Cumpliendo mi sueño (6)

Paco confiesa y comienza su castigo. Su hija se lanza en mis brazos.

Me desperté cuando la luz del sol entró en la habitación, el despertador programado había levantado las persianas y empezaba a reproducir música a través del sistema de audio. Me giré y besé a Carmen, que se despertó con una sonrisa en los labios y se apretó algo más contra mí. Ambos olíamos a sudor y sexo y eso, unido a su proximidad, me provocó una erección. Ella lo vio y puso esa cara de viciosa que me volvía loco. Sin decir nada extendió el brazo y agarró mi pene que terminó de crecer con su caricia. Después de volver a besarme se desplazó hasta quedar de rodillas entre mis piernas y mientras con una mano se apartaba el pelo empezó a masturbarme con más fuerza, besando y chupando el glande y lamiendo el tronco. Mi respiración empezó a agitarse y ella aumentó mi placer introduciéndoselo en la boca y chupando con fuerza. Tenía prisa, el ritmo fue brutal, subía y bajaba, el ruido de succión y los chupetones tenía la capacidad de acelerar mi orgasmo y el tratamiento fue acorde con la situación de tal manera que cuando eyaculé en su boca me doblé por la cintura agarrando su cabeza y empujándola para meter mi pene todo lo dentro que podía. Cuando la dejé libre me miró limpiándose la comisura de los labios con la lengua. Un pensamiento atravesó mi mente "Está jugando conmigo". Aparté esa idea pero no la deseché, era muy posible que todavía no estuviese sometida, era sumisa por decisión, no por necesidad. Ciertamente parecía que le gustaba la situación y que estaba disfrutándolo. Eso de momento me serviría, ya avanzaríamos en ese aspecto.

Después de ducharnos yo salí a correr y ella fue a la casa del servicio, tenía que vestirse y seguramente a enfrentarse con su hija. Después de mi segunda ducha de la mañana me encontré con ellas en la cocina. Ciertamente el aire estaba enrarecido y las miradas que se echaban no eran muy amables. Carmen me puso un zumo y un café sin decir una palabra, mi saludo se perdió en el vacío. Como aprecié que era peligroso hablar me contenté con mordisquear un trozo de pan tostado y observarlas. Carmen estaba más seria que enfadada pero Carolina estaba roja de ira. Tenía que haber visto la grabación de la conversación que tuvieron esa mañana. Seguro que habría sido interesante.

Ambas quisieron venir conmigo a la comisaría, pero me negué. No las quería en la comisaría. Allí podía necesitar presionar a Paco y no me interesaba que ninguna de las dos lo viese. En el viaje en barco estuve preparando mi estrategia para que quedase claro en el video. Tenía que dejarle expuesto de forma indudable, sin ninguna grieta y doble interpretación. Ya en la comisaría había decidido por donde tenía que llevarle para que entrase al trapo.

El capitán había cumplido su palabra, cuando lo metieron en la habitación de interrogatorio estaba demacrado, se movía como un anciano reumático y sus ojos expresaban el más puro terror. Cuando le esposaron a la mesa se fijó en mí y se relajó visiblemente.

  • ¡Gracias a dios! Por favor sáqueme de aquí, por lo que más quiera. Son unos animales.

  • Son lo mismo que tú, animales. ¿Como se puede catalogar a un hombre que droga a su hija para acostarse con ella?

  • No lo entiende... Yo no quería...

  • Sí, eres la víctima. Bien, he estado pensando en que hacer contigo y todavía tengo mis dudas. Lo que me dicta mi conciencia es que te deje pudrirte en la cárcel. Pero tanto tu mujer como tu hija me han pedido que interceda.

  • ¡Gracias! Gracias, no le defraudaré.

  • No he dicho que te vaya a sacar de aquí. He hablado con el capitán, lo que les he prometido a ellas es que intercedería. De cinco años que puede pedir el fiscal lo va a rebajar a nueve meses. Así cumplo la promesa hecha.

  • Pero... ¡No duraré esos nueve meses! ¡No puede dejarme aquí!

  • Ahora bien... - le interrumpí -. Si te dejo en la cárcel tendría que buscar otra familia que cubriese tu cargo y devolver a dos mujeres hermosas a España.

Él se quedó pensando un segundo, no estaba muy brillante.

  • Y después de oír toda la historia y de intentar consolar a tu mujer... Creo que puedo tener un trato para ti

  • ¿Un trato?

  • Tienes una mujer con un cuerpo escultural que seguramente será muy ardiente en la cama y una hija que según tú decidió acostarse contigo y no paró hasta que lo consiguió. Digamos que quiero ponerme en tu lugar.

  • ¿Qué quiere decir? No le entiendo.

  • Tu mujer te quiere... ¿te obedece?

  • Por supuesto, es una buena mujer.

  • ¿Te obedece en todo?

  • Si... ¿A donde quiere llegar?

  • Verás, tu mujer tiene buen cuerpo y si yo te hago un favor...

  • ¡QUIERE ACOSTARSE CON MI MUJER!

Me hice el tímido y dejé tirase un par de veces de las esposas intentando ponerse en pie. Finalmente se calmó y lo pensó mejor.

  • ¿Si mi mujer se acuesta con usted, se compromete a sacarme de aquí?

  • Si usted le pide que lo haga... ¿ella lo hará?

  • Me obedecerá en lo que le diga.

  • ¿Y su hija? - lo tenía que hacer como si lo estuviese pescando, darle sedal, tirar, sujetar y recoger sedal, tirar, sujetar y recoger sedal...

  • ¡JODER! A ella ni la mente. Es solo una niña

  • No es mi hija, es la suya y si ha salido a la madre.

  • A Carmen la puedo convencer sin problema, más le vale hacer lo que yo le diga, pero Carolina es joven e inexperta, no lo entendería.

  • Bien, estoy dispuesto a conseguirle la libertad bajo palabra a cambio de acostarme con su mujer.

  • ¿Cuando lo hacemos?

  • Si le saco hoy por la mañana tendría que ser a medio día para que por la tarde puedan buscar un sitio donde vivir.

  • ¿Un sitio donde vivir? ¿Por qué?

  • No pensará que les dejaré seguir viviendo en la mansión después de esto. Me acostaré con su mujer todos los meses durante los nueve meses de libertad bajo palabra, pero no les voy a dejar vivir allí. Una de las clausulas estipula que si cualquier miembro de la familia es condenado por un delito el contrato queda anulado. Aunque eso niega cualquier compensación económica. Les pagaré una semana de sueldo y dos más como regalo para que puedan asentarse. Eso por aquí es un dinero, podrán vivir uno par de meses hasta que encuentren trabajo.

  • No puede hacer eso. ¡Se va a acostar con mi mujer, lo menos que puede hacer es dejarnos vivir allí!

  • Me voy a acostar con tu mujer para sacarte de la cárcel, esa es mi parte. Una cosa por la otra. ¿Tienes algo más con lo que negociar? ¿Una hija quizá...?

Volvió a levantarse intentando arrancar el anclaje de la mesa donde estaba esposado.

  • ¡HIJO DE PUTA! ¡CABRON! TE VOY A SACAR LAS ENTRAÑAS.

Me levanté con violencia y de un puñetazo en la cara lo volví a sentar.

  • Me molesta mucho la mala educación, a partir de ahora se va a comportar como un ser humano. - Volví a la tercera persona para hacerlo más distante a la realidad -. Si me veo obligado tendré que pedirle al capitán que le vuelva a meter en el calabozo con los demás presos mientras yo voy a consolar a su mujer e hija - aquí hice una pausa dramática principalmente de cara a mi grabación. Pensaba cortar la grabación y ponérsela a Carolina desde ese momento -.  Piénselo bien y por un momento póngase en mi lugar, mire mis dos opciones. Primera opción, hablo con mis contactos para que le metan la condena máxima, cinco años y gasto un poco de mi dinero para que usted sea apaleado y violado todos los días. Después de un par de semanas hablo con Carmen y le ofrezco darle protección para usted en la cárcel a cambio de una noche de sexo. Al cabo de una semana cambiaría el trato a una vez al mes y más adelante lo volvería a cambiar y sería siempre que yo quisiera. Con su hija tendría que ir más lento, primero empezaría con el Rohipnol, después sería algo más abierto explicándole que si no acepta el que lo pagará sería usted, total ella es la culpable de que su padre esté en la cárcel. Entre la culpa, la droga y mi presión seguro que termina aceptando aunque puede que su hija sea como usted cree y realmente esté enamorada de usted y no caiga en mis manos, sería un riesgo aceptable. Esa sería la primera opción, la segunda es mucho más complicada. Hablo de convencer al capitán de que creo en la inocencia de mi empleado y le convenzo soltando un montón de pasta para que le ponga bajo mi vigilancia, haciéndome responsable de él ante cualquier delito futuro. Además tengo que confiar en que pueda cumplir su palabra y hacer que su mujer se acueste conmigo, que lo mismo no puede y mi meta final es compartir a su hija con él. Esas son mis opciones. Ahora, Paco, - volví a la familiaridad -  de verdad...  ¿cree que hay alguna otra opción? ¿Cree que se merece que yo sea un buen samaritano o va a abandonar la fachada de buena persona para hablar sinceramente?

La pelota estaba en su campo, en ese momento podía hacer tres cosas, seguir como estaba, alegando inocencia era la que más me perjudicaría, tanto a mí como a él. Otra sería tratar de negociar dejando en suspenso su culpabilidad, eso me serviría para tener libertad con Carmen pero casi no dejaba puerta con Carolina. Por último estaba la joya de la corona, que me hiciese caso y de hablase sin tapujos, como el cabrón que era y así pudiese tener la palanca para vencer la resistencia de Carolina. Esperé sin prisas, sin expresar ningún tipo de nerviosismo, con mi mejor cara de póker. El por otro lado sufrió una transformación, su cara de preocupación, de ignorancia dio paso a una mirada asesina y una sonrisa cruel.

  • ¿Quieres que hablemos sin tapujos? ¿De hombre a hombre? ¿Te quieres follara  mi mujer? De acuerdo, adelante solo tienes que ponerte duro con ella y se abrirá de piernas. Si lo quieres más fácil yo le daré dos hostias y la mandaré a tu habitación. Allí tú la consuelas. La verdad es que me da lo mismo. Desde que puedo follarme a la niña no me importa una mierda ella. Carolina es mucho mejor, cuando esas manitas me cogen la polla tengo que concentrarme para no correrme allí mismo.  Y ese coñito, apretado, casi sin usar... Es una maravilla. Me costó mucho convertirla en mi putita y no será sencillo compartirla. Primero tendré que ir soltando ideas, haciéndole ver que estoy en tus manos, que sin ti estaría en la cárcel. Después solo tienes que presionarla un poco. Si es necesario tendrás que actuar con violencia, yo me encargaré de que no diga nada. Hay veces que pienso en dejarme de chorradas y follarla duro, como se merece. Pero todavía está verde, con decirte que nunca me la ha chupado porque le da asco. Lo mismo después de probarte a ti puedo obligarla a que haga esas cosas conmigo.

Después de eso soltó una carcajada. Mi cara de póker estuvo a punto de descomponerse. Tuve que usar toda mi fuerza de voluntad para no estrangularle allí mismo. Pero en vez de eso forcé una sonrisa, casi me desencajo la mandíbula de lo apretada que la tenía. Él me miró a los ojos y continuó con su confesión.

  • Bien, volviendo al trato. Tú me sacas de aquí, yo te pongo a mi mujer en bandeja, la acojono hasta que sea tu putita particular. Seguimos como estábamos, yo me follo a Carolina cuando quiera y en un par de meses la tendré lista para que la violes. Yo la volveré a consolar y la convenceré para que no te denuncie. Además, si tienes comprada a la policía de aquí no habrá ningún peligro. Podemos organizarlo para que te la folles cuatro o cinco veces en el año que vamos a estar en la isla. Si renovásemos podríamos hacer un trato más interesante para ti. ¿Qué te parece mi oferta?

  • ¿Estás seguro de lo de Carmen? ¿Podrás convencerla?

  • Para eso no me necesitabas, desde que la conozco no sabe decir que no a un par de leches. Cuando decidí que esa era la mujer que quería en mi casa me la follé hasta dejarla preñada y sus padres la obligaron a casarse conmigo. Aunque también tuve que pagarlo peaje por eso. Después del parto me tuvo un tiempo sin follar, pero bueno, así aprendió a chuparla bien. Es una maestra chupadora. Bueno la verdad es que como inversión ha salido rentable, con un poco más de tiempo podré convertir a Carolina en una copia de Carmen pero más tierna. Además, siempre puedo preñar a Carolina y conseguir otra putita más.

Volvió a partirse de risa y yo volví a sonreír. “Cuando te tenga en la isla te vas a enterara hijo de puta” – pensé, pero en vez de eso asentí con mi mejor sonrisa.

Hablé con el capitán y salí a comprar algunas cosas que me iban a ser útiles. Tardé varias horas porque tuvieron que hacerme algunas modificaciones. Después regresé a la comisaría. El capitán le había pasado varios documentos a Paco diciéndole que eran necesarios para el traspaso de custodia. Uno de los documentos era una confesión, ahora firmada, creada a partir de la trascripción del video del día anterior. En ese papel confesaba el intento de compra de la droga, el uso de la droga en una menor y el abuso de la menor. Ese documento lo guardaría el capitán con la grabación. Yo por otro lado me quedé con un documento sin valor legal en el que se informaba que yo era responsable del prisionero y que tenía toda potestad para aplicar cualquier tipo de castigo y control que necesitase para mantener la custodia del mismo. Y por supuesto también me entregó la grabación de la entrevista de la mañana desde el punto que yo le había indicado. Ese archivo de video lo subí a mi teléfono.  Cuando trajeron a Paco a mi presencia un policía le puso una de las cosas que había estado comprando esa mañana, un collar de control. Nos escoltaron hasta mi embarcación y allí el capitán me estrechó la mano.

  • Don Gonzalo, si tiene algún problema con él no dude en hablar conmigo, en media hora estaremos en su casa y nos lo traemos. Sabemos tratar a escoria como él.

  • No se preocupe capitán, creo que todo irá como la seda.

El capitán lo había dicho con intención, mirando a Paco, este se estremeció al oírlo y vi como comenzaba a sudar ante la posibilidad de regresar a la cárcel.

Estábamos  a mitad de camino cuando se puso a toquetear el collar.

  • Yo que tú no lo tocaba. Es un collar de castigo.

  • ¿De castigo?

  • ¿Has visto los collares que se le ponen a los perros para educarles con descargas eléctricas? Pues este es igual pero pensado para una persona. Cuando lleguemos a la isla se activará, si te alejas más de un par de kilómetros de la casa te soltará una descarga moderada, dolorosa pero soportable. Si intentas alejarte algo más la descarga te dejará inconsciente. El intentar manipularlo o cortarlo provocaría una sobrecarga y puede llegar a explotar de manera que procura no jugar con el collar.

  • Que cabrones.

  • Tienen que estar seguros de que no te escapas.

Cuando ya llegábamos al carrito de golf que yo había dejado por la mañana vimos como Carmen y Carolina bajaban en otro. Nos juntamos y Paco fue a abrazarlas, Carmen me miró y aceptó el abrazo. Carolina se quedó quieta cabizbaja. Paco soltó a su mujer y fue junto a su hija que no le devolvió el abrazo.

  • Carol, cariño, no ha sido culpa tuya. Pero no te preocupes, ya esta todo arreglado.

Todo va a ser como antes. Carmen se subió al carrito en el que habían venido y Carolina se zafó de su padre y se subió con ella. Paco se quedó extrañado.

  • Le ha afectado más de lo que pensaba. Ha retrocedido mucho, me va a costar unos días volver a tenerla donde antes.

  • Espero que tengas razón, tienes que cumplir tu parte.

Cuando llegamos a la casa, Carol y Carmen esperaban en la puerta. Cuando bajé del carrito me acerqué a Carolina.

-  Tengo dos cosas para ti, una está en el teléfono – se lo entregué – la segunda es este monitor de posición, irá en tu tobillo.

  • ¿Para mí? ¿Por qué?

Me agaché y levantando suavemente la pernera del pantalón abroché la tobillera. Inmediatamente el collar de Paco comenzó a pitar.

  • ¡PERO QUE COÑO…!

  • Tranquilo, es normal. A ver, Carol de un par de pasos atrás – ella lo hizo y el collar de Paco dejó de pitar -. Bien, esa es la distancia, tres metros. Paco, si estás a menos distancia durante más de treinta segundos recibirás una descarga y si llegas al minuto será una de las fuertes.

  • ¡Esto no estaba en el trato!

  • El problema es que yo no acepté realmente tu trato. Tenía una apuesta con tu hija y un trato con tu mujer. Por eso estás aquí.

A Paco se le debieron cruzar los cables y se lanzó por mí sin importarle que Carolina estuviera cerca. Iba con los brazos por delante, buscando mi cuello. Di un paso lateral y golpeé con mi puño izquierdo sobre sus costillas. Eso le sacó todo el aire y lo derribó. Su collar seguía pitando. Me acerqué a él y lo levanté tirando del pelo. Cuando estuvo en pie recibió otro puñetazo en el estómago que le hizo doblarse por la mitad y vomitar un poco de bilis en el suelo.

  • Carol, por favor, déjale el teléfono a tu madre un momento y aléjate un poquito para que deje de pitar esto – ella lo hizo y por fin el collar dejo de pitar -. Ahora, Carmen abre un App del teléfono que he nombrado Perro.

  • Salen dos botones.

  • Presiona el naranja una vez.

Paco gritó como un poseso. La descarga no era tan fuerte, pero le había pillado por sorpresa.

  • Eso Paco, es una de las descargas suaves de las que te hablaba. Eso pasará si estás más de medio minuto cerca de Carol o si te alejas más de dos kilómetros de la casa. ¿Quieres que probemos la otra?

  • No… Por favor, no…

De repente se puso rígido, no podía respirar y su cuerpo se convulsionaba espasmódicamente. Miré a Carmen y esta sonreía.

  • Uy… Perdón, creí que lo íbamos a probar.

Paco quedó en el suelo intentando recuperarse, no podía moverse, casi no podía respirar.

  • Carmen, pásale el teléfono a Carol – cuando lo hizo noté que Paco respiraba un poco más tranquilo -. Carol, es el único video del reproductor.

Tardó dos minutos en ver el video, Paco ya se estaba recuperado y murmuraba tacos y lanzaba miradas furibundas, tanto a Carmen como a mí. Carol volvió a ver el video, las lágrimas corrían por sus mejillas, pero su padre estaba demasiado concentrado en nosotros y en pensar como vengarse de nosotros. Después de la segunda vez Carol se puso a hurgar en el teléfono. La descarga volvió a pillar a Paco desprevenido y aulló. Intentó recuperar el aliento cuando otra descarga le atravesó impidiéndole coger aire. Le quité el teléfono a Carol después de la tercera descarga. Seguía llorando, pero ahora, bajo las lágrimas había una expresión de furia irracional. Se lanzó sobre él y empezó a darle patadas mientras Paco se intentaba cubrir como podía, estaba sin fuerza por las descargas y el miedo comenzaba a afectarle porque el collar empezaba a pitar de nuevo. Cogí a Carol por detrás, abrazándola por encima de sus brazos para que no pudiese resistirse y la alejé unos metros.

  • Carmen, acompáñala a la cocina, voy a terminar de aclarar unas cosas con Paco y os acompaño. Y también prepara una cena para Paco, sin cristales ni matarratas pero por lo demás podéis hacer lo que queráis con su comida, pero que se lo pueda comer.

Cuando las vi entrar en la casa me enfrenté a él.

  • Ponte de pie – ordené.

No me hizo caso, seguía en el suelo con algún tic ocasional y murmurando tacos palabras inconexas. Le agarré por la nariz y tiré hacia arriba. Con ojos llorosos el resto de él siguió  a la nariz. Cuando solté la nariz le lancé una bofetada con el revés de la mano.

  • Vas a aprender a obedecer. Si no lo haces tu vida será muy corta pero dolorosa. Todo lo que te ordene lo harás sin rechistar, sin pensarlo, sin otra razón que no sea mi voz. Lo harás y punto. Al principio serás castigado con dolor, si después de eso sigues fallando comenzaré con las amputaciones. Total, los dedos meñiques no los necesitas mucho al igual que los dedos de los pies… Y bueno ciertamente vas a tardar mucho tiempo en volver a follar así que…

Según iba hablando se iba poniendo blanco. Durante un momento pensé que se iba a desmayar pero al final lo que hizo fue darme una razón para volver a golpearle.

  • No puedes hacer esto, no es legal, tengo mis derechos

Bofetada.

  • Los mismos derechos que tenía Carol a tener un padre normal o Carmen a tener un esposo que la amase y no la torturase. Ahora se acabaron tus derechos.

  • Pero…

Saqué el móvil del bolsillo y cerró la boca de inmediato.

  • Si vuelves a hablar sin que te de permiso lo lamentarás. Mañana por la mañana cuando te levantes te dedicarás al jardín, está muy descuidado. Cuando te llame vendrás a recoger tu comida y te la llevarás a la casa. Por la tarde más de lo mismo. De momento no te has ganado más de una comida al día. Más adelante si vas mejorando aumentaré tu ración. ¿Lo has entendido?

Asintió con la cabeza, no era tan tonto como parecía. Carmen apareció con un plato con una pasta marrón irreconocible con grumos y un par de gargajos flotando en la salsa. Lo olí, no tenía un olor desagradable pero cualquiera sabía lo que habían puesto esas dos ahí dentro.

  • Cógelo y llévatelo a la casa. Mañana Carmen y Carolina recogerán todas sus cosas y se instalarán en la mansión. Voy a follar con ellas día y noche y suerte tienes que no me gusten los tíos si no te daría por el culo literalmente, no solo metafóricamente.

  • Amo, tengo el plug anal en la casa, se lo podemos poner…

Me reí de la ocurrencia mientras le hacía una señal a Paco para que se largase. No tuve que repetir la orden, salió corriendo como alma que lleva el diablo.

  • Que mala eres, le has asustado.

  • Lo decía en serio, pero no pasaríamos por los tres tamaños, me gustaría romperle el culo.

Le pasé el brazo por encima del hombro estrechándola contra mí y la acompañé a la cocina. Allí Carolina estaba poniendo la mesa, seguía con la misma expresión desdichada.

  • ¿Se lo ha comido? – fue lo único que dijo.

  • No creo que se atreva todavía – contesté -. Pero cuando tenga hambre apartará los escupitajos y comerá.

  • ¡Bien!

  • ¿Que le habéis puesto en la comida?

  • Todos los picantes que hemos encontrado - respondió Carmen -. No es mucho pero por algo se empieza. Amo...

Su hija se quedó con la boca abierta cuando la oyó llamarme amo. De momento era solo sorpresa, no pude identificar ningún otro sentimiento, ni favorable ni contrario.

  • ¿Sí, Carmen?

  • ¿Qué piensas hacer?

  • ¿Con Paco? Va a trabajar como una mula, de sol a sol. Va a seguir un tratamiento muy especial. Durante unos días tendremos que vigilarle para que no haga ninguna tontería, pero por lo que he visto tampoco es muy valiente. Puede aclimatarse a su nueva forma de vida.

  • ¿Y nosotras?

  • Puede que os deje disfrutar castigándole. ¿O te refieres a mis planes para vosotras? Tú eres mía, lo sabes, y yo te cuidaré, al menos durante todo el año que tenemos por delante. Cuando cumpla hablaremos, pero queda mucho tiempo para eso. En cuanto a Carol... depende de ella - la niña bajó la mirada, pero cuando me acerqué a ella la levantó y me miró desafiante a los ojos. De momento me debes una sesión de cama. Ahora tenemos que ver si de verdad estabas dispuesta a ello.

  • ¡Eres un cerdo! ¡Igual que él!

Intentó irse pero Carmen se lo impidió, le dio una bofetada que la hizo chocar con la mesa.

  • ¡No le compares con ese mierda! El amo nunca haría lo que hizo tu padre. ¿No quieres acostarte con él? Vale, peor para ti. Pero ni se te ocurra perder el respeto.

  • ¿Y qué? ¿Ahora vas a obligarme a ser tan zorra como tú? ¿A ser su esclava?

Carmen volvió a levantar la mano para golpear, y su hija se preparó para el impacto. Pero antes de eso intervine.

  • Carmen, déjanos un momento, tengo que hablar a solas con Carol.

Carmen bajó la vista y se dio la vuelta para irse. Antes de que lo hiciera cogí su muñeca y la atraje hacia mí para poder darle un suave beso en los labios. Ella se ruborizó como una colegiala y en vez de salir triste salió sonriendo.

  • Deberías ser un poco más comprensiva con tu madre. Tú solo habías visto una parte de Paco, la parte amable y manipuladora. El primer día que llegasteis a la isla tu padre te drogó para tenerte más tarde y mientras tu dormías la violó contra el sofá. El día que tu madre se visitó con la blusa roja él se desquitó por la noche, empezó a golpearla y después la obligó a chupársela. Y ya has oído la declaración de tu padre. Desde que está con ella ha estado abusando de su mente y de su cuerpo. Tú podías haber sido ella.

Carol comenzó a llorar, suave al principio pero después fue un rio de lágrimas. La abracé contra mi pecho, al principio se resistió ligeramente pero después se agarró a mí y comenzó a liberar todo el dolor que llevaba dentro. Lo único que podía hacer en esa situación era susurrarle palabras amables y acariciar su pelo. Así poco a poco fue tranquilizándose. Cuando dejó de llorar se separó de mí y me miró. Su cara estaba sucia por las lágrimas, pero seguía siendo hermosa.

  • ¿Qué debo hacer ahora? ¿Me convertiré en tu esclava como mi madre?

  • Eso depende de ti. Carmen disfruta de su papel de esclava y yo disfruto siendo su amo. No sé si a ti te gustará o no, pero piénsatelo bien, porque una vez que me digas que sí no podrás dejar de serlo hasta que acabe el año.

  • ¿Y después?

  • Yo siempre querré teneros aquí. El hecho de ponerle una fecha es por vosotras, por si cambiáis de idea.

  • ¿Y que me harías? ¿Me castigarías?

  • Te voy a decir lo mismo que le dije a tu madre. No me gusta proporcionar dolor, no soy un sádico. Solo te castigaré cuando me falles. Tampoco te pediré que hagas algo que creo que no puedes hacer. Si dudas fallas, si fallas serás castigada. Tienes que obedecer porque esa es mi voluntad.

  • Pero... ¿podré seguir estudiando? ¿Tendré que seguir yendo al instituto?

  • Puedes ir al instituto como antes o puedes estudiar desde la mansión. Como prefieras.

  • Los policías me recogieron en el instituto. Seguro que alguno ya conoce la historia. No quiero tener que volver.

  • Podemos arreglarlo para que estudies desde aquí.

Después de un par de minutos de silencio, por fin soltó la pregunta que quería hacer.

  • ¿Y que me harías?

  • ¿Quieres probar? Solo una noche, pagarías la apuesta perdida. Si en algún momento de la noche quieres dejarlo solo tienes que salir de la habitación. No trataré de impedirlo. Haremos solo lo que tu quieras hacer, te dejaré elegir a ti.

  • Tengo miedo – respondió después de una breve vacilación.

  • ¿De mí o de que te guste? ¿Quieres que tu madre esté presente por si tienes dudas?

  • ¡¡¡NO!!!

Yo comencé a reírme y ella me dio un golpe en el hombro enfadada pero al momento empezó a reírse también. Cuando se serenó un poco me acerqué un poco a ella y levanté su barbilla con dos dedos, sin prisa la besé, suave, solo con los labios. Cuando me separé fue ella la que se pegó a mí, y entreabriendo los labios pasó la punta de su lengua  tanteando mi boca. La abracé y la besé apasionadamente, mi lengua invadiendo su boca,  mis dientes mordiendo sus labios todo esto mientras mis manos recorrían su espalda. Ella no tenía mucha experiencia, quizá su padre se había metido en su cama y ya no fuese virgen, pero desde luego no tenía ni siquiera la experiencia normal en una joven de su edad. La cogí en brazos y ella se sujetó a mi cuello. De camino a la habitación nos cruzamos con Carmen, ninguna de las dos dijo nada, pero sonrió ligeramente, Carol solo se sonrojó y escondió la cara entre mi cuello.

Cuando la deposité en la cama comencé a desabotonar su blusa le dio un ataque de pudor y sujetó mis manos.

  • La luz...

  • Tienes un cuerpo precioso y me gustaría verlo. Tranquila.

La volví a besar y acaricié sus pechos por encima de la ropa. Ella gimió y respondió a mi beso. Cuando volví a la blusa ella no me lo impidió. Ahora solo un pequeño sujetador blanco separaba sus preciosos senos de mis labios. Ella no esperó más, se incorporó un poco y terminó de quitarse la blusa con precipitación y se deshizo del sujetador todavía más rápido. De repente me encontré con mis manos acariciando esos pechos angelicales, hechos para ser acariciados, con unos pezones puntiagudos, duros como piedras y muy sensibles. Mis labios atraparon uno mientras mi mano se encargaba del abandonado, cuando los gemidos fueron continuos pasé al otro sin olvidarme de acariciar el anterior. Fue ella misma la que me pidió que bajase, empezó a hacer presión sobre mi cabeza, bajé por su abdomen y me quedé un momento en su ombligo, la presión continuó hasta que llegué a sus piernas. El botón del vaquero se resistió pero al momento ella levantaba las caderas para que yo pudiese sacarlo. Las bragas bajaron con el pantalón  y se quedaron dentro. No se depilaba, ni siquiera se lo arreglaba pero por suerte era joven y la cantidad de vello no era excesivo, de todas formas si aquello continuaba teníamos que solucionarlo. Cuando me apliqué sobre sus pliegues noté que estaban muy calientes, inflamados y húmedos, estaba muy excitada, no duraría mucho. Me dejé de florituras, puse mi lengua y labios a acariciar su clítoris mientras mis dedos iban poco a poco penetrándola, ni siquiera intenté un cambio de ritmo, la chica estaba demasiado cerca del orgasmo para evitarlo de manera que me lancé a fondo. Su grito me sorprendió, pero sus manos sujetaron mi cabeza mientras elevaba su pubis para aumentar el contacto con mi cara. Cuando se dejó caer sobre la cama intentando recuperar el ritmo de la respiración aproveché para desnudarme. Me coloqué a su lado y la abracé como hacía con su madre, acariciándola y pegando su cuerpo al mio.

  • No ha sido como con mi padre.

  • ¿Peor?

  • ¡Mucho mejor! Cuando me dejaba llevar resultaba placentero y relajante pero esto ha sido brutal. Casi exploto.

  • Y eso que solo ha sido el principio.

  • ¿El principio? Si yo ya…

No pude por menos que soltar una carcajada.

  • Eso ha sonado muy de tío. Como yo ya he acabado… Tranquila, todavía queda mucho para que esto acabe.

Cogí su mano y la llevé a mi pene. Ella lo agarró, pero no sabía mucho, empezó a acariciarlo arriba a y abajo, yo puse mi mano sobre la suya y le marqué el ritmo mientras la besaba de nuevo. Fue a subirse sobre mí, pero yo lo evité con suavidad.

  • Todavía no.

  • Tienes que terminar…

  • Por supuesto, pero todavía no.

  • ¿Quieres que te la chupe?

  • Por supuesto, pero ¿quieres hacerlo?

  • Me da cosa, no sé.

  • Si quieres hacerlo hazlo, si no quieres probarlo tampoco pasa nada.

  • ¿A ti te gustaría?

  • ¿Te ha gustado a ti cuando yo te lo he hecho?

  • Es que…

  • Tranquila, no tenemos que hacer nada que no quieras hacer. Si aceptas que sea tu amo la cosa cambiará. Te puedo asegurar que lo practicarás sin ninguna vergüenza.

  • Algunas de mis amigas de casa decían que era divertido, pero que los tíos intentaban correrse en su boca.

  • Es muy excitante eyacular en la boca, pero no te preocupes, esta noche es tu noche. Simplemente piensa en el placer, esto es un juego. Yo soy tu compañero, el sexo es un sistema dual, das y recibes placer. Cuanto más placer recibe mi pareja mejor me siento yo. Hace tiempo descubrí que las mujeres dependéis mucho de quien sea vuestra pareja. Necesitáis confianza, cariño y un amante que os deje ir a vuestro ritmo. Ahora puedes aprovechar, tú mandas. No creo que estés lista para la penetración, pero si quieres hacerlo…

  • ¿Y si no quiero hacer nada más?

  • Pues no tendré más remedio que aguantarme. Aunque tampoco te voy a mentir, seguramente salga a buscar a tu madre y acabemos los dos en su cama.

  • ¿Te acostarías ahora con mi madre?

-  Tu madre es muy hermosa, deberías estar orgullosa, cuando tengas su edad heredarás su cuerpo.

  • Pero sus tetas están caídas, y tiene el culo gordo.

  • Tú has mamado de esos pechos y no están caídos y tiene un trasero firme y muy apetecible.

  • ¿Te gusta más que el mio?

  • Esto no es como decir me gusta más el chocolate que la vainilla. Cuando comparas a dos mujeres hermosas es más como decir te gusta más cuando te toco con la mano derecha o con la izquierda. Son diferentes, pero son igual de placenteras. Carmen tiene un cuerpo escultural de una mujer de treinta y cinco años, tú tienes un cuerpo de una mujer de dieciséis. Cada uno tiene sus ventajas. Ella ha vivido más y es más lanzada, tú tienes un aura de pureza que me vuelve loco.

  • ¿Te gustaré más si te la chupo?

  • No lo has entendido. Si lo hacer porque quieres, porque lo que te gusta es darme placer será maravilloso, pero si lo haces simplemente porque te sientes obligada no estaría bien. Entiéndeme, yo puedo disfrutar las dos cosas, pero prefiero que sea porque quieras darme placer.

  • Pero tú me lo has hecho a mí…

  • Y no lo he hecho para que a cambio me lo hagas. Tranquila, simplemente vamos a quedarnos aquí así, solo con caricias. Deja de hablar, siente y haz lo que quieras con mi cuerpo,  toca, siente, acaricia, besa o lame si eso es lo que quieres hacer.

Era hora de dejar de hablar, como siguiese hablando iba a llegar la mañana y me iba a pillar con la misma erección.  Volví a besarla, a acariciar sus pechos incluso me atreví a meter una mano entres sus piernas. No tardó mucho en decidirse, se desplazó hacia mi pelvis y puso su cara a poca distancia. Estaba tan cerca que sentía su aliento en mi pene. Comenzó suavemente a subir y bajar la mano. Usó la otra mano para pasar el dedo sobre el glande. Era muy inexperta, pero esa era una de las cosas que más me excitaba.  Durante un momento pensé que se la iba a meter en la boca, pero solo se había acercado a olerla. Eso aumentó la dureza de mi erección, solté un gemido involuntario y ella me miró con intriga. Se volvió a acercar y besó el tronco, notó mi reacción y volvió a hacerlo, todo esto sin dejar de masturbarme con la mano. Sacó la lengua y la pasó por el glande casi sin tocarlo. Volvió a besar el tronco y aumentó el ritmo de la masturbación.

  • Si sigues así voy a eyacular.

  • ¿Y no quieres?

  • Pensaba poder terminar dentro de ti. Los dos juntos.

Ella sonrió y demostrando lo ágil que era se colocó en segundos sobre mí y agarrando mi pene se lo introdujo bajando las caderas. Ambos gemimos al unísono. Todas las descripciones de Paco habían sido basura, aquello era maravilloso. Mi pene había entrado como un cuchillo caliente en mantequilla, pero ahora estaba perfectamente ajustado, como si su vagina fuese una funda hecha a mi medida. Ella puso el ritmo yo suficiente tuve con concentrarme para no eyacular en ese mismo instante. Tardamos un poco en sincronizarnos por la falta de práctica, un par de veces se levantó demasiado y mi pene se salió pero daba lo mismo, aquello era increíble.

  • ¿Te gusta? – me preguntó entre jadeos.

  • No…, es… horrible, estoy… pensando… en dejarte… aquí… y…  darme… una ducha.

Ella se comenzó a reír a carcajadas, eso desbarató el ritmo por completo, sobretodo cuando yo tampoco pude evitarlo. Se fue a un lado y cayó sobre la cama desacoplándonos. Nos miramos y vi su mirada. Era pura lujuria y desenfreno.

  • Fóllame. No puedo más, fóllame hasta que me olvide de todo. Que solo pueda pensar en ti.

Y yo lo hice, me coloqué sobre ella y se la metí de golpe, comencé una cabalgada infernal a fondo, golpeando con la cadera, cuando noté que me acercaba al orgasmo se la saqué y con fuerza, quizá un poco violento, le di la vuelta y la cogí por las caderas volviendo a embestir con fuerza. Yo usaba cualquier cosa para distraer mi mente, pero siempre volvía al presente, el sudor en su espalda, el movimiento de su pelo, los gemidos… Volví a cambiar de posición, de lado sujetando una de sus piernas con la mano. Otra vez cara a cara, después poniendo sus pies sobre mis hombros. Cada cambio tenía que hacerlo más deprisa, mi aguante estaba agotándose. Pasé a una de las posiciones más eróticas que conozco, doblé sus piernas hacia su pecho levantando su pubis y las caderas de manera que la penetración era completa, Mi pene la penetraba hasta el fondo y mis testículos tocaban su culo, una y otra vez hasta que por fin ya no podía más y me dejé llevar echando el resto. Eyaculé con un rugido que debía venir de mis instintos más primaros. No se cuanto tardé en terminar, pero cuando lo hice estaba sudoroso, jadeante y completamente exhausto, física y emocionalmente. Ella me besó con dulzura y me dijo algo, pero no lo entendí y me quedé dormido. Si en ese momento me hubiese muerto creo que me habría dado lo mismo.

CONTINUARÁ…