Cuidando de mi abuelo 4

- ¿te apetece una ducha?

. . . Abuelito . . . despierta . . .

Con el más exquisito cariño que conozco trato de despertarlo después de la fabulosa noche que pasamos en mi cama.

Después de comer un delicioso abadejo que cociné personalmente y que me quedó a ojo experto; óptimo, nos metimos en la cama y tras un calentamiento entablamos una suave amatoria.

Me besó toda y yo también le hice de todo pero no llegó a haber esa única experiencia que espero que me de abuelito durante esta semana; una vez de una forma muy especial y todas las veces que podamos casi igual de especiales antes de que lleguen papá y mamá del viajecito a que les obsequié.

Abuelito abre los ojos con dificultad, parece haber pasado una tan buena noche como pasádola he yo. Abrazados en el más cálido cariño que hemos compartido en lo que llevamos en vida, fue un anochecer de sexo más bien light comparado con algunas de estas películas de las que he "oído" hablar. Pero lo más importante y que no olvidaré en mi vida, fue cuando le dije que acababa de pasar la mejor noche de mi vida y él, mentando la palabra por primera vez ante mi presencia dijo: pues espérate.

Fue un verdadero milagro, abuelo lleva callado un montón de años si te digo la verdad no llegué a conversar con él nunca; se quedó mudo y falto de voluntad poco después de nacer yo.

Pero el otro día me propuse de aplicar en esta semana que mis padres pasan en el balneario supuestamente descansando, un tratamiento de choque en que la capacidad de amarme le vuelva a hacer surgir esa vida que sospecho que no ha perdido nunca sino que la lleva escondida dentro del corazón.

  • muac . . . has pasado buena noche . . .

Parece responderme con un leve asentimiento que evaluada su incapacidad representa todo un triunfo.

  • ¡yo también! hemos estado muy calientes en esta fría noche. Dormiremos juntos cada noche durante toda la semana, no sé si para papá y mamá serán muy especiales estas vacaciones en el balneario pero para mi serán "lo más" y quiero que para ti sean también únicas.

< uhmmm >

Vuelve a responderme con un tosco gruñido que pudiera haber sido generado en la misma situación por una persona totalmente cuerda, por lo que me decido a no abandonar la "racha" y me levanto a preparar el desayuno.

Vestida con un albornoz voy preparando un par de tazones de leche acompañados de unas pocas galletas sobrias. Lo llamo y en pocos segundos se sienta en la mesa. Le sirvo el almuerzo y no pierdo ni un detalle como mostrando un comportamiento único en los últimos 10 años (como mínimo) él sólo agarra el tazón por su asa, se toma su leche e incluso come una de las galletas.

Estoy a punto de romper a llorar y si lo viera mi madre ni se lo plantearía y caería derrotada en un mar de lágrimas, pero yo no quiero asustarle y echarlo todo a perder y mantengo mi comportamiento rígido como si no notara cambio alguno.

Me siento con él y le hago un comentario.

  • ¿te apetece que nos duchemos? hemos pasado muy buena noche y nos sentará de maravilla para el resto del día.

< uhhmmggrr >

Asintiendo con la cabeza me responde con el gruñido.

  • vale, pues voy a prepararlo, espérate aquí y cuando te avise puedes venir.

Después de depositar las tazas vacías en el fregadero me dirijo al baño y pongo en práctica el mismo evento que dos meses atrás lo inició todo. Cuando duchándome con él me masturbó y ya ni me acuerdo qué me hizo de las veces que me he masturbado pensando en ello.

Me desnudo colgando el albornoz del toallero y después de asegurarme de que el jabón, la esponja, la alfombrita, todo está en su sitio correcto esperando que alguien se duche para servirlo, lo llamo.

  • ¡Abuelo! ya puedes venir.

Cuando llega yo misma le saco el albornoz y lo cuelgo con el mío. Nos metemos en el habitáculo y tomando el teléfono con una mano le doy al agua. Cuando he regulado esta a la temperatura adecuada empiezo a rociarlo. En unos instantes está lo suficientemente mojado como para empezar a pasar la esponja.

Tomo la esponja y después de cargarla con un poco de jabón se la empiezo a pasar por el cuerpo.

Primero le limpio la espalda, los brazos, el pecho, me arrodillo para limpiarle las piernas y los pies y dejo su pene para el final.

Le paso la esponja cuidadosamente, sabiendo que es un lugar difícil y que no debo de ejercer mucha presión en él si no quiero lastimarle. Le limpio bien tanto el tronco como los testículos y cuando lo tengo listo dejo la esponja en el estante que la suele guardar.

No me he levantado de mi arrodillado y tomando la verga con la mano me dispongo a iniciar la fase B de la limpieza.

El agua caliente sigue cayendo encima de los dos y me siento como en una película cuando sosteniendo el pene de mi abuelo con la mano, contemplo como un abundante caudal de agua se escurre desde su punta. El mismo caudal que se escurre de mi cabeza y mi boca cuando se la acerco abierta de par en par. Una foto de la situación sería como para premio Pulitzer pero no parece encontrarse ningún paseante por la zona al que pedirle que nos haga una foto.

Desechando la inmortalización fotográfica del acontecimiento me meto la polla en la boca y trato de tragarla toda a la primera.

No está totalmente erecta, apenas entibiada, por lo que lo consigo sin mucha dificultad, aunque no tarda en hacérseme la tarea más difícil cuando el miembro se hincha de sangre y adopta unas que envidiaríanles dimensiones a cualquier muchacho de mi edad.

Abuelito me toma de la cabecita y me transmite mediante su mano el ritmo con el que quiere que me la meta y saque de mi boca.

A cada momento me da una sorpresa porque está por momentos recuperando dotes de su voluntad, a costa de un tratamiento de choque que difícilmente podría ser homologado en la escuela de medicina nacional.

Se la sigo mamando al ritmo que me indica su mano y como este va subiendo de tono, la misma energía adicional aplico en mi progreso mamatorio.

Llega un momento en que parecemos una de esas sucias películas de las que "he oído hablar". Me cala todo lo que puede el pene dentro de la boca incluso forzando mi abertura. Me duele un poco a cada vez que me empuja el pene hasta el fondo de la garganta, pero en el fondo estoy complacidísima porque eso pone a cada momento más cercano el momento en que mantenga ese mismo movimiento pero con sus caderas entre mis piernas.

  • ooorbgl . . oooorblg . . oooohblg . . abueoooorblgg . . abueloooorblg . . .

No consigo pronunciar palabra alguna completa, me está haciendo realmente daño. Asustada lo miro al rostro y tiene apretados los dientes como un boxeador que estuviera manteniendo un combate en pleno cuadrilátero.

Con su mano en mi nuca y su cintura ante mi rostro me mete el pene con violencia y fiereza. Es el más maravilloso resultado que puede dar mi tratamiento pero su reacción es incluso excesiva.

Tomándolo con toda mi fuerza de las dos manos consigo liberarme, pero tanto sus manos como su cintura parecen encallados en el mismo movimiento que mantenían cuando mi cabeza estaba entre ellos. Alarmada me levanto y abrazándolo trato de detener su histeria. Recibo unos cuantos golpes y codazos que me hacen soltar unos cuantos gritos.

  • ah, oh, ay, ¡abuelo! para! detente!

Lo abrazo con fuerza cruzando los brazos a su espalda y poco a poco voy consiguiendo detener su movimiento.

Tanto su cadera como sus brazos terminan abandonando el epiléptico movimiento que llegó a asustarme. Resoplando con agotamiento permanece inmovilizado por mi, con sus ojos mirando a los míos sospecho que ya ha vuelto a recuperar la austera consciencia que tiene.

< perdona, Sandra >

No recuerdo haber sentido tanto agradecimiento por ningún perdón que háyaseme pedido en la vida.

  • claro abuelo, no tienes la culpa de nada.

Cual si fuéramos una única persona, los dos acercamos los rostros a la vez, y en el tibio mar de la ducha nos besamos. Quizá estoy llorando mientras siento la lengua de mi abuelo como entra en mi boca y juega con la mía, pero con tanta agua me es imposible asegurarlo.