Curso nuevo vida nueva (4/4)
3 a 1...
Nerea le roba un beso en los labios a Miriam. Beso que se alarga, aunque sea sólo cosa de labios. Nerea va tomando aire mientras pasa la mano por la cara y el pelo de Miriam. Ésta no se resiste y repite el gesto, cada vez están más juntas y el beso es más intenso. De repente Miriam para pero no se separa demasiado. Se sienten sus alientos mutuamente, con la respiración medio acelerada
M: ¿Qué está pasando?
N: No lo sé… pero me ha gustado… mucho
Nerea sonríe. Una de esas sonrisas que derriten a Miriam. Ésta no puede evitarlo y vuelve a acortar distancia con Nerea. La besa de nuevo, un roce de labios. Se vuelve a separar y mira a Nerea como pidiendo perdón. Nerea se lanza sobre Miriam comiéndole los labios; le tiene muchas ganas. En realidad lleva desde que volvió de las vacaciones, hace dos meses, deseando hacer eso, pero se está dando cuenta ahora. Le está saliendo ahora toda esa represión y lo está dando todo en el beso. Nerea empieza a meter la punta de la lengua en la boca de Miriam, que en ese momento siente como un calambre la recorre de arriba abajo, acabando en su entrepierna y empezándole a mojar la ropa interior. Ante esto reacciona y se inclina sobre Nerea, dejándola recostada sobre el sofá, tomando aire y acelerando el beso. Las dos se mueven al mismo ritmo, con un vaivén. Miriam tiene su mano pasada por el cuello de Nerea, y Nerea recorre la espalda y la cintura de Miriam con sus manos, decidida pero con algo de torpeza provocada por los nervios.
NEREA
Madre de Dios, qué bien besa Miriam, qué labios tiene, que suavidad, que gusto me da que nuestras lenguas estén peleándose mientras nos comemos los labios. Me está ardiendo toda la entrepierna y sólo es un beso. Nunca me podría imaginar que me podría poner tan cachonda el simple hecho de besarme con Miriam.
Miriam apoya todo su cuerpo sobre el de Nerea, se están dejando llevar por la pasión del momento. Nerea empieza a subirle la camiseta para quitársela. Miriam para de repente.
N: ¿Qué pasa? ¿Por qué paras? No pares ahora por favor que me matas… -Hablándose a milímetros de distancia la una de la otra-
M: No, no quiero parar. ¿Vamos a mi cuarto?
N: -Asustada ante tal propuesta. Una cosa es besarse y la otra…- Claro que sí –Sonríe-
M: Nunca te lo he dicho pero me pone un montón tu sonrisa.
N: ¿Ah sí?
Nerea vuelve a sonreir. Coge de la mano a Miriam y van deprisa hacia la habitación. Miriam enciende la luz y Nerea se tumba en la cama boca arriba atrayendo hacia ella a Miriam. Vuelven a besarse, ahora como al principio, muy lentamente, necesitan recobrar un poco de aire. De vez en cuando paran el beso.
M: Besas muy bien.
N: Y mejor que voy a besar como tenga una maestra tan buena como tú.
M: No será para tanto…
Vuelven a besarse. Nerea retoma su tarea de quitarle la camiseta a Miriam. Empiezan a desnudarse entre beso y beso, ya no son sólo en la boca. Miriam ha empezado a besarle el lóbulo de la oreja, detrás de la oreja, también por el cuello, y Nerea la imita. Están empezando a jadear. Se quitan también los sujetadores, y se quedan sólo con las bragas puestas. Miriam está montada a horcajadas sobre la pelvis de Nerea e inclinada hacia ella moviéndose muy lenta y sensualmente. Sigue besándole por la clavícula, le recorre el cuello con la lengua hasta llegar a su boca y se vuelven a besar. Nerea suelta un gemido que queda escondido con el beso. Se incorpora y quedan las dos sentadas con las piernas semiflexionadas, muy cerca la una de la otra, paseando sus manos por el cuerpo de la otra, los hombros, los brazos, el cuello, las piernas, la espalda. Tienen sus pechos tocándose los unos a los otros, sintiendo cada una los pezones de la otra. Se acercan todavía más, hasta que sus pubis se rozan. Sus respiraciones son cada vez más agitadas, más entrecortadas. Se abrazan fuertemente mientras siguen besándose; están sudando. Los gemidos son cada vez más frecuentes, cada vez hay más contacto y más fricción entre sus pubis hasta que llegan al primer orgasmo.
Nerea está temblando, se separa de los labios de Miriam y la tumba en la cama. Se va hacia uno de sus pechos y lo empieza a besar, alrededor de la aureola, en el pezón, le empieza a lamer con mucha suavidad el pezón, luego pasea la lengua por él, se entretiene… mientras le masajea el otro pecho. Miriam no para de suspirar con los ojos cerrados. Está cumpliendo una de las fantasías que tenía desde poco después de conocer a Nerea: acostarse con ella. No se lo acaba de creer. Abre los ojos, quiere cerciorarse de que no es un sueño, y efectivamente, no lo es. Nerea está a la altura de sus pechos comiéndole un pezón. Sonríe y se muerde el labio mientras aprieta la sábana con la mano, para canalizar todo el placer que siente. Pero no aguanta más y en un momento consigue darle la vuelta a la situación para que Nerea vuelva a quedar debajo suyo. Vuelven a besarse un rato largo, compartiendo sus lenguas y jugando con sus labios, chupándoselos, lamiéndolos, y Miriam empieza un camino con la lengua desde la boca de Nerea, recorriendo su cuello de arriba abajo, pasando por el canalillo, y siguiendo por la barriga. El abdomen de Nerea se contrae como reflejo del contacto de la lengua con esa zona de su cuerpo. Su entrepierna empieza a caldearse otra vez, previendo lo que está a punto de suceder. Miriam le quita las braguitas de un plumazo.
M: Joder, están superhúmedas.
N: Culpa tuya.
M: Ya… las mías están igual.
N: No hables tanto y sigue por favor.
Miriam le pasa de repente la lengua por toda la entrepierna a Nerea, que suelta un gemido imposible de disimular, agarrando las sábanas con las dos manos. Miriam vuelve a hacerlo, y Nerea arquea su cuerpo, gimiendo otra vez. Su cuerpo está brillante, cubierto de sudor. Miriam se concentra ahora en el clítoris, estimulándolo con la lengua, haciendo diversos movimientos. La respiración de Nerea se agita cada vez más, está dando un espectáculo sonoro a todo el vecindario; se muerde el labio para reprimir los gemidos, pero Miriam no para de lamerle el clítoris, hasta que Nerea arquea exageradamente su espalda y suelta un grito orgásmico.
Después de esto, Miriam sube inmediatamente a su boca para volver a besarla, pero poco a poco le va dando la vuelta para ponerla boca abajo. Le besa con mucha delicadeza toda las partes posibles de la oreja, detrás del lóbulo, en el cuello, la nuca, y toda la columna de principio a fin. Cuando llega al final de la espalda, le busca la vagina con sus dedos y mientras vuelve a besarle el cuello muy lentamente, medio recostada sobre ella, le empieza a meter un dedo en la vagina. Nota como se contrae y como se le escapa un pequeño gemido. Realmente no le ha costado nada, así que lo saca y mete dos. Repite ese gesto cada vez con más seguridad y firmeza, mientras con la otra mano le acaricia el pelo y la espalda. Nerea tiene los ojos cerrados. Está disfrutando como nunca. Con Alberto nunca había experimentado todo esto, el sexo con él era mucho más tradicional y, por qué no decirlo, aburrido. Después de llegar al tercer orgasmo de la noche, Nerea quiso complacer a Miriam, pero ésta no se dejó.
M: ¿No quieres dormir un poco? Son las cuatro…
N: ¿Las cuatro ya?? No me lo puedo creer… se me ha pasado todo este tiempo volando.
M: Y a mí… Habría que dormir un poco, ¿no?
N: Pero… ¿y tú qué? Yo he tenido tres orgasmos y tú… yo no…
M: Yo nada, y tú tampoco. Otro día ya saldamos cuentas. Si quieres, claro.
N: Sí, creo que sí que voy a querer. Esto de tener clases hasta tarde no va a estar tan mal.
Y con esto mostró la última sonrisa de la noche. Se durmieron la una frente a la otra, acariciándose sus cuerpos y con las piernas medio entrelazadas.
Efectivamente, esa fue la primera de varias veces que Nerea se quedó a cenar y a “dormir” a casa de Miriam. Llevaban esto como un juego, del que habían acordado una serie de normas, para que no se estropeara a base de mal entendidos. Nerea había descubierto su bisexualidad, la había aceptado, y lo primero que hizo al respecto fue romper con Alberto. No tenía una relación cerrada con Miriam ni mucho menos, pero prefería no estar con nadie fijo antes que engañar a Alberto todas las semanas, era demasiado bueno como para merecerse eso.
Muchas gracias por haber llegado hasta aquí. Hacía tiempo que me apetecía escribir algo así, y por fin estos días he encontrado un hueco. Muchas gracias por los comentarios, de antemano! jajaja.