Cura de pueblo - julita

De como el cura acaba sodomizando a Julita, la asistenta.

CURA DE PUEBLO

JULITA

Esta vez les contaré la historia que aconteció con Julia, la asistenta.

Julia, yo le llamaba Julita, era una mujer ecuatoriana, de Guayaquil me contó. Emigró a España para ganarse la vida honradamente, como otros muchos de su país, y ahorraba con la esperanza de traerse a su marido, su Ivansito. Llevaba aquí ya tres años contratada por el alcalde, realizaba limpieza en varias casas que dependían de la alcaldía.

Tres días por semana venía a hacer la parroquia, que también dependía de la alcaldía. Yo la apreciaba mucho especialmente porque era una gran cocinera y me dejaba comida preparada en la nevera o el horno.

Cuando coincidíamos charlábamos mientras realizaba sus quehaceres:

  • Ayer le volví a preguntar al alcalde por mis papeles para traerme a mi Ivansito, y Don Julián me volvió a decir que demoran mucho del gobierno.

  • ¿Cuanto hace que envió el alcalde la documentación Julita?

  • Hace ya más de 1 año.

  • ¿Tanta tardan estos papeles?

  • Me dice el alcalde Don Julián que es normal. Hay mucho emigrante que viene y va.

  • ¿Y que hará cuando lleguen?

  • Ya tengo ahorros para el billete de mi Ivansito y en la capital mi hermana vive en una casa grande, ya me ha dicho que tiene sitio de sobra para que me instale, y yo le ayudaré a pagar el alquiler.

  • La echaré de menos Julita.

  • Yo también Don Santiago.

Julita era ya un poco mayor para mi gusto, me dijo una vez que tenía 37 años, pero aparentaba más. Seguía siendo guapa de cara, morena de piel y con pelos negros rizados, morocha, decía ella. Era un poco culona y de tetas caídas. Intenté imaginármela joven, levantando las tetas y el culo, con la piel morena debería desatar pasiones entre los xavales de Guayaquil.

Como les conté varias veces solía jugar al mus en el casino del pueblo, después de comer tomando cafés. Formaba pareja con el doctor Andrade. No me gusta presumir, pero el mus es de las cosas que se me dan bien. Cuando llegué al casino-bar el miércoles reté al alcalde pero, como cada vez que yo  acudía al casino, él se debió marchar por trabajo.

  • Bueno doctor Andrade a ver quien es nuestra pareja contrincante hoy. Nunca he conseguido jugar contra el alcalde, siempre que vengo debe irse por trabajo.

  • Debe de estar muy ocupado con sus asuntos. ¿Me trajo la partida de bautismo que le pedí de mi nieto? La necesito para mañana.

  • Me la olvidé en la parroquia. Vaya usted preparando la partida que en 5 minutos estoy de vuelta con ese papel.

Me dirigí a la parroquia a recoger la partida de bautismo que me pidió el doctor Andrade. Julita debía estar en la parroquia terminando de recoger la comida y limpiando la cocina. Entré por la iglesia que se acorta y accedí a la parroquia.

Al llegar oí voces en la cocina y me acerqué a ver quien era, no me vieron y me escondí. Por la rendija de la puerta pude ver al alcalde, Don Julián, de pie con los pantalones bajados hasta los tobillos y el nabo bien empalmado.

  • A ver zorra, chúpala bien que tú sabes como hacerlo. Tengo los huevos cargados.

Julita estaba arrodillaba con su bata azul de hacer faenas, chupando la polla como le ordenaba el alcalde. La imagen del alcalde era un poco cómica. Un tipo de unos 60 años, calvo con prominente barriga, chaqueta color crema y los pantalones bajados hasta los tobillos. Sudando y resoplando mientras le hacían una mamada.

  • Vamos que tú y yo sabemos que lo sabes hacer mejor.

Julita no podía decir nada porque tenía la boca ocupada en otros menesteres.

  • Mmhhh, mmmmhhh.

  • Qué gusto ahora. Ves como lo haces mucho mejor. Chúpame también los huevos, refréscalos. Hoy estoy encendido.

Julita iba sacando el nabo de su boca y se lo volvía a tragar entero, estaba cada vez más duro y reluciente. El alcalde le sobada por encima de la ropa, empezó a desabrochar la bata de Julita, manoseándola.

  • ¿Te has vestido como te ordené? Así me gusta con tanga y sostenes de encaje rojo, si pareces una puta.

Don Julián le sacó la bata y destacó el provocativo conjunto rojo. Contrastaba muy bien con el moreno de su piel. Al sacarle el sostén balancearon las tetas, que fueron recogidas y manoseadas por el alcalde.

  • No te preocupes que tu curita demora por lo menos una hora.

  • Si Don Julián, lo que usted mande.

  • Ven aquí, que te voy a dar con ganas.

Hizo levantar a Julita y la puso contra el mármol. Julián se colocó detrás y le apartó el hilo del tanga. Su polla estaba brillante por la saliva. Se la metió de un golpe en el chocho.

  • Pero que zorra que eres. Si te va a encantar. Aaaaarrrggg, que calentito.

Empezó un movimiento frenético, Julita no parecía estar disfrutando sino más bien por la cara que ponía daba pena. Parecía a punto de llorar. El alcalde imprimía un ritmo frenético, no se preocupaba lo más mínimo de dar placer a Julita, resoplaba como un toro encendido.

  • Me voy a correr dentro que es lo que me gusta.

  • No por favor eso no, dentro no.

  • Calla ya joder, y además sin preservativo, que a mi nunca que han gustado. ¡¡¡Ohhhh me viene!!! ¡¡¡Qué buena corrida!!! Tomaaaa

Don Julián se quedó quieto, empujando hasta dentro su polla. Espero unos minutos y quedó relajado. Se retiró y subió los pantalones.

  • Por hoy ya está bien, recoge todo esto y si dices algo a alguien tu Ivansito no va a venir ni para jubilarse.

Salí sigilosamente y me escondí en el confesionario esperando a que marchara Don Julián. Volví a recoger el papel del doctor Andrade y oí en la cocina como Julita estaba llorando mientras se vestía. No entré, no era el momento. Oía como recogía la cocina sin poder evitar que le cayeran las lágrimas en la pica de fregar.

Volví al casino-bar pero no estaba con ganas de jugar al mus, me disculpé con el doctor y me fui a pasear y pensar un poco. Volví antes de que se fuera Julita. Lo había recogido todo y se disponía a irse.

  • Hola Julita, antes vi como el alcalde salía de la parroquia. ¿Vino a verme a mí?

  • No don Santiago quería comentarme algo sobre los papeles de mi Ivansito. Bajó la cabeza como si le diera vergüenza.

  • Creo que usted y yo sabemos que eso no es verdad. Porque no me dice la verdad.

La pobre se puso a llorar, el canalla de Don Julián abusaba de ella varias veces por semana a cambio de gestionarle los papeles. Si no accedía no le renovaría el contrato que tenía y perdería la posibilidad de traer a su marido. Menudo hijoputa. Le tranquilicé diciendo que la ayudaría en lo que pudiera.

  • Es usted muy bueno don Santiago.

Si hay algo que me revienta es que se aprovechen de la gente, ese Julián era un cabrón. Que enchufara a media familia en el ayuntamiento o trapicheara con permisos de obras y licencias todavía, pero que abusara de esta pobre mujer me encendía los ánimos, y apostaría a que los papeles de Ivansito no han sido ni tramitados. Yo he sido más bien de izquierdas, básicamente por que en la universidad los que izquierdas follan más, no me parecía mal que follaran si era de mutuo acuerdo, pero aquello más bien era una violación. No podía dejar de dar vueltas a la cabeza buscando como podía meter mano en el tema, joder! además yo era el cura y follaban en la parroquia.

Lo más fácil hubiera sido grabarlo con una webcam y un portátil de la iglesia pero si chantajeaba al alcalde mi posición en el pueblo seria insostenible. Era un hombre demasiado poderoso para enfrentarme, necesitaba algo mucho más sutil.

No dejaba de darle vueltas al tema sin encontrar como atacarlo. Pero como bien se dice, los caminos del señor son inescrutables y la ayuda puede venir de donde uno menos se lo espera. El viernes vino a confesarse la mujer del alcalde.

  • Avemaría Purísima

  • Sin pecado concebida

  • Dígame hija

  • Hace ya mucho que no me confieso

  • Lo se, cuéntame lo que te aflige.

  • Creo que mi marido va con otra mujer. Ya no quiere hacerme el amor y me rehúye siempre que puede.

Vaya, vaya. Así que la mujer del alcalde, Elvira, sospecha del cabronazo de su marido. Creo que se habría una posible salida para Julita.

  • No estoy seguro, continuo ella, pero creo que es con la asistenta del ayuntamiento, Julia, la que viene algunos días a la parroquia. Usted sabe como son los pueblos si esto se sabe seria el fin de nuestra reputación.

  • Hija mía, suerte que ha venido usted. Sin duda su marido ha caído en las garras de Julia, ha sido como poner el lobo a vigilar el rebaño. Esa chica se debe estar aprovechando de su marido. Ha hecho usted muy bien en comentármelo. Hay que sacar a esa mujerzuela de este pueblo y apartarlo de su marido.

  • Desde luego padre.

  • ¿Verdad que usted trabaja con su marido en el ayuntamiento?  Julia tramitó los papeles para que viniera su marido e irse después a la capital. Busqué esos papeles y tramítelos con urgencia.

  • Ha tenido usted una excelente idea padre. Mañana mismo estarán listos.

  • Un momento, ¿y la penitencia qué? Tres padrenuestros y una buena limosna en el cepillo, que la iglesia está muy necesitada.

A la semana siguiente Julita me dijo que ya le habían llegado los papeles, incluso la alcaldía le pagaba el billete de avión de su Ivansito y le había conseguido un trabajo en la capital.

Por primera vez me sentía un autentico cura que ayuda a los necesitados. ¡¡Que se joda don Julián!! Se quedaba sin chochito.

Julita vino el lunes por la mañana a despedirse y darme las gracias.

  • Bueno don Santiago al final todo se arregló. Yo sé que usted intercedió por mí y quería darle las gracias.

  • Bueno Julita no hice nada que no fuera a hacer con cualquiera.

Se acercó a darme un beso en la mejilla, yo también me acerqué, pero en el último instante Julita giró la cabeza y el beso fue a los labios, no me lo esperaba pero su lengua entró y jugueteó dentro de mi boca, enroscándose a la mía. ¡¡¡Qué traviesa!!!

  • Yo pensaba darle las gracias de otra manera. Lo dijo en un tono sensual, mientras me acariciaba.

  • ¿Y cual es era manera?

Sus caricias fueron bajando por la sotana hasta alcanzar mi pajarito, lo empezó a acariciar haciendo círculos. Yo no soy de piedra y por supuesto estaba respondiendo como es debido a los estímulos con una buena erección.

  • Nunca le he dicho que es usted un cura muy guapo.

Empezó a desabrocharme la sotana y fue a buscar con sus manos directamente mi dura polla. Se arrodilló y empezó a dar chupadas para acabar de endurecerla, notaba como la lengua iba acariciando mi capullo.

  • Ummm, chup chup, que rica que está. Y qué grande.

La sujeté la cabeza y la empecé a follar por la boca, a partir de ahí Julita ya no podía hablar, estaba ocupada con otras cosas. Paró de golpe cuando mejor iba, se puso de pie.

  • Bueno don santiago, hay una cosa que jamás le he dado a ese cerdo de don Julian, y es mi regalo para usted.

Se dio la vuelta, se recostó sobre la mesa, se arremangó la falda, apartó la tirilla del tanga y dejo al descubierto su ojete.

  • Este es mi regalo, es todo para usted, ya esta preparado. Atáquelo. Gócelo.

Yo estaba como un toro y me arrimé a su gran culo. Estaba brillando, sin duda se había puesto vaselina antes de entrar a la parroquia para facilitar la penetración. Arrimé mi polla a su esfínter y agarré sus amplias caderas con fuerza. Se empezó a abrir el agujero trasero y cedió con facilidad a mi empuje. Estaba bien engrasado, venía bien preparada. Fácilmente entró media polla, notaba como la presión de su ano cedía a medida que avanzaba. Mi polla quedaba bien sujeta por su anillo y notaba la presión de las suaves paredes de su recto.

  • Uffffff, padre que poderío lleva usted. Vaya con cuidadito.

Esperé un poco a que se acostumbrara a mi grosor mientras buscaba sus pechos por debajo del vestido. Alcancé a cogerlos, estaban un poco blandos para mi gusto. Volví a la penetración asiéndola de nuevo por sus caderas. Notaba como el anillo cerraba bien mi polla, las paredes de su recto estaban bien engrasadas y se adaptaban como un guante a mi nabo. Julita empezó a masturbarse de manera frenética mientras era enculada.

  • Deme, deme ahora, ¡no pare!

Y yo no paré, empecé un mete saca y no iba a parar hasta correrme dentro. Sacaba todo el cilindro para volverlo a enterrar de golpe, hundiéndolo hasta que mis huevos chocaban con su mano, que se acariciaba en su coño para llegar también al orgasmo. La piel se le estaba volviendo brillante por las gotas de sudor que desprendía.

  • Siga así auuuufff, que placer, que bien.

Nos corrimos juntos, yo me derrame en su recto toda la descarga y esperé a haberla vaciado bien. Julita se compuso el vestido, se arregló un poco el pelo y recogió su maleta.

  • Bueno ya está. El autobús parte en media hora. Debo irme. No lo olvidaré nunca don Santiago.

  • Yo tampoco Julita.

No volví a ver más a Julita, espero que le fuera bien con su Ivansito. Al que si tuve ocasión de ver es al alcalde, con el cual tuve por fin el gusto de jugar y ganar al mus. Nunca sospechó de mis maniobras.

Y esta es la verdadera de Julita y de cómo se reunió con su Ivansito. Yo tuve que buscar otra asistenta para la parroquia y para ello realicé numerosas entrevistas a candidatas interesadas en el puesto, algunas de ellas mostraron mucha obediencia a su sacerdote e hicieron todo lo que les pedí, pero eso ya es otra historia para otra ocasión.

Pueden leer en mi perfil el resto de relatos del Cura de Pueblo. Gracias por los comentarios.

Saludos y hasta pronto.