Dando un paseo en bicicleta
Bajando en bicicleta hacia la playa para dar un paseo, me paré para descansar un rato y los que descansaron fueron los que descargaron su vicio sobre mis nalgas...
Bajaba hacia la playa para hacer el típico recorrido en bici y poder hacer algo de ejercicio, era domingo por la mañana, salí del garage y me dispuse a ir por los caminos antiguos que bajan al mar, me gustaba hacer el recorrido por aquel antiguo trazado, algo bacheado eso si, pero al menos no me tenía que tragar todos los coches y su consiguiente humo.
Me había duchado antes de salir, me gustaba ir limpio, solía ducharme antes de salir y al volver.
Antes de la ducha, me miré al espejo y vi que mis partes ya volvían a estar peludas, me gustaba depilarme mis partes, estar suave y delicado, no se, era una manía como otra, me lavé muy bien, me puse agua oxigenada mezclada con un poco de agua, me enjaboné muy bien y me rasuré mis partes dejándome un delgado hijo fino y recortadito de pelo en mi pubis, mis nalgas, mi ojete, toda mi entrepierna quedó completamente rasurada, me pasaba la cuchilla a contrapelo para no dejar ningún resto de vello.
Después me metí en la ducha y me quedé un ratito frotándome mis partes con el estropajo rasposo, para dejar mi piel más fina y suave que la del culito de un bebé, finalmente me sequé bien mi cuerpo y después me hunté mis partes recién depiladas con una crema corporal de aloe vera, quedándose suavecísimas y muy bien perfumadas.
Mi bicicleta era de montaña, durante el día anterior había revisado la presión de las ruedas, los frenos, el manillar, vamos, que estaba perfecta para poder hacer cualquier recorrido.
Me llevé mi mini mochila con un poco de comida para almorzar, un mini bocadillín, y un poco de fruta, me cogí un plátano y una manzana.
Salía de la urbe a buena marcha, adentrándome en el camino planteado sin coches, adentrándome entre los naranjales, circulaba yo solito, fresquito de mi ducha, empecé a excitarme pensando en el tiempo que hacía que no me pegaba una buena paja, y es que desde que me casé y tuve hijos, el sexo había pasado a un plano inalcanzable.
Llevaba puesto un bañador muy cortito negro, del que asomaban mis piernas prácticamente casi desde el comienzo de mis caderas y una camiseta blanca de esas de hacer deporte, de rejilla fina, y unas deportivas con calcetines blancos muy cortitos.
Empecé a imaginarme que se me pinchaba la bici y que tenía que volver andando a casa y que durante el trayecto, me secuestraban unos tipos hambrientos de sexo y de follarse algún tío.
No se me pinchó la bici, pero si me tuve que parar porque algo me rozaba en la rueda trasera, me eché a un lado entrando un poco en uno de los caminos que entran a un huerto, había una cadena echada. Apoyé la bici contra el muro de un bancal y levanté la rueda trasera para ver qué narices era lo que rozaba, aparentemente era la misma rueda que había cogido una forma inadecuada, pero no creo que fuera por el peso, porque yo soy delgado, bueno un poco de barriguita, pero no llego a los 77 kilos.
Me quedé apoyado yo tambien sobre aquella pared, de cara al sol, que pegaba fuerte a esas horas matutinas pensando en si seguir o dar la vuelta y volver a casa, pero estaba un poco encendido en pensar de hacerme una buena gayola, de modo que me adentré un poco por aquel camino acompañándo mi bici, camine unos cuantos metros hasta llegar a una caseta pequeña, de esas de guardar herramientas de labranza, desde allí ya no se veía el camino, por lo que si pasaba alguien por el camino principal, no me vería nadie.
Aquí es perfecto, me dije, dejé de nuevo apoyada la bici contra la pared de aquel casucho, y subiendo mi pierna derecha sobre una piedra bastante grande que había allí, me empecé a toquetear mis partes, me excitaba un montón el poder ver mi polla a la luz directa del sol, me la saqué de mi bañadorcito que me venía ajustadisimo, y al sol me la contemplaba con mi gordo capullo rosado y reventón, me la empuñé y empece a pajearme suavemente y sin prisas.
Que gozada, que disfrute, me detuve un poco para no correrme demasiado pronto y los liquidos preseminales no dudaron en salir, me los escurría sobre mi dedo indice y me los llevaba a la boca para saborearlos, eran muy pegajosos, no sabian a nada, pero me excitaba cosa mala.
Escuché de repente pasos de alguien, no demasiado lejos, enseguida me metí mi polla en el bañador como pude, y me asomé apoyando mi espalda sobre la casa para ver quien cojones era. Estaba un poco asustado por si era el amo de la caseta y me llamaba la atención, ya que estaba en terreno privado.
Vi que eran dos tipos, me escondí rápidamente para que no me vieran, pero era demasiado tarde, ya me habían pillado, salí del todo para decirles que había parado allí para descansar un poco.
"Hola buenos dias, es que estaba un poco cansado y me he parado aquí para descansar."
Eran dos tipos bastante corpulentos, un de ellos tenía la piel muy morena, fue el primero que me contestó, "ey chaval, no deberías estar aquí, es nuestro lugar de reposo". El otro, con aspecto gordo, seguidamente dijo "vamos nenaza, si quieres puedes pasar y bebes un poco de agua". Aquella segunda frase me alegró, porque al menos no tenía voz de cabreo.
Abrieron aquella caseta con pocos impedimentos, sin llave, de un empujón entraba primero el gitano. Me acerqué despacio a ellos y el gordo me cogió con fuerza del brazo derecho obligándome un poco a entrar, "vamos chaval, no te asustes, entra".
Aquel casucho al menos tenía luz, una miserable bombilla colgaba del techo, habían muchisimos trastos y suciedad, un pequeño sofá de dos plazas yacía enfundado con una tela sucia y mal colocada, había una mesa llena de aperos de labranza, cuerdas, gomas de riego, herramientas varias, no se, había de todo para el huerto, supongo.
El gitano se fué al fondo de la caseta buscando no sé muy bien lo qué, y el gordo cerraba la puerta tras de mí, quedándonos los tres allí dentro, lo cual me dió miedo, no imaginaba lo que aquellos desconocidos preparaban para mí.
El gordo se puso detrás mía prácticamente pegado a mi espalda, cogiéndome de mi brazo de una manera que no podía escaparme ni darme la vuelta, me puso su cara en mi cuello y empezó a olisquearme, ¿qué coño estaba haciéndome?, seguidamente me dijo "no te preocupes y relájate, que lo vamos a pasar muy bien".
El gitano vino de cara a mi con una cuerda de pita, "ahora vas a darme las manos, para que te portes bien", yo empecé a ponerme muy nervioso, "no por favor, no tengo dinero, mi cartera no la llevo cuando voy en bici", les dije con voz temblorosa.
"Vamos chaval, si no tienes dinero, tendras que hacer algo para satisfacernos", reía el gordo diciéndomelo claramente a la oreja, cuando empezó a lamerme el cuello, a chupetearmelo.
Aquella caseta olia a aceites usados, a cerrado, vamos olía a todo menos bien, el aliento del gordo era agrio, maloliente, sus babas comenzaban a resbalar por mi cuello y pronto me despojaba de mi camiseta, entonces supe lo que realmente querían aquellos tipos. Yo me quedé aturdido, nervioso y sin saber muy bien qué hacer ni qué decir.
"Vamos chaval, con lo bien que hueles, seguro que puedes hacer que lo pasemos bien contigo", me replicaba el gordo mientras mi camiseta ya era despojada de mi cuerpo sin ningún pudor y sus manos cuarteadas se posaban sobre mi cintura soltándome la que me sujetaba. Yo me quedé inmóvil, podía intentar mi huida, podía salir corriendo, ahora era el momento, el gitano delante mía con la cuerda se me quedó mirando y me dijo: "si te portas bien, no te ataré".
"No por favor, no me hagais daño, haré lo que queráis", les contesté.
El gordo dijo "ostias, si que lo vamos a tener facil con éste chaval", y empezó a bajarme el bañador con sus dos manos enrrollándolo sobre si mismo, emergiendo mi pubis depilado, mis nalgas blancas y sedosas, y mi polla láguida y caida a mitad de paja. Mi bañador sobre mis tobillos se quedó sin poder salir del todo por culpa de mis zapatillas.
Estaba en pelotas, el frescor del ambiente sobre mi cuerpo se hizo notar junto con mis nervios y mi miedo, el gordo volvió a cogerse a mis caderas y bajó por mi espalda lamíendome como su helado preferido. "Joder tio, como me pone tu piel, eres suave como la mejor de las zorras", me dijo.
El gitano me dijo: "vamos quítate las zapatillas y los calcetines, quiero verte como viniste al mundo".
Me agaché para desatarme las zapatillas, seguidamente me quité los calcetines y me quité el bañador quedándome completamente desnudo ante aquellos tipos. Al ponerme nuevamente de pié, noté como el gordo me posaba sus manos sobre mis nalgas, y me las empezaba a magrear, me las acariciaba y me las apretaba a la vez. "pero qué culito tienes maricona", me dijo.
El gitano dijo "déjame ver", poniendose detrás mia, cambiaron de posición, el gordo ahora estaba delante mía y vi como con una mano se apretaba sus partes sobre el pantalón de chandall gris que llevaba puesto. El gitano deslizó también sus manos sobre mi culito haciendo la misma operación que el gordo, "si que tienes buen culo chaval, lo vamos a pasar muy bien", seguidamente llevó sus manos a mis partes más nobles, me cogió mi mustia polla con torpeza pero con decisión, "vamos chaval, que encima te voy a pajear un poco".
La verdad es que no me desagradó que me cogiera la polla, ahora eso si, dificil sería que se me pusiera dura, estaba demasiado nervioso, el gitano empezó a pajearme haciéndome todo el recorrido con su mano derecha, lo hacía bastante rápido y yo intentaba excitarme.
Comencé a pensar en que siempre había soñado con ver la polla de otro tío y con probar a chupársela, pero sobre todo, que otro tío me cogiera y me clavara su polla entre mis piernas sin compasión.
Con aquellos pensamientos, mi pene empezó a dar síntomas de amorcillamiento, lo que hizo darse cuenta al gitano y a desenfundarmela plenamente a su antojo, la paja era más placentera ahora, sentía su mano sobre mi polla y sin impedimento, y la verdad es que empezó a gustarme, además, le hice un pequeño gesto de que me gustaba.
"goza perra, goza, que vas a saber lo que es bueno", "¿sabes lo que es una paja gitana?", yo le negué, ni idea tenía de lo que podía ser eso.
Me cogió de los huevos con su mano izquierda, y apretándomelos hacia arriba a punto de que reventara mi bolsa escrotal, comenzó a pajearme con la otra mano hasta que el tope al pelármela eran mis pelotas, fuértemente estampaba una y otra vez con su puño la pelada contra mis huevos, mi polla se había empinado a tope, y la paja gitana me estaba dando entre placer y dolor, lo nunca antes conocido.
"Toma, toma, toma pedazo cabrón, ¿a que mola la paja gitana?", gritaba el gitano tras mia, yo gritaba con gemidos de placer y dolor, nunca antes había sentido nada igual.
El gordo delante mía se desabrochaba el nudo de su pantalón de chandall y se arrimaba a mi, el gitano me soltó mis partes para agarrarse a mi cintura y refregar su pantalón sobre mis nalgas fuertemente.
El gordo se me apoyó sobre mis hombros obligándome a inclinarme ante él, imaginé rápidamente lo que deseaba, yo la verdad es que a penas ponía impedimento a los deseos de aquello tipos, y no había que ser muy listo para darse cuenta: "no si la verdad es que a éste tío le gusta la marcha" dijo el gordo, el gitano le asintió: "pues la verdad es que no va a ser dificil darle por culo, ¿verdad maricona?"
Yo le negué con la cabeza diciéndole: "por favor, no me hagais daño" y fuí inclinandome poniéndome en la postura más denigrante, dejando el bulto del gordo a la altura de mi cara y con mi culito en pompa a placer para el gitano, que detrás mía se separaba un poco para inclinarse sobre mi entrepierna y lanzarme un escupitajo que sentí que empezaba a recorrer mis nalgas, con sus dedos hizo recorrer aquella asquerosa saliva sobre mi dulce ojete depiladito, volviéndome a alcanzar mis enrrojecidos huevos entre mi entrepierna dándoles un nuevo pellizco, dándose cuenta al gitano y exclamándo seguidamente: "ostias bujas, este tio tiene el culo más pelao que la punta de mi capullo", el gordo dijo: "¿no jodas?, ostias, ¿es que te depilas?, que pasada!!, ahora si que me pones, cabrón".
El dolor sobre mis huevos me dejaba fuera de combate, el gitano era mi poseedor, hacía de mí lo que quisiera, yo inclinado sobre el pantalón de chandall gris del gordo comencé a sobetearle por encima de él, alcanzando su trasero y apoyando mi cara sobre aquel abultado paquete que gracias al pantalón, impedía que se estampara contra mi garganta, el gordo gemía por la situación: "vamos zorra, sácame la polla y mámamela, házmelo suave, que quiero gozar, por fin voy a sentir lo que es que me la chupen".
Sin pensarlo más y mientras el gitano seguía escupiéndome sobre mis nalgas y deslizando sus manos sobre mi ojete, le bajaba los pantalones al gordo junto con sus calzones, emergiendo su peludo pubis enredado y de color negro, abriendo paso a su gran picha maloliente, sin descapullar, y seguidamente a sus dos pelotas caidas lánguidas y peludas, el gordo me ayudó a quitarse los pantalones del todo y volvió a calzarse sus apestosos zapatos, se cogió la polla con la mano y pajeandose a contramano, me la arrimó a la cara.
El gitano urgaba detrás mía su deseado orificio, lo que había sido un cosquilleo en mi entrepierna, era ahora gustito de que me deslizara sus dedos allí detrás, aunque lo hacía un poco bástamente, pero estaba consiguiendo una buena lubricación, volvía a escupirme una y otra vez hasta que intentaba urgar con uno de sus dedos intentando adentrarlo en mi ojete. Yo se lo impedía apretando mi esfinter una y otra vez.
El gordo me levantó su polla para dejarme bien alcanzables sus pelotas, que sin dudarlo más comencé a lamer como si de dos polos se tratara, sus blandos y calientes huevos eran lamidos por mi lengua, su sabor a sudor agrio, su aroma asqueroso era penetrante, pero yo seguía incansable lamiendo aquel pellejo escrotal, el gordo gemía de gusto, "no pares hijo puta, no pares"
El gitano continuaba con sus intentos de adentrarme uno de sus dedos en mi ojete, no le fué muy dificil hacerlo con tanta saliva escurrida por mi regata, sentí como sin remedio ya alcanzaba su cometido, y él, sin mucha ternura me lo clavaba hasta el tope de su puño, lo volvía a sacar y lo volvía a adentrar haciéndome el vaivén sexual de una dura follada anal, le incitaba con movimientos de mi culete haciéndole saber que me encantaba lo que me estaba haciendo.
La pelotas del gordo acompañaban los gemidos de su dueño gracias a mis lamidas, estaba tan excitado que no quería parar, le chupeteaba su bolsa escrotal intentando tragárme sus pelotas una detrás de la otra, como si de dos caramelos se trataran, sus negros pelos se enredaban en mi boca, el gordo disfrutaba de mi chupetones, y babeándole bien aquellas blandas pelotas, fui escalando circularmente todo el gran tallo que emergía hacia arriba palpitante y venoso, empuñándole con mi mano izquierda, lo pajeé para descapullar su glande que enseguida emergió a la luz mirando al techo, rosadito, palpitante, muy recortado por su frenillo, no pude aguantar más, lo recorrí con la punta de mi lengua para finalmente metérmelo plénamente entre mis labios, el gordo no lo pudo aguantar, me cogió de las orejas y me apretó hacia su sexo para que me la metiera completamente dentro de mi boca.
El gitano había abandonado mi ojete y escuchaba como se estaba quitando la ropa, entonces me agarró de mis caderas y volvió a dejarme caer más babas entre mis nalgas, sus escupitajos resbalaban entre mis galtas chorreando hasta deslizarse sobre mis cojones, notaba el frescor sobre mi sexo y aquello me ponía a mil, la polla del gordo hundida en mi boca y el gitano que comenzaba a urgarme con poco acierto con su polla por mi entrepierna buscando el lugar deseado.
Ayudándose con una de sus manos, apoyó la punta de su nabo sobre mi entrada trasera, la rozaba deslizándola arriba y abajo sobre ella, haciéndola resbalar consiguiendo que la deseara cada vez más dentro de mi, no pude dejar de pedírselo "por favor, métemela, fóllame, quiero sentirla dentro, no me hagas sufrir amor mio", aquello hizo sonreir al gitano, se lo volvía a pedir una y otra vez, el gitano parece que disfrutaba de las cosas que le decía mientras continuaba con su labor hasta que de repente se detubo dejándomela posada directamente sobre mi entrada.
"Vas a saber lo que es que te den por detrás", me dijo, en ese instante, me empecé a comer la polla del gordo haciéndole el pájaro carpintero con un vicio imparable, absorviendo como un aspirador incansable de aquella verga las emanaciones preseminales que sobre mi lengua resbalaban junto a la suave carne de la parte baja de su capullo, el gordo gemía de gusto como si de correrse se tratara.
Me detuve por unos instantes para girarme y mirar la escena del gitano, que empujaba su polla adentro mia, le miraba a la cara con ojos de vicio, y poco a poco sentía como su acto era exitoso, su polla se adentraba en mi ojete como un pistón lubricado ajustadisimo, me la metía un poco y me la sacaba, lo volvía a intentar una y otra vez con más profundidad cada vez, quería sentir su pelvis contra mis nalgas, necesitaba sentir su polla a tope dentro mia, quería que me partiera en dos, que me disfrutara siendo totalmente suyo, y así el gitano fue empujando una y otra vez hasta que consiguió atravesar mi esfínter y ya seguidamente me clavó todo su tallo hasta toparse con mis nalgas que evitaban que su capullo saludara frente a frente al del del gordo que volvía a deslizarse entre mis labios.
Por fin estaba disfrutando de una follada plena a mi cuerpo, por fin era esclavo de aquellos tipos y estaba a su plena merced, que disfrute dios mio, no os imaginais lo que es ser atravesado por dos vergas al unísono, una por delante y la otra por detrás, plenamente tapado por la carne sexual palpitante de dos desconocidos sudorosos y ansiosos por descargar su leche dentro de mi cuerpo.
Mi cuerpo iba a merced de los empellones de aquellos tipos, el gitano comenzaba una follada plena y rítmica, no dejaba salir su polla demasiado para estampar su pelvis sobre mis nalgas que poco a poco se iban enrrojeciendo irremediablemente, el sonido sexual junto con el sudor de nuestro roce, me daba un intenso placer desconocido para mí, que me hacía languidecer a base de suspiros y jadeos incesantes, que a penas podía chillar por culpa de mi otro poseedor, que sin compasión machacaba también mi boca a su antojo, no podía clavarmela poco más de la mitad por lo grande que la tenía, intentaba echarme hacia atrás para evitar que me tocara en el fondo de mi garganta, pero una y otra vez lo lograba el gordo intentando recorrer su pellejo totalmente sobre mi lengua.
Una y otra vez me daban arcadas de que mi campanilla fuera agitada por el capullo del gordo, logrando el vómito que me salía sin querer y que yo volvía a tragar una y otra vez.
"Como te gusta que te follen eh hijo puta??" gemía el gitano detrás mía. Su polla se alzaba en mi trasero poseyéndome una y otra vez, no dejando paso a nada más que a todo el esplendor de su duro miembro viril, sus manos se agarraban fuertemente a mis caderas evitando que pudiera escapar de su apasionado vaivén, ¿pero acaso yo quería uir?, sentía como mi macho me llenaba mi depiladito y limpio agujerito anal con su enorme y sucia verga maloliente ansiosa de derramar su leche descontroladamente por todas partes.
Levanté la mirada hacia el gordo desde aquella denigrante postura, la vista desde allí abajo era para postal, su negro pubis, su barrigota peluda, su profundo ombligo, sus peludas pectorales lánguidas y caidas, y su cara mirándome con deseo infinito, me volvía a meter su polla en la boca, yo, sin remedio, volvía a sentir su caliente carne sexual entre mis labios, mamaba incansablemente absorviendo todo lo que podía, escuchaba sus gemidos que hacían vibrar hasta su polla, notaba como cada vez eran más seguidos y más fuertes, presentía que se corría pronto, que no iba a aguantar mucho más.
El gitano me empujaba ahora con más fuerza pero más lentamente, me hacía sentir todo el recorrido de su enorme picha dentro de mi ano hasta que llegaba al tope, al unísono, la polla del gordo se topaba contra mi garganta, "me corro cabrón, me corro vivo!!!", gritaba el gordo desde lo alto, yo no sabía muy bien que hacer, "trágate mi leche, puta", mientras se cogía de la base de su verga que quedaba fuera de mi boca y se pajeaba con velocidad, "ah ah aaaaaaahh" exclamaba el gordo con desasosiego, y entonces empecé a notar como mi boca se llenaba de lo que os imaginais, el gitano se detuvo por unos instantes con sus huevos pegándose a los mios, apretándome bien mis caderas para que no pudiera escapar de su penetración.
Las fuertes lletadas del gordo pegaban contra mi garganta, sin querer saborear aquellas emanaciones de aquel tío, me las tragaba como podía, su polla seguía escupiendo semen como si de una fuente se tratase, entonces se la soltó el gordo para que yo siguiera escurriendola en mi boca, se la cogí empuñando su base y continuaba pajeándole de forma más suave pero con fuerza, mi lengua saboreaba sin remedio su corrida, que tragaba nuevamente intentando evitar las arcadas que me venian inconscientemente una y otra vez, ya que el sabor caliente y un poco avinagrado, insipido, me hacia pensar de donde venía aquello y me daba asco, pero me gustaba a la vez, el gordo estaba disfrutando del momento del clímax, y yo empezaba a sacarmela de la boca para que el gordo contemplara que las últimas gotas de su polla iban a ser también para mi degustación.
"Mira que tio con más vicio, no se ha dejado ni una gota fuera", dijo el gitano tras mia, contemplando la escen. El gordo sonreía con cara de gusto y cogiéndose la polla de nuevo, la escurría sobre mi lengua, que yo le sacaba para que la posara con facilidad, aún salía bastante semen de aquella polla, lo dejaba caer sobre mi lengua, yo volvía a tragar mirándole a los ojos con cara de vicio y gusto, aquellos tipos flipaban conmigo.
El gordo se apartó sentándose en una silla que había por allí, mientras ahora era ya plenamente del gitano, que aún con su polla en mi culo, me hizo que nos movieramos a otro sitio, al erguirme un poco, se me salió su polla, parece que se le había mustiado un poco, "ven aqui zorra", me dijo, mientras se sentaba en el sofa mugriento lleno de cuerdas, gomas de riego y no se que más artilugios, se abrió de piernas dejándome su aparato mustio al querer "chúpamela que aún no he terminado contigo", me fui acercando y me arrodillé ante él, con polla en mano se pajeaba intentado ponérsela dura de nuevo.
Se soltó la polla para agarrarse a mis orejas y obligarme a amorrarme a su sexo, le cogí como pude aquel pellejo caido maloliente del sudor y saliva de la follada de mi ojete, y comencé a lamérselo por encima como bien podía, mi saliva entremezclada con restos de semen del gordo hacían que mi lengua resbalara fácilmente por encima de aquella piel peluda, le lamí sus languidas pelotas, peludas, granulosas, se removian generando esperma para mí, y es que empecé a desear su polla nuevamente dentro mia, ahora mi culito era sólo para él y necesitaba que volviera a tapármelo. Se lo hice saber.
"Quiero que me folles" le decia entre lamida y relamida de su sexo, "quiero volver a sentirme tuyo, necesito sentir esta polla de nuevo dentro mia por favor".
Aquellas palabras fueron como magia para su polla, que poco a poco fue ganando erección y en unos segundos empezó a endurecerse y su enorme cabezota rosada se hacía de rogar, enseguida la hundí en mi boca, babeándosela bien e intentando recorrer el tallo que empezaba a tomar forma erecta. A penas podía mantenerla ya en mi boca cuando me la saqué para contemplarla, estaba plena, lista para la acción de nuevo, pajeándole con suavidad, me apartó mi cara para decirme que me diera la vuelta y que me sentara sobre ella.
Mi culito extasiado de antes, permanecía medio abierto, listo para embestir, me levanté para darme la vuelta y ponerme de espaldas a el, vi al gordo como nos miraba con su polla en mano, mustia se sobaba relajado. El gitano se lamió su mano escupiendo a la vez para volver a huntarme mi ojete con sus babas y lubricar aún más mi abertura trasera, que sentí de inmediato como sus dedos se deslizaban sin pudor alguno en mi regata, yo me incliné un poco hacia adelante para facilitarle más la faena, enseguida me cogió de mis caderas y me obligó a sentarme sobre él.
Me palmeteaba mis nalgas, les daba tortazos escuchándose en la estancia, quería enrrojecerlas, me encantaba sentir su poder absoluto sobre mi intimo cuerpo, fui inclinándome despacio intentado acertar mi objetivo, empecé a sentir la punta de su polla de nuevo llamando a mi puerta entreabierta, que pasada, notaba como aquel capullo rosado rebentón ya empezaba a perderse dentro mia, y el gitano gemía de gozar el momento, se deslizaba toda su polla en mi interior hasta que me quedé plenamente lleno al sentarme sobre sus pelotas, tiré mi cabeza para atrás gimiendo de gusto de aquella penetración, "aaaaah me encantaaa", le dije entre suspiros.
¡¿Cómo me podía gustar tanto joder?!, pensé para mí, el gitano disfrutaba como un enano detrás mía, empecé a levantar mi culo nuevamente para sacarla un poco y otra vez dejarme caer sobre aquella varita del placer, y es que aquella postura era mucho más placentera que la anterior. Poco a poco comencé a acertar el movimiento de forma que los dos disfrutabamos de la follada que ahora me propinaba desde abajo.
El gordo se pajeaba ante nosotros flipando de nuestro acto, yo apoyado sobre las peludas piernas del gitano se las acariciaba a la vez, surcaba su piel hasta llegar a sus pelotas, que se esclafaban contra mis nalgas cada vez que me sentaba sobre él del todo al tope, se las acariciaba, el gitano gemía de gusto, yo creo que no tardaría en correrse, una y otra vez, subía y bajaba sin cesar sobre su miembro viril que machacaba mi culito indefenso, suave como el tercipelo, contrastaba su polla oscura y peluda, pistoneando sobre mi ojete blanquito y depiladito, sin un sólo pelo, limpio y atercipelado, vamos, una escena digna de la mejor película porno.
Mi polla lánguida comenzó a dar sintomas de erección, empecé a tocarme también para sentir el doble placer, enseguida la tenía mirando al cielo dejando libres a mis depiladas pelotas que muy caidas y descolgadas llamaron la atención del gordo que se levantó de la silla para acercarse a nosotros pajeándose velozmente, "ey nano, ¿sabes que se te ha empalmao?", yo le asentía como podía mirándole con cara de vicio, como pidiéndole que me pajeara a su antojo. "tu lo que que quieres es que te haga una paja gitana", yo le negué despacio con mi cabeza.
El gordo se arrodilló ante nosotros, el gitano abría las piernas para que arrastrar las mias dejándonos bien abiertos a los dos, entonces puse mis manos nuevamente sobre las piernas del gitano apoyándome sobre él, dejándome libre plenamente mis partes íntimas varoniles para el gordo, yo era de ellos, era su esclavo, quería que disfrutaran de mi al máximo y así le brindé al gordo la oportunidad de hacer de mis pelotas su juguete favorito.
El gitano se detubo bajo mía, y yo, empitonado profundamente nos quedamos parados para que el gordo lo tuviera fácil para cogerme la polla, me sentía tan lleno y tan libre que no me importara que me hicieran lo que quisieran con mi sexo, eché mi cabeza otra vez para atrás sintiendo el aliento del gitano que empezó a lamerme el cuello, la oreja, en fin, una nueva gozada de sentir su lengua dejando sus babas sobre mi cuerpo, y noté como el gordo me empuñaba mi pene intentando tapar mi capullo con mi pellejo echándome la piel de mi polla para adelante, seguidamente me elevaba con su otra mano mis pelotas apretándolas hacia arriba llevándolas lo más acompañadas a mi tallo todo lo que podía, me gustaba que se hiciera dueño de mis partes nobles.
Entonces empezó a pelármela hasta toparse con mis huevos que sujetaba con la otra mano esclafándolos al hacer el tope, comenzó despacito, sintiéndo un maravilloso placer con picos de dolor de los chafones incontrolados de mis pelotas, pero poco a poco empezó a macharcármela con mayor ímpetu y a mayor velocidad, estrujaba mi polla estampando su puño sobre mis huevos que con la otra mano reapretaba dejándolos a punto de estallar, a cámara lenta sentía como una y otra vez el dolor en cada machacada superaba al anterior.
"Ésta es una auténtica paja gitana, chaval, gózala", yo empecé a gritar de dolor, el gitano me mordía a su vez mi oreja derecha fuertemente, haciéndome sentir que lo que más deseaba era su polla dentro de mi culo follándome y que el resto era sólo dolor, lo que me obligaba a moverme arriba y abajo para sentir placer y olvidar el dolor que me estaban propinando aquellos tipos.
El gordo detubo su acción soltándome mis partes, menos mal, pensé, el dolor en mis huevos era como si me hubieran propinado una manta de patadas en mis huevos, estaba extasiado, el gitano me cogió de mis piernas abriéndomelas aún más y se tumbaba para arrastrarme con él consiguiendo que ahora pudiera propinarme con su sable irremediables embestidas a su antojo, yo me abría mis nalgas con mis manos separándolas todo lo que daban de sí, dándole mayor recorrido a su pene dentro mía, el gitano volvía a gemir de gusto, vi venir al gordo con una tabla de madera delgada, el gitano me había dejado tumbado sobre él bocaarriba.
Mi polla dura como una piedra, empinada sobre mi barriga, continuaba dejando a sus compañeras debajo sin ninguna protección, lo que hizo dejar al gordo pista libre para su nueva arma, empezó a palmetearlas con aquella tabla con suavidad, me propinaba azotes sobre ellas no con demasiada fuerza, escuché como escupía sobre ellas y volvía a repetirlo, se escuchaban los palmeteos sobre mis rendidos huevos una y otra vez, el dolor era cada vez mayor, pero el placer de mi agujero anal tapado lo mezclaba dándome unas sensaciones desconocidas increíbles en mi cuerpo.
De repente un gran escalofrío recorría mi cuerpo desde mi culo recorriendo mi espalda hasta mi cabeza, un cosquilleo largo y enormemente placentero inundaba mi cuerpo, no me cabía duda, estaba corriéndome y no con mi polla, era un orgasmo anal, pero totalmente desconocido para mí, me agarré fuertemente a las caderas del gitano gritando y gimiendo como una perra completamente loca.
Cuando pude volver a abrir los ojos vi al gordo con aquella madera en su mano mirándome sonriendo, "¿como te gusta eh maricona?" yo a penas podía asentirle. El gordo tiraba la madera a un lado y acercándose a mi cara me arrimaba su polla mustia sobre mis ojos, yo intentaba alcanzarla con mis labios, pero el gordo la apartaba, haciéndomelo más dificil, "¿quieres chupármela eh maricona?", sonreia.
Sentí como el gitano sacaba su polla de mi culo, diciendo: "quiero cambiar de postura", reincorporándonos, me pidió que me tumbara boca arriba sobre aquel mugriento sofá, fui poniendome como pude mientras el gitano me cogía de las piernas subiéndoselas a sus hombros y arrodillándose poniéndose a tiro sobre mi extasiado agujerito que ya notaba que no podía cerrar, "mírate maricona, te estoy dejando su agujerito como un donus, ahora voy a mojarlo en leche", el gitano se echó a toser con una tos profunda de esas que parece que estás podrido por dentro, "alcánsame un pito yosua" dijo al gordo.
Mientras el gordo iba a sus pantalones a sacar el cigarro, el gitano me volvía a penetrar a su antojo mi dado de sí orificio anal, su polla volvía a surcar mi esfinter como cualquier cosa, el gordo le daba el cigarro encendio ya para que el gitano le propinara un par de caladas y seguidamente me lo dejaba a mi para que se lo sujetara, "no te lo fumes maricona que es mio, aguántamelo", me dijo, yo no había fumado en mi vida, osea que no iba ahora a fumar y menos aquello que poca pinta tenía de cigarrillo normal.
El gitano buscaba correrse, "vamos chaval, aprieta el culo que quiero llenarte de mi leche".
El vaivén lo fue haciendo cada vez más rápido, su barriga se estampaba sobre mis enrrojecidos huevos, mi polla había vuelto a su estado de reposo y el gordo posaba su polla de nuevo sobre mi cara con pequeños sintomas de gordura, me puso sus huevos sobre mi cara y comencé a lamerle sus pelotas, yo a penas podía mover mi cara, de modo que lo que quisiera que le chupara me lo tenía que hacer llegar él.
Apretaba mi culo lo que podía, a penas notaba el roce más fuerte de la polla del gitano dentro mía, entraba y salía de mí como cualquier cosa, igualmente, y como pude, comencé a comerme la polla del gordo, con sabor del sudor de la paja anterior. "Vamos chúpamela, no pares", me decía el gordo, yo mamaba como podía aquella gorda polla maloliente, el gitano gemía cada vez con más fuerza, "vamos vamos vamos vamos" decía entre suspiros, las embestidas eran muy rápidas, era muy frenético, su polla se perdía y volvía a emerger de entre mis nalgas una y otra vez, y a una gran velocidad.
Yo apretaba mi culo para dificultar un poco su paso y conseguir darle un mayor placer a su polla, y fue entonces cuando fui yo quien empezaba a sentir de nuevo un placer incontrolable, más más y más, fuí acercandome al éxtasis que me hacía recorrer nuevamente un enorme escalofrío, desde mi culo tapadito, por toda mi espalda, hasta mi cabeza, sabía que volvía a correrme analmente, era maravilloso, la segunda vez que me ocurría aquella sensación en mi vida, indescriptíble, mientras, el gitano seguía follándome igualmente sin parar como un perro a su perra, inagotable, incansable, yo le abarcaba su espalda con mis manos y con mis piernas, sintiendo todo su cuerpo sobre mí...
"ahhhhhhhhhhh toma toma toma" me propinaba fuertes empujones hasta el tope, deteniéndose, dejándome cubierto profúndamente, apoyado completamente contra mís nalgas, se reincoporó separándo su pecho del mio, babeándome la barriga como inconscientemente, fue cuando empecé a sentir un calor en lo profundo de mi culo, no me cabía duda, el gitano ya llenaba sin control el interior de mi ojete con su pastosa y pegajosa leche de su ansiada corrida, sus gemidos descontrolados, junto con sus babas sobre mi cuerpo, me dejaban ver lo exclavo que era de él, me encantaba ser suyo plenamente, volvía a inclinarse sobre mí, sentía su cuerpo sudoroso mezclado con sus babas de placer bien pegado y caido sobre mí, todo su peso sobre mi cuerpo que a penas me dejaba respirar, pero sobretodo, con su gran placentera polla tapando plenamente mi extasiado, abierto y palpitante agujerito. Con mis piernas, abrazaba su espalda evitando que pudiera escapar, mientras intentaba echar mano de mis partes lánguidas, como podía, para empezar a meneármela.
El gordo se pajeaba velózmente también sobre mi cara, al ver que yo a penas podía chupar más del éxtasis que me había propinado mi anfitrión, y terminaba corriéndose sobre mi cara, mi frente, mis labios, me refregaba con su polla enrrojecida toda mi cara, restregándome todo su pegajoso semen para no olvidarlo, me relamía mis labios mirándole a los ojos como bien podía, mientras me pajeaba con mayor ímpetu, intentando volver a tener una erección que no tardó en aparecer, la velocidad de mi paja hizo estallar mi corrida por toda mi barriga consiguiendo que mi cuerpo junto con el del gitano quedaran plenamente untados de nuestras emanaciones sexuales.
Después de unos minutos enganchados, el gitano fue apartándose poco a poco, liberando mi presionado agujerito de su gorda polla ya mustia. Mi ojete permanecía abierto a la exacta medida de la talla del gitano, lo intentaba cerrar sin éxito alguno, enrrojecido y palpitante, desbordaba semen del gitano que resbalaba ya por mi regata para abajo, yo lo recogía con mis dedos, notando el calor y la textura pegajosa de su dueño, no lo dudé, me lo llevé a la boca, quería saborearlo, el gitano flipaba, su moco sexual ya lo deslizaba entre mis labios, era muy asqueroso, pero me excitaba el sentirlo sobre mi lengua. "Que ricura amor mio", le dije...
Estuvimos no sé cuanto tiempo tumbados sobre aquel asqueroso sofá, el gitano se fumaba el cigarro que le había aguantado y que se había ido al suelo por no poder sujetarlo del extasis, y me decía "joder tio, mira que tienes vicio cabrón, ésto tenemos que repetirlo, al menos una vez a la semana"
Me quedé dormido, y al despertarme estaba sólo, aquellos tipos se habian ido, un papel pegado sobre mi barriga decía: "pásate por aquí el sabado tarde que viene, vendremos con un par de amigos más"
Nunca imaginé que lo que había hecho pudiera haberme gustado tanto, si alguna vez teneis ocasión, probarlo, lo malo, es que después ya no puedes parar. He aprendido que con mi agujerito trasero puedo tener orgasmos una y otra vez y más placenteros que con mi pene.