Cuñadas (1)

Un error del director del hotel y Mónica, una de mis cuñadas, me permiten pasar un noche increible con mi otra cuñada: Susana.

Antes que nada decir que a raíz de comentar con amigos míos y enseñarles los relatos que había publicado en Internet, me objetaron la posibilidad de que si ellos me transcribían sus aventuras, hechos o fantasías, yo las enviaría a la web que estaba afiliado. Les dije que sí, y al cabo de una semana tenía en mi ordenador cerca de 25 relatos de todo tipo, reales y fantasiosos, amor filial, maduras, transexuales, en fin de todo un poco. Nunca hubiese imaginado que algunas mujeres de mis amigos fuesen las protagonistas en varios relatos por parte de ellos. Cada semana recibo de dos a tres relatos, los corrijo y los guardo para paulatinamente publicarlos en la red. Empezaré por el primero de la lista. Decir Que los nombres son inventados e indicare si los relatos son reales o fantasiosos.

CUÑADAS

(Hecho real)

CAPITULO 1

Mi nombre es Juan y tengo 36 años, mido 1.73 cm, tengo un cuerpo atlético dado que desde los 15 voy al gimnasio tres veces por semana a hacer pesas a parte de practicar el fútbol. Tengo un pene mas bien grande de 257 en erección, 124 cuando esta flácido, y un pequeño problema con mis testículos pues son bastante grandes y no sé si es por el tamaño, pero producen una gran cantidad de semen y me duelen bastante, por lo que necesito descargar a menudo. Soy muy vicioso, tengo una mente muy calenturienta, me gusta mucho el sexo, pero en mi relación con las mujeres siempre he sido bastante tímido. Lo que hoy cuento aquí es sólo una parte de la relación que en poco tiempo he experimentado y experimento con las tres hermanas de mi mujer, y todo desencadenándose a raíz de la primera vez con Susana. Hoy mi mujer lo sabe, pero al contrario de lo que pensaba que sucedería, tengo la sensación que están preparando algo entre ellas contra mí, pues mi mujer me ha ido soltando algunas indirectas respecto al sexo y de lo que hablan entre ellas. En fin, ya les contaré en su momento.

Estoy casado desde hace 10 años con Lucía y tengo una hija de 8. Ella es la mayor de cuatro hermanas, Lucia mi mujer tiene 35, Mónica 32, Susana 28 y Eva 24, todas ellas casadas y con niñas pequeñas de entre 2 y 8 años. Con mis cuñadas y sus maridos me entiendo de maravilla, a parte de que todas y no desmerezco a mi mujer están soberbias. Mis cuñadas desde que las conocí me habían mostrado mucha confianza, sabía de ellas muchas más cosas que las que explicaban a mi mujer. Habíamos ido juntos a la disco del pueblo muchas veces y allí tenía que bailar con todas. No cabe decir que me encantaba sentirlas a todas junto a mí cuando bailábamos lentos, y después, pues, lo dicho unos dolores tremendos de testículos y como no podía estar a solas con Lucía en esos momentos, mitigaba mi dolor con soberanas masturbaciones, y todo gracias a mis cuñadas.

Lucia mi mujer mide 1.66 es morena de pelo largo y rizado y sus medidas son de 95-66-91, Mónica, la segunda, mide 1.75 es morena y de ojos azules, tiene un cuerpo espectacular, piernas formadas en el gimnasio, un culo bien puesto y duro y unos pechos no muy grandes pero firmes y tiesos ya que igual que a mi le gusta cuidar su cuerpo, sus medidas son aproximadamente de 85-62-92. Susana, la tercera, mide 1.73, también es morena pero de pelo corto, ojos verdes, unas piernas esbeltas y formadas, un culo respingón y carnoso, y unos pechos grandes, muy grandes y redondos, de esos que cuando llevan ajustado alguna prenda, parecen todavía mas grandes, sus medidas son de 115-62-90. Eva la pequeña, 1.70 de altura, rubia de pelo corto, ojos azules y una piel blanca, parece un ángel, tiene unas medidas como Susana.

No he de decir que durante todos estos años, y cuando hemos estado en la torre de mi suegro y coincidíamos todos, me había puesto cardiaco viéndolas en bikini. Me había masturbado pensando en todas y cada una de ellas, lo que les haría, imaginándolas siempre ligeras de ropa, como más de una vez las había visto, y como y de que manera las cogería. Lo que no pasaba por mi mente es que todo eso se iba a hacer realidad en muy poco tiempo, y nada menos que con Susana

La protagonista en cuestión es Susana, la tercera de mis cuñadas, que como me confesó mas tarde yo había sido para ella su amor imposible, su objeto de muchas masturbaciones y que si Lucía no se hubiese casado conmigo, ella se las habría ingeniado para ser la que ocupase su lugar.

Mi mujer me comentó que el matrimonio de Susana no funcionaba muy bien y que a menudo venía a casa para así estar con mi mujer y su hija estar con la mía. Mi mujer me había hecho comentado que no tardarían en separarse, pues Javier, su marido, pasaba más tiempo en el trabajo que en su casa y los fines de semana salía con sus amigos en moto, y ella estaba cansada de estar siempre sola. A parte de su hija, tiene pasión por la música, tiene buena voz, y le encanta que toque la guitarra y así ella me acompaña cantando.

No tuvimos nunca la ocasión de quedarnos a solas y solamente por eso yo desconocía sus sentimientos, aunque no puedo negar que en mas de una ocasión me había masturbado pensando en ella.

Todo empezó en Semana Santa, quedamos en ir todos, a excepción de mi cuñada Eva, juntos de vacaciones de verano a un hotel de la costa. Eva no podía venir ya que tenía vacaciones en la segunda quincena. Quedamos en llevarnos a su hija pues se lo iba a pasar bien con sus primas. No hubo ninguna objeción al respecto.

Me encargué de buscar el hotel. Busqué uno de tres estrellas, cerca de la playa y que tuviese piscina. Estaba todo encargado cuando una semana antes de irnos el marido de Susana me comento que no podía ir ya que tenía que auditar una empresa en Francia y la auditora le había encargado de hacerlo durante las dos primeras semanas. Esto trastocó todos los planes, ya que teníamos encargadas cuatro habitaciones, y no podíamos dadas las fechas hacer ningún cambio. La verdad es que Susana no se enfadó mucho.

Llegamos al hotel sobre las doce del viernes y nos encontramos con que solamente teníamos disponibles dos habitaciones en la segunda planta y una en la cuarta. De las cuatro había una, la más grande con dos camas dobles, otra habitación con una cama individual y otra con dos camas individuales. Me cabreé bastante, no habían camas suficientes, éramos nueve y solo había sitio para siete. Si a eso le añadimos que las niñas querían dormir juntas el problema aumentaba. Mónica propuso que Lucía y ella dormirían en la más grande añadiendo un plegatín para que las tres más mayores estuviesen juntas y así controlarlas mejor, el marido de Mónica dormiría en la individual con su hija, que era la más pequeña (dos años) en otro plegatin y yo iría a dormir junto con Susana en la que quedaba. Mire a mi mujer y me comento que mientras el hotel solucionaba el problema de las habitaciones era una situación temporal. Las niñas estaban muy alborotadas con el hecho de dormir juntas y eso hizo que me conformase. Hasta ese momento no se me había pasado por la cabeza nada de lo que mas tarde sucedería.

En la recepción del hotel pedí los plegatines, a parte de que se preocupasen de solucionar el tema de las habitaciones. Quedaron en que esa semana lo harían pues reestructurarían las entradas. Durante el resto del día no sucedió nada. Comimos y fuimos a pasear, dejando para el día siguiente, tanto la playa como la piscina. Cenamos cerca de las nueve y después fuimos a la terraza a tomar unas copas. A eso de las diez y media las niñas estaban muy cansadas y Lucía y Mónica así como su marido se fueron a sus habitaciones. Me acerque a mi mujer y le di un beso. Ella suspiró. Me quedé con Susana hablando. Cabe decir que Susana tiene una gracia especial cuando explica las cosas y hace que rías a carcajadas. No nos dimos cuenta y ya eran las doce. Llevaba mi móvil por si mi mujer quería alguna cosa. Subimos a la habitación donde previamente habíamos dispuesto todas nuestras cosas. Y subiendo las escaleras me fijé en su movimiento de caderas. ¡Vaya cuerpo!.

Susana vestía en ese momento una camiseta de tirantes de color rojo, dejando su barriga a la vista, y sus pechos se peleaban por salir de la camiseta, unos tejanos muy ajustados y unas zapatillas planas de color blanco.

Entramos en la habitación y puso la tele y se estiró apoyando los codos en la cama. La observé en esa posición durante unos segundos, estaba sensual en esa postura. Me miró y le dije que me iba a duchar. El aseo estaba nada mas entrar en la habitación y una puerta corredera separaba la pequeña entrada del dormitorio. Me pidió ducharse ella primero y la deje. Salí a la terraza y encendí un cigarrillo. Desde la terraza se veía la playa. Una luna llena iluminaba el agua y el paseo marítimo estaba en plena ebullición.

La puerta de la terraza se abrió y, ¡ohh! Susana llevaba la toalla cogida por una de sus manos, era imposible anudar esa toalla por el volumen de sus pechos, y en la otra llevaba un cigarrillo. La toalla tapaba lo justo por abajo. Esa visión empezó a despertar a mi compañero.

Vaya vista ¿no?- me comento-

¡Pues sí!, - la contesté mirando de arriba abajo, como embobado.

Me sonrió y me acarició la cara, pasando cerca de mí. Cogió un cigarrillo, lo encendió y se apoyó en la baranda. En ese momento pude observar el principio de su precioso culo. La visión me calentó y me fui a duchar. Mire el reloj. Las 12:30. Me di una ducha fría, ya que aparte del calor que hacía, tenía mi pene totalmente erecto. Una vez mas calmado, salí con mi pantalón del pijama corto y secándome todavía alcé la vista y me quede sin habla.

Sentada en la terraza estaba mi cuñada con un camisón de tirantes semitransparente, corto de talle, y con las piernas cruzadas y la cabeza hacía atrás fumaba otro cigarrillo. Tal como estaba sentada, el camisón estaba subido de tal manera que veía sus piernas en toda su extensión, hizo que me volviese a empalmar.

Sus pechos tapaban parte de su cara. Me senté en la cama haciendo un poco de ruido, pues estaba empalmado por completo. Puse la toalla encima de mis piernas para taparme. Giró la cabeza y sonrió. Apagó el cigarrillo y se levanto entrando en la habitación. Se giro, dejó entreabierto el ventanal y corrió un poco las cortinas. Eso lo hizo de espaldas y cuando corrió las cortinas se le levanto el camisón dejándome ver que no llevaba nada debajo. Vi parte de su culo. Cogí el mando de la televisión y cambié de canal. Mi mano temblaba. Puse una película de Tele 5 y me senté en mi cama apoyando la espalda en la pared.

¿Tienes sueño, cuñado? -me dijo con voz melódica-

Todavía no- respondí-

He traído cartas, ¿quieres jugar?

¡Vale!

Se sentó en la cama con una pierna debajo de su culo y la otra en el suelo. El camisón se le subió hasta arriba. Yo estaba sentado de espaldas a la pared con las piernas debajo de mi culo, pero con mi toalla.

Empezamos a jugar al 7 1/2. Yo sabía jugar bastante, pero, no estaba por la labor, y mi cuñada me ganó

seis manos seguidas. Se reía. Ella sabía que nunca me había ganado, y ahora lo estaba consiguiendo con relativa facilidad. No estaba por el juego precisamente.

Se envalentonó. Me propuso que el que ganara dos manos seguidas, pagaba prenda. La mire a los ojos, y vi una mirada provocativa, sensual.

Acepté. Me dijo que iba a ser muy dura pues estaba convencida de que me iba a ganar. No pensaba en nada, ni en mi mujer ni en mi hija. A partir de ese momento y de la manera que me lo había dicho solo había una cosa en mi cabeza y era intentar ganarle.

La primera mano fue para mí, la segunda para ella y así alternativamente, hasta catorce manos; ni hecho expresamente. Y en la siguiente, ¡ganó ella!. Dejó las cartas y me miro maliciosamente. Lo veía venir, pero me gustaba ese juego.

¡Vaya, vaya!, cuñadito, y ahora, ¿qué te hago hacer?

Noté sensualidad en su voz. Seguía con la toalla encima de mi paquete. Ella me miro y me pidió que le diese la toalla.

¡Joder!, ¡no, la toalla! Era lo que hacía disimular mi enorme erección. Ella lo sabía y por eso me la pedía.

¡Cuñaditooo, dame la toallaaaa!-

Su voz era dulce y sonreía. Le alcancé la toalla y encogí las piernas rápidamente. Ella la tiro a un lado y con la mano me indicó que me levantase.

¡Joder!-pense-

Sabía que estaba empalmado y que de pie no podría disimular. ¡Que narices!- pense- ¿quieres verme?, ¡pues me veras.!

Me incorporé y me quede de frente a ella. No me quitaba el ojo de encima de mi paquete. Me empezaban a doler los testículos y mi pene forzaba por salir por la cintura de mi pantalón. Ella estaba sentada y yo de pie a escasos centímetros de ella. Se mordió el labio inferior. Me miró a los ojos y me sonrió.

¿Estas así por mi? -preguntó-

A ti que te parece.

Me cogió de las manos y me acerco un poco mas cerca. Notaba su respiración cerca de mi bulto. Estiro las manos hacia arriba y las fue bajando lentamente como si me arañase el pecho, mientras sin dejar de mirarme y por encima de mi pantalón su lengua empezaba a jugar con mi pene. Di un suspiro.

Siguió bajando hasta que me empezó a bajar el pantalón. Mi pene impedía que se bajase del todo. Puso las manos por dentro y cogió mi pene y lo saco por encima, quedándose este apoyado en su frente, mientras ella acababa de quitarme el pantalón. Con mi pene apoyado en su frente, su lengua jugaba con mis testículos y su manos me acariciaban como si me arañasen mis nalgas.

¡Cuñado no sabes el tiempo que llevo esperando esto! ¡Vaya pedazo de arma que tienes!

Me miraba y sus ojos tenían un brillo especial. El pelo alborotado y ese olor que emanaba de su piel hicieron que me estremeciese.

Empezó a recorrer con su lengua el tronco venoso de mi pene y con sus manos me agarraba los testículos. Llego a mi glande y aunque, dadas las dimensiones, se lo empezó a introducir en la boca. Respiraba agitadamente..

Suspire y heché la cabeza hacia atrás. Susana me estaba haciendo una mamada increíble.

Subía y bajaba con lentitud, saboreándolo, mientras que una mano tenía cogido mi pene por el final, con la otra me amasaba los testículos y jugaba con ellos.

Estaba en el cielo. Cabe decir que tengo mucho aguante cuando estoy con una mujer, quiero que disfrute igual que yo, pero en esta ocasión mi cuñada me estaba haciendo perder el control.

Al momento, paro y me hizo estirar en la cama. Se puso a mi lado y acercándose abrió su boca y nos fundimos en un increíble morreo, mientras con una mano no dejaba escapar a su presa, Yo por mi parte le levante el camisón y puse mi mano entre sus piernas y le amase ese culo que me volvía loco y con mi antebrazo apretaba su coño, que ya hacía rato que emanaba fluidos mojándomelo por completo. Ella empezaba a gemir. Quité mi mano y le baje los tirantes del camisón dejando ante mi dos preciosos globos, los cogí y los empecé a comer y a mamar como si me fuese la vida en ello. Le mordía los pezones

¡SIIIIII! ¡COMETELOS! ¡SON TODO TUUUUYOS! ¡OHHHH, CABRON, ME VUELVESSSS LOOCAAAA!

Tenia uno en mi boca, con una mano le amasaba el otro y con mi otra mano le acariciaba su coño.

Notaba que tenia unos labios grandes e hinchado y con mis dedos busque su clítoris. Se lo empecé a acariciar y Susana gemía cada vez más. Su mano me apretaba el pene. Cambiaba de pecho. Ahora uno después otro. Eran increíbles.

Al cabo de un rato de estar así noté se tenso y se corrió entre pequeños espasmos y mi mano se mojo por completo. Ella jadeaba, me miraba y sonreía, y sin darle tregua le quite el camisón y la incorpore hasta mi boca, apoyo las manos en la pared y le empece a comer su coño hinchado y súper mojado por sus fluidos.

Nuestra excitación estaba al máximo. Le abría el coño meciéndole la lengua hasta adentro y la sacaba recorriéndoselo todo hasta la entrada de su ano, volvía y me entretenía en su clítoris, succionándolo, lamiéndolo, comiéndomelo.

Restregaba por toda mi cara su coño como una posesa. No paraba de hechar fluidos. Que olor, ¡dios!, me ponía a mil. Ella no paraba de mojarse y gemir, hasta que se dejo caer hacia atrás convulsionándose. Me fui incorporando bajándola por la cintura. La mire a los ojos y vi unos ojos lujuriosos, de pasión.

Susana.- Llevo mes y medio sin hacer nada. Estoy muy caliente y encendida. ¡Fóllame, rómpeme con esa vergota!, cuñado-

Se puso en cuclillas y fue guiando mi arma hasta la entrada de su vagina. Poco a poco fue introduciéndose en su lubricada vagina. Yo veía como se perdía dentro. Que calidez, le hervía por dentro. Su vagina se fue acomodando a mis medidas.

Susana.- ¡Me vas a partir! Cabrón, ¡Que guuustoooooo!, es enorme-decía con voz ronca.

Cuando la tuvo toda dentro se quedó quieta para adaptarse mejor. Poco a poco empezó a moverse. Cada vez más rápido. Mi pene entraba y salía en toda su extensión. La tenía cogido por el culo y entre ella y yo empezamos y mete saca vigoroso. Con mi boca le comía los pechos que iban bamboleando de adelante hacia atrás.

Con mis dedos le acariciaba el agujero del ano y debido a la gran cantidad de fluidos que soltaba le metí uno, después dos, y hasta tres dedos. Me hacía daño la muñeca, pero era igual. Ella me miraba como poseída. Gemía y gemía sin parar.

Susana.- Párteme jodido, quiero mas.-

Todo lo que decía me excitaba cada vez más. Intentaba controlar. Estaba en el cielo.

Susana.-Avísame cuando te corras cabrón quiero acabar contigo.

Se había corrido no sé cuantas veces, pues estaban mis piernas y parte de la cama totalmente mojadas.

Juan.- ¡Aun no he acabado contigo!-le dije

Tal como estaba cabalgando, en cuclillas, se la saqué de su coño, le dije que se apoyase con las manos detrás y levantase el culo. Le pase con mis manos jugos de su vagina por la entrada de su ano, a la vez que le introducía mis dedos. Ella respiraba agitadamente.

Susana.- ¡Que me vas ha hacer!

Juan.- ¡te voy a partir en dos, puta!- le grité.

Me miro sonriendo y jadeando, y mientras con mis manos le abría su culo, ella dirigía mi pene hacia su entrada. Empezó a bajarse poco a poco, mientras yo empujaba con suavidad. No quería hacerle daño. Su ano se fue dilatando hasta que empezó a entrar. Al cabo de cinco minutos y con la cara desencajada, la tenía completamente sentada encima de mí. En la posición que estaba le dije que se moviese, mientras con mis dedos jugaba con su clítoris y con su vagina que estaban muy, pero que muy hinchados.

Susana.- ¡Que paassssada! ¡Sigue, no pares, no hago mas que correrme, cabronazo!

La verdad es que era como una fuente. Mis manos no paraban de mojarse y ella hacía sus movimientos cada vez más fuertes. La visión de cómo entraba mi polla en su culo y su coño, el cual lo tenía a mi merced, abriéndoselo y introduciéndole los dedos y acariciando su clítoris, estaba a punto de caramelo.

Le dije que no iba a aguantar mucho más. Ella se tensó y pegó un grito corto pero intenso, cerrando los ojos y abriendo la boca. Se corrió salvajemente. Se la saco de su culo y con las dos manos y echada hacia atrás me la agitó hasta que no pude más.

Hasta ocho convulsiones y una gran cantidad de leche caliente y espesa salieron disparados. Su pelo, su cara, sus pechos, su barriga fueron blanco de mi leche, y yo no paraba de eyacular. Creo que fueron como treinta segundos. Ahora mis testículos me dolían pero debido a la descarga. Cuando acabé mi respiración era entrecortada. Jadeaba y ella me besó.

Descendió recorriendo mi pecho y me la limpió de leche. Se limpio su barriga, sus pechos y repaso toda parte de su cuerpo que tuviese semen y lo degustó. Se acercó y se estiro encima de mí.

Susana.- ¡Eres increíble, cuñado!- Nunca me había corrido tantas veces. Estoy agotada, pero no saciada. ¿comprendes?. Tengo el culo dolorido, pero no importa. Sólo había hecho sexo anal un par de veces con Javier, pero no le gustaba, decía que era antihigiénico. Cuando estaba sola cogía un plátano y me lo introducía, pero no es lo mismo.

.Juan- Eres una viciosa cuñada. No podía imaginar que me deseases tanto.

Susana.- Desde que entraste por la puerta de casa, nunca perdí la esperanza de hacerlo. Mi hermana me había contado lo grande que la tenías, pero no me lo podía imaginar. Además lo que yo no sabía, era que llegases a eyacular tanto.

Juan.- Defecto genético-.

Dicho esto nos besamos juntando nuestras lenguas. Le hice sitio, la abrace, puso una pierna encima de mi barriga y nos dormimos. Eran las 3:00 de la madrugada y todo eso no hacía mas que empezar.

Continuara.....

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Un abrazo.