Cumpliendo mi sueño (1)

Mi posición económica me permite cumplir mi gran sueño.

Para ciertas depravaciones una crisis económica es como echar gasolina a un fuego. Cuando comencé mi proyecto puse varios anuncios en diferentes ONGs y en algún medio de comunicación. Esperaba tener una docena de contestaciones, pero conseguí más de cien. La oferta era clara: "Se precisa de familia para servicio doméstico y mantenimiento, buen sueldo y alojamiento".  Todos ellos se pasaron por el despacho que había preparado, la entrevistadora había sido bien aleccionada sobre que detalles debía buscar y descartó directamente más de la mitad. Introduje los datos de los cuarenta y ocho cuestionarios en el programa que había creado. Antes de continuar debo explicar un par de detalles, dos años antes de lo relatado había pegado el pelotazo de mi vida. Mi empresa de software había desarrollado un nuevo programa predictivo para inversiones en bolsa y los contratos habían sido multimillonarios. De ser una persona acomodada pasé a estar en la lista de los cien hombres más ricos del país. Mis primeros meses como millonario fueron una orgía de gasto, pero después comencé a aburrirme. Finalmente decidí hacer realidad mis sueños. Y comencé a diseñar un sistema, justamente igual que cuando diseñaba un programa informático. Diferentes etapas y diferentes herramientas. Haciendo algunas modificaciones en mi software predictivo dejó de ser una herramienta de inversión para ser un sistema de predicción de reacción humana. Para las modificaciones tuve que hacer varios cursos de sociología y psicología pero nunca había estado tan motivado para estudiar algo de manera que fue un placer. En ese nuevo programa introduje los datos de los cuestionarios y comencé a trabajar. Eliminé todos los que estaban por debajo del viente por ciento de éxito y pasé los datos de los restantes a varias agencias de detectives para que me consiguiesen el resto de los datos que necesitaba. Cuando terminé con todos los informes empecé a ver los resultados. Me marcó tres familias por encima del ochenta por ciento de éxito. Revisé las fotos y actué según mis preferencias.

La familia era corriente, pero no por ello dejé de excitarme. El padre era un cuarentón con una ligera calvicie y barriga prominente, la hija tenía dieciséis años y a parte de su juventud e inocencia no tenía nada excepcional, pero la madre... Según el informe tenía treinta y cinco años, iba vestida de una forma muy recatada, pero eso no evitaba que pudiese apreciarse el cuerpo que tenía. Era todo lo que yo buscaba una mujer como debían ser de forma natural, pechos generosos y  caderas anchas ciertamente le sobraban algunos kilos, pero una pequeña barriguita siempre me ha resultado más atractiva que unas costillas marcadas.

  • Buenas, soy Gonzalo, yo soy el dueño de la casa. La agencia me ha pasado muchos candidatos y tengo algo de prisa, así que espero me disculpen si voy un poco rápido. Ustedes eran...

  • Los López - contestó el padre con un poco de inseguridad en la voz.

  • ¡Ah sí! - Fingí buscar los expedientes entre una gran torre de papeles y finalmente saqué la carpeta -. Antonio López, electricista de profesión, ha trabajado recientemente en un taller de automoción y actualmente está en un curso de jardinería pagado por el ayuntamiento...

  • Sí - me interrumpió con ansiedad - la crisis...

  • No se preocupe - le tranquilicé -. Tiene un currículum muy interesante para el trabajo. Todas sus áreas de experiencia serán muy útiles. Lo que no encuentro por ningún sitio es el historial laboral de su señora...

  • Bueno... Es que ella no ha trabajado fuera desde hace muchos años. La familia...

  • ¿En nada?

  • La casa... la niña... - balbuceó ella.

  • Ya veo - comenté sacudiendo ligeramente la cabeza dejando traslucir una expresión de desilusión. Revisé los documentos unos segundos más -. Bueno, creo que podemos darle una oportunidad... Bien, les voy a informar sobre las condiciones específicas del contrato. Voy a encerrarme a desarrollar un nuevo software y quiero hacerlo en el más absoluto aislamiento y secreto. Para ello he comprado una propiedad y me voy a recluir en ella, necesitaré un servicio y no quiero alguien en quien no pueda confiar. Por eso he pedido tantos exámenes y evaluaciones. La duración inicial del contrato será de un año, después si ambas partes están de acuerdo podría renovarse de forma anual hasta que termine mi trabajo. La casa está en una pequeña isla del caribe, la familia que sea elegida vivirá en la vivienda del servicio algo apartada de la general. Las labores de mantenimiento, que, si son elegidos ustedes, le correspondería a usted señor López, serían   cuidar del jardín que rodea la vivienda y mantener intacto el cercado que lo rodea, también sería la puesta a punto de la embarcación con la que contactamos con la isla principal y el servicio técnico de los generadores. Tal y como le he dicho ha ganado usted muchos puntos por su experiencia laboral. Como supongo que su hija querrá continuar con los estudios tendrá pagada una beca completa en uno de los institutos privados más exclusivos del mundo. El único problema es que tendrá que ser usted el que use el barco para llevarla hasta la isla principal que es donde se encuentra el instituto. La educación del centro es excelente, los mejores profesores que el dinero puede comprar, sus compañeros de clase son hijos de muchas de las personas más influyentes del planeta. También tendrá acceso a todos los servicios de la casa principal cuando quiera. Tengo piscina, gimnasio completo, sauna, sala de proyecciones... Bien por último queda usted, señora López, si resultan elegidos usted se encargará del servicio de la casa, lavandería, cocina, limpieza. No soy muy caprichoso a la hora de comer pero de vez en cuando me gusta darme un gusto y le pediré algún plato en especial.

Durante un segundo posé mi mirada sobre la mujer, miraba al suelo y asentía en silencio. El programa no se había equivocado en eso, estaba completamente sometida a su marido. Cogí una tarjeta y escribí una cifra sobre la parte blanca. Tendiéndosela al cabeza de familia.

  • Esto sería el sueldo que recibirían al finalizar el año de contrato. Hay una cláusula que estipula que si ustedes deciden cancelar el contrato antes de la finalización tendrán un recorte del cincuenta por ciento. No quiero elegir a una familia que me deje colgado a mitad del año. Espero que lo entiendan. Si se quedan hasta la finalización de mi trabajo recibirán una paga adicional.

  • Las condiciones son muy buenas, estamos deseando empezar – por supuesto el marido ni se dignó a mirar a su esposa a la hora de aceptar.

  • Bueno, todo esto es si finalmente son elegidos. Creo que ahora mismo están ustedes entre las diez mejores familias, quedan los exámenes de aptitud y las entrevistas personales con cada uno de ustedes. Tendrán un cuestionario independiente para cada miembro de la familia con diferentes preguntas. Mecánica y electricidad para usted y cocina y servicio de mesa para la señora.

Después del monólogo me levanté y ellos hicieron lo mismo, tendí la mano y me la estrechó, no me gustó el apretón que me dio, una ligera duda y después aplicó una fuerza excesiva. No había problemas, porque yo llevaba desde el principio de mi plan entrenando en el gimnasio y sin duda podría ponerle de rodillas apretando pero hice todo lo contrario.

  • ¡Uauh! Un buen apretón señor López. ¡Me gusta! Espero poder decirle que han sido elegidos, creo que nos llevaríamos bien. Y siempre conviene tener un hombre fuerte cerca – comenté con una sonrisa.

  • Eso espero yo también.

  • En un par de días mi secretaria les dará cita para el examen específico. De todas formas, lo consigan o no, se lo diré en persona.

Cuando salieron del despacho seguí ojeando los papeles. Estaba decidido sería mía. Hice una llamada a un amigo y me aseguré de que al día siguiente el juez se presentase en su casa con la orden de desahucio. Quería que estuviesen desesperados cuando viniesen a la última prueba.

Dos días después comenzaron. Observé en mi ordenador las imágenes de la sala donde estaban los López. Habían entrado a la sala de examen con evidente nerviosismo, el examen que le hicieron al marido fue sencillo, tenía experiencia de sobra para hacerlo perfectamente. Por otro lado el examen para su mujer fue bastante más complicado. Fue una prueba práctica de cocina, con los platos más exóticos y complicados que se le pudieron ocurrir al experto de cocina que estaba llevando el examen. Tenía que hacer una cena de cinco platos en dos horas bajo la atenta mirada del cheff. Fue un desastre cuando hacía algo mal recibía una reprimenda y el nerviosismo iba haciendo mella en ella. Después de dos horas de estrés continuo se derrumbó y comenzó a sollozar. Eso hizo que el pobre hombre se saliera del guion y la consolase y se apiadase de ella ayudándole a terminar algunos de los platos. Cuando se reunió con la familia estaba como un flan y cuando su marido le preguntó por el resultado del examen ella contestó con un escueto “Bien” pero estremeciéndose al mismo tiempo.

Ahí estaba mi entrada, eso era lo que yo estaba esperando. Avisé a mi secretaria y condujo al marido hasta mi despacho. Me levanté a recibirle con una sonrisa en los labios.

  • Bienvenido Paco, ¿puedo llamarle Paco?

  • Por supuesto señor Gonzalo.

Me gustó que mantuviese la distancia con el “señor”.

  • Su examen ha sido ejemplar todavía estoy pendiente de que el examinador me traiga el de su esposa pero si ha salido la mitad de bien que el suyo no habrá ningún problema. Es extraño, ya me tenía que haber llegado – comenté como para mi mismo -. Bueno le quería enseñar una presentación de la casa donde espero que vengan a vivir.

En una pantalla de plasma de grandes dimensiones reproduje una presentación con imágenes y videos de mi “casa”. La isla tenía unos tres kilómetros de ancho y ocho de largo, la casa estaba cerca de una ensenada natural que la protegía de la mayor parte de los elementos que en esa zona solían ser bastante terribles. Eran unos ochocientos metros construidos, con dos plantas visibles y un sótano del cual no se comentaba nada en el video, a medio kilómetro se levantaba la casa del servicio, un chalet de tres dormitorios que haría las delicias de cualquier familia de clase media. Los jardines rodeaban las dos casas hasta un perímetro exterior de alambrada, el resto de la isla era salvaje, no había fauna peligrosa, pero tampoco me gustaba que los animales anduviesen paseando por mi jardín. El embarcadero estaba situado en la ensenada, con un almacén con dique seco para sacar la embarcación del agua cuando se acercaba una tormenta. El suministro eléctrico era mixto, generadores eólicos y fotovoltaicos y un generador de diesel que podía mantener iluminadas las instalaciones durante un par de semanas.

La presentación hizo que el pobre Paco casi babease. Salió de mi despacho flotando y vendiendo la piel del oso. Y así se lo hizo ver a su familia. Me fijé que, aunque la hija compartía la alegría, su mujer procuraba sonreír pero esa expresión no llegaban a sus ojos que parecían profundamente preocupados.

Era el momento de jugársela. Era el todo por el todo. Si la cosa iba mal seguramente me costaría una buena indemnización o al menos una bronca pero lo peor era que habría comprobado que el programa no era eficaz. Me daba un ochenta y tres por ciento de éxito de la operación. Si acertaba en esto podría pasar a las siguientes fases del plan.

Hice pasar a la mujer.

  • Creo recordar que su nombre era Carmen ¿Verdad?

  • S… Si – contestó sin mucha inseguridad.

-¿Está segura? No la veo muy convencida de ello.

  • Si, mi nombre es Carmen.

  • Bueno Carmen, tengo un problema grave. Su marido ha conseguido bordar el examen, ha conseguido la mejor nota de todos los aspirantes. Me he emocionado tanto que le he enseñado hasta la presentación de la casa. Todo porque había pensado que un examen como ese podía compensar con creces cualquier resultado mediocre que tuviese usted. Pero…

En el plasma aparecieron las imágenes de los platos que había hecho con el cocinero.

  • Esto es… es… ¡UNA MIERDA! – con el grito Carmen dio un respingo y se encogió.

  • No he visto a nadie hacer semejante chapuza. Al final han tenido que ayudarla a completar los platos porque no podía. Su marido carga con la parte más difícil y usted lo fastidia de esta manera. Ahora no se como decirle a Paco que están ustedes fuera. De hecho he decidido que se lo diga usted. Usted a fallado así que va a tener que salir y decirle que olviden las ilusiones y que vuelvan a su vida normal.

  • Pero… pero… - las lágrimas ya brotaban de sus ojos -. Por favor… por favor…

No era capaz de formar una frase, noté como su respiración se aceleraba y como empezaba a temblar.

  • No hay peros que valgan, no hay favores que hacer. Usted tenía una simple prueba de cocina y no ha podido terminarla sin ayuda. Quizá debería decirle al chico que le ha ayudado que se venga en su lugar con Paco y su hija mientras usted se queda en su casa esperando.

  • No… por favor.

  • No le va a servir de nada llorar. El trabajo a desarrollar es muy sencillo y no lo puede desempeñar de manera que no hay más que hablar.

  • ¡Por favor!¡Haré lo que sea! Tomaré clases, me aplicaré. Deme una oportunidad.

  • ¿Por qué? ¿Por qué tengo que darle una oportunidad? Su familia no se merecía lo que usted les ha hecho. ¿Y yo tengo que solucionarlo?

Me estaba pasando, pero la había llevado a un estado tal de nervios que ya no razonaba estaba a punto de llegar a la histeria. Sin duda el informe del psicólogo era cierto, tenía muy baja la autoestima y seguramente su marido la había maltratado en alguna ocasión.

Cuando rompió a llorar dejé que cayese de rodillas y se desmoronase. Primera fase completada.

  • Levántese – le dije tendiéndole la mano y con un tono de voz mucho mas sosegado.

Ella lentamente me agarró la mano y se puso en pie. La conduje a uno de los sillones y me senté a su lado.

  • No se como solucionar esto. Si hay alguna solución se me escapa..

  • Por favor. Aprenderé a cocinar. Puedo hacerlo. Dígame lo que quiera y yo lo haré.

Después de fingir durante diez segundo que estaba pensando en algo puse una cara de preocupación y le dije.

  • No es posible, hay una solución, pero usted es una mujer casada…

  • ¿Qué? – estaba confundida-. ¿Cual es esa solución?

  • Ya le digo que no es posible… Hay un puesto más en la casa, pero es delicado…

  • ¿Qué puesto?

  • Una vez a la semana… No. No puede ser.

  • ¡Dígamelo! ¡Por favor!

Seguí dudando. Y finalmente.

  • Mire, soy un hombre y tengo mis necesidades. Una vez a la semana una… profesional vendrá a la casa a… a darme un masaje y… relajarme. Voy a pasar mucho tiempo solo y…

Ella se había quedado callada. Yo fingí estar cohibido por hablar de esos temas y esperé a que mordiese el anzuelo.

  • Una… profesional…

  • Si, por eso le digo que no es posible, usted es una mujer casada… Si tuviese más tiempo podría dejar que tomase clases de cocina y arreglar algo para dentro de unos meses, pero no me es posible. Así que siento que tenga que comunicarle a su marido algo tan desagradable.

  • ¿Y si tomo las clases de cocina mientras trabajamos para usted? Puedo aprender…

  • No es posible, ya le digo que quiero una familia completa, si después pasase algo no me gustaría tener que hablar con su marido para enviarla de vuelta a casa y contratar una persona de última hora.

  • Pero…

  • No insista, la única opción no es válida, jamás le pediría a una mujer casada…

  • Lo haré.

En sus ojos vi la decisión. Le había costado pero al final había elegido una opción.

  • No lo hará. No puede.

  • Lo haré, pero será solo hasta que esté satisfecho de mi trabajo.

  • Sería todas las semanas, no puede ser…

  • Si acepta a mi familia para el trabajo yo haré… ese trabajo hasta que pueda hacer bien el mio.

Yo no estaba tan seguro, me parecía que había aceptado demasiado rápido. No podía ser tan fácil. Aunque el programa hubiese dicho que aceptaría.

  • Después se echará atrás…

  • No lo haré – contestó ella tercamente-.

  • Al final se arrepentirá y tendré problemas con su marido.

  • No se enterará de nada.

  • Eso es lo de menos, usted es una mujer casada, no puede…

  • Si puedo – me interrumpió.

Durante unos segundos la miré a los ojos, ella me mantuvo la mirada. Lentamente bajé la mirada a sus tetas y finalmente a sus piernas. Lentamente extendí la mano y la apoyé en su muslo, sobre la falda.

  • Vamos a comprobarlo, quítate la chaqueta.

Ella tardó un momento en obedecer, pero finalmente se despojó de la chaqueta. Me acerqué a ella mientras cambiaba mi mano de posición y la colocaba entre sus rodillas, acariciando la parte interior de la pierna. Su respiración sufrió un sobresalto. Con mi mano izquierda le acaricié el cuello y lentamente atraje su cabeza para besarla en los labios. Sin prisa, solo rozando, sin avasallarla. Tenía que evitar que se asustase. Me deslicé besando su cuello, mi mano comenzó a subir por su muslo levantando la falda. Ella comenzó a reaccionar, me abrazó acariciando mi espalda soltando un ligero suspiro. Cuando llegué a su braguita se sobresaltó y cerró las piernas atrapando mi mano. Me separé un segundo de ella sin sacar mi mano, mirándole a los ojos.

  • Estás segura de esto. Todavía puedes irte, aquí no ha pasado nada.

  • Tengo que hacerlo. No puedo salir ahí fuera y defraudar a mi familia.

Volvió a abrir las piernas lentamente y pude acariciar sus braguitas notando unos labios abultados y calientes.

  • Quítate la blusa, déjame verte – le susurré al oído.

Ella con mucho cuidado comenzó a desabrocharse los botones mientras mi mano seguía acariciándola. Cuando se quitó el  casto sujetador color carne pude apreciar un par de pechos que podrían levantarle el ánimo hasta a un muerto. Estaban ligeramente caídos por la edad pero todavía se conservaban apetecibles llevé mis labios a ellos y comencé a jugar con ellos. Sus pezones estaban tan duros que se podrían haber usado para tallar diamantes. Con la punta de la lengua los humedecí y los acaricié, después usé mis labios y finalmente los enfrié ligeramente con un pequeño soplido. Funcionaba, se estaba excitando, notaba como su humedad aumentaba. Me incliné sobre ella obligándola a recostarse en el sofá por fin pude levantar su falda y meter la mano por dentro de la braguita. Pasé mi dedo por encima y rápidamente se mojó y me centré en acariciar su clítoris que respondió a mis caricias inflamándose. Durante unos minutos seguí excitándola y llevándola hacia el orgasmo, pero finalmente, antes de que pudiese terminar reduje el ritmo y me retiré.

  • No tenemos tiempo. Tienes que demostrarme que puedes hacerlo, Chúpamela y haz que me corra. Si lo haces aceptaré que cubras los dos puestos hasta que termines el curso de cocina.

Dudaba, una cosa es dejarse tocar y otra muy distinta era realizar una felación. Finalmente se bajó del sofá y se arrodilló entre mis piernas. Me desabrochó el pantalón y bajó la cremallera, cuando tiró del elástico del bóxer mi pene saltó apuntando al cielo. Comenzó a acariciarme, subiendo y bajando una mano por el tronco y sobando los testículos con la otra.

  • Con la boca – susurré después de unos segundos de placer.

Acercó su cara y comenzó a darme besos en el glande, sacando su lengua acariciando la punta. Yo sentía que me iba a estallar, estaba tan dura que podría abrir nueces con ella. El morbo de la situación, el saber que había sido yo el que la había llevado a ello era insoportable. Finalmente comenzó a metérsela en la boca cortándome la respiración. Comenzó a chupar, a subir y bajar con sus labios mientras, dentro de su boca, su lengua seguía acariciando mi glande. No duré mucho y cuando notó que me tensaba para correrme se la sacó la boca y comenzó a masturbarme frenéticamente. Casi toda la eyaculación quedó contenida en sus manos, pero un chorro escapó de su control y fue a parar a su pelo. Le indiqué la puerta del aseo privado de mi despacho y fue rápidamente a lavarse. Cuando volvió trajo una toalla ligeramente húmeda y me limpió a conciencia. Me abroché el pantalón y recompuse mi ropa mientras ella hacía lo mismo. La miré. El semen seguía en su pelo, no lo había visto. Lo cogí con mis dedos y se lo limpié con cariño, después llevé los dedos  a sus labios.

  • Chupa.

No tuve que repetirlo, abrió su boca y chupó mis dedos dejándolos limpios. Le di un beso asombrándole a ella que no me preocupase el sabor de mi propio semen.

  • Puedes salir y decirle a tu marido que has aprobado y que tenéis el trabajo, si os viene bien mañana mismo podemos coger el avión.

Ella sonrió, esta vez la sonrisa si iluminó su cara. Estaba tan contenta que esta vez fue ella la que me abrazó y me dio un beso en los labios.

Cuando salió vi la imagen en mi monitor. Se abrazaban y besaban saltaban de alegría. Incluso se les saltaban las lágrimas. Cambié la imagen y reproduje la grabación de mi despacho de unos minutos antes. Vi como me la chupaba, como se esmeraba por conseguir lo que yo le había pedido. Mi sueño estaba empezando a cumplirse.

CONTINUARÁ…