¡Dámela toda, mi amor! (19)

Comienza el rodaje de una película X con inconvenientes.

¡DÁMELA TODA, MI AMOR! (19)

  1. El rodaje de la película X.

Y para iniciar el final de esta dramática aventura sobre el Club Lastritza invoco a mi última musa, la actriz X de origen catalán María de Sánchez. Tu cabello negro, largo, rizado, brillante, tus ojos cargados de seducción, rematados con una sensual línea de tus cejas... He visto tus películas y reportajes fotográficos. Tus besos llenos de saliva, ese lunar en tu mejilla derecha, tu cuerpo lascivo que solo son curvas en constante movimiento... ¡Ah! Me gustaría ser tu media naranja en tus apariciones en celuloide, en las que interpretas a folklóricas libidinosas. Desearía verte bailar tus sevillanas, con tu traje de fiesta y después me apetecería tomar un vino, manzanilla, y hacer el amor hasta la llegada del amanecer.

Fuiste antes una bailarina de strip-tease como mi amiga Helga y ahora eres una cotizada estrella del mundo pornográfico. Me gustaría al menos recibir esos besos de abundante pasión.

En realidad ahora desearía ponerme una película de ella, pero la necesidad de concluir esta historia me apremia más. Así, la sensual imagen de María de Sánchez se desvanece para volver de nuevo a Budapest y al Club Lastritza, donde estábamos la mitad de la plantilla preparando las maletas para reunirnos en el aeropuerto. Un avión nos llevará a Florida, donde se realizará el rodaje. Iremos a América.

El viaje fue el hecho que menos problemas trajo en los siguientes días. Ocho horas relajadas. Y con frecuencia, el tedioso trayecto era interrumpido por ciertos intercambios de bromas entre los actores, actrices y componentes del equipo.

Pero yo permanezco en mi asiento con un rostro demasiado serio que no pasa desapercibido entre los presentes. Se ve claramente que estoy angustiado y es el objetivo de Sándor. Helga no puede hacer nada tampoco.

Cojo un libro titulado Correspondencia del Barón Von Auber, y leo otra vez el fragmento referente a la invitación que escribe a su amante Isabella para que acuda a su mansión. El placer siempre se ha paseado por el mundo y por diferentes generaciones. Por tanto... ¿Por qué debemos negar el amor o la atracción sexual en los seres que tienen sentimientos? Con frecuencia lanzaba miradas a Helga y ella bajaba la vista, pues también se sentía mal. Negar el amor es enfrentarse a un enemigo sin nombre.

Pero sobre Von auber se contaban muchas historias. Se rumoreaba que en realidad no había amor entre sus amantes y él, solamente venían a su mansión después de las románticas cartas que enviaba para que se convirtieran en sus sumisas esclavas. ¡Era un amante del dolor! Sus desmesurados gustos por el daño físico y la humillación harían empequeñecer a otro personaje, contemporáneo suyo, el Marqués de Sade. Por aquellos días no sabía que estaba leyendo una premonición fatal y me hallaba muy cerca de semejantes individuos. ¡En el mismo avión!

Llegada a Miami. Y con ello, cambio de planes. No nos alojaremos en un hotel, nos trasladaremos a un enorme apartamento entre el campo y la playa. Tiene varias habitaciones. Allí dormirán las actrices, porque el resto del equipo lo hará en otro apartamento que esta a medio kilómetro. Los une un pequeño jardín. Cada vez que se salía a pasear, el director de la película Brossman y su productor, naturalmente Yumenos, veían nuevos lugares para las escenas que se debían rodar. La playa, un pequeño bosque, el jardín, una habitación de la casa y la inmensa terraza del otro.

Primera escena. Helga y sus amigas van a pasar las vacaciones a Miami. Exteriores del aeropuerto. Suben ligeras de ropa, pantalones cortos, ajustados, blusas que marcan sus esbeltos pechos. Lucy y Misty muestran sus tatuajes en el hombro, y en las ingles cuando el viejo "jeep" que las lleva se para en una pequeña explanada para dedicarse a sus placeres sáficos. Besos, lamidas, 69. Ponen demasiado realismo en la interpretación y muchos componentes del rodaje empiezan a sudar, no se sabe si es por el calor o por ellas.

Davinia enseña luego en la siguiente escena, concretamente en el baño, su coño totalmente depilado... Se encuentra con Simons, el dueño del apartamento al que le pagará el alquiler. Se acarician, muchos besos... ella le quita los pantalones y la camisa. Lentamente ella va succionando su miembro mientras el caballero no puede evitar muecas de placer. A continuación Simons pide a su amiga que se tumbe sobre la hamaca de una habitación. Allí le devora su delicioso coño, semejante a un bollo recién sacado del horno.

Se oye la ronca voz de Brossman.

-Poned más entusiasmo en la escena, pareja -dice.

Pasan unos segundos...

-Se supone que te estás corriendo, muchacha -añade el director visiblemente enfadado.

Después, sin que ella se quite su sujetador negro, inician la sesión de mete y saca en diferentes posturas. Davinia no para de gemir. Simons parece una máquina. Finalmente queda la posición conocida como el nombre de Back-door y, tras unos intensos minutos, el actor eyacula en el rostro de la muchacha.

Se oye el ansiado "Corten" del director, pues Davinia no sabía a qué cámara mirar finalmente, mientras el individuo seguía manchando sus pálidas mejillas de semen.

Para la citada escena, no se necesitaban guardaspaldas para las chicas, pero Yumenos, que acudía fielmente a cada toma, me obligó a ver el comienzo del rodaje, pero me aburría. Además, no querría ver el momento en el que le tocaba actuar a Helga.

Era un nuevo método de tortura psicológica de Sándor, quien aparecía de un modo esporádico, y cuando no estaba, se notaba su repugnante presencia a través de Yumenos o Brossman.

Se hizo una toma al atardecer. Sin embargo esa escena no ha salido en la versión final en vídeo. El actor Taurus, tan malo en sus dotes interpretativas como físicas, debía hacer el amor con Isabella en unos lavabos. Brossman acabó enfadado. El musculoso individuo no conseguía una erección óptima y se tuvo que recurrir al médico del equipo para inyectarle una pequeña dosis de prostaglandina. Era dolorosa, pero por unos minutos, los sufientes, se rodó la escena entera con la eyaculación facial que se requería.

Pero se oían comentarios al margen.

-En la próxima película, no me traigais a ese idiota -dijo Brossman seriamente a Sándor-. El tiempo que me hace perder en estas complicadas tomas es considerable y eso se traduce en dinero. ¿De acuerdo? Luego Yumenos se enfada cuando los números no encajan.

-Ése no para de probar porquerías para desarrollar sus músculos de manera antinatural. -añadió el administrador.

-...Con lo cual sufre los efectos secundarios, que no se le levanta, hablando con claridad. No me extraña que su antigua novia, aquella rubia explosiva lo dejase por inútil -concluyó en un tono irónico el médico que se incorporó a la conversación.

Luego el doctor me miró y dijo:

-La musculatura adecuada se consigue con constante ejercicio como el caso de Macro o usted, señor Gallo Méndez.

En las tardes libres Helga y yo solíamos pasear por una enorme avenida entre palmeras y playa. Los tejados de los apartamentos y sus paredes arrancaban destellos del lánguido sol. Y hablábamos de los futuros planes que teníamos pensados. No salía para nada el tema del sexo, pues en esa atmósfera llegabas a estar demasiado saturado y cansaba. No teníamos mucho humor y aquella explosión de sentimientos que, al comienzo marcó nuestra relación, ahora se había desvanecido.

Helga y yo, que nos conocimos haciendo el amor en el compartimiento de un tren mientras tomábamos el camino de Hungría, ahora éramos dos amantes decepcionados. Es triste perder el sabor del propio placer, pero esperábamos recuperarlo cuando cambiase esta repugnante situación, cuando acabase esta ridícula farsa.

Nueva escena. En la playa. Nino, empleado también en el Club Lastritza como actor en el escenario, es además un consumado intérprete de la pornografía ante las cámaras. Angela, una solitaria joven que toma el sol se incorpora al ver que el corpulento individuo pasa por la orilla practicando footing. Le pide por favor si le puede poner crema bronceadora por su espalda. Las manos del generoso caballero, empiezan a deslizarse posteriormente en los pechos de la inocente dama. Sin embargo ella está muy nerviosa porque Nino es muy bruto haciendo el amor.

-Angela -vuelve a escucharse la voz del director ante las malévolas sonrisas-. Debes poner cara de felicidad. Se supone que te gusta el masaje en las tetas.

La muchacha se esfuerza de una manera notable, pero no consigue relajarse. Nino, en cambio ya está mentalizado y más que preparado pues en su ajustado bañador se nota un bulto prominente.

-¡Corten!

Brossman sale en escena y grita a Angela como un loco y ella debe callar y fingir como pueda, pues sabe que si esa escena no se acaba de rodar bien, no podrá trabajar en ninguna producción y por supuesto, menos en el club y necesita urgentemente dinero para cuidar a su hermano menor en una residencia. Se trata de un disminuido físico que precisa de muchos cuidados. Además, enemistarse con Sándor significaba no encontrar ningún trabajo en Budapest y quizás en toda Hungría. Así eran los crueles Sándor y Yumenos.

Llega la maquilladora. Con un delgado pincel vuelve a pintar los labios de Angela. Y arquea con otro las cejas de la temblorosa muchacha.

-¡Acción!

Nino no necesita calentarse demasiado. Su pene está erecto otra vez y después de una breve pasada en los senos de Angela inicia el mete y saca con el consiguiente dolor para ella. Pasan unos interminables segundos... ¿O minutos? Poco importa. Para ella parece un insufrible momento que nunca tendrá final. El repugnante Nino parece babear y desliza la lengua por su cuello, besa terriblemente mal a la chica. Luego se oye la voz de la angustiada mujer.

-¿Me puedo correr ya?

El director no contesta. Nino actúa como una auténtica bestia en sus embates. Acelera y causa más dolor todavía.

Vuelve ella a repetir la pregunta.

-Sí -contesta con malhumor Brossman.

La muchacha empieza a gemir. Y a continuación el actor saca su miembro y eyacula ante su rostro. Pero no parece quedar bien la última escena.

-¡Corten! -dice el director-. Ha valido. Pero ese blow-job ha salido como una mierda. Posiblemente se tenga que volver a hacer en otro momento. Veo muy mal el panorama si no ponemos buena voluntad.

Yo, que había acudido para ver la toma en contra de mis intereses, observaba a Yumenos mientras Brossman hablaba. El obeso funcionario seguía riendo disimuladamnete y su orondo abdomen se balanceaba de arriba abajo por las convulsiones de sus carcajadas asquerosas.

Francisco