Cupido me ha vuelto a fallar.
A lo largo de mi vida sólo me he enamorado dos veces, la primera de un gay; la segunda, que es en la actualidad, de tí, una hetero de manual. (No es un relato erótico, sólo una ... declaración de intenciones).
Ahí estarás, en algún bar o discoteca moviéndote al ritmo de la canción de moda que tanto te -nos- gusta. Moviéndote de esa manera tan sexy que consiguió llamar mi atención en alguna clase de aerobic o step. Hoy has tardado en arreglarte más de una hora, y por lo poco que me has dicho, me da la sensación que esta noche llevas más intenciones que simplemente pasar un buen rato con tus amigas, y eso me enoja, o más bien me FRUSTRA. Aunque igual (ojalá) es una paranoia mía... yo y mi maldito complejo de inferioridad.
No sé si lo mío contigo fue un flechazo o qué, pero recuerdo que aún no sabía ni como te llamabas y ya desde el sábado por la mañana esperaba con ansias el lunes por la tarde. Y el lunes por la noche esperaba impaciente el martes por la tarde. Y así sucesivamente de lunes a viernes. Aún ni había hablado contigo, simplemente te tenía vista, y ya sabía que me daría pena irme de mi ciudad, y por lo tanto del lugar en el que solíamos coincidir, si me cogían en esa empresa de Madrid para la que estaba siendo víctima de un proceso de selección con pruebas de inglés y tests de personalidad (mi punto débil). Mientras me citaban para las entrevistas por teléfono, allá a principios de enero, ya aparecía tu imagen en mi cabeza, y yo sólo pensaba en que no te vería más si me seleccionaban. Entonces fue cuando decidí que quería verte cada día, así que empecé esa rutina de ir al gimnasio a diario disfrazada de "megaoperación biquini + relajación después del duro y cargante día de estudio". Todo era una excusa para poder verte cada día.
A lo largo de mi vida sólo me he enamorado dos veces, la primera de un gay; la segunda, que es en la actualidad, de tí, una hetero de manual. Eso es mala puntería y lo demás tonterías.
De hecho, cuando te conocí, ya me hice a la idea de que serías inalcanzable para mí, y quise mantener los pies en el suelo, repitiendome miles y miles de veces "no te hagas ilusiones, no te hagas ilusiones, que luego te llevas la hostia"... pero aún así mis impulsos me llevaron a iniciar una absurda conversación contigo y querer tener, por el momento, una simple relación social de conocidas de gimnasio.
Creo que nunca me había sentido tan observada por alguien (presentaciones orales en el ámbito académico a parte); ni me habían apartado la vista rápidamente tantas veces en tan poco tiempo cuando pillaba a alguien mirándome. A estas alturas de la situación pienso que debían ser imaginaciones mías, aunque soy de la opinión que esta "fijación" (de fijarse, no de obsesión) que tenías conmigo fue lo que hizo que yo me fijara en tí... lo típico que se dice, "si miras fijamente a alguien, al final ese alguien acaba viendote"; o algo así.
Como no te conozco en otros entornos, no podía saber si ese comportamiento en tí era lo normal o no, así que simplemente me dejé llevar ... no tenía nada que perder al fin y al cabo, pues me dediqué a disfrutar del momento, que es lo que siempre decimos que hay que hacer y nunca hacemos. Y pensé que lo mejor para salir de dudas era empezar a hablarte.
A lo largo de los meses nos hemos ido conociendo. Hemos pasado de hablar de trivialidades y conversaciones vacías a temas más serios. Me has pedido consejo a la hora de tomar decisiones, te he hablado de mis nervios en determinadas situaciones. Nos hemos soltado más la una con la otra, al principio era todo muy formal, muy corto... culpa mía, de mi burbuja y de mi asociabilidad. Pero supongo que el tiempo nos ha dado más confianza y ahora las bromas fluyen, y, no voy a decir los comentarios subidos de tono, porque no los hay, pero sí las conversaciones y bromas sobre chicos. Porque claro, a tí te gustan los chicos. A mí no, porque estoy colgadísima de tí, pero sólo te he dicho que "últimamente me fijo más en las chicas", lo cual tampoco es ninguna mentira.
Me da mucho pudor hablar de los temas más "hormonales", pero al fin y al cabo soy humana, joven, y estoy en mi derecho a sentir lo que siento cuando te veo y cuando estás cerca mío, cuando me hablas, cuando buscándote en la sala de máquinas se cruzan nuestras miradas y me sonríes a modo de saludo... y es que simplemente me derrito. Cuando te veo en aerobic bailando a tu aire en un momento de descanso, de esa manera que, almenos para mis ojos, sólo tú sabes. Cuando te veo en ropa interior en los vestuarios, o cuando vas vestida formal, o informal, o en chandal, o de cualquier manera... me da igual los kg que hayas puesto en verano, si te has puesto morena o si has vuelto más blanca de lo que estabas, si estás sudada o no. Me gustas en cualquiera de tus formas (pero por favor, no te lo tomes literal porque no te imagino sin esa melena rubia que tienes, que a decir verdad, es otra de las cosas que te hacen tan sexy, y la imagen también importa un mínimo, no lo vamos a negar).
Salta a la vista que por fuera somos sumamente diferentes... tu figura es estilizada, tus facciones son finas, eres elegante al vestir, te mueves en unos entornos diferentes a los míos, has crecido en un ambiente bastante distinto al mio... Por lo que me has dado a entender alguna vez, no es el aspecto físico lo que más valoras de una persona, y me he dado cuenta de que psicológicamente nos parecemos bastante, en los aspectos más determinantes de la personalidad. En los pequeños detalles tenemos muchas diferencias (gustos culinarios, costumbres cotidianas...), pero quizás si no fuera por eso nuestras conversaciones no serían tan divertidas, ni me podría picar tanto contigo, cosa que me encanta, porque me encanta hacerte reir y verte sonreir.
No sé, siento que he tenido mucha suerte de conocer a alguien como tú, y no quiero sacar nada fuera de contexto, pero creo que encajamos muy bien. Debo ser muy ilusa al sentir una especie de feeling, porque claro, a tí te gustan los chicos, eso es lo único que tengo claro en todo esto, o almenos lo que me has dado a entender tú (que luego nunca se sabe lo que pasa por la cabeza de una mujercita de a pie, he oído por ahí que todas las mujeres alguna vez han pensado en tener relaciones con otras, pero seguro que muchas lo rechazan enseguida... con la suerte que tengo, debes ser una de ellas).
Quedan cuatro días para que deje el gimnasio definitivamente, y casi cuatro para decidir si te cuento lo que siento por tí o no. Supongo que pasará como siempre: motivada por las ganas que tengo de que lo sepas, se me escapará un pedacito del secreto, no lo podré arreglar de ninguna manera, y tendré que acabar contándotelo todo. No va a arreglar nada; de hecho, cuando veo una situación parecida desde fuera pienso que era inútil decir nada, porque no lleva a ninguna parte. Pero yo necesito que lo sepas. No creo que te lo vayas a tomar a mal, creo que tienes la suficiente madurez como para, simplemente, sentirte halagada. Espero que nuestra relación no cambie, aunque a mi me vaya a dar suma vergüenza mirarte a la cara las próximas veces que te vea, si es que te veo. Porque yo quiero seguir viendote aunque sea como amiga... espero que dentro de unos meses te esté contando que esta vez Cupido apuntó bien y me enamoré de quien realmente tocaba; espero que vengas a ver mi piso, aunque sé que te va a dar mucha pereza, y sinó espero poder tomar un café o un chocolate o un zumo o una agua contigo, en la ciudad en que nos conocimos, y ponernos al día de nuestras vidas de vez en cuando.