CURRO. Tercio de varas

Me enjabonó bajo el chorro de la ducha, se acercó a mi por la espalda y con la mano llena de gel comenzó a sobarme mi pequeño ojal, mientras me mordía los hombros - Hoy vas a ser mío...por fin.

CURRO

Tercio de varas

En esta ocasión, el torero marea al toro con el capote para después dejarlo en manos del picador que con su vara le hiere el morrillo.

Me llamo Curro, ahora tengo veinte años y soy puto.

En este momento me estoy mirando en el espejo y tengo que reconocer que estoy muy bien. Esto se lo tengo que agradecer a Yos, que hizo de mi el pibón que soy. En estos momentos estará surcando los mares con un ricachón que le colma de favores y mi amigo a él también, claro. No todo es gratis.

  • Hoy te voy a follar- me dijo Yos al oído, según entré en su apartamento, - Pero antes te voy a dejar como es debido. Ven al baño.

Comenzó afeitándome el pecho y los pezones, luego continuó rapándome parte del vello de los sobacos y el pubis. A continuación me cubrió de espuma los huevos para dejármelos como a un pollo desplumado e hizo lo mismo con el pelo rizado que se almacenaba al rededor de mi ano. Me lo enseñó con un espejo y no daba crédito al pequeño agujero que veía y que el cabrón quería penetrar con su pollón moreno. Le dije que dejara el vello del culo y los muslos porque me gustaban a lo cual accedió con una sonrisa de medio lado.

-Mírate... ¿No estás espléndido?.

La verdad es que el ejercicio de musculación había dado un gran resultado obteniendo en cuerpo definido. Ahora, sin las sombras de vello, parecía más firme y apetecible. Se puso detrás de mi, me miró, me sonrió con esa sonrisa que cada vez me seducía más y me besó el cuello.

Después de los días de entrenamiento, cada vez me apetecía estar más con él. Me gustaba como hacíamos ejercicio y cada vez me excitaban más las duchas en las que el sexo era el común denominador. Yo sabía que faltaba la prueba de fuego y estaba dispuesto a ello. Muchas veces, mientras me mamaba, me masajeaba el orificio y, a veces, ayudado por el gel, metía algún dedo. La verdad es que me excitaba y los gemidos que emitía le indicaban que aquello me gustaba. La verdad es que cada vez me gustaba probar más cosas con Yos. Los impedimentos que ponía al principio habían desaparecido.

Me enjabonó bajo el chorro de la ducha, se acercó a mi por la espalda y con la mano llena de gel comenzó a sobarme mi pequeño ojal, mientras me mordía los hombros - Hoy vas a ser mío...por fin...

Sus dedos comenzaron a entrar y la verdad es que no sentí dolor. Me abría el ano para dar facilidad a la entrada del primero, del segundo...me incliné para dejar más libre la entrada y metió el tercero sin problemas. Mi agujero estaba ansioso de más penetración. Se abría sin problemas y los dedos hacían su labor. Mi placer era tal que no podía dejar de gemir.

Yos se levantó llevando su boca a mi oído - Eres un auténtico putón...nunca he visto una dilatación como la tuya...y es la primera vez...vas a ser un crack. Y sin mediar palabra puso su capullazo en mi pequeño hueco y comenzó a penetrarme.

Fue una sensación bestial. El capullo entró con facilidad, pero luego comenzó a entrar el mástil. Yo sabía como era porque lo había chupado unas cuantas veces y sabía que en la mitad se ensanchaba una barbaridad para luego disminuir otra vez. Y el grueso comenzó a entrar dilatando la entrada virgen. Gemí de dolor y el paró. - Voy a ir despacio...se que duele...lo haré suave...

Asentí con la cabeza. Yos me mordió la oreja y el cuello mientras, poco a poco, iba empujando su verga. Me dolía pero podía aguantar. El pollón fue atravesando los esfínteres uno a uno. Me flaquearon las piernas. Me sostuvo. Me volvió a besar.

No se como pero de repente entró la verga entera. Supongo que la parte más gruesa había abierto el canal y la parte más delgada entró sin obstáculos. Sentí su vientre en mis nalgas y sus huevos acariciarlas. Se quedó unos segundos quieto. Me apretó a su cuerpo, me pellizcó los pezones recién afeitados. Respiraba con fuerza y excitación. Bajó una mano hasta mis genitales para apretarlos y comenzó a follarme lentamente, muy lentamente.

¡Dios!...que placer me produjo el cabrón. Como sabía hacerlo. Era el maestro. Entraba y salía lentamente dándome un placer en el anillo de la entrada que no podía recordar algo parecido. Me incliné más para facilitarle la tarea. Casi la sacaba entera y volvía a entrar, la sensación de su parte más gruesa al penetrarme para luego dejar el placer de la zona más estrecha hacía que gimiera como una perra. Yo abría más el culo y el se fue envalentonando y a follarme con más energía. ¡Era la hostia!. Nunca, nunca había sentido algo igual.

Entre el placer de la penetración y los apretones en mis huevos, mi polla se hinchó como un globo a punto de estallar. Notaba mi glande a tope hasta el dolor, mi polla se llenó de sangre hasta que creía que la piel iba a rajarse. Yos estaba en éxtasis penetrándome y entonces grité - ¡Me voy....¡Me corro...Yos...dios mío...me corro

Y me corrí salvajemente, como nunca me había corrido. La sensación de apretar su polla con mi culo cada vez que eyaculaba, me ponía más todavía. Mi ano comiéndose aquel pollón.

Yo había perdido todos los reparos y toda la decencia hetero. Era un putón y disfrutaba siéndolo.

Yos se corrió dentro de mi emitiendo sonidos como si fuera un búfalo hasta que no pudimos más y nos dejamos caer el suelo mientras el agua caliente de la ducha nos lavaba.

Ese fue mi bautizo de penetración. Durante toda la semana, mi amigo me folló en diferentes posturas e hizo que le follara yo a él para enseñarme las distintas disciplinas.

Al cabo de la semana me dijo que ya estaba preparado y que íbamos hacer nuestro primer trabajo: -Es la hora de los rejones- me dijo - Tienes que estar preparado para tu prueba de fuego. Se valiente y todos serán tuyos. Eres la bomba tío.

Durante tres años, antes de que el se fuera con con millonario, tuvimos amantes para aburrir, pero todavía me acuerdo del primero. ¡Fue el primero. ¡Joder!. Eso marca.

Me llamó para que fuera a su apartamento para vestirnos para la ocasión. Me dijo que no me pusiera colonia ni desodorante con olor. Sólo duchado. Luego me dijo que íbamos a ir a un local de señores mayores porque eran los que mejor pagaban y que deberíamos vestirnos algo pijos, no en plan macarra. Sacó unos polos de marca y unos Ck. Los vaqueros y las zapas estaban bien. Nos miramos en el espejo y nos sonreímos. Eramos dos tíos soberbios.

Entramos en un local que estaba decorado de lujo, con las luces tenues, y nos dirigimos a la barra, que era donde más luz había porque salía de los estantes de cristal donde estaban las bebidas. Era una pasada. Nos sentamos y pedimos dos gin-tónic.

No pasó mucho tiempo hasta que se acercó un hombre de unos sesenta años, muy cuidado y bien conservado, moreno de piel, pelo canoso perfectamente peinado, camisa abierta dejando ver su vello gris salir por el cuello. - Estáis solos? - Preguntó.

-Mi amigo sí- dijo Yos - Yo tengo compañía y sonriendo, guiñó el ojo a otro señor en la distancia. Debía conocerlo, pensé. Y cogiendo su consumición se alejó hacia el otro extremo del local.

  • Bien- Me dijo el hombre - ¿Te dedicas a esto?

  • Si

  • ¿Quieres que nos lo hagamos?. ¿Cuánto cobras?

  • Según lo que quieras de mi

  • De ti?... todo - Me dijo mientras me acariciaba el cuello y el hombro.

  • ¿Tienes sitio?.

  • Claro.

  • Pues vamos.

Llegamos a un acuerdo económico del que no daba crédito. Y nos montamos en un Mercedes de la hostia. El hombre, que se llamaba Tano (no era pijo el cabrón), me acariciaba el muslo, la entrepierna y el cuello según conducía. Yo, haciendo gala de mi imaginación, le bajé la bragueta y le metí mano, tenía una tranca generosa, pero nada parecida a la de mi Yos. Le desabroché el pantalón y le saqué la polla de su boxer de ... (¿seda?, podría ser por el tacto ya que no conocía esa tela), y mientras conducía se la mamé.

Cuando llegamos al garaje de su casa, el hombre estaba a mil - Me parece que he hecho una buena inversión esta noche.

Subimos a su apartamento. No queráis saber como era la choza. Nada más cerrar la puerta se abalanzó hacia mí para comerme la boca como un poseso. Yo, por supuesto participé, quería dejar el pendón bien alto. El hombre estaba que se salía. Le arranque la chaqueta y la camisa mientras le mordía los labios y le tiraba de los vellos del pecho. Tano gemía de placer - ¿Porqué no te he conocido antes? - Me susurraba.

  • Me vas a estrenar tu- le dije.

Se quedó parado de golpe. - ¿Eres virgen?- dijo algo asombrado

  • No rey- le contesté pero es la primera vez que me pagan por esto. Me estreno de puto contigo... ¿Quieres que me vaya?...- Le dije con la boca floja.

  • No... por dios...No... es un honor para mi.

No voy a extenderme con la sesión de sexo porque no fue nada del otro mundo, mamadas, duchas, folladas...en fin...lo normal. La penetración suya no tuvo nada del otro mundo comparado con mi compadre, pero disfrutó como una loba cuando yo le follé, gemía y gritaba de pasión hasta que se corrió y me gritaba - ¡Mi amor!...Dime guarradas...llámame puta...

Sinceramente, yo no sabía que hacer. Nunca se me había ocurrido insultar a nadie mientras hacía el amor. Se me ocurría lo de " te quiero", " eres el hombre de mi vida"...

Yos se partía de risa a la mañana siguiente. -Eres un cazo tío...es la oración de cada día con este tipo de gente...- .Se meaba de risa.

-Pues habérmelo dicho cabrón.

Ese fue mi primer y generoso cliente. Luego fueron muchos más.