Cumpliendo mi sueño (9)

Continúan mis experiencias sexuales con madre e hija

Ese mismo día, por la tarde, Carmen ayudó a Carol a ponerse el plug anal de menor tamaño y aprovechó para disfrutar del cuerpo de su hija. Yo contemplé la escena desde la silla en la que estaba sentado. Carolina se colocó de rodillas en el suelo con el cuerpo apoyado en la cama. Su madre se colocó a su espalda y empezó extendiendo gel lubricante por toda la zona, pasando la palma de la mano. Al momento Carol comenzó a suspirar y Carmen bajó la mano hasta acariciar los delicados pliegues de su hija.

  • ¿Te gusta?

  • Me encanta. Sigue, por favor.

Carmen volvió a poner lubricante y con un dedo penetró el ano de su hija con suavidad mientras con la otra mano la masturbaba lentamente. A los pocos minutos eran un par de dedos pero la posición debía resultarle incomoda, porque se levantó y colocó a su hija boca arriba con las caderas fuera de la cama. Volvió a introducir dos dedos en el culo mientras esta vez succionaba el clítoris e introducía tres dedos en la vagina de Carol. Todo eso fue demasiado para ella que agarró la cabeza de su madre para aumentar el contacto contra ella mientras se corría en un abrasador orgasmo. Se fue tranquilizando lentamente mientras Carmen se retiraba de su vagina pero continuaba con el ano. Solo paró un segundo para lubricar el plug y comenzar a presionar suavemente. Entró sin dificultad. También le ayudó con las correas y cuando terminó lo selló con un piquito en los labios.

Cuando se levantaron se giraron para mirarme esperando que les diese una aprobación por el espectáculo. Me acerqué a ellas y las besé.

  • Carol, voy a disfrutar mucho de tu culito. Y Carmen, me ha encantado como has tratado a tu hija, te has ganado esta noche una sesión doble.

Ambas sonrieron satisfechas y subieron las escaleras abrazadas.

Después de cenar casi me arrastraron hacia la cama. Por supuesto no lo podían hacer imponiendo su voluntad, pero lo cierto es que cuando dos hermosas mujeres se confabulan para excitarte y te dicen que te esperan en la cama tendrías que tener una voluntad de acero para mantenerte firme. Me hice el remolón y bajé a la habitación de juegos para recoger algunos juguetes antes de subir.

Cuando entré en mi dormitorio madre e hija, ambas desnudas, se abrazaban y acariciaban tumbadas sobre la cama. Me desnudé sin prisas mientras disfrutaba del espectáculo. Antes de llegar a la cama ellas se levantaron y se abalanzaron sobre mí casi haciéndonos caer a los tres sobre el colchón. Carol bajó a mi pene mientras su madre me besaba y acariciaba mi pecho. La hija me masturbó suavemente mientras lamía el glande durante unos momentos antes de introducírsela entera en la boca. Estaba muy excitado y como no me controlase iba a terminar antes de empezar de manera que moví a Carmen hasta que se tumbó sobre la cama y cogí a Carol levantándola.

  • Antes le he dicho a tu madre que se había ganado una sesión doble. Se la vamos a dar ahora.

Cogí el juguete que había elegido para la ocasión. Era un pene de silicona, con un buen nivel de realismo pero en color negro. Estaba montado sobre un arnés que tenía un vibrador para el clítoris de la portadora. Le ajusté el arnés colocándolo todo en su sitio y activé el vibrador. Cogí el pene de plástico con la mano mientras ella empujaba con las caderas simulando penetrarme. Casi dio un salto cuando el vibrador tocó su clítoris.

  • ¡Uff! Esto va a ser divertido.

  • Y más todavía para tu madre. Pero solo vibrará mientras la penetras, si simplemente se la metes y la dejas quieta no obtendrás placer. A ver que tal lo haces.

Nos giramos mirando a nuestra "víctima". Ella, con las piernas completamente abiertas, se masturbaba lanzándonos miradas llenas de lujuria. Después de embadurnar de gel su flamante nuevo pene, Carol se lanzó sobre su madre y la penetró de un golpe. Carmen se quejó débilmente por la violencia de su hija, pero al momento estaba suspirando y gimiendo. Las obligué a rodar dejando a la madre arriba y controlando ella el ritmo. Yo exprimí el tubo de gel sobre el culo de Carmen. Primero extendí el gel y después comencé a penetrarla con los dedos. Ella gimió y aumentó el ritmo contra su hija. Yo apunté mi pene y me agarré a su cadera para hacer fuerza. No costó mucho entrar. Ella soltó un gemido y se dejó caer sobre su hija.

  • ¡Guarra! - insultó Carol - ¿Tanto te ha gustado que te la metan por el culo que te corres en el momento?

Comenzó a levantar las caderas para penetrarla. Noté la presión de su pene de plástico sobre mi propia herramienta. Eso me excitó todavía más forzándome a aumentar el ritmo con el que bombeaba. Eso hizo que el movimiento de Carmen sobre el consolador de Carol fuese mayor. Durante todo el rato la hija estuvo soltando guarradas a su madre aumentando la excitación de esta. Carol parecía poseída, el vibrador del consolador la volvía loca y el hecho de estar penetrando a su madre todavía hacía que la experiencia fuese mayor. Los orgasmos comenzaron a desencadenarse, primero la madre, después la hija y de nuevo la madre encadenando varios orgasmos seguidos mientras yo continuaba bombeando y ella botaba sobre ese pedazo de plástico que hacía maravillas en su interior. Al final no aguanté más y descargué en su interior derrumbándome en la cama a su lado. Un par de segundos después Carmen tuvo su cuarto orgasmo.

  • Para, por favor. Para... no puedo más.

Carol se detuvo y su madre se tumbó a mi lado, yo la abracé desde atrás y besándole el cuello y acariciando suavemente su cuerpo. Su hija se quitó el arnés y lo dejó caer por el borde de la cama mientras se unía a nosotros en el abrazo.

En la misma posición despertamos a la mañana siguiente. Ellas se deslizaron por la cama y terminaron de despertarme con una maravillosa felación matutina a dúo. Después de eso nos separamos para comenzar nuestros quehaceres diarios, yo mi entrenamiento, Carmen a preparar el desayuno y después liarse con la casa y Carol a enfrentarse a sus libros.

Estaba volviendo a la casa intentando normalizar mi respiración cuando Paco se me acercó. Iba vestido solo con unos pantalones y unas sandalias, el apósito en su pecho estaba sucio de sangre. Se mantuvo a una distancia respetuosa, pero cometió el error de no pedir permiso para hablar.

  • Quiero llegar a un trato sobre mi situación.

  • ¿Trato? No tienes nada que ofrecer. Tu esposa y tu hija son mías, tu libertad es mía, tu vida es mía. Si yo decidiese que no es posible controlarte te metería una bala en el cerebro y tiraría tu cuerpo en algún lugar de la isla. Los insectos y las alimañas darían cuenta de ti y nadie se preocuparía por ello, no necesitaría ni cavar una tumba.

  • Mi mujer y mi hija no me importan, después de lo de anoche ya no son familia mía. Lo que quiero es salir de la isla. No necesito que me pague. Simplemente déjeme volver a mi casa.

  • Tu casa es esta. No tienes nada más. Te voy a decir algo, no es una amenaza, simplemente te lo digo para que entiendas mejor tu situación. No vas a salir de esta isla jamás. Si por alguna razón tengo que abandonar la isla y dejarlo todo, tu desaparecerás. Solo sigues vivo porque yo quiero que sigas vivo. Y lo estás simplemente por mi voluntad. ¿Como crees que quiere tratarte Carmen?

  • Pero...

  • Mira, siempre me gusta que la gente dirija su destino. Así no me  pueden culpar de lo que les pasa. Te voy a dar una opción, podrás elegir, me darás tu respuesta a mediodía. Estaré con Carmen y Carol en la entrada de la casa, allí me darás tu decisión. La primera opción es que te conviertas en mi esclavo, si yo decido que comas hierba tú te agacharás y comerás hierba. Si quiero que Carmen y Carol te azoten con una vara hasta despellejarte la espalda tú te quedarás quieto hasta que terminen. Si fallas serás castigado. Si obedeces tu vida pasará tranquila, harás tu trabajo, que como has visto no es demasiado estresante, y podrás vivir sin más problemas. La opción "B" es diferente, significa que no puedes convertirte en mi esclavo. Si crees que no lo lograrás, que es superior a tus fuerzas entonces coge esta opción.

  • ¿Y cual es la opción "B"?

  • Ya te lo he contado, si no eres mi esclavo no serás nada, lo único que te quedaría entonces es elegir el sitio donde quieres que deje tus restos.

  • Pero eso no es... eso no es una opción. ¿O acepto o me matas?

  • Me vale. También puedes decidir el salir de la isla nadando. Si a mediodía no te presentas ante nosotros te buscaré por la isla y te mataré. Quizá se te pase por la cabeza el esconderte para hacerme creer que te has lanzado al mar. No funcionará, tengo cámaras por todas partes. Sabré perfectamente donde estás.

A la hora señalada Carol, Carmen y yo estábamos esperando en la entrada de la casa. Paco se presentó a la hora exacta.

  • Me alegra saber que has aceptado tu situación.

  • No he aceptado nada, entre estar vivo y muerto no hay opción ni elección.

Por supuesto eso es lo que yo esperaba, pero no que pudiese admitirlo en voz alta delante de su mujer e hija. Bien, quizá sería algo más complicado, pero lo conseguiría, las estadísticas estaban a mi favor, el programa me daba un noventa por ciento de acierto.

El resto del día fue bastante normal, excepto a media tarde por el hecho de ver a Carmen ayudando a Carol a cambiar el plug pequeño por el mediano y por la noche por disfrutar de un espectáculo de amor lésbico filial para después acabar acostándome con una y después con otra. Pero realmente fue un día de paso, ambas estaban emocionadas y preocupadas por el día siguiente. Carol recibiría a mediodía el plug grande y por la noche me encargaría desvirgarla analmente y Carmen porque era el día que le tocaría su segundo castigo. De hecho, parte de la tarde la consumí en preparar lo que necesitaba para castigarla.

Después del desayuno las dos estaban expectantes, querían saber como iba a ser la cosa.

  • Carol, tu madre te ayudará con el plug y esta noche será tu noche. Después de ayudarte tu madre tendrá que soportar el castigo.

Se apresuraron bastante y en un rato las tenía a las dos allí esperando para ver el castigo que había pensado para la madre. Por un momento pensé si no estaría ante dos masoquistas, pero la cara de miedo de Carmen me hizo desechar la idea. Le hice quitarse toda la ropa y entonces empecé a colocar los cacharros. Mis conocimientos de electrónica me habían sido muy útiles, me había costado pero finalmente había creado un monstruo. No era bonito pero sería efectivo. En su cintura coloqué un cinturón de electroestimulación, como los que se usan para la rehabilitación de musculaturas atrofiadas. Coloqué los parches de silicona estratégicamente, en pezones y vagina y los conecté al cinturón. Adapté las otras tres piezas, un reproductor de mp3, un pulsímetro y un arnés con anclajes internos para dos vibradores, uno anal y otro vaginal. Tuve que estimularla un poco para que entrasen bien los dos pequeños vibradores, después los acoplé al arnés con forma de braga y conecté los cables entre sí.

  • Bien, te voy a explicar las reglas. El programa de entrenamiento activará los dos vibradores excitándote y buscando tu orgasmo. Eso aumentará tus pulsaciones, si aumentan demasiado, el pulsímetro lo detectará y cinturón soltará una descarga eléctrica en tus partes sensibles. Deberás controlarte para no excitarte demasiado, Durante todo el tiempo deberás tener los auriculares puestos, tienen algunas grabaciones con mi voz. De vez en cuando saltará un mensaje que deberás esperar con paciencia. Te va a decir cuando puedes correrte sin problemas. Si lo haces durante la reproducción de ese mensaje no habrá consecuencias. Después volverá al sistema normal. No se cuanto tardarás en acostumbrarte a ello, pero deberás llevarlo todo el día.

Supongo que al principio no le parecería mucho problema, porque lo aceptó con una sonrisa. El sistema estaba configurado para aumentar la potencia de las descargas de forma consecutiva. Después de una descarga no habría otra hasta pasados diez minutos, en ese tiempo el audio le ordenaba que se calmase y usaba música relajante, bajando además el ritmo de los vibradores, después de ese tiempo volvía a escalar, la grabación le avisaba que fuese controlándose pero seguramente tardaría en aprender. La rutina no le dejaría tener un orgasmo hasta el momento en el que el programa le diese permiso. Y le daría permiso una vez por hora hasta que se lo quitase. Consiguiese controlarse o no la tarde se le iba a hacer eterna.

  • ¿Estás lista? - Ella asintió con la cabeza y yo lo activé -. Ahora sigue con tus tareas, al principio te resultará incomodo moverte con los dos consoladores dentro, pero no son muy grandes de manera que podrás acostumbrarte.

Carmen recibió su primera descarga a los pocos minutos, la sorpresa y el dolor le hizo soltar un aullido de sorpresa.

  • Recuerda estar calmada en todo momento. Si tus pulsaciones suben recibirás una descarga y el programa volverá a empezar.

Ella se mordió el labio y siguió intentando andar. Aprovechó el tiempo de tregua que le concedía el castigo para subir las escaleras y enfilar hacia la cocina.

  • ¿De verdad es un castigo? - me preguntó Carol.

  • Lleva dos vibradores que la están estimulando, eso hará que disfrute bastante, pero cada vez que se excite demasiado recibirá una descarga. No creo que consiga controlarlo en las primeras horas de manera que por lo menos dos o tres horas se va a tirar excitándose y sin poder llegar al orgasmo. Es posible que no lo consiga en toda la tarde. ¿Como te sentirías tú si te negase el orgasmo durante horas?

  • ¡Jodida!

  • Pues procura que no te tenga que castigar - me reí yo dándole una palmada suave en la nalga.

  • ¡Uff! No se ella, pero yo estoy empapada. No se como voy a llegar a esta noche.

Me dio un beso en la mejilla y se dirigió a su habitación. Yo subí a mi despacho y en la pantalla de la pared puse un seguimiento de Carmen mientras revisaba los emails que me habían mandado las diferentes empresas a las que había encargado cosas para mi proyecto.

Casi no pude enterarme de lo que leía, cada diez o quince minutos Carmen recibía una descarga. En una de esas electrocuciones se le cayó un plato y se hizo añicos. Ella se apoyó contra la mesa e intentó calmarse, pero estaba demasiado alterada. Durante la comida evitó el contacto visual y se concentró en su comida, pero aun así dio un par de saltitos por las descargas. Su expresión era casi cómica, tenía la cara congestionada y sudaba profusamente.

La tarde fue cada vez más frustrante para ella. Había comenzado a enfadarse, no sé si conmigo o con ella misma. Cada vez conseguía que el programa avanzase más, pero no había llegado al orgasmo ni una sola vez en todo el día. Cuando la vi derrumbarse en la cocina me asusté, pero al momento me di cuenta de que no se había hecho daño, pero lloraba desconsoladamente. Dejé mi trabajo y fui hacia ella. Cuando llegué a la cocina ella se había levantado y se estaba calmando. Sus mejillas todavía estaban empapadas por el llanto, pero en sus ojos vi una profunda resolución, estaba dispuesta a conseguirlo.

  • Carmen, sabes que el castigo no es obligarte a que consigas dominar el ciclo del aparato. ¿Verdad? El castigo es sufrir sus estragos, no dominarlo. En el momento en el que te lo quite el castigo habrá acabado. No habrás fallado por no conseguirlo.

  • Lo voy a conseguir.

  • Bien, déjame ayudarte. Dame las manos.

  • Si te toco la excitación aumentará.

  • Tranquila, tenemos tiempo de bajar tus pulsaciones antes de que empiece de nuevo.

Nos colocamos a ambos lados de la mesa sentados y con los brazos por encima mientras yo sujetaba sus manos con las palmas hacia arriba.

  • Cierra los ojos. Imagina que estás en la playa, respira hondo y suelta el aire suavemente, el mar golpea contra tus pies, suavemente y se retira. Concéntrate en respirar con cada ola que te golpea, inspira... espira... inspira... espira.

Estuve ayudándola a controlar su respiración y ritmo cardiaco durante mucho tiempo. Cada vez le costaba más, pero el sistema aceptaba un mayor ritmo según se acercaba al final, estaba todo pensado. De repente me apretó las manos con fuerza y un gemido desgarrador me sobresaltó. Se retorcía y tiraba de mis manos para mantenerse sobre la silla. Fue encadenando orgasmos mientras los vibradores zumbaban al máximo. Cuando se fue tranquilizando la solté y desconecté el cinturón. Tuve que llevarla en brazos porque no era capaz de mantenerse en pie. Carol me vio al pasar por el pasillo frente a su puerta y dejó los libros y me siguió con cara de preocupación.

  • Tranquila, está bien, solo es el agotamiento.

La dejé sobre mi cama y entre su hija y yo fuimos retirando la ropa y los cacharros. Cuando saqué los vibradores y limpiamos a conciencia la zona le pedí a Carol una crema que tenía en la sala de juegos. La zona estaba muy irritada y al día siguiente resultaría doloroso. Carmen se despertó cuando comencé a extender la crema. Se quejó durante un momento pero no cerró las piernas. Después la crema empezó a hacer efecto y ella respiró con más tranquilidad. Después de aplicarle la crema se durmió como un angelito.

Durante todo el proceso Carol estuvo revoloteando a mi alrededor preocupada y cuando dejé que se durmiese Carmen hizo una mueca de fastidio.

  • ¿Qué te pasa Carol?

  • Esta noche tenías que estrenarme mi culito y yo quería la ayuda de mi madre.

  • Es cierto, pero me da pena despertarla. Está destrozada.

  • Ya lo he visto y por eso no he dicho nada.

  • Podemos dejarlo para mañana y así tu madre no se lo perderá. Además seguro que así lo disfrutas más.

  • Es una pena…

  • Si quieres podemos hacerlo, todavía estamos a tiempo.

  • ¡Si! ¡Voy a quitarme esto! – avisó pletórica señalando el plug.

  • ¡Espera! Antes tengo que coger algunas cosas y tenemos que hacer la preparación que habría hecho tu madre contigo. Espérame en el baño, quítate el plug y date una ducha.

Yo aproveché para bajar y preparar lo que necesitaba. Cargué una lavativa, cogí un tubo de lubricante en gel y un huevo vibrador. Antes de volver a mi habitación me pasé por la cocina y calenté ligeramente el líquido del enema. No mucho, solo para que no estuviese por debajo de la temperatura corporal más de un par de grados. Armado con toda esa parafernalia me presenté en el cuarto de baño de mi habitación, aunque por la cantidad de productos femeninos ahora debería llamarse el cuarto de baño de “nuestra” habitación. Carol estaba desnuda bajo el agua de la ducha. Tenía un cuerpo muy excitante, una lolita con pechos puntiagudos y un culo respingón que podía excitar hasta a un cadáver.

  • Sécate un poco y ven aquí.

Levanté la tapa del inodoro y la senté allí. Ella me miraba extrañada. Deposité un poco de gel en mis dedos y los llevé a su ano. Ella se removió para facilitarme el acceso, pero seguía muy intrigada. Penetrarla con el dedo fue sencillo, entró hasta la primera falange sin ningún impedimento. Embadurné bien el esfínter y cogí la goma del enema.

  • ¿Qué es eso? – preguntó ella aprensivamente.

  • Es un enema. Vamos a limpiarte por dentro. Así será menos sucio. Metí unos centímetros de goma y le dije que lo sujetase ella. Yo agarré el émbolo y fui apretando lentamente para que el fluido entrase suavemente en su esfínter. Ella puso una expresión rara, no debía resultarle muy desagradable.

  • Me estoy llenando – comentó divertida.

  • De eso se trata. Esto arrastrará todo lo que tuvieses ahí y – retiré la goma – ahora podrás expulsarlo.

El ruido del chorro golpeando contra la porcelana de la taza fue muy ruidoso. Al final salieron incluso algunas ventosidades.

  • Esto no es nada morboso ¿Verdad?

  • No lo es, pero tampoco lo es que todo eso se me quede pegado cuando te la meta. Podía usar condón, pero…

  • Es mejor así, aunque tenga que pasar por esto.

Después de una segunda ducha, alegre y perfumada, Carol se colocó en la cama al lado de su madre. Se colocó directamente bocabajo, a cuatro patas. Yo no pude evitarlo y me lancé a lamer y chupara su vagina, centrándome en su inflamado clítoris. Puede que toda la operación le hubiese parecido poco excitante, pero ella tenía los labios y el clítoris al rojo vivo y casi doblando su tamaño normal.

Después de un rato de gemidos y suspiros, introduje el huevo vibrador y lo coloqué a media potencia. Extendí más gel lubricante, tanto por mi pene como por su culo. Jugué un poco con el glande, acariciando los labios, el perineo, tocando el ano, retirándome. Dando un pequeño puntazo sobre la zona… No pude esperar a que ella me lo pidiera, con una mano lo coloqué en posición y con la otra me agarré a su cadera. Hice presión lentamente. Era más estrecha que su madre, pero eso era normal. Me costó meterla y cuando conseguí meter el glande me quedé quieto unos momentos para que se acostumbrase al tamaño. Aumenté la velocidad del huevo y continué presionando, esta vez hasta que entró entera. Ella soltó un pequeño grito de dolor.

  • ¿Te duele?

  • Solo un poco, tu polla es más larga y gruesa que el plug.

  • ¡Gracias! – bromeé -. No te preocupes, ya está dentro, lo más difícil está hecho.

Lentamente comencé a moverme en su interior mientras notaba como el huevo vibrador hacía su trabajo. Al cabo de unos minutos bombeaba frenéticamente mientras el huevo, a máxima potencia, vibraba contra la pared vaginal trasmitiendo las vibraciones hasta mi pene. Carol empezó a gritar descontroladamente mientras se frotaba violentamente el clítoris. No sé si fue un orgasmo muy largo o encadenó varios, pero era más de lo que yo podía soportar. Me dejé llevar y descargue mi abundante reserva en su interior. Cuando me retiré se escapó un chorreón de esperma y escurrió por la pierna abajo. Casi sin fuerzas retiré el huevo vibrador con el agradecimiento de Carol. Nos quedamos dormidos en aquella misma posición, sin ni siquiera lavarnos.

CONTINUARÁ…