Cuidando de mi abuelo 3
- ya está abuelo, espero que te guste. Le dije mientras servía el abadejo en la mesa.
Fui tostando el abadejo con todo el amor con el que podría hacerlo una nieta amorosa que quiere lo mejor para su abuelo. Que de hecho así es como era.
Siguiendo una de las recetas que encontré en el libro de recetas de mi madre, presenté encima de la mesa uno de los mejores platos que comería con mi abuelo y cocinados por mi, a lo largo de esa semana.
Él seguía sentado en su sofá como un geranio a todo lo largo de mi cocinado. Si bien yo iba dedicándole comentarios descubriendo un abuelo que no había tenido hasta ahora. Pues en nuestra soledad podía hablarle de todas aquellas cosas que si bien no generarían escándalo escuchadas por otros, no me harían sentir cómoda.
¿te gusta que nos hayamos quedado sólos? o te hubiera gustado que se quedara mamá?
Je je, o que me hubiera ido yo con ellos y hubiéramos contratado una empleada para que te cuidase estos días.
Lo decía mismamente para mi misma y para entretenerme mientras cocinada el abadejo pero ello no dejaba de hacerme desear cuan glorioso sería poder hablar con mi abuelo como hacen todas las nietas.
Iba a hacer algo que ni de lejos hacían todas las nietas pero ello no me sacaba el deseo, el deseo de hablar con él.
- ya está abuelo, espero que te guste.
Le dije mientras servía el abadejo en la mesa.
Tuve la delicadeza de poner una música agradable y servir la mesa como si de un banquete de boda se tratase. Con los diferentes cubiertos para pescado, para postres, las 3 copas. Algo que resultó un poco ridículo porque al final me tuve que sentar a su lado y darle la comida en la boca como si de un niño se tratara.
- abre la boca . . . así . . . todo dentro . . . a ver . . . mastica . . . sí, muy bien . . .
Cuando terminamos lo retiré todo a la cocina y lo puse en agua para que el lavado del día de mañana no fuese penoso, y nos dispusimos a acostarnos.
Nos fuimos a mi cuarto. Podríamos haber ido a la de mis padres, con la cama de matrimonio, pero esa primera noche preferí que fuera en mi cuarto. Rodeada de los posters de mi ídolos musicales y acompañada por el aroma infantil que desprende mi habitación por haber pasado tantos años en ella.
Mi cama no es tan pequeña; sería corta para un jugador de basquet pero hacía unos 100 de ancho y ello incluso contribuiría a que estuviéramos toda la noche pegados uno al otro.
Le desvestí y le puse el pijama y lo mismo hice conmigo, calzándome un blanco camisón de los que generaban más envidia en mi misma.
Nos metimos en la cama con mi abuelo en todo momento siguiendo las indicaciones de mi brazo; necesitaba ayuda para moverse pero tampoco era como un maniquí, seguía los movimientos que se le iniciaban con las misma pausa con que se le insinuaban.
Cuando estuvimos metidos en la cama apagué la luz y me abracé a él.
- te quiero abuelo . . . muac.
A medida que el calor inundaba nuestra cama entablé una romántica conversación con él.
- te querré siempre, abuelo, aunque seas mi abuelo y . je je je . te metiesen en la cárcel si supiesen lo que haces con tu nieta. Aunque no eres tú que lo haces, sino yo que te lo hago, aunque me encantaría que ganases voluntad durante esta semana y fueses tú, por tu propia voluntad que me amases.
Instantáneamente recibí un beso en la boca de su parte. No era ese fenómeno escandaloso pues a veces ya tenía sus propios movimientos personales pero estos eran raros y por supuesto nunca habían sido responder con un beso a un cariño de su nieta.
No dejé pasar ese solitario beso y yo misma lo continué para que no se durmiera en su inestable consciencia. Nos fuimos besando durante largo rato y quedé encantada porque a partir de la continuación de ese beso que había empezado él, lo siguió con una admirable consciencia en su situación que haría pensar a una tercera contemplación que era una persona totalmente apta con plena posesión de su voluntad.
- te quiero mucho abuelo . . . muac . . . quiero que seas mi hombre . . . muac . . . quiero que me ames, me quieras, me acojas en tu regazo y seré siempre tuya . . . muac . . . aunque un día nos dejes, como manda la ley de la naturaleza, yo estaré siempre contigo y seré siempre tuya . . . muac.
A medida que nos besábamos e insinuado ello por el calentamiento de la cama, nos fuimos sacando la ropa y tirándola fuera. Cuando por fin estuvimos desnudos pegué mi boca a su pecho y fui bajando mi besar. Bajo la sábana fui dirigiéndome al primer objeto de su amor que tuve en mi boca y llegué a él con este totalmente tieso.
Lo chupé un rato, estaba durísimo, más duro que las anteriores veces que se lo había mamado, o al menos eso me pareció, quizá por el hecho de estar dento de la cama en una zona muy calurosa.
No alargué mucho la mamada porque quería algo más, no sabía si esa sería la noche de mi iniciación como mujer, la verdad es que un poco temprano lo consideré teniendo toda la semana para nosotros, pero si él quería por supuesto que sería así, faltaba conseguir eso, su voluntad.
Subí de nuevo, me le abracé otra vez y esta vez me dispuse a aplicar un tratamiento . . . . podría llamársele teniendo en cuenta el estado d mi abuelo, de choque. Porque exigir las cosas que le iba a exigir sólo se podía hacer de una manera imperante.
- muac . . . quiero que me ames . . . muac . . . pero eso sólo lo podrías hacer tú . . .
Mientras le hablaba levanté mi muslo derecho y tomando su pene lo masturbaba a la entrada de mi sexo.
- quiero ser tuya . . . pero eso sólo será si tú quieres . . . quiero que me la metas . . . toda dentro . . . a tu nietecita querida . . . que me ames, me jodas, me eches la leche dentro . . . me hagas mujer por primera vez y seré siempre tuya . . .
Su pene estaba durísimo y sentí temor porque en cualquier momento llegara al orgasmo y empezara a soltar esa leche que quería para mi, por lo que me detuve un poco y se la solté. No por ello peró, deteniendo mis cariños.
Le tomé la cabeza y sin mucha dificultad le insinué que se pegara a mis pechos. Empezó a besarlos y mamarlos como si fuera mi propia boca y lo sentí de maravilla. Tenía localizado perfectamente el pezón y en él aplicaba la tensión de sus labios y dientes arrancándome esos suspiros de mujer amada que quería.
- uhm m m . abuelo . . uhmmm . .te quiero . . . uhmmmm . . . ooh . . .
Mi abuelito pareció animarse con mis pechos y me sorprendió cuando sentí sus manos ponerse a su altura, para acariciarlos a la vez que los mamaba. Era una muy buena señal de mi terapia voluntalizadora y no pude más que abrazarle la cabeza para yo misma apretarla contra mis pezones, que por momentos pedían más.
- aaah . . . así . . . muérdeme . . .
Conseguí que me obedeciera y me empezó a morder con una exquisita intensidad. Sin hacerme daño pero dándome todo aquello que necesitaba.
Tomé una de sus manos y esta vez la dirigí a algo que realmente quería, ya obviando todo tratamiento o cuidado personal lo que quería es que me metiera el dedo. Sin necesidad de orientarlo mucho me metió el dedo en la cosita y cuando lo empezó a mover arriba y abajo ya fui yo la que perdí totalmente la consciencia.
Tanto mis manos como mis piernas empezaron a ir de una lado a otro sin ninguna medida mientras yo aullaba del placer que me estaba provocando ese viejo dedo moviéndose en mi joven vagina sin ningún respeto.
- aaaaaaah . . . abuel. . . . aaaaaah . . . . papá . . . . ooooh . . . . papaïto . . . . papaïto querido . . . no pares . . .
Ni necesidad alguna había de decirle que no parara, porque ni que se lo hubiera dicho que se deteniese lo hubiera hecho porque prácticamente me estaba violando con su dedo y ni mi habitualmente más propia voluntad hubiera conseguido nada de intentar oponerme a él. Estaba consiguiendo lo que quería, la voluntad de mi abuelo extraída con un tratamiento de choque. De su nieta que le pedía que la amara pero lo tenía que hacer él.
Me estuvo metiendo el dedo largo rato. En avanzadas conseguí tomar un poco de control de la situación y le puse los pechos en la boca para que me sorbiera a la vez que jugaba con mi vagina.
En un rato de sentir su dedo en mi vagina a la vez que sus labios en mi pecho; estallé. Empecé a gemir descontrolada signo del primer orgasmo de mi vida que me estaba llegando a brazos de mi abuelo.
Una cascada de cosas bonitas parecía inundar mi mente, como si todas aquellas cosas bonitas en que gusta pensar a veces, lo hicieran todas a la vez y con una enorme intensidad. Él se debió dar cuenta de lo que sucedía y concesivo detuvo su estímulo inmediatamente, o eso es lo que me pareció porque cuando conseguí recuperarme se encontraba él abrazado a mis pechos con la pausa que el momento pedía.
- gracias abuelo . . . ha sido maravilloso . . . la mejor noche de mi vida . . .
< pues espérate >
La más grande sorpresa de mi vida me asaltó en ese inesperado momento, ¡acababa de hablar! Mi desdichado abuelo que llevaba tantos años privado de voz me acababa de decir "espérate" cuando le dije que estaba pasando la mejor noche de mi vida.
- ¡abuelo! acabas de hablar!
No obtuve respuesta y pensé que quizá sería demasiado exigente exigirle conversación después de oírle prácticamente la primera palabra que le había oído decir en la vida.
- ¡es maravilloso abuelo! has hablado! mi tratamiento está teniendo éxito y quizá terminamos la semana contigo totalmente recuperado.
Acompañada por esta milagrosa ilusión me abracé a él y nos dispusimos a dormir. Le fui diciendo cositas, cariñitos de nietecita que ve a su abuelo recuperarse, tonterías, al final ni yo misma sabría qué le estaba diciendo, sería por esos momentos que me dormí pues desperté al día siguiente aún con la sensación de que estaba hablando con él. ¿quizá sería un sueño? quizá, pero el sueño se estaba convirtiendo en realidad.