ambos decir nada, de pronto se escuchó el sonido de la puerta, alguien habrá entrado, dije en mi mente; observé a Maryori, estaba asustada, salió de la tina de baño y se dirigió a la mesa del lavamanos donde estaba su ropa. En un momento de torpeza dejó caer sus prendas dentro del lavamanos, al tratar de sacarla, se inclinó hacia adelante, regalándome una deliciosa vista desde atrás, su culo como siempre bien redondito y paradito, y esa riquísima conchita estaba empapada de sus jugos. Sin pensarlo dos veces me abalancé sobre ella, me puse a su atrás y de un solo tirón le metí mi falo en su apretada conchita

-oooooohhhhhhhhhhhhhhhh!!!-gimió del placer

Se escuchaban unos pasos que cada vez se acercaban más a donde estábamos, no sabía quién era, ambos nos quedamos quietos.

-¡Hola! ¿Hay alguien en casa?-era la voz de mi hermana, ya había regresado de su campamento.

-Sí, estoy en el baño, me estoy duchando-dije muy asustado mientras metía y sacaba mi verga de la conchita de Maryori

-Rony, hola he venido de pasadita, voy a cambiarme y saldré de nuevo-dijo mi hermana mientras entraba a su habitación

-ok

Para mi buena suerte, la habitación de mi hermana queda justo al costado del baño en el que nos encontrábamos, de manera que no podíamos hacer mucho ruido, es decir, no nos podíamos mover. Maryori trataba de soltarse de mí, pero con mis brazos la atraía muy fuertemente, le metía y sacaba la verga.

-Por favor no me hagas esto… ohhhh-dijo muy despacito para que no escuchara mi hermana

-Pero si a ti te gusta, me lo dijiste toda la noche-hablaba despacito, mientras de un tirón le volvía a enterrar mi verga dentro de su agujerito

-No seas malo, yo amo a mi esposo… Ahhh…Ahhh…

No le hice caso a sus suplicas, y aprovechando que no podía soltarse de mí, debido a que haríamos ruido la envestí suavemente  mientras mis manos acariciaban sus senos, que estaban aún mojados, la muy zorra llevo una de sus manos a su mojada conchita, la empezaba a sobar rápidamente. La otra mano, en un momento de descuido activó el infrarrojo del caño y mojó toda su ropa.

-Adiós Rony, nos vemos en la noche

-Chau Daniela, te cuidas-le dije a mi hermana con una voz entrecortada debido al placer que estaba teniendo en ese momento.

La puerta principal se cerró, agarré su pierna izquierda, la puse encima de la mesa del lavamanos  y la follé lo más rápido que pude.

-Uhhhh... uhmmm... ohhhh -la escuchaba gemir como loca

-toma puta, toma…

-Ahhh…Ahhh…Ahhh…no pares por favor Rony, dame más duro…más…más…más…-al parecer había dejado atrás sus culpas respecto a su marido

-Lo que órdenes putita rica

-Ay amor clávamela toda, vamos Rony… que rico…que rico…Ahhh…Ahhh…Ahhh…

La envestía como si mi vida dependiera de eso, mientras ella los disfrutaba al máximo.

-Ohhh…Ohhh…Ohhh…Ohhh… -sentía como sus jugos bañaban mi pichula mientras su cuerpo empezaba a temblar

-Ahhh…

-Te amo Rony te amo…Ahhh…Ahhh…no pares…-decía mientras no paraba de correrse

Paré de taladrarla, le saque mi falo y me quedé detrás de ella para ver su reacción. La nena al sentir que ya no tenía dentro el amiguito que tanto placer le daba, se volteó mirando hacia mí, y sin decir nada me besó con locura, como dándome las gracias o algo así, la cogí fuertemente de su culo y la senté en la mesita del lavamanos. Abrió las piernas, al entender el mensaje  me puse entre ellas y coloque la cabecita de mi pinga entre sus labios vaginales, metía y sacaba la cabecita lentamente hasta que de uno solo la perforé hasta el fondo.

-Ahhhh… ahhhh… ahhhh…Que rico…

Puso sus piernas entre mi cintura mientras yo le daba lo más duro que podía. Luego de un rato la cogí de las piernas y la levante, de tal manera que yo quedaba en pie cargándola. Mientras la cargaba la llevé a mi habitación, la acosté en mi cama boca arriba con las piernas abiertas y flexionadas, su conchita estaba en el filo de la cama.

-Te voy a dar una sorpresa que te va a gustar mucho nena

-Ay amor que me vas a hacer-dijo con una cara de puta

-No preguntes solo disfruta putita…- dije mientras me arrodillaba entre sus piernas

Maryori estaba excitadísima, ubiqué mi cabeza frente a su mojada rajita, ella solo me miraba, quizás sorprendida porque era la primera vez que le pasaba una cosa así, pasé unos de mis dedos en su clítoris y le di un beso.

-OOOOOOhhhhhhh…

Acerqué mis labios y los posé en su ardiente vulva, hacía que mi lengua roce entre los calientes pliegues de su vagina. Mi lengua recorría toda esa conchita, de abajo hacia arriba, le lamía todos los jugos que salían de ese delicioso agujerito.

-Ayyy… que rico… Ohhhhh… no pares por favor… Ohhh…Ohhh…Ohhh…

Me centré en su monte de venus, lo lamía, lo succionaba con mis labios, sabía delicioso. Usé uno de mis dedos y lentamente fui introduciéndolo en esa deliciosa cuevita, ella se empezó a estremecer del placer, yo sacaba y metía mi dedo muy rápido mientras todo su cuerpo temblaba. Introduje uno y otro dedo más, hasta que tuvo 3 en su interior, ella no paraba de gemir, le daba suaves mordidas  en su clítoris, no paso mucho hasta que sentí su néctar en mi boca, mientras temblaba del placer.

-Ohhhhhh…Ohhhhh...

Una de mis manos acariciaban sus nalgas, su culito era espectacular, Quise deslizar mis dedos a su estrecho huequito (ano), pero no lo hice, tenía que ir poco a poco con esa nena, recién se estaba acostumbrando a tenerme como su amante, y aunque ella no lo quería aceptar, sé que  lo disfrutaba muchísimo. La ricura estaba con los ojos cerrados, con una sonrisa, disfrutando de todo el placer recibido por uno que no era su marido, se le veía excitada, con ganas de más. Por otra parte yo estaba empalmado, con ganas de seguir con la faena; sin embargo, me paré y me dirigí a la puerta con intención de irme, quería escuchar con mis propios oídos que me pidiera que la folle, que la trate como puta, que la viole.

-¿A dónde vas cariño?

-lo estuve pensando, y creo que está mal lo que estamos haciendo, tú eres la esposa del pastor y yo apenas un adolescente

-No amor, ven termina lo que comenzaste, ven ¡métele tu cosota a esta putita!

-No lo sé…

  • Ven amor, vamos no tengas miedo cariño, hazme lo que quieras, ven folla a esta putita, ven viólame-dijo mientras aún echada se sobaba su conchita con dos deditos, me miraba como una ramera arrecha.

No me moví, solo la miraba, era excitante ver a esa muñeca masturbándose e invitándome a follar con ella.

-Ven dale pinga a esta perrita, hago lo que quieras pero ven-se le veía desesperada, se levantó de la cama y me agarró de la mano como invitándome a follar

No me aguante más, la agarré con fuerza y la tiré a la cama, le abrí las piernas lo más que pude y de un solo tirón le metí cada centímetro de mi falo.

-OOOOhhhhhh…si cariño eso es sigue…sigue…sigue…Ahhh…Ahhh…

-Jamás pensé que fueras una verdadera puta…

-Mas…mas…masss…vamosss…métemelo todo…

-toma nena toma…

-Ay amor que rica pinga por dios… Ahhh…Ahh….que rico me cachas…

-Ahhh…

-Uhhhh... uhmmm... ohhhh- la escuchaba gemir complacida mientras no paraba de correrse

-Que apretada estas…

-Ahhh…si amor es que la de mi marido es chiquita… Ahhh…que rico…que rico…

Estuvimos así un buen rato hasta que no pude más y le bañe toda la conchita de leche, ella no paraba de gritar del placer.

-Ohhh…Ohhh…Ohhh…por dios que rico…Uhmmmm…que rico…

Ese día la pasé increíble, follamos como locos toda la mañana, tuvimos que poner su ropa en la secadora hasta que esté seca; mientras esperábamos,  Maryori se puso una camisa mía de color celeste con rayas y una tanga blanca que sacamos de la habitación de mi hermana, uso estas prendas  hasta que se fue de mi casa. Después ambos hicimos el almuerzo, por cierto, mientras lo hacíamos en la cocina la puse en noventa grados y se la metí. Por la tarde fuimos a mi habitación donde vimos una película XXX los dos echados y abrazados, y ya casi oscureciendo nos bañamos juntos antes de que la nena se valla a su casa. La despedida fue triste pero excitante, en la puerta principal nos dimos un apasionado beso que duro como cinco minutos. ¡Ah! por cierto, me dejó su tanga como recuerdo.

En la tercera parte les contaré como le quité la virginidad de su culito…

CONTINUARÁ…