Cursillo de verano con adolescentes (2)

Sigue la historia, ahora empieza a complicarse, y más sexo.

CURSILLO DE VERANO CON ADOLESCENTES (2ª Parte)

Antes de leer este relato recomiendo leer la primera entrega para conocer a los personajes y la situación. Os dejo con el relato.

Tras aquella sensacional noche junto con Migue, desperté al día siguiente temprano. El chico dormía a mi lado y nada más despertar me quedé mirándolo un buen rato. Era realmente un ángel. No sabía qué iba a suceder a partir de aquel momento, pero presentía que todo había cambiado aquella noche, que Migue no iba a ser un simple rollo en mi vida, pese a que tenía un montón de dudas de cómo afrontar aquello. De hecho ni siquiera sabía si yo era alguien especial para él o si él seguía pillado por aquel chico del que me había hablado la noche anterior y lo nuestro había sido solo fruto de un calentón o una confusión.

Me levanté y decidí darme un buen baño para relajarme. Era temprano y aún tenía tiempo antes del desayuno. Me metí en el agua tibia y sentí un gran alivio. Había sudado mucho aquella noche con el chavalín. Me relajé un rato cuando oí la puerta del baño abrirse. Migue entró con una cara de sueño colosal. Estaba para comérselo. Me quedé mirando su precioso cuerpo, aquel cuerpo que había sido mío esa noche. Le di los buenos días, y él también a mí, sonriéndome. Como la bañera era bastante grande le invité a entrar conmigo, a lo que aceptó encantado. Abrí mis piernas y se tumbó recostándose sobre mi cuerpo, de manera que su pelo quedaba en mi pecho. Qué sensación volver a notar su cuerpo desnudo pegado al mío. Le eché agua por la cabeza y por su pecho y le di un beso en la mejilla. Estuvimos hablando de lo maravillosa que había sido la noche, no cabía duda de que para él también había significado algo. Estuvimos hablando de qué les diríamos a Álvaro y Nacho cuando preguntaran por qué no había vuelto a dormir a la habitación. Les diría que nos quedamos hablando y bebiendo otra cerveza y que para no molestarles se había quedado a dormir en la otra cama de mi habitación. Yo seguía teniendo una duda sobre lo que Migue me contó la noche anterior, así que me lancé a preguntar.

  • Oye, ayer no te pregunté, pero ¿puedo saber quién es ese chico que te tenía deprimido con el que habías estado de rollo? ¿Lo conozco?

  • Bueno, te lo digo – me respondió mientras me acariciaba la pierna -. Sí que lo conoces, pero prométeme que no le dirás nada a él ni a nadie.

  • Tío, ¿todavía no confías en mí?

  • Es Álvaro.

No pude evitar que mi polla diera un pequeño respingo. Mi otro alumno adolescente, uno de los chicos más guapos que conozco y con el que había soñado muchas veces mientras me pajeaba también se enrollaba con chicos. La imagen de Migue y Álvaro juntos se me pasó por la cabeza volviéndome loco. Me dijo que después de lo de anoche Álvaro ya no le importaba, que no me preocupara. Cuando se hizo la hora salimos de la bañera, nos secamos, nos vestimos y bajamos a desayunar.

La mañana transcurrió con normalidad. Las clases con los pequeñajos fueron entretenidas, aunque me apetecía más darles clase a Álvaro y Migue. Cuando llegó Álvaro noté que me sonreía mucho. Mientras tocaba yo no podía evitar imaginármelo en situaciones calientes. Tenía un cuerpazo increíble, y unas piernas maravillosas y sin apenas nada de vello. Para tener 15 años estaba algo marcadito, un pelín, y eso lo hacía perfecto. Era cierto que yo empezaba a sentir algo por Migue, pero no podía evitar sentir una gran calentura mirando a Álvaro, y más ahora que sabía cosas nuevas de él. Cuando Álvaro acabó llegó la última clase, la de Migue. Se me hacía un poco extraño recuperar el rol de profe – alumno entre él y yo, pero era lo que tocaba. Durante un rato me tocaba enseñarle a tocar la trompeta, después de eso ya vendría lo demás, la obligación es la obligación. No obstante la clase fue como más cercana, se notaba lo que había pasado entre nosotros, había muchas miradas pícaras, muchas sonrisas entre nosotros. Migue tocó maravillosamente ese día, nada que ver con la desastrosa clase del día anterior. Era evidente que se había librado de la tristeza que tenía encima y que ahora estaba feliz y además como emocionado. Me alegró ser la causa de eso. Mirando su cuerpo y sus piernas no pude evitar pensar en que quería volver a pasar la noche con él y hacerle de nuevo el amor. Cuando terminó la clase Migue recogió su trompeta y antes de irse se acercó a mí y me dio un beso rápido, no fuera que entrara alguien y nos pillara.

Cuando acabaron las clases fuimos todos, profes y alumnos a la piscina antes de comer. Yo ese día me metí en la piscina, aunque normalmente me gusta más quedarme tomando el sol y disfrutando de una cerveza. Estuvimos bañándonos y de broma con los alumnos, el ambiente era muy agradable y divertido. Tonteando nos pusimos a jugar a hundirnos en el agua unos a otros. Lo hacíamos Álvaro, Migue, Nacho y yo, y también Marcos, el profesor de saxo con el que tengo una gran amistad y al que conozco desde que éramos pequeños. Nos hundíamos unos a otros alternativamente, y después nos vengábamos del que nos había hundido, así que no parábamos. Empecé a notar que Álvaro venía mucho a por mí. Me hundía a traición, y después, claro, me tocaba a mí devolvérsela. Lo que me empezó a llamar la atención fue que cada vez que venía a por mí aprovechaba para tener el máximo contacto posible con mi cuerpo, más incluso del que se necesita para hundir a alguien. De vez en cuando, en el forcejeo me rozaba el culo. Al principio lo atribuí a algo accidental, ya que también yo había rozado algún culo y paquete en el juego de hundir a los demás, pero empezó a ser más y más evidente cada vez. Me empezó a rozar también el paquete, hacia movimientos como forzando esos roces, movimientos que no favorecían en realidad nada su supuesta labor de hundirme. No pude evitar que se me pusiera la polla durísima, y por lo que pude ver en una de las veces en que me hundí y abrí los ojos bajo el agua, él también tenía una erección de campeonato. Aquello se estaba desmadrando, cada vez me rozaba más el culo y el paquete, ya más que roces era sobeteos, y no podían atribuirse a accidentes, y cada vez pegaba más su cuerpo al mío y trataba de acercarse más. En una de esas pasó descaradamente su mano por mis huevos y mi polla dura y después me miró con una sonrisa maliciosa total. Aquel cabrón estaba yendo a por mí. Me di cuenta de que Migue nos miraba a veces con cara seria, aquel jueguecito que me traía con Álvaro (o mejor dicho que traía él conmigo) no le estaba haciendo ninguna gracia. Probablemente después de lo ocurrido entre nosotros Migue esperaría que estuviera muy encima de él. De hecho eso era exactamente lo que yo quería hacer, pero no se qué me pasó, no pude evitar seguirle un poco el juego a Álvaro, me estaba poniendo a mil con sus roces y sobeteos, y más sabiendo que también le gustaban los chicos. Llegó a la hora de comer y tuvimos que marcharnos de la piscina. Álvaro me había sobado de arriba a bajo, y dicho sea de paso, yo también a él.

Fuimos a comer y me senté en la mesa de los profes. Álvaro, Migue y Nacho se sentaron con otros chicos entre 14 y 17. Durante la comida a veces miraba hacia su mesa y me encontraba con que Álvaro me miraba y me sonreía con picardía, o me guiñaba un ojo, mientras que Migue me miraba seriamente. Sin duda estaba algo ofendido por mis jueguecitos de la piscina. Supongo que habría sentido un pinchazo de celos al ver al chico con el que había estado enrollado algunos meses y al chico con el que había pasado la noche jugueteando en el agua. Después de comer intentaría hablar con él y decirle que sólo estábamos hundiéndonos y que era él el único que me importaba. Al acabar de comer me engancharon los organizadores junto con otros profesores para organizar unas actividades para la noche. Cuando acabé iba a ir a buscar a Migue pero me dijeron que se habían llevado a los chicos al pueblo a ver un concierto, con lo cual me quedé sin hablar con él. Ya por la noche hicimos las actividades que teníamos programadas, que estaban sobretodo orientadas a los más peques y en cuanto pude me escapé para ir a buscar a los chavales. Fui hasta el pasillo donde dormían ellos y le pregunté a un chico que tocaba el clarinete si había visto a Migue. Me contestó que le habían dicho que estaban cansados y se habían metido ya en la habitación. Yo maldije a los que me habían enganchado para preparar las actividades. Había perdido la oportunidad de hablar con Migue, y lo que era más importante, la oportunidad de pasar la noche con él. Seguramente ahora se pensaría que para mí sólo había sido un polvo de una noche, que no era importante para mí seguir haciéndole caso. Y más después de haber pasado todo el rato en la piscina pegado a Álvaro.

Me marché de allí pensando en todas esas cosas y me fui a dar una vuelta por los alrededores de la residencia, por los senderos de la montaña por los que había luz. Esperaba tener la oportunidad de poder arreglarlo todo al día siguiente. Si hacía falta utilizaría el tiempo de la clase con Migue para hablar con él, pero no podía permitir que lo que habíamos empezado se rompiera. Caminando me alejé un poco del sendero y me fui a una zona un poco más oscura. Me senté sobre una roca mientras le daba vueltas a todo. De repente sentí que alguien se acercaba a mí.

En un primer momento pensé que sería Marcos o algún otro de los profes que también estaban dando una vuelta, pero pronto me di cuenta de que era mi alumno Álvaro.

  • ¡Eh, Iván!

  • ¿Qué haces tú aquí? – le pregunté

  • Na, que estos tenían sueño, pero yo no podía dormir y he salido a dar una vuelta.

  • Pues no deberías alejarte tanto del albergue tú solo.

  • Ya, pero he venido porque te había visto a ti.

No me gustaba nada el rumbo que estaban tomando las cosas. No me gustaba estar allí a solas y a oscuras con ese chaval que había provocado mi pequeño distanciamiento de Migue. Y sobretodo lo que no me gustaba nada era la sensación de calentura que estaba empezando a experimentar cuando se sentó a mi lado con ese cuerpazo y el pantaloncito corto que llevaba y le marcaba un culo de infarto. Me empezó a decir lo bien que se lo había pasado en la piscina por la mañana, yo no pude evitar reírme y le contesté que yo también. Estaba seguro de que ese enano sospechaba de lo que habíamos hecho Migue y yo la noche anterior. Era normal, él sabía que Migue era gay, y si había pasado la noche entera en mi cuarto…era normal que atara cabos. Seguramente sospechaba que nos habíamos liado y por eso se lanzó él también a por mí en la piscina.

  • Bua tío – me dijo -. En este cursillo me estoy poniendo más caliente.

  • ¿Y eso? – le pregunté riéndome de su comentario.

  • No se tío – se estaba sobando el paquete por encima del pantalón.

  • ¿Qué haces, nano? - no pude evitar reírme al verlo, era un chaval tan descarado que hacía gracia.

  • ¿Tú no estás caliente o qué?

  • Hombre, algo – no pude mentirle, estar con él en esa situación me tenía cachondísimo. En aquel momento no podía mantener mi cabeza en Migue.

  • Yo si quieres te bajo la calentura – me dijo como retándome entre risas.

  • ¿Tú, enano? ¿Cómo?

Se levantó y se puso delante de mí. Me separó las piernas y se arrodilló entre ellas. Con toda la cara del mundo me echó mano al paquete, y por supuesto yo la tenía más dura que una piedra.

  • La tienes como esta mañana en la piscina – me dijo el muy cabrón.

Me cogió de la goma del pantalón y estiró hacia abajo. Dejó mi polla al descubierto, y ésta dio un salto hacia arriba. Su mano enseguida cogió todo el tronco de mi miembro y apretó con fuerza. Empezó a meneármela arriba y abajo mientras la miraba con cara de vicio y yo no podía dejar de mirarlo a él con la misma cara. Se agachó un poco más y de repente se la metió en la boca hasta la campanilla. Joder con el enano. Aquello era surrealista total, todo el curso suspirando por mis dos alumnos Migue y Álvaro y ahora en dos noches los tenía a los dos para mí. Me la comía con ansia, se notaba que llevaba todo el día buscando eso. Sus labios carnosos se aferraban a mi polla y su lengua hacia un trabajo perfecto en mi glande. Estaba en el paraíso. Recordé que estábamos al aire libre y que aunque estábamos algo alejados del albergue podría haber alguien rondando por allí, algún otro profe o de la organización. Sin embargo no podía parar aquello, y sentí más morbo que miedo, así que dejé a Álvaro seguir con su espectacular mamada mientras le cogía por los pelos y le obligaba a comérsela hasta en fondo, hasta que sentía sus labios rozar mis huevos. Yo le fui marcando el ritmo y el enano lo seguía sin problemas. Yo le miraba y de vez en cuando él dejaba de concentrarse en mi rabo y me miraba mí. Ponía una cara de malo, de vicio, de querer más y más que me dejó flipando. Me sonreía con una malicia que aún me ponía más cachondo. Le obligué a sacar mi polla de su boca, aunque él no quería dejar de comérmela y me levanté. Le dije a él que hiciera lo mismo y poniéndome detrás de él lo fui empujando poco a poco hasta llevármelo a un árbol que teníamos cerca.

  • Apóyate – le dije señalándole con la cabeza el árbol.

Le hice agacharse y apoyarse con las manos en el tronco. Él ya sabía lo que venía, y parecía encantado con la idea. Subí un poco su camiseta hasta dejar su torso semidesnudo y le bajé los pantalones dejándolos caer hasta sus tobillos, Luego cogí la goma de su slip y se los bajé de golpe hasta las rodillas. Aquel cuerpo era de escándalo. Mi polla que estaba fuera no podía estar más dura, no podía esperar ni un segundo más, aquello era una tentación muy superior a lo que era capaz de aguantar. Me puse toda la saliva que pude en la polla, no hizo falta mucha para dejarla resbaladiza, ya que aún tenía la saliva de la mamada del chaval y también le puse a él en la entrada de su culo. Apoyé mi rabo en su agujero y empecé a hacer fuerza sin pedirle permiso y sin prepararlo más. Álvaro se estremeció cuando mi capullo entró dentro del él y pegó un grito. No le tapé la boca, pese al riesgo que suponía todo aquello su grito me excitaba aún más. No esperé a que se acostumbrara ni a que se le pasara el escozor, seguí empujando hacia dentro, metiéndola poco a poco pero sin pausa, porque aquello era lo que ese mocoso deseaba. Yo empecé a follármelo sin compasión. Álvaro pegaba gritos contenidos, se aferraba al árbol mientras mi polla entraba y salía de su agujero aún cerrado. Yo me echaba encima de él en cada embestida, empotrándolo cada vez más contra el árbol. Cada vez lo perforaba más y más profundamente, y notaba como su culo se iba acostumbrando y se abría cada vez más. Le cogí con una mano del pelo y con la otra de la cintura para darle aún más caña. Sería un milagro si nadie nos oía, pero aquel polvo bien valía todo el riesgo del mundo. Mientras seguía follándomelo empecé a sobarle la polla. La tenía bien dura y empecé a meneársela. Me costaba cogérsela en esa postura, pero lo hice lo mejor que pude, y traté de pajearle mientras le destrozaba el culo. Al día siguiente tendría problemas para sentarse. Al rato de estar así noté cómo mi mano se llenaba de su leche caliente y abundante al tiempo que Álvaro empezaba a gemir descontroladamente. Me echó varios chorros en la mano y yo traté de recogerlo todo, ese néctar era un desperdicio que acabara en el suelo. Cuando terminó llevé mi mano hasta mi boca y probé su semen con un lametón a mi palma. Era algo salado, pero desde luego fue muy morboso. Después llevé mi mano hasta su cara y le restregué la mucha leche que aún quedaba por las mejillas, para finalmente plantarle la palma en su boca y que lamiera su propio líquido. Al poco rato de eso sentí que yo también me corría, pero decidí no hacerlo en su culo. Se la saqué de golpe y se quejó un poco.

  • Agáchate que me corro – le ordené

Él obedeció y se agachó dejando mi polla a la altura de su cara. Con una mano seguí pajeándome mientras con la otra metía mis dedos en su boca para hacer que la abriera. La abrió justo a tiempo para lo que vino después. Empecé a correrme abundantemente, a soltar más y más chorros sin control que iban a parar a su cara, su boca, su pelo, mientras con mi mano le tenía cogido por la nuca. El chaval tenía la cara absolutamente llena de leche, del suyo propio y del mío que le acababa de echar. Cuando terminé de correrme lo miré y el espectáculo era flipante. Tenía semen en las mejillas, los ojos, la nariz, en los labios, dentro de la boca en su lengua, chorreando por la barbilla y hasta en el pelo. Su cara seguía siendo de vicio. Yo le restregaba mi polla por toda la cara, esparciéndole aún más la leche, y él me pegaba lametones para dejármela bien limpia. Fue en ese momento, pasado el tremendo calentón y la follada salvaje cuando vinieron los remordimientos y los miedos.

Le dije que se levantara y se vistiera mientras yo hacía lo mimo y pensaba en lo ocurrido. ¿Nos habría oído alguien? Quizás hubiéramos tenido suerte y hubieran estado todos dentro del albergue. ¿Cómo había sido tan poco responsable y me había dejado llevar de aquella manera? Miré a Álvaro que se subía el pantalón y supe que no había forma de resistirse a aquel chaval. Él también me miró sonriendo, menudo vicioso estaba hecho. El segundo alumno a que me follaba en dos días, una situación morbosa y excitante, pero complicada. Además, Álvaro era alucinante, el morbo personificado, pero en aquel momento mi mente volvió a Migue. ¿Cómo quedaba entonces mi situación con él? ¿Cómo iba a hablar con él para aclarar la situación como tenía pensado después de haberme follado a Álvaro, su amigo y su ex – rollete? Yo quería estar con Migue, el placer que acababa de darme Álvaro sólo era placer, pero creo que estaba empezando a darme cuenta de que sentía algo serio por Migue. Todo se había complicado mucho. Le di a Álvaro unos pañuelos que llevaba en mi bolsillo para que se limpiara como pudiese el semen de la cara, al menos lo justo para llegar al albergue sin llamar la atención y poder meterse en la ducha. Antes de irnos de allí Álvaro me besó, y yo le respondí aunque con la cabeza en otra cosa.

  • No se lo contaré a nadie, profe – me dijo el muy cabrón.

  • Vamos, que es tarde y mañana hay clase – le respondí tratando de volver cuanto antes y salir de aquella situación.

  • Bueno, si no estoy muy fino tocando te la como y me perdonas – me dijo mientras empezábamos ya a caminar hacia el albergue. Al día siguiente trataría de ponerlo todo en su sitio, ahora no podía hacer nada más que dejar que Álvaro caminara delante de mí y observar el maravilloso culo que acababa de follarme.

CONTINUARÁ

Aaaargh! Siento que los capítulos se hagan tan largos, siempre he preferido las historias algo más cortas, pero es que con esta historia se me va. Estoy disfrutando escribiéndola, espero que os guste. Dejadme comentarios para futuras historias, gracias!!!