Damelo - Capitulos 1,2,3

..te voy a tumbar en la cama con las piernas lo más separadas posible. Después, voy a abrir estos pequeños suaves labios y saciarme con cada centímetro de los agradables, húmedos y resbaladizos recovecos de tu vagina. Conseguiré sacar ese pequeño clítoris de su escondite...

Los 3 primeros capitulos de 7, tomados de un libro que encontre, me parece sencillamente espectacular, espero y lo disfruten....

Argumento

Carolina (Callie) Michaels está cansada de ser una buena chica. En el fondo, ella tiene fantasías eróticas que se muere de ganas por vivir, pero ninguno de los hombres de los que se enamoró parece compartir sus fantasías. Decide darse a sí misma un regalo de cumpleaños, una noche para recordar, pero cuando su novio decide que ella es demasiado aventurera para él, la atención de Callie se vuelve hacia su vecino de la puerta de al lado, el sexy moreno Sam Winthrop que tiene sus propios sueños eróticos con ella. Ella lo invita que celebrar su cumpleaños, y cuando llega a su casa y descubre que tipo de celebración tiene en mente, Sam se asegura que esa noche ella realice todas sus fantasías.

Capítulo Uno

"Dios, soy tan patética". Callie Michaels inclinó la cabeza hacia atrás y gimió por el teléfono. "Debo ser bastante repelente si hasta Derek  Hamilton sale corriendo cuando le digo cómo quiero celebrar mi cumpleaños."

Estaba estirada sobre  los brazos del gran sofá de su salón, la corta bata de seda albaricoque completamente abierta sobre sus pechos y muslos. Una zapatilla albaricoque con adornos de plumas colgaba de un pie. Llevaba todo el día en un estado de caliente anticipación, con una bolsa llena de juguetes sexuales nuevos lista para mostrársela a Derek cuando llegase. Cuando él la llamó al trabajo y ella le insinuó sus intenciones, creyó que él estaba tan interesado como ella. Entonces, esta noche a última hora, él había llamado y  cancelado la cita.

"Deja de hacer eso", ordenó su amiga Diana. "No dejaré que hables de ti de esa manera. Y ya te dije que Derek era un perdedor desde el primer momento. Sr. Estirado, si es que ha visto alguno."

"No puedo creer que me haya metido en todo este lío por él", se quejó. "Aquí estoy con este ligero salto de cama que dice Bésame en todos los lugares adecuados, por no hablar de la tarde que he pasado en el ‘Spa Personal Attentions’." Soltó una risilla. "Y quiero decir personal. Es la primera vez que me he depilado con cera por todo el cuerpo. No sé cómo los trabajadores pueden quedarse tan tranquilos mientras trabajan."

"Lo has malgastado al pensar usarlo en Derek el Idiota, te lo aseguro. Él se lo pierde, es todo lo que puedo decir. "

"Sólo mírame." Callie agitó la mano en el aire, como si Diana realmente verla. "La mayoría de las mujeres son incapaces de conseguir que los hombres mantengan sus manos fuera de ellas y tienen que parar sus intentos. Los hombres con los que me cito sólo quieren apagar las luces, chupar mis tetas, meterla y disparar".

"Eso es porque todos los hombres con los que quedas piensan que es perverso que la mujer este arriba. ¿Cuándo has salido con alguien con una vena un poco salvaje, alguien cuyos ojos prometan que te va entregar lo que esperas? "

Callie suspiró. "El problema es que esos hombres no parecen sentirse demasiado atraídos por mí, Diana. No es que no lo haya intentado."

"Tal vez los atraerías más si te deshicieras de ese look de mujer conservadora que tanto te gusta."

"Quizás simplemente no sé cómo ser mala. Tal vez debería renunciar a todo y olvidarme de ello. "

Diana se echó a reír. "Has querido hacer esto durante mucho tiempo, cariño. Has pasado horas en mi tienda después de haber cerrado, seleccionando los juguetes adecuados y haciendo planes para poder tener tu celebración. Únicamente has elegido al tipo equivocado. A todos los tíos equivocados. "

Diana era dueña de una tienda de juguetes sexuales llamada Los Placeres de Diana , que resultó ser un negocio en auge. Callie se sorprendía constantemente del número de personas que compraban allí y lo bien que iba la tienda.

"En el fondo, todo el mundo necesita perversión", siempre decía  Diana, riéndose.

Callie miró a la bolsa de color rosa brillante colocada en la mesa y gimió. "¿Qué se supone que debo hacer? Acercarme a un desconocido y decirle: “Hola, ¿te gustaría usar un vibrador conmigo? Mira cómo lo uso yo. ¿Quieres atarme y darme nalgadas hasta volverme loca? ¿Joderme por el culo?"

La risa de Diana resonó a través del teléfono. "Sería genial si pudieras, pero  veo el lado negativo de hacerlo. Te diré mi opinión. Vete a la puerta de al lado a Sam Winthrop y lo invitas sin más. De cualquier manera, es lo que realmente quieres"

Callie se sentó tan rápido que perdió su zapatilla. "No puedes estar hablando en serio."

"Cariño, lo digo muy en serio. Me has dicho que él es el protagonista de  todos tus sueños eróticos de los últimos seis meses. Así que, ¿por qué no debería ayudarte a hacer realidad tus fantasías?

"Pero, pero...”

"Callie, Sam Winthrop es el prototipo de tío bueno de todas las mujeres. Alto, delgado, pelo oscuro, facciones duras. Con unos ojos grises me te desnudan al mirarte y una boca que podría comerte. Ñam, ñam. Me estoy poniendo caliente sólo de pensarlo."

"¿Qué pasa si me rechaza? ¿Qué pasa si no funciona? ¿Qué pasa si lo hace? Oh, Dios, me moriría de vergüenza. Además, él nunca ha mostrado ni una pizca de interés en mí."

Diana se echó a reír. "Sam Winthrop no me parece que sea un hombre que rechace a una mujer hermosa que lo invita a una noche de juegos sexuales. Y te garantizo que, si alguna vez le hubieras animado lo más mínimo, estaría encima tuyo. Literalmente. He visto cómo te mira."

"No sé." Mordisqueó la punta de una uña color coral.

"Callie, hazlo. En realidad no tienes nada que perder. Y no estarás peor que ahora".

"Quieres decir que apenas tocada y apenas follada, ¿verdad?"

"Voy a colgar. Ve a la puerta de al lado, toca el timbre, y dile que quieres que te haga escuchar las campanas [1] . Y llámame mañana para contarme todos los detalles. "

Callie estuvo un tiempo el teléfono después de que la llamada terminase. ¿Realmente tenía el coraje para hacer esto? No podía negar que Sam Winthrop era material para babear. Si pudiera, le lamería por todas partes. Sin duda había ocupado bastante tiempo en sus sueños. ¿Por qué, se preguntó, nunca se le había insinuado? Podía ser algo más tosco que los ‘picos de oro’ con los que había estado saliendo, pero era ese lado salvaje oculto lo que la atraía.

Apenas sabía nada de él, excepto que era detective de la policía estatal, que tenía horarios raros y que nunca llevaba mujeres a su casa.

Espera. ¿Y si era gay?

Negó con la cabeza. No, su gay-metro no daba señal cuando lo había visto.

Colgó el teléfono en su sitio, se levantó del sofá y cogió la bolsa de Las Delicias de Diana , sacando los juguetes y colocándolos sobre la mesa. Un nuevo vibrador color fucsia.  Un ‘conejo’ con orejas y un vibrador tickler que Diana había asegurado que garantizaba el placer de su clítoris. Tres tapones anales. Si quieres que te follen por el culo y es tu primera vez, le había advertido Diana, tienes que preparar el terreno. Un bote de aceite y uno de loción perfumada. Dos juegos de esposas de cuero forradas con lana púrpura-"Por si quieres que sujete tus muñecas y tus tobillos, ideal para que te follen el culo."

Y una pequeña bolsa acolchada con dos bolas de marfil en ella. "Hay una gota de mercurio en cada una", le dijo Diana. "Asegúrate que estén bien dentro de la vagina, y luego camina. La sensación es increíble. Recuerda mis palabras, me lo agradecerás más tarde. "

Volviendo a colocarlo todo en la bolsa, Callie se miró en el espejo del recibidor. Se movió de un lado a otro, mirándose críticamente, para después dejar caer la bata. No estaba mal. Sus pechos eran un poco pequeños, pero sus pezones eran gordos y rosados. Pasó las manos por el estómago, plano tras las horas de ejercicio, llegando a su recién depilado coño.

Era raro no tener un solo pelo ahí. Ni siquiera un poco de vello a la izquierda, como quedaba por lo general cuando ella se afeitaba. Deslizó un dedo entre los labios y los encontró húmedos. Bueno, ¿y qué? Estaba caliente y lista, y sin nadie con quien bailar. Lentamente, deslizó el dedo de arriba a abajo a un ritmo familiar para ella. Separó las piernas y adelantó las caderas, apretando el toque de su propia mano.

Estaba más que a punto. Los labios de su coño se sentían calientes al tacto y mojados con sus jugos. ¿Y por qué no? Llevaba pensando en esto todo el día. Toda la semana. El dedo empezó a moverse más rápido, dándole la fricción que necesitaba. Si cerraba los ojos, tal vez podría imaginar que era otra persona –alguien como Sam- quien jugaba con su coño.

Estaba casi tentada de coger uno de sus nuevos juguetes y probarlo por sí misma.

¡No! Retiró la mano. No esta noche. Ya habían sido suficientes noches en que se había satisfecho ella misma con su vibrador o la pequeña bala de plata, o incluso con su Pocket Rocket. Esta noche quería las manos de un hombre sobre ella. En ella. Su polla dentro de ella. Un hombre al que le gustara el sexo sin límites.

Se mordió el labio por un momento, pensando. Finalmente se ató la bata –vestirse no impediría su objetivo-, cogió las llaves y una copa de vino vacía y se dirigió a la puerta.

Está bien, Sam Winthrop. Veamos si estas a la altura de lo que prometes.

Capítulo Dos

Sam Winthrop lanzó las llaves y la cartera sobre la mesa, se quitó la corbata y la añadió al montón mientras se desabrochaba la camisa. El día había sido una auténtica mierda. Los casos de homicidio eran siempre complicados, más aún cuando eran el resultado de una disputa doméstica sin sentido. Había trabajado después de su turno, procesando la escena del crimen con el equipo de forenses e interrogando a los vecinos sobre lo que había pasado.

A Sam le encantaba su trabajo, pero algunos días le tocaba lo peor de la sociedad.

Y Susan no había ayudado tampoco. Le había llamado al móvil para sermonearle por cancelar la cita para cenar. Y en la escena del crimen, ni más ni menos. Al escuchar su voz aguda, se dio cuenta que era una auténtica bruja. Se preguntaba por qué había invertido tanto tiempo en ella, ya que no le había dado nada a cambio. Y últimamente el sexo ni siquiera había sido bueno.

Sería estupendo conocer a una mujer que no se preocupara de que su pelo se revolviese durante las relaciones sexuales, o que disfrutara de algunas de las cosas atrevidas que lo encendían. Era insinuar el tema de los azotes o jugar con sus esposas y a uno lo miraban como si se hubiera vuelto loco. ¿Y follar por el culo? ¡Olvídalo! Ni siquiera lo menciones.

Por suerte, él tenía dos días libres para pasarse el día tumbado y compadecerse de sí mismo.

De camino a su dormitorio, se quitó el resto de su ropa, la dejó caer en un montón sobre una silla y abrió la ducha en el baño. El agua caliente revivió sus cansados músculos e hizo que se sintiera casi humano otra vez. Quizás en un rato se pondría algo de ropa y bajaría a Ray’s. Siempre podía buscar a algunos de los chicos, para una partida de billar, o simplemente para tomar una cerveza. Hasta podría tener suerte y que apareciese una dulce y deliciosa mujer que dijera: "¿Qué tal una noche de sexo caliente y atrevido?"

Sí, claro.

No es que él lo quisiera siempre así. A veces le gustaba hacerlo lento y dulce. Pero tenía que estar con la persona adecuada. Y esa persona adecuada debía disfrutar el otro tipo tanto como él.

Apagó la ducha y estaba cogiendo una toalla para secarse, cuando el sonido del timbre le atravesó el cerebro reblandecido por el agua. Frunció el ceño. ¿Quién demonios podía estar en su puerta? Por un espantoso momento, pensó que tal vez Susan había decidió acercarse a su casa y regañarlo de nuevo, luego rechazó ese pensamiento.

Demasiado trabajo para ella.

El timbre sonó de nuevo, con más insistencia, como si quien fuera se hubiera quedado pegado a él.

"Está bien, está bien. Espera un poco. Ya voy. "

Se envolvió la toalla a la cintura, atravesó el pasillo, abrió la puerta... y se quedó con la boca abierta.

En el umbral estaba la creación más tentadora y deslumbrante que hubiera visto en…, bueno, no podía recordar cuánto tiempo. Rizos castaños con mechones pardo-rojizos cayendo en cascada por su espalda, ojos color avellana con motas doradas que lo miraban fijamente por debajo de una espesa capa de pestañas, y por si fuera poco, unos labios que contrastaban con un cutis cremoso.

Llevaba una bata de seda que apenas rozaba la parte superior de sus muslos, y a menos que su vista lo engañara, debajo estaba completamente desnuda. Los endurecidos pezones se marcaban en el blando material, y al moverse, las solapas de la bata se abrieron un poco en la parte inferior para mostrar... espera... ¿era un coño depilado frente a él?

Sus ojos fueron atraídos de nuevo a la boca. Podía cerrar los ojos e imaginarse envolviéndolo alrededor de su polla, chupando, jugando, su lengua lamiendo...

Ya basta, Winthrop. Contrólate.

Tragó saliva, cosa difícil de hacer ya que tenía la boca seca, y respiró hondo. ¿Si parpadeaba, desaparecería?

"Um, hola Sam”.

¿Sam? ¿Ella sabía su nombre? ¿No era un error?

"Tal vez llego en mal momento." Parecía insegura. "Yo-Yo puedo volver más tarde. O algo así."

"No." Gritó, respiró y dijo más suavemente: "No. No te vayas. Qué... "

"Sam, soy yo. Callie."

Él volvió a parpadear. "¿Callie Michaels?"

¿La protagonista de todos los sueños eróticos que había tenido durante los últimos seis meses, desde que se mudó al lado? ¿La mujer a la que más le gustaría follar? ¿La mujer por cuyo calor húmedo vendería su alma para poder meter la lengua? ¿La inalcanzable Callie Michaels? ¿De pie en la puerta de su casa, casi desnuda?

"Um, sí. Yo, eh, hola, Callie. ¿Qué puedo hacer por ti?"

Él vio la indecisión en su cara de nuevo. Sujetó su brazo para evitar que se marchase.

Ella respiró hondo y soltó el aire lentamente. "Bueno, es algo así como que… Hoy es mi cumpleaños."

"Felicidades".

"Gracias. De todos modos, tenía planeada una especie de celebración especial, pero parece que no tengo con quien compartirla. Así que me preguntaba si te gustaría tomar una copa de vino conmigo." Le ofreció la copa vacía.

Sofocó una risa. "La copa está vacía, por si no te has dado cuenta".

Ella sacudió la cabeza. "El vino está al lado, en mi casa. Me preguntaba si, es decir, ¿te gustaría venir y ayudarme a celebrar mi cumpleaños? "

Logró no sujetarla con ambas manos, y luchó por mantener el control.

Fue cuando se dio cuenta que ella estaba hecha un manojo de nervios, y se preguntó qué diablos estaba pasando.

"Claro, Callie. Iré a tomar una copa de vino contigo. Sólo déjame ponerme algo de ropa..."

"No." Ahora fue ella la que grito.

Se humedeció los labios, asomando la punta de la lengua entre ellos, y volviéndolo loco. Estaba teniendo grandes dificultades para evitar que su polla golpeara su toalla.

"¿No?"

"Quiero decir, que puedes venir tal y como estas" Ella se ruborizó. "Ven, quiero decir."

Se encontró sonriendo de alguna manera. "Vamos a hacer una cosa, me pongo los vaqueros y estaré ahí. ¿Te parece bien?”

"E-Está bien." Ella hizo una señal con la mano en dirección a su casa. "Voy a ir a abriendo el vino. Dejaré la puerta abierta."

“Voy en un minuto, ¿de acuerdo? "

"Bien".

Ella le ofreció una leve sonrisa, y se giró hacia su casa. Sam no podía apartar los ojos del movimiento de sus caderas y el bamboleo de su culo en la tela de seda brillante. Cerró sus manos en puños para evitar sujetarla, tirando de los tentadores globos, apartándolos para mirar lo que él sabía iba a ser el ano más dulce del mundo.

Jesús, Sam, enfríate. Sólo te ofrece copa  para celebrar su cumpleaños.

Ya. Y por eso viene aquí, toda desnuda, y no quiere que me vista.

Iba hablando consigo mismo mientras se ponía los vaqueros y se peinaba un poco. "No te hagas ilusiones", se dijo una y otra vez. "Y no vayas y le agarres el culo en cuanto te reciba en la puerta. Muéstrale que tienes modales".

Pero Jesús, qué duro sería. Tanto como dura estaba su polla. Había estado celoso de todos los chicos de portada con trajes caros que había visto salir con Callie. En realidad, para ser sincero, no había parecido colada por ninguno de ellos.

Fue a ponerse una camisa, pero cambió de opinión. Lo había encontrado sólo con una toalla, y ella misma no llevaba demasiada ropa. Así que sin camisa. Se calzó unos mocasines, metió las llaves en su bolsillo y salió por la puerta principal.

Por favor , rezó en silencio, déjame por lo menos aguantar más de cinco minutos antes de rasgarle la ropa y meterme en ella.

Capítulo Tres

Callie estaba en la cocina abriendo el vino, cuando oyó a  Sam entrar y cerrar la puerta principal. Había estado discutiendo consigo misma desde que regresó de su casa, perdiendo siempre. Apenas podía recordar lo que le había dicho, estaba demasiado distraída mirándolo. Todo en él era atractivo, negro vello rizado en el pecho, donde las gotas de agua todavía se veían. Debajo se perfilaban duros músculos, así como en sus brazos y en lo que había podido ver de su abdomen.

No se podía negar el calor que desprendían esos ojos plateados cuando abrió la puerta y la había visto. O la forma en que la toalla hacía una tienda de campaña al levantarse su polla. Había sentido humedecerse su cálido y oscuro refugio mientras estuvo allí de pie. Y sin vello, la sensación era diez veces más estimulante, creando un profundo latido en su corazón.

Debatió la posibilidad de ocultar la bolsa de juguetes de las Delicias de Diana , pero dejarla allí era una gran pista sobre mis intenciones. Esperaría su reacción.

"Hola".

Levantó la vista para verle en la puerta, el pecho todavía desnudo, pantalones vaqueros colgando bajos en las caderas. Se le hizo la boca agua.

"Hola a ti también." Le sirvió una copa de vino. "Espero que te guste el Chardonnay, es lo que suelo comprar. "

"Está bien."

Al tomar la copa que le ofrecía y rozarse los dedos, a Callie le pareció ver chispas en el aire. Tomó un sorbo de su copa e intentó que no le temblaran las manos.

"Callie?"

"¿Sí?" Al mirarle, la sonrisa que vio en su rostro le provocó mariposas en el estómago.

Él cogió la copa de sus dedos, y dejó ambas sobre el mostrador. "No creo que pueda esperar un minuto más para darte un beso. Ven aquí."

La tomó en sus brazos, y sus labios bajaron sobre los de ella, a un ritmo suave, jugando sobre ellos. Había esperado algo duro y contundente, pero esto... esto era como una pluma rozando su piel, lo que le hizo temblar las rodillas. Luego succionó el labio inferior en su boca, deslizando su lengua sobre él, y una bola de fuego recorrió cada esquina de su boca.

Empujo su lengua, atrayéndola a su propio calor, mordisqueándole la punta, retorciendo la lengua a su alrededor.

Y mientras la sostenía firmemente, tomó plena posesión de su boca. Parecía como si estuviera follándole la boca con la lengua. Respirar se hizo imposible, pero ella no quería que se detuviera. Notó el grosor de su pene a través del vaquero al apretarse contra su vientre.

Dámelo , quería gritar ella . Ahora mismo .

Al levantar la cabeza, tenía la respiración tan entrecortada como la suya. "Eres muy caliente para venir en un paquete tan pequeño, mujer. "

"Si tú lo dices", suspiró ella.

Deslizó las manos por sus hombros, los brazos y las solapas de la ligera bata, aprovechando para separarlas. Inclinando la cabeza, pasó la lengua por la parte superior de sus pechos, acariciándolos suavemente, hasta que ella pensó que iba a morirse de necesidad. Al mirarle de nuevo, encontró una cálida sonrisa en su rostro.

"¿Quién hubiera creído que Callie Michaels iba a ser un pequeño paquete tan caliente y tentador?"

¿Tentadora? ¿Ella? Estaba acostumbrada a que los hombres criticaran el tamaño de sus pechos y la forma de su culo.

"G-gracias."

Deslizó sus manos hacia delante, para coger sus pezones entre los dedos índice y pulgar, para frotar con un movimiento perezoso, tirando a la vez suavemente de ellos.

"Así que dime, Callie, ¿por qué has elegido pasar tus cumpleaños conmigo y exactamente qué tienes en mente?"

Dios, esto iba a ser tan embarazoso. ¿Debería decírselo? ¿Esforzarse? ¿Ser tímida? ¿Atrevida?

Se mordió el labio inferior y tomó su copa, bebiendo la mitad.

"Hey, Callie." Sam le quitó la copa. "No te emborraches ahora que acabo de llegar", bromeó.

"O al menos, no hasta que respondas mi pregunta."

"¿Sam, me encuentras atractiva sexualmente?" ¿Oh, Dios, había dicho eso realmente?

Sam la miró, fríamente, no salió ningún sonido de su boca.

Ella se apartó de él. "No importa, está bien. Quizás todo esto es un gran error." Trató de pasar junto a él hacia la sala de estar, pero rápidamente fue interceptada.

"¿Un error? No lo creo. Simplemente me ha sorprendido la pregunta." La giró para hacerle frente, y pudo ver la lujuria brillando en los ojos plateados. "He querido follar contigo desde el primer día que te vi. He tenido más sueños húmedos en los últimos seis meses que los que tuve cuando estaba en secundaria. Únicamente he de mirarte, y se me pone dura”.

"Pero nunca..."

"No me ha parecido que te faltase compañía masculina. Pensé que si realmente estuvieras interesada levantarías una ceja o moverías tu lindo culito”.

Sus manos le sostenían los brazos, los ojos grises la sondeaban, mientras su deliciosa boca flotaba a unos centímetros de distancia. Entonces miró por encima del hombro y se quedó inmóvil.

"Q-¿Qué es eso?” “¿Qué te pasa? "

Volvió la cabeza y lo vio mirando la bolsa de las Delicias de Diana .

Una lenta sonrisa asomo a su rostro. "Bien, bien, bien. ¿Qué tenemos aquí?" En dos zancadas estaba sobre la bolsa, abriéndola y volcando su contenido sobre la mesa. "Callie, no creí que pudieras sorprenderme más, pero he de decir que lo has conseguido. "

Ella intentó alejarlo de sus manos. "Escucha, Yo..."

Él puso la bolsa fuera de su alcance, con los ojos llenos de malicia. "Muy bien, estupendo. ¿Por qué no me dices qué está pasando realmente aquí? Y no palabrería, ¿de acuerdo? "

Callie se dejó caer en el sofá y se quedó mirando las manos en su regazo. Podía sentir el calor sobre la cara. “Los compré para celebrar mi cumpleaños. He estado tratando de encontrar al hombre adecuado con quien hacer…cosas... durante meses. Para ayudarme a vivir mis fantasías. Estoy cansada de que los tíos piensen en mí como Miss Goody Two Shoes" [2] .

El sofá se hundió cuando Sam se sentó junto a ella. "Así que vamos a ver si lo entiendo. ¿De verdad quieres hacer todo esto, utilizar todas estas cosas? Supongo que los plug anales son para ayudarte, para ser follada por el culo".

Callie asintió con la cabeza, incapaz de mirarlo. ¿Ya pensaba que era una especie de bicho raro?

"¿Y cómo se te ocurrió elegirme? ¿Porque vivo al lado?"

Se mordió el labio. Ya puestos, podía decirlo todo claramente. Así se iría a su casa a reírse, y ella podría esconderse debajo de las sábanas. "P-Porque he estado soñando contigo durante meses. Y-y sobre hacer estas cosas contigo. Y mi amiga, Diana, dijo que yo debería preguntarte."

"Recuérdame que le dé a Diana las gracias por el regalo", dijo en voz baja. La levantó y la sentó en sobre su regazo, apoyando la cabeza sobre su hombro mientras le desataba el cinturón de la bata. "Callie, no tienes idea de lo mucho que deseo hacer esto contigo. Nunca creí que estarías, que… esto... "

"¿En este tipo de cosas?"

"Bueno, sí. Si lo hubiera sabido, me habrías visto tirar la puerta abajo para llegar a ti." La besó en la frente, las mejillas, la nariz, finalmente, besando ligeramente sus labios. "Entonces, ¿qué te parece empezar con la celebración de tu cumpleaños?"

Antes de que pudiera dar voz a más dudas, se apoderó de su boca otra vez, barriendo su interior con la lengua y lamiendo cada zona de la suave piel. Empujó sus piernas, separándoselas, deslizando su mano hacia arriba y hacia abajo sobre la suave piel de sus muslos internos antes de tocar el húmedo coño.

"Ay, cariño." Él rompió el beso, respirando pesadamente. "Un pequeño coño desnudo. Dios mío, se siente como la seda. Callie, eres un sueño húmedo andante." Mientras hablaba, movía un dedo hacia arriba y abajo por sus labios a lo largo de la ranura, empujando un poco entre los pliegues, en busca de la punta de su clítoris. "¿Sabes lo que voy a hacerle a este tentador coño?"

Ella sacudió la cabeza.

"Mírame", le ordenó, aunque todavía en voz baja.

Ella alzó los ojos para encontrarse con su mirada.

"En primer lugar, te voy a tumbar en la cama con las piernas lo más  separadas posible. Después, voy a abrir estos pequeños suaves labios y saciarme con cada centímetro de los agradables, húmedos y resbaladizos recovecos de tu vagina. Conseguiré sacar ese pequeño clítoris de su escondite, para poder hacerle cosquillas con la punta de la lengua. A continuación, voy a follarte con los dedos, luego con mi boca, y después con esos vibradores de lujo que has comprado. Para, finalmente, meterte la polla, y follarte hasta ver que te corres de mil maneras distintas. Y vas a hacer todo lo que te diga, ¿verdad? "

Ella asintió con la cabeza.

"Dime. Déjame oírte decirlo”. Deslizó dos dedos en el coño, buscando el húmedo agujero que lo esperaba.

"Di las palabras, y yo te joderé de tantas maneras que no sabrás cuál te gusta más."

Ella tuvo que tragar dos veces antes de hablar. Todo lo que podía sentir eran sus dedos entrando y saliendo de su vagina, frotando la carne blanda, la flexión contra las paredes vaginales. "Sí. Todo. Hare todo lo que me digas."

"Buena chica. Eso es lo que quería oír. Te prometo que disfrutarás cada minuto." Él acercó su boca a su oído y le lamió la oreja con la punta de la lengua, enviando escalofríos a través de ella. "Y por último, ¿sabes lo que voy a hacer?"

"No." Un calor oscuro la atravesó, y se derramo sobre sus dedos. "¿Qué?"

"Voy a esposarte a la cama, levantar ese lindo culo en el aire, y follarte hasta que te corras, gritando mi nombre."

Al oír eso, se ciñó sobre sus dedos y se inundó con más crema.

"Jesús, Callie, eres la cosa más caliente que nunca haya tocado." Sacó la mano de su coño, empapada por sus jugos y pintó sus pezones con el líquido. Luego los lamió hasta que los hubo limpiado, chupado y llenado de mordiscos.

Cada nervio en su cuerpo vibraba, y su centro palpitante estaba tan caliente que pensó que se incendiaría desde adentro.

Sam apartó la bata, la puso de pie y le dio la vuelta.

"Inclínate hacia delante, dulzura. Quiero verlo todo. Quiero ver cada pedacito de ti. Haz lo que te digo”, dijo él. ¿Y no era eso lo que quería ella también?

Lentamente, se inclinó hasta tocar el suelo con las manos, separando los muslos para darle acceso completo a ella. Suavemente, separó sus labios con los pulgares, haciéndola notar el aire frío en su abierta vagina. Sam la oyó aspirar una bocanada de aire.

"Precioso. Simplemente fantástico. Dios mío."

Deslizó un dedo en ella, sólo brevemente, y luego sintió sus manos separando los cachetes de su culo. Apretó la yema del pulgar contra el apretado anillo de su ano. Ella se estremeció con una repentina ola de lujuria.

"¿Te gusta eso, dulzura? Te va a gustar mucho más antes de que terminemos. Ahora, estate así un minuto. He visto algo en esa bolsa que necesito alcanzar."

Callie cerró los ojos, esperando, preguntándose qué estaba buscando.

Entonces Sam fue detrás de ella. "¿Recomienda Diana estas pequeñas bolitas? He oído hablar de ellas y nunca he tenido la oportunidad de usarlas. Otra cosa que voy a tener que agradecerle."

"Sí". Callie estaba sin aliento por la anticipación.

"Bien, porque pienso que realmente van a calentar  ese pequeño coño."

Sentía dos dedos extendiéndola otra vez, y a la vez, Sam se deslizó las bolas en la vagina, empujándolas en la medida de lo que pudo.

"Bueno, dulzura. Ponte de pie y caminar por la habitación para mí."

Callie se apartó y comenzó a moverse. Una  sensación de calor tiro a través de ella, y antes de que ella hubiese dado más de media docena de pasos, ya estaba al borde de la necesidad. Dios mío, Diana no le había avisado suficiente sobre esto. La estimulación iba más allá de lo que jamás había sentido.

"Eso es, dulzura. Dime cómo se siente." Su voz era baja y espesa por el deseo.

"arde", susurró.

"¿Dónde? Dime dónde, y yo te haré sentir mucho mejor." Se acercó por detrás y metió las manos bajo sus pechos, frotando los pezones como lo había hecho antes, apretándolos ligeramente.

"Todo mi interior. Oh, Dios, Sam, me hace sentir caliente por dentro y por fuera."

Inclinó su boca hasta la oreja. "¿Siente tu dulce coño como si quisiera ser jodido?"

"Sí. Sí. Quiere que lo follen."

"Y así será, dulzura. Largo y duro. Pero vamos a hacer un montón de otras cosas, en primer lugar, todas esas cosas que te has estado imaginando." Él le dio la vuelta y la besó, duro y profundo. "Feliz cumpleaños, Callie Michaels. Estoy seguro que voy a disfrutar celebrarlo contigo. "