Cuidando a la tía Chofi, 2
Segunda entrega de las aventuras sexuales de una tía peluda e inválida con el sobrino que la cuida. (Este es es segundo envío porque no se ha publicado)
Cuidando a la Tía Chofi, II
No sabría, bien a bien definir, mi estado. Estaba como hipnotizado, sorprendido, más que impresionado, parecía como si mis ojos no alcanzaran a abarcar aquella escena: la tía Chofi sobre la amplia cama de su cuarto, desnuda de la cintura para abajo, despatarrada, las gordas piernas inmóviles formando un amplio arco, mostrando a plenitud aquella zona boscosa, más que boscosa, tupida de pelos castaños y rebeldes.
¡Nunca en mi vida había visto una panocha tan peluda!, me digo convencido mientras paralizado quedo a centímetros de la combada entre pierna de la tía, parece algo fuera de la realidad: los vellos le invaden el inicio de las piernas y pueblan de bosque desde poco más abajo del ombligo para hacerse tupidos, muy tupidos en el pubis, a tal grado que la panocha enorme, que adivino... desaparece, no se ve, está oculta, como si en aquella zona sólo hubieran pelos, pelos y más pelos.
Y mientras recorro con ojos ansiosos aquella intimidad desmesurada, el penetrante olor me pega, me rodea, se apodera de mis sentidos, me embriaga; es como si los olores íntimos de la mujerona me envolvieran por completo. Tampoco sabría definir esto del olor, pero es un aroma penetrante, embriagador, a la vez incitante y a la vez repulsivo. La entrepierna de Chofi huele a hembra, a deseo sexual insatisfecho, a mujer que no se ha lavado la pepa en varios días y los secretos efluvios poco a poco escapan de su prisión y contagian de lujuria a quien esté cerca.
Sigo con mi ansiosa inspección, siento sobre mi la mirada de la inválida madura, que tal vez se deleita al mostrarse de forma por demás impúdica, y es como una fuerza incontrolable, mis manos se meten entre los muslos carnosos y exploran lentamente; los dedos temblorosos tratan de abrir la selva espesa y oscura, parece que nunca terminaré de hacer a un lado la abundante mata pilosa, hasta que las manos abren a cada lado el campo tupido y aparece, como ensoñación, la enorme pepa, oscura, parda, los gruesos labios vaginales, entreabiertos y carnosos, apestando a hembra caliente; y miro la carne interna expuesta, los labios menores que no tienen nada de menores, sino sobresalen groseros y crecidos, como colgando, como apéndices de carne que sobra, en el centro de la zanja la entrada vaginal y la piel interna rezumando líquidos olorosos.
La panocha de Chofi es enorme, me confieso nervioso, sintiendo que mi cuerpo tiembla de ansiedad, y extiendo la mano derecha tratando de abarcar con la punta del índice y el pulgar la extensión de aquella raja sexual, desmesurada y gorda, y no, me falta mano, necesito dedos más largos, digo en silencio; hago el mismo intento abarcando ahora con el meñique y el pulgar extendidos y casi, casi logro medir la envergadura de la tremenda pucha hinchada y jugosa, y estoy tan metido en ensoñaciones sexuales que no escucho la voz de la tía Chofi, hasta que insiste:
--"¿Verdad querido sobrino que es fea?, ¿verdad que la tengo horrible?, y luego con... ¡tantos pelos!, ¿por qué seré tan peluda hijito?, tu querido tío, que en paz descanse ¡el cabrón!, me depilaba cada semana y nada siempre me crecían más y más los pelos, ¿verdad que es fea mi puchita?, y ahora que estoy condenada a una silla de ruedas no puedo yo sola quitarme los vellos".
Como entre sueños respondo: "es que tía... nunca antes había visto algo así, estoy impresionado con tu... sexo tía Chofi, es tan... atrayente, tan... embriagador que...".
--"¡No sigas hijito!, no se para que permití que me vieras así, haz de pensar que estoy loca, una vieja tullida como yo enseñándole la pepa al sobrino, ¡qué horror!, pero... todavía no revisas lo que yo quería... mi colita...".
Reacciono: "¡ay tía, perdona!", la mujerona me había pedido que le revisara el culo, pues según ella, lo tenía, "un poco irritado" y untarle, en su caso, una pomada lubricante. Con trabajos ayudo a la vieja gorda a quedar boca abajo sobre la cama, le abro las patas y vuelvo a impresionarme: el enorme promontorio, las nalgas gordas y blancas, amplias y bien formadas para su edad. La tía alza la cara tratando de mirarme como le miro el culo, mi excitación se ha hecho insoportable, siento que en cualquier momento pierdo el control y le sepulto el pito a la madura.
Y creo que Chofi ha descubierto mi excitación y mientras con ambas manos se abre las nalgas para mostrar esa otra intimidad, dice en voz suplicante: "¡ay hijito, revisa con cuidado, siento cosas!, lo tengo rosado, muy irritado, me da mucha comezón y quisiera rascarme a cada rato, ¿lo ves?, ¿cómo lo tengo?".
Me faltan palabras para contestar, me deleito mirando y acariciando los gruesos mofletes, viendo extasiado el sonrosado valle que los separa, y más abajo los pelos que le invaden ahí y el estrellado culo que de sonrosado pasó a rojo encendido, los bordes del culo lucen irritados e hinchados, algo le ha pasado a la tía, pienso convencido, parece que el conducto anal de la gorda señora a pasado por un furioso trajín sexual, pero... callo el indebido pensamiento. Más bien tomó el pomo de vaseline y con dedos embadurnados recorro aquella carne secreta, los suspiros de Chofi me confirman que la tarea le trae alivio:
--"Sí, sobrinito, siento rico, me hace tanto bien el masaje que... sigue, sigue, pon más pomada, así sigue, sigue, más ahí en el hoyito, ahí me duele, hummm, qué bien lo haces", dice quejumbrosa la mujer.
Sobre mis dedos siento que el culo casi prieto y peludo palpita, parece invitarme a otros quehaceres, y suspendo el masaje, Chofi suspira mirando de reojo la enorme erección que abulta mi pantalón, añade: "si no tuviera tan lastimado el culo te lo prestaba un ratito para que descansaras, hijito mío, pero si quieres...", y no la dejo terminar, sigo acariciando pero mi mano derecha va más abajo, entremetiéndose en la maraña de largos pelos castaños que obstruyen la enorme panocha; Chofi se queda quieta, ofrecida, moviendo a los lados las gordas caderas, musitando algo que no escucho. Mis dedos se le meten en la raja abierta y frotan, primero delicadamente, entre los gruesos labios hinchados de excitación, las babas olorosas embarran mi mano que poco a poco se torna más activa, tres dedos danzan afriebrados dentro del canal viscoso y caliente de la vagina, y cuando son cuatro dedos los que se deslizan ardorosos dentro de la pepa ardiente de Chofi, ella suplica:
--"¡Ya, hijito, sobrinito de mi alma, dame verga!, ¡métemela toda!, ¡la quiero ya, anda, métela, por favor!".
Trato de contener mis ansias y sigo jugando con la pepa de la inválida que gime, suspira con los ojos entre cerrados, los dedos que culebrean dentro de la pucha se contagian de jugos y percibo los delicados apretones de la pucha sobre mi mano que ya casi ha entrado completa dentro del enorme boquete en que se ha convertido la peluda panochota.
Chofi mira ansiosamente el bulto que forma mi verga erecta y sin sacarle los dedos de la vagina, con la otra mano libero mi pito duro y crecido, no atino cómo debo poner a la tía para sepultarle la tranca, ella se decide por mi:
--"Lo quiero así como estoy hijito, ponme unos cojines debajo, para alzar más la cola y me penetras así, pero por la pucha, ¿sí?".
Momentos después la tullida luce el promontorio de sus glúteos alzado, puse dos cojines bajo su pelvis, las piernas muertas muy abiertas, luciendo a plenitud la caverna peluda que escurre babas olorosas. Ya sin ropa me monto en la tía y con la mano derecha dirijo la tranca dura y crecida, pongo el glande en la entrada de la pucha y Chofi suspira un tierno "aaaaa" de satisfacción, sigo penetrando poco a poco. Es extraño pero la vagina me ajusta la verga, siento una deliciosa sensación de placer, siento la calidez del conducto y los jugos que empapan mis huevos, ya la tengo bien cogida, y empiezo los embates, primero tiernos y lentos, luego con fuerza, haciendo brincar los temblorosos glúteos de la mujerona que primero gime, luego suplica, luego grita: "sí, sí, así hijito, más, más fuerte, quiero más, así, aaaayyyyy, sí, no pares, sigue, más, dale fuerte, hummmm sí....".
Sigo arremetiendo contra la tía que agita todo el cuerpo mientras le llega el orgasmo entre gritos de placer, los "aaaaa, me viene, me viene, más, sigue, me vengo sobrinito chulo de mi vida, quiero más, sigue, sigue, no te detengas por amor de dios", y me sigo cogiendo a la tullida peluda, sintiendo como mi verga chapalea y nuestros cuerpos hacen "chaz, chaz, chaz" al entre chocar, segundos después Chofi se viene de nueva cuenta y yo siento que la leche escapa, se va, la eyaculación es inminente, suspiro de delicioso placer y el chorro es inmenso, largo, parece que mi verga es una jeringa que inyecta mocos a la caverna aguada de la mujer, que aprieta la pucha, las contracciones de su vagina aumentan mi placer y me sigo viniendo como si tuviera semen para toda la noche, hasta que poco a poco amaina la venida, Chofi sigue gimiendo complacida y siento que la leche y sus jugos escapan del hoyo enorme de su pepa peluda. Me quedo sobre la gorda inválida abrazándola amoroso, sintiendo que la fatiga me invade, prefiero liberar de mi peso a la tía y me acuesto a su lado, besando sus gordas mejillas.
Un rato después hago labores de aseo con la gorda, le limpio la entrepierna con una mullida toalla, cambio las sábanas de su cama, manchadas de leche y de las venidas de la vieja tullida, es curioso, pero el orgasmo de la Chofi es tan abundante que parece que se hubiera meado en la cama. Cuando vuelvo a acostarla en su cama, ya con una bata y pantaletas limpias, le preguntó:
--"Oye tía, ¿qué le pasó a tu colita?, que la tienes lastimada".
--"Ay hijito... es que... me da pena contarte, pero... no mejor no, ya me siento mejor de ahí, gracias sobrinito".
--"No tienes por qué apenarte, ¿qué te paso?", insisto mientras observo una mancha delatora en la pared junto a la cama.
--"Es que a veces soy muy loca... más bien muy... caliente y pues... me masturbo, ya te había contado algo... pero... anoche abusé... estaba muy caliente y me masturbé con una cosa... a veces lo hago, pongo alguna cosita en la puchita y me la meto hasta venirme... ¡ay hijo, qué locuras!, pero anoche fue horrible... me lo hice con... con... un pepino, si, perdona, pero me chaquetee con un pepino enorme, y me vine muy rico, mi venida salió tan fuerte que salpique hasta la pared, ¿ves?", dice la inválida escondiendo la cara y señalando con la mano la mancha parda que huele a su intenso orgasmo.
Me quedo sorprendido por la confesión de la madura, me parece algo excesivo eso de meterse un pepino, pero bueno... la calentura debió ser enorme, y: "pues sí, tía, pero aún no me haz contestado, ¿cómo te lastimaste el ano?".
--"Pues eso... que me masturbé con un pepino y... luego lo intenté por la colita... fue terrible... me dolió mucho, pero al final así tuve un orgasmo delicioso y lo peor... el pepino quedó dentro de mi... culito. Fue terrible hijito, ¡no sabía yo cómo sacarlo!, pujé y pujé y pujé y el maldito pepino destrozándome la cola... ¡qué el cielo me perdone!, estuve a punto de llamar al médico, por fin luego de mucho pujar fue saliendo poco a poco, mi culo estaba abiertísimo y muy lastimado, lloraba yo del dolor hijito, juro que no lo vuelvo a hacer, lo juro!", dice la Chofi convencida, mirando la incredulidad en mis ojos.
No se que decirle a la tía, si alguien me hubiera contado una cosa así... no lo creo, pero mi tía es capaz de eso y más, trato de consolarla acariciando su cabello, ella intenta gimotear, como si quisiera llorar, pero sólo un momento, una de sus manos acaricia mi pierna, parece subir por el muslo, Chofi duda, pero cuando me doy cuenta la mano juguetona rodea mi verga y la acaricia suavemente, eso si, la tía intenta fingir que sigue sollozando, y los quejidos terminan cuando abre la boca para rodear el glande, por momentos alza la vista para mirarme, parece sonrojarse pero sigue mamando, Chofi succiona el tronco tratando de meterse todo lo que quepa de pito en su boca golosa.
La mamada se eterniza, la tía lleva más de diez minutos chupando mi verga, sus mejillas lucen encendidas y embarradas de líquido seminal, pero ella se afana en mamarme el miembro como una experta, "¿cuántas vergas habrá mamado la Chofi que perfeccionó tal técnica?", me pregunto en silencio mientras arremeto con la tranca en la boca abierta de la tía que suspira succionando con fuerza el pito, seguimos disfrutando unos momentos más y el cielo se abre ante mi, el cuerpo vibra, pierdo la respiración y agarrado con fuerza del cabello de la tía me vengo!, es increíble, los chorros de semen, acompañados por lengüetazos de la mujer, y la leche que no termina de salir y la verga que palpita a pausas y yo gimo, disfruto viniéndome en la boca succionante de Chofi.
Al final me sorprendo, ¡la tía se tragó todo mi semen!, me mira apenada, sus cachetes se pintan de falso rubor, ambos sonreímos, ella se limpia la cara con una toalla para eliminar los restos de mocos. No sabemos que decirnos.
Minutos después mientras la arropo en su cama, para luego darle las buenas noches y despedirme, me comento: "oiga tía si se masturba la cola con un pepino, antes procure dilatar el culito utilizando cosas más pequeñas, que la colita se afloje, luego se mete el pepino, pero no todo, procure mantener fuera un extremo, para que no se le meta todo y luego no sufra para sacarlo, ¿me entendió?".
Chofi con mirada pícara contesta: "mejor vienes otro día y me enseñas cómo, ¿sí sobrinito?". Sonreímos.
Un rato más tarde me tomo un café en la cocina de la tía, veo que tengo varios mensajes en mi celular, es mi noviecita querida que reclama mi presencia, le llamo: "¿dónde andas?, te he estado llamando, ¿qué tanto haces?".
--"Vine a visitar a Chofi... ha estado un poco enferma", contesto, tratando de ser convincente.
--"Oye... ¡ya pasas más tiempo con esa señora que conmigo!, ¿cuándo nos vemos?, ¿vienes a la casa?".
--"Mejor mañana, te veo después del trabajo y vamos a cenar o algo así, ¿cómo ves?".
--"Pues a ver si no sale tu tía conque está enferma, hace mucho que no estamos juntos un rato", exagera.
Y mientras trato de contentar a mi novia, me rasco el pito por encima del pantalón, el escozor me recuerda la reciente cogida con la inválida.
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