Damián, el electricista
Cuando se me rompió el ventilador nunca pensé que iba a pasar unos momentos tan placenteros con el electricista tan sexy que llamé.
Damián, el electricista
Cuando se me rompió el ventilador nunca pensé que iba a pasar unos momentos tan placenteros con el electricista tan sexy que llamé.
Hacía un calor impresionante y viene y se me rompe el ventilador. Así que llamé por teléfono al service que me habían indicado en el negocio donde lo compré, pero no respondió nadie en el celular. Por la tarde suena mi teléfono y cuando atiendo una voz muy profunda, de esas que te dejan loco cuando las escuchás, me dice que había recibido una llamada de mi número y cuando le pregunto qué quién era él me dice que se llama Damián y que se dedicaba a arreglar artefactos eléctricos. Entonces acordamos en qué momento vendría por mi casa y yo me quedé pensando en cómo sería la persona que poseía semejante voz.
Cuando llegó esa tarde y lo ví me dejó impactado. Era un chico alto, cerca de 1,85, piel trigueña, pelo largo hasta el cuello, unos ojos marrones muy alegres y una sonrisa que me dejó boquiabierto, lo que se completó con un saludo muy amable y un apretón de manos que me hizo sentir un hormigueo en todo el cuerpo. Quedé medio noqueado. Jaja. Casi no podía explicarle cuál era el inconveniente. Bueno, quedamos de acuerdo en que me llamaría para decirme cuánto me saldría el arreglo y se fue. Me quedé ansioso esperando que me llamara y cuando lo hizo no pude contener una erección mientras hablaba con él.
Por la tarde volvió y me empezó a explicar qué arreglo había hecho. Yo ni lo escuchaba, sólo tenía ojos para mirarlo directamente a los suyos mientras hablaba, hasta que me dijo que pusiera la mano sobre el ventilador para sentir su vibración. Aproveché y puse mi mano sobre la suya, y él no hizo ningún movimiento. Sólo me miró y siguió sonriendo. Estuvimos así unos minutos mientras yo sentía el calor de esa piel que vibraba junto con la mía a causa del motor del ventilador. Fue una experiencia muy intensa. Yo no sabía cómo esconder mi pija totalmente al mango.
Nos paramos y me preguntó si no tenía algún otro trabajo. Yo recordé que en el techo tenía un ventilador que hacía mucho que no funcionaba así que le indiqué y él se subió a una silla para ver qué tenía y mientras lo hacía yo pude ver que tenía un bulto bastante considerable. Mientras se estiraba se le levantaba su remera y se le veía parte de su cuerpo. Yo estaba totalmente caliente.
Mientras miraba el aparato me dijo que hacía mucho calor, entonces le dije que si quería que se pusiera cómodo. Me preguntó si no me molestaba y le dije que no. Entonces se bajó de la silla y lentamente se fue sacando su remera.
Cuando lo hizo me mostró un cuerpo que me dejó loco. Bien marcadito, fibroso, unos pectorales hermosos y unos abdominales con sus cuadritos bien marcados. No pude evitar decirle que tenía lindo cuerpo. Me dijo que iba tres veces por semana al gimnasio y le pregunté si podía tocarlo. Me dijo que sí y dobló su brazo mostrándome unos bíceps impresionantes. Disimuladamente bajé mi vista y vi. que su bulto seguía intacto. Entonces le toqué los pectorales y los abdominales haciendo algunos comentarios sobre su dureza.
Decidí jugarme un poco más y le pregunté si sus piernas también estaban bien formadas y tan duras, me preguntó si quería verlas así me sacaba la duda. Por supuesto que dije que sí, así que empezó a desabrocharse el cinto. Yo ya no podía más. Iba a verlo casi totalmente desnudo. Cuando su pantalón cayó, descubrí unos boxers negros que ocultaban un bulto impresionante.
Él me miraba con sus ojos brillosos y una sonrisa muy sexy y me dijo que tocara si quería, entonces toqué sus piernas pero no pude más y puse mi mano sobre su sexo, mientras lo miraba directamente a los ojos. Damián se sonrió y me preguntó si le gustaba. Le dije que sí y que me volvía loco. Entonces lentamente se acercó a mí y me besó. Primero jugando apenas sobre mis labios y después cuando apoyo totalmente sus labios sobre los míos y su lengua comenzó a abrirse paso en mi boca sentí que estaba en la gloria. Me besó con un beso húmedo tan caliente que yo sentía desfallecer. Pocas veces me habían besado así. Me hacía acordar mucho a Miguel, de quien ya hablé en otro relato.
Estuvimos un rato así con nuestros labios unidos y nuestras manos tocándonos nuestras pijas, hasta que le dije que fuéramos a la pieza. Allí le bajé el boxer y descubrí un pedazo de casi 20 cms. Que rápidamente estuvo en mi boca. Lo chupé durante un rato largo hasta que sentí que se estaba por venir. Lo esperé y sentí varios estallidos de semen dentro de mi boca que me fui tragando con gran placer. Era un sabor agridulce muy suave y seguí tragando hasta que ya no salió una gota más.
Cuando le limpié totalmente su pija me subí y comenzamos a besarnos mientras yo le traspasaba a su boca los restos de su semen. Fue un beso totalmente sabroso. Estuvimos un rato largo, yo acostado encima de él y nuestras dos pijas duras frotándose hasta que me dijo que quería cogerme. Yo dije que si y me puse en posición de perrito. Aunque ya había cogido con Miguel, sentí un poco de temor porque la pija de Damián era más grande que la de Miguel, y un poco más gruesa. Pero me dijo que iba a ser cuidadoso, y lo fue. Me lubricó con sus dedos húmedos hasta que estuve dilatado y de pronto sentí como su cabeza se apoyaba en mi ano y ahí se quedaba. Lentamente fue entrando, cada vez un poco más. Yo sentí un gran dolor, sobre todo cuando pasó su cabeza, pero después ese dolor se fue mezclando con placer hasta que sentí sus testículos tocar mi cuerpo.
Y ahí empezó el juego. Damián empezó a moverse en un juego de avance y retroceso, primero dentro de mi cuerpo y después entrando y saliendo totalmente, mientras hacía movimientos circulares y me acariciaba. Después salió totalmente y me hizo cambiar de posición. Yo acostado boca arriba levantando las piernas y él entrando y saliendo de mí. Eso me hizo calentar más todavía, porque podía ver el placer reflejado en su rostro mientras me cogía. De tanto en tanto se acostaba y me besaba y con una mano me masturbaba.
Fue un momento tan placentero, como había gozado pocas veces. Hasta que me dijo que los gestos de su rostro me indicaron que estaba por acabar. Le dije que esperara así los dos acabábamos juntos y empecé a masturbarme. Cuando le dije que ya me venía, me dijo que él también y mientras yo sentía el calor de su semen desparramarse dentro de mí yo lo bañé con el mío. Estuvimos un rato más así, los dos unidos por su pija hasta que él salió de mí y empezó a lamer todo mi cuerpo con restos de mi semen y después me besó. Ahí sentí por primera vez ese sabor proveniente de mí que terminó esa sesión de sexo tan inimaginable que tuvimos por primera vez.
Por supuesto que se llevó el aparato y cuando volvió tuvimos otra sesión y me di cuenta de que mi casa tenía muchos problemas de electricidad, por lo que tendría que llamarlo muchas veces. Ya hemos tenido como cinco encuentros. Veremos qué pasa cuándo ya no haya nada para arreglar.
Si les gustó, pueden escribirme a fern_pon@hotmail.com