Dana. (Capítulo 3)

Mi nombre es Erika, soy estudiante foránea y mi vida cambio cuando me mude a vivir con mis roomies. Nunca pensé que todo esto fuera a pasar.

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Capítulo 3.

El mes previo a la llegada de Fede, Dana estuvo de lo más contenta y alegre si es que aun cabe. Se dedicó a limpiar la casa por completo y para nuestra desgracia Gaby y yo tuvimos que ayudarle de forma obligatoria. Cuando le preguntábamos el porqué de la obsesiva limpieza siempre nos contestaba con las mismas excusas: Principalmente porque vendría su mamá y es muy quisquillosa en cuanto a la higiene del lugar y en segunda porque quería que Fede estuviera cómodo. Inclusive nuestros cuartos tuvimos que darles una repasada completa, no vaya a ser que su mamá entre y vea las camas destendidas y la ropa en el suelo. Aunque en mi caso eso casi nunca pasa a excepción de una que otra prenda sobre la silla, pero el cuarto de Gaby es otra cosa, solo digamos que Dana la reprendió por su tiradero más de una vez en el trascurso de ese mes.

Pero los preparativos no solo quedaron en eso. También estuvo llenando el refrigerador y la alacena con toda clase de comida, desde frutas y verduras hasta postres, dulces y cereales. Era la primera vez en mis casi cuatro meses de estadía que había  visto tanta comida en la casa. No era tan mala esa parte, a escondidas Gaby y yo aprovechábamos cuando Dana no nos veía y robábamos uno que otro dulce, al cabo eran tantos que ni se daría cuenta.

Los días fueron pasando y la fecha se acercaba. Las ansias de Dana se hacían más notables pero nadie decía nada. Se notaba que quería mucho a su hermano y por lo que me estuvo contando sobre él una noche estando solas en la cocina, tenía casi un año ya que no lo veía.

-Es mucho tiempo para no ver a tu familia – le dije - ¿Qué no fuiste a verlos a principios de junio?

-Si fui, pero solo estaba mi madre. Fede y mi papá se tuvieron que ir al rancho de mi abuelo a ayudarle a reparar unas cercas, era algo que no podía no esperar o los animales se saldrían. Entonces se fueron antes de que yo llegara y no pude verlos.

-Con razón.

-Siempre les llamo por teléfono regularmente con todos, pero ya sabes que no es lo mismo el hablar a verlos.

-Sí, te entiendo. También hablo con mi familia pero extraño mucho a mi mamá, siempre estábamos juntas y hacíamos muchas cosas juntas, ella también se ha sentido sola ahora que estoy aquí. Dice que ha tratado que Sebas le haga plática pero él siempre le da por su lado jajaja.

-Y tu hermano, ¿no lo extrañas?

-Si un poco, no te lo voy a negar pero es que no somos tan cercanos.

-Explícate.

-Sebastián es muy lindo, muy noble y de buen corazón, pero es muy serio, le cuesta entrar en confianza con los desconocidos, prefiere quedarse en su cuarto jugando videojuegos a salir con los demás bichos del barrio y jugar futbol en la calle. Antes éramos muy unidos. Jugábamos todo el tiempo, me encantaban sus abrazos… pero comenzó a crecer, llego a la secundaria y fue cuando se volvió más frio, dejo de frecuentarme y a pasar más tiempo en su cuarto. Supongo que a todos les pasa cuando llegan a la pubertad. De eso ya hace varios años, ahorita tiene la edad de Fede.

-Ten la seguridad que si te quiere – Me dijo Dana – Eres su hermana mayor, por más silenciosos que se vuelven no te dejan de querer, a ningún familiar de hecho, es solo que al crecer su cabeza es un lio y no saben cómo afrontar los cambios que están pasando así que se recluyen. Solo necesitan una ayudadita para salir de su caparazón.

-Sí creo que tienes razón. Me sorprendí mucho el día que me trajeron y se despidió con un abrazo.

-¿Qué sentiste?

-La  verdad, muy bonito, me recordó a como me los daba cuando estaba más chico. Tenía años que no me daba un abrazo tan sincero. Ni los de mi cumpleaños y navidad los da así jajaja.

-Lo fue porque fue sincero, has estado toda su vida a su lado, tal vez no lo demuestra pero sabe que pase lo que pase ibas a estar ahí. Y ahora se ha de sentir más solo. Tal vez deberías empezar a hablar más con él.

Medité las palabras de Dana, tenía razón. Siempre pensé que Sebas al no platicar mucho con nosotros o estar lo más distante de la familia di por sentado que se encontraba bien y que no necesitaba nada, porque es de las personas que suelen hablar lo suficiente cuando quieren algo. Nunca me imaginé que tal vez se sienta un poco solo ahora. Pero tal vez si necesita saber que sigo estando ahí para él a pesar de ya no vivir juntos ni en la misma ciudad.

-Sí, creo que debo hablar con él más –Dije. Dana sonrió.

-Inténtalo y verás lo feliz que serán cuando tengan otra vez la confianza de antes.

-Lo haré.

-Imagino que tú y Fede se tienen mucha confianza.

-La verdad si, Fede es un amor. De más chicos nuestros padres siempre estaban viajando más que nada por el trabajo de mi papá, nos mudamos varias veces de ciudad pero cuando entramos a la escuela, mi mamá dijo que prefería que nos quedáramos en un lugar fijo para que no afecte nuestra educación. Fue cuando nos mudamos a Santa Isabel y nos dejaron a Fede y a mí al cuidado de Matilde, mi abuela materna. Entonces crecimos básicamente sin nuestros padres ya que mi abuela era una persona mayor y no podía estar vigilándonos todo el día. Yo me tuve que hacer cargo de Fede desde chico, así que aprovechábamos las tardes para salir a donde quisiéramos. Aunque a veces nos llevamos algunas regañadas por eso jaja.

-Wow, no sabía que habían crecido solos. Por cómo es tu mamá pensé que siempre estuvo ahí.

-Y lo estuvo, ósea nunca estuvimos solos solos, mi mama venia un par de veces al mes a ver como estábamos y se quedaba unos días. A veces venían los dos juntos, nunca nos faltó nada. Solo digamos que hubo varios años donde estuvimos menos supervisados.

-¿Y qué paso después?

-Cuando estaba por entrar a la preparatoria, papá consiguió que le dieran el puesto de gerente en una ciudad fija, y nos mudamos todos con él, volvimos a vivir los cuatro juntos un par de años hasta que me toco entrar a la universidad y aquí estamos. En esta casa vivieron mis padres entre todos los lugares donde fue trasladado. Pero por alguna razón creo que mi mama y sus dotes de bruja ya intuían que podríamos acabar viviendo aquí de nuevo, convenció a papá de comprarla y tuvo razón.

-Me alegro por eso, porque así pude conocerlas. – Dije sinceramente.

-Y a mí a ustedes, pero bueno vámonos a dormir que ya es algo tarde – Dijo Dana.

Me levante de la silla donde estaba sentada, di un último trajo al vaso de agua que tenía servido y me dirigí a la escalera cuando la puerta principal se abrió. Gaby entro sin prisas, su expresión era neutra.

-Hola – Le dije

-Hola- me contestó-

-Te esperaba más tarde, ¿Cómo te fue?

-¿Eh? Ah bien, todo bien, estoy cansada me iré a dormir.

Y sin esperar respuesta, Gaby subió la escalera y se metió a su cuarto. Yo hice lo mismo. Ya estando dentro me puse mi pijama y me acomodé en la cama, suelo ver el celular un poco antes de dormir, husmeaba publicaciones en Facebook cuando un recuerdo me apareció en la aplicación. Una foto de hace unos tres años en un día que mi papá nos llevó a todos a las huertas de manzana e hicimos un picnic ahí, estábamos los cuatro, Mi madre, mi padre, Sebastián…

-Sebastián- Dije en voz baja, recordando la plática con Dana. Tal vez deba llamarlo. Solo para ver como esta.

Marque su número y esperé que contestara.

-Bueno- Contestó.

-Hola bicho.

-Erika ¿Está todo bien?

-Si tranquilo no pasa nada.

-Ah… es que nunca me marcas, menos a esta hora, pensé que te había pasado algo.

-Solo quería saber cómo estabas.

-Estoy bien – Fue toda la respuesta que dio.

-Sabes, yo sé que no sueles contarme muchas cosas, pero solo quería decirte que aunque ya no estoy ahí siempre puedes contar conmigo ¿Vale?

-Sí, vale.

-Te quiero mucho hermanito, bye.

-Yo también te quiero- Y colgó.

Llego el día muy esperado por Dana, era Sábado y en las próximas horas llegaría Fede para ser nuestro roomie temporal. Las tres estábamos en casa esa tarde, no porque quisiéramos recibirlo especialmente a excepción de Dana, solo que yo no tuve ninguna salida que hacer y Gaby estaba esperando que se comunicara Juanpa.

Dana se veía espectacular ese día, el cabello recogido en una coleta, una blusa sin mangas pero sin escote resaltaba sus tetas sin llegar a ser obsceno. Una bonita falda rosa que le llegaba por debajo de las rodillas y unos zapatos a juego con un ligero tacón terminaba su atuendo.

Nos encontrábamos en la sala mirando la televisión, un aburrido programa de chismes amarillistas y al que ninguna de las tres prestábamos atención. Cada una veía su teléfono.

-Bueno entonces esta noche quiero que hagamos algo especial- Dijo Dana, Gaby y yo dejamos de mirar los celulares – Pediré pizzas para cenar los cuatro o cinco. ¿Vendrá Juanpa?

-No – Dijo Gaby – Salió de la ciudad, fue al funeral de un tío.

-Entonces seremos cuatro. ¿Con tres pizzas tendremos?

-Hasta va a sobrar – Dije yo.

-Perfecto, entonces habrá comida para la semana – Dijo Dana muy contenta.

En ese momento el teléfono de Dana comenzó a sonar, ella vio quien era y salió a la calle antes de contestar. Aproveche ese momento para hablar con Gaby un poco.

-Ya tiene días que no viene Juanpa. ¿Está todo bien con él?

-Sí, no te preocupes, es su último semestre de la carrera, está ocupado con los exámenes y los trámites de residencia, también ha tenido mucho trabajo. Se suponía que vendría hoy pero se enteraron ayer del fallecimiento de su tío y se tuvo que ir.

Vi a Gaby algo decaída pero no quise forzarla a que me dijera más, recuerdo cuando me empecé a distanciar de mi primer novio y como me sentí cuando no pasaba tiempo con él. Aunque los motivos de mi ruptura no tenía nada que ver en este caso. Tome la mano de Gaby y le di un pequeño apretón.

-De acuerdo- fue todo lo que le dije. Ella me devolvió el apretón y seguimos en lo nuestro.

-¡Ya viene! ¡Ya viene! – Dijo Dana desde la puerta.

Una camioneta Yukón blanca se estacionaba fuera de la casa, Gaby y yo salimos a ver qué pasaba. Una de las puertas se abrió y bajo doña Glenda, una señora llegando a los cincuenta, bajita y rolliza, unos lentes gruesos en su rostro. Se bajó toda animada y corrió para abrazar a su hija.

-¡Dany! Mi Dany, me alegro mucho de verte.

-¡Hola mamá!  Que tal el viaje, ¿no estas cansada?.

-No, que va si se nos hizo rapidísimo- Dijo la señora cuando nos volteo a ver.

-¿Erika? Mira cuanto has crecido, si la última vez que te vi estarías en secundaria, ya eres toda una señorita- La señora me saludo con un abrazo - ¿Cómo esta Tere?

-Mi mamá está bien gracias.

-Dile que le mando saludos, en unas dos semanas iré para allá y paso a tomarnos un café.

-Si señora, se lo diré.

La señora fue para saludar a Gaby, al parecer ya se habían visto en alguna ocasión anterior y se pusieron a platicar un momento. Esto pasaba cuando de la camioneta bajo el papá de Dana, un señor ya entrado en años, con una incipiente calvicie. Pero el señor se veía en buen estado de salud. Abrazo a Dana mientras se saludaban y de forma educada nos saludó a Gaby y a mí.

-¿Qué no va a bajar Fede?- Le preguntó Dana su papá.

-Sí, nomás que le hablaron del club, está hablando por teléfono. Ahorita viene.

En ese momento la puerta trasera se abrió y bajó Federico, un joven con cuerpo atlético por el futbol pero tampoco llegaba al extremo, no sé cómo describirlo, se veía normal. El cabello lo traía al estilo Cristiano Ronaldo, su piel era blanca pero bronceada en algunas partes por el sol. Su rostro era agradable. En cuanto Dana lo vio lo abrazo con mucha fuerza y comenzó a darle besos en sus mejillas y frente. Ambos sonreían. Eran casi de la misma altura, Dana le ganaba por cosa de un centímetro pero al bicho aun le quedaban varios años por crecer.

-Chicas él es Fede- Nos presentó. –Ella es Erika y allá esta Gaby.

-Hola- nos dijo – Espero no ser problema.

-No para nada – Dije yo – Es tu casa. (Literalmente lo era)

-Vengan chicas – Dijo doña Glenda – Pasen, que los hombres bajen todo.

Entramos a la casa mientras Fede y su papá se encargaron de bajar de la camioneta las pocas cosas que traían, solo eran dos maletas, una mochila y lo más pesado, el sofá-cama que venía amarrado en la parte de arriba. Doña Glenda aprovechó para ver el estado de su casa mientras nos platicaba del viaje. Por suerte no reviso el segundo piso. Me hubiera sentido cohibida que la señora viera mis pertenencias.

La sala ya la habíamos acomodado para que cupiera el sofá-cama, habíamos movido el sillón hasta pegarlo a la pared enfrente de la televisión, la cama de Fede quedaría en ángulo de 90° a la pantalla y de frente a la puerta principal, de esa forma cuando se convirtiera no estorbaría nada.

Después de acomodar el mueble, los señores se estuvieron cosa de una media hora entre pláticas y recomendaciones. Se subieron a la camioneta y no dudaron en volver a repetir las recomendaciones a sus hijos, lo típico: pórtense bien, cualquier cosa avisen, cuídense mucho etc.

-¿Tienes hambre?- Le pregunto Dana a Fede.

-Si un poco, pero prefiero tomar primero una ducha, fueron muchas horas en la camioneta y se descompuso el aire acondicionado, vengo todo sudado.

-Ven usa mi baño, el otro es de las chicas – Dijo Dana tomando de la mano a Fede para guiarlo escaleras arriba. El chico la siguió como corderito, subieron al segundo piso, entraron a la habitación de Dana y este cerró la puerta.

-Creo que será mejor que ve vaya a terminar una tarea- Le dije a Gaby –Cualquier cosa estoy en mi cuarto.

-Sale- Me dijo mientras se acomodaba en el sillón y prendía Netflix en la pantalla.

Subí las escaleras, entre en mi habitación y me senté en la silla des escritorio. Deje la puerta abierta para que circulara el aire pues estaba haciendo un poco de calor a pesar de ya estar en noviembre. Prendí mi laptop y comencé primero a procrastinar unos minutos revisando chismes de Facebook y seleccionando que lista de reproducción escuchar. Me conecte los audífonos y comencé a trabajar.

Pasó poco tiempo, cosa de una media hora cuando por descuido moví la mano y uno de mis libros que se encontraban a un lado de la computadora se cayó al piso, pero su trayecto golpeo el cable de los audífonos y estos también fueron a parar al suelo.

-¡Mierda!- Me dije, me agache de la silla para levantar todo cuando unos ruidos extraños llegaron a mis oídos.

-Mmmh, si así, que bien se siente – Era la voz de un hombre que intentaba hablar bajo.

-¿Te gusta?- Una voz de mujer hablo igual de bajo el tono.

-Sí, mucho. Ya extrañaba esto.

-Estas de suerte, mientras estés aquí te lo voy a hacer diario.

-Ay sí, eso es, sigue sigue ya casi.

Un quejido resonó desde la otra habitación. Me quede paralizada, Eran Dana y Fede de eso estaba segura. Mi corazón estaba palpitado rapidísimo. ¿Pero qué acababa de oír? ¿Qué está pasando dentro de la habitación? No puede ser, son hermanos… ¿No estarán haciendo… eso?

Las ansias comenzaron a atormentarme, no es posible, creo que escuche mal, debo asegurarme. Pero ¿Qué debería hacer? ¿Qué le digo? Haber Erika, estas alucinando. Si, fue mi imaginación nada más.

-Eso es todo por ahora- Dijo Dana.

- Eso estuvo muy bien, cuento contigo hermanita.

Ahí estaban hablando otra vez, me arme de coraje, aunque no mucho, solo lo suficiente para asomar mi cabeza por la puerta y ver si había alguien en el pasillo. Gaby parecía que no se dio cuenta de esto, se escuchaba que seguía viendo su programa en netflix. Me arme un poco más de valor y camine hasta la puerta de Dana y espere unos segundos esperando que continuaran con algo más, pero solo se escuchó el ruido de la regadera. Se me ocurrió algo. Todavía lo recuerdo y no sé cómo me arme de valor en ese momento para tocar la puerta.

¿Quién? – Dijo Dana.

-Soy Erika, tienes un minuto.

-Espera.

Abrió la puerta. Dana se veía normal, su rostro no delataba nada de lo que pudo haber estado haciendo anteriormente.

-¿Qué pasa?- Me preguntó.

-Este… yo – Me puse nerviosa, solo toque por impulso y un plan medio hecho pero ahora que la tenía enfrente no sabía que decir. Trate de comportarme lo más normal que pude.

-Nos preguntábamos Gaby y yo (pobre Gaby ni enterada estaba de esto) si íbamos pidiendo las pizzas, se está haciendo tarde y nos está dando hambre, y como te tardaste en regresar no sabíamos si te esperábamos más o no.

-Ah las pizzas, es  verdad, si vamos pidiendo. Deja traigo mi teléfono, se dio la vuelta para tomar su teléfono de su tocador, el cuarto estaba impecable pero había algo que no cuadraba. Su cama daba señas de que alguien la había usado. No estaba destendida solo algo arrugada la colcha, y arrinconada entre esta y la pared una camiseta. La que traía Fede hace rato. Dana se percató que me quede mirando hacia esa dirección.

-Ay disculpa eso- Dijo sonrojándose levemente – Es que a Fede le dio un calambre y se la quitó para que le pudiera masajear la espalda. Ya lo regañaré cuando acabe de bañarse.

Se me hizo curioso como de pronto lanzo de una toda una explicación sobre la camiseta y ni siquiera le había preguntado nada. No me termino de convencer del todo pero tampoco se lo podía objetar. Tal vez si fue solo un masaje y yo ya quería ver moros con trinchetes. Bajamos la escalera y Dana hizo la llamada.

Cenamos los cuatro juntos. Durante la cena mi atención estaba dirigida especialmente a los hermanos, buscaba cualquier señal que me dijera que no estaba loca. Una mirada, un comentario, un roce, lo que sea. Pero se comportaron con naturalidad. Fede era muy alegador, todo lo contrario a Sebas. Contaba chistes y nos hacía reír bastante.

-Creo que es hora de dormir- Dijo Gaby cerca de las once de la noche –Que descansen.

-Chao- Dijimos todos viéndola partir.

-Creo que también me voy ya, buenas noches- Les dije.

-Que descanses- Me contesto Dana –Solo le ayudo a Fede a acomodar su cama y subo.

-Hasta mañana- dijo Fede.

Me levante y subí a mi habitación. Me puse el pijama y me acosté. Después de un rato comencé a conciliar el sueño cuando me acorde que había dejado el celular en la cocina. Me dije a mi misma que no importaba, lo recogería en la mañana. Aun así comencé a sentir la incomodidad al no estar acostumbrada a dormir lejos de él. Con toda la flojera del mundo, me levante y despacio para no despertar a nadie salí del cuarto. Baje lentamente las escaleras cuando vi que la luz de la cocina seguía prendida. Me acerque sigilosamente y fue cuando lo vi todo.

Fede se encontraba sentado en la misma silla donde había estado toda la velada, estaba ligeramente recostado y con los pantalones abajo. Su pene erecto apuntaba al techo. Era de un tamaño promedio, tal vez un poquito más largo pero no podía adivinarlo desde mi distancia. Me escondí pronto para evitar ser vista.

-Ándale rápido. No me dejes así- Dijo Fede.

-Ya voy Coco, pero no hagas mucho ruido- Dijo Dana cerrando la puerta del refrigerador y caminando muy sensual a su posición. Se puso entre sus piernas y se hinco. Tomo un bote de yogurt y con su dedo empezó a  embárraselo por el palo.

-Oh que frio- Dijo Fede.

-Pero lo vas a calentar enseguida – Dijo Dana.

Cuando el pene ya estuvo todo cubierto. Dana se inclinó aún más y con su lengua comenzó a lamer todo el líquido. Di un grito de sorpresa pero rápidamente lo contuve. Empezó desde los huevos hacia arriba, dando rápidas lamidas y jugando con el miembro. Todo con la lengua, no uso sus manos en ningún momento. Fue subiendo para lamer el mástil por todos lados de la carnosa tranca hasta que llego a la cabeza, y de un solo se la metió a la boca. Fede ahogo un gemido. Dana saco el pene, trago el yogurt que absorbió y se lo volvió a meter. Esta vez ella comenzó un lento sube y baja mientras los gemidos de Fede se hacían más audibles.

Mis ojos no podían creer lo que estaba viendo. La Dana que rechazaba a todos los chicos que se presentaban se encontraba en ese momento mamándole la verga a su hermano.

-Ay Dana, como me gustan tus mamadas.

-Sí, lo sé has estado esperando mucho- Dijo en un momento que dejo de chuparlo.

-Sigue por favor, no pares.

Dana retomo la mamada pero hubo una diferencia. Levanto sus manos para agarrar las de Fede, las llevo por detrás su cabeza dándole a entender a Fede que se moviera como le plazca. Este la tomo de la cabeza y comenzó con fuertes arremetidas, le follaba la boca salvajemente, Dana comenzó a gemir. Yo nunca había hecho eso así que no sabía si los gritos ahogados que estaba dando se debían a que lo estaba disfrutando o a que no podía respirar. Fede siguió como si nada dándole de comer vergazos.

-¡Sí! ¡Que rico puta! ¡Aquí viene la leche! Te voy a dar la leche que tanto te gusta – Fede se puso de pie mientras recibía las ricas embestidas de la boca de Dana.

-Dámela por favor, la extrañé tanto- Dijo Dana.

Se separó de él y abrió la boca esperando recibir su recompensa. Fede con su mano agarro su pene y empezó a hacerse la paja a una velocidad bestial, su glande brillaba por la mezcla de sus jugos con la saliva de Dana. Cuando ya no pudo más lanzo un gemido aún más largo que los anteriores y borbotones de semen salieron de su pene yendo a parar sobre el inmaculado rostro de Dana. El primer chorro le lleno el cabello, un ojo y parte de la nariz.  Los siguientes tuvieron mejor puntería y entraron en la boca. Dana se relamía con cada nuevo disparo, disfrutaba sentir esa leche caliente sobre su rostro y boca. Con un dedo comenzó a juntar el semen de su rostro y se lo llevaba a la boca, lamia ese dedo muy cachondamente y continuaba juntando más. Fede se volvió a sentar jadeando de gusto.

-Mira como me dejaste- Dijo poniéndose de pie y sentándose en el regazo de Fede.

-Como si no te gustara- Dijo Fede muy sonriente, Dana rio.

Estando en esa posición, Fede rodeo con un brazo la cintura de la chica y con su otra mano tomo uno de los senos de esta y comenzó a estrujarlo a placer, ella acerco su rostro y unieron sus bocas en un candente beso. Un morreo en toda regla acompañado de tiernos gemidos de Dana. Cuando separaban sus bocas sus lenguas seguían unidas en un movimiento constante.

Terminando el beso Dana se levantó, con el rostro sonrojado.

-Bueno, me iré a dormir.

-No me puedes dejar así- Dijo Fede apuntando a su miembro el cual con el beso se volvió a empalmar.

-Este chico se puede esperar a mañana, le tengo reservada una sorpresa- Dana tocó con la punta de un dedo su pene, lo empujó hacia abajo y lo quito haciéndolo rebotar.

-¿Y si voy a tu cuarto un ratito y continuamos?

-No, nada de sexo en la casa, son las reglas- Dijo tajante.

¿Cómo  que nada de sexo? Si yo misma acababa de ver cómo le hacía un oral a su hermano y se tomaba su corrida. Ósea no hubo penetración pero creo que caen en la misma puta categoría. Tuve que escapar de ahí rápidamente y encerrarme en mi habitación cuando Dana salió de la cocina dejando a Fede con una erección. La escuche entrar a su recamara y los ruidos habituales antes de dormir y luego silencio. Me acosté en mi cama pero la impresión me hizo perder el sueño. Con mil cosas en la cabeza recordando lo anterior solo me dije a mi misma.

-¿Qué carajos está pasando?