Cuidando a mi Hermanito (3. Una Clase Decisiva)
La tercera parte de la tetralogía. Desde mi punto de vista fue la que mejor quedó de las cuatro. Pero eso se lo dejo al gusto de los lectores.
3. Una Clase Decisiva
El domingo fue un día especial en la aventura que había emprendido con mi querido hermanito. Ese iba a ser el último día que pasáramos totalmente solos en casa por el momento ya que el lunes por la tarde nuestros padres regresarían y yo decidí que debíamos aprovecharlo al máximo. Y que debía ser algo novedoso y excitante.
Y una idea iba surgiendo en mi mente, pero no estaba segura del todo de cómo presentársela a Sandro. Lo que sí sabía es que le llevaría a ello y él lo probaría. En los últimos días, después de aquella cena tan maravillosa y la tarde en la piscina con Raquel, habíamos tenido múltiples y deliciosas experiencias. A veces nosotros dos solos, que adquirimos la, según yo, agradable costumbre de dormir juntitos, como tras nuestra primera ocasión, y a veces con compañía: Raquel y algunas amigas mías más habían podido conocer de primera mano el talento de mi hermano, y yo era la que más encantada estaba…
Había decidido que le iba a enseñar muchas “cosita” a mi hermanito y lo estaba cumpliendo, vaya que sí. Y él hasta ahora había sido un buen alumno. Me había adueñado de su virginidad y le había introducido de lleno en el sexo con chicas. Pero no me bastaba. No quería que mi hermanito fuera un apagado “monosexual”. Yo, como le había demostrado, disfrutaba con chicas y chicos. Ahora quería que él hiciera lo mismo. Decidí que el domingo probaría por primera vez los placeres de un buen amante.
Pero en principio no estaba segura de cómo debía hacerlo, como debía conducir la situación para que fuera más fácil para él,…, Sandro no es que fuera homófobo ni nada por el estilo. Como yo, él era muy liberal. Pero una cosa es respetar que haya tíos a los que les gusta irse con otros a la cama y otra muy distinta es que a uno le guste hacerlo en persona. En las conversaciones sobre sexo que habíamos tenido desde aquella noche en que me cobré su primera vez y en las que fui sondeando sus deseos, fantasías y gustos, constaté por mí misma que era totalmente heterosexual. Me sorprendió que nunca, a pesar de los relatos que yo le contaba, hubiera tenido la más mínima curiosidad por el sexo con otros chicos. Eso solamente podía complicarme las cosas, pero no me iba a detener. Eso seguro.
Llevaba varios días pensándolo cuando las cosas, casi por si solas, empezaron a rodar con vientos favorables a mis deseos. Realmente, lo primero que necesitaba si quería llevar a cabo mi proyecto, pensé, es un chico. Tenía una larga lista de conocidos para elegir, pero debía ser alguien de confianza, agradable y, claro está, bisexual. Y fue el sábado por la mañana cuando mis problemas de indecisión se esfumaron.
En ese momento estaba desayunando tranquilamente, tomándome unas tostadas mientras veía una serie en la televisión cuando sonó el teléfono. Sí, como en la ocasión anterior con Raquel, también aquí me llegó una fantástica solución por este medio.
-Hola, Elena-oí una seductora voz por el auricular antes de que pudiera decir nada. Sabía muy bien de quién era aquella voz.
-¿Qué tal, Jorge?
-Muy bien, pensando en el fin de semana…
-¿Sí? ¿Es qué tienes planes?-le pregunté con voz insinuante.
-De momento… No. Pero pueden hacerse en poco tiempo…
-Es verdad.
-¿Y tú, qué me dices? ¿Vas a hacer algo?
-Estoy pensando algo especial para éste domingo-le dije. En ese momento ya pensaba en que quizás él era el tipo que buscaba. Me sorprendió de hecho no haber pensando antes en él, era el más indicado: bisexual, amable, guapo, buen amante y, además, Sandro ya le conocía-Sí, tengo un plan para el domingo por la tarde-añadí.
-Ah-se limitó a decir. Parecía negativamente sorprendido, pero en seguida fui a animarle.
-Pero, necesito a alguien para llevarlo a cabo, ¿sabes?
-¿Alguien?-preguntó, claramente interesado.
-Sí,…., serviría alguien que fuera,…, no sé… Guapo, divertido, lanzado… Algo así, por el estilo… ¿Conoces a alguien que me pueda servir?
-Puedo conocer a alguien así, en efecto.
-Pues mañana me lo mandas a mi casa…Por el mediodía…
-Allí estará sin falta.
-Bien.
-Y dime, ¿qué debo decirle? ¿A qué le voy a enviar?
-A una experiencia muy agradable y… caliente-le dije.
-Suena bien… ¿Contigo?
-Y con alguien más…
-¡Oh! Sí que suena bien… ¿Un trío, entonces?
-Sí. Pero es un trío algo especial…-insinué, pensando en que lo mejor era decírselo. Con que uno de los dos se sorprendiera ya era bastante y ese papel ya lo tenía asignado mi hermanito.
-¿Especial?...-la línea quedó un segundo en silencio-¿Dos contra una?
-Sí, dos contra una-afirmé, y antes de que pudiera decir otra cosa, añadí-Y una y uno contra uno… Y ese uno con la una contra el otro-terminé, riendo suavemente por aquel divertido juego de palabras.
-…Sí,…, creo que a mi amigo le interesará.
-Pero hay una cosa más-seguí hablando-Lo que realmente hace que sea “especial”.
-¿Algo más?-ahora pareció totalmente desconcertado.
-Bueno, tu amigo ya lo descubrirá en su momento-le dije, echándome atrás en el último momento. Lo descubriría cuando llegara al día siguiente.
-De acuerdo. Entonces, le envió recado a mi amigo.
-Eso es. Dile también a tu amigo: “Hasta mañana”.
-Creo que el replicaría lo mismo de estar aquí: “Hasta mañana”-respondió colgando.
Yo también terminé la llamada, sonriendo satisfecha. Ya tenía al chico ideal para llevar a cabo mi plan y una buena idea para acabar como yo quería. Y fue al dejar el móvil nuevamente cuando oí los gemidos. Me quedé quieta, sin hacer ruido, por si acaso lo había imaginado… Pero no. Se escuchaban cada vez con más claridad. Y yo no tenía que pensar mucho para saber de dónde venían… Lo cierto es que la conversación con Jorge me había excitado ligeramente y esos “bellos sonidos” eran todo lo que necesitaba para ponerme a tono.
Avancé hasta el origen de aquellos jadeos… El cuarto de mi hermano. Sonreí. La noche anterior la habíamos pasado separados. Fue la primera vez que él salía sólo de casa… Yo había quedado con un par de amigos con los que pasé una muy agradable noche. Cuando volví a casa, muy de madrugada, él ya había regresado y estaba en su cuarto. No se oía nada y pensé que estaría solo pero un zapato negro de tacón que casi me hizo tropezar por el pasillo al ir a mi propio dormitorio me quitó esa idea de la cabeza. Y ahora tenía la prueba definitiva de que mis sospechar no eran desacertadas… Esos gemidos que salían por las rendijas de su puerta eran claramente femeninos.
Entreabrí la puerta con cuidado y de la forma más silenciosa que pude. Sandro estaba a los pies de la cama, de rodillas sobre la colcha, que estaba tirada por el suelo. Dos piernas le rodeaban mientras el se sumergía entre ellas. Las manos de su acompañante le acariciaban el pelo mientras él se centraba por completo en hacerla estremecer de placer. Cuando la miré, la reconocía rápidamente… Era mi mejor amiga, Isabel.
Nada más verlos me calenté del todo. Pero seguí espiándoles un momento y ellos no me detectaron, tan concentrados en lo que estaban. Ella estaba acostada sobre la cama, con su bonito cabello cayendo en cascada en la almohada sobre su cabeza,…, tenía sus preciosos ojos azules cerrados, y sus rasgos seguían mostrando su delicadeza habitual a pesar del placer que estaba recibiendo y que exhalaba suavemente por sus dulces labios. Su cuerpo, quizás no sobresaliente por ninguna de sus partes por separado, era en conjunto una bella sucesión de suaves líneas y el roce de su suave piel era tan deseable…
Iba a empezar a masturbarme viéndolos cuando lo considere mejor y abrí la puerta, ahora del todo, apareciendo en la habitación.
-¡Elena!-saltó repentinamente Isabel cuando, al oír la puerta abrió los ojos y me reconoció.
Mi hermano, por el contrario, tan tranquilamente como si le hubiera sorprendido haciendo la cama, me miró un momento, sin dejar de acariciar el coñito a su compañera de diversión, y me saludó con una tranquilidad que sólo pudo aumentar el morbo de la escena:
-Buenos días, hermana.
-Buenos días, hermanito-miré a Isabel, esta se había sorprendido por mi brusca aparición, pero como Sandro tras saludarme continuó comiéndole su conejito, pareció relajarse-Hola, Isa-le saludé-No sabía que estabas aquí…
-Ya ves-me replicó, sin dejar de gemir suavemente-Por cierto, que si ves un zapato de tacón por ahí, es mío… No sé dónde se me cayó, pero no lo he visto cuando hace un momento lo he buscado.
-Sí, creo que lo he visto por ahí-le dije acercándome tras rodear la cama, mientras me quitaba las sandalias y me bajaba toda la ropa de cintura hacia abajo.
-Bien-fue todo lo que ella pudo decir antes de que, poniéndome sobre la cama, le pusiese mi conejito sobre la boca al tiempo que terminaba de desnudarme, arrojando camiseta y sujetador sobre el cercano escritorio.
Rápidamente sentí su lengua recorrer mi rajita, yo cogí su cabecita y la alce un poco para que alcanzara mejor… Empezó a comérmela primero lamiendo la superficie, por donde ya habían empezado a brotar los primeros jugos, luego se centró en mi monte de Venus cuando trajo los dedos en su ayuda y, directamente, los fue introduciendo en mi interior.
Me metió tres dedos directamente, forzando un poco la entrada mientras succionaba y mordisqueaba mi clítoris. Ahora eran ya mis gemidos los que, como el vapor en una estancia, inundaban y climatizaban la estancia. Su otra mano acarició mis nalgas y uno de sus dedos rozó mi agujerito. Siguió un rato girando sobre sí mismo y frotando mi entradita hasta que, lentamente, fue entrando, moviéndose para abrirme todo lo posible. Sentía sus dedos en mi interior, por mis dos secretas cavidades, presionando, explorando… Yo me puse a acariciar sus pechos, más pequeños que los míos, pero exquisitamente suaves... Sus pezones ya estaban duritos cuando los fui pellizcando.
Y entonces sentí cuatro dedos en mi conchita. La notaba presionar y cuando miré su mano desaparecía hasta media palma en mi interior, desde la punta de los dedos hasta casi donde surgía el quinto dedo. Entonces los sacó y, juntando los dedos en una posición que me pareció extraña la fue acercando e introduciendo en mi dilatado coñito.
Había leído cosas en internet sobre esta práctica, pero nunca lo había experimentado… Me introdujo toda la mano en mi coñito… ¡Oh, qué gozada! Me sentía planamente llena… Su muñeca era lo único que se veía fuera de mi conchita… Nuestros gemidos, ahora que ella también tenía la boquita libre, llenaban la estancia, cada vez más apurados, más ansiosos… Notaba su mano moviéndose en mi interior mientras ya me estaba metiendo tres dedos en mi culito… Y así estábamos cuando, prácticamente al mismo tiempo, llegamos las dos a un fantástico y sublime orgasmo.
-Oh, Isa-dije cuando logré pronunciar palabras entre los jadeos, cuando ella ya me había sacado su mano-Eso nunca lo había probado.
-Bueno, siempre hay una primera vez para todo-respondió ella.
Entonces me acordé de mi hermano, que había estado todo el rato saboreando la almejita de Isabel, hasta hacerla llegar al orgasmo. Yo misma conocía muy bien su habilidad. Y ahora era él quien merecía recibirla.
-Y ahora creo que tienes un favor que devolver, Isa-le dije-Pero yo te ayudaré.
Me levanté y dirigiéndome a Sandro le bese. Mis labios abrieron los suyos y mi lengua jugó con la suya un momento mientras suavemente le dirigí a su silla. Él se sentó cuando al poco le presioné y yo me arrodillé delante de él, dirigiéndome rápidamente a su erecto miembro. Lo cogí, estaba totalmente dura y erguida y comencé a besar la punta y a lamer la cabecita con ansía, parecía que no había desayunado.
-Isa, ¿no vienes?-le dije. Ella parecía algo sorprendida, quizás de verme chuparle como si nada la pollita a mi hermano, pero si eso le chocó se recuperó en seguida y vino a unirse a mí.
Las dos empezamos a compartir la polla de Sandro como si fuera un helado. Nuestros lametones y chupadas se alternaban mientras él nos acariciaba a las dos… Tenía los ojos cerrados, lo estaba disfrutando a fondo, dos chicas chupándosela con la mejor de las técnicas. Seguí un rato más, compartiéndola con Isabel hasta que se me ocurrió algo mejor… Rápidamente, mientras ella seguía engullendo ahora sola el miembro de mi hermanito yo fui a mi cuarto y volví al tiempo que me ajustaba a una correa con un gran consolador.
Ella no se inmutó cuando le acerqué el consolador para que lo chupase y al tiempo estaba gozando en chupar las dos vergas. Cuando estuvo bastante ensalivada me puse la correa y me situé tras ella, haciéndola levantarse y poner el culito en pompa. Y entonces dirigí la punta de mi falsa pollita a su coñito y se la fui introduciendo lentamente mientras ella no dejaba de lamer la de mi hermanito, metiéndosela en la boca… Ahora iba a tener dos pollas para ella, cogiéndole el coñito y la boquita. Entonces le hice un gesto a Sandro, él asintió.
Yo se la saqué entonces de su coñito y le puse la punta en su culito, introduciendo la verga entre sus nalgas y presionando contra su entradita. Ella en un primer movimiento intentó alejarse, pero luego me dejó avanzar. Acerqué un dedo tras ensalivarlo y se lo introduje en su ano, para dilatarlo antes de volver a acercarme y presionar de nuevo.
El glande del consolador abrió su entrada y luego vi el grueso del consolador desaparecer en su culito, haciendo a su agujerito estirarse al máximo. Ella gimió, dolida al sentir mi embestida en su estrecho culito.
La cogí entonces por los brazos y la hice ponerse de pie, con el consolador dentro de su culito, y entonces mi hermano se colocó por delante y la penetró por su conchita. Ella se puso a gemir mientras, sobre su hombre, Sandro y yo nos besábamos, nuestras lenguas jugaban al tiempo que la penetrábamos al compás.
Entonces yo se la saqué y, dirigiéndoles, les hice quedar sobre la cama: Isa debajo de Sandro, que seguía penetrándola, ahora mientras se besaban apasionadamente. Yo en ese momento me coloqué detrás de mi hermanito y empecé a lamerle el culito, pero sólo un poco, para humedecerlo antes de dilatarlo un poco al meterle un par de dedos. No espere mucho de todas formas y al poco estaba sobre él. Coloqué la punta en su entrada y poco a poco se la introduje, lentamente mientras le acariciaba la espalda. A mi siempre me había dado morbo penetrar a chicos con consoladores… Darle la vuelta a la tortilla, ser yo la que da y él el que gime al recibir polla… Y con mi hermanito eso era doblemente morboso y delicioso.
Y cuando Isabel llegó a un nuevo orgasmo, sugirió cambiar papeles, y nosotros dos aceptamos encantados. Ahora me tumbe sobre la cama, las sábanas estaban calientes y mojadas, y mi hermanito se puso sobre mí, penetrándome con su duro miembro hasta el fondo y de un solo golpe mientras Isa le empezó a coger, habiéndose puesto mi vibrador, por su culito. Estaba muy excitada y no aguanté mucho más. Mi hermanito tampoco… En seguida anunció que estaba a punto de acabar. Le hicimos sentarse nuevamente en la silla y volvimos a chupársela en común, como antes… Y cuando empezó a eyacular, con gran fuerza, juntamos nuestras caritas para que su néctar nos cayera a la vez… ¡Qué morbo! Sentí los borbotones del semen de mi hermanito caer por diversas partes de mi cara: las mejillas, los labios,… Isa tenía lefa de mi hermanito resbalando por su nariz… Y nos limpiamos mutuamente, hasta dejarnos sin ningún rastro de leche.
Aquel día, tras la deliciosa mañana, ya no tuvimos mucha relación. Él salió por la mañana y, según me contaría en otro día, pasó casi todo el día Isa,..., ella acabaría siendo su primera novia. Y yo estuve pensando en mi plan, en como presentarle lo que quería que hiciéramos de una forma más atractiva. La oportunidad pareció presentarse al final de la jornada. Era de noche y estábamos sen en el salón, tomando unas pizzas y unos refrescos para cenar mientras veíamos la tele. En un momento en que echaban anuncios comenté, como de pasada.
-Oye, mañana tengo preparado un plan para pasarlo bien, ¿te quieres apuntar?
-¿Qué plan?-preguntó él.
-Sería una sorpresa-comenté.
-¿Una sorpresa?-repitió, algo suspicaz.
-Sí, una sorpresa muy excitante…-puse mi tono más insinuante.
-Dame alguna pista-me pidió.
Yo fingí quedarme pensativa durante un momento antes de decir:
-Será un juego en que habrá dos cables y cuatro enchufes-dije riendo…
-¿Dos cables y cuatro enchufes?
-Sí. Ya lo entenderás…
-¿Qué estás planeando?
-Algo en lo que disfrutaremos los dos un montón. ¿Acaso no has gozado de las experiencias que te he dado a conocer? Está mañana con Isabel no te has aburrido precisamente, ¿o sí?
-Claro que no.
-Pues confía en mí y ya verás.
-De acuerdo.
-¿Te apuntas, entonces? Sería mañana a las doce, aquí mismo.
-Claro.
-¿Y harás y probarás lo que te diga?-pregunté. Pensé que a lo mejor era ir demasiado lejos, pero decidí arriesgar.
-Vale.
-¿Prometido?
-Sí.
-Bien-sonreí. Creí que con eso sería suficiente. Iba a decir algo más, pero acabaron los anuncios y luego la conversación se desvió por otras cuestiones.
Al día siguiente Jorge fue especialmente puntual. Al mediodía, como un reloj, estaba llamando a nuestra puerta. Yo fui a abrirle. Me había levantado y aseado un poco, poniéndome un ajustado top y una faldita blanca con una banda azul por el borde. Tampoco es que me hubiera arreglado mucho. Él también iba informal, pero daba igual porque era todo un queso… Sus rizados cabellos rubios, sus ojos verdes, sus rasgos tan masculinos, su cuerpo tan bien formado que cubría con una camiseta de “Futurama” y unos vaqueros, y, por debajo de éstos, ese miembro que tan loquita me había vuelto a veces…
-Buenos días, muchachito-le saludé cuando pasó.
-¿Qué tal, guapa?-replicó.
-Muy bien, aunque con algo de calor…-me acerqué a él y puse mis brazos sobre su pecho, mis manos en sus hombros-Desde ayer solamente pienso en este momento…
-Yo también, gatita-me dijo, con una mano alzo más mi bardilla y me besó. Su lengua rozó suavemente mis labios antes de entrar en mi boquita, mis manos bajaron rodeándolo hasta ponerse en su bien formado culo. Las suyas me imitaron y al poco las tenía sobándome las nalgas…-¿Y qué hay de tu amigo? ¿No me lo vas a presentar?
-Ya le conoces-le repliqué-Mi “amigo” es Sandro.
-¿Sandro? ¿Tu hermano?
-Sí.
-¿De verdad?
-De verdad de la buena-le repliqué, parodiando la famosa película de animación.
-Vaya-él río ligeramente-Así que quieres que nos follemos a tu hermanito…
-Sí, algo así-le dije con tono pícaro.
-Sin embargo, en todo el día que pasé con él cuando me pediste que le enseñara la uni, hablamos de muchas cosas, incluido el sexo, y él para nada me pareció interesado en los tíos. No me imaginaba que pudiera ser bi o gay.
-Es bisexual, como yo.
-¿Estás segura?
-Sí. Aunque eso sí, admito que él todavía no lo sabe…
-¿Qué no lo sabe?-volvió a reírse-Y dime, ¿sabe que hoy va a descubrirlo?
-No. Será una sorpresa…
-Sí. Menuda sorpresa. Ahora entiendo porque me dijiste que sería un trío “especial”.
-¿No te lo parece?
-Desde luego que sí…
-Tendrías que ser un poco suave con él, ya sabes.
-Sé tratar a un primerizo, Elena. Tú tranquila, además estarás presente. Los dos cuidaremos bien de que tu hermanito disfrute.
-Sí-ahora fue mi turno para reír…-¡Sandro!-alcé la voz para llamarlo. Él estaría sin duda en su cuarto.
Apareció al momento. Llevaba una camiseta y un pantalón corto. Su ropa de estar por casa cuando, como todavía en aquél día, hacía calor.
-Seguro que recuerdas a Jorge-le dije.
-Buenas-saludó él-Sí, le recuerdo, claro.
-Ahora que lo pienso, no te he ofrecido nada… ¿Quieres un vaso de agua o algo?-le pregunté a Jorge.
-Claro, ¿por qué no?-contestó.
Yo me acerqué hasta la cocina, que estaba unida al salón por una puerta y por una gran ventana entre ambas estancias, que permitía una fluida y continúa comunicación.
Por ella vi a Jorge dirigirse hacia el sofá y sentarse en él, frente a la televisión. La había estado viendo hasta que él llamó a la puerta y seguía encendida.
-¿Qué tal vas, Sandro?-le preguntó a mi hermanito.
-Bien-se limitó a decir.
-Siéntate aquí, a mi lado-le invitó-No seas tímido, hombre.
Ocupada sacando el agua del frigorífico no pude ver si mi hermano le hizo caso o no, pero como no insistió al poco, supuse que sí.
-¿Qué tal la semana?-volví a oír la voz de Jorge.
-La verdad es que ha estado bien-contestó Sandro con voz opaca. “Bien”, así definía mi hermanito la semana más intensa sexualmente hablando de su vida.
-Me alegro. Yo también he estado entretenido.
En ese momento llegué con un vaso de agua, que le entregué a Jorge. Estaban los dos sentados en el sofá de tres plazas, muy oportunamente observé él se había sentado en uno de los dos lados y había hecho sentarse a Sandro en el centro. Así que yo me senté a la derecha de mi hermanito, quedando éste entre los dos.
-Y, ¿qué me dices, Sandro?
Vi que en ese momento Jorge puso su mano derecha sobre la rodilla izquierda de mi hermanito. Noté también cierto sobresalto en él, pero prefirió hacer como que no pasaba nada. Pero yo le conocía bien y sabía que estaba algo nervioso por ese contacto. Jorge le siguió hablando como si nada:
-¿Tienes planes para este último domingo en el que no hay nada que hacer?… Mañana ya empiezan las clases, ¿no? Me lo ha comentado Elena.
-Bueno. Mi hermana me dijo ayer que tenía un plan sorpresa preparado.
-Vaya. Eso suena bien-la mano de Jorge ya movía sus dedos, acariciando la rodilla de Sandro. En ese momento yo puse también la mía en su otra rodilla, para que se relajara-Si pudiera, me apuntaría, porque estoy sin nada que hacer.
-Por mí, vale-intervine-Y tú qué dices, Sandro.
-Bueno…-se sentía algo incómodo, eso era claro. Él me miró y yo le hice un gesto de confianza-Supongo que no estaría mal-acabó por decir.
Yo, sonriendo, me acerqué y le besé suavemente. Mi mano pasó a su cuello y a acariciar su mejilla mientras mi lengua tomaba su boca. Mi derecha ocupó el lugar en que había estado mi izquierda en su rodilla y luego fui acariciando su pierna, subiendo, por encima del pantalón, hasta su vientre, metiéndola por debajo de la camiseta. Noté allí la mano de Jorge e imaginé que había hecho una trayectoria similar.
Entre los dos le hicimos quitarse la camiseta. Yo le comencé a besar en el pecho y me metí su pezón derecho en la boquita, saboreándolo como el de una chica. Jorge me imitó en el otro y los dos empezamos a chuparlos. Luego bajamos, besándole en nuestro camino hacia abajo. Él se dejaba hacer, pero se notaba un poco nervioso.
Con habilidad, Jorge le presionó ligeramente para tumbarle sobre el respaldo del sofá y le bajó los pantalones junto a la ropa interior, quitándose con facilidad y dejando a mi hermanito totalmente desnudo. Su pollita estaba todavía bastante flácida y se veía pequeña y arrugada… Me agaché y me la introduje en la boquita entera.
En ese momento empezó a reaccionar, poco a poco, creciendo y endureciéndose sobre mi lengua a pesar de los nervios. Mientras yo empezaba así a chupársela y Sandro contenía con esfuerzo unos primeros y suaves gemidos, Jorge no dudó en ponerse en igual situación que mi hermano, quitándose toda la ropa. Él no estaba nada nervioso, o al menos su polla, totalmente erecta, no delataba nervios.
Volvió a sentarse junto a mi hermano y yo, colocándome de rodillas entre los dos, empecé a alternas mis besos, lametones y chupadas entre sus dos vergas… Tenía dos ricas pollas para mí solita… Me sentía húmeda solamente con pensarlo.
Les chupaba las cabecitas, jugando con mi lengüita sobre sus glandes y, luego, me la introducía todo lo que podía en la boca. Para ayudarme la sujetaba con una de mis manos mientras la otra masturbaba a la que en ese momento no estaba mi boquita atendiendo.
Mientras, entre los dos me ayudaron a quitarme el top y quitarme la faldita y las braguitas. Así quedé, igual que ellos, como vine al mundo.
Después de un rato chupando ambas pollitas, de repente Jorge se levantó:
-Arriba, gatita-me dijo.
Entendí lo que me decía. Me subí sobre el sofá, quedando sobre mi hermano y me puse de forma que mi coñito estuviera a la altura de su boca. Él no lo dudó un momento y se puso a comérmelo al momento. Sentir nuevamente su lengua, ya antes con talento pero ahora además con experiencia, adueñarse de mi coñito era sensacional.
Y mientras él empezaba a hacer eso que también sabía hacer, vi como Jorge ocupaba mi lugar, introduciéndose la pollita de mi hermana, ya dura, en su boca, empezando a chupársela con gran habilidad.
Mi hermanito, ocupada su boquita en darme placer, no podía decir nada, pero veía claramente en su expresión que la manera en que se la estaban comiendo le encantaba. Y a mí también como lo hacía él…
Su lengua recorría mi rajita, pasando por mi hinchada vulva, repasando todos los carnosos pliegues, catando los jugos que empezaban a emanar… Yo apretaba su cabecita contra mi conejito… Su lengua penetró entre mis carnes, lamiendo los marcos de mi puerta, y luego se centró, succionando mi monte de Venus. Y entonces noté sus dedos, en esto fue más rápido de lo que solía… un dedo, dos, tres…Parecía querer abrirme lo más rápido posible…
Y entonces, noté su mano al entrar en mí… ¡Oh! Como Isabel en el día anterior, ahora él también presionó para meterme su mano en mi coñito… y la suya era más grande. Me estremecía cuando mis labios se estiraron y mis carnes se ensancharon al dejar paso a sus dedos y su mano, que empezó a mover en mi interior, llenándome, haciéndome tener mil y un sensaciones…
Y mientras sus dedos, humedecidos con saliva, empezaron a explorar mi culito. Así, con hasta tres dedos en mi culito y su mano poseyendo mi coñito no aguanté más y me entregué por completo al orgasmo.
Cuando bajé, Jorge seguía comiéndosela a mi hermanito, chupaba la punta de su pollita y luego se la iba introduciendo lentamente en la boca. Con sus manos acariciaba sus testículos y la parte de polla que dejaba buera… Mi hermanito gemía ya claramente. Y él no tardó en terminar también. Y cuando anunció que iba a terminar, Jorge se puso la punta justo en la punta de los labios y el semen, brotando, le cayó de lleno en la boquita, llenándosela al poco… Jorge fue tragando lentamente, saboreándolo, y cuando mi hermanito dejó de echar su leche, le limpió la pollita de todo rastro. Fue muy morboso verlo.
Y entonces había llegado el momento. Jorge se sentó y empezó a tocársela suavemente. Yo le cogí de la mano a Sandro y le hice primero levantarse y luego ponerse de rodillas ante Jorge, a mi lado. Quedamos los dos entre las piernas de aquel, su miembro al alcance de nuestras bocas. Pero Sandro dudaba…
Yo le cogí la mano y la dirigí a la polla de Jorge. Él la tocó con un poco de reticencia. Yo puse la mía sobre la suya y empecé a subir y a bajar. Y cuando vi que mostraba menos repulsión, me retiré y él siguió masturbándolo. Se veía algo torpe, por la falta de experiencia en tocársela a otro hombre, pero Jorge le tomó la mano y le guió en cómo debía hacerlo. Sandro prestó atención y, cuando le volvió a dejar sólo, ya había adquirido ritmo.
Pero yo quería más y, en ese momento, le cogí de la cabeza y fue presionando para que se acercara.
-Hermanito, ¿no le vas a devolver el favor a Jorge?-le pregunté.
Me volví a poner a su lado, con la mano izquierda en la nuca de mi hermano y poniéndola la otra en la pollita de Jorge. De esa forma, aunque fue cediendo poco a poco, fui acercando a mi hermanito al tiempo que apuntaba la verga de Jorge hacia su boquita.
En el último momento, cuando los labios de mi hermanito ya casi podían ser humedecidos por el líquido preseminal de Jorge, Sandro se detuvo del todo. Me miró, indeciso. Se veía nervioso, pero con curiosidad.
-Pruébala-le dije-Te gustará.
Finalmente, la probó.
Primero, posó suavemente sus labios en la punta del glande. Una vez. A la segunda, abrió los labios y su lengua entró en un lento contacto con la polla. Luego empezó a lamer el glande y, poco a poco, fue acelerando y yendo a más, lamiéndola toda a lo largo del mástil. Finalmente, se la empezó a tragar entera, introduciéndosela hasta la garganta. Yo le había contemplado todo el rato, excitándome con su “iniciación” y con el morbo del cambio, desde los nervios solamente para poner le lengua sobre el glande hasta metérsela toda de golpe. Jorge, gimiendo, se deshacía en placer. Mientras él seguía chupando yo me coloqué detrás de él y, lamiéndole el ano, fue dilatándoselo, primero sólo con la lengua y después con los dedos.
Después de que llevara un rato chupándosela, Jorge se levantó y viniendo a dónde yo estaba, empujó a mi hermanito para que quedara apoyado contra el sofá, con el culito en pompa. Entonces me metí debajo de él y comencé a chuparle la pollita a mi hermano, que ya se estaba recuperando.
Jorge apoyó en ese momento la punta de su pollita sobre el estrecho orificio de mi hermanito. No era la primera vez que a Sandro le metían algo por su culito, pero sí era la primera polla de verdad que recibía. Jorge fue lento, metiéndosela lentamente y en varios intentos. Primero, solamente la cabecita, a la segunda, el doble; luego, hasta poco más de la mitad y, a la cuarta, hasta el fondo.
-¡Oh! Qué culito más rico tiene tu hermano-dijo Jorge en ese momento. Su comentario aumentó lo excitada que estaba por el morbo de la situación. Mi plan había resultado y ahora mi hermanito estaba siendo cogido por todo un macho… Me empecé a masturbar mientras Jorge empezó a follarse el culito de Sandro, saliendo y entrando-Qué apretadito… Es el mejor culo que me he follado en mucho tiempo-siguió diciendo.
Mi hermano, si en un principio se sintió dolorido, al poco gemía de placer. Yo se la estaba chupando, lamiendo su ya reendurecida polla, y Jorge se lo estaba cogiendo muy ricamente…
-La has chupado bien y ahora la recibes mejor-noté a Jorge acelerar sus embestidas-Este culito lo tengo que volver a follar más de una vez,…, ¡qué gozada! ¿Eh, Sandrito?
-¡Sí!-escuché responder a mi hermanito, también totalmente cachondo.
Yo me levanté para contemplar la escena: Mi hermanito contra el sofá, con el culito en pompa y siendo taladrado por la inmensa verga de Jorge. Éste me atrajo hacia sí y, metiendo su mano en mi entrepierna, comenzó a masturbarme con habilidad.
Sus dedos se manejaban con habilidad en mi coñito, apretándome el clítoris mientras me recorría mi rajita. Empecé a gemir, mis piernas temblando del placer que recibía en fuertes corrientes…
Jorge entonces, cogiendo a mi hermanito por los brazos le hizo levantarse sin sacársela en ningún momento. Su mirada me indicó a las claras lo que quería y yo no tardé en hacerlo.
Me puse delante de mi hermanito y, besándolo, me acerqué y me introduje su duro miembro en mi coñito. Así empezamos a movernos en una excitante cadena de penetración… Jorge le estaba rompiendo el culito a mi hermanito mientras éste disfrutaba nuevamente de mi coñito… Oh, el morbo y el placer eran inmensos y gemía como una perra…
Mis gemidos fueron callados por Jorge, que me agarró de la cabeza y me hizo besarlo por encima del hombro de mi hermanito. Y cuando me dejo yo le hice a éste girar la cabeza. No se lo esperaba, y más sorprendido estuvo cuando Jorge le metió la lengua en la boca. Al principio se mostró un poco contrariado, casi parecía que le daba más cosa besar a otro hombre en la boca que chupársela o dejar que se la metiera, pero en cualquier caso cedió al impulsó de Jorge, que estuvo un buen rato saboreando la boquita de mi hermano con su lengua. Me parecía excitante, hasta bonito. Personalmente, las escenas de sexo entre chicos siempre me habían llamado la atención y ver ahora a mi querido Sandro en una… A la vez que me penetraba… ¡Dios! Cómo disfrutaba.
Al rato, Jorge salió del culito de mi hermano y me rodeo. Yo lo vi venir y me abrí de piernas todo lo que pude para recibirlo. Él no se molesto en lubricar ni nada, se colocó detrás de mí, apoyo su polla contra mi ano y me lo fue metiendo. ¡Oh! Ahora tenía dos calientes pollitas follándome por mis dos orificios… Me sentía totalmente abierta, empalada. Sandro me cogió por las piernas y le rodee con ellas sus cinturas mientras mis manos iban a los hombros de Jorge… Aceleraron los dos mientras yo me sentía totalmente clavada y poseída por aquellos dos machos… Y entonces, entre gemidos y gritos de placer, llegue a un nuevo e intenso orgasmo.
Me dejaron entonces en el suelo y Jorge, apareciendo entre mis piernas, tomó mis jugos en sus labios… ¡Sí! Él también era bueno con la lengua… Me senté, estaba un poco agotada, pero ellos aún estaban animados y Jorge no había acabado ni una vez. Y entonces él miró a mi hermano, poniéndose detrás de él al tiempo que le decía:
-¿Quieres que entre de nuevo?
Fue tremendamente morboso ver a mi hermano asintiendo con la cabeza. Sandro se apoyó contra el sofá y Jorge volvió a introducírsela, ahora de una sola vez, en su culito. Empezando a follárselo de nuevo con fuerza mientras él gemía claramente. Yo me puse debajo de él y volví a chuparle la polla, totalmente dura mientras se agitaba ante las embestidas de su amante.
-Creo que voy a acabar-dijo mi hermanito en breve.
-Eso es para ti-saltó Jorge.
Yo acepté y chupé con más ganas, succionando la cabecita de mi hermano con fuerza, eso era algo que le volvía loquito. No tardo en llegar a un nuevo orgasmo y a llenarme la boquita con su corrida, calentita y gelatinosa, un poco ácida… La tragué lentamente… Tomarme la leche de mis amantes era una de mis cosas favoritas, pero la de mi hermano tenía un especial morbo.
Y, momentos después de que terminará de comerme la lechita de Sandro, también Jorge anunció que le faltaba poco:
-Yo también voy a terminar-dijo saliendo.
Y empujo a Sandro, que cayó sobre el sofá, y cuando éste se dio la vuelta, quedando sentado, le cogió de la cabecita y se la metió en la boca, follándosela rápidamente, metiéndosela hasta los huevos…
-Y esto, esto es para ti-dijo Jorge antes de que unos breves jadeos empezaran a salirle de la boca.
En ese momento, tenía sólo la puntita dentro de la boca de mi hermanito y los labios de este ceñían su duro miembro. Pero no necesitaba verlo para reconocer el momento… Jorge estaba vaciando sus huevos en la boca de mi hermanito, su polla palpitaba levemente y mi hermanito delataba que tenía la boquita llena… Pude ver los movimientos de su garganta, tragando… Y aún así, algunos hilillos de semen caían de la barbilla de Sandro… Jorge aguantaba mucho a la hora de acabar, pero siempre se corría con mucha abundancia. Era algo que siempre me había dejado loca, notar en mi boquita salir más y más lefa… Era casi como estar con un grifo en la boca de todo lo que soltaba… Y ahora era mi hermanito al que le estaba dando de mamar su leche… Estuvo un buen rato, como solía, antes de sacarla. Sandro terminó de tragar todo lo que llevaba en la boca y, entonces, él con la polla le arrastró los hilillos de su corrida que habían caído por su barbillo, haciéndole finalmente limpiársela.
Finalmente se sentó en el sofá a nuestro lado, los tres totalmente agotados…
Y cómo habíamos disfrutado…