Cumpleaños en la piscina

Es el cumpleaños de mi hermana, se celebra con toda la familia. ¿Será un cumpleaños aburrido más como todos los años? Espero que no.

Es un sábado por la mañana. Me levanto y me preparo para ir a la piscina… un día ¿feliz? Con la familia, ya que es el cumpleaños de mi hermana y todos los años lo celebramos así, pasando un día juntos todos en la piscina comiendo tortilla de patatas fría, bocadillos y soplando las velas de la tarta. Cuando éramos pequeños estaba bien… pero ahora es una tortura, lo cierto es que me aburro soberanamente en estas reuniones, pero como la familia es lo más importante… allá vamos. Lo mejor será que me ponga el bikini para irnos lo antes posible.

Por fin llegamos, ahora toca saludar a todo el mundo. Abuelos, tíos, primos: somos unos 20 aproximadamente. A quien no esperaba encontrarme es a mi primo Daniel, que se supone que estaba viviendo en el extranjero… y vaya si ha sido una grata sorpresa. Él es un chico mulato y su piel aparte de suave, es de color café… cosa que siempre me gustó. Siempre ha tenido una forma muy especial de mirarme… parece que me desnude cada vez que lo hace, pues pone una mirada muy profunda y penetrante con esos ojos marrones. Su pelo es completamente rizado, y lo lleva muy corto. Ha llegado antes que nosotros, así que ya está en bañador y lo cierto es que no me puedo creer que este sea mi primo… que siempre fue muy delgado, por no decir raquítico. Ahora sus músculos se marcan bastante, incluso los de la espalda están bien definidos. Soy mayor que él, pero lo cierto es que desde pequeño siempre noté que me miraba de forma diferente a los demás. Le saludo con dos besos como a todo el mundo, pero me aparto rápidamente de su lado, ya que ahora que es un hombre no quiero correr el riesgo de quemarme.

Además del pegajoso día de verano, con todos estos pensamientos por mi cabeza me empieza a entrar un calor insoportable. Me quito el vestido intentando no pensar más en él, en lo tranquila que estaría yo en casa en vez de en este terrible cumpleaños al que no quería venir. Cojo mi toalla y la pongo en el césped, la estiro y la dejo bien preparada para tomar el sol después del baño que me voy a dar. “Marta ¿te vienes a la piscina a jugar a la pelota?”. Era mi prima Alicia, que es un par de años menor que yo. Asentí con la cabeza, y fui tras ella al agua.

Hay un gran contraste de temperatura entre el suelo que venía pisando y el agua de la piscina. Al zambullirme dentro noté como mis pezones se pusieron duros por dentro del bikini, queriendo hacerse notar. Uno de mis primos me tira la pelota y yo la devuelvo, cayendo de lado en el agua y dándole sin querer con el pie a mi primo en la pierna. Continuó el juego y mi primo y yo empezamos a caer el uno encima del otro demasiado a menudo como para que fuera casualidad ya, y entretanto nos mirábamos intentando averiguar qué pensaba el uno del otro. Termina el juego y salen todos a picar algo porque es ya la una de la tarde y el hambre iba haciendo mella en ellos. Sin embargo yo sigo con calor, así que decido nadar hasta la zona más honda y por tanto más fresca de la piscina.

Había sombra en esa parte de la piscina, por fin algo menos de calor. Estoy agarrada al borde de la piscina, el pelo va rozando mis hombros con el vaivén del agua haciéndome cosquillas en ellos. Noto burbujas de oxígeno en casi toda mi piel, que me hacen cosquillas al moverme. Tomo aire y me sumerjo bajo el agua, sintiendo así la fría humedad en mi cara también. Comienzo a bucear de un lado a otro de la piscina. De repente choco con alguien, mi primera reacción es subir a la superficie para pedir disculpas, pero me abraza la cintura y me besa antes de que yo pueda hacer nada, abro los ojos y para mi sorpresa es mi primo. Salimos a la superficie, nado hacia las escaleras para volver con el resto de la familia ya que esto no puede ser. Aunque queramos… somos familia y no está bien.

Cuando Daniel se percata de mi intención, me coge de la mano y me guía hasta el borde de la piscina. Yo me agarro una vez más a ese filo, mirando hacia afuera… intentando hacer como que no pasa nada, como que no ha ocurrido lo que ha ocurrido. Se pone a mi lado, mirándome fijamente a los ojos y comienza a hablar conmigo. Me relajo, pensando que ya había pasado el peligro. Me dejo llevar por la conversación, es muy agradable sentir el agua acariciando mi piel y la brisa rozando mis sentidos erecta mis pezones. De pronto una mano furtiva se desliza entre mis piernas, rápida y tentadora. No puedo evitar morderme el labio, y mi primo esboza una sonrisa… pues me ha pillado, ahora sabe que me apetece exactamente lo mismo que a él.

Se acerca aún más a mí y noto en mi pierna algo duro que también se mueve junto con el agua y que de sólo imaginar sentirlo con mis manos, hace que mi respiración se acelere. Se pone justo detrás de mí y aprieta su erecto pene entre mis cachetes mientras me respira en la nuca y me dice con la voz ronca por la excitación: “Mira prima, lleva muchos años deseándote. Quiere sentirte bien, ¿qué me dices?”; “Aquí hay mucha gente, Dan. Busquemos un sitio más tranquilo”.

Salimos del agua y buscamos un sitio más tranquilo para poder estar cómodos. Vemos unos arbustos al fondo del recinto, donde no se ve que haya nadie pasando el día. Saltamos los arbustos y nos tumbamos del otro lado, uno junto al otro. Aunque las malas hierbas pinchan no podemos reírnos ante la situación. Tantos años gustándonos y sin atrevernos a hablar de ello porque está mal visto. Ahora por fin ha llegado el momento de abrazar y besar a mi querido primito. Nos miramos a los ojos ansiosos de pasión. Por fin nos acercamos, juntamos nuestros labios y saltan las chispas; es todo pasión lo que arde entre nosotros. Él moreno, yo blanca como la leche… enroscamos nuestras lenguas y cada uno siente la saliva del otro.

Mete su mano entre mis piernas, acaricia mi coño y las saca llenas de humedad. Me mira a los ojos y se lame los dedos, después los mete en mi boca para que yo también saboree mis fluidos. Su mirada es una piscina donde nadar pues me mira con devoción y admiración, se nota que siempre ha estado esperando este momento. Sus ojos me recorren de arriba abajo, deleitándose en mis abundantes pechos, en lo duros que están mis pezones, en la curva de mi ombligo y se deleita con mis caderas. Se mueve como una serpiente y enrosca su lengua alrededor de mis grandes pezones… los lame, los devora y se alimenta de ellos. Siento cómo se aprieta contra mí y me dejo llevar, lanzo mi mano a su bañador y la meto dentro. Le sobo la polla, esa dura y oscura polla que está hecha para pecar. La froto suave pero con firmeza y bajo hasta sus huevos, que también están duros… uhmmm es una delicia lo que toca mi mano y cómo palpita.

Él continúa bajando por mi cuerpo, aparta el biquini a un lado y se queda mirando mí ya mojado coñito. Lo mira con lascivia, admirando cómo el sol se refleja en su humedad. Mete dos dedos curiosos dentro, haciéndome gemir. No puedo evitar mover mis caderas arriba y abajo y sus dedos van cada vez más y más rápidos hasta que no puedo aguantar más y estallo en un gran orgasmo haciendo que se moje su mano entera y notando cómo mis músculos se cierran en torno a sus dedos una y otra vez de forma involuntaria.

“Cuántos años llevo esperando esto, primo. Tengo muchas ganas de tenerte dentro”. – “Lo que tú digas prima… yo también llevo mucho esperándolo”. Saca su duro y palpitante falo del bañador y lo apunta directamente a mi vagina. Se deja caer sobre mí, notando aún cómo sólo está rozando con la entrada de mi embriagada vagina. Coge mis manos, las entrelaza con las suyas y me besa. “Siempre he soñado con hacer esto prima”, y me la clava hasta el fondo haciendo que grite de sorpresa y un poco de dolor al sentir toda su enorme verga dentro de mí sin avisar. Me tapa la boca con un beso y me susurra al oído “shhh, no grites primita. Sé que la quieres toda para ti pero si nos pillan la tendré que sacar, y no quieres eso ¿verdad?”. Justo en ese momento la saca de mi interior haciendo que me sienta vacía. “No primo, no volveré a gritar. Voy a contenerme, te lo prometo… pero dámela ya por favor. Te necesito dentro de mí. No me hagas sufrir más.”

Volvió a meterla dentro, esta vez suavemente y hasta el fondo de mi agujero, haciendo que la sienta acariciar mi útero y poco a poco empieza a mover sus caderas, a la vez que yo no puedo evitar mover las mías. No puedo dejarle de mirar a los ojos, chocolate y leche mezclándose entre gemidos de placer. Empieza a acelerar sus embestidas, yo me muerdo los labios para contenerme porque no quiero que nos pillen. Baja sus manos a mis caderas para apretarme más fuerte aún, para clavarse más dentro de mí si cabe y empieza a moverse de tal manera que su pelvis frota mi clítoris a la vez. Se oye el chapoteo de su polla en mi coño, la siento palpitar dentro de mí y siento que no puedo más. “Me voy a correr primo, no aguanto más” le susurro al oído. “Sí prima, yo también me voy a correr”.

Ya no aguanté más y me vine, haciendo que mi vagina se estrechara con sus espasmos alrededor de su enorme polla. “¿Dónde quieres la leche prima, dentro de tu boquita o en las tetas?” “Dámela en la boca primo, para que no queden huellas de lo que aquí ha pasado. Quiero tragarme toda tu lechita”. Se tumba en el césped, y rápida me abalanzo sobre su verga deseándola como nunca… jamás había tenido una polla tan oscura en mis manos, y menos aún en mi boca. Oh si, noto sus venas perfectamente con mi lengua… siento cómo palpita. Acelero el ritmo y en seguida noté sus espasmos: uno, dos, tres y hasta cuatro espasmos que me regalaron su leche. Ésta salía directa contra mi campanilla con fuerza. Me la tragué toda y conseguí que no se me escapara por la comisura de los labios.

Me puse bien el biquini y a él el bañador y me tumbé a su lado diciéndole lo tremendo que ha sido. Me inclino hacia él para besar sus carnosos labios una vez más antes de tener que fingir que somos sólo primos, y no amantes natos. Nos damos el último beso y nos levantamos, salimos de los setos y llegamos justo a tiempo para cantar el cumpleaños feliz y soplar las velas de la tarta. Nadie nos ha echado de menos y podemos terminar el día como otro año cualquiera, como si nada hubiera pasado. Para mí sin embargo ha sido el mejor día de piscina que jamás he tenido.