Cumpliendo con mi deber

Me avisan que en casa de mi vecina había entrado un violador, mi deber era intervenir

Eran las seis de la tarde, saqué le vista del ordenador, estaba un poco cansada después de cuatro horas revisando diferentes páginas. Como presentación, diré que me llamo Yolanda, mido casi 1,80 de altura, físicamente bien formada, parte por lo que había puesto yo y lo demás por el ejercicio al que estaba obligada por ser inspectora de la división científica de la guardia civil.

Ojos y cabello negro, me daban una apariencia de seriedad que a veces mi carácter desmentía.

Por culpa, o gracias a la epidemia, había pasado a trabajar desde mi departamento, tratando de descubrir estafas, delitos de pederastas, cuentos del tío o delitos financieros por la red.

Estaba por servirme un té cuando escucho que llaman a mi puerta, tenía que ser alguien del edificio, una vecina seguramente. Abro y me encuentro con la vecina del piso, Clotilde

Ella es una mujer jubilada con la única ocupación de enterarse de todo lo que pasa en el edificio, si algo no sabe ella, no pasó. Apenas abrí me empujó para adentro toda nerviosa.

  • Yoli, no sabes lo que pasa, dios mío, pobre Liliana

  • Cálmate mujer ¿qué pasa con Liliana que te pusiste así?

  • Mira, yo sentí el ascensor y de casualidad se me dio por mirar por la mirilla, y no te lo vas a creer, la veo Liliana con una amiga y un hombre con una pistola obligándolas a meterse en el departamento, ellas estaban llorando.

  • Clotilde, dime si es cierto, mira que esto es serio, si es así se trata de un violador o un ladrón.

  • Te lo juro, llevaba una pistola y hasta le pegó con ella a Lili por que tardaba en abrir la puerta.

Lo primero fue denunciar el caso con mi móvil. No iba a esperar que llegaran, tomé la pistola y con una lámina fina de acero si no estaba cerrado con llave podría abrir la puerta. Fui pasando la lámina, no quería hacer ruido, me los imaginaba en la habitación, abrí y no me había equivocado.

Solo se escuchaban unos lamentos, la puerta de la habitación estaba entreabierta. Con el móvil pude filmar la escena. El tipo ese sobre la amiga de Liliana mientras tenía la pistola en la cabeza de esta. Las había obligado a desnudarse de la parte de abajo y se estaba follando a la pobre chica

Tenía que entrar con cuidado no sea que termine pagándola alguna de las chicas.

Algo hice mal porque el tipo se dio vuelta con rapidez y me disparó dándome en un costado. El también algo hizo mal porque mi disparo le destrozó el hombro haciendo que soltara la pistola.

Quedó el sentado en el piso agarrándose el hombro y yo apoyada en la pared tapándome el costado.

La pistola de él no había caído tan lejos, me daba cuenta que la estaba mirando calculando si podría agarrarla con la otra mano antes que yo lo parara. Empecé a entrecerrar los ojos como si me estuviera desmayando, vi cómo iba aproximando la mano, tenía tantas ganas de terminar con esa basura, que rogaba que me diera la oportunidad. Cuando ya casi estaba por agarrarla, Liliana gritó.

  • Yoli, quiere agarrar la pistola – casi se tiraba a agarrarla, pero cuando me miró se dio cuenta que estaba esperando eso

  • ¡No! Yo no quiero la pistola, no me mates, ellas me invitaron – lo miré con odio

  • Sabes una cosa, me diste en este costado y siento que me voy a desmayar, pero antes te mato – las chicas se estaban vistiendo, Lili fue a patear la pistola hacia mi lado – no, déjala, a lo mejor quiere elegir eso – se tiró para el otro lado a los gritos

  • ¡No! Me quiere asesinar ustedes van a ser cómplices, no dejen que me mate. – en ese momento llegó la policía. A pesar de no pertenecer al mismo cuerpo respetábamos los grados. Fueron eficientes, en una ambulancia al delincuente con vigilancia y a nosotras en otra. La única herida era yo, pero no las envidiaba, a mí quizá en un mes se me curaba, a ellas vaya a saber cuándo.

En el hospital, yo pasé derecho a la guardia, la bala me había impactado en las costillas de refilón quebrándome dos. Era doloroso y tenía que rogar no me diera tos. Me iban a tener esa noche para controlarme, y si no me surgía algún problema al otro día me mandaban a casa, qué con el covid, iba a estar más segura que en el hospital.

Me dieron unos calmantes y esa noche dormí como una bendita. A la mañana me desperté dolorida, una enfermera me revisó el suero

  • ¿Cómo te sientes, quieres desayunar? Tu amiga está esperando que te despiertes – en eso entra Liliana toda desaliñada

  • Hola, ¿cómo estás? Me dijeron que te daban el alta y pensaba irme contigo.

  • ¿Y a ustedes cómo les fue?

  • Y nos revisó el forense y corroboraron que fuimos forzadas, y bueno a Lorena la vinieron a buscar los padres, no quisieron hacer la denuncia, yo sí la quiero hacer, pero quería esperar a ver que me aconsejas, ahora me quería ir a cambiar, me siento fatal.

  • Bueno, a ver qué me dicen, la verdad que si nos pudiéramos ir juntas sería mejor – en eso entró un médico del hospital con Ernesto, el médico forense de la policía que era conocido mío. Era el que había revisado a las chicas y al enterarse de mi estado vino a visitarme.

  • Yolanda, de esta te salvaste, el proyectil te dio muy de costado, pero las costillas van a tardar en soldarse, tendrías que venir a curarte a lo primero cada dos días, después una vez por semana, el problema que con esta peste corres más peligro aquí que en tu casa, si alguien te pudiera curar.

  • Yo puedo – dijo Liliana – algo me sé y conque me expliquen un poco la voy a curar bien y vivimos en el mismo piso.

  • Bueno, realmente hacer estas curas no es una ciencia y si te la ves fea, algún día me llamas a mi

  • Si arreglaron todo entre ustedes poco tengo que decir. – me hicieron la cura de la mañana, me fajaron bien apretada y después de hacernos un hisopado nos llevaron a casa a empezar otra historia.

Fue Ernesto el que nos trajo hasta casa. Ninguna de las dos necesitábamos ambulancia.

Con Liliana éramos compañeras de piso, pero realmente nos habíamos tratado poco.

A veces la encontraba en el ascensor nos saludábamos, pero de ahí no pasaba. Ahora por estas circunstancias quedó para curarme. A la salida del ascensor me quiso acompañar hasta dentro de mi departamento para asegurarse que estaba bien. Estaba un poco dolorida, pero moviéndome con cuidado no era algo que no pudiera aguantar.

  • Lili, gracias por esperarme, vete tranquila que ya me arreglo.

  • Gracias a ti que nos salvaste la vida. Acuéstate tranquila que después vengo y te hago la comida y lo que necesites.

  • Pero no te preocupes que como cualquier tontería.

  • Así. Cualquier tontería que te puede hacer mal. Mira voy me baño y vengo a ayudarte.

Estaba tan ansiosa que no tuve corazón para negarme. Mi departamento es un calco del de ella. Una sala a la entrada dónde tengo un sofá que hace de sillón, una mesita que hace de mesita, un mueble al costado de la puerta dónde guardo un montón de cosas para uso diario, otro más bajo que es donde está un centro musical.

Tengo dos dormitorios, pero uno lo uso como estudio. Ahí está el ordenador con el que trabajo, y la biblioteca con todos mis libros de derecho e informática.

El otro es el que uso, bastante amplio y un baño interno. Un televisor sobre una cómoda y un armario bastante espacioso. La cocina y un comedor que se acoplaba con la sala. Y un baño común.

Estaba cansada, seguramente los calmantes tendrían algo que ver. Me senté en la sala, iba a prepararme un bocadillo. A pesar que no tenía hambre sentía una languidez que quizá se me pasara metiendo algo en el estómago. Iba a buscar algo en la nevera cuando llamaron a la puerta, era Lili

  • Yoli, no me podrías dejar bañar en tu casa, que mi caldera está apagada y no consigo prenderla

  • Si mujer pasa, báñate en el de mi habitación así te viste con tranquilidad, yo mientras preparo algo para comer, que tú desde ayer tampoco comiste nada.

  • No, espera que después lo preparo yo, tu descansa. Mira no te lo preparo ahora porque me siento tan sucia que es cómo si todavía me estuviera tocando ese hijo de puta.

  • Anda, báñate tranquila y sácate esa sensación que te espero – se metió a bañarse y me quedé pensando si lo que había pasado le dejaría secuelas. Salió con un vestidito muy mono, le quedaba muy bien, en una bolsa traía la ropa que se había sacado, le pregunté

  • ¿Quieres lavarla aquí?

  • No, esta la tiro, no podría aguantarla sin pensar en lo que pasó. – unas lágrimas se le escaparon

  • Bueno te comprendo, pero piensa que pudo ser peor. Estás viva y tienes todo el futuro por delante, esto se te va a pasar, ¡fuerza bonita! – la quise cobijar contra mi pecho, pero no estaba para eso, el dolor me hizo soltar un gemido involuntario, se dio cuenta y se separó

  • Yoli perdóname, yo quejándome cómo una tonta y tú lastimada aguantándome, ven siéntate y descansa que te preparo algo de comer. Ves, yo quejándome de mis penas y a ti casi se te va la vida.

  • Tampoco es tanto que para eso estamos, y no te preocupes que esto son unas semanas y se cura.

Estaba acelerada. Quería hacer las cosas rápido y bien. Me preguntaba de mi trabajo en la policía, pero me daba cuenta que lo que estaba haciendo era  tratar de no pensar

  • Mira, trae la comida a la sala y agarra una botella de vino que nos va a entonar – nos sentamos en el sofá, serví las copas de vino y para tratar de sacarle esa angustia, la invité a un brindis.

  • ¿Y por qué vale la pena bridar? – preguntó

  • Pues en nuestro caso, por el título de una película “Amanece que no es poco” ¿qué te parece?

  • Tienes razón y amanece gracias a ti, que si no hubieses aparecido a lo mejor no tendría tiempo para lamentarme. Brindemos, por ti, por mí, y por todos los que estamos vivos para quejarnos. – ese no fue el único brindis, pero los demás fueron sin prologo y hasta que duró la botella.

Terminamos de comer esa especie de tentempié y ya no valía la pena hacer el almuerzo. El dolor no era tan fuerte, pero era constante

  • Liliana, si quieres irte por mí no te preocupes, mira que me apaño bien, me voy a acostar un rato que quizá me alivia.

  • Espera que te ayudo a ir a la cama, acuéstate y cualquier cosa me llamas.

  • Pero no, si me arreglo sola, vete a descansar que tampoco no debes haber dormido nada.

  • Mira, un poco de sueño tengo, pero si no te molesta me quedo en el sofá y estoy más tranquila por si necesitas algo – bueno, si se quedaba más tranquila, a mí no me molestaba. Me acosté y a pesar del dolor me quedé dormida. Me desperté cuando la tarde se apagaba, no se escuchaba ningún ruido. Quizá se había ido, me levanté y salí a la sala. En el sillón se estaba moviendo inquieta, pero dormida

  • Lili, despierta ¿tienes una pesadilla? – se despertó asustada, se le estaban escapando las lágrimas – vamos despierta que no pasa nada, ya pasó, solamente fue un mal sueño – me miró para decirme

  • Gracias, hasta de los sueños me tienes que salvar tú – le quise sacar importancia

  • Esto te pasa por dormir incomoda en el sofá, si hubieses dormido en tu cama no te hubiera pasado

  • De lo que estaba soñando el sofá no tiene culpa

  • Bueno, pero ahora ya está, ya pasó, ¿qué quieres hacer?

  • Y a esta hora, casi que me podía poner a hacer la cena, no te parece.

  • Me parece que en lo único que pensamos es en comer, pero bueno, si tienes ganas de cocinar adelante – me preocupaba un poco, se notaba que quería estar activa para no recordar.

Le quise ayudar, pero me prohibió que hiciera nada, solamente decirle dónde estaban las cosas.

No le pregunté si la había penetrado o no, pero sabía que él hecho de sentirse violada no cambiaba mucho con la penetración, el miedo puede quedar para siempre.

Mientras estaba cocinando me llamó Clotilde la vecina, quería saber todos los detalles, pero no se quería juntar por la pandemia, Le dije que habíamos llegado a tiempo, y después fue ella la que empezó a contarme todo lo que sabía de Liliana. No era mucho, pero lo matizaba a gusto

Después de cortar, me quedé pensando que poco sabía de Lili. Hacía tres años que había alquilado ese departamento y apenas nos habíamos tratado. Sabía que estudiaba en la universidad, pero ni siquiera sabía qué. Para ser policía era un poco vergonzoso.

Al rato me vino a avisar que la comida estaba lista. Había hecho un arroz con mejillones que le quedó muy rico. Un poco para sacarla de los pensamientos de lo que había pasado, y otro poco para enterarme algo de ella empecé a preguntarle de su vida.

No tenía mucho para contar, o no quería que era lo mismo. Estudiaba abogacía y lo llevaba muy bien. En este momento estaba preparando tres materias, y el asunto del coronavirus le metió un parón. Había apuntes que no pudo conseguir, y no siempre en el ordenador se encontraba la información requerida, las clases virtuales no le aseguraban buenos resultados.

Sobre gustos, no soy de preguntar mucho, prefiero enterarme a medida que la conversación fluye. Por lo menos sabía que le gustaba el arroz con mejillones, a mí también. Algo en común teníamos

Nos sentamos a ver la tele sin hacerle mucho caso. A mí me tocaba tomar un calmante y eso me dio modorra que de a poco se convirtió en sueño

  • Lili, creo que lo mejor es irnos a dormir, estamos mal dormidas, y yo la verdad es que ya me caigo

  • Tú acuéstate que yo me quedo aquí, no te vas a quedar sola con la herida que tienes.

  • Pero que herida tengo, no me voy a morir por esto, te vas a quedar de guardia.

  • Pues sí, si me tengo que quedar claro que me quedo, después de todo esa herida es por culpa mía

  • Pero ¡qué por culpa tuya! Mira si la gente se tiene que sentir culpable por lo que le pase a un policía

  • Pues yo sí me siento responsable, y si te puedo cuidar es lo menos que puedo hacer – estuvimos discutiendo un rato, hasta que ya me estaba dando trabajo convencerla.

  • Bueno está bien, vete a buscar un camisón, no vas a dormir vestida.

  • Dormí vestida al mediodía puedo dormir ahora.

  • Pero si no tienes necesidad, tráete un camisón o un pijama y duermes más cómoda.

  • No te preocupes por mí, yo así duermo bien – no la entendía hasta que la entendí, tenía miedo, me acorde que había quedado sangre en el piso, la cama dónde estaban sometidas estaba revuelta, seguramente la caldera andaba, pero ella no quiso bañarse allí. La entendía si había tenido pesadillas a la tarde, ¿que podía tener en esa cama?

  • Está bien, te pones uno mío y listo.

  • No, si no hace falta, me prestas una manta y aquí en el sofá duermo bien.

  • Ya viste que tengo una cama bien ancha, así que te pones un camisón y duermes conmigo, si no quieres te vas a tu casa – se me quedó mirando apenada, se dio cuenta que me sabía él porque

  • ¿De verdad que no te molesto mucho? soy pesada ¿no?

  • Pesada vas a ser si no te pones el camisón y te acuestas a dormir, y de paso me cuidas que bastante propaganda hiciste – se puso de espalda para cambiarse y se acostó. Hice lo mismo, la cama era ancha cómo para no molestarnos. Apagué la luz y nos dimos las buenas noches.

No sé qué hora sería cuando me despertaron unos gemidos, prendí la luz y la vi a Lili revolviéndose inmersa en un sueño, la sacudí

  • ¡Lili! Despierta grité – abrió los ojos aterrorizada y se refugió en mis brazos. Ahora la que gimió fui yo, no estaba para que me abrazara nadie – Lili por favor suéltame que me estás haciendo daño.

En ese momento termino de despertarse y se dio cuenta que estaba apretando mi herida.

  • Yoli, perdóname te hice daño, fue sin querer, es que tuve un sueño horrible – de verdad me dolía

  • Está bien, cálmate y déjame descansar un poco hasta que se me pase, por favor tráeme un calmante. Se levantó solícita, fue a buscar un vaso de agua, volvió compungida y me alcanzó el remedio.

  • Te hice daño, ves hubiera dormido en el sofá y no pasaba esto, perdóname.

  • ¡Sí! Durmiendo en el sofá ya estarías gritando que vienen los bomberos.

  • Es que estaba soñando algo espantoso, todavía me sigue el miedo.

  • Bueno está bien, ya se me está pasando, quédate quietita y vamos a dormir.

  • No, yo me voy al sofá, solo te traigo problemas, a ver si te lastimo otra vez.

  • Déjate de decir tonterías que no quiero que dormida hagas un escándalo, ven ponte al lado mío, te voy a tener la mano, si la vas a mover me despierto – le tenía la mano apoyada sobre mi abdomen bajo las vendas, y con el otro brazo la sujetaba contra mi lado sano.

  • ¿Y si te lastimo dormida?

  • Si me lastimas te doy un sopapo que te despierto, así que déjame dormir si no quieres que te de uno para que te duermas – se quedó callada toda cohibida, le di un beso en la frente para que no lo tomara en serio. Así nos quedamos dormidas.

Me desperté a la mañana, parece que no nos habíamos movido ninguna de las dos. Tenía ganas de ir al baño, la fui corriendo despacio pero igual se despertó alterada

  • ¿Qué pasa qué pasa dónde estoy? –

  • Quieta loca que estás conmigo, córrete que tengo que ir al baño – sacudió la cabeza

  • Estaba tan dormida que ni siquiera me acordé dónde estaba.

  • Mejor así, por lo menos dormiste tranquila un rato, quédate que ahora vengo – se quedó despierta

  • ¿Quieres que te haga la cura ahora?

  • No, más tarde, ahora podemos dormir otro rato, así sujeta no eres peligrosa

  • Mejor, así me salvo del sopapo – la pastilla se ve que me dio sueño porque quedé frita, cuando desperté estaba sola en la cama, en ese momento estaba bien, seguro que cuando me moviera, algo me iba a doler. En ese instante entró Lili.

  • Por fin te despertaste, te preparé el desayuno, lo hice con lo que tenías, supongo que es lo que comes. Me vas a perdonar que me haya metido.

  • Me haces el desayuno y todavía me pides perdón, que chica buena me tocó de enfermera.

  • Te pido perdón porque si no soy tan buena como enfermera, no quiero llevarme un sopapo

  • Bah, así herida como estoy puedes hacer conmigo lo que te dé la gana

  • Pues entonces desayuna lo que hice, y después te curo como me da la gana. – desayunamos mientras conversábamos un poco más para conocernos.

Estaba estudiando abogacía con la modalidad virtual ya que con la pandemia no había clases presenciales. Se estaba preparando para dar tres materias, pero tenía problemas para hacerse de los apuntes. Era una pena, porque ahora que tenía tiempo le faltaba material de estudio

  • Mira, si te sirven yo tengo apuntes y libros que de vez en cuando tengo que revisar

  • ¿Y para qué tienes eso si eres policía?

  • Lo tengo porque también soy abogada, en la policía científica hay de todo

  • ¿Y estudiaste de abogada para andar a los tiros?

  • No ando a los tiros, yo estoy a tras de un ordenador buscando otros delitos

  • A mí me salvaste a los tiros

  • Y era difícil hacerlo con un ordenador. Pero bueno, si te sirve algo de lo que tengo ahí te lo presto

  • Te lo agradezco, si hiciste toda la carrera seguro que me va a servir

  • ¿Quieres mirar lo que te sirve y te lo llevas?

  • Mira, si igual tengo que curarte, si no te molesta los podía leer aquí.

  • Cómo quieras, te lo digo por si quieres estudiar de noche

  • Claro, tienes razón, tendría que ir a cambiarme y limpiar esa mancha – esa mancha era la que había dejado la sangre del violador. Me daba cuenta que tenía miedo y asco

  • El portero quizá la pueda limpiar, es muy majo, le damos una propina y ya – teníamos que decirle porque venía a la mañana nada más. No tuvo problema, aparte de la propina se llevó toda la ropa de cama, que Liliana ni muerta quería usar.

Después de comer la acompañé a ver cómo había quedado. Estaba todo bien, desinfectado con un buen aroma. Faltaba hacer la cama y la hizo mientras estaba yo ahí.

Volvimos y me hizo las curas, con una mano yo retiraba la teta para que pudiera limpiar por abajo.

Me dolía bastante y el tener que desinfectar la herida no ayudaba

  • Gracias que no te pegó en la teta, sería una pena no poder lucir algo tan bonito.

  • Si vieras las ganas que tengo de lucirme, que igual me va a quedar una cicatriz que abra que verla

  • Sí, tienes razón, ahora se te va a ver un poco. Pero también, las tienes tan levantadas que no te tapan nada, pero igual, así vas a tener a más de uno queriendo mamar de ellas

  • Estoy justo para eso – me vendó con fuerza para que me quedara bien firme y eso no hacía más que levantarlas.

  • Yoli, parece que se quieren escapar, que duras que están, así las quisiera tener yo – dijo con admiración

  • Cómo si tuvieras tan poco, déjame que te las sobo a ver si no se te ponen duras – le metí mano y me pareció que las tenía duras de antes, se puso colorada cuando se las apreté – no tienes mucho que quejarte, y eso que no te pegaron un tiro. – pasó ese momento tan raro que ninguna de las dos podíamos definirlo. Me puse una camiseta larga, no pensaba salir, para entrecasa estaba bien.

  • ¿Quieres ver los libros a ver si te sirve alguno? – pasamos al escritorio, y cómo era de esperar le servían todos – agarra los que quieras, también tengo apuntes con los resúmenes te van a ser mejor.

  • Uf, no sabes lo bien que me vienen, aun son mejores que los que me dan en la Uni.

  • A mí me sirvieron para sacarme una de las mejores notas, así que si te pones no espero menos.

  • Trataré que no sea menos – separó lo que se iba a llevar y entre una cosa y otra se nos fue la tarde

  • Quédate a cenar, hacemos cualquier cosa y no manchamos en dos sitios – no me dejó cocinar con el asunto que tenía que estar quieta, me hacía un favor. Después de cenar unas pastas nos sentamos en la sala a conversar un rato. No quería sacar el tema del asalto para no atemorizarla. Estuvimos hablando más de nosotras, estaba creída que ser policía era una vida aventurera. Le tuve que demostrar que la mía, de aventuras nada, el primer tiro que le tiré a alguien, fue en su casa.

  • Pero entonces como tuviste tanta puntería para darle en el hombro.

  • Mira, a pesar de estar atrás de un ordenador, tenemos practica de tiro, y sobre de pegarle en el hombro, viendo lo que estaba haciendo, por mí se lo habría dado en la cabeza – quedó sorprendida.

Estuvimos un rato más, pero era hora de irse a dormir. Me daba cuenta que estaba temerosa, pero tenía que acostumbrarse, era algo que había pasado pero muy improbable que se repitiera. Tenía que ser fuerte y apechugar. Al fin se retiró y me quedé con un poco de pena.

Al otro día me levanté a preparar el desayuno, estaba pensando que podía llamar a Liliana para desayunar juntas, cuando llaman a la puerta, era ella

  • Hola, buenos días, venía a prepararte el desayuno, no vas a andar con los cacharros así cómo estás

  • Pues así cómo estoy te iba a llamar a ti para que me acompañaras que ya está echo

  • Pero cómo haces eso, todavía vas a quedar torcida por no cuidarte, ¿no podías esperar a que viniera?

  • ¿Y yo qué sé si ibas a venir? Por ahí querías dormir hasta más tarde

  • ¿Hasta qué hora te crees que duermo? no vine antes para no levantarte, sino ya lo tuvieras servido

  • Entonces toma una llave así no me tengo que levantar a abrirte

  • Bueno, tú ahora quédate quieta y descansa que todavía se te va abrir la herida, ahora traigo todo. Desayunamos y me mandó a acostar. No estaba tan desubicada, cuando me movía me dolía bastante

Ese día lo pasé casi todo el tiempo acostada. Me llamó para almorzar y me levanté a desgana. Me daba apuro el trabajo que se estaba tomando

  • Liliana, no tienes por qué estar todo el día a mi disposición – le dije a la hora de la comida

  • No estoy a tu disposición, estar en casa estudiando y estar aquí me da lo mismo – tenía razón, y pasó el día en casa. A la noche vi que se fue sin ganas, pero tenía que acostumbrarse. Sabía que tenía miedo, pero la única forma que se le pasase sería haciéndole frente.

La mañana siguiente me despertó el ruido en la cocina. Miré la hora, eran las ocho, me levanté y fue despacio, era ella preparando el desayuno

  • Lili. ¿Qué necesidad tenías de despertarme tan temprano?

  • Yo no te quise despertar, quería tener todo preparado para cuando te levantaras, hoy te toca curarte. Qué le iba a decir, así como estaba me quedé a desayunar con ella. Estaba ojerosa pero no quise hacérselo notar.

  • ¿Ahora qué vas a hacer?

  • Voy a ir a hacer la compra, andan aconsejando salir poco, así que voy a comprar para toda la semana, dime lo que te gusta que compro para ti.

  • Para mí lo que sea, si me falta algo pido que me lo traigan

  • ¡Sí! Estando yo vas a pagar para que te lo traigan, no sé qué tienes en la cabeza, anda acuéstate que ahora vuelvo – y le hice caso. Me estaba resultando cómodo el asunto que me cuidaran. Los remedios me tenían un poco amodorrada y la verdad que la cama me estaba haciendo bien. Al mediodía me despertó con la comida en la cama.

  • Eh, me puedo levantar, no estoy tan cascada

  • También te puedes quedar en la cama ¿por qué no aprovechas?

  • Porque no quiero aprovecharme de ti, ya está bien que me cures para que además tengas que hacer de camarera mía

  • Pues si puedo hacer de camarera es gracias a ti, que sino ahora no haría de nada.

  • Uf…termina con eso, ya pasó y lo que hice cualquier policía hubiese hecho lo mismo

  • Y yo le hubiese agradecido lo mismo.

  • Sí claro, si te metías en su casa iba a buscar al violador para que te llevara – se quedó seria

  • Yolanda, si te molesto te curo y me voy, no pensé que te fastidiaba tanto – me dijo apenada

  • Pero no mujer no me molestas, perdona dije una burrada, lo que te quise decir es que no tienes que estar a mi disposición, me hace sentir dependiente y no estoy acostumbrada.

  • Que yo te ayude en este momento no te hace dependiente mía, no voy a mandar en tu vida.

  • Sí lo sé, y mira, no hagas caso a algunas cosas que me salen sin querer. Me tienes que curar y hasta que esté curada puedes mandar todo lo que se te dé la gana, eres la doctora, así y quita esa cara porque espantas – por fin le salió una sonrisa.

  • Bueno, entonces a la cama que te curo así dejo de espantarte – me curó con bastante mimo, mientras yo pensaba que bruta había sido, ella ponía toda su buena voluntad por atenderme. Y yo le salgo con esa tontería, pero la verdad que no estoy acostumbrada a que nadie se ocupe de mí.

Sin embargo, sentir esa delicadeza que pone para no hacerme doler. Esa suavidad con que aparta mi seno mientras me limpia la herida, me da ganas que la cura fuera dos o tres veces por día.

  • ¿Quieres quedarte aquí o quieres ir a sentarte en la sala?

  • Le voy a tener que preguntar a mi doctora que me receta

  • Tu doctora dice que si no haces tonterías puedes estar en dónde quieras.

  • Entonces me voy a la sala a ver la tele – puse una película y me acompañó a verla, en la mitad se apoyó en mi hombro y se quedó dormida. Tenía que decirle que lo de estudiar de noche no era tan bueno, terminó la película y la desperté, tenía que ir al baño. Se despertó atontada.

Hacía dos días que no revisaba el correo. Prendí el ordenador y no había nada importante. Por lo del trabajo estaba de baja. Al rato me llama que estaba la cena, me extrañó, pero estar todo el día en casa te hace perder la noción del tiempo, eran las once de la noche.

Terminamos de cenar y cuando me iba a acostar me pidió si podía quedarse un rato estudiando un libro de la biblioteca. Me acosté y la dejé estudiando. Me quedé dormida, a media noche me desperté y vislumbré un reflejo.

Eran las tres de la mañana, seguramente se había ido y se le pasó apagar la luz. Fui a apagarla y me encontré a Liliana con la cabeza entre los brazos durmiendo sobre el libro. Miré cuanto había leído, estaba en la primera página.

No era normal, nadie se duerme en la primera página si no está pasada de sueño, a la tarde se había quedado dormida sobre mi hombro, seguro que estos dos días no había dormido, y eso era por el miedo. Fui un poco bruta dejarla ir a dormir a su departamento tan pronto, esa cama le traería los peores recuerdos. La miraba y me parecía un ángel

  • Lili, ven que es hora de dormir – se despertó asustada

  • Eh…ah sí, ahora me voy, perdona no te dejé dormir, ya me voy

  • A dónde vas a ir a esta hora, ven toma un pijama mío y duermes conmigo

  • Bueno si tú quieres, no te molesto mucho, ¿verdad?

  • Si me molestaras ya te hubiese echado, ponte aunque sea la chaqueta del pijama y a la cama – solamente le dio para una sonrisa, se me arrimó bien pegada, le sujeté la mano contra mí barriga por si los sueños, y se quedó dormida apenas apoyó la cara en mi hombro. Ahora se me escapó una sonrisa a mí, se sentía bien, y así yo también me quedé dormida.

No sé quién despertó a quién, pero en un momento nos encontramos mirándonos

  • Uhm ¿cómo le va a la dormilona? – se puso colorada

  • Fuiste tú la que me dijiste que me quedara

  • Sí, es que no me sentía muy bien y quería tener a mi enfermera bien cerca

  • Más cerca que esto creo que no se puede ¿te serví para algo?

  • No sé, yo dormí bien, mi enfermera qué tal.

  • Tú enfermera también durmió bien, y así hasta podría seguir durmiendo

  • Si quieres seguir durmiendo sigue, voy a preparar el desayuno yo, no estoy tan mal

  • Qué, estás loca, si me quedaba era porque estabas tú, lo que faltaba, yo en la cama y tú haciendo las cosas. – estábamos tan bien que me dio pena, pero no nos íbamos a quedar todo el día en la cama. Al rato me levanté yo, después de asearme fui para la cocina, ya estaba el desayuno listo, estábamos en la mitad cuando Ernesto, el médico de la policía me llama al móvil

  • Yolanda, ¿te parece si dentro de un rato paso por tu casa? Tendría que revisarte la herida y hacerte otro control de Covid a ti y a la chica, el violador dio positivo, se van a tener que quedar en cuarentena las dos – no tuve más que decirle que viniera, ir al hospital era más peligroso. Le dije a Liliana y casi se desmaya, se puso a llorar.

  • Pero que lloras, todavía no tenemos nada, y a tu edad, aunque lo pilles no se muere nadie

  • No lloro por eso, pero te imaginas quince días yo sola en ese departamento sin dormir.

  • Mira Lili, quince días no son tantos, eso de que no puedas dormir no me lo creo, y tampoco que vayas a quedarte en tu departamento si me tienes que curar a mí.

  • ¿Me puedo quedar contigo?

  • ¡Te tienes que quedar conmigo! ¿Para qué te ofreciste a curarme?

  • Sí claro, yo te tengo que curar, me voy a quedar contigo – me abrazó con cuidado – vas a tener la mejor enfermera, las 24 horas para ti.

  • Eso espero, ahora vamos a prepararnos que viene la ambulancia y hay que estar presentables.

Antes del mediodía llegó Ernesto y los enfermeros vestidos con la protección. Ernesto me hizo la revisación de la herida, estaba bien, con los cuidados que me pudiera dar Liliana podíamos pasar la cuarentena, nos tomaron la otra prueba covid y si no dábamos positivo, solo teníamos que quedar encerradas. Se fueron y decidimos planificar los próximos pasos. Hicimos un pedido al Súper que lo trajeran hasta la puerta, y trajimos la ropa que pudiera necesitar Lili (aunque podíamos cruzar hasta su departamento si no nos juntábamos con nadie).

Lo que nos quedaba era luchar contra el aburrimiento. Liliana podía aprovechar para estudiar si quería dar las tres materias, y yo podía ayudarla y también buscar en el ordenador algún delito que hubiera en las redes.

Lo agarramos con entusiasmo. Mientras íbamos a lo nuestro hablábamos poco, pero cuando le ayudaba lo pasábamos más entretenidas. Seguíamos durmiendo juntas, y la seguía sujetando por las dudas, pero no era de moverse mucho.

Una tarde que me estaba curando me preguntó

  • ¿Qué te pasas en las tetas que las tienes tan suaves?

  • Una receta que me dieron las vacas – se me quedó mirando curiosa

  • ¿Si voy dónde están no me la podrían dar también a mí?

  • Mujer no hace falta que vayas, te la doy yo, es crema de ordeñe – miró sorprendida

  • Pues mira, la verdad que ordeñarte a ti, sería un gusto, ¿cuándo te la pasas?

  • Y ahora con esto no me la estoy pasando, me puedo lastimar.

  • Si quieres con cuidado te la paso yo.

  • Por ahora no, quizá más adelante – pasó esa conversación cómo si nada, pero quedó una sensación que podíamos seguirla con otro final.

A Liliana le aprovechaba, estudiaba sin distraerse y cuando tenía dudas me preguntaba. Después tomábamos nuestro tiempo mirando películas o las más veces conversando entre nosotras. Nos complementábamos bien, estábamos a gusto.

Una noche la noté inquieta, le apreté la mano y la atraje más contra mí, se despertó

  • Lili, te volvieron las pesadillas

  • No, no, un sueño raro ¿te golpeé?

  • No, pero por las dudas te sujeté. No pasó nada, vamos a seguir durmiendo – nos habíamos acostumbrado a dormir tan juntas, que cualquier movimiento que hiciera me despertaba.

Otra noche la sentí gemir despacito bien apretada a mi lado, respiraba fuerte en mi cuello. No me pareció una pesadilla, más bien parecía un sueño húmedo. Vaya a saber con quién estaba soñando, podía haberla dejado, pero en un ataque de celos la zarandeé para despertarla

  • Lili despierta, otra vez las pesadillas – me miró medio atontada

  • A sí, perdona ¿quieres qué vaya al sofá?

  • No mujer, si nada más te mueves un poco, te voy a tener bien agarrada – me quedó que si se ofrecía para irse es que no era una pesadilla.

Seguían pasando los días, y cada vez estaba esperando con más ansiedad las curaciones. Una tarde que estaba en la labor, me comenta.

  • Debe hacer mucho que no te pasas la crema, te las noto más resecas, que pena

  • ¿Te animas a pasarme un poco?

  • Sí claro, deja que te vendo y te paso – me ajusto bien la venda, por arriba parecía que se querían escapar. Me empezó a pasar con delicadeza, miraba fijamente mis senos, yo miraba sus ojos y sentía que me iba derritiendo. Un hormigueo me recorría todo el cuerpo. Me acordé de los suspiros que soltaba mientras dormía, ahora era yo la que tenía que hacer fuerza para no soltarlos. Miré los pezones y me dio vergüenza, estaban a reventar.

  • Liliana, creo que por hoy ya está – levantó la vista como si estuviera hipnotizada

  • Si creo que ya está, me parece que no es tan malo eso de ordeñar vacas – nos quedamos las dos sorprendidas – oye, no te lo tomes a mal, me salió, no quise decir que eres una vaca, quise decir que me gustó mucho ordeñarte – se tapó la boca y me miró horrorizada, me dio la risa.

  • Ya veo que no me tomas por una vaca – le reproché

  • De verdad que no, lo que quiero decir es que si las vacas tuvieran las tetas como tú, me gustaría ordeñarlas

  • Liliana, no te defiendas más porque la cagas

  • Perdóname, es que me puse nerviosa

  • ¿Qué es lo que te puso nerviosa?

  • No sé…yo que sé, será por hablar de las vacas, ay mejor déjalo ahí – Lili se ponía nerviosa con mis tetas ¿por qué se pondría nerviosa? Vaya usted a saber. Después de la cena (se le habían pasado los nervios) nos quedamos conversando y le pregunté si tenía novio o algo así

  • Novio, novio no, digamos un festejante.

  • Te pregunto porque nunca te escucho que hables con nadie

  • Es que después de lo que me pasó, si se enteraron no sé si van a querer salir conmigo

  • Pero cómo no van a querer salir ¿acaso fuiste tú la que hiciste algo malo? El que piense que sí, no merece salir contigo.

  • Sí, creo que tienes razón, pero viste cómo es, a lo mejor se creen que por eso una va de regalo

  • El que se crea eso que se vaya a la mierda, fíjate con quién andas y no te avergüences – nos fuimos a acostar, le pregunté - ¿no me vas a pegar?

  • Uhm…no seas mala, sujétame la mano y me voy a poner bien a tu lado, si me muevo me pegas tú

  • Espero que no tenga que pegarte, mientras no sueñes con vacas no pasa nada – mala, me dijo al oído, y con la cabeza apoyada en mi hombro se quedó dormida, a mí me costó un poco más.

Me despertó un jadeo suave, el jadeo y un cosquilleo por abajo, sentí algo sobre mi pubis, era la mano de Lili que agarrada con la mía había llegado hasta esos límites. No sabía cuál fue la mano motora, y me parece que fue la mía la que sacó a pasear la de ella. Se sentía tan bien, y mejor se sentiría si se moviera de la manera de mis ganas, me acordaba de cómo pasó la crema sobre mis senos, y una humedad corría entre mis muslos.

Una policía tiene que tener fuerza de voluntad, yo la tuve. Fui corriendo su mano para arriba y tapé mi pubis con la mía, enseguida me la volvió a cubrir, pero ahora solamente tocaba mi mano.

Me desperté a la mañana sorprendida, Lili se había montado sobre mi pierna, la mano en la misma posición y su pecho apretando el mío. Quería levantarme sin despertarla, pero se me hacía imposible. No quería dejarla en evidencia, opté por hacerme la dormida y darle la oportunidad de salirse.

Estuve como quince minutos, lo peor es que me estaba excitando, sentir la calidez de su sexo contra mi muslo me tenía mal, si se corría un poco para arriba también ella iba a tocar el mío y no sé lo que podía pasar.

Tendría que haberla apartado sin darle importancia. Es que sin darme cuenta la importancia se la estaba dando yo. Por fin se despertó, creo que se sorprendió cómo yo, se fue retirando despacio para que no me diera cuenta, la dejé hacer antes de hacerme la que me despertaba.

  • Uhm…qué tal dormiste, parece que hoy no soñaste, no te sentí para nada

  • No, creo que no soñé con nada, dormí bien, demasiado bien – lo dijo seria como reprochándoselo. En el desayuno me dijo que iba a tratar de comunicarse con el chico con quien había salido.

No fue lo que más contenta me puso, pero era lo mejor para cortar de raíz una situación embarazosa

Los días siguientes se acostaba dándome la espalda

  • Así vas a estar más segura – me hacía notar

  • Y tú también, puedes estar más a gusto que hay lugar suficiente – a la mañana amanecía a mi lado

Parece que la conexión con el pretendiente era fluida. Empezó a comunicarse y a largarse mimos por el móvil. Sabía que era lógico, pero me caía mal. Podía hablar tranquilamente sin que yo tuviera que escuchar. Me metía en el estudio tratando de buscar en el ordenador algo lo suficiente importante para distraerme de sus conversaciones, pero no tenía empacho de recibir las llamadas ahí

  • Liliana, porque no conversas en otro lado, no tengo porque enterarme de tus proyectos

  • Uy, perdona, no pensé que te pudiera molestar tanto

  • Pues sí, me molesta, estoy investigando delitos al mismo tiempo que escucho tus intimidades.

Se dio cuenta que me había molestado, se retiró sin decir nada

Esa noche yo también quise ponerme de espalda, pero el dolor no me dejó, las costillas todavía estaban astilladas. Se dio cuenta de la frialdad del trato. No se ella que pensaba, pero de verdad no me importaba, que hablara con su novio o con quien se le diera la gana.

Al otro día amaneció sospechosamente pegada a mí, no quise regañarla seguro que fue entre sueños.

A la tarde tocaba curación, ese día me puse falda y blusa. La blusa me la tuve que sacar, pero por lo menos la parte de abajo no tenía por qué verla. Me sacó las vendas usadas y empezó a desinfectarme la herida, tenía que secarse antes de pasar la pomada, cerré los ojos mientras esperaba, en eso siento que me está pasando la crema en las tetas

  • ¿Qué haces? No necesito que te ocupes de esa parte

  • Eso lo dices porque no las ves de donde las veo yo, por abajo los desinfectantes te la están resecando

  • En todo caso me resecara una sola ¿para qué me das en las dos?

  • Para qué te queden parejo, Yoli, no sé qué te pasa, parece que te molesta todo, quédate quieta que ya termino – me quedé quieta, aguantando los suspiros que pugnaban por escapar, esos masajes en ese lado me hacían volar, gracias que me había puesto la falda. Paró antes que mis pezones salieran disparados, me hizo sentar para envolverme con las vendas, me las aseguró bien y cuando termino me dio un pico en los labios

  • ¿Por qué hiciste eso?

  • Porque me dio la gana, anda levántate que está la cena lista – se fue y me dejó con la boca abierta

Me puse la blusa sintiendo todavía la suavidad de sus manos. Estoy loca yo, desde cuándo se me da por fijarme en mujeres, ¿no será otro síntoma del virus? Del hospital nos dijeron que no estábamos contagiadas, pero a mí, no sé qué, pero algo se me pegó.

Mientras cenábamos no hablamos de lo ocurrido. Me comentó que le ofrecieron unos cursos de clases virtuales, y que me parecía. Le aconsejé que los tomara, siempre iba a estar más al tanto.

Esa noche se volvió a acostar mirando para mi lado. A la mañana amaneció abrazada a mí. Raro que no me hubiese despertado, pero tengo que reconocer que me sentía cómoda.

Me puse a la mañana a investigar una red de pornografía infantil, estábamos buscando datos desde diferentes sitios y cada vez los estábamos encerrando más. Ese día comí un bocadillo que me preparó Lili y seguí, estaban al caer, eran cómo las siete de la tarde cuando conseguimos las direcciones, lo demás lo organizaban en el cuartel. Yo no tendría que estar en esa tarea por estar de baja, pero es que hace tiempo que estábamos tras eso, y no quería quedarme afuera en el final.

Liliana desde el mediodía había estado mirando fascinada, se dio cuenta la tensión del momento. Algo que aparentemente tenía que ser aburrido en los momentos culminantes nos excitaba al extremo. Quedé dura al final, el cuello me lo hacía sentir y ella se dio cuenta. Sentí sus manos

  • Deja que te doy unos masajes en el cuello, estuviste todo el día ahí sentada, debes estar tiesa

  • ¿Qué me vas a pasar?

  • Te voy a ordeñar los hombros, es lo que encontré vas a ver que te va a hacer bien – me sacó la blusa y me dejó sin nada por arriba. Me pasaba la crema con una suavidad que con el cansancio me hacía adormecer. Me repasaba la cervical, el cuello los hombros – Sabes, nunca te había visto las tetas desde este sitio, que bonitas se te ven.

  • Oye, ¿qué te pasa que me tienes que andar mirando las tetas?

  • Pero ¿cómo no te las voy a mirar si son lo que más te resaltan? ¡Mira! Mira cómo se te ponen cuando las toco. – y sí, me apretó los pezones y cómo se pusieron

  • Pues no las toques que era al cuello al que le tenías que sacar la dureza, no endurecerme las tetas

  • Anda, si te gustó, por eso se te pusieron duras – se reía mientras me daba un beso en el cuello

  • Quítate de aquí ¿a ver si te vas a volver lesbiana?

  • Ay cuidado, a ver si te salvas del Covid y te agarra otra peste, termina de pasarte tú, no corras ningún riesgo, me voy a hacer la cena – se fue y me dejó con la crema en el cuello.

Se había enfadado. Quizá no tendría que haberle dicho lo de lesbiana, pero es que ya me estaba haciendo cuestionar él porque me gustaba tanto cuando me pasaba la crema. Había otro montón de cosas que me gustaban y no podía hacerle caso. Ella estaba tonteando con el muchacho con el que hablaba, y era lo lógico, lo que tenía que ser. Yo podía ser una amiga y nada más

Esa noche no se acostó pegada, por un lado, me sacaba ideas raras, casi era mejor. A la mañana la tenía a mi lado y las ideas raras me volvían. Estábamos demasiado cerca, nos miramos serias, de golpe se arrimó, me dio un pico en los labios y se levantó corriendo riéndose.

  • Eres una puerca, ya te voy a agarrar – me sacó la lengua y se metió en el baño. Esa mañana descargó el móvil hablando con el chico de siempre, por lo menos no lo hizo cerca de mí.

  • Le voy a pedir al portero si puede poner un cerrojo en mi puerta – me dijo mientras almorzábamos – es mucho más seguro y no me va a dar tanto miedo.

  • Podías poner una camarita para ver quien anda por el pasillo.

  • Tienes razón, por ahí se anuncia alguien que conozco y de paso se cuela otro, está bien que tengo la policía enfrente para que vigile.

  • La policía de enfrente, no va a andar vigilando a quien metes en tu casa, esas son cosas tuyas.

  • ¡Ay, a quien meto! Lo dices cómo si me la pasara de fiesta.

  • No sé, es tu problema, le puedes decir a tu novio que venga a cuidarte, de paso no gastas tanto en teléfono – me miró frunciendo la cara y se metió a la habitación.

Pasamos la tarde yo en mi estudio y ella en su cuarto, no sé si estudio o se fue en charla. Antes de la cena, me vino a buscar

  • A ver, ven que te tengo que curar

  • Creo que ya no necesito que me cures tan seguido

  • Si te curo no es porque se me ocurra a mí, lo mandó el médico

  • Sí, pero ya hace diez días que me vio, y me parece que se me curó bastante.

  • Hagamos una cosa, cuando te curo te saco una foto y se la mandas, él se va a dar cuenta si se está curando o hay que seguir con el mismo tratamiento. – fuimos a la habitación, me sacó las vendas y empezó a limpiarme la herida. Me hizo doler, no sé si estaba más sensible o ella estaba más bruta.

  • Eh…despacio, me quieres romper la costilla de vuelta

  • Para sacar la foto tiene que estar bien desinfectada, y ponte que te saco – empezó a sacarme, hacía que me tuviera la teta levantada y le daba al móvil en todas las posiciones.

  • ¡Para! ¿Cuántas le piensas mandar?

  • Yo te saco, después elegimos la que mejor se vea.

  • Bueno, para que ya sacaste bastante, de verdad que me está doliendo

  • Viste que no está tan bien cómo te crees, espera que te paso un poco de crema así se te pasa.

  • Lo que me duele es la herida no la teta.

  • Te duele todo, yo te paso en la herida y en la teta, ¡no seas peleona y déjame a mí! – me callé la boca, después de todo, tenía que reconocer que me aliviaba bastante. Lo que no me alivió, fue cuando vi las fotos.

  • ¡Quéee! Tú estás loca si piensas que le voy a mandar esto, es pornografía pura.

  • Pero que pornografía si ya te vio las tetas cuando te curó.

  • Una cosa es que las vea curándome y otra que las reciba en su móvil. Aparte las sacaste a propósito, parezco una actriz porno, esto no es para un médico es para una revista para adultos.

  • Será porque tus tetas son para adultos, no me eches la culpa a mí.

  • Yo eso no se lo mando y bórralas de tu móvil.

  • No te parece que es una pena, mira que lindas salieron, si quieres las editamos y así nos quedan

  • ¡Liliana! Borra eso y seguimos con el mismo tratamiento, no se hable más.

  • Bueno, está bien, déjame que te pongo la pomada y te termino de vendar, Pero de verdad, no te parece que podíamos quedarnos con alguna foto ¡qué bien que salieron!

  • ¡No! No nos quedamos con nada, si quieres ver tetas dame que te saco las tuyas.

  • Yo no tengo que mandarle a ningún médico.

  • Pues mándasela a tu novio que bien contento se va a poner, aunque ya las habrá visto en vivo.

  • Pues claro, no soy tan estrecha como tú – no le gustó nada lo que le dije, y me lo hizo pagar cuando me vendó – bueno, así estás bien, ya te las puedes tapar, a ver si se dan cuenta que las tienes

  • Qué graciosa, a ti te gustaran mostrarlas, a mí no – me puse la blusa y la seguí a la cocina.

En la cena conversamos de cómo iba el operativo policial, y cómo andaba ella con el estudio. Cuando se trababa con alguna parte que no entendía le ayudaba, era aplicada cuando se ponía, pero desde que había empezado con el chico ese ya no le dedicaba tanto tiempo al estudio.

Esa noche miramos una película, cuando terminó me fui a dormir. Estaba sola, pensando cómo me había trastocado la vida. No es que fuera para peor, la verdad qué si tuviera que pasar sola estos días, ya estaría medio tonta, aunque no sabía si ahora no lo estaba.

Me daba cuenta que sentía algo por Lili, pero era lógico, después de estar tanto tiempo al lado de alguien, o terminas por quererla o terminas por odiarla. Cuando la escuchaba hablar con el chaval, me daba ganas de odiarla.

Cuando vino a acostarse me hice la dormida, creo que me miró un rato y no se lo creyó, de golpe me dio un beso rápido en los labios

  • ¿Qué te haces la dormida? ¿me estabas esperando para dormir?

  • Me estaba quedando dormida, y tú con tu tontería me volviste a despertar, y termina con los besitos.

  • En vez de darme las gracias te sigues haciendo la estrecha, seguro que bien que te gustan.

  • Mira, termina con tus tonterías y déjame dormir de una vez – apagó la luz y yo me quedé pensando si me gustaban esos besos ¡no! no me gustaban, me gustarían si fuesen besos cómo la gente, los que me daba ella parecían de burla. Al fin me quedé dormida.

No sé qué hora era cuando me despertó con sus gemidos y sus movimientos compulsivos, estaba casi arriba mío, prendí la luz y la sacudí

  • Lili, despierta, anda despierta tienes una pesadilla – se despertó me miró enfurruñada

  • Pero justo en el mejor momento me vienes a despertar, podías haber esperado un poco.

  • Perdona, pensé que estabas sufriendo – me disculpé

  • Cuando esté sufriendo te aviso, ahora déjame dormir, se abrazó a mí y se quedó dormida.

No me costaba nada darme cuenta qué si no era una pesadilla, era un sueño húmedo, seguro que con ese papanatas con el que habla casi todos los días. Tenía ganas de tirarla de la cama, para colmo se agarraba que solamente despertándola me podía soltar, tampoco es que me supiera tan mal. En fin.

Esa noche creo que yo también tuve sueños húmedos. Me desperté acorralada por Lili. La cabeza casi sobre mis tetas, el brazo abajo de mi cintura y la pierna cruzada. Se despertó y vio que yo también estaba despierta.

  • ¿Por qué estamos así? – me preguntó

  • ¿Y por qué será? ¿No te parece que estás arriba mío?

  • ¡Sí! Claro ¿pero por qué me tienes arriba tuyo? ¿No será que te estás volviendo lesbiana? – la iba a tirar de la cama si no llegaba a escaparse. Qué caradura, me tenía abrazada como si fuera la novia y la lesbiana era yo.

Los días siguientes fueron un dulce calvario. Dulce porque cuando me agarraba descuidada me plantaba uno de esos besos tontos, y calvario porque eran nada más que tontos.

Los catorce días llegaban a su fin. En la Universidad actualizaban un protocolo para poder tomar los exámenes. El portero ya le había colocado el cerrojo, la cámara todavía no, pero con la mirilla se veía bastante, se podía sentir más segura.

  • Yoli, la cuarentena nuestra terminó, así que va siendo hora que emigre antes que me eches

  • Yo no te voy a echar, pero seguramente allí tienes mayor privacidad, hasta podías recibir a tu novio y hacerte una fiesta - me miró con cara de asco

  • Si claro, lástima que tengo que estudiar para rendir la próxima semana, festejaré después si apruebo

  • Bueno, si necesitas los libros ven a buscarlos, yo no me mudo, la que se muda eres tú.

  • También te tengo que curar, así que nos vamos a seguir viendo – era poco lo que tenía en casa, y menos lo que se llevó. Ese día preparó su departamento, a la noche cenó conmigo, y al irse me dijo

  • Me vas a extrañar, vas a ver que me vas a extrañar.

  • Ay…sí…, no voy a poder dormir si tú no estás a mi lado – haciéndome la angustiada

  • No te preocupes, si no puedes dormir, llámame que vengo a acompañarte, hasta mañana – me dio un beso de los de ella y salió corriendo a las risas

  • La madre que te pario, si te agarro te saco esa costumbre – no me enfadé, pero tenía que ponerme en mi lugar. Lo malo que esa noche la extrañé. Me iba a tener que volver a acostumbrar a dormir sola.

Pasó toda la semana dónde solo vino para curarme y buscar unos libros que le servían para rendir, creo que estuvo estudiando, los días que me curó cenó conmigo y me comentó que le parecía que estaba preparada para cursar

  • ¿Quieres que nos fijemos si estás a punto?

  • Si me ayudas vale, así me doy cuenta en lo que ando floja – pasamos tres días que los dediqué a ayudarla a repasar. La verdad es que estaba bien preparada. Un día se le amontonaron dos materias y al otro la restante. Era difícil dar tantas materias juntas, pero se tenía fe. El día anterior preparó todo, le había aconsejado que no estudiara hasta la noche para ir despejada.

  • ¿Me vas a invitar a cenar?

  • Sí mujer, cenas y te acuestas temprano y mañana te vas fresquita

  • De noche a veces suelo volver con las pesadillas y me levanto mal ¿hoy podía dormir contigo?

  • Sí, todo sea para que rindas, y nos acostamos enseguida que tienes que madrugar.

No simuló nada, se acostó y se arrimó todo lo que más pudo. Lo único que me molestaba es que fuera nada más que ese día, quizá el otro, pero tenía ganas de más. En fin, dormimos de un tirón hasta que sonó la alarma, me levanté le preparé el desayuno, fue a arreglarse a su casa y vino a tomarlo. Cuando se iba se me acercó.

  • Deséame suerte que le voy a necesitar

  • No necesitas suerte, con lo que sabes tienes que rendir sin problemas.

  • Todo ayuda, un poco de suerte no me viene mal y esto tampoco – y me estampó un beso no tan tonto como otras veces, y salió apurada dejándome con la boca abierta.

Se apareció cómo a las ocho de la tarde, estaba tan agobiada que no quise reprocharle el beso

  • ¿Y cómo te fue?

  • Creo que bien, pero no pensé que dos exámenes el mismo día serían tan cansadores.

  • También a ti solamente se te ocurre

  • Es que cuando me anoté no era así, los juntaron por la pandemia. Voy a tratar de dormirme enseguida para estar mañana bien.

  • ¿Quieres volver a dormir conmigo?

  • Claro, con quien quieres que duerma, me doy una ducha y me acuesto – no me preguntó más nada, a la mañana fue un calco, nada más que cuando se iba a despedir quise separarme un poco.

  • Yoli, no seas así que no te voy a romper la boca, ayer el beso me dio suerte, sigamos con la cábala. Esta vez la cábala fue más extensa, más se pareció a un morreo de los buenos. Volvió igual que el día anterior, pero ahora el examen había sido a la mañana.

  • Uf…parece que el examen fue largo, ¿cómo te fue?

  • Creo que bien, es que nos volvimos a encontrar y tú sabes, después de tanto tiempo, quedamos que cuando nos den las notas, si pasábamos el examen nos íbamos a juntar para festejar.

  • Claro, te abras encontrado con tu chico, después de tanto tiempo me imagino las ganas.

  • Y sí mujer, andar por la calle después de tanto tiempo encerrada, fue una fiesta.

  • Bueno, ya rendiste, ya no necesitas compañía para dormir tranquila, por lo menos mi compañía

  • Ay, qué te pasa, ¿tienes miedo que te pegue algo? No te creas qué estoy tan tranquila, hasta dentro de dos días que me dan las notas no veo que tranquila puedo estar.

  • Pero si con lo que sabías te sobraba para aprobar

  • Eso lo dices tú, hay que ver lo que dice el profesor. Igual, si apruebo es gracias a ti, te voy a tener que invitar a algún sitio cuando se pueda salir.

  • No hace falta, ya tendrás con quien salir – se lo dije de malas maneras

  • Qué pesada, aunque tenga con quien salir también puedo salir contigo. Me voy porque no sé lo que te pasa, pero parece que te molesto – se fue dando un portazo.

Debía estar nerviosa, pero yo estaba furiosa. Con la epidemia que había, estuvo toda la tarde tonteando por ahí. Si es que no fue con el novio a algún lado. Los dos días siguientes se quedó en su departamento, o a lo mejor salió con el novio, después de tanto tiempo ganas no le faltarían.  No sé cómo se arregló con la comida.

A la tarde del segundo día golpean la puerta. Miro por la mirilla y era ella, le abro y estaba seria

  • ¿Qué te pasó? ¿perdiste la llave?

  • No, pero en el plan que estás mejor que me des permiso ¿puedo pasar?

  • Déjate de tonterías, ¿fuiste a buscar las notas? – movió la cabeza afirmativamente – con esa cara pareciera que te fue mal, no entiendo, si te sabías todo

  • Eso me lo hiciste creer tú, mira lo que me pusieron – me puso las calificaciones en la cara, las tres arriba de noventa, la miré y no comprendía.

  • Esto es gracias a la idiota de mi vecina, que no sé porque está enfadada, pero se merece el beso más que merecido – me abrazó y me besó con fuerza. Me enfureció, seguía jugando conmigo, se hacía la “femme fatale” y lo peor que yo sentía que lo era. Le pegué un empujón para despegarla

  • Liliana, deja de hacerte la seductora conmigo, si en algo te ayudé por lo menos podías tener un poco de agradecimiento y no burlarte.

  • Pero tú estás loca ¿de dónde sacaste que me estoy burlando? Te quise agradecer lo que hiciste

  • Sí claro, porque eres tonta, no sabes cómo me pones cuando me besas, no sabes las ganas que me dan de ser yo la que te coma a besos, no ves que cuando te tengo a mi lado en la cama es porque tengo miedo que te caigas ¿Por qué me haces esto sabiendo lo que siento?

  • Yoli, yo no sabía qué tú sentías eso por mi

  • Claro no sabías, si estás notas te las sacaste por tonta, no te dabas cuenta cuando me pasabas la crema como se me ponían las tetas. Me salió boba la niña, sabes que estoy enamorada de ti y te haces la zorrita. Total después te vas con tu novio – se paró furiosa enfrente mío

  • Y tú qué me puedes decir. Diplomada con honores, investigadora policial, cursos de psicología, toda una profesional y no se dio cuenta que a mí me pasa lo mismo. Yo zorrita ¿por qué no te vas a la mierda? Me marcho – me dejó de piedra, y se marchaba, la agarré del brazo

  • Vuelve a decir lo que dijiste

  • Qué te vayas a la mierda y suéltame – se revolvió furiosa y me dio un empujón. Me fui contra el muebla de la entrada y me di contra el costado, solté un gemido, se puso pálida

  • Yoli, Yoli perdona, fue sin querer, dios mío te lastimé, vamos que te reviso la herida.

  • Deja, deja, si te ibas a marchar vete que yo me arreglo – para eso estaba doblada tomándome el costado. Me dolía bastante, pero un poco de dramatismo también le tenía que poner.

  • Qué te vas a arreglar, mira cómo estás y todo por culpa mía. Ven vamos a la cama que te reviso, a ver si tenemos que ir al hospital

  • No, si no me duele tanto, si te tienes que ir no te preocupes.

  • Mira, no te hagas la sufrida y déjame curarte, perdóname si me porté mal pero no fue a propósito. Me sacó las vendas y me hizo acostar. La herida ya estaba curada lo que faltaba curarse era la parte ósea, eso tardaba. Me pasó una crema anestésica para atenuarme el dolor (qué la verdad no era tanto) y me iba a pasar la otra por los pechos. Me miró para ver si le decía algo, cerré los ojos y me dejé estar. Si algo me dolía esos mimos hacían del dolor un disfrute. Cómo un susurro la escuché.

  • Yoli, yo nunca me quise burlar. Yo también estoy enamorada de ti, sé qué en la guardia civil eso no se admite y tú tienes una carrera prominente. Yo no te voy a molestar más, no voy a besarte más, aunque me cueste, voy a ayudarte a olvidarme, de paso me ayudo yo, pero déjame ser tu amiga, te debo mucho y quiero estar cerca de ti si me necesitas – vi que estaba lloriqueando, y esas manos seguían acariciando mis tetas haciéndome temblar de excitación

  • Lili, la guardia civil no se mete en mi vida particular, pero después de esto no te puedo querer como amiga – las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas – solo te puedo querer así – la agarré de la camiseta y la hice caer arriba mío. Se revolvió para salirse la quise sujetar y no pude

  • Suéltame ¿estás loca? – la dejé ir sin entender que había entendido mal, me gritó – ponte de costado, vamos ponte de costado – le hice caso sorprendida, se acostó al lado mío – boba no te diste cuenta que te estaba lastimando, bastante mal la pasaste por mi culpa. –  quise decirle que no tenía la culpa de nada. Pero tenía la boca ocupada en algo mucho mejor. Nos estábamos comiendo los labios a consciencia, me apretó un seno y me preguntó

  • ¿Puedo? – mientras aproximaba a el

  • Haz de cuenta que son los tuyos – y los ofrecí a su boca

  • No, yo quiero los tuyos, cada vez que te curaba no sabía cómo aguantar las ganas – me los chupó con ansiedad, eso me ponía loca, estaba que me derretía. La tuve que separar – déjame un poco más

  • Desnúdate, después te dejo lo que quieras – se levantó presurosa y se sacó la ropa quedando solo en bragas – toda quítate toda – se las sacó y fue a buscarme la teta. No la dejé, ahora me tocaba a mí. La puse de espalda y empecé a recorrerla a besos. Solamente me separaba mis bragas y las vendas, eso no contaba. Montada sobre una pierna iba bajando por su cuerpo. Dejé las tetas atrás y seguí descendiendo, estábamos encendidas, la escuchaba suspirar y más me prendía yo. Llegué a su pubis, aspiré y entendí porque alguien se podía hacer adicto a una droga. Esa podía ser mi droga. Estaba mojada, mejor quería probar el brebaje que me estaba haciendo perder los sentidos. Abrió la pierna que tenía suelta ofreciéndome el manantial que calmara mi sed. Forcé sus labios mayores y recorrí todo ese sendero desde su cuevita hasta ese promontorio que estaba esperando que lo mimara, para volcar todo el néctar que estaba aguantando, en mis labios

  • Mi amor, ¿Qué me haces? Cariño no puedo más, me corro, sigue así, más, más, aaahh me voy, sí así, aaahhh – una catarata de jugos soltó en mi boca, los recibí con éxtasis fue una sensación maravillosa. – Yoli ven por favor - me tocaba escalar hasta volver a sus labios, pero en el camino aproveché para degustar ese cuerpo que tanto deseaba. Subía despacio, me iba frotando contra el muslo, llegué hasta sus pechos y me estanqué. Tiró de mí para arriba hasta que se hizo dueña de los míos, sentí como aprisionaba mis pezones y no pude más. Me corrí cómo una desesperada

  • Yoli ¿qué te pasó mi amor? – me acosté boca arriba agitada.

  • Me corrí, no pude esperar

  • Yo quería hacerte como me hiciste a mí

  • Yo también quería, pero tanto tiempo deseándote no pude aguantarme – quedamos abrazadas

  • Mira, yo quiero y tú quieres, ¿qué más necesitamos?

  • Necesitamos poder, yo nunca tuve dos orgasmos en un día.

  • Yo tampoco pero nunca estuve contigo, a ver cómo está eso – metió la mano en mis bragas, estaban empapadas – mejor te las saco, vieras cómo las tienes. - me las sacó y volvió a besarme, peleó con mi lengua buscando su lugar en mi boca. Me tenía agarrada la teta con mis bragas, las refregaba hasta que se le dio por ir a por ellas. Las chupaba con gula, me las mordía despacito, lo suficiente para que mi termostato empezara a pitar.

  • Lili, me parece que puedo tener otro orgasmo, déjame ir al baño que me lavo – me miró seria

  • Tú estás loca, si estás así es por mi culpa, no voy a permitir que tires eso por el bidet, lo tienes por mí y es mío – diciendo eso metió la cabeza entre mis piernas, y eso fue el paraíso. No sé si era su habilidad o mis ansias que sentía que iba a levitar. Lamía entusiasmada

  • Lili, así no, más despacio mi vida

  • ¿Te hago daño? ¿quieres qué pare?

  • No, pero quiero que dure más, si sigues así me corro enseguida, hazlo más despacio, no tanto en el clítoris porque me voy – me miró sonriente y me empezó a lamer más lentamente, me metía la lengua en el coño y subía hasta mi puntita, cuando sentía que empezaba a temblar volvía hasta mi almeja y ahí con un poco de esfuerzo aguantaba para no correrme. Estuvo cómo cinco minutos, una eternidad para las condiciones en que me encontraba. Hasta que no pude más. Eran cómo contracciones que me venían la tomé de los pelos y empecé a empujar el coño contra su boca – Ahora sí chupa que me viene, ya no aguanto más, chupa corazón ahhhy sííí´ahhh – puedo asegurar que este sí fue un orgasmo. Se puso a mi lado, tenía la cara perdida, la empecé a limpiar a lametones

  • Creo que puedes tener dos orgasmos en un día, ¿se te pasó el dolor del costado?

  • Sí, bastante, a lo mejor dos orgasmos son la dosis correcta

  • Ojalá, a ver si puedes dormir bien. Acuérdate que me debes uno, ya sabes la tarea que te toca mañana.

  • ¿Sabes una cosa? Te mentí con eso que la guardia civil no se mete en mi vida – se puso seria

  • Lo podemos llevar oculto, no podemos renunciar a esto, yo te amo Yoli no podría vivir sin ti

  • No, si es que por ahí no va la cosa. Lo que no podemos es tener deudas a no ser que sean hipotecarias, así entre civiles podrían chantajearnos.

  • ¿Y eso que tiene que ver con nosotras? ¿qué deuda vamos a tener?

  • Digo por ese orgasmo, no podemos dejarlo para mañana – frunció la naricita y se tiró sobre mí

  • Tendría que darte unos azotes. Pues si tienes que pagarlo hoy, págalo – se acostó con las piernas bien abiertas para darme lugar – ahí tienes, empieza

  • No, espera. Si lo hacemos así, me tengo que apoyar y me hace doler las costillas, ¿por qué no me lo arrimas tú así no me duele tanto? – primero me dio un beso y después se montó con cuidado, y fue arrimándome el coñito a la boca.

  • Toma, todo para ti, y hazlo despacio que también quiero que dure – me ayudaba a levantar la cabeza y se iba deslizando sobre mi lengua. Era tan suave, como escurría parecía que tenía el orgasmo de a poco. Me lo bebía contenta, sentía cómo si le dieran golpes de corriente, parecía que el coño le vibrara hasta que en medio de gemidos me demostró que podía tener dos orgasmos o más.

Nos pusimos a la par. Intercambiábamos nuestros gustos buscando siempre más. Entre caricia dije - Lili, ¿no te parece qué podías dejar tu departamento y venirte a vivir conmigo? Así no pasarías miedo.

  • No, si es por miedo no, ahora que puse el cerrojo no tengo más miedo

  • Ah, pensé que te gustaría vivir conmigo

  • Por miedo no, ahora si me muestras otras razones, puede ser – me di cuenta que buscaba algo más

  • ¿A ver estás razones? – la atraje para besarla metiéndole la lengua hasta la campanilla y la mano acariciándole toda la vagina y colándole los dedos adentro, pegó un saltito

  • Sabes, esta razón está mejor, sigue – ahora ella me metió su mano en la mía. Estuvimos con el morreo y los juegos de manos. Nos mantuvimos así un buen rato, tanto que la escuché decir – a ver si nos vamos juntas – estábamos aprendiendo, intercambiábamos el aliento.

  • Lili, ¿estás lista? A mí me viene ¿vamos? – nos apuramos metiendo los dedos cada vez más rápido hasta que explotamos juntas - ¿alcanzaron estás razones? - pregunté

  • Sí, pero hay una condición – no me gustaba nada que me condicionara

  • ¿Cuál es?

  • Que cada vez qué está soñando y me despiertes, terminemos haciendo despiertas lo que estábamos haciendo dormidas en mi sueño.

Estoy esperando que tenga un sueño húmedo, para despertarla y saber bien que es lo que estaba soñando para terminar haciendolo.

Volví despues de tyanto tiempo, ojalá sea de su agrado