Currantes desplazados II
En un ataque de irresponsabilidad quedo con un amigo de un amigo por hacerle un favor: desahogar a un hetero salido que lleva unos días fuera de su casa.
Era la hora convenida y no sabía nada del amigo de Jose. Estaba pon un lado caliente de la mamada que le hice por la tarde y ahora también algo inquieto por haber quedado con aquel desconocido. No se cómo me convenció para que aceptara su propuesta de aliviar a su compañero de trabajo.
Comenzaba a pensar que quizá se hubiera arrepentido. Un hetero caliente podría hacerse una paja en cualquier momento y se habría acabado el asunto.
Comencé a hacerme la cena cuando sonó el timbre. Con el corazón a mil, abrí y me quedé sorprendido porque no era el chico con el que vi a Jose trabajar y que era muy similar a él. Tendría unos 28 años. Más o menos de mi altura, 175 cm pero más fuertote. Bastante moreno y con un vello muy negro. Barba de varios días. Pinta desaliñada a pesar de que llevaba la misma ropa de trabajo que su compañero. Llevaba un una argolla en una oreja y el pelo corto con rastas sobre la espalda.
- Hey ¡Qué pasa!.- Y el tío se adentró en mi casa hasta el salón antes de que yo pudiera cerrar la puerta.
No estaba seguro de si era el amigo de Jose pero tampoco sabía cómo preguntárselo. Me acerqué y de un manotazo me hizo sentarme bruscamente en el sofá. Me colocó la mano en la nuca y me restregó contra su paquete. El olorcillo lejano a sudor y meado hizo que ya no me importara de donde había salido este macho.
Se abrió el pantalón y pude ver un slip que alguna vez fue blanco muy hinchado. Tire de sus pantalones y nos miramos por su parte con más vicio todavía que yo. Me dejé de nuevo arrastrar hacia su paquete y ahora si percibí mucho más olor a tio. A pelotas sudadas después del día de trabajo y también olía bastante a meado. Se ve que siempre orinaba con prisa.
Por los lados salían pelos negros y largos mientras que por los muslos eran más cortos. No pude más y saqué la lengua para lamerle las pelotas a través del slip. Para mi sorpresa estaba húmedo por su sudor así que tuve un primer adelanto de su sabor. Me centré entonces en sus ingles que estaban brillantes. Las lamí despacio y con toda la intención de hacerle cosquillas. Y se las hice. De reojo pude ver como bufaba y miraba al techo mientras se mordía el labio inferior. Yo deseaba que aquellos juegos siguieran mucho tiempo.
Tenía a un machote sudado como un perro y caliente, después de no follar en al menos una semana, en mi salón mientras yo de rodillas le esnifaba el paquete con los pantalones por las rodillas y las botas de trabajo puestas.
Sin esperarlo se bajó el calzoncillo y su polla chocó contra mi mejilla. Le volví a mirar y entonces me dijo su segunda frase.
- Saca la lengua – Y yo lo hice como hubiera hecho muchas cosas que me hubiera pedido.
Se cogió la polla con la mano y me la pasó a lo largo para que pudiera lamerla entera. Sabía algo salada y al acercarme a su cipote también a orina. Cerré los ojos para disfrutar el momento y sentí como caía sobre lengua un escupitajo. No sabía qué hacer y le miré con cara de susto. Entonces él cogió de nuevo su polla y me la introdujo en la boca hasta dejarme sin respiración. Creí estar en el cielo con aquel rabo venoso y oscuro llenándome. Le gustaba llevar las riendas así que dejé que me follará la boca a diferentes ritmos con sin alguna que otra lágrima.
Sin más me dirigió a sus pelotas e hizo que me las metiera en la boca a la vez, al menos lo que me cabía.
Entonces me dejó pon un momento separare mi boca y nariz de su cuerpo. Le miré con cara de lujuria y me devolvió un lapo que fue a parar a mi nariz. Sin limpiarme me senté en el suelo dejando sus huevos encima de mí al alcance de mi lengua. Allí jugué con ellos lamiéndolos alternativamente algo que le volvía loco.
- Sigue lamiendo cerdo. ¿Te gusta eh?- Yo asentí con un ruido gutural y el arqueo algo las piernas lo que me dio paso a un nuevo olor procedente de su culo sudado. Mientras iba y venía desde sus pelotas al perineo no pude reprimirme y le pasé un dedo por el canalillo del culo que me encontré mojado. Seguí descendiendo hasta llegar a su ojete peludo y también mojado de sudor. Parecía que mi lengua le estaba dando placer. Me inmovilizó la cabeza con sus manos y ahora era él quien se movía para pasar por mi boca su culo, cojones y rabo impregnados de un intenso olor a macho.
Poco a poco notaba como su presión sobre mi cara era mayor hasta hacerme apoyar la espalda en el suelo mientras él seguía sentado en mi cara. De rodillas y con los cachetes bien abiertos me enseñaba su ojete oscuro y peludo que temblaba con cada lengüetazo. Poco a poco se fue dilatando permitiendo que mi lengua entrara ligeramente en aquel agujero quizás inexplorado hasta entonces.
- Sigue ragazzo. Nunca me habían limpiado el culo con la lengua. Lo quiero bien limpio- Y se sentó con más fuerza haciendo que mi lengua entrara un poco más y bufando con cada movimiento que hacía en su interior. No lo veía pero notaba cómo se estaba pajeando y crecía la intensidad. Mi lengua comenzaba a cansarse de estar tiesa así que alterné metiendo mi nariz todo lo que pude y besando después lo cachetes mientras tenía pequeños espasmos de cosquillas. Tenía un culazo apretado, moreno y velludo como para quedarse a vivir en él.
Los músculos de perineo comenzaron a palpitar, se puso de rodillas y me dejó ver como se pajeaba mirándome fijamente. Haciendo uso de los abdominales me incorporé hasta tocar su cipote con la lengua lo que todavía lo hacía ponerse más duro y palpitante. En silencio me lanzó varios chorros por la cara y pecho mientras unas gotas de sudor caían desde su frente.
Yo me quedé inmóvil dejando caer la leche por mi cuerpo. El muy cerdo se cogió el rabo morcillón y lo pasó por la cara restregando la leche que tenía colgando. No acababa de bajársele el empalme así que comencé a pajearlo despacio y su polla volvió a recobrar vida y se puso dura otra vez.
Resopló. – Necesito descansar un poco estoy chorreando de sudor. Porque no me lames los pies a mí también. Ya puestos a probar cosas nuevas…- Sin esperar respuesta se sentó en el sofá y colocó sus botas sobre la mesita en la que mi madre me prohibía poner los pies.
El muy cabrón de Jose le había contado con detalles lo que habíamos hecho. Me daba coraje que me tratara como una puta ante se colega pero por otro lado no iba a hacerme el estrecho con aquel pedazo de macho ofreciéndome seguir dándole placer un rato más.
Me arrodillé a su lado y comencé a quitarles las botas lo que no me fue sencillo del todo. Note un olor intenso procedente de sus calcetines grises. Los examiné por un momento viendo como estaban más gastados por unos lados, más húmedos por otros. No pude evitar gemir al pasarme los pies por la cara dejándome parte de humedad en ella. Recobré la compostura y abrí los ojos: me lo encontré mirándome con media sonrisa y hundiendo su cabeza en el sofá. Seguí dándoles pequeños mordiscos y algunos lametones que agradecía con algún que otro jadeo.
Le quité los calcetines y los dejé cerca en la mesa. Sus pies morenos y peludos estaban bien cuidados. El hecho de que hubiera estado trabajando todo el día en la calle me ponía a mil. Me moría por lamérselos así que no perdí tiempo. Comencé lamiendo el dedo gordo. Después uno a uno los introduje en mi boca pasando la lengua entre ellos. Esto le gustó especialmente a juzgar por los ojos abiertos como platos.
Seguí con pequeños mordiscos en la planta bajo los dedos. De nuevo se retorcía de placer a la vez que empujaba su pie contra mi boca.
Después de dejarse hacer un rato comenzó a hacer presión con el pie izquierdo intentando meterlo entero en mi boca. No era posible su pie era demasiado ancho y solo podía coger cuatro dedos. Siguió haciendo presión y me llenó la boca hasta la campanilla alojando finalmente todo el pie. Se puedo en pie y me miró a los ojos con cara de salido.
Comenzaba a respirar con dificultad cuando sacó su pie y sentó de nuevo para fumar un cigarro. Volví a acariciar sus pies y comenzamos a charlar con toda normalidad como si estuviéramos en una terraza. Me contó que llevaba dos años con su novia italiana y nunca se había separado tanto tiempo de ella. Que solía follar casi todos los días así que este trabajo lejos de casa lo estaba llevando mal a pesar de que iba a cobrar algo más por estar desplazado.
Seguí lamiendo sus pies mientras me explicaba que su novia era algo tradicional en el sexo y que no le dejaba metérsela por el culo algo que a él le gustaba en especial. También que le había gustado mucho como le chupaba el culo y le daba morbo estar sudado para la ocasión.
Con esa conversación su rabo volvió a ponerse muy duro y de él salió una gota brillante y trasparente que a punto estaba de resbalar por su capullo.
- Si te molan mis calcetos sudados tengo una bolsa con siete pares. Y gallumbos de toda la semana. De hecho se me han acabado y hoy he tenido de volverme a poner los de ayer. ¿Por qué no hacemos una cosa?. Yo te dejo jugar con ellos y tú me los lavas- Me quedé fuera de juego con aquella propuesta así de repente y aunque no sabía ni su nombre acepté hacerle la colada.
No tardó en comenzar a vestirse. Me dio la dirección de su hotel y me dijo que pasara a por la bolsa de ropa sobre las diez de la noche. Me quedé tan parado con su cara dura que de nuevo asentí como un idiota.
Después mientras limpiaba restos de su leche del suelo pensé que al fin y al cabo aquel tío estaría allí apenas unos días más y después desaparecería de mi vida. Y comencé a pensar en el contenido de la bolsa que me iban a dar.