Culos transeúntes
Los culos no me gustan tanto como las tetas, pero es más fácil mirarlos.
Vas por la calle ignorando que miro,
bajo tu ombligo y sobre tus dos piernas,
un sugerente par de nalgas tiernas,
que en mí provocan culpable suspiro.
No es de tu cuerpo lo que más admiro:
mis bajos instintos de las cavernas
prefieren lo que con sostén empernas,
a meter en ellas mi rostro aspiro.
Mas por encima moran esos ojos,
como protector que tu honor respalda,
y, vejados, descubren mis antojos.
Doy mil gracias a tu ignorante espalda
por no provocar molestos sonrojos
cuando estudio lo que oculta tu falda.