Cumpliendo mi sueño (12)

Todos disfrutan con el castigo de Paco

Por la mañana descubrimos que Carmen tenía fiebre, cosa normal después del castigo sufrido. Después de obligarle a tomar un zumo y unas pastillas la dejamos durmiendo. Salí a entrenar mientras Carol y Petra hacían las labores que normalmente hacía Carmen. Mientras corría fui perfilando el castigo que le proporcionaría a Paco sin olvidarme de los pasos que tendría que dar con mi ex. La gente que la había traído a la isla seguramente empezaría a impacientarse. Eso no me interesaba. Podían intentar conseguir por la fuerza lo que no podían con el dinero. También tenía que pensar en que les daría. No se iban a conformar con un simple "no". Tenía que darles algo.

Cuando el sarcófago se abrió Beatriz estaba despierta y llorando. Abrió los ojos, parpadeó un par de veces y fijó la vista en mí. Tendió los brazos y se agarró a mis brazos intentando salir del tanque.

  • Por favor, no más - suplicó -. Déjame ir y no le diré nada a nadie, no volverás a saber nada de mí nunca más. Pero por favor me vuelvas a meter aquí.

No contesté, la ayudé a salir y a retirar las conexiones. Con mucho cuidado se quitó el traje y los dos vibradores. El agua olía mal, pero ni punto de comparación con lo de el día anterior.

No se tenía en pie de manera que la dejé sentada en el suelo mientras usaba la manguera para aclararla. La envolví en una toalla esperando a que se serenase un poco.

  • ¿Te encuentras mejor?

  • Sí... pero no quiero volver a pasar por esto.

  • Lo que tú quieras no importa. Cuando el programa diga que estás lista no recibirás mas sesiones.

  • Haré lo que quieras, pero prométeme que no volverás a meterme ahí dentro.

  • Todavía te faltan sesiones. Cuando acabe el tratamiento desearás hacer mi voluntad, si quiero que te lesiones a ti misma lo harás. Y no lo harás por temor o por obligación, lo harás porque tu voluntad será una extensión de la mía.

Después de unos minutos la ayudé a levantarse y la acompañé subiendo las escaleras. Caminaba lentamente pero las piernas iban recuperándose lentamente. Iba a llevarla a mi habitación, pero recordé que Carmen estaba allí y no quería despertarla. La llevé a una de las habitaciones vacías para cuando llegamos ya podía caminar sin mi ayuda. Le ordené darse una ducha y ella entró en el baño mientras yo accedía a los datos de la sesión en mi tablet. Había completado todos los objetivos del nivel uno y el nivel dos. Tenía el cincuenta por ciento del nivel tres completado. Ese era un avance muy importante, sus defensas estaban cayendo y cada vez avanzaba con mayor rapidez. Por otro lado el sistema no había detectado ningún otro problema de programación.

Cuando salió del baño lo hizo completamente desnuda, con la piel brillante por la humedad.

  • Ayer me dijiste que si te pedía que me follases lo harías. ¿Sigue siendo así?

  • ¿Quieres que me acueste contigo? - le pregunté.

  • Haré cualquier cosa para evitar volver a ese ataúd. Si quieres que te pida que me des por el culo hasta que me sangre lo haré.

  • No hay nada que puedas hacer para evitarlo. Pero, si lo que quieres es sexo, puedo concedértelo.

  • ¡Por favor! ¡Es horrible! No voy a soportarlo.

Se dejó caer de rodillas a mis pies, las lágrimas le corrían por las mejillas. Giré la silla para quedar completamente frente a ella.

  • Deja de llorar y chúpame la polla.

No supe si fue el condicionamiento que le imponía el tratamiento o que sus lágrimas eran fingidas, pero dejó de llorar. Gateó hasta colocarse entre mis piernas y con precipitación me quitó el cinturón y abrió mi pantalón. Simplemente por el hecho de tenerla allí desnuda a mi merced ya tenía una potente erección. En segundos tenía mi pene en su boca mientras sus manos reposaban en mis rodillas. Siempre había sido una fiera en la cama, no había nada que no hiciese como una profesional. Desde mi divorcio había compartido cama con algunas mujeres, ninguna se podía comparar con ella. El problema venía después, te dejaba bien claro que todo había ocurrido porque ella quería y si tú querías que volviese a pasar tendrías que pagar por ello. Pase todo mi matrimonio intentando compensar el favor que ella me hacía por estar conmigo. Viéndolo retrospectivamente ella había sido mi ama y yo su sumiso. Pero ahora los papeles se habían invertido.

Cuando noté que me llegaba el orgasmo estuve tentado de agarrar su cabeza y obligarla a aceptar mi esperma en su boca, pero en el último momento me contuve. Me interesaba comprobar si el programa había llegado tan lejos como esperaba. Acaricié su mejilla y ella me miró a los ojos.

  • Me voy a correr. Ya sabes lo que tienes que hacer.

Ella aceleró el movimiento de su cabeza llevándome casi  hasta su garganta y conduciéndome al orgasmo en poco segundos. Tragó todo lo que eyaculé sin dejar de mirarme. La levanté y sujetando su cara entre mis manos posé mis labios suavemente sobre los suyos. Ella abrió la boca y nos fundimos en un beso que me hizo regresar a la primera época de mi matrimonio, al momento más feliz de mi vida. Pero aquello no iba a regresar, me separé dejándola anhelante.

  • Vamos, a hablar. Quiero todas tus contraseñas, todos los datos bancarios y financieros. Además vas a decirme todo lo que sabes sobre los que te han contratado y después vamos a buscar una forma de sacarme del lio en el que me has metido.

Me fue dando datos, cuentas y contraseñas, pero yo había hecho mi reconocimiento previo. Había accedido a su agenda virtual y sabía muchas más cosas de las que ella creía. De manera que cuando terminó comprobé que, al menos, se había dejado dos cuentas bancarias y un par de inversiones.

  • ¿Hay más datos de cuentas?

  • No. No hay nada más - noté como luchó contra si misma.

  • Has dudado. Voy a castigarte porque sé que estás mintiendo, pero el tipo de castigo dependerá si ahora mismo te confiesas.

  • No... No... No... He mentido.

  • ¿Y la cuenta que tienes en Andorra? Donde metiste el dinero que desfalcaste de mi empresa antes del divorcio.

  • No... - rompió a llorar abrazándose el pecho -. ¡Lo siento! ¡Lo siento!

Se derrumbó hipando y llorando. En pequeños detalles no intentaría mentirme, pero lo que le pedía era, según su código de valores, lo más importante de su vida. El programa no la había doblegado por completo, pero aun así  le costaba un esfuerzo terrible resistirse a mi voluntad, incluso cuando perdía todo lo que le importaba en su vida.

  • Dame los datos de esa cuenta y dime si hay alguna más que me hayas ocultado.

Me confesó tres cuentas más, dos fondos de inversión y un depósito de seguridad en un banco de suiza. Delante de ella fui haciendo traspasos a diferentes cuentas de las islas caimán, de allí trasferí los fondos a varias empresas fantasma de Panamá y de vuelta a una cuenta de una naviera de mi propiedad fundada en Chipre y de ahí a una cuenta de Gibraltar y de ahí trasferí los todos los fondos a una serie de cuentas de inversión que tenía repartidas por los mercados europeos.  Con lo que le había quitado casi había doblado mi capital.

El ánimo de Beatriz iba decayendo según veía como su fortuna se alejaba.

  • No te pongas así, simplemente lo que he hecho es des divorciarnos. Considera que nos hemos vuelto a casar y ahora nuestro dinero vuelve a estar junto. Aunque ahora el único que lo controla soy yo te puedo asegurar que nunca te va a faltar nada. Ahora vamos a hablar de los que quieren mi programa.

Se habían puesto en contacto con ella a través de un bufete de abogados, le habían ofrecido mucho dinero pero ella les dijo que no era posible, que nunca lo vendería a la fuerza. Ellos entonces se ofrecieron a comprar mi empresa y entregársela como compensación por los esfuerzos. Ya no solo se trataba de dinero, así podría vengarse de mí.

  • ¿Vengarte de mí? ¿Qué te había hecho para que te tuvieses que vengar?

  • Cuando me separé de ti el programa no tenía futuro, habías invertido cientos de horas y decenas de miles de euros en un proyecto condenado al fracaso. Me divorcié precisamente por eso, no tenías ambición, preferías hacer lo que te gustaba a lo que podía darte el triunfo. Pero un año después conseguiste sacarlo al mercado y de repente tu empresa multiplicó por cien su valor. Ganaste cientos de millones con ese programa. La mitad de ese dinero tendría que haber sido mio. Pero conseguiste comprar a los jueces y me negaron mi parte.

  • No compré a nadie, durante el divorcio valoraste la empresa, te pagué la mitad para conservarla. Me dejaste tan seco que antes de completar el programa estuve a punto de quebrar, pero vendí todo lo que me quedaba para poder continuar hasta que al final lo conseguí. Pero aun así tú me guardas rencor por conseguir el éxito. ¿No te das cuenta que te divorciaste de mí por razón inversa de la que ahora me odias? Te divorciaste porque no iba a triunfar y ahora me odias porque te equivocaste al pensar eso. Si no te hubieses divorciado de mí ahora todo sería tuyo, pero en vez de eso ahora serás mi esclava y no tendrás nada. Bueno, ahora vamos a comenzar una conversación con los que te contrataron.

Enviamos un correo desde su cuenta informándoles que había empezado las negociaciones y que yo estaba dispuesto a ceder el programa pero antes quería dejar algunas cosas claras.

No hacía ni cinco segundos que había enviado el email cuando recibimos la contestación: "Coja el teléfono". Y el teléfono empezó a sonar. Era una llamada a través de IP, imposible de rastrear sin el equipo adecuado.

  • Soy Gonzalo. ¿Con quién hablo?

  • Con la persona autorizada para negociar con usted. ¿Funciona el programa?

  • Todavía tengo que ajustar algunas cosas, pero funciona.

  • ¿Está completamente sometida la señorita Ayala?

Me quedé sorprendido, sabían cual era el cometido del programa. Eso me daba mucha más información sobre ellos y me hacía temerles aun más. Teniendo en cuenta que tenían capital prácticamente ilimitado, un servicio informático capaz de saltarse mis cortafuegos con una llamada bajo IP y habían averiguado para que servía el programa, significaba que me enfrentaba a una corporación muy grande o incluso algún gobierno.

  • Ha recibido dos sesiones, la previsión eran de cuatro a seis - respondí.

  • Entonces el programa funciona mejor de lo que habían previsto nuestros expertos. Si con solo dos sesiones ha conseguido las contraseñas para vaciar sus cuentas bancarias cuando complete las sesiones la dominación será plena.

  • Ese es el plan. Sabe usted mucho de mi programa. ¿Por qué se han gastado tanto dinero en intentar hacerse con él? Seguramente tiene los fondos necesarios para hacerlo por su cuenta.

  • Usted ha conseguido lo que los expertos nos dijeron que era imposible. Les dimos todo lo que usted ha recibido de otras empresas, lo único que no tenían era el núcleo del programa y nos dijeron que no era factible. Pero por supuesto se equivocaban.

  • Estoy seguro de que podrían  haber contratado a un buen hacker para acceder a mi servidor y hacerse con el programa. ¿Por qué no lo han hecho? - lo que quería preguntar era realmente por qué seguíamos vivos.

  • Lo hemos hecho, pero además queremos sus servicios. Según nos han explicado los expertos, el programa que podría hacerlo tendría que ser muy variable y se podrían encontrar situaciones en las que no sería útil. Su programa parece saltarse la mayor parte de las restricciones, pero todavía pueden darse situaciones en las que eso no sea suficiente y haya que modificar el código.

  • Cierto, entonces lo que quieren es que ponga mi programa y mi trabajo a su servicio. ¿Y a cambio que recibiré? - pregunté mientras mentalmente agradecía que me necesitasen vivo.

  • Ya tiene una considerable cantidad de dinero. Le podríamos dar inmunidad y seguridad. En el mundo tenemos algunos competidores que si descubren que no pueden hacerse con el programa puede que decidan que es mejor que nadie lo tenga.

  • Me parece aceptable - contesté después de unos segundos. Aunque era una mera formalidad, y él lo sabía.

  • Perfecto. ¿Qué planes tiene para la señorita Beatriz y su asistente?

  • ¿Las quiere o puedo quedármelas? - en ese momento la idea de que Petra trabajase para ellos se cruzó en mi mente.

  • Son suyas. Nos pondremos en contacto en unos días para aclarar el resto de los detalles.

  • Supongo que querrán realizar alguna prueba previa. Les enviaré unos cuestionarios que tienen que rellenar con los datos de los sujetos.

  • ¿Son indispensables?

  • De momento sí. Puedo desarrollar una rutina para que el programa genere esos datos, pero eso llevaría a aumentar el número de sesiones.

  • Lo entiendo. Le informo de que haré los preparativos necesarios para que en unos días reciba nuevo equipo. Con el equipo irán cuatro técnicos, un controlador y cinco sujetos de prueba. Diez personas en total, espero que no se sienta amenazado por ello.

  • Mientras no entren armados no habrá problemas. Pero supongo que si hubiese querido ya tendría un grupo de militares en la isla.

  • Ciertamente era uno de los planes de contingencia, pero yo prefería un enfoque más... de negocios. Esperaba que fuese usted una persona razonable y he acertado.

  • Gracias. Espero noticias suyas.

  • Cuando el barco esté cerca de la isla me pondré en contacto con usted.

Beatriz había oído toda la conversación y estaba asombrada y atemorizada.

  • Sabían lo que ibas a hacerme... Me mandaron para que me esclavizases.

  • Fuiste un regalo. Sabían que no podría resistirme a probar el tratamiento contigo.

Volvió a ponerse a llorar.

  • ¡Basta de llantos! - grité -. Ya me tienes harto de tanto lloriqueo. Acepta lo que te está pasando o lucha contra ello, pero no llores. Haz lo que has hecho siempre, analiza la situación y busca tu mayor beneficio. Tienes libre hasta la hora de la comida para pensar en lo que quieres hacer. Después te presentarás en la cocina y me darás tu respuesta. Pero recuerda que tienes un castigo pendiente por haberme ocultado esas cuentas.

La dejé en la habitación intentando controlarse y me dirigí a la mía. Quería comprobar como estaba Carmen. Cuando llegué estaba a punto de salir. Le di un beso y noté que ya no tenía fiebre.

  • ¿Cómo te encuentras?

  • Los pezones los tengo sensibles pero casi no me duelen, pero abajo... Casi no puedo caminar.

  • No te preocupes, se curará. He estado pensando un castigo para Paco por impacientarse y creo que te encantará realizarlo conmigo.

  • Siempre estaré dispuesta a castigar a Paco.

  • Primero tengo que probarle un poco para ver si realmente se ha aflojado su determinación de esclavo y ajustar el castigo en función de eso.

Acompañé a Carmen a la cocina donde ya estaban Petra y Carol preparando cosas. Rápidamente se hizo cargo de todo. Mandé a Carol que bajasen a limpiar el tanque y lo dejasen limpio para la tarde. En ese momento se presentó Beatriz. Carmen se sorprendió de verla allí, pero no dijo nada.

  • ¿Ya has decidido?

  • Sí. He hecho lo que me has dicho. He intentado luchar, pero no puedo, cada vez que pienso en desobedecerte me duele. Te odio por lo que me has hecho y al mismo tiempo deseo cumplir tus órdenes. Me da asco el placer que me recorre solo con sentir el tacto de tu piel. Sé que todo es falso, es parte de tu programa, pero mi cuerpo lo siente como algo real. Todavía me queda algo de voluntad para resistirme, pero es una batalla perdida. Aunque por un milagro me dejases escapar los cabrones que me contrataron no me dejarían escapar con vida.

  • Veo que te has dado cuenta.

  • Sabes que nunca me ha gustado el estereotipo de rubia tonta.

No es que fuese tonta, era muy inteligente. Siempre había tenido que esforzarme para estar a su altura. Si las cosas hubiesen sido de otra manera seguramente ella habría sido de mucha ayuda a la hora de crear el programa.

  • ¿Qué piensas de mi situación? - le pregunté.

  • Estás jodido - respondió después de unos segundos -. De momento te necesitan para que sus técnicos empiecen a saber como y por qué funciona tu programa. Una vez que lo tengan no serás necesario y será más cómodo para ellos que no existas. Calculo que nos quedan unos meses de vida a no ser que hagas algo.

  • Desde que colgué el teléfono estoy diseñando un plan para sacarnos del lio, pero no será fácil.

  • Quizá si modificases el programa...

  • Ya veremos - contesté evasivo.

No iba a comentar nada hasta que quitase las conexiones de los servidores con internet. Después haría una revisión de todos los sistemas y desde luego no confiaría en nada ni nadie. Prefería exagerar con la paranoia a ser descuidado. Un hacker lo suficientemente bueno podría haber entrado en mi servidor y acceder al sistema de vigilancia y así poder vernos y oírnos.

Mientras Carmen usaba los servicios de Beatriz en la cocina yo me alejé para comenzar los preparativos, en la sala de servidores desconecté el sistema de antenas. Hice una copia de seguridad del programa y realicé un reincido completo de los servidores. Estaría unos días sin sistema de vigilancia, pero no me sería necesario. El efecto disuasorio sería suficiente.

Durante la comida Beatriz y Petra, ambas desnudas, no dejaban de mirarse fijamente. Supongo que mi ex habría tenido la misma idea que yo.

  • ¿Bea, cuanto hace que conoces a Petra?

  • La contraté hace año y medio. Pero sé que esa gente piensa a largo plazo.

  • Tranquila, acabas de quitarme un peso de encima. Hace año y medio ni siquiera tenía pensado el programa. Solo estaba dándole vueltas en mi cabeza a algo parecido a lo que ha resultado ser. Calculo que empezaron a fijarse en mí hace seis meses, cuando realicé el pedido de los tanques de privación sensorial y solicité los estudios sobre el cerebro. ¿Cuando contactaron contigo?

  • Hace tres meses. Intenté investigarlos pero no descubrí mucho, el dinero me llegó desde una corporación internacional. Ahora estoy casi segura que debe ser una agencia de inteligencia de un país o quizá un contratista militar. Tu programa podría resultarles muy útil.

  • Bien, no tiene sentido preocuparse por lo que no se puede cambiar.

Después de comer salí al jardín, últimamente estaba agotado, necesitaba relajarme para poder pensar con claridad. Coloqué una hamaca a la sombra de unas palmeras y me acosté disfrutando del maravilloso clima que me rodeaba. Las cuatro mujeres salieron y se sentaron en la hierba a mí alrededor. No dijeron nada, pero estaban esperando a que decidiese que hacer. El problema era que no veía ninguna opción que nos sacase de la situación actual. Podía intentar usar el programa para agenciarme la lealtad de todos los que pasasen por el tratamiento, pero si concedía a mi oponente al menos la misma inteligencia que a mi mismo sabía que, en el caso de decidir matarme, enviaría a gente que nunca hubiese pasado por el programa y nunca dejaría que la gente que tomase las decisiones se acercase a la isla. La única opción sería obligar a que solo yo pudiese tener acceso al programa definitivo. Si el programa solo estaba en mis manos les dejaría dos opciones, la primera es eliminarme y perder el programa. Beneficio para ellos: cero, daños: prácticamente cero. La segunda opción era aceptar mis condiciones. Beneficio para ellos: un sistema para garantizar la lealtad de sus operativos. Daños: tendrían que asegurar la isla contra posibles oponentes y para evitar mi posible huida. Si, como aseguraba el hombre del teléfono, era una persona razonable, aceptaría mis condiciones. La mejor opción que se me ocurría me daba dos posibles resultados, muerte o reclusión de por vida. Porque estaba claro que no me iban a dejar salir de la isla. Tendría que buscar la forma de no echar de menos una vida fuera.

  • Bien, me he decidido - les informé -. No sé como saldrá la cosa, pero no veo otra salida. Según vaya perfilando los detalles os iré contando lo que necesitéis saber.

No era momento de contarles más, con eso les quitaría un peso de encima y podrían sobrellevarlo mejor. Tenía que preparar varias cosas antes de tenerlo todo listo. Envié a Carmen a preparar una lista de avituallamiento teniendo en cuenta a diez personas más. Carol se llevó a Petra para acondicionar todos los dormitorios restantes para las visitas. La casa disponía de doce habitaciones en total, hasta ahora Carol y Carmen habían ocupado con sus cosas un par de ellas y la tercera ocupada era la mía, las demás estaban libres. De momento servirían. Hice que Bea me acompañase hasta mi despacho y le entregué un teclado inalámbrico y le mostré uno de los monitores.

  • Necesito un interface para grabación de voz e imagen. Se utilizará para realizar un avatar virtual. Hace mucho que no programas, pero creo recordar que se te daba bien.

No rechistó y comenzó a trabajar. Yo por mi parte hice lo mismo preparando una sesión previa para que el programa crease un perfil del sujeto. La parte que le había dado a ella era para poder cambiar mi avatar del programa e introducir el de la persona que fuese a controlar a los sujetos.

Estuvimos media tarde programando cuando se acercaba la hora de que volviese a su tanque, además, quería aplicarle el castigo a Paco de manera que cerré el programa y le hice una seña.

  • En los próximos días lo acabarás. Ahora tengo un trabajo para ti.

Con ella siguiéndome recogí unas cuantas cosas del cuarto de juegos. Avisé a todo el mundo que se presentase en el jardín, en la zona de siempre. Cuando llegamos Paco y las tres mujeres estaban allí esperando.

  • Bien, todo esto es por ti Paco. Últimamente tus hormonas pueden más que tu voluntad. De manera que voy a ponerte una prueba. Si lo apruebas el castigo por adelantarte a mi orden será simplemente diez latigazos. Si fallas tendrás un correctivo que te aplicará Carmen.

  • Bea - continué diciendo girándome hacia ella -. Tú tienes pendiente un castigo de esta mañana. Vas a participar en la prueba. Si Paco no pasa la prueba tu castigo será olvidado. Si consigue pasarla recibirás dos latigazos en cada pecho  y otros dos en la vagina.

Al igual que había hecho Paco antes, Bea tragó saliva porque el miedo le había secado la garganta.

Saqué un par de piquetas y las clavé en el suelo, comprobé que aguantaban y con un par de grilletes sujeté los tobillos de Paco. Le obligaba a tener las piernas abiertas, si se inclinaba hacia delante caería y tendría que sostenerse sobre las manos.

  • Las reglas son sencillas, Petra y Carol serán las jueces y Carmen el verdugo. La prueba durará treinta minutos. Objetivo de Paco no correrse. Objetivo de Bea, que Paco se corra. Bea puede hacer lo que quiera excepto tocar a Paco. Si le toca recibirá un latigazo. Paco no puede cerrar los ojos, ni desviar la mirada, si lo hace recibirá un latigazo. Aquí vamos a probar dos cosas, la voluntad de Bea para convertirse en una perra viciosa sedienta de sexo y la fuerza de la voluntad de Paco para servirme. Y si no puede hacerlo será castigado como correctivo.

Saqué el juguete estrella que había traído. Mostré un pequeño arnés con un anclaje para un pene de plástico. Había escogido uno de talla pequeña, unos doce centímetros y apenas tres de diámetro. Se lo entregué a Carmen que se lo colocó con mucho cuidado para no rozarse la zona dolorida. Cuando terminó de ajustárselo le pasé un tubo de gel lubricante. Se puso un poco en la mano y empezó a acariciar su nuevo miembro de forma provocativa, masturbándose suavemente dejando toda la superficie brillante. Paco se quedó pálido, pensé que se desmayaría en ese mismo momento.

  • Bien, vamos a comenzar. Chicas, bajadle los pantalones y quitadle la camisa.

Petra y Carol se apresuraron en dejarlo en pelotas simplemente con el collar de castigo al cuello. Paco no dejaba de mirar a su espalda, donde se había colocado Carmen que todavía seguía pasando la mano arriba y abajo por su pene de plástico.

  • ¿Preparados? ¡YA!

Bea se colocó frente a Paco, desnuda, exhibiendo unos pechos preciosos, un abdomen plano y firme, un pubis depilado con solo un pequeño mechón con forma de rombo en la parte superior y unas piernas torneadas y elegantes. El único defecto que tenía mi exmujer había desaparecido, su mirada de ojos fríos se había convertido en una mirada febril, ardiente, cargada de promesas de sexo y placer. Hasta yo sentí ganas de lanzarme sobre ella. A Paco tampoco le fue indiferente, su pene fue levantándose en contra de su voluntad. Cerró los ojos y tragó saliva, pero solo fue un segundo, un golpe de la vara de Carol le obligó volver a abrirlos.

Bea se amasaba los pechos, no eran muy grandes, pero eran preciosos. Acariciaba suavemente las aureolas y pellizcaba los pezones, todo esto sin dejar de mirar a su víctima. Lentamente, sin brusquedades se sentó en el suelo con las piernas abiertas, doblando las rodillas para que los pies quedasen bajo su cuerpo y así poder estar lo más cerca posible de Paco sin tocarle. Solo tenía que dejarse caer hacia delante y la penetraría, esa era la idea de Bea. Había dejado de acariciarse los pechos para bajar por su abdomen, pasando suavemente por su ombligo y llegando al pubis, se acarició suavemente la parte interna de los muslos abriendo un poco más las piernas y mostrando todavía mejor sus labios vaginales. Estaban inflamados y brillantes por la excitación. Se llevó la mano derecha a la boca y se chupó sensualmente los dedos, sacando la lengua y después introduciéndolos a través de los labios. En ese momento el pene de Paco dio un respingo y una gota de líquido preseminal comenzó a extenderse por el glande. Al ver eso Bea sonrió alegre. Creo que no había visto esa sonrisa en muchos años, quizá desde antes de casarnos, cuando creo que todavía me amaba. Era una sonrisa alegre y traviesa al mismo tiempo y excesivamente seductora.

Se llevó los dedos perfectamente humedecidos hasta su sexo y, mientras con la otra mano abría sus pliegues, los fue introduciendo suavemente en su interior. No sé como se encontraba Paco en ese momento, pero mi erección era dolorosa. Bea comenzó a gemir suavemente, cerró los ojos echando la cabeza hacia atrás y moviendo suavemente su larga cabellera rubia. Aumentó el ritmo de su mano mientras la izquierda dejó de abrir los labios para pasar a frotar su clítoris. Parecía haberse olvidado de su víctima, ahora solo era para darse placer a sí misma. Después de un rato bajó el ritmo. Yo que la conocía sabía que lo hacía porque estaba a punto de llegar al orgasmo y eso sería su final. Se levantó hasta quedar de rodillas y miró a Paco mordiéndose el labio. Muy despacio comenzó a girarse hasta quedar a cuatro patas con las piernas abiertas, exhibiéndose. Apoyó la cabeza en la hierba dejando el culo en pompa metiendo una mano entre las piernas para introducir un par de dedos en su vagina y la otra mano por la espalda para acceder a su ano. Empezó a masajearse suavemente mientras gemía y suspiraba. Estaba tan excitada que la humedad se extendía por sus muslos y comenzaba a descender dejando pequeños regueros. El olor a hembra llenaba el ambiente. Me fijé en las demás mujeres, ninguna de las tres perdía detalle. Carol se frotaba una pierna contra otra intentando resistirlo. Petra directamente tenía una mano metida y se masturbaba mientras miraba a su jefa. Carmen por su parte seguía lubricando su nuevo pene y no dejaba de mirar la escena. Paco por su parte sudaba profusamente, intentaba aguantar, se había mordido el labio hasta hacerse sangre, tiritaba por la tensión que estaba sufriendo y su pene saltaba brillante y lubricado. De repente Bea lo desencadenó todo.

  • ¡Métemela! - la sangre me ardió en las venas, su voz debía ser como la de las mitológicas sirenas -. Necesito correrme, necesito sentirte dentro. Dame lo que me merezco. ¡Vamos!

Estuve a punto de ser yo el que se lanzase sobre ella, pero finalmente fue Paco. No llegó siquiera a penetrarla, se lanzó hacia delante sujeto por los tobillos y agarró a Beatriz por las caderas tirando de ella, cuando su pene se rozó contra esas maravillosas nalgas las sensaciones fueron demasiado para él. Soltó un grito ahogado y se derramó sobre el culo y la espalda de Bea. En ese mismo momento Carol y Petra se lanzaron sobre él y lo sujetaron contra el suelo mientras mi ex gateaba para salir de debajo. Carmen sonreía mientras se colocaba a la espalda de Paco. Exprimió el tubo de gel sobre el culo de su víctima y apoyó la punta del consolador en el ano y me miró esperando mi aprobación. Yo asentí y ella comenzó a empujar con la cadera. Paco chilló, intentó zafarse pero no pudo, lentamente el pene de plástico comenzó a penetrar en sus entrañas. Bea mientras tanto se puso a mi lado y comenzó a acariciarme por encima del pantalón.

  • Por favor - susurró en mi oído -. Me he calentado mucho, necesito que me folles.

No respondí, simplemente empecé a desnudarme y sus manos corrieron quitando la correa del cinturón y bajándome los pantalones. No había tiempo para preliminares, saltó colgándose de mi cuello mientras me abrazaba la cintura con las piernas. Llevé una mano a su culo para sujetarla y con la otra apuntalé mi pene en su entrada mientras ella descendía para ensartarse. Con lo excitados que estábamos no aguantamos mucho, pero estábamos tan calientes que la escena  y los gritos debían ser memorables, tanto como para conseguir que los demás se quedasen mirándonos, incluso Paco. Nos corrimos al mismo tiempo y tras un momento solté las piernas de Bea dejando que se deslizara hasta el suelo, me senté junto a ella mientras observaba a las demás. Carmen en ningún momento dejó de sodomizarle, pero Paco parecía haberse acostumbrado al dolor e incluso mostraba una poderosa erección. Carol y Petra se masturbaban mutuamente mientras no perdían detalle. Carmen en ese momento se volcó sobre la espalda de su marido.

  • ¿Te gusta como te follo, putita? - le dijo con la boca junto a su oreja - Dime que te gusta. Sé que te gusta.

Eso fue todo lo que aguantó Paco, se llevó la mano a su pene y comenzó a masturbarse furiosamente mientras su mujer le taladraba por detrás. Eyaculó sobre la hierba y se dejó caer aguantando el peso de Carmen sobre él.

Cuando me recuperé lo suficiente me levanté y ayudé a Bea a hacerlo. Carol y Petra ayudaron a Carmen y mostró orgullosa su miembro de plástico manchado de sangre y heces.

  • Amo, la próxima vez deberíamos ponerle un enema antes de que me lo folle.

  • Dentro de unos días volveremos a probar, pero cogerás algo más grande, que ese es demasiado pequeño - Paco involuntariamente se encogió, pero su expresión no era totalmente de miedo. Quizá no había sido un castigo tan duro al fin y al cabo.

CONTINUARA...