Cumpliendo fantasías

El movimiento de su mano en su pene se aceleró y me dispuse a recibir su semen en pleno rostro...

Cumpliendo fantasías

“el movimiento de su mano en su pene se aceleró y me dispuse a recibir su semen en pleno rostro...”

-Mira, son cosas que mi Esposa nunca me ha permitido hacerle y francamente jamás me dejará hacerlas, por eso quiero ver si hay la posibilidad de que tú me cumplas esa fantasía-

Tenía varios dias de haber comenzado una amistad con otro de los cientos de lectores de mis relatos que han tenido el interés de conocerme personalmente. Hasta el momento todo había estado bien entre nosotros y por eso él ya se sentía en esa libertad de expresarme sus fantasías sexuales.

No voy a negar que todo lo que me había platicado hasta ese momento, me había provocado el deseo de satisfacerlo, así que sin dudarlo le dije cuándo podía verlo y en qué lugar.

Acordamos vernos cerca del lugar en el que trabajo. Vendría en auto y nos enfilariamos hacia cualquier lugar que nos pareciera seguro y solitario.

El día acordado no tuvimos mucho problema en encontrar el lugar adecuado y nos dispusimos a satisfacernos mutuamente.

Ya me encontraba en el asiento trasero de su auto, así que me dispuse a despojarme de toda mi ropa. Debajo del pantalón llevaba la ropa que me había solicitado: Liguero, tanga de hilo y medias, todo en color negro. Completé mi arreglo poniéndome una minifalda tipo colegiala color beige y una blusa blanca ajustada. Decidimos que no llevaría ni peluca ni senos postizos ni sosten y que tampoco me maquillaría para que todo fuera más rapido. Lo único que hice fue pintar mis labios con un color rojo encendido.

Cuando estuve lista hice espacio en el asiento y él se pasó hacía atrás quedando junto a mí. Su respiración se agitó, sus ojos brillaban y se deleitaban mirando mi figura. No tardo mucho en posar sus manos sobre mis muslos los cuales acarició decenas de veces. Jugaba a querer levantar la falda de manera completa pero se detenía y posaba sus dedos en los broches del liguero. Yo no podía disimular mi erección y gemía cada vez que sentía su mano cerca de mi entrepierna.

Dejo de acariciarme y se acomodó de manera que ahora eran sus labios los que recorrían mis piernas. Sus manos levantaron la minifalda y fueron a posarse en la piel desnuda de mis nalgas. Pusé una mano en mi pene y lo acaricié suavemente, mi tanga estaba mojada y embarré uno de mis dedos con mis propios jugos. Acto seguido lo embarré en mis labios invitándolo a que me viera hacerlo.

Se incorporó y se acomodó en el asiento de manera que su pene resaltaba debajo del pantalón. Lo ayudé a desabrocharlo y cuando terminé le dí la espalda subiendo las rodillas al asiento empinándome lo más que pude. No tarde en sentir sus manos recorriendo mis nalgas de arriba abajo, luego fue su rostro el que hizo el mismo recorrido. Yo estaba entregada disfrutando sus caricias cuando repentinamente sentí que se detenía en mi entrepierna, me sobresalté pero no me moví. Estaba expectante sin adivinar qué era lo que se proponía.

Su siguiente movimiento me hizo gemir placenteramente: retiró sus rostro y puso una de sus manos enmedio de mis nalgas y con uno de sus dedos comenzó a acariciar mi pene erecto pasando también por los testículos. Inclinó su rostro y entonces fue su boca y su lengua las que continuaron la caricia haciendo el mismo recorrido, jamás me habían hecho algo así y me dispuse a disfrutarlo.

Llegué a imaginar que él trataría de retirar la tanga para realizarme el sexo oral, algo que la verdad jamás me habían realizado, sin embargo recordé que dentro de todas las fantasías que me había contado no mencionó jamás hacerme el sexo oral.

Su caricia había provocado en mí una erección más fuerte que la habitual. Turnaba labios y lengua con los dedos de su mano. Llegó incluso a recorrer el hilo de la tanga con su lengua deteniéndo su trayecto en donde se ubica mi ano. Pasados varios minutos me invitó a incorporarme, sentí mi entrepierna totalmente humedecida.

Permaneció sentado en el asiento, me acomodó de rodillas sobre el eje del auto frente a él y enmedio de sus piernas, su pene quedaba cerca de mi rostro, por un momento pensé que me pediría que le hiciera el sexo oral pero no fue así. En su lugar él comenzó a masturbarse freneticamente, con voz balbuceante me pidió que me acercara ya que su deseo era disparar todo su semen en mi rostro. No me opuse a satisfacerlo ya que igual deseaba tener esa experiencia.

Con una de mis manos detuve su movimiento y sin que él lo esperara acerqué mis labios a la bolsa de sus testículos los cuales besé infinidad de veces. Su pene recibió las caricias de mi lengua en todo el tronco y en la punta del mismo. Tal acción no llegó a finalizar en sexo oral.

Me retiré y deje que continuara masturbándose. El movimiento de su mano en su pene se aceleró y me dispuse a recibir su semen en pleno rostro. No paso mucho tiempo y los primeros chorros de semen llegaron a mis ojos los cuales cerré instintivamente, otro chorro quedó entre mi nariz y parte de los labios, abrí la boca y saqué mi lengua esperando que otra descarga llegara ésta. Así ocurrió, pero como él no dejaba de descargar decidí ayudarlo metiendo el pene en mi boca para succionarlo y extraer hasta la última gota. No me detuve hasta que su pene quedó completamente limpio y sin rastros de semen.

“Dejó de castigarme y me pidió que me incorporara. Me empiné sobre el asiento delante de él y yo misma levante mi falda para dejar mis nalgas descubiertas. El desabrochó su pantalón y sacó su pene para masturbarse. Seguía hablando vulgaridades y me amenazaba con bañar todo mi culo con sus mocos ...”

-¿De verdad esa es tu fantasía?-Pregunté con algo de sorpresa.

-¡Sí, esa y masturbarme hasta venirme sobre tus nalgas y espalda!-Respondió con vehemencia.

-De acuerdo, ahorita que me la estás contando siento mi tanga humeda con solo imaginarlo.-

Era dia sabado y cuando sali de la oficina este nuevo lector de mis relatos ya me esperaba en el lugar acordado. Sin más preámbulos subí en su auto y nos enfilamos al lugar en el que ya había tenido mis anteriores encuentros.

Esta vez el liguero, la tanga y las medias eran de color blanco, la minifalda de mezclilla azul y otra blusa ajustada blanca. Para que fuera más real su fantasía el sí me pidió que llevara senos, sostén y peluca. Nuevamente solo pinté mis labios de color rosa.

Mientras me arreglaba el no paraba de hablarme vulgarmente, al hacerlo también acariciaba su pene sobre el pantalón.

Cuando me vio lista inmediatamente se pasó atrás conmigo y se acomodo enmedio del asiento afirmando bien sus piernas sobre el piso. Me tomó de la mano y dándo un jalón me acomodo sobre sus piernas. Posó una mano en mi espalda y acarició circularmente hasta la parte superior de mis nalgas, luego fueron sus dedos los que repitieron el trayecto. Su otra mano se posó en mi cadera y su antebrazo descansó sobre mis nalgas. Una y cien veces me repitió que por ser una niña mala me daría mi merecido. Sus palabras y la manera en que las decia aunado a sus caricias hicieron que mi erección fuera lastimosa por la tanga tan ajustada que llevaba.

Con mi vientre sobre sus piernas, me levantó la falda, mis nalgas quedaron completamente descubiertas, siguió hablándome vulgarmente y acarició con fuerza una de ellas, la pellizco, la estrujó y enseguida soltó un golpe con la palma de la mano abierta. El golpe repentino me hizo gemir dulcemente. Supo que me gustaba lo que hacía y después de otro golpe vinieron muchos más. El disfrutaba el castigo que me estaba dándo, su otro brazo me tenía aprisionada sobre la espalda para que no me moviera.

Después de muchos azotes se decidió a meter los dedos de una mano entre mis nalgas y sacó el hilo de la tanga, con la otra mano acarició mi pene erecto y los testículos mientras tiraba del hilo. Mis gemidos salían sin control, en verdad estaba disfrutando ese castigo. La erección era aún más lastimosa.

Ya no hubo más. Dejó de castigarme y me pidió que me incorporara. Me empiné sobre el asiento delante de él y yo misma levante mi falda para dejar mis nalgas descubiertas. El desabrochó su pantalón y sacó su pene para masturbarse. Seguía hablando vulgaridades y me amenazaba con bañar todo mi culo con sus mocos.

De vez en vez acercaba su pene a mis nalgas y lo restregaba enmedio de ellas, también golpeaba sobre las nalgas. Yo estaba a la espera de su venida la cual deseaba que fuera abundante. Siempre había recibido semen pero dentro de mi, jamás sobre mis nalgas, asi que la experiencia se antojaba exquisita.

Comenzó a maldecir mientras movia la mano frenéticamente en su pene. Su otra mano aferró mi cadera, y entonces comencé a sentir como su semen espeso y caliente caía sobre mis nalgas, estaba segura que parte de mi falda igual sería alcanzada por la descarga, quería voltear para mirar la escena pero la posición en la que estaba me lo impedía. El no dejaba de gemir con fuerza, soltando los últimos restos de semen.

¿Cuál es tu fantasía? Cuéntamela, tal vez pueda cumplirtela...Búscame en romancext@hotmail.com