Cumplir penitencias (2)

A veces, los dolores de cabeza son la mejor excusa para disfrutar del placer del sexo.

Después de aquella noche, pasaron varios días sin disfrutar del placer del sexo. Entre recorridos turísticos, las típicas fiestas de playa y demás, casi no hubo tiempo ni fuerzas para ello.

Pasamos unos días fantásticos, a la orilla de la playa, con tus amigos y con amigos nuevos, aunque sea durmiendo en el suelo de una tienda de campaña, que más se puede pedir. Encontramos una pequeña cueva muy cerca de donde habíamos colocado el campamento y dejamos las tiendas allí, pensamos que era un mejor refugio que el anterior.

Todas o casi todas las noches organizábamos una pequeña fiesta con los amigos del otro campamento y esta noche tocaba, después de varias noches de relax, ya teníamos ganas de organizar una pequeña fiesta y pasarlo bien.

La música comenzó y nos sentamos y tiramos todos en la arena. Nosotros éramos cinco (recuerdo: Sonia, Oscar, Isabel, Pablo y yo) y el otro grupo estaba formado por seis personas, todos chicos. Sonia, Isabel y yo estábamos encantadas tan bien acompañadas. La verdad es que no nos podíamos quejar, todos y cada uno de ellos estaban de muy buen ver, unos mejor que otros, como es normal, pero feo no era ninguno. Todos tenían un buen cuerpo, ya que les gustaba mucho practicar deporte, sobre todo, el surf, y estaban muy bien formados.

Entre historias, chistes, risas y algo de alcohol pasaban las horas. Poco a poco la gente se animaba y se ponía a bailar, primero por parejas, grupitos o todos juntos y luego cada uno por su lado.

Pablo y yo estábamos fenomenal, sin estar todo el día con arrumacos como Sonia y Oscar, nosotros no éramos novios como ellos y tampoco lo pretendiamos, pero si que entre broma y broma algún toqueteo ya había.

Algún toqueteo, que sumándolo a un besito inocente, otro toqueteo y otro y otro, pues a una la ponen un poco nerviosa y responde con otro besito, una caricia por aquí, otra caricia por allá.... Estuvimos así durante un buen rato pero no se si fue por el cansancio o por la música que estaba muy alta, pero me empezó a doler la cabeza. No me suele ocurrir muchas veces pero bueno, aquella noche pasó y Pablo se ofreció a acompañarme a la tienda de campaña porque a mi no me apetecía seguir mas allí con la música. Puede sonar raro, pero es verdad, no era ninguna excusa como algunos pensaron para poder estar solos Pablo y yo.

De donde estábamos a la tienda había un trozo, no muy grande pero lo suficiente como para empaparnos ya que durante el trayecto de la playa a la cueva empezó a llover. Menuda suerte de haber encontrado ese refugio el día anterior!!

No llovía mucho así que los demás continuaron con la fiesta que estaba organizada, es más, parece que le animó más a seguir con ella. Ibamos tranquilos porque sabíamos que nadie nos iba a molestar.

Llegamos a la tienda, encendimos una pequeña lámpara de gas que teníamos y me tumbé. Pablo se sentó, puse mi cabeza sobre sus piernas y comenzó a darme un masaje en las sienes. Poco a poco se me fue pasando el dolor.

¿Qué tal va ese dolor?

·

Ya se me está pasando

Ah, ¿si?

Entonces bajo sus manos por mi cara dándome un suave masaje hasta llegar al cuello. Bajó un poco hasta llegar a mis tetas a las que también dio un pequeño masaje. Del masaje pasó a las caricias y de las caricias a sobarmelas con fuerza. Me besó pero con esa posición estaba algo incómodo por lo que me levantó con cuidado la cabeza de sus piernas y se sentó a mi lado. Ahora si, me besó con el beso más tierno que me han dado nunca, suave, despacio, nuestras lenguas se entendían a la perfección. Lo que él no sabía es que una de las cosas que más me ponen es un buen beso tierno, y aquel lo era.

Mi cuerpo se empezó a calentar, parecía que salía fuego. El bikini me quemaba en la piel, el vestido me sobraba, tenía calor.

Nos seguíamos besando cuando de repente Pablo se levantó y se empezó a desnudar mientras me miraba como esperando a que yo también lo haría pero lo que él no sabía es que una de las cosas que menos me gustan son las prisas, y nosotros teníamos todo el tiempo del mundo, los demás no iban a venir porque, aparte de que estaban de fiesta, sabían que no queríamos compañía.

Mientras se desnudaba yo le miraba intentando aguantarme las ganas de lanzarme sobre él. Cuando acabó me preguntó que si no me desnudaba, le dije con la cabeza que no y dijo:

¿Quieres que lo haga yo, verdad?

Me cogió y me besó apasionadamente. Mis manos fueron directamente a acariciar su culo mientras sus dedos se entremezclaban en mi rubio y largo pelo todavía algo mojado. Sus manos bajaban despacio por mi espalda. De mi espalda bajó hasta mi culito que sobó con fuerza por encima de la tela del vestido y tanguita del bikini. Después, subió por mis caderas y acarició mis tetas. Yo gemía y le mordía en el cuello. Me estaba matando de gusto... Sus caricias continuaron pero esta vez por debajo del vestido. Mis muslos, mis caderas, mi culito temblaban de placer.

Me separé, le dije que se sentará mirando hacia la lona de la tienda y coloqué la lámpara en el centro de la tienda de modo que pudiera ver mi sombra en la lona.

A pesar de que no se oía la música demasiado, recurrí a mi imaginación y comencé a desnudarme despacio a modo de streeptease siguiendo la música que había en mi cabeza. La parte de arriba de mi bikini era como un sujetador que se ataba al cuello y la parte de abajo era tanguita. Encima llevaba un vestido corto de tirantes.

Estiré un brazo y luego el otro e hice deslizar por cada uno de los hombros los tirantes del vestido, que se quedaron en sus antebrazos. Luego bajé despacio la cremallera de la espalda mientras movía las caderas de una forma muy sensual. Puse las manos en las caderas y fui bajándome el vestido muy despacio, hasta la cintura y mientras seguía moviéndome, hice que el vestido cayera al suelo.

Me quedé en bikini y mientras seguía bailando me acariciaba todo el cuerpo de arriba abajo. Me tocaba los pies, mostrándole todo el culito y subía despacio acariciándome la parte interior de las piernas hasta llegar a mi conejito, lo acaricié y subiendo por las caderas y el abdomen llegue hasta las tetas donde me entretuve un rato. Pablo solo veía mi silueta en la lona de la tienda y vi como cogía su polla y comenzaba a masturbarse. Yo ya estaba muy cachonda y a pesar que me gustaba esa situación, quería terminar con esto cuanto antes.

Subía las manos a mi cuello y solté el nudo que unía los tirantes del bikini a mi cuello, después solté del todo el sujetador y me lo quité. Pablo gemía y le dije que parara, que aguantara un poco más, los dos estábamos muy excitados.

Llevé mis manos a mi cadera y poco a poco me bajé la tanguita volviéndole a mostrar el culito. Al fin me lo quité y me quedé desnuda, le dije a Pablo que podía mirar. Nada más darse la vuelta se abalanzó sobre mí. Acarició mis tetas con fuerza mientras metía su cabeza entre ellas y chupaba por todos lados, poniendo especial atención en mis duros pezones. Yo estaba muy muy caliente....

Me agaché y cogí su polla con la mano. Le empecé a dar besitos en la base mientras le acariciaba los huevos. Los besos se convirtieron en lametones y jugué con mi lengua en su glande. Puso sus manos en mi cabeza y me apretaba hacia él, acoplé mi ritmo al suyo que me estaba follando la boca. El gemía y su respiración era rápida y entrecortada, cosa que ponía todavía más cachonda de lo que estaba. Yo seguía con mi trabajo, ya le había hecho sufrir bastante mientras me desnudaba, ahora tenía que disfrutar. Hacía círculos en él y los combinaba metiendome todo lo que podía de su polla en la boca, chupándola lentamente, suavemente, pasando mi lengua por toda ella y pajeándole a la vez mientras seguía acariciándole los huevos. El seguía gimiendo y gritaba: Ooohhhh!!! Sigue!!! Sigue!!! No pares!!! Ooohhh!!! Llegó al orgasmo y escupió toda la leche que tenía, yo no dejé que se desperdiciara ni una gota. Acabó agotado y tras notar que recobraba otra vez una respiración normal, volví a coger esa polla que volvía loca y me la metí otra vez en la boca. Volví a hacer lo mismo, ahora también con los huevos, me metí uno en la boca y después el otro y empecé a chuparlos como si estaría comiendo un caramelo de menta. Después volví con la polla, esa polla que me encantaba pero de repente me la sacó de la boca y la metió entre mis tetas. Se perdía en ellas y aparecía. En esos momentos, cuando se acercaba a mí, levantaba la cabeza y le daba lametones en el capullo. Se volvió a correr, esta vez entre mis tetas, yo recogí lo que pude de lo que cayó en mi boca.

Cuando acabó, me tumbó y empezó a acarició mis tetas. Poco a poco bajó a mi conejito y comenzó a comerme el coño. Besó los labios, los lamió y buscó mi clítoris. Cuando lo encontró lo chupó, lo mordisqueó suavemente, yo estaba en el cielo.... Mi anterior trabajo se veía recompensado. Cuando vi que me iba a correr me levanté y me puse encima suyo, y despacio introduje esa enorme polla en mi coño. Empecé a moverme haciendo círculos mientras Pablo me sujetaba por el culo y me movía hacia adelante y hacia atrás, arriba y abajo, arriba y abajo, mas!! Mas!! Mas!! AAAAhhhhhhhhhh!!!!!!!! Noté como la leche manchaba mi conche, no me importaba. Acabamos empapados de sudor pero con una sonrisa en nuestras bocas.