Cumpleaños
Una chica cumple su 18 aniversario con el tío que desea follarse de su clase.
Hola, amigas y amigos. Mi nombre es Yaiza, tengo 18 años recién cumplidos, ni gorda ni flaca, cuerpo bronceado, buenas tetas (uso una talla 105), un metro sesenta de estatura y pasaré a contarles una dulce historia que me pasó esta primavera.
Vivo en las Islas Canarias (estoy morenita todo el año) y aquí el 2º idioma más hablado es el alemán, por lo que es muy recomendable estudiarlo para tener un currículum atractivo hacia las empresas de hostelería, que son mayoría por aquí.
Este fue mi tercer año en la academia y cabe decir que cada vez se complica el aprendizaje un poco más.
Desde el segundo año, hay un compañero de clase un poco particular. Se llama Fran, tiene 36 años y estuvo casado 5 años con una alemana. El dice que estudia porque el saber no ocupa lugar y porque le resulta relativamente fácil ir aprobando un año tras otro. Al final conseguirá el título oficial si ningún esfuerzo.
Este hombre es una persona muy bien conservada para su edad y además, tal y como lo vas conociendo es realmente cautivador. Nuestra relación en clase no pasaba de las consultas directas que le hacía, ya que en cuanto observé que tenía mucha facilidad para el idioma, procedí a mudarme a su lado.
Mi historia empieza una tarde de Marzo cuando estaba con mis amigas en el centro de la ciudad. Estábamos hablando de chismes entre nosotras cuando, justo delante nuestro empezó a aparcar un bonito descapotable que ¡era conducido por Fran! Empezamos todas a cuchichear mientras aparcaba. Nos dejó a todas sorprendidas cuando aparcó en solo una maniobra. Cuando bajó del coche advirtió mi presencia y se dirigió a mí para saludarme. No sé por qué pero yo me adelanté.
Caramba, que maniobra tan perfecta. ¿Todo lo haces tan bien?
Lejos de ruborizarse o de soltar cualquier estupidez típica de los tíos, me contestó al oído.
Te sorprenderían las cosas que se hacer bien.
Entonces la ruborizada fui yo. Desde ese día no paraban de venirme a la mente sus palabras, era la imagen de mis masturbaciones, incluso cuando follábamos en el coche de mi novio, se me aparecía y veía su cara en la de mi novio.
La relación con Fran se fue estrechando en clase y fuera de ella. Yo buscaba cualquier excusa para estudiar, repasar en la biblioteca y preguntarle dudas constantemente.
Te veo muy indecisa últimamente. ¿Estás nerviosa por algo? Si sigues con estos nervios no pasarás de curso, debes relajarte.
Con él era todo muy fácil. Tenía una confianza absoluta. Era tan serio y tan ayudado que un día le comenté que me estaba enamorando.
Mira Yaiza, lo nuestro es imposible. Tú no debes enamorarte de mí. Hay muchísimos chicos de tu edad que venderían su alma al diablo con tal de estar contigo. Además tienes 17 años y yo soy muy drástico en estas cosas. Eres menor de edad y te respetaré siempre.
Aquellas palabras no hicieron más que excitarme de sobremanera y admirarlo más todavía.
Fue pasando el curso y mi admiración por Fran iba in crescendo. Éramos como una pareja padre-hija. Reíamos, estudiábamos juntos a menudo y era de excelente ayuda en el estudio, mis notas iban mejorando examen tras examen.
Llegaron los exámenes finales y casi no pude contener mi indignación, pues el último de ellos coincidía con el día de mi cumpleaños. Pero me callé. Callé y recordé las palabras de Fran: "tienes 17 años y yo te respetaré".
Allí empecé a planearlo todo. Decidí follarme a Fran el día de mi 18 cumpleaños. En mis ansias de que aquel hombre me poseyera, discutí con mi novio. Lejos de deprimirme, me volví más fría y calculadora.
Llegó el día y una vez terminado el examen, quedé con Fran para tomar un cubata en un local cercano a la escuela. Al primer cubata le siguió otro y otro más. No quedaba ninguna vergüenza en mi cuerpo cuando le dije.
A estas copas invito yo, que soy mayor de edad al fin.
A esta noticia le siguió un sutil pero claro acercamiento de Fran hacia mí. Podía oler su perfume varonil, su aliento, su grave voz. Pero no me atreví a pedirle que me follara donde fuera, estaba toda mojada y no me atreví a decirle nada.
Mi sorpresa vino al despedirnos.
Ya que tú pagaste esta ronda, deja al menos que yo te invite a algo.
Entonces me estampó un beso maravilloso, su lengua era como una serpiente en mi boca, me envenenaba de lujuria. Yo gemía de placer, me deshacía en sus brazos. ¡Dios mío, que beso!
Por favor Fran, enséñame todo lo que sabes hacer bien.
Sin mediar palabra fuimos a su casa en la montaña. Tenía un gusto exquisito, a la belleza de la casa había que sumar la exquisitez de los muebles, perfectamente escogidos.
Tomamos un refresco mientras me enseñaba la casa. Lo último que me enseñó fue la alcoba. Tenía una cama enorme de 2m x 2m. Me senté en ella, me eché hacia atrás levantando un poco mi trasero cuando me fijé que me miraba mucho la entrepierna. ¡Joder! Estaba tan mojada que se notaba la humedad hasta en los pantalones. Quise cubrirme, pero no me dejó. Me hizo levantar y quedamos los dos al borde de la cama.
Me besó como nunca, yo gemía y gemía. Dijo que me relajara y que le dejara hacer.
Sus besos pasaron de mi boca al cuello, a mis brazos, mis muñecas, a la punta de los dedos.
Empezó a quitarme la blusa con lentitud, me hizo dar la vuelta, entonces besó mi espalda mientras me acariciaba las tetas por encima del sujetador. Sus besos bajaron hasta el cierre del sostén, abrió el cierre con sus dientes y quedaron al descubierto mis firmes pechos. Entonces volvió a darme la vuelta y procedió a besarme los pechos con una dulzura increíble, mis pezones estaban tan tiesos que me dolían.
Sus besos fueron bajando y bajando. Creo que tuve un montón de mini orgasmos, nadie me había hecho gozar tanto hasta ahora. Me quitó los vaqueros, los calcetines, los zapatos y quedé ante él sólo con unas braguitas negras. Como era de esperar, empezó a quitármelas con los dientes. Ahí no pude evitarlo y cuando su lengua rozó el inicio de mi raja, me corrí como una loca. Toda yo era un charco de flujo. Quedé semi-inconsciente sobre la cama y cuando recuperé el sentido allí estaba Fran con una cuchilla de afeitar, jabón, toalla, un barreñito de agua caliente y una cremita de áloe vera.
¿Qué haces?
Voy a afeitarte esta dulzura de coño que tienes. Verás que bien vas a sentirte luego.
Estaba a su total disposición, le dejé hacer. Puso una toalla bajo mi culo, me mojó la zona con agua caliente, añadió jabón y procedió a depilarme.
¡Que fresquito! Que sensación tan maravillosa tener el coño sin un pelo. Entonces Fran me dio un espejito y allí pude ver toda su obra al completo. Me sentía toda una mujer, estaba súper orgullosa de mí misma.
Entonces me di cuenta de que él continuaba completamente vestido. Me levanté y procedí a la misma operación que me hizo a mí.
Besé sus labios, su torso, su espalda, su abdomen, le quité los pantalones y lo dejé en bóxer. Allí dentro del bóxer había algo que se movía amenazador. Decidí averiguar cómo era.
¡La madre que te parió! ¿Dónde vas con eso?
Aquel pedazo de carne era lo más gordo que había visto nunca, debía medir unos 18 cm. de largo pero era tan gruesa que no podía rodearla con la mano, era casi como un vaso de cubata.
Este es tu regalo de cumpleaños. Disfruta de él.
Tenía una polla fabulosa. A él no tuve que depilarlo porque estaba todito su sexo afeitado. Yo casi lloraba de alegría.
Empecé a chuparle la polla como podía, casi no me cabía en la boca, estaba dura como una piedra. Al abrir tanto la boca, la saliva me caía por las comisuras de los labios. La polla le brillaba de tanta saliva que tenía encima. Sus testículos eran como dos pequeñas campanas, que también chupé y chupé.
Yo quería que se corriera, que me diera su leche, pero se apartó.
Ahora me toca a mí darte placer.
Tras estas palabras, procedió a hacerme una comida de coño magistral. Pasaba su lengua por dentro, por fuera, me follaba con ella, me sentía como una reina. Todo un maestro que me hizo correr 2 veces más.
Yo estaba cubierta de sudor, no podía soportar tanto placer, pero quería sentir aquel rabo dentro de mí inmediatamente. Mi solicitud fue atendida de inmediato. Fran se tumbó en la cama boca arriba, se puso un condón y me dijo.
Fóllate esta polla hasta donde puedas, disfruta de ella, cabalga. Es toda para ti.
Miré el rabo que me iba a perforar y me puse sobre el tremendo miembro. Empecé a bajar despacio, su cabezota dilató la entrada de mi coño y yo me sentí tan colmada de placer que me corrí enseguida. Tan fuerte fue el orgasmo que perdí el equilibrio y caí toda yo sobre mi amante ensartándome su polla hasta los cojones.
Los ojos me saltaban de la sorpresa, gritaba de dolor y de placer, pero yo no me levantaba. Estaba tan llena de polla que la sentía en mi garganta. Seguí gritando y gritando hasta que me relajé un poquito y empecé a subir y bajar. Era la locura total, me corrí otra vez soltando palabras inconexas, estaba fuera de mí y sin un ápice de fuerza.
Salí de encima de él y me hizo poner a cuatro patas. ¡Dios mío que delicia! Esa polla me estaba matando de placer, entraba y salía de mí con una cadencia majestuosa, yo tenía la cabeza metida en un cojín para no oírme gritar.
En un momento dado, mientras taladraba mi recién peladito coño, me metió un dedo en el culo y empezó a moverlo adentro y afuera. Era demasiado para mí. Volví a correrme como una loca, creí que se me paraba el corazón. Intentó metérmela por el culo, pero era demasiado gorda, no podía soportarlo. De la misma manera que no podía soportar que mi amante aún no se hubiera vaciado. Con las pocas fuerzas que me quedaban, le quité el preservativo y empecé a masturbarlo lentamente.
Córrete en mis pechos, dame tu leche cabrón.
Se incorporó un poco y él mismo fue dándole más ritmo a la masturbación. Apuntó a mis pechos pero el primer chorro fue a parar a mi boca, salía con una presión bárbara. Me inundó toda de semen: barriguita, pechos, cara, pelo.
Luego me confesó que llevaba un mes sin estar con ninguna mujer y que por eso estaba con los depósitos llenos.
Cuando me llevó a casa me hizo prometerle que jamás me enamoraría de él, que follaríamos todo lo que yo quisiera, pero que tenía que buscarme un hombre de mi edad.
Ahora llevamos 2 meses viéndonos cada 7 ó 10 días en unas sesiones brutales de sexo. Aún no pude ofrecerle mi ano, pero me compré un dilatador anal en un sex shop y practico con él a menudo. Cualquier día de estos le hago un regalito yo a él.
Yaiza.