Dama de hielo i

Edel y laura, la historia de dos mujeres que se unen por la tragedia, y que siempre estara en vilo por el trabajo de edel

NOTA: AGRADEZCO A TODOS MIS FANS POR LEER LAS HISTORIAS QUE HE COMPARTIDO HASTA EL MOMENTO. ESPERO PODER COMPLACERLAS CON OTRA HISTORIA, DE OTRA ESCRITORA MUY ESPECIAL. DIOS LOS BENDIGA.

ESPERO ESTA NUEVA HISTORIA LOS CAUTIVE TANTO COMO LO HIZO CONMIGO. QUE LA DISFRUTEN.

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DAMA DE HIELO

Eugenia

  • Qué demonios está pasando aquí?!

  • Un incendio se ha propagado por todo el edificio y una mujer con un niño han quedado atrapados!, hemos intentado entrar pero ha sido imposible, el edificio está a punto de derrumbarse.

  • Muy bien, sabéis que ventana es en la que están atrapados?

  • Si capitana!

  • Inflad una de las colchonetas para amortiguar la caída, tenéis dos minutos para ello.

  • Pero capitana qué vas hacer?!

  • Haz lo que te digo y no discutas conmigo, se nos acaba el tiempo!

  • Si capitana!

  • Carlos!, intentad controlar el fuego con las mangueras de agua a máxima presión entendido?!

  • Si capitana! - el bombero se reunió con los demás compañeros - Muy bien muchachos, mangueras a máxima presión y a hinchar una de las colchonetas para amortiguar las caídas, tenemos dos minutos, A TRABAJAR!

Enseguida los bomberos comenzaron hacer el trabajo. La persona a la que Carlos llamaba capitana entró en el edificio con todo su equipo.

El edificio estaba envuelto en llamas, el humo no dejaba ver nada. La capitán subía por las escaleras lo más rápido posible intentando llegar a tiempo para salvarlos. Tenía que tener cuidado ya que el edificio se estaba derrumbando, las escaleras apenas se sostenían, las paredes se estaban cayendo a cachos y al techo le pasaba lo mismo. Tras subir unos pisos consiguió llegar al piso donde estaban las personas atrapadas. En una búsqueda desesperada consiguió encontrar al niño que estaba llorando, no tendría más de nueve años, miró a su alrededor buscando a la mujer, pudo verla en una esquina de la habitación con parte del rostro quemado y un trozo enorme de pared encima de ella. Se acercó para ver si aún tenía pulso pero lamentablemente no fue así. Volvió a acercarse donde el niño.

  • Chico estas bien?

  • Dónde está mi mamá?!!!! - preguntó llorando el niño.

  • Ven conmigo, te sacaré de aquí.

Las llamas cada vez eran mas intensas, la capitán miró hacia arriba y vio que una parte del techo se iba a caer, justo antes de que cayera consiguió coger al niño y apartarse, pero no fue lo bastante rápida, una de sus manos pagó las consecuencias. La capitán se acercó lo que pudo a la ventana ya que estaba envuelta en llamas y vio que todo estaba listo ya. Busco una especia de sabana o edredón con el que poder cubrir al pequeño, una vez lo consiguió cubrió el niño con el protegiendo su cuerpo todo lo que pudo. Una vez estaba listo lo cogió en brazos y cogió carrerilla para saltar por la ventana. Saltó contra ella con todo su cuerpo para que el niño no sufriera daños. Gracias a la colchonetas sus cuerpos no sufrieron ningún daño, inmediatamente los agentes y médicos se acercaron para ayudarles. Enseguida atendieron al niño que se había desmayado por la impresión. El capitán se fue con sus muchachos a intentar controlar el fuego.

Unos pequeños ojos marrones se abrían de repente muy asustados, su respiración se había acelerado.

  • Mamá!

  • Tranquilo, tranquilo!, estoy aquí, mírame, soy yo, Laura.

El pequeño niño miró a uno de sus lados y vio a una mujer de mediana estatura, de cabellos dorados y cortos y unos ojos verdes como esmeraldas.

  • Tía Laura! - el niño se abrazó a ella.

  • Tranquilo cariño, ya ha pasado todo.

  • He pasado mucho miedo - dijo el pequeño a punto de llorar.

  • Lo se mi vida, pero ya no tienes que tener miedo, ya todo ha pasado.

  • Tía dónde esta mamá?

  • Aún no lo se Emilio, no me han dicho nada.

La rubia estaba muy preocupada por su hermana, nadie la había dicho nada aún, lo único es que muchos de los ocupantes del edificio no consiguieron sobrevivir.

  • Tía Laura cuando estaba entre las llamas un bombero me ayudó.

  • A si?

  • Si!, me tapó con un edredón, me cogió en brazos y saltamos por la ventana cayendo en una enorme colchoneta.

  • Vaya!, y no tuviste miedo? - preguntó la rubia sorprendida.

  • Si!, me desmayé por la impresión, pero se que ese bombero me protegió con su cuerpo.

  • De seguro que es un gran bombero.

  • Tía yo quiero conocerlo, quiero darle las gracias.

  • Ahora que lo dices yo también le quiero dar las gracias y de paso le pregunto por mamá.

  • Vale! - dijo entusiasmado.

  • Ahora vengo he, me pareció ver antes un bombero por aquí, le preguntaré a él a ver si sabe algo.

  • Pero no tardes!

  • Claro que no - Laura le dio un beso en la frente.

La rubia caminaba por el hospital buscando al bombero que había visto antes, con un poco de suerte seguiría allí. Miró entre los pasillos a ver si lo veía, afortunadamente estaba en uno de los pasillos. Estaba sentado en una silla, la rubia se acercó hasta el.

  • Perdone, usted ha estado en el incendio del edificio de la calle Hilados?

  • Si, yo he estado allí, quería algo señorita?

  • Vera, yo soy una familiar de unas de las personas que vivían allí. Por lo que me dijo mi sobrino pequeño un bombero lo sacó de allí saltando por una ventana.

  • Ah!, si, la capitán - afirmó el bombero.

  • Usted sabe algo de una mujer que estaba con el niño?

  • Lo siento señorita, yo no se nada, eso solo lo sabe la capitán que fue quien entró allí.

  • Y sabe dónde podría encontrarle?

  • Pues ahora mismo esta siendo atendida, al parecer sufrió daños durante la misión y no se cuánto tardaran, de todas formas puede buscar cualquier día en el departamento de bomberos.

  • Vale, muchas gracias, le agradezco su ayuda.

  • No hay de que señorita.

Laura se fue un momento a la cafetería, necesitaba tomar algo, cada vez tenia menos esperanzas de que su hermana estuviera viva y pensar eso la estaba haciendo daño.

Carlos era el que acababa de hablar con Laura, estaba esperando haber si salía la capitán. Justamente al poco de irse la rubia la puerta del consultorio se abrió dejando salir por ella a la capitán. Carlos se acercó.

  • Que tal estas?

  • Bien, no ha sido mas que una quemadura sin importancia.

  • Me alegro. Sabes?, acaba de estar una de las familiares de aquel niño que salvaste, al parecer estaba interesada en hablar contigo.

  • A si?

  • Si, también me preguntó si sabía algo de la mujer que vivía con el niño.

  • Vaya, tendré que darle la noticia, sabes si aun están aquí?

  • Creo que si, el pequeño esta en una de las habitaciones de observación.

  • Iré a ver.

Emilio estaba esperando con ansias a su tía, quería ver al bombero que le había salvado y quería saber si sabía algo de su mamá. De repente el pequeño alzó la vista encontrándose con una persona vestida de bombero que entraba a su habitación.

  • Vaya!, tu eres una bombero verdad? - preguntó entusiasmado.

  • Así es - le respondió con una leve sonrisa.

  • Fuiste tu quién me salvaste?

  • Si, fui yo - se acercó hasta su camilla y se sentó en la silla que estaba al lado - fuiste todo un valiente.

  • De eso nada, me desmayé cuando saltamos por la ventana - dijo con tristeza.

  • Pero eso es normal, la primera vez que yo lo tuve que hacer también me desmayé.

  • En serio?

  • Claro!

  • Pero tú fuiste muy valiente, yo no podría.

  • Claro que si, solo tienes que confiar en ti mismo, yo también tengo miedo, pero a veces el miedo de perder a alguien querido es mayor al miedo que sentimos la mayoría de la gente y entonces hacemos lo que sea por salvar a esas personas.

  • Vayaaaaa... yo quiero mucho a mi mamá y a mi tía, crees que de mayor podré ser un bombero y asi protegerlas?

  • Jajaja, claro que podrás pequeño, yo te ayudaré - dijo guiñándole un ojo.

  • Biiieeennn!!!

El niño se tiró a abrazar a la persona que lo estaba animando y el niño fue bien recibido por unos brazos fuertes.

Laura entraba en la habitación cuando se encontró a su sobrino abrazado a alguien. No quiso interrumpir, se quedó mirando desde la puerta, pudo ver una ancha espalda y una gran melena negra, por el uniforme pudo ver a que se dedicaba.

Emilio levantó la cabeza encontrando a su tía en la puerta con una extraña sonrisa que no pudo descifrar.

  • Tía!!!

La persona que estaba abrazando al niño se giró para ver quien era esa "tía". Ambas miradas se encontraron por primera vez, unos verdes esmeraldas se hundieron en unos azules zafiros. El silencio se hizo en la habitación, dos miradas intensas entrelazándose la una en la otra, un sentimiento naciendo en ambos cuerpos.

Laura se fue acercando con paso lento, cada paso era una punzada en el corazón en ambos cuerpos. Laura siguió acercándose hasta quedar frente a frente, sin saber que decir ni que hacer...

  • Perdona no... no quería interrumpir - dijo Laura sin quitar la mirada de esos ojos azules.

  • Tranquila, yo... me tengo que ir ya.

  • Tía!, tía!, ella es la bombera que me salvó!!! - dijo Emilio muy entusiasmado lanzándose encima de la morena que lo agarró en brazos.

  • Ey!, jajaja, tranquilo fiera, aun tienes que recuperarte - dijo la morena riéndose.

  • Emilio ten cuidado, la señorita...

  • Edelsis, me llamo Edelsis, pero puedes llamarme Edel.

  • Bien, la señorita Edel tiene una herida en su mano.

  • Edel perdona!, te he hecho daño? - preguntó apenado el niño.

  • No, tranquilo, no es nada grave - dijo la morena tratando de calmarlo.

  • Esa herida te la hiciste cuando me ayudaste a mí?

  • Me la hice durante esa misión, pero no pienses que tu eres el culpable, la culpa fue mía por ser tan descuidada - dijo guiñándole un ojo.

  • Perdóneme Edel, podríamos hablar un momento?

  • Claro, pero tutéeme por favor.

  • Muy bien - dijo con una sonrisa - Emilio ahora vengo.

  • Vale tía!

  • Bueno chico cuídate mucho, espero que te recuperes muy pronto, si alguna vez quieres algo ya sabes donde encontrarme.

  • Siiii!, en el cuartel de bomberos! - dijo muy contento.

  • Eso es! - la morena le revolvió el pelo y salió de la habitación seguida por la rubia.

Edel ya sabía de lo que quería hablar, lo cierto es que dar este tipo de noticias nunca se le dio bien y era lo que mas odiaba de su trabajo. Ahora estaban una enfrente de la otra, Laura no se sentía capaz de mirarla a los ojos directamente.

  • Bueno y... de que quería hablarme? - preguntó la morena.

  • Es sobre... la madre de Emilio, me dijeron que usted fue la única que entró allí y que sería la única que podría decirme algo acerca de mi hermana.

  • Así es... - la morena apartó la miraba por primera vez.

  • Ella...  Lo siento señorita...

  • Laura.

  • Laura... cuando llegué allí ya no pude hacer nada por su hermana... lo siento de veras - dijo la morena muy apenada.

  • Yo... lo entiendo y... - sus ojos comenzaron a humedecerse - quería darle las gracias por salvar a mi sobrino...

Las lágrimas le impidieron seguir hablando, se tapó la cara con las manos a la vez que sollozaba con fuerza. A Edel le dolió ver a aquella joven tan afligida, sin pensar muy bien en lo que hacia apoyó sus manos sobre los hombros de la joven atrayéndola hacia si, Laura se dejó llevar por esa mujer y apoyando su cabeza en su pecho se dejó rodear por unos brazos fuertes que harían que el dolor que llenaba su alma fuera desapareciendo con cada latido de corazón.

Ninguna sabe cuanto tiempo estuvieron así, pero tampoco importó demasiado, en ese tiempo que sus cuerpos estuvieron unidos ambas lo disfrutaron al máximo. Una vez Laura se calmó se fue separando algo avergonzada de la morena sin mirarla a los ojos.

  • Te encuentras mejor? - preguntó algo preocupada.

  • Si, ya estoy mucho mejor, gracias por todo - dijo la rubia mirándola por fin a los ojos.

  • No hay de que.

Ambas se siguieron mirando intensamente. Lo cierto es que sus cuerpos pedían a gritos el calor del otro.

Ese mágico momento fue interrumpido por Carlos que se acercó corriendo hasta la morena.

  • Edel!, tenemos un aviso!, hay que darse prisa al parecer es grave.

La morena se lamentó por esa interrupción pero tenía que atender a su trabajo.

  • Muy bien Carlos, has avisado a los demás?

  • Si capitán.

  • Bien, di que enseguida estamos allí.

  • Bien capitán!

Carlos salió corriendo a hacer lo que le dijo la morena. Edel y Laura volvieron a mirarse, en los ojos de la rubia había algo que la morena no fue capaz de descifrar, parecía como si quisiera decirle algo con la mirada, pero ahora no tenía tiempo para averiguarlo.

  • Lo siento Laura pero tengo que irme ya.

  • Vale Edel, muchas gracias por todo.

  • No tienes que dármelas, espero que a partir de ahora todo te vaya mejor - dijo con una sonrisa.

  • Gracias, suerte en tu misión.

  • Gracias - dijo la morena amablemente.

Edel pasó por al lado de la rubia cuando escuchó su leve voz decirle algo, algo que a pesar de que se lo habían dicho muchas veces, en ninguna de ellas encontró la preocupación y la sinceridad que encontró en aquellas palabras.

  • Ten cuidado...

Edel se giró para mirarla, no fue capaz de decirle nada, simplemente asintió con la cabeza y la regaló una leve sonrisa, después hecho a correr saliendo del hospital.

Ya habían transcurrido dos semanas. Emilio se había ido a vivir con Laura, no fue nada fácil explicarle lo de su madre, a Emilio le costó mucho aceptarlo, pero con la ayuda de Laura lo iba consiguiendo. Laura estaba haciendo la comida, Emilio en el salón viendo la tele cuando cambio de canal y puso las noticias, en ellas informaban de un gran incendio que acababa de suceder en una fábrica con productos químicos.

"En breves instantes les ofreceremos imagines inéditas de la explosión que pilló desprevenidos a tres bomberos, entre ellos al capitán de la brigada que los dirigía."

Emilio miraba atentamente a la tele, quería verlo para mirar si estaba allí Edel. Antes de que pusieran las imágenes el pequeño llamó a su tía.

  • Tía!, corre ven a ver esto!

  • Emilio ahora no puedo estoy haciendo la comida.

  • Tía corre!, corre!

  • Vale, vale, ya voy

Laura salió de la cocina y se puso al lado del pequeño que parecía algo nervioso.

  • Emilio qué pasa? - preguntó extrañada la rubia.

  • Mira! - dijo señalando la tele.

"Y aquí les mostramos estas escalofriantes imágenes, presten atención"

Esas imágenes eran más que escalofriantes. En las imágenes pudieron ver a dos bomberos intentando controlar el fuego, los dos estaban sujetando una manguera de la que salía agua a gran presión. Las imágenes tenían el sonido de lo que estaba sucediendo en ese momento. Una voz advirtiéndoles de que se alejaran de allí encogió el corazón de Laura que veía las imágenes. Vio como Edel corrió hacia ellos y comenzó a empujarlos para que echaran a correr, pero no les dio tiempo. La onda expansiva dio de lleno en los tres bomberos. Las imágenes se cortaron en ese instante dando paso a la presentadora.

"Como habrán podido ver son unas imágenes escalofriantes. Ahora mismo les dejaremos con nuestra reportera que en este momento esta allí para darles las noticias mas recientes. Ana estas hay?

  • Así es Lucia, aquí estoy pendiente de lo que esta pasando en estos mismo momentos.

"Ana puedes decirnos algo sobre los tres bomberos afectados por la onda expansiva?"

  • Tenemos noticias sobre los tres bomberos, uno de ellos era el capitán, en este caso la capitana que los estaba dirigiendo. Aunque les parezca increíble los tres están vivos, unos mas graves que otros, pero los tres han conseguido sobrevivir, ahora mismo podremos hablar con la capitana que esta siendo atendida por los médicos.

Laura que estaba viendo las noticias tenía el corazón en un puño, estaba deseando ver como estaba Edel. Miedo y preocupación recorrían todo su cuerpo, sus manos comenzaron a temblar, se había puesto muy nerviosa.

  • Tía estas bien?

  • Si Emilio, estoy bien - dijo la rubia acariciándole la cabecita.

  • Tía crees que Edel estará bien? - dijo triste el niño.

  • Eso espero cariño...

Ambos volvieron su atención a la tele.

- Aquí tenemos a la capitana que aunque aún no la han acabado de curar ella se siente con fuerzas de atendernos.

La cámara enfocó a Edel, tenía la cara totalmente ensangrentada, parte de su ropa estaba destrozada, en las partes que estaban descubiertas se podía apreciar las graves heridas que tenía en su cuerpo. Entre tanta sangre podría apreciarse el rostro cansado y dolorido de la morena.

Laura pensó que sería mejor cambiar de canal para que Emilio no viera así a Edel, pero la impresión fue tan fuerte que fue incapaz de moverse. Pudo oír el llanto débil del pequeño, reaccionando se acercó hasta el niño y lo abrazó tiernamente.

  • Tranquilo cariño, Edel se pondrá bien.

  • Tía podremos ir a verla?

  • Claro que si, iremos a verla - dijo acunando al pequeño.

Ambos miraron al televisor, Edel iba a hablar para explicarles lo sucedido.

- Bien Edel, nos puedes decir lo sucedido? - preguntó la reportera.

  • Si, lo que ha pasado es que el fuego se ha extendido muy deprisa a causa del viento, sabíamos que en la fábrica había productos químicos pero al llegar aquí el fuego estaba bastante lejos de ellos. Finalmente vi que el fuego se descontroló por completo y mandé a mis hombres retirarse pero no debieron de oírme, fui a buscarlos y fue justo en ese instante cuando el fuego llegó hasta esos productos haciendo explotar y haciendo que mi equipo resultara herido.

  • Y tu qué tal te encuentras Edel?

  • Como veras también me alcanzó la explosión pero afortunadamente no he sufrido heridas más graves que las que ves.

  • Nos alegramos de que no haya ido a más. Y dinos, el fuego ya esta controlado?

  • Si, hemos conseguido controlarlo aunque aún no ha pasado el peligro, creemos que aún podría haber alguna explosión más por los restos que queden de esos productos.

  • Bueno esperemos que no sea así y que pronto se acabe este infierno. Gracias Edel por atendernos y esperamos que tú y todo tu equipo se recuperen pronto.

  • Muchas gracias.

  • Aquí Ana informándoles de lo sucedido, ahora les dejaré nuevamente con mi compañera.

Laura decidió apagar la tele y consolar todo lo que pudo a su sobrino que sollozaba en sus brazos.

Habían pasado tres días desde aquel incidente. Durante esos días el pequeño Emilio no paro de insistirle a Laura de que le llevara a ver a Edel. Quería saber algo de ella, en parte la rubia quería lo mismo.

Edel estaba en el patio de entrenamiento con su brigada entrenándose. Cada cual estaba haciendo diversas actividades. Edel los animaba a que lo hicieran mejor, quería que sus hombres fueran los mejores y lo estaba consiguiendo.

  • Muy bien muchachos, podéis tomaros un descanso - les gritó la morena.

  • Edel! - dijo Carlos acercándose a ella.

  • Dime Carlos.

  • Sabes algo de Juan y de Tomás?

  • Si, fui a verles esta mañana, ya están mucho mejor, me han dicho que en un par de días les darán el alta.

  • Qué bien! - dijo contento el hombre.

  • Si - sonrió la morena.

  • Y tú qué tal te encuentras?

  • Estoy bien, aún tengo algunas magulladuras pero por lo demás bien.

  • Bien, cuídate vale?

  • Claro.

  • Iré con los chicos.

  • Muy bien.

Carlos se fue de allí dejando a la morena sola. Estaba enroscando unas mangueras cuando un grito la sacó de su tarea.

  • EDEL!!!!

La morena se giró para ver quien era. Emilio se acercaba a ella a gran velocidad, iba corriendo con la intención de tirarse sobre ella. La morena con una gran sonrisa se agachó para recibir al pequeño que enseguida le rodeo el cuello con su cortos bracitos.

  • Edel! Estas bien?! - preguntó el aniño ansioso sin soltarla.

  • Claro que estoy bien campeón - dijo la morena riendo.

Emilio se apartó lo suficiente de ella para mirarla a los ojos.

  • Te vi en la tele y me asusté mucho cuando paso lo de aquella explosión.

  • No te preocupes enano, ni el fuego ni una explosión podrá conmigo.

  • Jajaja, eres la mejor Edel! Te importa que te llame Dama de Hielo?

  • Dama de Hielo? - preguntó extrañada la morena.

  • Si!, es que en un tebeo que tengo sale una dama de hielo que apaga todos los incendios.

  • Ah sí?, vaya!, pues muy bien, ahora seré la Dama de Hielo.

  • Bien!, bien! - el niño la volvió a abrazar.

Laura estaba observando toda la escena desde la puerta. La sonrisa de su cara lo decía todo. La encantaba ver a Emilio y a Edel juntos. La morena era de lo mas tierno que había, cada vez que sonreía hacia que la rubia sintiera un escalofrío por todo el cuerpo. Vió como Emilio se separaba de ella y seguían hablando.

  • Sabes?, mi tía también estaba muy preocupada!

A Laura se le paró el corazón al oír aquello. Emilio no había dicho ninguna mentira pero... se había puesto algo roja, por suerte la morena estaba de espaldas a ella por lo tanto no la podía ver.

  • Ah sí?, vaya... y dónde está tu tía?

  • Allí! - dijo señalándola.

Edel se giró para mirar a donde señalaba el niño. Su cuerpo se estremeció al volver a sentir la mirada de la rubia que a pesar de que estaba algo lejos pudo ver como la apartaba rápidamente y un rubor subía por sus mejillas. La morena sonrió para si, se puso de pie y se acercó hasta donde estaba la rubia con Emilio agarrado de su mano.

  • Hola - saludo la morena.

  • Hola... qué... tal estas?

  • Estoy bien, gracias.

  • Me alegro, lo cierto es que Emilio y yo nos asustamos un poco al ver lo que había pasado, incluso Emilio lloró cuando te vio herida.

  • Oh... - la morena miró al pequeño que se estaba poniendo rojo.

  • A pesar de lo poco que te conoces te ha cogido mucho cariño - le explicó la rubia.

  • Lo cierto es que a mi me ha pasado lo mismo.

  • Supongo... que no tendrás tiempo para tomar un café no? - preguntó algo tímida la rubia.

  • Bueno yo...

  • Por favor!!!! - suplicó el niño.

  • Jajaja, esta bien, me habéis convencido.

Emilio sin soltar la mano de la morena agarró la de su tía, el iba en el medio muy feliz. Laura y Edel se iban riendo a la vez que elevaban al pequeño mientras andaban. A Edel le vinieron muchos pensamientos, entre ellos lo que parecían en aquel instante, eran como una familia, la familia que ella nunca tuvo...

Laura iba igual de feliz que Emilio. De vez en cuando miraba de reojo a la morena que sonreía ampliamente.

Los tres ya estaban en una cafetería. Laura al lado de Emilio y enfrente de la morena. Ambas pidieron un café y Emilio un zumo.

  • Me alegro mucho de volver a veros y de que todo os este yendo bien - dijo la morena muy amable.

  • Gracias, nosotros también nos alegramos de volver a verte, sobre todo después de lo que paso.

  • Lo cierto es que tuvimos mucha suerte.

  • Si...

Sus miradas volvieron a unirse como la primera vez. Las dos querían descifrar que había en la mirada de la otra pero se les hacia imposible. El pequeño Emilio se las quedó mirando a las dos y una sonrisa pícara asomó en sus labios. La risa juguetona del niño las sacó de su trance.

  • Y tu de qué te ríes? - preguntó la morena.

  • De nada... jajaja.

  • Confiesa enano o no tendremos piedad - dijo la rubia acercándose mas a el para hacerle cosquillas.

  • Es que parecéis dos enamoradas, jajajaja.

  • Jajaja - la morena se rió con él.

Laura se había puesto roja por el comentario del pequeño, lo cierto es que tenía razón, la manera en la que se miraban no era normal. Miró a la morena y vió como ella y el pequeño se reían sin parar, pero no entendía por qué se reía ella.

  • No te vas a salir con la tuya renacuajo - dijo la morena sonriéndose - lo que quieres es ponernos rojas, pero no lo vas a conseguir.

  • Jajajaja, pues mi tía esta como un tomate.

Edel miró a la rubia, Emilio tenía razón, la piel blanca de la rubia ahora estaba roja, eso la hacia mas encantadora y mas tímida.

  • Emilio cállate! - dijo mas avergonzada la rubia.

  • Jajaja, bueno, con tu tía lo has logrado pero no lo lograras con la Dama de Hielo - dijo orgullosa.

  • Jajaja - Emilio y Laura rieron con ganas al ver a la morena poniendo pose de invencible.

Una vez se calmaron los tres después de tanto reír la morena quería saber algo de la vida de la rubia.

  • Bueno Laura, háblame un poco de ti, a qué te dedicas?

  • Tengo un restaurante, soy jefa de cocina.

  • La mejor cocinera del mundo! - gritó Emilio.

  • De verdad? - preguntó la morena muy curiosa.

  • Siiiii, mi tía hace una comida para chuparse los dedos!, tienes que probarla - dijo el pequeño.

  • Me encantaría probarla, seguro que hace la mejor comida del mundo entero - la morena le guiñó un ojo a la rubia que sonrió tímidamente.

  • Gracias... si quieres y no tienes nada que hacer... podrías pasarte por casa a cenar.

  • Oh... lo siento, pero hoy tengo guardia, tengo que estar toda la noche en el cuartel.

  • Vaya... - dijeron la rubia y Emilio desilusionados.

  • Pero mañana estoy libre, si os viene bien.

  • Si! - dijeron ambos a la vez.

  • Jajaja, estupendo, entonces mañana a qué hora?

  • A las ocho esta bien - dijo la rubia muy sonriente.

  • Perfecto, ah!, tienes que decirme dónde vives.

  • Claro!

La rubia se lo escribió en un papel y se lo entregó a la morena.

  • Gracias - dijo la morena.

Edel llevaba una radio en la cintura, siempre que había un aviso y ella no estaba era por allí por donde la avisaban y justamente en ese momento empezó a sonar.

  • Edel soy Carlos contesta! - la morena cogió la radio.

  • Aquí Edel, qué pasa Carlos?

  • Tenemos un aviso.

  • Muy bien, enseguida estoy allí, preparadlo todo.

  • Muy bien!

La morena cortó la trasmisión y mirando a Laura y a Emilio empezó a despedirse.

  • Bueno, tengo que dejaros, gracias por el café y por haber venido a verme, me ha alegrado veros.

  • A nosotros también Edel - dijo una sonriente rubia.

  • Edel!, vas a una misión ahora? - preguntó el pequeño.

  • Si, tengo que ir a una por...

El niño saltó del banco donde estaba sentado y se enganchó en el cuello de la morena que lo cogió al vuelo.

  • Ten cuidado!

Edel no estaba tan acostumbrada a las muestras de cariño, ni que nadie se preocupara tanto por ella, tal vez por eso le encantaba tanto este niño. Edel lo abrazó con fuerza y cerró los ojos por un instante. Laura sentía envidia del pequeño, por estar entre esos brazos fuertes que una vez la protegieron a ella. La rubia se puso de pie ya que los dos lo estaban. Emilio se separó de ella y como premio recibió una beso en la mejilla.

  • Bien!, me ha dado un beso la Dama de Hielo!

  • Jajaja - rió la morena.

  • Tus ojos son de hielo también.

  • Eso dicen - le guiñó uno al pequeño - nos vemos mañana, adiós.

La morena se acercó hasta la rubia y la dió un suave beso en la mejilla dejándola encantada de la vida.

  • A... adiós...

Laura se acarició la mejilla donde había recibido el beso. Realmente esa mujer la estaba cautivando, cada vez tenía mas ganas de verla y Emilio era la escusa perfecta para hacerlo.

Ya casi eran las ocho. Laura y Emilio ya lo tenían todo preparado. Ambos se habían puesto muy guapos. Laura se había puesto unos pantalones vaqueros oscuros con una camisa blanca abierta, debajo de ella llevaba un camisa de tirantes de color verde, como sus ojos. Estaba echando una mirada a la comida cuando Emilio apareció en la cocina.

  • Woooo - dijo el pequeño - Tía estas que rompes!

  • Jajaja, anda enano, tú si que estas que rompes - le guiñó un ojo - como es que te has puesto tan guapo?

Emilio se había vestido todo trajeado, con corbata incluída. El pequeño agachó la cabeza y se puso colorado.

  • Aaahhh, ya entiendo - dijo la rubia aguantándose la risa.

  • Es que...

  • Haber, haber, que escondes ahí detrás? - preguntó la rubia.

Emilio sacó una rosa roja con un bonito envoltorio.

  • Vaya!, que rosa más bonita!

  • De verdad? - preguntó el niño entusiasmado.

  • Claro que si!

  • Se la voy a regalar a Edel.

  • Seguro que le encanta - dijo la rubia sonriente.

  • Tía... - el niño se puso serio.

  • Dime - la rubia le prestó toda su atención.

  • Me he enamorado.

  • Qué?! - preguntó muy sorprendida.

  • Que me he enamorado de Edel.

  • Jajajaja!!!! - la rubia fue incapaz de contener la risa.

  • Ríete, ríete, pero esta noche le pediré que se case conmigo.

Emilio se fue con su rosa en la mano dejando a una rubia muerta de la risa, tuvo que apoyarse en la pared para no caerse al suelo. Emilio era encantador y por lo visto un Don Juan.

El timbre de la puerta hizo que la rubia se pusiera seria, se retocó un poco antes de llegar a la puerta y después fue a abrir.

Todo su ser fue castigado brutalmente al abrir la puerta y encontrarse con una impresionante morena. Siempre la había visto con el mono de bomberos, mono que escondía un tremendo cuerpo. Edel estaba en la puerta con una gran sonrisa, llevaba una camisa negra junto con un pantalón vaquero claro que parecía haber sido hecho especialmente para ella. Laura se quedó tan... tan... alucinada?, no esa no era la palabra, lo cierto es que no se podía describir como se quedó la rubia.

Edel se dio cuenta de la reacción de Laura y no pudo evitar reír. Tenía su mano escondida detrás de la espalda, poniendo cara de perrito abandonado y ofreciéndole una rosa a la rubia la preguntó.

  • Puedo pasar?

Laura sintió y deseo besar a aquella morena, su respiración se hacia mas dura, tenía ganas de tirarse encima de la morena y abrazarla muy fuerte. Una sonrisa en sus labios y el sonido de su risa le hizo saber a la morena que le había gustado la rosa. Laura la cogió muy sonriente.

  • Claro que si!, pasa, perdona.

  • Gracias.

  • EDEL!

La voz de Emilio llamó la atención a la morena que estaba mirando a la rubia atentamente de lo hermosa que estaba.

  • Oh!, me has robado el corazón, quien es la afortunada que tendrá la suerte de ir de tu brazo? - preguntó la morena fingiendo sorpresa.

  • La afortunada eres tu! - Emilio sacó una rosa y se la ofreció a la morena.

  • Vaya!, parece que no soy la única que regala rosas... - miró a la rubia y le guiñó un ojo.

  • Jajajaja - rió Laura - Emilio, no tenías algo que decirle a Edel?

  • A sí? - preguntó la morena.

  • Esto... pues yo... quería decirte que...

Emilio comenzó a ponerse rojo y a mirar para el suelo. Edel que lo vio muy tímido se arrodilló hasta quedar a su altura.

  • Haber, que me tienes que decir?

  • Pues que... Tía díselo tu!!!!

  • Jajaja, de eso nada, eso lo tienes que hacer tu amiguito.

La morena no entendía nada, volvió a mirar al niño y le tocó el hombro animándolo a que se lo contara. Emilio al ver que no era capaz le dió la rosa a la morena, la dió un beso en la mejilla y salió corriendo. Edel se quedó sorprendida pero muy divertida, miró a la rubia que se estaba riendo a carcajada limpia. La morena se quedó allí mirándola, el sonido de la carcajada de la rubia era como música para sus oídos. Laura se sintió observada, al ver que la morena la miraba atentamente dejó de reírse y hablar para que no se quedara en una situación incómoda.

  • Es muy tímido - dijo la rubia.

  • Si, parece que viene de familia - dijo con una risita.

  • Eso me temo, poco antes de que vinieras tu el estaba muy decidido.

  • Decidido a qué?

  • Pues... eso es algo que te tiene que decir el - la rubia le guiñó un ojo.

  • Jajaja, esta bien.

Las dos rieron y después quedaron en silencio mirándose la una a la otra, pero en sus labios se quedó dibujada la sonrisa. Tras mirarse unos instantes la morena la habló.

  • Estas preciosa.

Ese comentario le pilló por sorpresa a la rubia, enseguida un rubor subió por sus mejillas, y con voz tímida la dijo.

  • Gracias... tu también estas preciosa - ambas sonrieron ampliamente.

  • Gracias.

  • Bueno... si te parece pasamos ya a cenar.

  • Estupendo, me muero de hambre - dijo la morena.

Laura, Edel y Emilio cenaron muy animadamente, hablando de todo un poco. Una vez acabaron de cenar siguieron hablando.

  • En serio, Emilio tenía toda la razón, eres la mejor cocinera del mundo - dijo la morena.

  • Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado - dijo la rubia.

  • Me ha encantado, tienes que decirme cual es tu restaurante, sabiendo que tu cocinas iré a comer muy a menudo.

  • Jajaja, trato hecho, allí te esperaré - dijo riendo.

  • Pues allí estaré - respondió del mismo modo - tu que suerte tienes he enano!, todos los días comiendo esta deliciosa comida.

  • Siiiiiii!!!!, jajaja - rió Emilio - mi tía es la mejor!

  • Siiii!!!!!!!! - gritaron los dos juntos.

  • Jajajaja - los tres echaron a reír - bueno niños, si no os portáis bien no os daré de comer - dijo la rubia con aires de superioridad.

  • Si mamá! - dijeron Emilio y Edel a la vez.

  • Jajaja, venga enano, tu tienes que ir ya a la cama que mañana tienes escuela.

  • Noooooo!!!, yo quiero quedarme con la Dama de Hielo!, solo un ratitoooooo!!! - rogó el niño.

  • Vale!, vale, pero solo un ratito eh!

  • Bien!!!!

  • Si quieres vamos a los sofás y tomamos un café.

  • Claro.

La rubia comenzó a quitar la mesa, Emilio se fue al salón. Edel cogió cosas de la mesa para ayudar a la rubia.

  • No hace falta de verdad, tu eres la invitada.

  • No te preocupes, me gusta ayudar.

Ambas fueron a coger el mismo plato, sus manos se tocaron en una suave caricia. Sus ojos se encontraron nuevamente, en ellos se podían ver muchas cosas, pasión, afecto, deseo, lujuria... amor?, eso aun no se veía con claridad, pero el deseo rompía sus cuerpos. Al darse cuenta del tiempo que estuvieron así apartaron la mano muy deprisa. Las dos siguieron recogiendo la mesa en silencio.

Edel estaba en el sofá esperando a Laura con el café, mientras tanto estaba jugando con Emilio.

  • Jajaja, me haces cosquillas! - decía Emilio.

  • De verdad?, vaya no me había dado cuenta - la morena comenzó a mover sus dedos mas deprisa.

  • JAJAJA!!, tía!, ayúdameeee.

Laura estaba en la cocina oyéndoles jugar, se reía para si misma al pensar en lo feliz que estaba Emilio después de todo, y lo feliz que era ella cuando Edel estaba a su lado... este pensamiento la hizo reflexionar, sabía que estaba sintiendo muchas cosas por la morena, cuando no la veía la echaba de menos, la encantaba el sonido de su voz, de su risa y el día que la abrazó... el día que la abrazó la hizo sentir cosas que jamás antes había sentido.

Laura llegó al salón con los cafés, le dio uno a la morena y el otro para ella. Laura quería sentirse a su lado, pero Emilio se sentó en el medio de las dos.

  • Bueno Emilio, ya estas decidido a pedirle eso a Edel? - dijo la rubia divertida.

  • Si!

Emilio se puso de pie y se arrodilló delante de la morena que lo miraba muy atentamente.

  • Dama de Hielo... quieres casarte conmigo? - dijo Emilio muy serio.

Edel no cabía en su asombro, miró hacia la rubia que se estaba tapando la boca con la mano para no soltar una tremenda carcajada. La morena sabía que si se reía podría herir los sentimientos del pequeño y no quería.

  • Así que quieres que me case contigo - dijo la morena sonriente.

  • Si!

  • Vaya... créeme que me encantaría pero... ya estoy comprometida.

Eso desilusionó tanto al pequeño como a la rubia. La morena vió la desilusión en la cara del pequeño, pero no quería dejarlo así.

  • Sabes?, si no estuviera comprometida tu serías el hombre de mi vida, aunque... lo cierto es que eres el hombrecito de mi vida - la morena le dió un beso en la mejilla.

  • Biieeennnnn!!!! - el niño se tiró a abrazarla.

  • Jajajaja - rió la morena y la rubia.

De repente el móvil de la morena comenzó a sonar.

  • Dime Carlos.

  • Edel has visto cómo está la noche?

  • No, por qué?

  • Asómate por una ventana.

  • Voy - la morena se levantó hasta la ventana y vió que hacía una tormenta impresionante - vaya, lo voy a tener complicado para volver a casa.

  • Dónde estás?

  • Con una amiga.

  • Bueno, pues ten cuidado, han recomendado que lo mejor es no salir de casa.

  • Ya veré lo que hago, todo por allí esta bien?

  • Si, no te preocupes.

  • Si pasa algo me avisas.

  • Claro, hasta luego.

  • Hasta luego Carlos.

La morena colgó el teléfono y vio las caras preocupadas de Laura y Emilio.

  • Pasa algo? - preguntó la rubia.

  • No, tranquila, es que hay mucha tormenta y están recomendando no salir de casa.

La rubia se asomó a la ventana y vió que tenía razón, llovía tanto y hacía tanto aire que parecía que los árboles iban a ser arrancados de la tierra.

  • No puedes volver a casa con este tiempo - dijo la rubia - será mejor que te quedes aquí esta noche.

  • No quiero molestar, pero gracias de todas maneras.

  • Edel!, no te vayas, te puede pasar algo! - dijo Emilio agarrándola de la pierna.

  • Lo ves?, hoy te quedas aquí - dijo la rubia - solo tengo una cama, espero que no te importe compartirla.

  • Para nada, pero puedo dormir en el sofá.

  • Creeme, el sofá no es nada cómodo, te lo digo por experiencia.

  • Jajaja, esta bien - ambas se miraron y sonrieron ampliamente.

  • Bueno enano, ya es hora de que tu te vayas a la cama.

  • Jooo.

  • Jaja, nada de jo, venga.

La rubia llevó al pequeño a la habitación lo acostó.

  • Tía dile a la Dama de Hielo me tiene que dar las buenas noches.

  • Ahora mismo se lo digo.

La rubia salió de la habitación y se asomo por el salón.

  • Edel.

  • Si?

  • Emilio dice que la Dama de Hielo tiene que darle las buenas noches.

  • Jajaja, claro.

La morena se levantó y fue a la habitación de Emilio que ya estaba en la cama, se sentó en el borde de la cama y le dió un tierno beso al pequeño en la frente.

  • Buenas noches pequeño.

  • Buenas noches Dama de Hielo!

La morena le sonrió y se levantó de la cama con la intención de irse, pero el pequeño la volvió a llamar.

  • Edel!

  • Dime.

  • Cuida a mi tía... le da miedo la noche.

La morena le pareció extraño, pero asintió con la cabeza y se fue de la habitación.

Laura estaba en su habitación preparando la cama cuando unos golpes a la puerta llamaron su atención.

  • Se puede?

  • Claro, pasa, estaba preparando las cosas para dormir.

  • Ah, bien.

  • Iré a buscarte un pijama, seguramente no sea de tu talla pero bueno...

  • No te preocupes - dijo con una sonrisa la morena.

Tras una par de minutos la rubia apareció en la habitación con el pijama.

  • Creo que esto es lo único que te puede valer - dijo con una mueca

Le enseñó un pantalón blanco de algodón junto con una camisa del mismo color de tirantes.

  • Es perfecto, gracias.

  • Ahí esta el baño por si quieres cambiarte.

  • Si, gracias.

La morena entró en el baño a cambiarse. Laura ya se había cambiado, estaba dentro de la cama. Estaba algo nerviosa, siempre había dormido sola, con la única persona que dormía alguna vez era con Emilio. Se sentía muy atraída por la morena y tener que dormir con ella ahora era algo que hacía que su deseo aumentara.

La puerta del baño se abrió dejando ver a una impresionante morena, sus brazos fuertes y sus largas piernas estaban al descubierto. La rubia empezó a sentir mucho calor, pero a su vez tenía sudores fríos.

Edel fue hasta la cama y se metió en ella. Laura estaba en el otro lado sin moverse, miraba hacia el techo. Una vez se acomodó la morena pudo sentir los temblores de la rubia, giró su cabeza para mirar detenidamente su perfil. Era realmente preciosa, Edel sentía ganas de abrazarla, de protegerla...

  • Estas cómoda? - preguntó la rubia.

  • Si, estoy muy bien, tienes una cama muy cómoda - dijo con un sonrisa.

  • Lo se, por eso me cuesta tanto levantarme por las mañanas.

  • Jajaja, asi que eres perezosa eh.

  • Jajaja, mucho, Emilio tiene que despertarme todas las mañanas - dijo algo tímida.

  • Emilio es un gran chico.

  • Si que lo es.

  • Se ve que te quiere mucho y se preocupa por ti.

  • Si... Emilio es lo único que me queda.

  • No tienes mas familia?

  • Tengo a mis padres pero... hace tiempo que no los veo.

  • Por qué?

  • No aceptaban mi forma de ser y discutimos.

  • Vaya...

  • Tu estas comprometida no? - la rubia sabía que eso no era asunto suyo pero quería saberlo.

  • No, no estoy comprometida.

  • Entonces...

  • Jajaja, le dije eso a Emilio por que no quería herirlo.

  • Jajaja - la rubia ya estaba mucho mas feliz.

  • Vivo sola... desde siempre - eso lo dijo con algo mas de tristeza.

  • Y tu familia?

  • No... no tengo.

  • Tu trabajo tiene algo que ver? - preguntó la rubia.

  • Si... mis padres murieron cuando quedaron atrapados en un incendio, yo estaba con ellos pero... logré escapar de las llamas - hizo una pausa y sintió como Laura le cogía de la mano por debajo de las mantas - desde aquel día me juré a mi misma que dedicaría el resto de mi vida a luchar contra el fuego...

  • Edel...

  • Cuando ascendía a capitán... mi brigada siempre dijo que tenía el corazón de hielo.

  • Por qué el corazón de hielo?

  • Porque después de lo de mis padre no lloré nunca mas, mi corazón se endureció hasta quedar en hielo y no hubo fuego que lo derritiera.

  • Seguro que has tenido que pasarlo muy mal - ambas miradas se encontraron.

  • Si... pero el tiempo lo cura todo... no?

  • Eso dicen... nunca has pensado en abandonar ese trabajo y dedicarte a algo que no sea tan peligroso?

  • Lo he pensado muchas veces... pero nunca he encontrado una razón para no arriesgar mi vida por la de otros, yo no tengo a nadie, si me voy nadie lo sentirá, pero la gente que puedo salvar seguro que tienen a alguien que los espere.

  • Te equivocas al decir que tu no tienes a nadie y que nadie lo sentirá si te vas... Emilio lo sentiría mucho... y yo también...

Edel apretó la mano de la rubia que ahora la miraba, la morena estuvo a punto de acercarse a ella y abrazarla, pero se contuvo.

  • Gracias Laura - las dos se sonrieron.

  • Será mejor que durmamos.

  • Si.

La rubia apagó la luz dejando la habitación completamente a oscuras.

  • Buenas noches.

  • Buenas noches.

El silencio reinó en la habitación, ambas seguían mirando hacia el techo, ninguna podía dormir. El silencio fue roto por relámpagos y truenos, eso asustó a la rubia y sin pensarlo se agarró al brazo de la morena, su cuerpo comenzó a temblar y Edel lo notó. Sin pensarlo atrajo hacia si a la rubia y la rodeó con sus brazos haciendo que la rubia apoyara su cabeza en el pecho de le morena y la abrazara por la cintura, Laura escondió su cara en su cuello y aspiró para llenarse del aroma de Edel.

  • Perdona... es que no me gustan mucho las tormentas - se disculpó la rubia algo tímida.

  • No te preocupes - la morena la apretó mas contra ella - estas mejor así?

  • Mucho mejor... gracias.

  • Emilio... me ha dicho que te da miedo la noche.

  • Si...

  • Por qué?

  • Siempre me han dado miedo, una vez de pequeña me quede sola bajo una gran tormenta y desde aquel día le cogí mucho miedo.

  • Ahora estoy contigo, yo te cuidaré, no debes tenerle miedo a nada.

  • Lo se... cuando estoy contigo me siento... segura, protegida.

Edel le dió un tierno beso a la rubia en la frente, esta se acurrucó mas en ella y sonrió feliz. Ambas estaban medio dormidas cuando notaron que algo había saltado encima de la cama, abrieron los ojos sobresaltadas y vieron al pequeño Emilio asustado. La morena sonrió feliz.

  • Anda ven aquí.

Le dijo al pequeño señalándole el otro lado libre de su cuerpo. Emilio se metió en la cama y se acurrucó en el otro lado, Edel lo rodeo con su brazo y notó el peso de la cabeza del niño en su hombro. Laura sonrió y le acarició la cabecita con su mano.

  • Edel has cumplido tu promesa - dijo el pequeño susurrando.

  • Qué promesa? - preguntó la rubia.

  • Edel me dijo que te cuidaría esta noche y lo esta haciendo.

  • Si... lo esta haciendo y muy bien - dijo la rubia sonriente - gracias por todo Edel.

  • No me lo tenéis que agradecer, me gusta proteger a las personas que quiero...

Los tres muy abrazados se fueron quedando dormidos, ya no había ni tormenta ni ruidos que les perturbara sus sueños. Ambos estaban felices y muy a gusto. Edel estaba encantada, pero tenía miedo de que su corazón de hielo fuera derritido por el amor que estaba sintiendo por ellos dos.

Eran las ocho de la mañana cuando sonó el despertador. Tres cuerpos se movieron inquietos por el ruido. Laura se acomodó mas sobre el cuerpo de la morena y la abrazó con fuerza. Edel ya estaba despierta, para ella había sido el amanecer mas bonito que había vivido. Abrazó con fuerza a la rubia y la dió pequeños besos en la frente y en la mejilla. A su otro lado estaba Emilio abrazada a ella también, se quedó mirando como la morena le daba besos a su tía y ella sonreía, el sonrió para si y se las quedó mirando. Edel se acercó hasta su oído y le susurró muy suave.

  • Buenos días dormilona, es hora de levantarse.

  • Mmm, solo un ratito mas.

  • Jajaja - rió la morena.

  • Mi tía es una dormilona - dijo Emilio.

  • Ey!, buenos días campeón - la morena le dió un beso al pequeño.

  • Buenos días Dama de Hielo! - el pequeño la abrazó.

Edel volvió a susurrarle al oído a la rubia.

  • Es hora de levantarse.

Despacio la rubia fue abriendo los ojos, una vez se aclaró la vista vio como la morena y el pequeño la miraban sonrientes. Tras ver esa imagen quiso despertar así cada mañana, entre los brazos de la morena junto con su sobrino. Con una gran sonrisa les dio los buenos días.

  • Buenos días.

  • Buenos días - dijeron los dos juntos.

  • Vaya... - la rubia se fijó en que estaba encima de la morena - seguro que no te hemos dejado pegar ojo - dijo ruborizada.

  • Jajaja, tranquila, yo he dormido estupendamente.

  • No tengo ganas de ir a clase - se quejó el pequeño.

  • Y yo no tengo ganas de ir a trabajar - se quejó la rubia también.

  • Pero esto qué es?, vosotros dos ya podéis levantaros - la morena se incorporó y se puso hacer cosquillas a los dos perezosos.

  • Jajajaja!

  • Jajajaja!

  • No pararé hasta que me digáis que estáis deseando ir a una a trabajar y el otro a la escuela.

  • Jajaja, vale!, vale!, estoy deseando ir a trabajar.

  • Jajaja y yo a la escuela!

  • Eso esta mejor - dijo la morena dejándoles de hacer cosquillas.

Laura y Emilio estaban agotados de tanto reír, pero con una mirada cómplice ambos sabían lo que tenían que hacer.

  • Y tu... tienes ganas de ir a trabajar? - preguntó la rubia a la vez que se iba acercando a la morena.

  • Pues claro que si - dijo orgullosa.

  • Seguro? - dijo Emilio.

Edel veía como se acercaban mas a ella, sonrisas pícaras asomaban en los labios de los dos.

  • Ey!, no iréis hacer lo que creo que queréis hacer verdad?

  • Tu que dices Emilio?

  • Yo digo que... a por ella!

Ambos saltaron encima de la morena, empezaron a hacerla cosquillas sin parar, la morena se retorcía de risa debajo de los dos. Siguieron jugando durante un rato. Después los desayunaron los tres juntos entre risas. Parecían una familia de verdad. Los tres ya estaban en la calle, era hora de despedirse.

  • Bueno... pues supongo que ya nos veremos.

  • Si - dijo la rubia con una sonrisa.

  • Gracias por la cena, por el desayuno y bueno... por todo, de verdad nunca había disfrutado tanto.

  • Nosotros tampoco, nos ha encantado que te quedaras a dormir, te hemos cogido como almohada personal - dijo riendo.

  • Jajajaja, a mi también me ha encantado dormir con vosotros.

  • Edel vendrás a dormir otro día?! - preguntó el pequeño entusiasmado.

  • Mmm... no, el próximo día vendréis vosotros a dormir a mi casa - dijo guiñándole un ojo.

  • Biieenn!!

Edel se acercó y le dió un abrazo y un beso.

  • Que tengas un buen día enano.

  • Si! Y tu!

La morena se quedó mirando a Laura, estaba dudosa, no sabía si darle un beso en la mejilla o simplemente marcharse así. Laura no quería irse sin darle un beso, así que esta vez tomó la iniciativa ella. Se acercó hasta la morena y poniéndose de puntillas le dio un beso en la mejilla, la morena se lo devolvió. Las dos se miraron llenas de amor, amor que trataban de ocultar con todas sus fuerzas, pero que cada vez se hacia mas difícil.

  • Que tengáis un buen día los dos - dijo la morena con una sonrisa.

  • Gracias, tu también... y ten cuidado - dijo la rubia.

  • Claro, adiós.

  • Adiós...