Damián

Un matrimonio es "premiado" por un nuevo amigo.

Hace algunos años, mi mujer, una atractiva mujer de 28 años, se encontró que tenía diez de casada y estaba razonablemente feliz, aunque nuestra vida sexual, había llegado a un status rutinario. Fui su primer hombre y nunca había estado con otro.

Estábamos en el boliche local, ella jugando con las maquinitas, mientras yo estaba bebiendo unas cervezas y platicando con el encargado del bar, cuando un hombre se acercó a platicar con ella, se presentó como Damián. No era muy atractivo, pero tampoco repulsivo. Flaco, medio calvo, de unos 45 años. Sin embargo tenía una voz agradable y él también lo era.

Yo continuaba en el bar con varios amigos, así que ella continuó conversando con Damián. Él le platicó rápidamente, que era concejal de la ciudad y muy influyente en la misma. La conversación continuó, así se enteró que él había estado casado dos veces, pero actualmente estaba divorciado, solitario y que estaba dispuesto a lo que fuera necesario para acostarse con ella, él era muy rico e incluso le ofreció que hicieran un crucero de lujo por el Caribe, presentándola como su esposa. Ella solo le rió la sugerencia.

Cuando él le ofreció mil dólares por una noche, se quedó asombrada. De hecho le agradó que un hombre se esforzara tanto por meterse en su cama. No me lo comentó por espacio de casi una semana y cuando lo hizo, le molestó porque me reí. En realidad no lo podíamos creer y le dije que probablemente el hombre estaba borracho. Ella continuó pensando en la oferta de Damián, pues le parecía tentadora.

Entonces me preguntó que, que me parecía si aceptaba la oferta y para su sorpresa, estuve de acuerdo, le dije que siempre había tenido la fantasía de verla cogiendo con otro. Además de eso, estábamos estirando los ingresos para pagar una hipoteca gigantesca y nos desesperaba poder ganar algún dinero extra para pagar las cuentas. Finalmente, ella le habló a Damián y arreglaron una visita discreta en nuestra casa el siguiente domingo por la tarde. Sentí que se pasó de la raya cuando le dijo que podría cogérsela una sola vez por los mil Dólares, pero él estuvo de acuerdo.

Ella estaba un poco nerviosa por ser una primera vez, así que cuando Damián llegó le preguntó si yo podía estar en la casa. Para su sorpresa. Él le dijo que le encantaba cogerse a las esposas con el marido presente. Le explicó que era un exhibicionista y le gustaba ser visto, mientras proporcionaba placer a las esposas de otros. Ella se tomó un vaso muy generoso de vino para relajarse y entró al cuarto con Damián. Como la temperatura estaba cálida, se desnudó rápidamente. Damián le observaba y estudiaba sus encantos. Vino sobre de ella y le acarició los senos, pellizcando sus pezones hasta que estuvieron duros, bajó su mano y palpó su entrepierna. Tiene un grueso matorral de oscuro vello púbico y se estremeció ligeramente cuando él le introdujo su dedo curveado y hurgó el interior de su cremosa vulva.

Damián se volteó y se desvistió de espaldas a ella. Cuando se volteó, ella se pasmó al ver su instrumento. Ni en películas había visto algo tan grande, era como un tronco de carne colgando entre sus piernas. Se sintió aterrorizada y fascinada al mismo tiempo por el tamaño de su enorme herramienta. Era como de 30cm aproximadamente y tan gruesa como la muñeca de su brazo. Tenía un color oscuro carnoso y un grueso bálamo en forma de hongo enorme.

"Vas a aprender a amar mi pieza Eugenia" dijo Damián, mientras masturbaba lentamente su gruesa estaca. Ella por su parte, se acostó de espaldas, con una toalla bajo sus nalgas y levantó sus piernas, abriéndolas con las rodillas dobladas, totalmente dispuesta al placer de él.

Damián era un excelente amante que primero lamió y chupó su vulva, hasta tenerla encharcada, hasta la toalla estaba mojada con sus fluidos, los cuales eyacula cuando está sexualmente muy excitada. Al mismo tiempo, ella estaba gimiendo y gruñendo de placer y jadeando conforme su abertura se empapaba, Damián le provocó una serie de pequeños orgasmos múltiples, con su activa lengua y sus ágiles dedos moviéndose gentilmente dentro de ella. En estas condiciones, ella sintió que estaba lista para recibir el grueso tolete y le pidió a Damián que se lo metiera. Él se colocó sobre de ella en la típica posición del misionero y suavemente frotó su pene sobre su peluda grieta, buscando el orificio. Momentos después la penetró. El morado capullo era tan grande que sintió que la partía en dos su solo tamaño. Ella nunca creyó que pudiera alojar una pieza tan grande, pero íntimamente la deseaba hasta adentro. Gritó "¡No me cabe Damián!" Ella lloraba porque la quería. Yo entré en la habitación y consideramos que se debía de hacer. Yo fui quién sugirió la vaselina.

Damián, muy gentilmente, se salió de ella con extremo cuidado. Afortunadamente teníamos un bote de vaselina en el buró y se lo di a Damián y él embadurnó generosamente tanto la funda como el arma. Volvió a colocarse sobre de ella y guió su exaltado instrumento entre los labios de la vulva. Ella tembló cuando lo sintió penetrar su hendidura. Él empujó solo un poco, enterrando únicamente el grueso glande en las profundidades del ansioso boquete. La vi claramente llorando de placer, mientras él enterraba lentamente su estaca metiendo dos centímetros y sacando uno cada vez, hasta que ella sintió que no podía alojar mas. Estaba en el paraíso con esta gruesa pieza ensanchándole. Empujó él otro poco, haciéndola jadear, sostuvo sus piernas con sus manos para mantenerlas lo mas abiertas posible, para que Damián tuviera libre acceso. Miró hacia abajó y se impactó, aún quedaban unos 8cm de fuera. Relamió sus labios en expectativa, a sabiendas que eventualmente iba a alojarlo totalmente.

Yo me senté en una silla a ver como se la cogían. Me fascinó verla como apoyaba sus pies descalzos sobre los hombros de él. Ella sintió que se mareaba. Hubo un último atisbo de aguante, pero de pronto desapareció y quedó totalmente empalada por la gruesa estaca. Sintió delicioso donde él se balanceaba adentro y afuera, con el extremo de su pieza siempre dentro de ella. Se estremeció con él y casi se desmaya, su orgasmo fue tan fuerte, que parecía venir de otro mundo. Damián continuaba bombeando. Después de recuperarse, ella quiso imprimir mas movimiento, empezó a alzar la pelvis al encuentro de los embates de él y le gritaba: "Cógeme Damián" mientras levantaba las nalgas de la cama con cada empuje.

Ya me había acercado mas y estaba sentado a la orilla de la cama, mi cara a menos de un metro de donde la pieza de Damián estaba deslizándose adentro y afuera de su túnel del amor. Estaba asombrado de ver como la vergota le ensanchaba su coño. Desvirgada nuevamente por Damián. Así es como le sentía, aún era un tanto doloroso, pero muy agradable. Él era un amante increíble y de larga estadía, la estuvo cogiendo sin venirse cerca de 45 minutos. Alternaba yo la vista, entre la preciosa cara de placer de mi esposa y el sitio donde estaba recibiendo el mismo. Totalmente hasta adentro, hacía contacto con el cuello de su útero. Sus orgasmos se estaban incrementando y ella estaba gritando de placer, estoy seguro de que nuestros vecinos pudieron escucharlos, cuando se vinieron simultáneamente.

"Damián va a venirse en tu vagina Eugenia" Dije, cuando éste se atiesó, mientras empezaba a lanzar chorros de semen dentro de ella. Con cada chorro de esperma las pelvis golpeaban entre sí. Pudo ella sentir las descargas que forzaban la entrada en su útero. Yo estaba presente y atestigüé discretamente desde atrás y le dije mas tarde que me fue extraordinariamente excitante ver como los labios de su vagina, se cerraban apretadamente sobre el grueso falo de otro hombre. Ella gimió cuando Damián lentamente retiró su enorme equipo y éste cayó entre sus piernas, chorreando aun su descarga.

Normalmente, su coño se cierra casi inmediatamente después del acto sexual, pero después de la cogida de Damián, se mantuvo abierto por largo rato. Por un minuto apenas escurrió muy poco de semen de su rendija, pero entonces empezó a brotar un poco mas, hasta que llenó sus rizados vellos del pubis. Tenía una toalla bajo sus nalgas, así que abrió las piernas, para que ambos hombres pudiéramos ver dentro de su "tarro de miel". Permaneció acostada en la cama, rendida, bien cogida, preocupado, traje del baño un paño caliente y suavemente limpié su estropeado coño.

"¿Estás cansado papito?" Dijo mi mujer, melosamente a su amante. Éste sonrió triunfante, mientras su "equipo" recuperaba visiblemente su erección y yo también sonreí. Nuevamente se acomodaron en la misma posición, dijo Damián que era la mas adecuada para esta primera noche, con lo que ambos supimos que habría mas. Esta vez estuvieron cogiendo con un ritmo mas lento, durante más de una hora, antes de que Damián volviera a descargar abundantemente en las entrañas de mi mujer. Ella perdió la cuenta de cuantos orgasmos tuvo. Permanecieron acostados juntos, abrazados otra media hora, antes de que Damián se incorporara, se vistiera y se despidiera. Ni siquiera nos acordamos de los mil dólares, hasta el día siguiente. Aunque necesitábamos el dinero, no quisimos hablarle para pedírselo, después de todo, lo habíamos disfrutado, sin embargo, al tercer día, muy discretamente, un mensajero nos llevó un sobre, dentro del cual estaba una ficha del depósito de mil dólares en nuestra cuenta de ahorros. Nosotros no le dimos ese dato, a Damián, pero el hombre era influyente.

Pensamos que el tamaño había ensanchado su coño demasiado, pero se recuperó después de algunas horas y según ella, el dolorcito bien valió la pena. Damián debe haberle "roto" algo y ensanchado su concha ligeramente, pero no importaba, pues a partir de ese momento el sexo con él fue muy bueno. Con el tiempo adquirió su vagina la flexibilidad necesaria para poder oprimir ligeramente mi miembro cuando cogíamos.

Por supuesto que continuó visitándonos Damián. Después de aquella primera visita, ella pudo acomodar a Damián en cualquier posición que se les ocurriera. Se convirtieron en excelentes amigos, independientemente de amantes. Nunca lo amó, pero adoraba su pene con el glande en forma de hongo y el sexo era fabuloso. El secreto está en el grosor que roza su clítoris y labia interna al ser impulsados adentro y afuera. Damián parecía tener una fortuna y la bañó de regalos y dinero. Tenía un departamento donde se reunían con frecuencia y a veces pasaban la noche juntos.

Le encantaba ser una esposa compartida. Ya su coño estaba lo suficientemente flexible para aceptar a Damián sin problemas, pero después de un tiempo, dejó de ser su querida, Damián se entusiasmó con otra esposa. Pero no solo buenos recuerdos nos dejó, Eugenia decidió premiarme por mi participación en su felicidad y ahora si me permite que le de por el culo, cada vez que quiero, no dudo que se lo hubiera dado también a Damián, pero a este no pareció interesarle. También tenemos ahora un hijo que es mi orgullo, mis amigos se burlaban de mí, porque en diez años no había preñado a mi mujer, pero a partir de su embarazo, no me volvieron a molestar. Aun hoy, Damián nos habla por teléfono ocasionalmente, para preguntar por su ahijado, al que pusimos Damián en su honor y si puede, nos visita, las más de las veces solo platica con mi esposa, pero de vez en cuando, mientras cuido al niño, se encierran en la alcoba. Lo único que lamento es no poder observarlos.

Fin