Cuídate de los idus de Marzo
Cesar se dispone a renovar sus mandatos en los idus en el senado de Roma. Mientras las esclavas de Cleopatra viven un intenso romance.
Vini, Vidi, Vinci (III): Cuídate de los Idus de Marzo
Roma, Hacienda de Bruto
El ambiente era de nerviosismo, Marco Bruto había reunido a unos sesenta y siete adictos a su causa. Entre los reunidos destacaban Casio Longino y Décimo Bruto a parte de un importante conjunto de senadores y otras cabezas de la nobleza. Todos cuchilleaban nerviosos y expectantes de las noticias recibidas. Marco renuncio a pedir ayuda Cicerón, aunque había tenido números declaraciones en contra de la dictadura creciente de Cesar no terminaba de fiarse de él ya que anteriormente lo alabo con profusión. Uno de los reunidos tomo la palabra llamando la atención a los presentes.
- Queridos amigos, gracias por venir a la casa de nuestro anfitrión. Todos sabemos porque estamos aquí. La noticia de que Cesar a reclutado a 16 legiones que están la costa adriática es funesta. Semejante ejército solo puede significar una cosa. Desea imponer de una vez por todas su voluntad, eliminando los últimos reductos de la república. Nuestra libertad está en juego. Debemos oponernos a él o dejaremos de ser ciudadanos para pasar a ser súbditos.
- Eso no lo sabes. Dice que es para realizar una campaña contra los partos. – dijo otro
- ¿Los partos? Si todos conocemos esa cantinela. Seguro que ha sido cosa de esa víbora de amante que tiene ahora. Nuestro cónsul sometido a la voluntad de una extranjera. Una reina ni más ni menos , yo veo su intención. Lleva diciéndola hace tiempo. Desea para roma los territorios de Alejandro Magno. ¿Y sabéis que vendrá después? Exacto … Se proclamará rey. ¡Rey! Será el fin de la república y de todos nosotros.
- Ya actúa como un rey. Después de acabar con Pompeyo se quedó con todos los poderos de la ciudad. Es pontífice, procónsul de la Galia e Hispania, tribuno militar, edil curul, juez cuestorio, pretor y propetor. Todos los poderes están reunidos en su persona. Actúa como un dictador de facto. Pompeyo sí que era un gran artífice de la república, es una desgracia que cayó, y nosotros caeremos aunque con retraso.
- Es aún peor ¿Habéis visto como nos trata en el senado? No se levanta para recibirnos. ¿Quién se cree que es?
- Se cree un dios. Eso es lo que se cree. Ordeno colocar su estatua en del templo de Quirino. Y la leyenda que pone es “al dios invicto”. Exige que le hagan ofrendas como si de una divinidad se tratase. ¿Habéis visto como ha decorado su vivienda en el Palatino? Pero si parece un templo. Llevo tanto tiempo en Egipto que se ha contagiado de su suntuosidad y parece querer ser tratado como uno de aquellos faraones.
- ¿Habéis oído lo que dice la plebe? Ya empiezan a tratarlo como una divinidad. Si es así será nuestro fin, porque a los ojos de los pordioseros su palabra será ley y nadie podrá oponerse ya que tendrá a todo el pueblo a su favor.
- Hay que reconocer que es un gran orador. Eso desde luego. Aprendió muy bien cuando estuvo joven en Rodas. Los griegos le instruyeron bien.
- Si, lo que tu digas. Pero creo que la situación es clara. Hay que hacer algo. ¿El que compatriotas?
- No podemos enfrentarnos a él con un ejército, es el mejor estratega de nuestro tiempo. Ha ganado todas las batallas, incluso algunas en las que llevaba las de perder con muchos menos hombres. Todos los generales que osaron enfrentarse a él perecieron.
- Solo queda un camino. No es el más honorable pero es la única solución- intervino Casio- debemos matarle nosotros mismos aprovechando cuando este con la guardia baja. Marco Bruto, tu familia es de una estirpe legendaria, tu familia siglos atrás fue determinante en la caída de la dinastía de los Tarquinos. Ahora deberás mantener el legado. Ayúdanos a acabar con él.
Bruto observo cómo le miraban todos los presentes, un escalofrió le recorrió de punta a punta. De pronto sintió que todo el peso del futuro de Roma se posase en sus hombros. Tenía que hacer una misión que solo los grandes hombres estaban destinados, tenía que salvar a Roma asesinando a sangre fría a… su mejor amigo.
~ ~ ~
Palacio real de Alejandría.
La esclava Charmión llevaba una larga temporada con un aspecto de tristeza latente que era claramente percibido por su compañera Iras. Esta preocupada por el estado anímico de su compañera le acompañaba mientras transportaban jarrones llenos de fruta a la cocina. Al llegar a uno de los salones intermedios dedicados a estancias para invitados Iras le imploro que se detuviese.
- ¡Charmión! Quieres dejar de poner esa cara y decirme que te pasa.
Su compañera le miro con soslayo pero no salió ninguna palabra de su boca.
- ¡Charmión! Contesta – le rogo acariciándole suavemente el rostro
- No es nada
- ¿Cómo que no es nada? A ti te pasa algo, desde hace mucho tiempo.
- Yo es que… creía que aquello iba a ser distinto y ahora estoy temerosa, con miedo.
- ¿De qué hablas?
- ¿Te acuerdas cuando acompañamos a nuestra reina a conquista a Cesar?
- ¡Ah! Creo que empiezo a entender a que te refieres. Desde luego aquello no estuvo bien. Nuestra reina no nos trata muy bien. Pero somos sus sirvientas y le debemos lealtad.
- ¿Pero… por qué? – pregunto Charmión entre lágrimas.
- Era necesario. Ella lo necesitaba y nuestro reino lo necesitaba. Lo hicimos por Egipto. – trataba de convencerle Iras con caricias para aliviar su pesar.
- Si, es cierto. Ahora nuestro milenario Egipto es débil e imperios más jóvenes parecen resurgir para dominar el mundo antaño nuestro.
- Teniamos que seducir al gobernador de Roma y lo conseguimos. Fue un éxito. Así que deja tu pesar. Y levanta ese ánimo.
- Tienes razón como siempre mi amiga. – dijo Charmión abrazándose al pecho de la más mayor.
Irás le beso la frente suavemente mientras que Charmión se sentía protegida con su compañera. Su pena se estaba amortiguando lentamente.
- ¿Por qué no has intentado … ya sabes hacer el amor con un hombre? Hay sirvientes aquí de buen ver. Si eres discreta puedes pasarlo muy bien- preguntó Iras
- Es que después de aquello. No tengo confianza en mí misma.
- ¡Ay! Tontorrona. Deja atrás tus miedos. Solo tienes que escoger a un hombre adecuado. Alguien que no te mire como una esclava. Sino como una igual, como una amante, como una compañera.
Iras en un arrebato poso sus labios sobre los de Charmión. El pulso de ambas se acelero en ese instante. Iras temerosa de su inconsciente acto trata de disculparse pero Charmión no se sentía molesta después de la sorpresa inicial. Todo lo contrario, tapo la disculpa de su compañera con sus labios. Iras ya más calmada ante la reacción de su compañera de fatigas se prestó a besarle su cuello dándole intensos besos. Charmión por su parte no se quedo atrás y busco con sus manos los generosos pechos de Iras que reaccionó con un sonoro suspiro que excito de manera natural, sin miedos, sin penurias, a Charmión. Iras quiso hacer lo mismo y quito levemente el vestido de Charmión dejando a la vista las menudas tetas de su recién encontrada amante de forma que sus manos pudiesen acariciarlas a placer. Los besos las estaban llevando a un ataque de locura que parecía querer ignorar la posibilidad de ser descubiertas en aquella habitación.
Las traviesas manos parecían reconocer el deseo que las subyugaba. Los pezones de Iras se endurecían ante el tacto de las manos de Charmión que se deleitaba de las reacciones de su amada. Iras conocedora del placer femenino busco con su mano el sexo de la egipcia que se dejo sin pudor acariciar en la zona íntima. Y presiono levemente el clítoris al reconocerlo con su tacto. La respiración de la morena se entrecortaba ante ese sutil toque que se vieron sobradamente incrementadas cuando uno de sus dedos Iras penetro la vagina de Charmión. Esta como precisando de aire busco la boca de Iras para besarla suspirando en ella. Las caricias fueron devastadoras y Charmión conoció el shock del orgasmo. Su cuerpo se derrumbo sobre el diván e Iras le abrazo cariñosamente. La egipcia recupero levemente el aliento y por fin habló.
- Te amo
- Yo también te quiero, preciosa. ¿Qué haría sin ti, Charmión?
- ¿Podemos repetir?
- ¡Anda! Al final vas a ser una cachonda perdida.
Charmión rio a carcajada limpia volviendo presta a besar a Iras. Debía devolverle el favor y apartando un poco la túnica empezó a acariciar el pecho de la griega. Los pezones sensibles a dichas atenciones aumentaron levemente de tamaño con gratitud por parte de Charmión que reconoció que su compañera le excitaba su amistad. Sin temor a ser sorprendidas en la sala Charmión busco la entrepierna de la rubia con su mano y de forma progresiva le fue introduciendo primero uno de sus dedos para luego pasar a introducirle dos. Los gemidos de las más mayor se hicieron muy sonoros hasta que estallo en un poderoso orgasmo. Ahora la griega es la que desfalleció por las sensaciones. Ya satisfechas se tumbaron la una junto a la otra para unirse en un cálido abrazo.
En un momento dado Iras reconoció un gemido al otro lado de la sala, alguien parecía estar gozando de su orgasmo a escondidas detrás de un pilar observándolas. Charmión de espaldas no se percato pero Iras adivino parcialmente la silueta de su compañero Shabaka. Este devolvió la mirada divertida y provocadora de Iras. Fue una mirada de deseo mutuo, que Iras solo con sus ojos parecía compartir. Pero Shabaka avergonzado se escondió huyendo por uno de los pasillos lo cual fue ligeramente triste para la griega. Charmión vio su rostro.
- Querida ¿Por qué pones esa cara?
- No, no pasa nada. Ha estado muy bien, muy bien- consiguió pronunciar Iras
- Eres … eres fantástica. No me podría imaginar que tuviese alguien tan maravilloso a mi lado.
- Pues… no soy la única. Solo tienes que prestar más atención a tu alrededor.
- ¿A qué te refieres?
- No seas tonta. ¿No te imaginas a quien me refiero?
- Pues no
- ¿No hay alguien en palacio que te mira de una manera especial?
- Aparte de ti … déjame que piense – Charmión empezó a analizar sus pensamientos y en un momento puso una cara de sorpresa mayúscula, llevándose las manos a la cabeza- ¡Shabaka!
- Pues claro, tú le gustas. Se le ve a lo lejos. De vez en cuando te espía sigilosamente.
- Pero será … - dijo poniendo morritos Charmión
- Venga, perdónale. No se ha atrevido a decírtelo. Nada más. Tú debes saber mejor que nadie las complicaciones que trae que dos esclavos se enamoren. Solo hay que ser discretos.
- Pero querida mía. Tú y yo.
- Tengo la sospecha que eso no será un problema mi amada Charmión.
- ¿Pero y tú…?
- ¿Yo? Tengo que confesarte que a mí me gusta él
- ¿Qué te gusta Shabaka?
- Pero me gustas tú también. No puedo escoger entre vosotros dos.
- Vaya lio.
- ¿Y a ti? ¿Te gusta Shabaka?
- Pues si te soy sincera… Sí, me gusta, es muy mono.
- Pues … ve a por él. – le invito Iras con un guiño
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Capitolio de Roma, 15 de Marzo de 44 a.c.
Julio cesar se disponía a renovar sus mandatos en los idus. Pero su amigo Marco Antonio estaba inquieto. El general detuvo al dictador con la mano.
- Cesar, no vayas. He oído rumores inquietantes
- Vamos, amigo. Estoy en Roma, y me dirijo al sagrado senado. ¿Qué me puede pasar?
Cesar prosiguió subiendo las escalinatas. Al llegar el pleno del senado esperaba pacientemente su llegada. Varios se dirigieron hacia él con gesto de realizarle una súplica. Pero Casio se puso a su espalda y sacando el puñal que tenía escondido en la túnica se los asesto repetidamente. Todos los demás conjurados procedieron a rematarle. Cesar solitario intento repeler los ataques entonces su amigo leal Bruto se le acerco y saco su puñal incrustándoselo en el estomago. Cesar desesperado por esta traición dejo de luchar.
-¿Tu quoque, Brute, fili mi?
Continuará …