CURRO. Suerte de capote.

¡Que dos machos, por Dios!. Si son así todos los militares de EEUU, emigro y me construyo un club al lado de un cuartel.

CURRO

Suerte de capote

A la misma hora que sonaba el despertador de Curro, el avión procedente de Los Ángeles, aterrizaba en Madrid. Mientras el chico hacía sus ejercicios en el patio de su casa, Bob, iba en taxi hacia la capital. Mientras se duchaba, se afeitaba y se daba cremas, el americano llegaba a la comisaría de Centro, y cuando elegía la ropa que se iba a poner esa noche y comenzó a vestirse como si de un matador se tratara, el comisario recibió al extranjero para decirle que le acompañaría al depósito para que reconociera a su hermano Peter. Mientras recorrían los pasillos, llegaban al depósito y le mostraban a su hermano, Curro se ponía unos suspensorios rojos, una camiseta de tirantes negra, unos vaqueros de cuero negro y unas botas con hebillas plateadas.

Peter había muerto de una certero navajazo en el corazón en una calle del centro de Madrid. Su hermano Bob le reconoció. Luego, el inspector le contó las circunstancias de su muerte: su hermano frecuentaba la zona gay de la capital y tenía relación con un chapero que se llama Curro. Estaba con él el día del suceso pero el chico no tiene nada que ver en el asunto, aunque es testigo del hecho. Por lo visto, les habían intentado atracar y Peter hizo frente al atracador, después de darle una paliza, el delincuente sacó una navaja y se la clavó en el corazón a su hermano matándolo en el acto. Fue Curro quien llamó a la policía para dar el aviso.

Bob preguntó si podría darle el teléfono o la dirección del chico para que le contara más detalles pues no tenía ni idea de las inclinaciones homosexuales de su hermano y estaba un tanto extrañado. El comisario le comentó que eso no lo podía hacer pero que si podía concertar una visita en la comisaría para que hablaran.

Mientras el americano bajaba por las escaleras, Curro salía de su casa y se encontraba con su madre que llegaba del trabajo. Se dieron un beso. - ¿Ya te vas hijo? .

  • Voy a ver a la Yasi y luego a trabajar.

  • A trabajar...

  • Madre, no sigas con eso...gano el dinero y os doy bastante pasta...

  • Pero no me gusta que...

  • Mamá...es un secreto entre tu y yo...por favor...déjalo... no hago daño a nadie...

  • Vale hijo pero, por Dios, que no se entere tu padre...que no se entere.

  • No te preocupes...no se va a enterar

Se puso el casco llameante, se subió a la moto y arrancó.

Bob, paró un taxi y le indicó la dirección de su hotel.

Mientras el cliente roncaba en la cama, el móvil de Curro vibró para indicarle que tenía un mensaje. El comisario le indicaba que a las 13 horas tenía una entrevista con el hermano de Peter que acababa de llegar de América.

  • No me joda comisario...como voy a ver al hermano de Peter...que quiere que le diga...no me joda

  • Ha llegado desde Los Ángeles a recoger y reconocer a su hermano. Ya sabe que tu no tienes nada que ver en el caso. Sólo quiere hablar contigo. Eres el testigo... y algo más ¿No?.

  • Pero eso es un marrón tío. Cómo me voy a presentar delante del guiri y decirle que me lo montaba con su hermano ¡Por Dios!

  • Eso ya se lo he dicho yo, osea que camino allanado.

  • No me joda

  • Te jodo. Y te quiero ver a la una en comisaría para hablar con Robert Flynn. ¿Entendido?.

A Peter Flynn le había conocido hacía más de un año, al poco de irse Yos. Solía quedar con mis clientes en el bar de un hotel céntrico. Aquella noche no había quedado con nadie pero me apetecía tomar algo y otear el horizonte por si me encontraba con algún conocido. Me senté en la barra del bar y pedí un aquarius de limón. Apoyé los brazos en la barra y miré a la clientela. De lo que no me había dado cuenta era de que a mi lado, dos hombres estaban charlando y bebiendo. Les miré.

Eran dos cuarentones que debían ser de Estados Unidos por la pinta y por el idioma: Los parecían altos, eran fuertes, los dos llevaban el pelo muy corto, debían ser militares. Uno de ellos era castaño claro, lo mismo que su bigote y el vello que le sobresalía del cuello desabrochado de su polo, llevaba pantalón corto y sus piernas estaban cubiertas de vello del mismo color. El otro debía ser chicano o californiano porque era muy moreno de piel y de pelo, también con bigote, camisa blanca de manga corta abierta hasta medio pecho, cantidad de vello negro en todo el cuerpo porque también llevaba pantalón corto y...evidentemente...

El moreno, que es el que estaba frente a mi, me miró y me sonrió. Yo le correspondí como un solo lo sabe hacer un buen madrileño. Le dijo algo al rubio, se dio la vuelta y también me sonrió. El moreno me preguntó en un perfecto español con evidente acento si quería tomar algo con ellos. Le dije que ya estaba tomando algo, a lo que respondió que si en España, los chicos solo tomaban refrescos, le contesté que tenía que cuidar mi físico, que de eso vivía. Descubrió su inmensa y blanca sonrisa y soltó una carcajada. -Chico, anda, tómate algo fuerte con nosotros, que no estamos para zumos.

  • Bueno...según para que zumos

Ahora fueron los dos los que soltaron las carcajadas. - Eres la hostia pibe- dijo el moreno - Ven aquí que te invitamos, porque esta noche vamos a tener negocio contigo.

Y así fue. Negocié con ellos.

¡Que dos machos, por Dios!. Si son así todos los militares de EEUU, emigro y me construyo un club al lado de un cuartel.

Nada más subir a la habitación se desnudaron ante mi dos quedando ante mis ojos de ejemplares de enciclopedia. En aquel momento no supe decidirme por quién empezar porque los dos eran espectaculares. Gómez, el moreno, me preguntó si venía limpio. -Vengo limpio desde el pelo hasta el intestino- le contesté- y si no...compruébalo.

El moreno era un macho en toda regla. Sus ojazos negros me dejaban bizco pero más bizco me dejaba su pollón. No quiero decir la dimensión el grosor, el color, el bosque que intentaba ocultarlo, y la fuerza de su follada. ¡La Hostia!. Pero...pero Peter era otra cosa...no es que fuera guapo...no lo se...emitía algo especial...era un auténtico hombre, fuerte, con un una musculatura exacta para mi gusto, el vello castaño que le cubría el cuerpo era suave, los botones de sus pezones rosas invitaban a comérselos.

Mientras Gómez me follaba como una bestia, yo sentía el calor y la dulzura de Peter, me agaché para mamarle su maravillosa polla, gorda, venosa, sin circuncidar...me encanta tener que bajar el prepucio para que aparezca el capullo en toda su dimensión...y salió...rosa y gordo como una fruta jugosa que me entró en la boca como una recompensa a la brutal cogida que estaba teniendo.

Mi hombre se tensó ante mi succión y me regaló un chorro de fluido que saboreé como si fuera zumo. El olor que emanaba de sus genitales eran como un perfume que me entraba como si esnifara poppers. Su amigo seguía follando como un semental mientras que yo me dedicaba a dar placer a mi hombre, le mamaba, le pellizcaba los pequeños pezones que sobresalían de su vello, nos lamíamos las lenguas y nos mirábamos....sus ojos azul oscuro....su vello claro, sus labios rosas y su polla...su polla...quería comerla, quería que su zumo fuera mío y comencé a mamársela con tal intensidad y con tal intención que era imposible que se resistiera hasta que la vaciara en mi.

El moreno se corrió gimiendo como una bestia, se amorró a mi hombre mientras se descargaba, luego se relajó, salió de mi y se tumbó en la cama.

Entonces continué con la mamada hasta que mi hombre se derramó en mi interior. Sujeté su cuerpo cuando se tensaba para no dejarle salir de mi mientras se vaciaba. Cómo me gustaba ese hombre. ¿Porqué?

Tragué su semen con deleite. Ningún otro me había sabido igual, ni el de Yos. Ese hombre era mi hombre... y tenía que follarme: sí o sí.

Gómez cayó en un sueño reparador a causa de la follada y de la cantidad de alcohol.

Al cabo de un rato de estar en la cama, me fui al baño a darme una ducha reparadora. Peter entró mientras me duchaba. - ¿Estás bien?- Me preguntó. - Muy bien, gracias.

  • Lo decía porque hay veces que Ángel se pone un poco bestia.

  • No te preocupes. No pasa nada. Tu me has dado más placer...y espero que esta noche me des más... Si quieres.

  • Ven conmigo a la ducha...- aquello fue demasiado.

No se exactamente como describir lo que me pasó pero me había enamorado locamente de aquel hombre...no se porqué...pero me volvía loco

Nos abrazamos y comenzamos a besarnos como dos auténticos enamorados, las lenguas, los labios, no dejaba de abrazarle, de acariciarle su cabeza, su espalda, su culo, sus muslos, su polla...su polla...sus cojones peludos pequeños y pegados al perineo. No pude contenerme y me di la vuelta para que me follara. Quería que aquel inmenso mástil rubio entrara en mi como si fuera un ariete romano. Se lo agarré y lo dirigí directamente al lugar que le pertenecía... a mi culo.

Menuda follada me propinó el míster. Ya me tenía loco y, por si fuera poco, su miembro creció e hinchó mientras me masajeaba la entrada...no sabía lo que estaba haciendo...a mi...dilatarme a mi..que ingenuo...que delicioso...Sin poder más, se lo agarré,lo coloqué en su punto justo y apreté..y apreté...hasta que fue entrando y entrando y me poseyó...y se lo agradecí...Me sentí pleno mientras me follaba, me abrazaba, me mordía, me besaba y entraba y salía de mi como si siempre lo hubiéramos hecho. Era la locura.

Al final...se corrió dentro, me apretó el cuerpo, y los genitales. Me hizo daño pero el suficiente para que estallara en su mano una y otra vez. Al final, me giró la cara y su lengua entró en mi boca. Una lagrima cayó por mi mejilla y el la rescató con su lengua mientras me susurraba - ¿Te he hecho daño?.

  • No...no...es de placer...es de alegría que estés aquí.

Todo esto ¿como se lo iba a contar a su hermano?...¿cómo?

De cualquier manera, a las 13 horas en punto estaba en la comisaría.

Habréis visto miles de películas o de series de televisión en las que el protagonista es un hombre que suele ser profesor, catedrático o profesional autónomo que suele vestir chaqueta, chinos, zapatos de cordones y que ,bajo la camisa azul clara de oxford, suele aparecer el triángulo blanco de su camiseta. Si a esto le añadimos el color castaño de su pelo y las gafas de pasta, veremos al prototipo de hombre joven yankee que vive en una casita rodeada de cesped y que utiliza un todo terreno aparcado en el porche de su hogar en el que le espera su mujer y sus dos retoños (chico y chica), clones de sus padres.

Esto es lo que vi cuando entré en el despacho del inspector. Robert Flynn se levantó y me dio la mano. El biceps se contrajo con el gesto y la chaqueta se tensó. (Está fuerte el cabrón, pensé).

Nos presentamos y nos sentamos frente a frente.

Al comienzo, la conversación fue un poco tensa pero luego nos fuimos relajando. Me comentó que quería conocerme porque sabía que su hermano había muerto en mis brazos. Bob, no sabía que Peter era gay, no se lo podía ni imaginar, y quería saber más cosas de su casi desconocido hermano que era militar desde los 18 años y solo lo veía de vez en cuando en días de permiso. Aunque sentía su pérdida, no sabía nada de su vida íntima.

Me costó comenzar pero ese hombre me daba confianza y pena por la falta de conexión con un hombre tan maravilloso como Peter. Le conté que habíamos estado juntos durante meses, que me había contado cosas y que las compartiría con él, también le dije que las intimidades entre Peter y yo quedaban en dique estanco.

Le conté que su hermano había descubierto su gusto por los hombres con un compañero de instituto y del equipo de waterpolo, que al principio veían revistas porno de chicas y se calentaban. -Cierra los ojos y piensa en una tía- y se masturbaban, con el tiempo comenzaron los besos (Piensa en una chica...), luego las mamadas y al final, con las hormonas desatadas de la adolescencia comenzaron a explorar sus culos y después las folladas (Piensa que soy una chica...). Todo esto, claro está, en un secreto absoluto.

A los 18 años se alistó en el la Marina para ir a la guerra del Golfo. Mantuvieron una relación virtual y se veían en tiempos de permiso. Un día recibió un mail que le decía que tenía novia y se iba a casar y que quería que fuera su padrino. A esto, Peter no contestó y nunca supo más de Ben.

En el ejército conoció a Ángel Gómez y se hicieron íntimos amigos. Un día, Gómez le dijo que se iba a buscar sexo y Peter le acompañó. Cuando iban de camino, Ángel le confesó a su amigo que lo que iba a buscar era chicos, que a él lo que le iba era tirarse a chicos jóvenes no a mujeres. Peter le abrazó, le miró a los ojos le besó en los labios y le dijo - A mi también Gómez...a mi también.

Desde entonces fueron uña y carne y, aunque alguna vez se lo montaron juntos, nunca se liaron, pero participaron de la caza en unión y compañía.

Continuará.