Curiosilla y sus preguntas
A mi hermana le gusta preguntar y sabe cómo obtener siempre la respuesta.
Este relato es continuación a los titulados Curiosilla (primera y segunda parte). Para los que no los hayáis leído, para podais entrar en situación sin repetirme, os cuento:
Mi hermana nos sorprende a mis amigos y a mi viendo porno en casa. Mis amigos se animan a masturbarse delante de ella, a lo que ella responde desnudándose para exhibir su cuerpazo y luego dándole unos buenos meneos a los dos.
A mí me cuesta mucho asumir la escena con mi hermana de protagonista y me voy malhumorado a mi habitación.
Al volver al salón, mis amigos ya se han ido y mi hermana trata de alegrarme usando sus encantos y el conocimiento que tiene sobre mi, pues me conoce desde que nací.
Viéndome excitado decide que la mejor forma de calmarme y para reconciliarme con ella es hacer algo especial conmigo.
Me conduce hasta mi habitación, me ayuda a quitarme la ropa y me hace echar sobre la cama.
Y ésta es la continuación.
Se sitúa sentada a horcajadas sobre mis muslos dejando delante de ella mi polla totalmente erecta y al alcance de sus manos. Me parece una diosa sentada majestuosamente sobre su trono, mostrándome su vientre, sus pechos y su cara con una expresión de sereno dominio que me tranquiliza y me excita.
- “Me he enterado que hay una chiquita que te va detrás”, ¿ya te la has tirado, hermanito?
Contesto con vaguedades, sin concretar nada deseando que ella se concentre en la tarea que tiene entre manos. Por supuesto que ella no se conforma con mis evasivas y sigue preguntando:
- “¿Por qué no me cuentas nada?¿no te dará vergüenza compartir conmigo tus ligues?”
Con tono cariñoso toda la familia se refiere a mi hermana como “curiosilla” ya que desde pequeña tiene por costumbre preguntar y preguntar hasta que consigue una respuesta válida para ella. Menos mal que ahora no hace como cuando era pequeña que repetía una y otra vez: “por qué?... y esto ¿por qué?... y ¿por qué?.
Ahora está poniendo en práctica su método conmigo, con la diferencia que mientras pregunta me tiene cogida la polla con su mano, por lo que puede dar más o menos énfasis a la pregunta dando más o menos ritmo al movimiento de la mano.
- ¿Cuál de mis amigas te gusta más?¿Con cuál te irías a la cama? Claudia tiene las tetas más grandes, pero la que dicen que folla mejor es Irene. Me han dicho que eres muy guapo pero muy tímido y quieren conocerte.
Ante tantas preguntas seguidas no sé por dónde empezar, dudo y permanezco en silencio sin saber que responder. Mi hermana detiene sus meneos, mantiene la mano en la parte baja manteniendo el pellejo estirado hacia atrás al máximo con lo que el capullo aparece rojo y sometido a la máxima tensión.
- “La más guapa es Carla… aunque me encantaría poder tocarle las tetas a Claudia”, le respondo para salir del aprieto.
Laura acepta mi contestación y retoma con ritmo alegre sus meneos.
- “Mira a esto le llaman la manguera del bombero”, me dice mientras me manosea la polla alternativamente con una y otra mano pasando la mano desde el capullo hasta la base dejando que resbale la mano que previamente se ha llenado de saliva.
Me encanta ver como desliza sus manos una tras otra a lo largo de mi polla. Se esfuerza en conseguir mi placer, al tiempo que practica lo que quizás ha descubierto navegando por la red. A Laurita le gusta mucho investigar y aprender, creo que estoy siendo su conejillo de indias.
- ¿Qué parte de mi cuerpo encuentras más atractiva?¿Crees que tengo las tetas bonitas? ¿te gustan mis piernas?
Mientras pienso la respuesta, cambia de técnica dejando la manguera para pasar a lo que denomina: «el ahorcado». Me baja el pellejo rodea mi polla con el circulo que hacen el dedo pulgar con el índice justo debajo del capullo. Aprieta un poco y baja un par de centímetros, a continuación sube hasta contactar con la base del capullo pero sin llegar a cubrirlo.
Es una sensación extraña, parece que quiera estirar mi polla pero llega a un tope y me golpea el anillo inferior del glande. Lo hace despacio y con sumo cuidado pues podría resultar doloroso. Tras hacerlo varias veces a cámara lenta, me da unos meneos más seguidos manteniendo la intensidad de los golpecitos.
Ufff, el ahorcado me está dando un ligero dolorcito pero ha conseguido ponérmela dura como una piedra. Tengo que reconocer que mi hermana sabe mucho más que yo sobre pajas masculinas.
- “¿Te gustaría que invite a mis amigas a casa algún día para que puedas estar con ellas?¿Te atreves a que te puedan hacer cositas sin que sepas quién es?¿a qué te gusta la idea? Yo estaría también mirando y vigilando lo que te hacen”, me dice.
Supongo que con la expresión de mi cara ya le he respondido, y ella se da por enterada pues luce una sonrisa de oreja a oreja.
- “A esto le llaman «la pinza»” me dice cogiéndome entre el pulgar y dos dedos.
La gracia está en posicionar los dos dedos sobre un punto concreto, apretar lo suficiente, hacer un sube y baja intenso y rápido centrándose en ese punto, dejando el capullo sin estimular. La paja es más lenta de realización pero igual de placentera.
Con este repertorio no hay quien se resista a su interrogatorio. A cualquier cosa que me pregunte le voy a responder, no me quiero exponer a que de por terminada su actuación ni tampoco a que se invente algo que cambie el placer por dolor. Estoy en sus manos.
Laurita estira los brazos al frente hasta alcanzar con ambas manos el cabecero de la cama. Se apoya en él para a continuación inclinar el torso hacia mí. Su cara queda sobre la mía a unos treinta centímetros, sus tetas quedan muy cerca, las puedo contemplar en primer plano, con solo mover el cuello mi boca puede alcanzar su pezón.
Lo lamo deleitándome con su textura. Le doy un chupetón y luego voy a por el otro. Mi hermana mueve los hombros adelante y atrás alternativamente con lo que sus pechos golpean mis mejillas haciéndome sentir la firmeza de sus tetas y la suavidad de su piel.
Después de este jueguecito, Laurita me va poniendo en la boca una teta y después la otra, para que se las vaya chupando cosa que hago con muchas ganas y a ella le gusta mucho.
- “¿A qué te saben mis tetas?, ¿te gusta chupármelas, eh? me pregunta esta vez sin esperar respuesta.
Mi hermana es incorregible y sigue preguntando cosas para saciar su inmensa curiosidad. Yo estoy totalmente descompuesto, mi cuerpo no sabe cómo reaccionar, lo mismo tiemblo que me quedo agarrotado. Me da una sacudida como una descarga eléctrica y luego me quedo tieso e inmóvil. Deseo con todas mis ganas que esto termine y que pueda salir toda la leche que se agolpa en mis sufridos huevos.
Al fin, Laurita se da cuenta de mi situación y se compadece de mí. Se echa a un lado de la cama para poder meterse mi polla en la boca, la llena de saliva y me la coge con la clásica postura del puño cerrado. Unos meneos lentos y pausados para preparar el terreno, dan paso a un frenético sube y baja que solamente dura unos instantes.
Como de un surtidor salen chorritos de leche de forma intermitente respondiendo a los meneos de mi hermana. Nunca me había corrido así. Mi hermana me ha hecho la mejor paja de mi vida y se lo tengo que agradecer aunque de momento no sé cómo.
Al fondo del pasillo se oyen unos pasos que se acercan apresurados. Mi hermana y yo reconocemos enseguida que es nuestro padre el que se acerca. ¿qué podemos hacer? Nos va a encontrar a los dos juntos desnudos sobre mi cama. Tenemos que improvisar algo de forma urgente.
Mi hermana reacciona con rapidez, me tapa con la sabana y me hace poner de costado en postura fetal dándole la espalda. Ella se levanta y se pone mi albornoz.
- “¿Se puede saber que estáis haciendo los dos aquí?¿Ya os estáis discutiendo como siempre?
- “No papi, estoy consolando a tu hijito?. El pobre ha tenido un desengaño. Su novieta le ha dicho que no quiere salir más con él, que ahora le gusta otro chico. Se lo ha tomado muy a pecho, y como hermana mayor le estoy acompañando para consolarlo”
- “Eres una nenaza, no pareces hijo mío”, dice mi padre. “Menos mal que Laurita está contigo y te puede echar una mano”
Después del sobresalto inicial que me había dejado paralizado, al oír a hermana decir: “ Se lo ha tomado muy a pecho y lo estoy acompañando”. Mi mente hace una asociación de ideas y lo del pecho ha hecho que me venga a la cabeza las escenas anteriores y mi polla ha dado un respingo.
Cuando mi padre ha dicho: “Laurita te puede echar una mano” he notado que debajo de la sábana se me ha puesto dura otra vez pensando en la mano de mi hermana abrazando mi polla. Debe ser que las hormonas a mi edad no dejan de dar sorpresas.
Cuando mi padre se va convencido de que todo está normal, intercambiamos una mirada de complicidad entre dos hermanos que hacen lo que les gusta aunque no sea lo que se debe hacer.
Mi hermana muy sonriente se va haciendo un gesto de adiós con la mano. Han quedado muchos interrogantes por resolver y algunas promesas para cumplir. Hemos iniciado un camino que no sabemos dónde nos llevará, pero que sin duda nos enseñará muchas cosas nuevas y excitantes.
Deverano.