Culto a la polla negra (1/4)
Esta es la historia de mi esposa Anna y mia en la que por caminos diferentes nos engolfamos ambos, atraídos por las grandes pollas negras...
Culto a la polla negra (1/4)
Anna….. La protagonista del relato.
Vilma…. Abogada y amiga de Anna que la lleva a engolfarse… Es una golfa.
Layla y Debra…. Amigas de Vilma y engolfadas a la polla de Jason.
Lisa….. Secretaria lesbiana de Vilma.
Jhon…. Marido de Anna… Guardia de prisión y cornudo.
Dele…. Marido de Vilma….Guardia de prisión y cornudo.
Jason… Preso convicto que se folla a todas las mujeres de guardias.
Capitulo 1.- Así comenzo Anna, poco a poco, a engolfarse.
Cuando miro a mi esposo, que está sentado en una silla plegable, acariciando su polla (la que yo solía pensar que era suficiente para mí), no puedo dejar de gemir con fuerza al sentir como una gran polla negra se estrella contra mi coño, abriéndolo de una manera que nunca me imagine que eso sería posible.
Él, se quitó su uniforme de guardia de la prisión y está desnudo, a un metro de mí, masturbándose… Le veo que lleva un tapón en el culo por orden de nuestro Amo negro, un preso llamado Jason… Mi esposo ve que, tras haberme hecho pasar por la esposa del preso, me encuentro siendo follada por segunda vez por este enorme negro... Y es que la primera vez, el Amo no le permitió mirar como me folló... Quería tener máxima intimidad y poderme manejar a su gusto.
Vuelvo a mirar con incredulidad y asombro a mi esposo, que me está observando, disfrutando de ser un cornudo ante un pollón negro más largo y gordo que su polla… Y me doy cuenta de que no le importa… Nuestra vida sexual cambió para siempre en el momento en que acepté esto por primera vez y porque él me lo pidió… Ahora, ambos pertenecemos a nuestro Amo y le damos todo el placer que nos exige… Disfrutamos mucho, mucho, mucho.
¿Quieres saber cómo terminé siendo una más de las falsas esposas blancas de este convicto Jason, y de la que soy su puta durante dos o tres horas cada semana?... Si lo quieres saber, esta es la historia...
.... .... ..*..
Me sorprendí y mucho cuando Jhon me dijo que íbamos a una barbacoa con algunos de sus compañeros de trabajo... Digo esto porque desde que nos mudamos a esta ciudad, no habíamos encontrado amigos de nuestra edad, que rondaba los cuarenta años.
Mi trabajo como representante farmacéutico no generaba realmente oportunidades para ello y Jhon no se caracterizaba por ser demasiado social... Así que estaba un poco aburrida y extrañaba nuestra anterior ciudad, pero desgraciadamente mi esposo fue trasladado aquí –trabaja como guardia de prisiones- y yo puedo hacer el mío prácticamente en cualquier parte del país.
Llegamos a la casa y nos abrió la puerta una mujer muy guapa… Tan guapa que Jhon quedó aturdido, como si no pudiera hablar ante una mujer así de guapa... Yo también me considero guapa pero es que esta mujer me pareció de portada de una revista de moda… Quiero decir con ello que si yo fuera lesbiana me habría enamorado de ella.
La mujer llevaba un vestido de verano y medias de nylon… Me pareció extraño para un caluroso día de verano usar medias de nylon y menos en este tipo de fiesta… Yo, para el trabajo, si las suelo usar porque a los hombres les gustan y me vienen bien para excitarlos y así aumentar las ventas.
Nos saludó con una amplia sonrisa, que la hizo más bonita si cabe, dándonos la bienvenida cuando entramos:
- "Hola, soy Vilma… Por favor, entrar."
Como Jhon se quedó sin habla, fui yo la que tuvo que hacerlo todo… Así que alargué mi mano y le respondí:
"Hola, soy Anna… Y este es Jhon."
"Me alegra que finalmente hayáis podido venir... Mi esposo Kyle me ha contado muchas cosas sobre ti, Jhon."
"¿De verdad?", preguntó mi esposo, como si esto fuera algo ridículo decirlo ella.
"Disculpa a mi esposo", le dije, dándole una mirada como diciéndole: ‘Deja de babear ya de una vez.’
"Lo siento", se disculpó… Parecía más confundido que aturdido por su belleza… Añadió, tratando de explicarse: - "Parece que te he visto en algún sitio."
"Quizás… Voy algunas veces a la televisión", respondió ella.
"Oh… ¿A qué programa?", le pregunté.
Vilma miró a mi esposo y luego volvió a mirarme y me contestó:
"Soy fiscal del distrito."
"Aah, muy impresionante", dije.
"Es un trabajo como otro cualquiera", se encogió de hombros, sin mencionar que además era abogada.
‘Guapa e inteligente es una gran mezcla’, pensé.
"Más emocionante que el mío", le dije.
"¿Qué haces, tú?", me preguntó Vilma, mientras yo me daba cuenta de que mi esposo estaba mirándole sus piernas cubiertas con medias nylon.
"Vendo drogas", respondí, en broma.
"Vas a ser pues mi nueva mejor amiga", sonrió Vilma, cogiendo mi mano… Luego le dijo a mi esposo: - "Kyle creo que está por allá… Ve a buscarlo."
"Vale", dijo, mirando hacia sus piernas una vez más antes de dirigirse hacia la dirección que Vilma le señalaba.
"Lo siento", me disculpé una vez que mi esposo salió en busca de Kyle.
"¿Por qué?", me preguntó.
"Mi marido estaba babeando mirando tus piernas", le dije.
"No me di cuenta… Serán las medias", dijo, probablemente tan acostumbrada que ya no hacía caso de las miradas de los pervertidos ojos masculinos.
Vilma me llevó a la cocina donde otras dos mujeres estaban bebiendo vino... Me presentó a Layla y Debra, ambas esposas de guardias también, y noté que las dos llevaban medias de nylon.
"¿Esto es un club de medias de nylon?", bromee.
"Definitivamente, si que lo es", dijo Layla en un tono extraño.
"Y un club en constante crecimiento", agregó Debra.
"Creía que las medias de nylon no están de moda", dije, a pesar de que yo era una de las pocas mujeres que las usaban, pues muchas de las mujeres de negocios que conocía iban sin ellas.
"Las vamos a poner de nuevo de moda", dijo Debra… Quien habló era una guapa pelirroja con un vestido amarillo en conjunto con su pelo pelirrojo, sus ojos verdes y un cuerpo muy sexy... Ella era super amable… Me sorprendí gratamente cuando supe que Debra ejercía de maestra de un jardín de infancia.
"Ya lo veo", me reí.
"A nuestro hombre les gusta así", dijo Vilma.
Pensé en el hecho de que ella dijera "hombre" como si todas compartieran el mismo… Me resultó extraño, pero asumí que se había equivocado… ¡Oh, qué equivocada estaba!
"Lo importante es la marca", agregó Layla, una mujer gordita con los pechos más grandes que jamás había visto ... No podía imaginarme andar yo todo el día llevando esas cosas… Yo tengo unos pechos bastante grandes y me parecían pesados algunos días, pero los de ella eran de escándalo.
"Sí, la calidad se paga", estuvo de acuerdo Debra.
"Yo uso pantimedias por lo general", les dije.
"¿Pantymedias?"… Vilma mostró una expresión de desprecio y sintiéndose asqueada por la idea, dijo:
"Ese tipo de medias, fuera."
"¿Por qué?", pregunté asombrada.
"Porque estas sientan mejor", dijo ella, levantándose el vestido para mostrarme la parte superior de encajes que tenían las medias.
Me reí, un poco por su descaro, especialmente porque apenas hacía ni diez minutos que la había conocido… Le dije:
- "Yo también tengo un par como esas para ocasiones especiales."
También noté por primera vez que ninguna de estas mujeres llevaba sujetador,... a menos que fueran sin tirantes.
Mientras pensaba esto, Vilma me cogió de la mano y me llevó fuera de la cocina hasta su habitación… Me dijo:
"Es hora de cambiar tu vida."
"¿Cómo?", le pregunté, ante esta extraña conversación.
Soltó mi mano, fue a su cómoda y me lanzó un paquete de medias.
"Ponte esto."
"¿Quieres que me las ponga?", le pregunté, sorprendida al ver que ella me estaba dando unas medias de nylon para que me las pusiera.
"Sí, póntelas y verás como nuestros hombres te miran las piernas y te encontrarás más sexy", explicó, como si ya fuésemos buenas amigas y no extrañas que se conocieron hace quince minutos.
“Estas son las medias de nylon más transparentes y suaves que he usado", le dije.
"A Jhon le gustará", dijo Vilma.
"Seguro que sí", le respondí agradecida.
"¿Quieres realmente excitarlo?", me preguntó ella.
"Claro"… Me encogí de hombros sin saber cómo.
"Quítate el sostén", sugirió.
"¿Qué?... ¿Por qué?", le pregunté… Esto no es lo que esperaba.
"Porque es divertido jugar con las mentes de nuestros hombres", dijo, antes de añadir… "Todas nosotras vamos sin sostén."
Aunque pensé que era bastante raro, me encogí de hombros y dije:
- "Bueno, odiaría ser la única en resistirme"… Así que me quité el sujetador y lo metí en mi bolso.
Regresamos a la cocina y Debra me felicitó, diciendo de inmediato:
"Estas medias realmente acentúan tus piernas."
"Oye, no pretendas liarte con ella si no quieres tener problemas conmigo", bromeó Vilma.
"Eres insoportable", dijo Debra, sacudiendo la cabeza.
"Sí, ya sabes que puedo serlo", dijo, dándome un guiño.
Estas extrañas coqueterías entre ellas me llevaron a pensar que quizá había lesbianismo entre ellas… Yo nunca había estado con una mujer, ni siquiera me lo había planteado jamás… No me sentía lesbiana, ni siquiera pensaba seriamente en eso pero la más mínima curiosidad por averiguar que pasaba se quedó en el fondo de mi mente.
La siguiente media hora hicimos ensaladas, charlamos sobre niños, sobre el trabajo, sobre cosas genéricas de la vida… Y de esta forma, yo las conocí a ellas y ellas me conocieron a mí.
Cuando entraron los hombres, no me sorprendió ver que mi marido se fijó por primera vez en los pechos de Layla… Kyle le presentó a mi esposo a las otras esposas, mientras que la cara de mi esposo se volvía de un rojo tomate otra vez mientras miraba primero los pechos de Layla y luego a la bonita pelirroja, Debra.
Kyle fue el anfitrión e incluso bromeó, mientras presentaba a Debra:
"Y esta encantadora dama es Debra… Ella es la jefa de su casa."
"Oye… Eso sólo es cierto en un 95 por ciento", protestó Carl.
"98 por ciento", corrigió Debra, aunque yo imaginé que probablemente sería el 99 por ciento.
Mi esposo, tratando al menos de ser un buen esposo, se acercó a mí y me besó… Luego, me miró perplejo, ya que notó que ahora llevaba medias de nylon.. Me preguntó, después de un rápido beso:
"¿Las llevabas puestas?"
"¿Te gustan?", le pregunté, levantando mi rodilla para dejarlo tocar la pura seda.
Puso su mano en mi rodilla y dijo, impresionado:
"WOW, son súper suaves y transparentes."
"Hablamos sobre medias y Vilma insistió en que me probara las que ella utiliza… Y me las regaló", le expliqué.
Cenamos en grupo, charlamos sobre todo y bebí un poco, lo que siempre me hace sentirme muy alegre.
Luego, las mujeres lavamos los platos mientras los hombres fueron a ver béisbol... Algunas cosas nunca cambian.
Charlamos un poco más y me sentí como si hubiera conocido a estas tres mujeres de siempre… Hablamos de películas y coincidimos todas en que nos follaríamos a Robert de Niro en un abrir y cerrar de ojos.
Al poco tiempo Debra, Layla y sus maridos se fueron y nos quedamos nosotras dos solas mientras nuestros maridos miraban la tele… Entonces Vilma giró la conversación al sexo.
"¿Con qué frecuencia folláis, tú y Jhon?”
"Esa es una pregunta muy personal", le dije, sorprendida.
"Kyle y yo follamos casi todos los días de una forma u otra", dijo.
"Claro que las hay y muchas" dije asintiendo y riendo.
"¿Nunca has follado con un brasileño?", me preguntó ella poniendo cara de vicio… Sin esperar mi respuesta cogió su teléfono y dijo:
"Bueno, vamos a solucionar eso."
"¿Solucionar, qué?", pregunté, viendo como ella llamaba a alguien.
Me hizo callar mientras hablaba por teléfono.
- "Junio, necesito una emergencia brasileña."
Mis ojos se agrandaron... ‘¿Me estaba reservando un brasileño?’, pensé
- "No, no es para mí… Yo ya estuve contigo hace tres días y estoy de momento saciada... Es para una amiga", rio mientras hablaba.
Yo estaba desconcertada e impresionada por lo que oía.
Me miró y después de un minuto de conversación, me preguntó:
"¿Puedes estar a las siete, mañana por la tarde?"
"Sí", le contesté... Después de que lo hice, me pregunté por qué había aceptado tan rápido.
"Sí, reserva esa hora", dijo Vilma al teléfono… Luego añadió: "Su nombre es Anna"... Después de otro momento de conversación ella terminó diciéndole: "Eres un amor."
Colgó el teléfono y me dijo: "Hecho."
"¿Me acabas de reservar a un brasileño?", le pregunté, aunque era bastante obvio que ella había hecho eso.
"Sí… Para eso están las amigas", asintió.
"No recuerdo haber visto eso en el manual de amistad"... Me reí.
"Necesitas leer entre las piernas", respondió ella con malicia.
"No estoy segura de querer uno", dije, sin responder a la implicación sexual.
"No se trata de querer, se trata de necesidad", dijo ella, terminando su vino.
"Bueno, pues lo diré de otra forma, no estoy segura de que necesite uno", corregí.
"Confía en mí y hazlo… Te sentirás como una mujer nueva", me dijo ella.
"Si tú lo dices", le respondí, sintiendo que como abogada, ella tenía demasiados argumentos para salirse con la suya.
Trajo un poco más de vino para las dos y luego me sorprendió una vez más con la pregunta:
"¿Alguna vez habéis hecho swinger”?"
"¿En un columpio?"… Bromeé, aunque estaba bastante segura de que sabía lo que ella me quería decir (hecho intercambio o entrega).
"Bueno, en algunas fiestas a las que he ido sí tenían uno", sonrió siguiéndome la broma.
"No… No hemos hecho swinger nunca", le contesté.
"No es por eso que te invitamos aquí hoy, aunque no estaría en contra de ello… Tú y Jhon sois una pareja muy atractiva", dijo.
"Gracias", dije… La conversación de repente me era incómoda pero también interesante.
"Lo siento, si estoy siendo atrevida… Es sólo que ...", dijo ella comenzando una frase pero se detuvo.
"Es sólo qué?", le pregunté.
"No importa", dijo ella.
"¿Qué?", pregunté de nuevo, queriendo saber.
"Lo siento, he hablado demasiado", me dijo.
"Vilma, dime", exigí.
"Es sólo que parece que vosotros dos necesitáis un empujón", dijo.
"¿Por qué dices eso… Nuestra vida sexual va bastante bien?", le pregunté.
"Sólo fue una corazonada", dijo ella.
Luego me hizo otra pregunta fuerte, fuerte:
- "¿Con cuántos hombres te has acostado?"
Me sorprendió… Realmente no necesitaba decirle nada, pero lo hice, tratando de mantener la conversación… Le respondí:
"Más de uno y menos de tres"
"Ooooh", dijo ella, como si esto fuera un poco triste.
"¿Qué pasa?", le pregunté, sin sentir que me hubiera perdido nada por joder sólo con dos hombres... Ambos fueron relaciones a largo plazo y me gustó que fuera así.
"¿Y con cuantas chicas?", me preguntó ahora.
"Dos menos que eso", le contesté.
"Tiene suerte de haberme conocido", dijo ella, como si fuera mi tabla de salvación.
"¿Por qué dices eso?", le pregunté.
"Porque necesitas explorar", dijo mientras se inclinaba y me besaba en los labios.
Me quedé estupefacta… Esta bonita mujer, casada, me estaba besando mientras nuestros esposos, que estaban abajo viendo la tele, seguro que no estarían besándose.
Obviamente debería haberla empujado... Sin embargo, tal vez fue el vino, la conversación o sus increíblemente suaves labios… Lo cierto es que no la aparté y le devolví el beso… Y por un par de minutos estuve besando voluntariamente a esta preciosa mujer.
Lo sentía tan natural, tan sensual y completamente diferente de besar a un hombre, que me gustó... Cuando ella rompió el beso, dijo:
"Eres una mujer muy bonita, Anna."
"Gracias", le contesté, con un escalofrío subiendo por mi columna mientras estaba sentada a su lado, aturdida y confundida.
"Espero no estar yendo demasiado acelerada", dijo.
"Eso si fue bastante acelerado", sonreí.
"Confía en mí… Iré un poco más lenta", dijo ella con una sonrisa.
Me hizo otra dura pregunta que volvió a dejarme descolocada:
"¿Hay alguna posibilidad de que el segundo hombre con el que follaste tuviera la polla negra?"
"No", dije, aunque mentiría si en alguna ocasión me hubiera preguntado cómo sería follar con un hombre negro... No lo sabia… Todas las mujeres se preguntan sobre el gran mito negro.
"¿Alguna vez has fantaseado con eso?", me preguntó ella.
"Abogo por el quinto", bromeé, respondiendo, sin responder, a la pregunta que me hacía.
"No sabes lo que te estás perdiendo", se rio ella.
Su tono y su sonrisa me hicieron preguntarle:
"No estarás follando con uno en este momento, ¿verdad?"
"Lamentablemente, no… Pero lo estaré mañana", suspiró.
"¿Qué?", le pregunté.
"Tengo un convicto que veo todas las semanas", dijo.
"¿Te follas a un convicto?", pregunté, pensando que eso estaba bastante mal moralmente.
"La mayoría de las veces él sólo me folla la boca", dijo sin rodeos.
"¡Oh, Dios mío!"… Jadeé.
"Grito mucho esa frase cuando él me está follando", continuó ella, claramente disfrutando de mis reacciones de asombro.
"¿Qué pasa con Kyle?", le pregunté.
"A veces él mira", contestó ella con toda naturalidad, como si eso no fuera absolutamente extraño.
"¿De verdad?", le pregunté… Cada respuesta que ella me daba, yo la utilizaba para hacerle más preguntas.
"Te recuerdo que somos swingers."
"Creía que esas eran orgías salvajes", dije, preguntándome si alguna vez podría hacer algo así… ‘¿Querría hacerlo?’, pensé... La humedad en mis bragas era abundante.
"Hemos estado en algunas de esas orgías salvajes, que dices, pero la verdad es que Kyle es mi cornudo", asintió ella.
"En cambio a ti te veo como una sumisa y necesitas dar más placer que recibirlo", dijo ella.
"¿Como sabes eso?", le pregunté asombrada.
"Lo veo en tu forma de ser y además, el hecho de que no te separaras de nuestro beso confirmó mis observaciones", respondió ella.
"Me sorprendiste con el beso y lo vi tan dulce y natural", defendí mi acción.
"No te engañes, la mayoría de las veces soy dominante tanto en el trabajo como en mi vida sexual… No soy tan dulce como crees… Por eso Kyle, es mi perra… Él sabe que no puede satisfacerme sexualmente por completo, y entiende que necesito hombres con pollas grandes para complacerme sexualmente", me aclaró.
"¡Oooh!", respondí asombrada por lo que me contaba.
“Kyle es lo que decimos un ‘cornudo’, ya que voluntariamente permite que su esposa folle con otros hombres, generalmente hombres mejor dotados que él, a menudo hombres negros, mientras que él puede o no mirar… Eso a mi me da igual con tal de que yo disfrute."
"Oooh", volví a repetír.
"Los cornudos, son hombres que por lo general se sienten muy satisfechos de ver que a sus mujeres se las follan hombres bien dotados que hacen el trabajo que el marido no puede hacer."
"A pesar de ser dominante, para la polla negra soy una puta sumisa que hago todo lo que me digan, y me encanta", dijo.
"¡Guau!" fue todo lo que pude decir.
"A Jhon le debe gustar lo mismo que a Kyle", dijo ella.
"No lo creo… Además, él tiene una buena polla de casi 18 cm", dijo reveló con orgullo.
"Eso está muy bien para un hombre blanco, pero yo necesito pollas de al menos 23 cm y esas pollas sólo las tienen los hombres negros.”
"Oooh… ¿Y tu marido no te folla?", le pregunté intrigada.
"Normalmente soy yo quien lo follo… Utilizo un dildo con cinturón y se la meto por el culo… No veas lo que disfruta chillando como una perra", respondió ella con una sonrisa maliciosa.
"¡Guau!", dije asombrada por esta revelación.
"Tendrías que probarlo tú con Jhon", dijo ella.
"No creo que a Jhon le gustase que le hiciera eso y tampoco estoy segura de que yo quisiera hacer eso", le respondí.
"Confía en mí… Jhon sería tu perra si tú tomas el control", me dijo ella poniendo su mano en mi pierna.
"Él es el que manda en el dormitorio… Es genial en la cama y soy feliz con mi vida sexual", le respondí dejándola tener su mano en mi pierna.
"Estoy segura de que crees que Jhon es genial y que eres feliz con tu vida sexual, pero esas opiniones dependen de la experiencia que tengas y tú no la tienes… ¿Nunca has soñado que estas follando con otro hombre que tiene una polla más grande que la de Jhon?
"Claro… Y ¿quién no?", le aclaré.
"¿Ves como fantasea?... Sólo las valientes y honestas consigo mismas, hace algo al respecto para subsanar esto."
"Eso es hacer trampa y es algo que nunca haría", le aclaré.
"Solo es trampa si tu cónyuge no lo aprueba", respondió ella.
"Jhon no lo aprobaría de ninguna manera", declaré.
"No estés tan segura… La mayoría de los hombres harán cualquier cosa para que sus mujeres se sientan satisfechas sexualmente, y una vez que entienden que sólo pueden conseguirlo permitiendo que a su mujer la folle una gran polla negra, generalmente lo aceptan", dijo, apretando mi pierna mientras se levantaba.
"De ninguna manera Jhon aceptaría eso" le respondí..
"Confía en mí… Ahora, vamos a ver qué hacen los hombres", me dijo.
"Vale", estuve de acuerdo, extrañamente decepcionado de que todo esto había terminado y me quedé con más preguntas que respuestas, dejándome en un torbellino de conmoción, asombro y desconcierto.
Nos dirigimos al salón donde nuestros maridos estaban viendo deportes en la tele... Curiosamente, creo que no sabría explicarlo, pero me sentía culpable... Y sin embargo, no tenía idea de por qué me sentía así.