Curso Militar; virginidad (Capitulo 1)

Este es un conjunto de historias que viví yo, Dalia, una mujer transgenero a mis 18 años en un curso de hombres.

Este es un conjunto de historias que viví yo, Dalia, una mujer transgenero a mis 18 años en un curso de hombres.

Hola que tal, mi nombre es Dalia y el día de hoy vengo a contarles un conjunto de historias sexuales en un curso de verano de dos meses al cual asistí.

Todo comienza cuando mi padre tuvo que salir fuera durante las vacaciones de verano, por lo cual decidió que sería buena idea enviarme a un curso de verano para no dejarme sola en casa. Cierto día escuchó sobre un curso-campamento militar de dos meses, por lo cual le pareció buena idea enviarme.

el único problema es que soy una mujer transgenero, por lo cual no tenía idea de con quién me mandarían, al saber que iría a un grupo de hombres mi primera reacción fue negarme rotundamente a ir, no tenía ni una idea de lo que me perdía si no iba.

En ese entonces acababa de cumplir mis 18 años, soy de piel clara, cabello largo castaño y ondulado, complexión delgada pero un trasero de buen tamaño por el ejercicio principalmente, me encontraba bastante nerviosa del que fueran a pensar todos al verme llegar ahí, pero aún peor, tenía el miedo de que quisieran que me cortara el cabello.

Llegué ahí acompañada de mi padre y con mis dos maletas, este curso era algo diferente, pues estaba ubicado en una zona rural, donde el grupo era muy pequeño, éramos unos 25 en total, nosotros éramos la sección 23, al llegar ahí fuimos directo a hablar con el prefecto encargado de esta sección, a lo cual alcancé a escuchar desde afuera como mi padre le comentaba al prefecto "se llama Daniel, es mi hijo"

Era una situación de verdad incomoda porque sumado a esto llegué una semana tarde, todo esto sucedía mientras yo esperaba sentada afuera, viendo a mis compañeros jugando fútbol en una cancha, aún no se daban cuenta de mi presencia, seguía escuchando la plática del prefecto con mi padre, el cual decía que esperaba que no fuera a haber problema con mis compañeros.

"Muy bien Daniel, vamos a que lleves tus cosas a tu cuarto" me dijo el prefecto, era demasiado incómodo que me llamaran por ese nombre, pero no tenía valor de reclamar, esperaba pasar como un chico con el cabello largo, durante el camino me advirtió que si algún compañero comenzaba a molestar podía reportarlo con toda confianza con el.

"Este va ser tu cuarto, muchachos el es su compañero Daniel, no quiero llevaderas porfavor"

Dentro de esa habitación habían dos hombres, ellos eran Said y Leo.

Comenzaré por describir a Said; era un chico de unos 19 años, de piel morena, corte de cabello militar, complexión fuerte y robusta, tenía algo de vello facial, no mucho porque lo rasuraba, tenía una musculatura bastante buena para un hombre 19 años, estaba muy bien desarrollado. La verdad mentiría si dijera que él no me ponía caliente y nerviosa, un macho de esas características era simplemente irresistible.

También estaba Leonardo; el era un chico de piel blanca, cabello color negro, complexión delgada, era más alto que Said y yo, quizá 1.80, tenía unos 18 años, tenía poco vello facial, el era un chico más relajado por lo cual el desde el principio me pareció alguien en quien podría confiar.

"Puedes poner tus cosas ahí, Daniel, no?" Me preguntó Said, a lo cual le agradecí apenada, esto sucedía mientras ambos intentaban descifrar la verdad sobre mi, sus miradas lo delataban, sin embargo fuimos interrumpidos por uno de los sargentos el cual nos dió indicaciones de ir al patio.

Al llegar ahí la incomodidad se intensificó al 1000%, pues era muy evidente mi presencia entre puros puros varones, esto es algo que hasta uno de los militares notó; "señorita, creo que se equivocó, esta sección es de varones", sin embargo otro de los sargentos tuvo que acercarse a explicarle que me llamo Daniel, hubo algunas risas.

En ese campamento nuestras principales actividades eran hacer ejercicio, jugar deportes, además de hacer limpieza y disciplina, no tuvo que pasar mucho tiempo para que yo notara que Said y Leo eran mejores amigos, después de todo dormíamos en la misma habitación.

Ellos constantemente me hacían preguntas, principalmente les daba curiosidad mi cabello, era difícil que se tragaran el cuento de que soy metalero porque mis facciones andróginas y cuerpo delicado delataba que había algo ahí, al ser algo tímida no me atreví desde un principio a confesar que soy Dalia, una mujer transgenero, ellos creían que sólo era un chico afeminado de cabello largo que por fortuna no me obligaron a cortar.

Después de algunos días de convivencia con todos los chicos me di cuenta que la gran mayoría se conocía de años, pues todas las vacaciones de verano se inscribían al curso año tras año, eso explica porque Leonardo y Said eran tan buenos amigos, llevaban años conociéndose. Era bastante curiosa la situación que estaba viviendo, pues a fin de cuentas era una mujer conviviendo con muchos hombres, me acostumbré a las bromas sexuales, groserías y demás cosas, era bastante curioso que me hayan mandado al curso de hombres para evitar que sucedieran cosas sexuales si me mandaban con las chicas (cosa que de ninguna manera iba a suceder) todo esto sin darse cuenta que al mandarme con varones había un 100% de probabilidades de que tuviera actividad sexual con algunos.

La verdad nunca he sido muy fanática de los deportes, y esto además de que los hombres suelen jugar bastante rudo hacía que me diera un tanto de miedo jugar, así que evitaba el balón lo más posible, en uno de esos juegos sucedió algo peculiar, David, otro de los chicos del campamento dijo lo siguiente; " ahí!, Pásaselo a la muñeca" esto refiriéndose a mi, a lo cual Said le respondió; "no mames wey, no te pases de verga con el" aunque siendo totalmente honesta a mi no me disgustaba que me llamaran de esa manera.

Ahí fue cuando descubrí que mi apodo era "La muñeca" bastante bueno la verdad, me gustaba. Usar las duchas era un arma de doble filo, pues por un lado tenía a la vista un festín de machos desnudos por todas partes, pero entrar a bañarme con ellos significaba que tendrían que verme desnuda a mi también, y mi cuerpo modificado por mi rutina de ejercicio (principalmente mis piernas, glúteos y cintura) más mi cabello largo y mis rasgos andróginos hacía que las diferencias entre ellos y yo fueran evidentes, me sentiría demasiado expuesta al estar desnuda rodeada del género opuesto. Normalmente solía esperar afuera a que todos salieran de bañar para poder entrar yo, por lo que podía verlos con las toallas amarradas a la cintura y el torso desnudo, que debido al ejercicio algunos estaban muy bien marcados.

Al entrar ahí estaba todo lleno de vapor y con olor a testosterona, me sentía como la zorra más sucia por desear tanto el tener acción con mis compañeros, pero esto era debido a que en ese entonces era bastante inocente y no había perdido mi virginidad como tal, pues en el pasado nunca pasé de toqueteos, no tenía una idea de todas las historias que viviría ahí.

Entre las cosas que cargué en mi equipaje eran blusas, pants, shorts, suéteres, tenis, maquillaje y mi ropa interior, y debido a que nosotros debíamos lavar nuestra propia ropa todos los sábados en la mañana ese era otro problema, que todos ellos fueran a ver mis pantys o brasieres, principalmente bralettes (brasier sin Barillas ni copa, como una especie de corpiño pero más sensual y para una mujer adulta). De nuevo me tocaba esperar hasta el final para usar las máquinas lavadoras y secadoras.

Los primeros días no solía maquillarme, pero conforme fui entrando más en confianza comencé a usar maquillaje en polvo, rímel y rubor, lo cual solo hacía más evidente mi feminidad, pues a fin de cuentas era eso lo que quería, también comencé a usar shorts más seguido para jugar fútbol, Las miradas de mis compañeros hacia mis glúteos eran tan evidentes que podía hasta sentirlas, algunos solo se quedaban callados mirando, mientras que otros soltaban chiflidos, a final no tenía competencia alguna en ese lugar.

Said, como todo macho le encantaba hablar de sexo, seguido nos contaba sus hazañas sexuales con mujeres a Leonardo y a mí, recuerdo la madrugada en la que le confesé mi transexualidad y mi próximo nombre "Dalia" a lo cual vinieron un sin fin de preguntas; "entonces te vas a operar?, Estas tomando hormonas?, Que te dijo tu papá?, Entonces te gusta que te lo metan?, Eres virgen?, Me vas a dejar agarrarte las tetas cuando te las operes? (Lo dijo en tono de broma aunque entre broma y broma la verdad se asoma). Said no podía creer que yo siguiera siendo virgen aún, lo que él no sabía era que estaba dispuesta a dejarlo ser el primero.

Cierto día mientras me encontraba frente al espejo de los baños el entró, pude ver por el reflejo que estaba mirando mi trasero; "y cómo le haces para tener el culo así?" Solo respondí con risas, "no vas a durar virgen mucho tiempo así" era eso una invitación??.

Sin duda alguna el momento que más esperaba durante todo el día era la hora de ir a dormir, pues mientras Leonardo estaba dormido en la litera de arriba, Said se pasaba a mí cama para seguir hablando de sexo, esa noche estaba contándome que llevaba casi dos meses sin tener relaciones sexuales, por lo cual se encontraba algo urgido, a lo cual mi hizo una pregunta que me aceleró el corazón, pues el quería que lo dejara meter su mano en mi ropa interior para tocar mi culo con el pretexto de que era la única mujer aquí, a lo cual solo acepté si él me permitía agarrar su pene, aceptó.

Nos encontrábamos los dos en mi cama, con una cobija encima, con el miedo de que Leonardo despertara o que alguien enterase a la habitación, pero el deseo sexual era más grande, Said fué deslizando su fuerte y algo aspera mano por la suave y blanca piel de mi trasero, hasta que llegó a mi ano, no tenía la más mínima idea de que esa zona de mi cuerpo podía ser tan sensible, pues debido a la saliva que Said puso en sus dedos pude sentir ese cambio de temperatura en mi cuerpo, y sentir como esa zona se iba relajando lentamente para que Said entrara si así lo quería.

Por mi parte metí mi mano abajo de su camiseta, desde luego que deseaba tocar ese fuerte abdomen moreno, al ir bajando me di cuenta que Said tenía mucho vello, lo cual me prendía más de lo que ya estaba por el hecho de tener su mano casi adentro de mi ano, al bajar me encontré con su miembro duro, erecto y caliente, listo para usarlo conmigo, le cálculo unos 17 cm de carne caliente y gruesa que me iban a arrebatar mi inocencia, estaba a punto de comprender el significado de ser hembra.

"Tu quieres ser mujer no? Pues yo puedo hacerte mujer ahorita" fueron las palabras que salieron de su gruesa voz, a lo cual después de esto me volteé boca arriba y el ya sin camisa se posó encima de mí, su voz gruesa, músculos enormes y cara de deseo lo hacían ver totalmente dominante, me sentí un poco asustada e indefensa de estar abajo, con el tiempo comprendería que mi lugar siempre fué ahí.

Después de quitarme la blusa se encontró con mi bralette, el cual por sus ojos le fascinó, después de desabrocharlo me dijo lo siguiente; " a las morras les gusta esto" después de sus palabras comenzó a chuparme los pechos, algo que ningún hombre me había hecho jamás, por lo cual no tenía ni una idea del placer que me podía provocar. Su barba picaba en mi piel pero no me importaba, fué aquí donde mi di cuenta de la experiencia que tenía Said, pues no estaba solo succionando mi pezón y ya, sabía perfectamente como usar su lengua, succionaba con la fuerza suficiente para hacerme jadear pero sin lastimarme, la sensación era demasiado intensa, desde ese momento comencé a amar esa zona de mi cuerpo y volverla una parte esencial de mi sexualidad.

Era hora de desnudarnos completamente, por lo cual estaba temblando de miedo, pues nunca nadie me había visto así, Said estaba totalmente desnudo parado frente a la cama, su fortaleza lo hacía demasiado imponente, algo que sexualmente me excitaba demasiado, no había ningún rincón de su cuerpo que no fuese poderoso, la cereza del pastel era su gigantesco miembro viril listo para ser el primero en adentrarse en mi culo por primera vez.

Yo por mi parte estaba sentada en la cama, quitándome mi panty rosa al suelo, debido a la posición en que estaba sentada mi trasero Lucía aún más grande de lo que era, Said se acostó boca arriba, me subí encima de él y comenzamos a hacer mi primer 69, en un principio me sentía un poquito nerviosa pues ningún hombre había metido su cara en mi culo jamás, Said no estaba dispuesto a esperar más, y como un animal hambriento comenzó a dar lengüetazos en mi ano, uno de los placeres más intensos que jamás había experimentado.

Era mi turno de devolverle el placer, temblorosa por tenerlo atrás atragantandose mi ano me acerque a su pene, al cual comencé a lamer la cabeza, Said gruñía del placer sin sacar su cara de mi trasero en ningún momento, comencé a meter todo su miembro en mi boca cómo lo llegué a ver en algunos vídeos porno, pero era difícil recordar, pues Said no dejaba de tratar de meter su lengua adentro de mi cuerpo a través de mi culo, era obvio que yo no era la primera mujer en su vida.

Cuando terminamos esa posición era hora de comenzar a aparearnos de verdad, porque eso éramos, dos animales deseosos de copular, puso una almohada abajo de mi culo para que estuviera un poco más arriba, abrió mis piernas y se posó ahí en medio, no sin antes subir a besarme desesperadamente, besar y chupar mi cuello, lo cual me erizó la piel y por último lamer mis pechos de nuevo, era hora de dejar de ser niña, porque un hombre iba a volverme su mujer por primera vez, un auténtico semental.

Ese hombre era Said, quien ya estaba al 100% de excitación y solo estaba esperando el momento, comenzó a buscar mi entrada con la cabeza de su pene, cuando la encontró comenzó a empujar toda su virilidad adentro de mi cuerpo, lo cual dolió, pues era la primera vez que mi cuerpo recibía un pene, pero la excitación era un millón de veces más intensa que me limité solo a gemir para demostrarle a Said el buen trabajo que estaba haciendo, sin embargo me tapó la boca porque podrían escucharnos.

Una vez que todo su miembro había entrado en mí y que sus huevos estaban tocándome comenzaron las embestidas, Como ya lo había dicho antes Said tenía muchísima fuerza, y esto sumado a que yo era muy delgada le hacía más fácil tener el control absoluto de la situación, estaba siendo dominada por el, el podía hacer todo lo que quisiera y no había manera en que yo pudiera detenerlo, esa agresividad masculina me prendía tanto, el tan solo estaba metiendo y sacando su miembro de mi culo, tratando de llegar lo más profundo que pudiera dentro de mi, como si me estuviese marcando como suya.

Desde ese día supe lo que significaba estar con un hombre, Said me lo dejaba claro tras cada potente inserción de su miembro en mi culo, lo hacía con tanta fuerza que estaba sudando bastante, el sudor recorría su poderoso cuerpo y caía sobre mí, ese olor a macho, testosterona y semen se me estaba impregnando, llegó el momento de cambiar de posición, entonces me puso de perrito, por lo cual pude ver en el espejo que había enfrente todo lo que sucedía, Said arriba de mi, haciendo movimientos pelvicos para seguir penetrándome y yo abajo de el, como perra en celo a punto de ser inceminada, la cama rechinaba algo fuerte por los movimientos de mi hombre, el cual terminó por eyacular adentro de mí, recibí una caliente inyección de semen que me hizo darme cuenta que a partir de ese momento ya era Mujer.

Esa noche Said durmió sudando con solo sus boxers puestos, y yo dormí con su semen adentro de mi cuerpo y con olor a macho.

Continuará....