Cuñadas entrelazadas.
Narra la historia verídica de como unas vacaiones familares se transformaron en un sueño erótico y morboso sin comparación.
Esta historia es completamente verídica...Tengo que contarla aunque sea en secreto...Llevaba casado más de un año y las vacaciones de verano se acercaban lentamente. Estoy casado con una belleza rubia de brillantes ojos verdes y luminosa sonrisa. Una mujer mucho más atractiva de lo que me correspondería por ley natural. Este hecho me ha llevado a comprender que las miradas de los hombres hacia ella, no son más que un halago y la confirmación de la realidad que yo sospechaba. Por diferentes motivos, nunca he sido un chico muy apegado a la familia, al contrario que Paula mi mujer. Ella es la mayor de tres hermanas y supera levemente la treintena. Nuestras vacaciones siempre se desarrollan en la costa. Nuestra familia tiene un pequeño apartamento y siempre nos turnamos para peregrinar en verano allí. No lejos del apartamento existe una playa nudista, a la que de vez en cuando nos escapamos Paula y yo. La primera vez que nos animamos a ir fue algo violento, una especie de reto, pero acabó siendo nuestra playa de referencia. Desarrollamos un pícaro juego en el cual, dábamos rienda suelta a dos fantasías. Por parte de ella, abandonar la férrea educación recibida, sentirse admirada y deseada mostrando abiertamente su desnudez a quien quisiera contemplarla, abriendo sus piernas al paso de los caminantes. Y por mi parte disfrutar del orgullo de la situación.
Mi cuñada Sara está casada desde los 21, es una chica menuda y un tanto prepotente, pero inteligente y proporcionada. Es de pequeña estatura, casi parecería la figura de una niña si no hubiese desarrollado el pecho. Tiene rasgos muy similares a mi mujer, el pelo rizado y castaño es la diferencia más perceptible y la altura por supuesto. Se casó con Stephan, un chico alemán de buen porte, rubio ojos azules pelo cortado a cepillo y un psudoprfesional del tenis. Viven en Berlín.
Había visto a mi cuñada en infinidad de ocasiones, pero apenas hace un año, en casa de mis suegros, fue la primera vez que la vi en bikini. Jamás me había fijado en ella, quizás por su estatura, o su carácter, pero he de reconocer que su cuerpo infantil coronado con un pecho de mujer adulta como le correspondía llamó mi atención. Ella disimuladamente y sin querer dar importancia, se abrazó a la toalla, la cual anudó por debajo de sus axilas, para así satisfacer su timidez. Sus movimientos posteriores evidenciaban lo orgullosa que estaba de su pecho, subiendo los brazos continuamente, unas veces para airear su pelo y otras para recogérselo sin para de hablar… Yo deseaba a cada instante que aquella toalla cayera, a pesar de que sabía que a pesar de la falta de los visibles tirantes, el desbordado sujetador del bikini estaba debajo.
Fue entonces cuando durante la comida familiar en el jardín, las dos hermanas quedaron para coincidir en ir a la playa en la misma fecha. Era lógico, se añoraban mucho debido a la distancia y Stephan tenía vacaciones en esas mismas fechas, era un momento ideal.
De regreso al coche, Paula me comentó que esas vacaciones no habría nudismo, mis cuñados no pensaban igual que nosotros, y no estaba dispuesta a hacérselo pasar mal a su hermana. Por lo tanto tendríamos las típicas vacaciones familiares. He de reconocer que asentí sin protesta, aunque en mi interior no pude evitar maldecir el momento. Los días se iban haciendo más largos y el calor llegaba, finalmente llegó el día en el que mis cuñados vinieron a España. Habíamos quedado en el aeropuerto para ir directamente al apartamento. Desde su misma llegada las hermanas no cesaron de hablar en el coche de todo lo imaginable mientras yo, debatía de fútbol con Stephan. El calor era asfixiante, así que una vez acomodados y después de tomar una cerveza, decidimos ir a la playa. Las playas en verano en España están atestadas, resulta prácticamente imposible encontrar un hueco libre, pero después de un poco de agobio, conseguimos sentarnos en un minúsculo espacio, lejos de la orilla. Mientras desnudábamos nuestros cuerpos pude ver como Paula se fijaba en el torso desnudo de Stepahn y le hacía un comentario sobre sus abdominales. No tardé mucho en desviar mi atención, ya que mi cuñada Sara sonreía, repleta de orgullo a la vez que dejaba su camiseta en la arena. Fue entonces cuando aquella visión a la que había tratado de dar forma en mi imaginación apareció sin más. Un precioso sujetador de bikini negro sin tirantes que apenas podía contener la voluptuosidad del pecho de aquella niña adulta. Acomodados en la arena, las hermanas no paraban de quejarse del gentío y el calor. Casi sin pensarlo, me atreví entonces a mencionar la existencia de nuestra playa “secreta”. Paula tras unos segundos abogó por mi discurso y empezó a enumerar las ventajas. La apuesta estaba hecha, tras unos segundo de reflexión por parte de Stephan y Sara, que se miraron buscando aprobación, ambos aceptaron. No podía creerlo, mis vacaciones hasta ese momento condenadas al turismo de bar de playa y masas en la arena, se transformaba en un paraíso en el cielo, donde podría disfrutar de la belleza de las hermanas desnudas. Mi sangre mientras recogía junto a Stephan la sombrilla, la toalla y demás elementos, comenzaba a cabalgar por mis venas. De camino en el coche hasta nuestra playa secreta, Paula y Sara no cesaban de hablar, quitándole la importancia al asunto que yo le daba. Tras aparcar el coche y recorrer un sinuoso sendero encontramos la playa. Prácticamente no había nadie, como suele suceder en las playas nudistas. Únicamente a lo lejos, observamos unas cuantas parejas de homosexuales dorándose al sol. Una vez que las toallas estaban extendidas, llego ese momento difícil…el de…bueno es ahora..Paula consciente de que era la primera vez para su hermana, se desnudó a toda prisa, casi por instinto, como quien va a tomar una ducha, en dos movimientos, ya había descubierto su cuerpo por completo, el sol besaba sus pezones y la brisa marina acariciaba su entrepierna, Una mirada hacia mi fue suficiente para comprender …tenía que hacer lo mismo. Un sentimiento de vergüenza ligera sobrevino, tanto fantasear había dejado mi pene medio erecto. Pero que diablos, yo era el culpable de aquello, quizás algún anhelo exibi, dentro de mi, me hacia sentirme bien con que mi cuñada me viese en ese estado. Mis cuñados disimulaban como si nada sucediese, pero el color rojo que tomaron sus rostros les delataba. Ambos empezaron a desnudarse, no era mucha la ropa que llevábamos puesta, así que no era una maniobra difícil,. Stephan bajó primero su bañador y liberó un rosado y proporcionado pene, de un tamaño medio. No pensé que alguien que no hacía nudismo se depilase, pero fue una grata noticia confirmar que sí lo hacia, en realidad mi cuñado tiene un precioso cuerpo atlético, no tengo tendencias homosexuales, pero sé reconocer la belleza. Sara al ver que Stephan ya se estaba desnudando, en parte a su carácter competitivo, se vio obligada a empezar la misma maniobra. Yo disimulaba mientras le aplicaba protector solar a Paula, pero no le quitaba ojo a Sara, oculto tras mis gafas de sol. La camiseta de Sara calló una vez más al suelo. A continuación juntó sus brazos tras la espalda, y tras un leve movimiento soltó el cierre de su sujetador. La prenda calló al suelo liberando dos preciosos pechos compactos y firmes, que apuntaban insolentes con sus pezones al cielo. Una sonrisa invadió su rostro, consciente de la nueva situación mientras entonaba..
-Bueno ahora somos familia no pasa nada-. Dobló su camiseta y sujetador, y se dispuso a bajar sus braguitas. Mientras lo hacía, yo extendía protector en la espalda de Paula, que pudo notar a la perfección como mi pene en una ligera convulsión involuntaria, acaricio su culete o colita como dicen nuestros hermanos americanos. No hizo ningún comentario, de hecho me tapó para no delatar mi estado de creciente excitación, contra el cual luchaba rememorando la alineación de la selección. Cuando Sara acabó de bajar sus braguitas del bikini el mar y yo pudimos descubrir un pequeño y precioso pubis depilado. Aquel contraste que había imaginado, ahora se mostraba ante mis ojos, un cuerpo delgado, sin curvas, de casi una adolescente sin formar, defendido por un pecho perfecto de mujer adulta, habría sido envidiado por cualquier cirujano plástico.
Stephan solicitó entonces el bote de crema solar que yo tenía, antes de que pudiese acercarme, Paula se hizo con él, y le dijo.-Date la vuelta anda que te estás quemando- Al mismo tiempo empezó a aplicarle el contenido. Por mi parte, ese fue el momento elegido para huir hacia el agua, quizás el cambio de temperatura rebajaría mi creciente estado. Apenas unos minutos después, algo más relajado volví a la arena. Allí se encontraban extendidas las 4 toallas sin dejar separación entre ellas. Las hermanas ya cómodas en su desnudez, retomaron los temas de charla. Stephan leía una revista con desinterés. Los cuerpos relucían debido a la crema y al potente sol del mediodía. A pesar de que la playa estaba prácticamente desierta, la distancia entre nuestros cuerpos era mínima. Una vez tumbado a escaso centímetros de mi cuñada, podía sentir su olor, me acomodé sobre mi costado para observarla con el falso pretexto de atender a su charla. Paula comenzó a hablar de temas de estética y depilación, fue entonces cuando se levantó y se sentó en mi toalla a los pies. Sentada en la misma de frente a su hermana, abrió las piernas para enseñarle el avance del láser, y tirando suavemente hacia arriba de clítoris le enseñó cuan profundo llegaba. Stephan abandonó de inmediato la lectura, lo que provocó una carcajada general, pero Paula lejos de sentirse acomplejada abrió aún más las piernas, para enseñárselo a él en particular.
- Mira ven no seas tonto- Stephan se apoyó sobre sus codos acercándose con el doble objetivo de observar y no delatar su excitación. Sara sonrío tímidamente, competitiva por naturaleza también se sentó en la toalla en la misma posición que su hermana pero esta vez apuntando hacia mí, que seguía tumbado sobre mi costado. Unos preciosos labios vaginales se abrían ante mis ojos, mostraba el interior de su aún estrecha vagina, así como la unión con el pequeño ano. Hizo el mismo movimiento que su hermana y separó su labio vaginal derecho mientras decía..-sí pero hasta aquí no llega-. Las dos preciosas hermanas, se encontraban sentadas en las toallas con las piernas abiertas al límite de su capacidad, sólo para enseñarse por completo a sus correspondientes cuñados. Fue entonces cuando Stephan en un ejercicio de sinceridad dijo;- jo me estoy excitando, no estoy acostumbrado a esto.- tomé la palabra y dije -no eres el único- Ambas hermanas se miraron y en un lenguaje que sólo ellas entendían, con un gesto se dieron aprobación.
Fue entonces cuando la pequeña Sara me miró y sonriendo sin abandonar su posición deliberadamente indiscreta dijo.-Ven que te voy a decir una cosa al oído- Abandoné mi postura y apoyando mi codo, en el espacio que quedaba entre sus piernas abiertas me acerque a su oído, casi sin saber como, ella modifico su trayectoria e introdujo su lengua en mi boca. Abrí los ojos sorprendido y también algo asustado, al no presagiar la reacción de Stephan, pero al entornarlos vi como él se dirigía arrastrándose hasta Paula, que le esperaba también con las piernas abiertas y apoyada sobre sus manos al igual que su hermana hacia conmigo. No podía despegarme de esa lengua q no cesaba de acariciar la mía., con los ojos cerrados, podía escuchar como Stephan besaba y lamia el sexo de mi mujer. Mientras me concentraba en esos dulces besos, sentí como la humedad de una boca resbalaba por mi pene mientras besaba a Sara. Mi mujer había cambiado de posición, había adoptado la del perrito con el fin de lamer mi pene mientras yo besaba a su hermana. Stephan se situó detrás de mi mujer Paula y preguntó..-¿Puedo por detrás?- a lo que Paula respondió ..-despacito Stephan sí-. No cesaba de besar a Sara mientras Stephan penetraba tiernamente a mi esposa, lo cual yo agradecía, ya que a cada dulce y suave movimiento la estremecía por completo y eso se reflejaba en su boca-
Fue cuando Sara abandonó su posición de seducción inicial, me tumbó boca arriba para hacer más cómoda la labor a su hermana. Posiciono su pequeño clítoris a la altura de mi lengua y se recostó sobre mi torso cabeza abajo, buscando al igual que Paula lamer mi pene. Al extender mi lengua pude comprobar como el sabor de las dos hermanas era similar, lo cual mezcló en mi una sensación de morbo con otra de bienestar, sus preciosos pechos, apenas imaginados unas horas antes, rozaban con mi estomago, mientras las dos compartían saliva en mi pene, como si de una golosina de la infancia se tratará, incluso sus lenguas se buscaban en ocasiones olvidándose de mi anatomía. Mi lengua recorría una y otra vez la corta distancia entre el pequeño ano y la vagina de Sara, deteniéndose en cada uno de ellos concienzudamente. Quizás por arte de magia Stephan y yo eyaculamos a la vez. Él en el ano de mi esposa, yo en la boca de las hermanas. Me afané en no retrasar el placer oral de Sara ya que nosotros habíamos terminado..Apenas unos segundos después, mi boca recibió un torrente de flujo vaginal que delataba su satisfacción, ninguna de nosotros se limpio de inmediato, al contrario, ellas se quedaron tumbadas al sol hasta que el semen se seco de sus cuellos y bocas y nosotros disfrutamos un poco más, yo del sabor de Sara, relamiéndome y Stephan de su batalla anal con mi Pauli. Después de aquel día, hemos vuelto a ir aplayas nudistas, siempre en secreto para que no se enteren sus padres, pero nunca hemos repetido la experiencia. Esa misma noche Paula me confesó que cuando eran jovencitas, si hacían estas travesuras, pero que nunca se habían atrevido ya siendo mujeres casadas.
Nuestra relación ha cambiado, podríamos decir que ahora es de cariño sincero, no queda en nuestras mentes algo como..hay que repetirlo, simplemente queda como una experiencia fantastica. Las cenas de navidad no han cambiado.
Sólo tenía que contarlo…