Culitos tiernos para un jardinero (10)

Después del encierro comienza la sumisión en libertad de las chicas. Sonia sera la primera. Comentarios a carlos_javier_gzlez@yahoo.es

Sumisión de Sonia.

El día siguiente de haber liberado a Elena y Vanesa, y por lo tanto 2 días después de haber liberado a Sonia, había llegado el momento de probar la sumisión prometida por las niñas, en especial a Sonia, ahora que yo había cumplido mi parte del trato. A las 12 de la mañana, envié al móvil de Sonia un primer mensaje: "Soy tu amo. Quedamos a las 16:00 en mi casa. Ponte vestido minifalda muy ajustado sin ropa interior. Responde OK". Envié también un segundo mensaje con mi dirección y con órdenes de llamar directamente al portero automático.

Una vez enviado el segundo mensaje (en torno a las 12:10), me senté en el sofá a esperar la respuesta de la niña. Los minutos fueron pasando y la respuesta no llegaba. Llegaron las 12:30, y ya pensaba que Sonia no iba a querer saber nada de mí, pero no era así, porque justo cuando estaba escribiendo un tercer mensaje para decirle qué es lo que pasaba, me entró un mensaje que decía: "Sonia OK. Gracias mi amo por lo del Sr. Roberts. Menudo susto le has debido dar". No podía creerlo. Aún en libertad, estas crías se iban a dejar someter a todas mis fantasías sexuales.

Terminé de trabajar a las 15:00, fui a casa y sobre las 15:50 ya había terminado de comer, me día una ducha en 2 minutos y me vestí con mi albornoz únicamente para esperar a mi esclava. Mi piso no era muy grande. Desde luego nada en comparación con los chalets en que vivían las 3 niñas, pero estaba muy bien. Era un ático con dos habitaciones, un salón grande y lo tenía bastante arreglado. El hecho de no tener vecinos más que debajo, ayudaría a que no se molestasen por los ruidos. A las 16:00 exactas, sonó el timbre el portero:

  • "¿Quién es?".
  • "Sonia"

Abrí el portal y dejé abierta la puerta.

  • "¿Hola?. ¿Mi amo, estás por aquí?", dijo la niña asomando la cabeza por la puerta.
  • "Pasa a la sala, al fondo del pasillo y cierra la puerta", ante lo cual Sonia hizo lo que mandé y apareció en la puerta de la sala.
  • "Quítate la chaqueta".

Se quitó la chaqueta que llevaba para no ser demasiado escandalosa por la calle y efectivamente vestía la ropa que yo la ordené. Un vestido minifalda azul pastel ajustadísimo, que marcaba todas sus curvas y que al no tener tirantes, sujetaba sus fantásticos pechos con dificultad. Era uno de esos vestidos que se puede recoger la minifalda hacia arriba y la parte superior hacia abajo, quedando la chica totalmente desnuda con el vestido en la cintura recogido totalmente como si de un cinturón se tratase. Llevaba unos zapatos con medio tacón del mismo color y el pelo recogido en una coleta. Estaba absolutamente espléndida.

  • "Hay que reconocer negrita que estas buena no buenísima. Quítate los zapatos para estar más cómoda. Date una vuelta que te vea bien". Sonia obedeció, se quitó los zapatos y se giró lentamente sobre sus pies, para dejarme ver su trasera. Su culo se veía realmente perfecto enfundado en esa minifalda tan ajustada. Mi polla hacía ya un bulto enorme bajo el albornoz.
  • "Supongo que no llevarás braguitas ni tanga, tal y como te ordené, ¿no?"
  • "No mi amo, no llevo nada, ni siquiera medias".
  • "Muy bien. Siéntate aquí a mi derecha", lo cual hizo al instante y yo me pegué a ella, echando mi brazo derecho por encima de sus hombros y mi mano izquierda a su rodilla. "Ahora que estamos los dos tranquilos, dime si has visto la cinta de video que te di, cuéntame si estos 2 días has tenido alguna relación y también dime tu impresión sobre estos días pasados en que te formamos como una buena esclava".
  • "Mi amo, pues sobre lo del video me dejasteis alucinada, porque no sabía que grababas todo. La verdad es que viendo eso parece que era yo la que te pedía sexo en lugar de lo que fue. En cuanto la vi fui corriendo a por un martillo, la rompí y quemé la cinta con un poco de alcohol. Por favor no dejes que nadie vea eso. Parezco una puta pidiendo que se la tiren. Si eso lo ve mi madre o mi padre, me mata fijo". Mientras Sonia iba hablando, yo aprovechaba para ir rozando con los dedos de mi mano derecha su teta derecha por encima del vestido, y para acariciar sus increíbles muslos con mi mano izquierda. "Haré lo que quieras pero no dejes que nadie vea eso, por favor".
  • "No te preocupes. Eso es una colección totalmente privada".
  • "Lo que más me alucinó es que en ese video que me has dado solo hay un hombre, que eres tú, porque luego se ven a otras 2 chicas jóvenes que tienen consoladores y me los meten. Yo creía que al menos erais dos hombres. Además me he dado cuenta que conozco a las dos chicas. Viven cerca de mí y mi ex novio es hermano de la rubia".
  • "Pues ya ves, te folló solamente mi polla y luego un par de consoladores atados a la cintura de mis dos esclavas. Ellas son esclavas mías más antiguas que tú. ¿Qué hay de mi segunda pregunta?".
  • "¿Sobre si he tenido relaciones estos días? Pues no, aunque mi novio ha intentado hacer las paces conmigo no he querido ni verle. Además como me has arreglado lo del Sr. Roberts, pues nada de nada. Ni siquiera me he hecho una manuelilla".
  • "¿Estás segura?. No me engañes, que como me entere de que me has engañado, me voy a cabrear mucho y te tendré que castigar como hice en tu iniciación".
  • "No mi amo. Te prometo que te digo la verdad y si algún día hago algo, te lo diré".
  • "No olvides que solo tienes permiso para mamar pollas contándomelo y nada más. Si quieres pasar de ahí, me lo debes consultar antes".
  • "Lo que tu digas, mi amo". Mientras seguíamos charlando, los pezones de Sonia se iban poniendo duros, en especial el de su teta izquierda, que después de haber acariciado descaradamente por encima de su vestido, se las había sacado por encima para poder sobar al natural, bajando el vestido hasta su cintura. Se la estrujaba, excitando más y más su pezón, mientras con mi mano izquierda acariciaba la cara interna de sus muslos. Los pechos de esta chica eran increíbles y además muy sensibles, porque a cada roce mío con uno de sus pezones, lanzaba un gemido.
  • "Bueno y ¿qué me cuentas de tu opinión sobre tu iniciación a ser esclava?".
  • "Pues que fue una pasada. Te pasaste tres pueblos conmigo, mi amo, sobre todo cuando me colgasteis del techo y me ibais dejando caer sobre algo que se me clavaba en el culo. No te imaginas lo que se siente al no poder hacer nada por impedir que algo que ni siquiera podía ver se metiese por mi culo. Menudo daño que me hicisteis. Lo demás, pues al principio si hubiese podido os hubiera matado a todos, porque me violasteis por todos los sitios. Sobre todo la sensación de una polla entrando y saliendo de mi culo por primera vez fue una pasada. Al principio parecía que me iba a desgarrar, pero al de un rato es una sensación realmente rara. Yo no diría placer, pero desde luego te hace sentir como humillada y como que ese hombre puede hacer contigo todo lo que quiera, lo cual a mí me excitaba mucho. Además nunca pensé que fuera capaz de correrme tantas veces en tan pocas horas, como me hicisteis esos días".
  • "Y que hay de tu desvirgación". Mientras iba preguntándole más cosas, le hice un gesto para que abriese las piernas, colocando su pierna derecha sobre el reposa-brazos del sofá. Al hacer eso, la minifalda automáticamente pasó a su cintura dejándome ver su delicioso coñito depilado, que inmediatamente comencé a acariciar.
  • "Pues me encantó. Al principio me hiciste un poco de daño, pero luego fue increíble. Mmmmmhhhhhh, mi amo, esto me encanta", dijo Sonia mientras sobaba sus tetas con fuerza con una mano y con la otra acariciaba con muchísima suavidad su clítoris.
  • "¿Y qué pensaste cuando te diste cuenta que habíamos afeitado completamente tu entrepierna?".
  • "Pues no me gustó nada, porque parecía una cría y se me veía todo. No me pareció de una mujer sino de una niña, pero si a ti te gusta...".
  • "Claro que me gusta zorrita, además en el fondo eres eso, una niña que tiene ganas de pollita, ¿no es así?".

Inmediatamente después de terminar la frase, me levanté, quité el albornoz y me arrodillé delante de la niña, que cerró los ojos pensando en que ahora venía una comidita de coñito. Se equivocó, porque de un solo golpe, clavé mi polla hasta el fondo de su conejito.

  • "¡¡¡¡Aaaaaaaahhhhhh!!!!!!, Dios, mi amo, eso no me lo esperaba ahora. ¡Que fuerte!".

Empecé a follarla con gran fuerza, metiendo mi polla hasta el fondo, para de vez en cuando sacarla completamente y verla entrar de nuevo, mientras mi mano continuaba masajeando su clítoris. Sonia gemía de placer y no tardó más de 5 minutos en correrse como una loca. Yo no paré de follarla ni mientras se corría ni después, con lo que tras su orgasmo, los gritos de placer eran aún más altos por la hipersensibilidad de su sexo. Después de otros 2 o 3 minutos la ordené levantarse, arrodillarse en el sofá y recortarse sobre el respaldo del sofá. En esa postura y desde atrás volvía a atacar su coñito. Varias veces sacaba mi polla completamente, para volvérsela a meter, hasta que en una de esas, se la saqué y cuando esperaba su entrada por delante se la clavé en su culito, que estaba totalmente relajado.

  • "¡¡¡Aaaaaayyyyyyy!!!", gritó con fuerza. "¡¡Nooo, por favor, basta mi amo, me has roto el culo!!".
  • "No te preocupes negrita, que tu culito aguanta esto perfectamente", le dije mientras no paraba de mover con rapidez mis caderas forzando su culo. "Tus jugos han lubricado mi polla perfectamente".

A pesar del dolor, la niña no hacía el más mínimo intento por evitar la entrada de mi polla y me dejaba disfrutar de su trasero a placer, mientras gimoteaba de dolor y mordía el respaldo del sofá.

Al cabo de 10 minutos de penetración anal, mi polla notaba que su esfínter estaba ya dilatado, permitiendo sin problema su completa salida y vuelta a entrar, arrancando gimoteos de placer de Sonia. Decidí acompañar mi enculada con un constante masaje en su clítoris con mi mano, para hacer que volviera a correrse justo antes que yo se la sacase y le ordenase sentarse en el sofá con un azote, para acercarle la polla a la cara e inundársela de esperma. Sus ojos, mejillas y labios quedaron chorreantes de mi leche.

  • "Bueno, negrita, ahora con la mano, vete limpiandote la cara y comiéndote hasta la última gota de mi leche mientras yo compruebo el estado de tu trasero, o sea que abrete bien de piernas". Sonia obedeció y comenzó a comer todo mi esperma mientras me permitía ver su culito, muy dilatado, pero en perfecto estado.
  • "No te preocupes, negrita, que el culito no lo tienes roto. Me parece que por este culo pueden pasar 100 pollas seguidas, que no se romperá. Lo que voy a hacer antes de que te vayas es dejarte un regalito aquí dentro".
  • "No, mi amo, que me vas a hacer. No me hagas daño".
  • "No te preocupes, pequeña, has sido buena y por consiguiente no te castigaré. ¿Cuando has tenido la regla por última vez?".
  • "Hace 17 días mi amo".
  • "Bien, pues te voy a meter estas bolas chinas en tu coñito, que deberás dejar ahí hasta que yo te las saque. No te preocupes que antes de tu próxima regla te volveré a llamar seguro. Pero hasta entonces tienes prohibido sacártelas. Si tuvieses algún problema, me mandas un mensaje al teléfono. Además con lo putilla que eres seguro que te gusta tener orgasmos de vez en cuando".
  • "No se lo que es eso de bolas chinas, mi señor".

Comencé a introducir en su vagina las 4 bolas unidas por la cuerdita. Las bolas eran bastante grandes, del tamaño de nueces más o menos, pero la lubricación de su coñito era enorme, o sea que entraban sin dificultad ninguna".

"Muy bien negrita si te has limpiado ya la cara, límpiame la polla con la lengua y puedes irte. Eres una excelente esclava".

Sonia me limpió la polla perfectamente, para lo cual se la metió en la boca y la lamió una y otra vez. Se arregló el vestido, se puso los zapatos y se marchó por donde había venido, despidiéndose con un "hasta luego, mi amo". Yo no terminaba de creerme lo que estaba pasando con estas crías. En el fondo estaba claro que eran unas golfillas y lo que querían era alguien que les hiciese correrse unas cuantas veces, sin importarles que les insultase o les hiciese algo de daño de vez en cuando. Por consiguiente siempre debía conseguir que se corriesen varias veces en cada una de sus visitas. Eso iba a ser fácil, si hacían todo lo que yo les decía como estaban demostrando.

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