Culitos tiernos para un Jardinero (02)

Ahí va la segunda parte del relato. Espero os siga gustando. Comentarios a carlos_javier_gzlez@yahoo.es

El día número uno de encierro.

Lo primero que hice fue obligar a las chicas a que llamasen a su casa para decir que el viaje y todo estaban bien. Vanesa me dijo que lo haría sin rechistar y así lo hizo, pero sin embargo su amiga dijo que no pensaba hacerlo. Nuevamente por desobediente, ante lo que tuve que aplicarla un castigo para que aprendiera a ser una esclava obediente.

  • "Está bien putilla, como prefieras. Vas a llamar seguro por las buenas o por las malas. Ya que prefieres por las malas, así será".

Sujeté con fuerza a Elena y solté la cadena de su collar. La llevé hasta el sillón de madera "de fabricación propia" donde la senté y até sus muñecas con las bandas de cuero a los reposabrazos, su cuello al respaldo con otra banda de cuero por encima del collar y sus piernas las até por encima de sus muñecas, de forma que quedaban completamente abiertas, dejando a mi disposición su conejito y su ano. Bajé el respaldo de la silla hasta unos 45º de forma que veía mejor su culito. Me retiré un poco para ver lo preciosa que estaba y la verdad es que estaba increíblemente bonita con su entrepierna depilada y abierta al máximo, dejando su coñito rubio abierto en un agujero del tamaño aproximado de un dedo de mi mano. Primero tenía pensado depilar su pubis completamente, pero quería que la doliese y que quedase perfectamente depilado, o sea que lo hice con cera. Había comprado uno de esos centros de depilado que calientan la cera. Nunca había utilizado algo así o sea que seguro que fue bastante torpe haciéndolo. Con la espátula de madera, pegaba en su pelo la cera bien caliente y tiraba despacio para hacerle daño y ver cómo se iban arrancando los pelitos. Las lágrimas le iban cayendo por las mejillas del dolor que sentía.

  • "Ya te dije putilla que cuando quieras puedes parar esto. Todo te pasa por no hacer caso a tu amo".

Elena aguantaba sin chillar a pesar de que se retorcía según iba arrancando su vello. Cuando terminé, también hice un par de pasadas a su entrepierna, que aunque estaba depilada tenía algún pequeño pelo. En ese momento si que chilló, cuando iba tirando de su clítoris pegado a la cera caliente.

Cuando estaba totalmente depilada, le di loción de afeitar, para que quedase suave como debía ser el coño de mi esclava.

  • "Bueno putilla ahora vamos a hacer algo bonito con esas tetitas tuyas. ¿Quieres tener un piercing?".
  • Elena se asustó muchísimo ante mis palabras.
  • "Basta, basta. Está bien haré esa llamada,... mi señor".
  • "Lo siento putilla eso no suena convincente, ya verás como al terminar con tus pezones vas a ser más obediente. Después veremos si llamas o te hago otro piercing en ese precioso clítoris que tienes".

Mientras se retorcía en la silla entre el dolor de su pelo arrancado y el miedo a lo que le iba a hacer, su amiga Vanesa miraba sin perder ojo lo que estaba pasando, sin decir ni una sola palabra. Hoy iba a probar a la chinita a ver si de verdad era tan sumisa como parecía.

Uno por uno y con cuidado perforé lo pezones de Elena con una aguja, para meterla 2 anillas de oro pequeñitas. Lo suficiente grandes para colgar una cadenita no muy pequeña de ahí. Elena se retorcía de dolor cuando la soltaba, pero solo gritaba y lloraba mientras le perforaba los pezones, por miedo a que le pinchase más.

Un hilillo de sangre bajaba por sus pezones una vez decorados, que limpié con alcohol para ver como chillaba un poquito más. Para terminar, le coloqué en cada arito una cadena que enganché a su collar del cuello, de forma que sus pechos parecían colgados de su collar. Cuando terminé, acerque la aguja a su clítoris y entones empezó a gritar de verdad:

  • "¡Está bien! Lo siento mi señor, llamaré a casa y haré todo lo que me digas. No volveré a ser desobediente. Lo juro. No me hagas eso por favor. Por favor ¡¡Ahí no!!".

Justo cuando estaba tocando su clítoris, paré y le puse el teléfono a la oreja. Mintió estupendamente a sus padres, o sea que ya tenía esclava para más tiempo. Cuando terminó de hablar, colgué el móvil y lo apagué. Me acerqué a ella todavía con la aguja de la mano, mientras ella sollozaba y me pedía que le soltase.

  • "Putilla has sido mala durante la noche y has intentado soltarte de la cadena. A pesar de que ahora has cumplido mis órdenes, te voy a poner la tercera anilla en tu precioso clítoris".

Elena gritaba desesperadamente mientras perforaba su clítoris con mucho cuidado y colocaba la tercera anillita de oro. Limpié a conciencia su coñito con alcohol, ante lo cual siguieron sus gritos.

Tardó 5 minutos en dejar de gritar, después de los cuales contemplé a placer lo increíblemente buena que estaba Elena en esa posición. Pensé en follarme su virgen e irritado coñito en esa posición, pero me dije que todavía no había ni siquiera desvestido a Vanesa, por tanto era el turno de mi esclava chinita. Antes de ir a por Vanesa, cogí el consolador pequeño de ayer, hice que Elena lo chupase entre sollozos y se lo metí por el culo. Para evitar que se saliese, puse una tira de precinto entre sus nalgas, haciendo que el consolador se quedase alojado en el culo de mi esclava hasta que yo se lo quitase.

  • "Hay que ir dilatando ese culito tan estrecho, ¿no crees, putilla?
  • "Si mi señor, lo que digas". Respondió entre sollozos por la humillación que le suponía estar allí desnuda en esa posición con su cuerpo totalmente a mi disposición, más que por el dolor de tener su culito ocupado por un consolador que ya conocía y que no era demasiado grande. Ya habría tiempo dentro de poco para dilatar más ese culito con consoladores realmente grandes.

Me dirigí hacia Vanesa, que estaba sentada contra la pared con cara asustada, mirando lo que le había hecho a Elena.

"Hola chinita. Creo que ya he jugado un rato con tu amiga. Ahora es tu turno".

Me acerqué a ella, le desaté de la pared y me senté en una silla a su lado. No tenía miedo de que escapasen, porque la puerta de la bodega estaba cerrada. Vanesa estaba inmóvil y aterrorizada por lo que le pudiese pasar.

  • "Me dijiste que tu también eras virgen, ¿no?"
  • "Así es...,....., mi señor". Casi se le olvida decir "mi señor", pero veo que tiene buena memoria.
  • "¿Eso quiere decir que nunca has hecho nada a un hombre?".
  • "No mi señor, nunca".
  • "¿No has tenido ni siquiera tentaciones de probar una polla, chinita?".
  • "No sé (se ruborizó) mi señor. Supongo que sí."
  • "¿Con cuantas mujeres te has acostado?".
  • "Solo con una mi señor, con Elena".
  • "No conozco a ninguna Elena. ¿Te refieres a la putilla?".
  • "Si mi señor".
  • "¡Por esta vez no te castigaré, pero te dije que aquí os llamáis putilla y chinita!. ¡Está claro!".
  • "Si, si, si mi señor. Lo siento, me refería a la putilla". Dijo muy asustada.
  • "¿Cuéntame que es lo que hacéis en la cama vosotras dos?".

Totalmente ruborizada, Vanesa comenzó a contar como se lo montan en la cama desde hacía 2 años las dos amigas. Antes mis preguntas, se sentía humillada, pero respondía a todas, contando con pelos y señales como a Elena le gusta que le coman el clítoris y el ano, pero que ella lo que más le gusta es que mientras le están comiendo el clítoris le meta un solo dedo por su coñito. Según iba contando eso, me iba excitando cada vez más al pensar en las dos niñas en la cama dándose placer.

  • "Está bien chinita. Ya os daré tiempo de demostrarme como os lo montabais en la cama las dos. Pero ahora voy a satisfacer tu curiosidad".
  • "Ayer a la noche le preguntaste a la putilla cómo sabe la corrida de un hombre. ¿No es así?".

Vanesa se puso tan colorada que no pudo responder. Lo único que pudo hacer fue doblar los hombros mientras miraba al suelo. Finalmente dijo:

  • "Señor por favor, no me hagas daño. Yo... me refería a ella. No pensé que me lo ibas a hacer a mí. Por favor no me hagas daño. Mi, mi,... mi boca es muy pequeña y no creo que pueda hacerte nada de eso".
  • "Está bien. Eso lo veremos. De momento has conseguido ponerme muy cachondo, o sea que algo habrá que hacer. Acércate a mí para que pueda tocarte y empieza por desnudarte completamente muy despacito, que quiero disfrutar de tu cuerpo."

Para mi sorpresa, no hizo falta "convencerla" de que se desnudase y empezó a hacerlo muy cerca de mí. Comenzó quitándose los zapatos, para lo cual se agachó poniéndome su culo perfecto cerca de mi mano, permitiéndome acariciar sus nalguitas a través de su pantalón vaquero. Cuando la toqué se asustó un poco, pero creo que bastó con que pensase en cómo forcé por el culo a su amiga para que se dejase tocar. Después de sus zapatos, se quito la camiseta, dejando al descubierto su precioso sujetador negro. Tenía unas ganas locas de que se quitase ese sujetador y finalmente ver sus grandes pechos con los que soñé bajo su bañador. Después se desabrochó los pantalones y se los empezó a bajar sin doblar las rodillas, por lo que pude ver por primera vez su culo, ya que llevaba un tanga negro precioso. Creo que tenía un cuerpo aún más bonito que el de su amiga y estaba seguro de disfrutara follándola por sus tres agujeros. Se quedó unos segundos agachada porque yo estaba sobándole un poco su precioso culo. Mi sorpresa fue que al sobarla el culo, pasé la mano acariciándola la entrepierna desde atrás y la tenía completamente húmeda.

  • "Vaya, vaya sorpresa chinita. ¿O sea que estas cachonda?."
  • "No señor, es que... no sé lo que me pasa".

Esta zorrita se había excitado según trataba a su amiga. Bueno, pues ahora iba a ver ella lo que es bueno. Se quitó el sujetador y el tanga, dejando su cuerpo totalmente desnudo frente a mí. Sus pechos eran increíbles grandes pero firmes, como me los había imaginado: dignos de una ‘playmate’ del año. El coñito no lo tenía tan depilado como su amiga pero lo tenía arregladito. Me levanté de la silla y le sobé un poco sus preciosas tetas, ante lo cual empezó a gemir cuando le pellizcaba los pezones. Después de unos minutos, me senté nuevamente en la silla.

  • "Chinita, ayer aprendiste a comer una polla viendo a tu amiga, o sea que ya sabes lo que hay que hacer. Además quiero que me abras la bragueta de mi pantalón con tu boca. No uses que uses las manos para nada". O sea que me volví a levantar y se las encadené con unas esposas a la parte de atrás de su collar, de forma que le quedaban las manos a media espalda.

Me volvía a sentar y Vanesa se arrodilló delante de mí. Me bajó el pantalón con sus dientes, con gran dificultad y cuando vio salir mi polla quedo enmudecida por su tamaño y sobre todo por su grosor.

  • "Señor lo siento pero no puedo hacerlo. No me cabe en la boca. Ya te he dicho antes que la tengo demasiado pequeña".

Cogí una fusta y le di os azotes en su lindo culo.

  • "Ya sabes lo que hay. O lo haces por las buenas o por las malas". Y le di otros dos azotes.

Inmediatamente empezó a lamerme la polla arriba y abajo. Intentó meterse en la boca el capullo, pero no le entraba. Era increíble, pero era cierto que no le cabía mi polla en su boca. Tenía una boca muy pequeña, posiblemente por sus rasgos orientales. La abría al máximo y no le entraba. Le di otros dos golpes con la fusta a ver si ponía más ganas, pero yo mismo dudaba que pudiese entrar. Seguía intentándolo, pero lo único que podía era lamer una y otra vez mi capullo, que cada vez estaba más excitado. Finalmente, como no podía moverse, la cogí la cabeza con las dos manos, le ordene abrir al máximo su boca y empecé a empujar.

  • "Mmmmmmmmhhhhhhhhhh, gggggghhhhh,...".

Sus gemidos eran cada vez más altos, porque no podía decir otra cosa, pero mi polla parece que se iba abriendo camino en esa boquita tan estrecha. Finalmente entró el capullo y luego fue más fácil. Con el capullo rozando su paladar y su lengua, empecé a follarle la boca con fuerza, mientras sus gemidos iban aumentando. Me movía adelante y atrás y me di cuenta que no le daban arcadas, posiblemente la sensación de tener los labios de la boca tan dilatados era mucho más fuerte que las posibles arcadas. Empecé a empujar mientras Vanesa seguía intentando chillar con los ojos desorbitados y respirando solo por la nariz. Increíble pero cierto: se la estaba metiendo entera, porque notaba que mi capullo golpeaba su garganta. Finalmente toda mi polla desapareció en la boca de mi chinita. Estaba excitadísimo. No creía que fuese capaz de aguantar eso mi esclava chinita. Me follé su boca con fuerza mientras ella trababa de liberarse inútilmente y mis huevos le golpeaban la barbilla. Estuve así por lo menos 15 minutos, follando la deliciosa boquita de la niña, hasta que me corrí con la polla totalmente metida en su garganta. Cuando ella noto mi semen corriendo por su garganta empezó a intentar toser, pero con su boca totalmente tapada, solo tosía por su nariz, por la cual empezó a rebosar mi corrida. Le estaba saliendo mi corrida por su pequeña nariz oriental. No sé si tragó mucho o poco de mi corrida, pero su cara se lleno de mi esperma, que le salía por la nariz a borbotones. La imagen era increíble. Al cabo de un par de minutos, Vanesa dejó de toser y dejó de intentar liberarse las manos de sus ataduras mientras mi polla seguía en su boca. Cuando la noté más relajada, le saque la polla de la boca. Como le había salido casi toda mi corrida por la nariz, su cara y mi polla estaban llenas de esperma.

  • "Muy bien chinita. Ahora puedes saborear mi corrida de verdad como querías porque me vas a limpiar la polla con tu lengua".

Con los ojos llorosos, pero sin decir nada, me limpio completamente la polla de mi esperma y su saliva y se relamió los labios para tratar de limpiar mi corrida de su cara llena de gotas de esperma. Cuando terminó de hacerlo, le volví a atar a la pared, pero sin soltarle las manos, para que no pudiera tocarse la cara y mi esperma se le secase y pudiese olerlo perfectamente como ella dijo a Elena la noche anterior.

  • "Mi señor, suéltame las manos por favor, me duele la boca como si me hubiesen dado un golpe en la mandíbula". Me dijo con voz entrecortada entre lloriqueos.
  • "Me parece que te queda mucho por aprender. ¿Te he dicho yo que hables?. ¡Solo debes hablar cuando yo te lo diga!. ¡Todavía no eres suficientemente obediente, esclava!, pero ya lo serás.

Le dejé en esa postura, no sin antes comprobar que no tenía absolutamente nada en la mandíbula y que si le dolía era solo por haberla dilatado. Yo quiero disfrutar de mis esclavas, pero no quiero hacerlas más daño del que sus castigos se merecen. Además debo reconocer que estaba impresionado de cómo me había follado la boca de mi pequeña chinita de 19 añitos. Nunca ninguna mujer se había comido mi polla entera y mucho menos había visto salir esperma por la nariz de una mujer, pero fue una experiencia increíble.

Una vez que terminé con Vanesa, retiré la ropa que se había quitado y miré a Elena, que seguía con su culo tapado por el precinto y por tanto con el consolador tamaño pequeño metido en su culo. Cogí entonces del armario un consolador más grande (el de tamaño mediano) y volví donde la pequeña Elena para hacer el cambio. Le retiré el precinto y le saqué el consolador tamaño pequeño. Tenía su culito ya bastante dilatado, y ahora se veían claramente el agujero de su coñito y el de su culo. El agujero de su culo dejaba ver su interior, pues era del tamaño de un dedo aproximadamente. Entonces acerque a su boca el nuevo consolador para que lo lubricase a chupetones, cosa que hizo sin rechistar. Empecé a metérselo poco a poco, para disfrutar de cómo su culo se iba adaptando a la forma del consolador. Elena empezó a tensar sus músculos mientras gemía a cada empujón que yo daba al consolador, puesto que este era considerablemente más grueso que el anterior. Cuando se lo metí entero, volví a sujetarlo con el precinto pegado a sus nalgas. Después de esto, volví a limpiar sus tres piercings con un algodón empapado en alcohol, que la hizo chillar nuevamente por el escozor.

Una vez cambiado el consolador de Elena, volví donde mi esclava chinita, que seguía con gotas de esperma bajo su nariz y en su mejilla, lo que le daba un aspecto increíblemente sensual. Le ordene que se pusiera en pie frente a mí. Me apetecía sobarla todo el cuerpo un rato: jugar con sus pechos, pellizcar sus pezones, sobar su maravilloso culo y jugar con su coñito. Se había portado tan bien con la mamada, que me apetecía seguir jugando con ella. Me di cuenta que su cuerpo era increíblemente perfecto. Sus pechos tenían el tamaño ideal para poder acariciarlos con la mano y su culo estaba duro y firme como a mí me gustaban. Tras sobarla un rato, me di cuenta que se lo estaba pasando bien porque tenía su entrepierna muy húmeda, o sea que me di cuenta que era el momento de cumplir mi sueño de follarme a una chinita y además virgen. De momento iba a dejar su culito para otro día y la iba a desvirgar de verdad. La desaté completamente y la tumbé en la mesa acolchada que tenía en el centro de la habitación. Tras ordenarla que abriese al máximo sus piernas, comencé a jugar con su clítoris. Ella gemía de placer mientras se lo tocaba y cuando empecé a comérselo, se la notaba totalmente en la gloria.

  • "¿Estás preparada para recibir mi polla, chinita?".

No me respondió, pero lanzó un gemido de placer, ante lo cual comencé a meterle un dedo en su coñito. Estaba empapado, o sea que entro con facilidad, aunque se notaba que su coñito no estaba acostumbrado a recibir objetos de tamaño similar a mi polla, porque un solo dedo ya lo llenaba. Comencé a jugar con un segundo dedo, pero no se lo metí. Quería desvirgarla con mi polla y no con los dedos. Para ese momento mi polla estaba ya completamente dispuesta a perforar su virgen chochito. Quería verle la cara mientras la desvirgaba, o sea que el segundo dedo lo utilice en su culito. Su ano era increíblemente estrecho, incluso más estrecho que el de su amiga, y el dedo lubricado con sus jugos entró con dificultad. Pensé en ese momento que cuando se la metiera por el culito, me iba a costar trabajo, pero seguro que lo haría. La saque los deditos, le ordene que se metiera dos cojines bajo el culo y se tumbar en la mesa. De esta manera podría ver su cara mientras la desvirgaba y también mi polla entrando en su coñito. Me puse de rodillas delante de ella y enfoqué mi polla a la entrada de su coño, que estaba bastante abierto. Vanesa estaba realmente excitada y sus pezones estaban duros como mi polla. Agarrándola con las manos sus dos pechos, comencé a intentar metérsela. Curiosamente la punta de mi polla entró bastante bien, pero llegó a un punto en el que le cambió la expresión de la cara. Ahí estaba su virginidad, y se estaba portando demasiado bien como para querer hacerla daño, o sea que fui empujando poco a poco según iba escuchando sus tenues quejidos de dolor. Empuje hasta metérsela hasta el fondo. Sentía en la polla la agradable sensación de un coñito virgen. Empecé a moverme lentamente mientras ella empezaba a dejar de sentir dolor, hasta que seguí follándola con todas mis fuerzas. Mi polla, para mi sorpresa entraba sin problema en el coño de mi chinita Vanesa gemía de placer y en esta postura se corrió una vez, chillando como una poseída. Entonces decidí introducir una variante en el juego. Le ordene que se levantase y de pusiese delante de Elena. Vanesa lo hizo sin rechistar. Una vez allí le ordene que se pusiera a cuatro patas y que comiese el chochito de Elena mientras yo me la seguía follando. Vanesa lo hizo sin rechistar a pesar de la cara que puso Elena y que luego volvería a castigar. Vanesa empezó a comer el coño de su amiga como ya lo sabía hacer y la simple visión de la escena me puso todavía más cachondo. Me situé detrás de Vanesa y se la metí al fondo de un solo empujón, con lo que arranque un pequeño grito de esta, que se amortiguó al hundir su cara en el sexo de Elena. Me moví rápidamente en el coñito de Vanesa y ella se volvió a correr antes de que yo se la sacara, me dirigiera a la cara de Elena y tras ordenarle abrir la boca, la follé la boca hasta correrme mientras su amiga seguía comiéndole el coño. Me corrí nuevamente en la boca de Elena aunque alguna gota se escapó a su cara. Ordené a Vanesa que limpiara esas gotas con su lengua, lo cual hizo con auténtica dedicación.

Estaba claro que Vanesa era mi esclava favorita y se lo había pasado muy bien. Espero que siga siendo tan servicial en el futuro cuando le haga cosas más difíciles de disfrutar.

Antes de salir de la bodega, volví a atar a Vanesa a su sitio y volví a cambiar el consolador del culo de Elena por el grande. Esta vez se lo metí sin lubricar por haber puesto mala cara cuando Vanesa le comía el coño. Antes de meterle el consolador vi que tenía el culo dilatado del tamaño de dos dedos más o menos, o sea que mi tratamiento iba surtiendo efecto. Todavía quedaban 2 tamaños de consolador para ese culito, aunque no sé si el último podría metérselo. Mientras le metía este nuevo consolador grito mucho, porque era realmente grueso y no le cabía. Tuve que apretar bien fuerte para meterlo a tope y reforcé el cierre de precinto con otras 2 tiras para que no se saliese de su culito. Cuando terminara con el tratamiento del culo de la niña, le iba a entrar por ahí cualquier polla habida y por haber. A la hora de comer, hice que Elena se sentase a la mesa sin sacarse el consolador. Me resultaba placentero ver lo derecha y despacito que andaba por la habitación con ese consolador metido hasta el fondo de su culo. A la hora de sentarse en la silla, casi no podía apoyar el culo, porque se le clavaba aún más el consolador. Después de comer, ordené a Vanesa que volviera a atar a Elena a su sillón de madera en la misma posición que estaba antes, cosa que hizo sin rechistar. Ya había tenido el consolador grande unas 3 horas en su culito, o sea que fui a revisar el estado de dilatación de su esfínter. Retiré el precinto y saqué con cuidado el consolador. La dilatación era ya realmente importante y el agujero del culo tenía un tamaño aproximado de 3 dedos míos. Vanesa estaba de rodillas a mi lado mirando con ojos desorbitados el tamaño del ano de su amiga. Me apetecía volver a follar el culito de mi putilla en este estado, o sea que ordené a Vanesa que pusiera su chochito sobre la cara de Elena para que se lo comiese, cosa que Elena hizo sin rechistar.

  • "Está bien putilla, creo que vas cogiendo buenos modales de esclava. ¿Es así?".
  • "Sí mi señor, no volveré a desobedecer tus ordenes".
  • "Más vale que así sea. Ahora viendo el estado de tu culito me están dando unas ganas locas de volver a follártelo. ¿Qué te parece?".
  • "Como quieras mi señor. Si deseas follarme el culo hazlo. Soy tu esclava".
  • "Está bien. Mientras te vuelvo a dar por el culo, come el coñito de nuestra chinita a la perfección. Haz que se corra antes que yo en su culo, sino te voy a volver a castigar".
  • "Está bien señor, le comeré el coñito como me dices. Haré todo lo posible por que se corra ella antes que tú".

En cuanto empezó a comer el coño a Vanesa, esta se la veía realmente excitada. Yo me saqué la polla totalmente erecta y de un solo empujón, la clavé hasta el fondo del culo de Elena. Ahora sí que entraba hasta el fondo. El estado de dilatación de su culito era tal que entraba sin la menor dificultad hasta el fondo y mis huevos golpeaban sus nalgas a cada embestida mía. Ahora que había visto que mi polla cabía perfectamente en el culo de Elena, no volvería a follarla hasta la mitad. Siempre se la metería hasta el fondo. Me podía mover en su culo con total libertad y ella no gemía de dolor. Aunque se seguía notando estrecho al final del recorrido de mi polla, la verdad es que me gustaba más follarla por el culo cuando lo tenía bien estrechito. De todas formas, ahora también era placentero. Empecé a jugar con las anillas de sus pezones y con las de su clítoris ante lo cual Elena daba gemidos de leve dolor. Aún tenía las perforaciones demasiado recientes.

Elena consiguió que su amiga Vanesa se corriera 2 veces antes de que yo le inundara el culo con mi leche. Por primera vez me corrí dentro del culo de mi esclava. Cuando terminé, las volví a atar a sus paredes por el cuello, y mientras Elena caminaba, se le notaba como su culo dilatado dejaba caer toda mi corrida por sus piernas, llegando casi hasta el suelo.

  • "Está bien, espero que sigáis siendo niñas buenas y no tenga que castigaros de nuevo".
  • "Tú putilla límpiate con la mano todo ese esperma que te chorrea desde el culo y lávate las manos con la lengua". Inmediatamente Elena cumplió la orden y lamió de sus manos todo el esperma de mi corrida.

El día había tocado a su fin, o sea que antes de dejarlas dormir, les deje que se aseasen bien y les di algo de cenar.

En un principio había pensado en dejar descansar el dilatado culito de Elena esta noche, pero luego cambié de opinión. Ate a Vanesa por el cuello a su pared dejando libres sus manos y sus pies. A Elena le até también a su pared por el cuello, pero le ate las 2 manos y los dos pies juntos por delante, de tal forma que quedaba en posición fetal, dejando su culo y su coñito totalmente a mi disposición.

  • "Bueno putilla, hoy te has portado mejor, por tanto no endureceré tu castigo más, pero aún me debes demostrar que eres una esclava cumplidora sin que te tenga que castigar. Por lo tanto volveré a llenar este culito con el consolador que tenías antes, para que durante toda la noche, se vaya haciendo a tamaños especiales. ¿qué te parece?".
  • "Mi señor, por favor ¡te lo ruego!, no me hagas eso otra vez. ¡Me duele mucho el culo!". Dijo entre sollozos y lagrimas. "¡No tienes derecho a tratarme así!. He hecho todo lo que me has pedido hoy mi señor. Por favor, te lo ruego".

Sin responderla, comencé a enfilar el consolador en su culito, ya más contraído y por lo tanto menos dilatado que hace unos minutos cuando se lo follé. En cuanto notó la punta del consolador en su culo y antes de que se lo metiese ni un milímetro comenzó a gritar desesperada.

  • "¡¡¡Por favor!!!. ¡¡¡¡Basta, basta...!!!. ¿Por qué me haces esto a mi?. Solo me torturas a mí y a Vanesa solo le das placer. ¡¡¡No es justo!!!. ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAhhhhhhhhhhh!!!!!!."

En ese momento, coincidiendo con su grito, sin decir palabra, empecé a empujar con fuerza el consolador de tamaño grande en su culito. Elena no dejaba de gritar y llorar mientras el consolador se iba alojando en su ano. La verdad es que me costó bastante esfuerzo volver a meterlo casi en su totalidad, como lo había tenido metido antes de mi última enculada. Eso demostraba que su culito era realmente elástico y por tanto me permitiría muchos juegos. Una vez metido entero mientras ella se retorcía sin parar de gemir, le pegue dos tiras de precinto entre sus dos nalgas para evitar que se saliese el consolador durante la noche.

La verdad es que el hecho de volver a meter el consolador en el culo de Elena me había vuelto a excitar totalmente y estaba empalmado a tope. Me fije en que con el consolador metido en el culo, su coñito se veía también un poco abierto, o sea que le metí un dedito por el chochito, ante lo cual se tensó muchísimo y dejo de lloriquear, mientras le dije,

  • "Bueno, putilla, espero que te vayas dando cuenta de que yo tengo derecho a todo contigo. Que hago lo que quiero contigo y que no tienes que quejarte de nada, porque yo soy quien te da de comer aquí. No me importa que tengas celos de tu amiga la chinita, pero cuando te portes como lo hace ella, entonces te trataré igual. Ya no pensaba hacerte nada, pequeña putilla esta noche, pero me has excitado, o sea que no se si desvirgar este coñito en el que casi no me entra ni el dedo".

Así era de verdad. Su coño era tan estrecho, que a pesar de tener un consolador enorme en el culo que le dilataba la entrada del coño, casi no cabía mi dedo.

Pensé que eso sería demasiado fuerte por ahora, follarle el coño virgen con semejante consolador por el culo era algo reservado a esclavas más avanzadas y acostumbradas que mis pequeñas, o sea que decidí follar nuevamente su boquita.

Le saqué el dedo del coño, y sin desatarla, me coloqué a caballo sobre su pecho, notando sus pezones anillados en mi culo y apunté con mi polla empinada totalmente a su boca.

  • "Bueno putilla, ya viste antes como tu amiga me comió la polla, ¿no?. Te has quejado de que te trato mal, pues a ver cómo eres capaz de comerme la polla en esta posición. Quiero que me demuestres lo obediente que eres y quiero notar mis huevos golpeando tus labios. Es decir quiero que te la tragues entera".

Elena, con los ojos abiertos como platos del asombro y a la vez llorosos por el dolor del consolador, se lanzó sobre mi polla para chuparla con gran fuerza. Chupaba con tanta fuerza, que era la mejor mamada que me estaba haciendo esta putilla. Sus mejillas se hundían y se acoplaban a la forma de mi polla, mientras movía la cabeza, conmigo encima de su pecho, lo poco que podía para comérmela mejor.

Era realmente fabulosa la mamada que me estaba dando. Entonces decidí que quería probar si realmente le cabía toda mi polla en la boca. Quería follarle hasta la garganta.

  • "Te advierto putilla que te la tienes que comer hasta el final y que no puedes dejar escapar ni una sola gota de leche cuando me corra ahí dentro".

Cuando dije eso, abrió los ojos como rogando que no lo hiciera, ante lo cual comencé a empujar yo con la polla para follarle la garganta. Le cogí la cabeza con las dos manos y empujé una y otra vez con fuerza hasta que entre sus fuertes arcadas que hacían que su cara se llenase de sudor y saliva, noté que mis huevos le estaban golpeando la barbilla mientras le follaba la boca. Ahora ya no hacía tanta fuerza con sus labios sobre mi polla, porque no podía sino contener las arcadas.

  • "Tienes una garganta realmente profunda y estrechita, ¿eh, putilla?. ¡Aprieta bien los labios y las mejillas sobre mi polla, puta, que no se te debe escapar ni una gota!".

Mis últimas embestidas mientras me corría fueron hasta el fondo. Mi escroto estaba alrededor de sus labios bien apretados y mi polla había desaparecido completamente en su boca cuando me corrí. En ese momento noté que sus arcadas eran mayores si cabe, pero no podía vomitar porque mi polla se lo impedía. En esa posición esperé 30 segundos, viendo cómo iba controlando sus arcadas que retorcían su cuerpo hasta los pies, pero no había aflojado ni un ápice sus labios, que tenían mi polla herméticamente cerrada en su boca. Se había trabado absolutamente todo mi esperma por primera vez.

  • "Esta bien putilla, no ha estado mal. Aprieta los labios a tope mientras te la saco que no quiero que se te escape ni una gota de mi leche".

Mientras le sacaba la polla de la boca, no soltó nada los labios, por lo que sus labios fueron recorriendo cada milímetro de mi polla hasta que se la saqué completamente. Mientras se la iba sacando, yo mismo me asombraba del enorme tamaño que había cogido mi miembro en el interior de su boca. No comprendía realmente como podía habérsela comido entera. Cuando la saque completamente, vi que en mi polla únicamente quedaba el brillo de su saliva, pero ni rastro de la corrida, por lo que mi esclava había cumplido con mi orden: se había tragado toda mi polla y se había comido mi corrida completa.

Elena quedó respirando muy profundo mientras parecía haber olvidado el consolador que seguía bien clavado en su culo. Su respiración se notaba agitada como consecuencia del esfuerzo que había realizado y sus arcadas habían desaparecido. Seguía tragando la saliva acumulada en su boca, posiblemente con los últimos restos de mi corrida.

  • "Esta bien putilla", dije mientras me levantaba y le daba un azote cariñoso en su precioso culito, "has terminado el día con buena nota. Si mañana me corroboras que vas mejorando como esclava, te iré retirando el castigo, pero hoy dormirás con tu culito lleno por el consolador".
  • "Hasta mañana pareja".

Las dos respondieron inmediatamente con un "hasta mañana mi amo".

Comentarios a carlos_javier_gzlez@yahoo.es