Cura de pueblo - las dos hermanas

El nuevo cura debe hacer una visita a la casa de retiro regentada por dos hermanas.

CURA DE PUEBLO

LAS DOS HERMANAS

Continuación de cura de pueblo.

Prologo: Santi venía a hacer un show erótico como boys a un pueblo del interior y lo confunden con el nuevo cura que esperaban.

Me había adaptado muy bien a mi nueva situación como cura del pequeño pueblo. Cumplía con mis obligaciones litúrgicas con mucha solemnidad, y las visitas de rigor las hacia dándole un toque bastante más moderno e informal que el carcamal del padre Damián.

De la parroquia dependía una casa de retiro en las afueras del pueblo. Se usaba para retiros espirituales de los sacerdotes, estancias de grupos escolares o reuniones cristianas.

Por correo llegó un cuestionario para la renovación de la concesión de la casa, ya que me estaba tomando en serio todo el rol de párroco decidí hacer una inspección formal antes de rellenar el cuestionario.

Me dijeron que la casa se hallaba a unos 6 km del pueblo, siguiendo el camino viejo que iba bordeando el río. La excursión era bonita y como la tarde estaba despejada decidí ir caminando. Un paseo al lado del río nunca viene mal para abrir el apetito.

Bordee el río como me indicaron, atravesé varias arboledas y prados, siempre con la sola compañía de pajarillos y alguna trucha que vi saltar. Un camino muy agradable hasta la casa.

La casa estaba regentada por dos hermanas, por eso le llamaban la casa de las hermanas.

Buenas tardes, soy Don Santiago, el sustituto del padre Damián y vengo a ver la casa. Debo hacer un cuestionario para el obispado.

Yo soy Esther y Laura es mi hermana. El padre Damian hacia tiempo que no venia por aquí.

Debo visitar la casa y hacer algunas preguntas.

Me enseñaron la casa, una antigua granja restaurada, con mucha piedra y madera. Una cocina moderna y un salón grande para grupos. Habitaciones con literas. Lavabos sencillos pero limpios. Tenían algunos animales domésticos en la parte trasera, para los colegios, y habían hecho una pequeña balsa en el río para bañarse. El agua se veía limpia, con peces nadando en la balsa. Lo encontré todo muy correcto.

La situación era muy agradable y cordial, les dije que mi informe seria enteramente positivo.

Ya que hemos acabado padre, ¿porque no se sienta a tomar una cerveza fría?

Le estoy muy agradecido. Esto es muy tranquilo

Pocos nos visitan por aquí, y menos hombres tan guapos y jóvenes, es lo único que echamos de menos.

Laura la mayor, pasaba de los 40. Era divorciada. Pelo rubio y pecas. De joven habría sido muy guapa, pero ahora se le había ensanchado la figura. Sentado tomando la cerveza adiviné que no llevaba sujetador y las tetas eran bastante grandes y se le caían un poco, se bamboleaban a derecha e izquierda cuando caminaba.

Esther nunca se llegó a casar. Con 35 años tenia mejor figura, más alta y con moño. Unos pechos pequeños pero duros, los pezones se le marcaban en la ropa. Me extrañaba que no tuviera pareja.

¿Se quedará a cenar con nosotras?

Aunque me apetecía tenía que volver, se estaba haciendo tarde y nubes oscuras amenazaban tormenta. Salí a prisa, cuando se oyó el primer trueno. El segundo se oyó más cerca y al tercero me empecé a mojar. Me quedaba no menos de 5 km hasta el pueblo, decidí desandar y regresar a la casa de las hermanas.

Piqué la puerta.

Si está usted empapado. Laura corre prepara un baño caliente que el padre está helado y tiene que entrar en calor.

Laura se movió rápido hacia el lavabo y lo llenó de agua bien caliente

Está tiritando, deje que le ayude a sacar la sotana. La ropa interior está igualmente mojada, si no se la saca cogerá una pulmonía.

Guauuu, dijo Esther, no tiene ni un pelo.

La bañera se llenó rápido y me sumergí, dejé de temblar y el calor del agua me llegó hasta los huesos.

Ve como esto le sienta bien. Deje que le ayude.

Esther cogió la esponja y le puso jabón, empezó a frotarme la espalda y el pecho en círculos, luego a las axilas y el estómago. El masaje era muy placentero y yo me dejaba hacer. Fue bajando por el ombligo hasta la entrepierna. El calor estaba haciendo todo el efecto y me animaba el nabo. El jabón del agua no dejaba ver ni su mano ni mi erección.

Debe usted entrar en calor. Caray que hay aquí.

Debes enjabonarme bien por ahí, le ordené.

Me empezaba a acariciar el miembro con la esponja.

Así, así. Frota hacia arriba y abajo, lentamente. Mi pajarito estaba ya bien duro. Había desarrollado sus buenos 20 cm.

Vaya padre perece que la naturaleza ha sido muy generosa con usted.

Entró Laura con las toallas. Esther retiró la mano y yo me puse de pie pidiendo la toalla. Salí de la bañera con la polla erecta.

Deje que le seque yo misma.

Laura me envolvió con la toalla y empezó secarme por el pelo fue descendiendo. Me fije como se mordía el labio, en señal de deseo Esther miraba desde el otro lado del lavabo, sin decir nada. La camisa se le había mojado con el agua y se le trasparentaba la blusa. Laura seguía secándome bajando la toalla cada vez más. La calentura flotaba en el ambiente. Había ganas. Empezó a secarme la entrepierna, masajeado la polla. Me estaba metiendo mano descaradamente. Al principio con la toalla, luego directamente empezó a manosearme sin intermediarios.

Creo que esto ya sobra. Dejé caer la toalla al suelo.

Tenía el miembro en completa erección. Agarre a Laura de los hombros y la obligue a bajar, se puso de rodillas. Adelanté su cabeza con mi mano para acercarla a mi polla, entendió el mensaje, abrió la boca y se la tragó entera.

Esther seguía de pie al fondo el lavabo, acariciándose el coño y las tetas, miraba con ganas a su hermana como se comía mi polla, sin perder detalle. Lo hacía con maestría, era una buena mamadora.

Ven, hay que compartir este momento. Le tendí la mano.

Esther se acercó lentamente, cuando estuvo a mi lado le saqué la blusa, ella subió los brazos para facilitarlo. Le di un morreo mientras liberaba sus pechos. Salieron disparados, lo manoseé a conciencia. Laura seguía mamando como posesa.

Esther miraba a su hermana.

Pruébalo.

No respondió. Se arrodilló delante de mí y reemplazó a su hermana. Laura se apartó y se puso de pié.

Desnúdate. Sus tetas eran como me había imaginado, grandes y caídas.

Acaricié las tetas, eran muy sensibles. Se sacó la falda y las bragas. Tenía una mata de pelo negra y frondosa, descuidada. Las mamadas de Esther eran mucho más torpes que las de su hermana, se limitaba a tragarse la polla y volverla a sacar.

Venid conmigo al sofá.

Las guié al sofá. Con la chimenea el ambiente era cálido. Me senté en el sofá.

Ven Laura, enseña a tu hermana como se chupa una buena polla.

Se arrodillaron las dos.

Debes cogerla con la mano, acaríciala suavemente, chupa primero la punta y ves bajando. Aleccionó la hermana mayor.

Muy bien.

Ahora sopesa los huevos. Mira que suaves. Acarícialos, siente el calor.

Me sentía como un sultán en su harén. Con dos hermanas zorras delante mío aprendiendo como mamar pollas.

Creo que ya toca otra cosa.

Tumbé a Esther en el sofá y procedí a lamerme el sexo. Olía a campo, a hierbas, era una delicia. Estaba absorto en mi cunilingus cuando sentí algo calido. La lengua de Laura recorría de punta a punta el canal de mi culo. Llegaba hasta la base de los cojones y subía hasta la espalda. Le dio varias pasadas hasta que se detuvo en mi esfínter.

Déjame follar a tu hermana, está lista.

Se la metí de golpe, estaba muy excitado para más prólogos. Laura volvió al ataque por mi retaguardia. Me excitaba mucho. Empecé el mete y saca a Esther, con golpes furiosos. Empezó a gemir, le estaba viniendo el orgasmo.

Ven Laura, es tu turno.

Me senté en el sofá y se puso sobre mí, tenia el coño muy abierto. Empezó a cabalgar. La agarré de su poderoso culo para ayudar y acelerar las subidas y bajadas. Las tetas rebotaban frente a mí, aprisioné una de ellas y para chuparla.

Para un momento. No llevo preservativo.

Poneros a cuatro patas en el sofá. Una al lado de la otra.

Allí tenia dos culos, a cual más apetecible. Uno pequeño y apretado. Otro más ancho. Esther movía en círculos el culito reclamando mi atención. Me acerqué al lavabo a por vaselina y me unté un poco en cada mano. Entre un dedo en cada culo, para probarlos. El de Esther era más estrecho, el de Laura estaba más abierto.

Masaje sus dos culitos con un dedo cada uno, gemían de placer.

Aaaayy, me duele, dijo Esther

Tranquila, he entrado un segundo dedito. Laura no protestó.

El de Laura ya estaba suficientemente dilatado, retire mis dedos y lo reemplacé por otra cosa, más grande. La polla entro sin mucha resistencia. Llegue hasta el final. Levantó la cabeza.

Que bueno!!!

Seguí masajeando el ano de Esther mientras empezaba a bombear a Laura. No tardé en correrme en su culito. Se lo dejé abierto. El semen le chorreaba por el esfínter.

Se quedó relajada y saqué mi polla.

Límpiala y prepáramela.

Me la limpió con delicadeza con la esponja. La secó con la toalla. Se entretuvo en el masaje. Mientras seguía a lo mío con el culito de Esther

Cométela otra vez.

Volvió a la mamada y mi pene volvió a ponerse en erección. La dejó brillante. Era el momento de completar la follada. Iba a petar el culito más estrecho.

Retiré los dedos de Esther. Protestó al sentirse huérfana. Me acomodé detrás.

Prepárate. Al principio te dolerá, luego me lo agradecerás.

Puse mi polla en la puerta del culo y empecé apretar. El anillo del esfínter empezó a ceder. Seguí con la presión.

Ayyyyy, me duele padre.

Haz algo por aliviarla.

Laura se metió debajo de nosotros y empezó a chupar el clítoris de su hermana pequeña. Note como relajaba los músculos. La punta entró. Laura había encontrado el punto G y le estimulaba con la lengua.

Lo más difícil ya pasó.

Empecé a deslizar hacia adentro mi polla. Su esfínter se contraían con las chupadas de la hermana. Era estrechito, mucho más que el de su hermana. Calido, se ajustaba como un guante a mi polla.

Ya ha entrado toda.

Laura dejó de chupar y retrocedió un poco la lengua. Volvió a buscar mi esfínter. Noté como su lengua luchaba por entrar, recorría el borde del ano, excitando mis terminales nerviosas. Me corrí al cabo de poco.

Nos quedamos derrengados.

Me quede a dormir con ellas y volvimos a hacerlo después de cenar. Regresé satisfecho a la parroquia al día siguiente. Por supuesto que el informe, aunque muy positivo, fue costoso de realizar, necesitando varias visitas a la casa de retiro para completarlo.