Curso en Madrid

Como conocí a Rosa cuando estuve haciendo un curso en Madrid.

Buenas a tod@s!

Gracias a los que leísteis mi primer relato, espero que os gustase.

Hoy os explico otra aventura sexual que tuve, esta vez en Madrid. Me tocó ir 3 días por motivos laborales, ya que mi empresa me pagaba un curso relacionado con telecomunicaciones para la instalación de unos equipos que se habían puesto a la venta en el mercado recientemente y el curso solo se impartía allí, la empresa que daba los cursos no tenía planificado impartirlos en Barcelona. En aquella época yo había conocido por internet a una chica llamada Rosa, llevábamos alrededor de un año hablando y, por un motivo u otro, jamás nos habíamos visto aunque en varias ocasiones habíamos hablado de que uno de los dos se desplazase un fin de semana a la ciudad del otro para vernos. Así que aproveché la ocasión y el segundo día la llamé y quedamos en vernos cuando acabase el cursillo por la trde, sobre las 6.

Nos encontramos cerca del parque del Retiro. Ella es una chica rellenita, pero de ese tipo de gente que sabe llevar bien esos kilos de más, y además preciosa: una carita lisa y suave, nariz redonda, unos ojazos negros y pelo rizado también negro por los hombros. Además siempre sonreía, lo cual la hacía mucho más agradable.

Dimos unas vueltas por Madrid, me enseñó unos cuantos lugares de su ciudad, fuimos de tapas y sobre las 12 me preguntó si podía quedarse en el hotel a dormir conmigo, y yo acepté con gusto.

Llegamos a la habitación y nos tumbamos en la cama ya que habíamos estado andando durante bastantes horas, hablamos de unas cuantas tonterías y finalmente, sin venir demasiado a cuento, nos empezamos a besar. Me encantaba como besaba, tenía unos labios ligeramente carnosos que invitaban a ser mordidos, se los atrapaba con los dientes y les pasaba la lengua ligeramente por encima, y ella después me volvía a besar, pasaba su lengua por mi cuello y me tocaba todo el cuerpo con sus manos con ansia.

La frené un momento y le dije que iba a dejar la ropa, como nos habíamos tumbado nada más llegar aún tenía encima mi cartera, el móvil y alguna que otra cosa que llevaba en los bolsillos, así que me puse de pié, me acerqué a una pequeña mesa y mientras dejaba las cosas ella se acercó a mi sin que me diese cuenta y se puso justo detrás de mi. Me giré sonriendo, nos volvimos a besar y ella se puso de rodillas. Me bajó los pantalones con rapidez y empezó a hacerme una mamada mirándome con su sonrisa habitual. La chupaba magníficamente bien, movía su cabeza adelante y atrás tragándose todo mi rabo, pasaba sus manos por el lateral de mi cuerpo haciendo un ligero masaje, en algún momento acariciaba mis huevos, tocaba mis piernas... sensacional. Yo fui quitándome la ropa como podía y ella hizo lo propio aún de rodillas. Se levantó, nos volvimos a besar y nos acercamos a la cama.

Entonces se volvió a pone de rodillas, esta vez al pié de la cama, y volvió a chuparme la polla. La cogía con una mano y lamía el capullo metiéndolo totalmente en su boca y subiendo y bajando su mano lentamente por mi rabo. Paró, me miró y me dijo

Rosa: ¿Alguna vez te han tocado el culo?

Yo: No, nunca, pero debe ser molesto ¿No?

R: Si te escuece es porque la que te lo hace no sabe...

Sonrió pícaramente y empezó a pasar su mano por mis huevos, bajando por la zona del perineo y llegando a mis nalgas. Me las masajeó con una mano mientras que con la otra seguía aguantando mi polla y se la metía en la boca. En cada intento se la metía más profundamente en la garganta y yo me deleitaba viendo como lo hacía. Entonces dejó el masaje y pasó a mover un dedo hacia mi culo y empezó a moverlo haciendo círculos. No se puede decir que me desagradase pero tampoco me provocaba nada especial. Siguió con la mamada poco rato más y entonces se incorporó y sin mediar palabra empezó a moverme con sus manos dándome a entender que me girase. Me di la vuelta, ella me subió la cadera con sus manos hasta dejarme con el culo en pompa y entonces separó mis nalgas y empezó a lamerme el ojete; su lengua daba vueltas, intentaba introducirse dentro de mi culo, salia y volvía a lamer alrededor del agujero, bajaba hasta mi perineo y subía de nuevo para repetir el proceso. Sacó una mano de mis nalgas y me cogió la polla para volver a pajearme, esta vez como si me ordeñase. En ese momento pensaba que me corría, la mezcla de cosquilleo placentero unida al placer que me daba con su mano junto al morbo de la situación, totalmente nueva para mi y que nunca me habría imaginado me estaban haciendo llegar al borde del orgasmo. Yo solo podía gemir ya que en esa posición estaba totalmente a su merced y tampoco podía tocarla de ninguna manera para devolverla el placer que me daba. Al cabo de un rato volvió a moverme silenciosamente para tumbarme de nuevo y seguir comiéndome la polla. La paré diciendo "Quieta que me voy a correr, la noche es larga". Sonreímos, nos morreamos lascivamente y entonces yo pasé a la acción; era mi turno y quería devolverle todo el placer que me había dado así que la tumbé en la cama, cogí sus piernas por la parte posterior de las rodillas y se las levanté, y en esta posición enterré mi cabeza en su coño. Lo chupé, lo saboreé, pasé mi lengua por su clítoris, chupé sus labios bajando primero por uno y subiendo por otro para acto seguido meter mi lengua lo más profundamente que podía. Tras un rato así empecé también a jugar con mi lengua en su culo, igual que había hecho ella pero estando ella tumbada. Seguimos así un rato, turnándonos, poniéndose ella encima mio a ratos, a ratos estando tumbados los dos haciendo un 69 tumbados, me puse encima de ella y empezamos a follar, luego la puse a cuatro patas y me la follé en esta posición, cogiéndola de sus grandes nalgas, con fuerza, luego se la sacó y me la volvió a chupar, esta vez estando ella sentada en la cama y yo de pie... cambiábamos cada poco rato, volvía a ponerla a 4 patas para seguir follándomela en esta postura, parábamos, me agachaba, abría sus nalgas y le chupaba el ojete y el coño para volver a subir y seguir follándomela en la misma postura... estuvimos fácilmente 2 horas probando todas las posturas y practicando sexo oral alternativamente.

Finalmente conseguí que se corriese en un momento que estábamos tumbados, besándonos con más lujuria que pasión, y empecé a tocar su coño como suelo hacerlo: primero tocando su clítoris con el índice o el dedo medio, frotando en círculos, para luego pasar a meter uno o dos dedos en su coño y seguir trabajando su clítoris con el pulgar. Ella no paraba de gemir, le mordía el cuello y metí otro dedo más en su coño, penetrándola con la mano como si fuese una polla. Como vi que cada vez gemía con más fuerza pasé a meter 4 dedos y a mover mi mano con más velocidad mientras frotaba su clítoris como podía hasta que finalmente se corrió.

Nos quedamos tumbados un rato boca arriba, sudando, intentando recuperarnos un poco.

Rosa: Joder, ¿Que querías? ¿Matarme? - Dijo sonriendo

Yo: ¿No te lo has pasado bien?

R: Jaja claro que sí, me ha encantado, pero yo no soy de aguantar tanto rato, estoy agotada.

Y: Bueno, yo quería que te corrieses.

R: Y lo has conseguido, pero ahora te toca a ti

Dijo mirándome y sonriendo, y acto seguido se puso encima mio de nuevo, entre mis piernas, para seguir chupándome la polla aunque esta vez la veía más cansada (normal después de la sesión que nos habíamos dado) así que me la empecé a menear mientras ella me la chupaba para agilizar. Aún así ella volvió a meter su mano por debajo y volvió a jugar con mi culo, esta vez metiendo un poco más su dedo, y esta vez sí que me gustó más; le debía haber cogido el gusto cuando jugó con su lengua por esa zona. Me corrí pasados dos o tres minutos en su cara y en su boca, me quedé muerto encima de la cama mientras ella se limpiaba y a los pocos minutos ya estábamos abrazados y durmiendo, agotados.

Al día siguiente nos despertamos justos de tiempo, reventados de la paliza de la noche anterior. Nos duchamos juntos, cosa que hubiésemos hecho igual si hubiésemos tenido más tiempo, nos vestimos y dejamos el hotel. Nos despedimos y desde entonces no la he vuelto a ver en persona, aunque mantenemos el contacto y hablamos con frecuencia.