Damián y su historia
Damián lo deseó tanto tatno que su deseo se hizo realidad y con creces. [Con fotos]
[He subido unas imágenes (un poco retocadas para que no uséis mucho la imaginación) a unos servidores online y clicando en el enlace, las podréis ver. Disfrutad]
Esta es la historia de un chaval que después de desear tanto lo mismo se acabó cumpliendo.
Damián tenía 12 años recién cumplidos cuando todo empezó. Comenzó el primer día de educación física en septiembre que hubo en el colegio y en el que todos estaban en el vestuario para cambiarse. Todos, lógicamente, se quitaron la ropa para meterse en la ducha y claro, Damián también lo hizo. Cuando lo hizo, un murmullo generalizado surgió. “Pichacorta” fue lo más bonito que le dijeron.
Todos hablaban aunque tuvieran cuerpos sin desarrollar, penes enanos también y algunos no sabían ni lo que era una paja o una vagina. Tendrían penes sin desarrollar pero el de Damián era bastante más pequeño que el de ellos.
Damián aparte de ser el chaval con el pene más pequeño, era el más delgado y el más bajito. Cualquiera que lo viera hubiera dicho que tenía 8 o 9 años. Todo aquello le ocasionó un trauma con el que se fue llorando a casa en aquel instante aunque faltó a varias clases.
Aquella noche, en su cama, comenzó una rutina que haría la gran mayoría de las noches, siempre diría lo mismo (o muy parecido) durante una temporada:
-Dios, cuerpo o alguien que me escuche. Por favor, tengo que crecer… es necesario, no es un deseo… soy un buen chico y aunque no suelo rezar mucho, he ido algunas veces a la iglesia con mis padres. También necesito que… bueno… me gustaría tener… mi… como decirlo finamente… mi… mi aparato reproductor… pues también más grande. ¡Yo quiero ser más grande! Gracias.
Todas las noches decía en voz alta el “¡Yo quiero ser más grande!”. Pensaba que a lo mejor si gritaba más la parte que más deseaba, la oiría mejor quien fuese que le escuchara.
Era diciembre, y de momento no servía de nada. Desde aquel día de septiembre de la burla, era el único que se duchaba con bañador.
Lo había deseado tantas veces, y ninguna había dado resultado… que desistió. Continuó con su vida normal pero evitaba cualquier espejo y cualquier cosa donde se pudiera ver. Evitaba su realidad.
A finales de enero, mientras Damián se duchaba e ignoraba las burlas de los demás pasó algo raro. Carlos, el abusón y porque no decirlo, el imbécil de clase se burlaba de Damián cada vez que podía:
-¡El pobre tiene tan poca polla que tiene que tapáaaaaarsela! ¡Tiene la picha como una almeeeeeeendra! ¡Quítate la mierda ésta a ver si se te encoge más todavía! ¡Jajajajaja!
Le quitó el bañador y un pene (no desarrollado y flácido como el de todos) un poco más grande que el de Carlos salió del bañador. Carlos, Damián y todos se quedaron con la boca abierta mirando el pene de Damián. Raro.
-Joder, tío. ¿Cómo te las gastas, no?
Todos siguieron duchándose y las burlas contra Damián pararon. Algunos miraban su pene de reojo porque ahora era más grande que el de ellos.
Damián no dejó de sonreír en lo que quedó de semana.
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En agosto, a un mes de su cumpleaños quedó con su buen amigo Miguel para dormir juntos.
Cuando se quedaron solos en la habitación de Miguel y después de jugar un tiempo con una videoconsola Miguel le dijo:
-¿Sabes lo que me han dicho en clase?
-¿Qué?
-Dicen, que se ha puesto de moda, pajearse entre colegas y ver quién la tiene más grande.
-Pa… je… ¿qué?
-Pajearse, masturbarse, auto limpiarse las cañerías, o como quieras llamarle. ¿Nunca lo has hecho? Cógetela y menéala de arriba abajo… Voy a poner porno para calentarnos…
-¿Qué vas a poner qué?
Damián estaba muy verde en todo lo referido a lo sexual.
Puso un video donde un negro con una polla enorme se la metía a una tía de veintialgo con tetas como melones. Viendo aquello, siguió los pasos de su amigo fijándose en la polla del negro. Ignoraba a la tía.
Damián se cogía el pene con el dedo pulgar y meñique y apartando la mano lo más que podía como si su pene le fuera a dar calambre o algo parecido. Además no se le levantaba, solo la tenía morcillona.
Miguel se reía y dijo:
-Macho, no se hace así. Mira.
Miguel puso la mano en el pene de Damián y aquel se puso duro en un segundo. Una polla rozando los 15 cm se puso firme.
-Wow. Es más grande que la mía. ¡Bastante más grande!
Se la meneaba mientras veía a su amigo pajearse su pene de rozando los 13 cm más o menos. Los dos envidiaban al negro por su pene y por su físico. Los dos tenían un cuerpo de criajo, sin desarrollar, con la piel súper blanca e incluso Miguel tenía pecas en la cara y pequeños lunares por todo su cuerpo.
Damián se corrió antes que su amigo con mucho líquido preseminal. El semen aún no lo habían visto ni en pintura. Después lo haría su amigo.
Sería la primera experiencia sexual de Damián y una experiencia que haría olvidar a cualquier mujer, por muy buena que estuviera. Repitieron aquello de las pajas durante bastante tiempo. Normalmente, lo hacían una semana sí y otra semana no.
En septiembre del año siguiente, Damián ya había cumplido los 15. Durante aquel año y un mes habían visto como se había desarrollado sus cuerpos y claro, sus pollas. Quedaron fascinados cuando vieron que lo que salía cuando se corrían era un líquido blanco y no transparente. Por cierto, nunca llegaron a nada más que las pajas. Aunque Damián le confesó que las mujeres no le tiraban, Miguel era hetero de pura cepa y no quería ni probar nada con hombres.
Con 15 años, Miguel tenía más o menos su cuerpo de hace un año. Delgado con musculatura 0, piel muy blanca y con la polla un pelín más desarrollada pero tampoco nada del otro mundo.
Damián era diferente, había pasado dos semanas con sus padres en la playa y tenía ahora un buen morenito. Además, se había desarrollado, tenía alguna venilla que otra en el brazo y se notaba que su bíceps había adquirido forma. Los pectorales también estaban cogiendo forma y si se jorobaba un poco y hacia fuerza, se veían unos abdominales con ganas de salir. También en ese año, había conseguido un culo prieto y unas piernas bastante fuertes, no como las de su amigo Miguel que cada vez que andaba en pantalones cortos, sus muslos se movían como si fueran de gelatina. En cuanto a la polla de Damián también se había desarrollado tanto en grosor como en largo. Pequeñas venas y una grande que recorría su tronco estaban en aquella polla gorda y grande para un chaval de 15 años. Medía como 11 cm en estado de flacidez y sus más o menos 17-17,5 cm cuando la tenía dura.
Durante los meses siguientes hasta que se acabara el curso, aparte de que además Damián se desarrolló más, Carlos, el abusón que le jodió su primer curso se había vuelto gordo y su polla se le había quedado como aquel primer curso… centímetro más, centímetro menos. Ahora, nadie tenía miedo de él y todos se burlaban, Damián el primero, sobre su pollita. Damián era rencoroso y eso se hizo notar. Carlos, desde entonces, llevó bañador hasta final de curso, cuando tuvo que repetir, pero pidió a sus padres que le cambiaran de escuela. Damián se convirtió en el chaval más bueno y con más polla de la clase.
Todas las chicas lo miraban y probó tener algo con algunas. No funcionó, no era lo que le gustaba.
En verano, a una semana de cumplir los 17 años ya tuvo su primera experiencia sexual. Con Miguel.
En unas de sus rutinarias pajas, Miguel había visto que en apenas 4 años, se había desarrollado de lo lindo y sin gimnasios, ni nada parecido. “Chico con suerte”, siempre pensaba. Sus abdominales ya estaban marcados aunque no hiciera fuerza y si hacía, ya ni te cuento. Aquellos brazos cada vez eran más grandes y además había crecido mucho en un año y eso, le estilizaba aún más su figura. Su polla era enorme (20 cm) y Miguel tampoco había hecho nada sexual en su vida.
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Damián siempre había estado muy unido a Miguel, y aquello de las pajas siempre le había hecho desear que pasara algo más. Cuando aquel día Miguel propuso hacer algo más, a Damián se le iluminó la cara y dijo sí sin pensarlo.
Damián es el que recibió y apenas hizo nada. Miguel sobaba su cuerpo como si hubiera estado mucho tiempo deseando ese momento y ahora tenía la oportunidad… que venía a ser lo que había pasado. También se la mamó a Damián. Se notaba su inexperiencia pero como a Damián tampoco se la habían mamado antes pues disfrutó como una perra. Después, Miguel pidió a Damián que se pusiera a cuatro patas y como apenas sabían sobre nada, ni se lubricaron, ni nada, y comenzó a meterle la polla a lo bestia. A Damián le dolió. Mucho. Pero cuando ya entraba bien, lo disfrutó muchísimo.
Las pajas rutinarias se convirtieron en folladas rutinarias. A Miguel no le gustaba que Damián le diera por el culo porque le dolía. Aunque, cuando cumplió 18 años, la polla de Damián era increíblemente grande. 24 centímetros.
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Entonces, Miguel le apeteció. En varios días, se lubricó bien su ano y poco a poco, día tras día, Damián metía un poco más de su polla. Un día, follaron contra la pared y como su ano estaba tan lubricado y Damián, con el sudor, se le resbalaba el cuerpo de Miguel, la polla fue entrando cada vez más bruscamente hasta que entró entera. Del grito que pegó Miguel, vinieron unos vecinos para preguntar si estábamos bien.
Cada vez quedaban más a menudo y llegó el día en que Miguel también se consideró gay y acabaron juntos.
Los dos cuerpos se acabaron de desarrollar a los 21. Miguel quería parecerse al Damián y durante 2 años que había ido al gimnasio había conseguido un cuerpo digno de envidiar. Abdominales y brazos fuertes, era lo que buscaba y era lo que consiguió. Su polla acabó midiendo unos 18 cm.
Damián, sin gimnasio, había conseguido unos abdominales y brazos fuertes, aunque los brazos no fueran tan fuertes como los de Miguel. Lo característico de Damián fue su polla. Aquellos 24 centímetros que los dos pensaban que no podría hacerse más grande se hicieron. 16 cm en estado flácido y 27 cm en erección. Era gorda, larga… enorme. Miguel se sentía afortunado teniendo aquello para él solo.
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A los 24 años, Damián dejó a Miguel porque su obsesión con superar a Damián en algo, en la musculatura y en menor grado, con el sexo lo estaba convirtiendo en un culturista, que se metía de todo y tenía músculos desarrollados hasta en las orejas y todo aquello a Damián no le gustaba.
A Damián, un día en las duchas de una piscina pública, le vio un agente de una empresa de películas porno y le propuso que se presentara a un casting. El casting lo superó con creces y ahora Damián es un famoso actor porno (tanto gay como heterosexual) que vive la vida muy bien.
FIN.
[Opinad y valorad, por favor. Significa mucho para mí. Gracias] [No utilizo tan mal el photoshop, ¿no?]