Cuestiones de familia - parte v
Fernando continúa prostituyendo a sus hijastros, ahora no solo a Daniela, sino también a Quique
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE V
PERSONAJES
DANIELA: hija de Cristina, hermana de Enrique, novia de Matías
FERNANDO: padrastro
CRISTINA: madre de Daniela y Enrique, esposa de Fernando
ENRIQUE ( QUIQUE ): hermano de Daniela
MATÍAS: novio de Daniela
VICENTE: amigo de Enrique
MONICA ( MONY ): novia de Enrique
ALBERTO: amigo de Fernando
SEBASTIAN y VANESA: amigos de Alberto
Este relato es continuación de anteriores, se recomienda para una mejor comprensión, comenzar leyendo los que anteceden a éste.
CUESTIONES DE FAMILIA - 27 OCTUBRE 2011
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE SEGUNDA – 29 OCTUBRE 2011
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE TERCERA – 1 NOVIEMBRE 2011
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE CUARTA – 27 NOVIEMBRE 2011
Fernando quedó pensativo con el comentario que Quique le había hecho acerca de Sebastián. Si el tipo frecuenta discotecas gay, a pesar de estar casado con una mujer ardiente, es que es gay, sin lugar a dudas. Ahí tenía la explicación del carácter de Vanesa, ésta mostró ser una persona que gozaba mirando a su marido hacer el amor con otra mujer. Esa conducta la tuvo hasta que se topó con Fernando, a partir de ahí no tuvo ningún empacho en tener sexo con él, aún estando su marido en la misma habitación que ella.
Entonces Sebastián era gay y Vanesa insatisfecha, sexualmente hablando, para eso estaba él, Fernando, para atender a la mujer, dándole lo que ella necesitaba y también para mejorar el carácter de Sebastián, para que estuviera de parabienes. Y todo eso redundaría en la obtención de un buen dinero. El negocio de Fernando crecía.
- Tu estás seguro de lo que me has dicho Quique?
- Si Fer, lo conozco perfectamente a ese hombre.
- Muy bien, la próxima semana lo voy a invitar acá y tú estarás presente en esa reunión. Yo te voy a decir lo que tienes que hacer y lo que te diga, harás sin preguntar, ni poner ningún pero, de acuerdo?
- De acuerdo Fer.
- Más te vale marica, además te ganarás un dinero, así no tienes que andar pidiendo.
- Buenísimo Fer, que debo hacer? Me puedes adelantar algo?
- Te tienes que encamar con el tipo, el día que yo lo invite, ese será tu trabajo.
- Tu te refieres a que él y yo . . .
- Si marica, haz entendido perfectamente, tienes que coger con el tipo, dejarlo contento, tiene que salir de esta casa queriendo volver otra vez más. Me entiendes?
- Si Fer, tu quieres que sea taxi boy por una noche.
- No marica, serás taxi boy todas las veces que yo necesite que lo seas, está claro?
- Si Fer, lo haré.
- Claro que lo harás, porque yo te lo pido y porque te gustan los hombres y eso no puedes ocultar.
- Pero no hay nada de malo en eso Fer, además tú sabes que también tengo mi noviecita y ella está muy bien conmigo, obvio que no sabe todo lo mío.
- No hay nada de malo, en cuanto a tu chica va a estar bien atendida cuando le eche mano yo, ya verás.
- No Fer, eso ni lo sueñes, Mony es mía, no la comparto con nadie, ni siquiera contigo.
- Ah sí? Ahora mismo te voy a dar una lección, para que veas quien manda en esta casa. Ponte de rodillas entre mis piernas, ahora, ya!!!
- Para que Fer?
- Plasss – sonó un cachetazo que Fernando le dio a Quique – que te pongas de rodillas te dije marica.
- Ayyyy, eres un bruto Fer, está bien, que es lo que quieres ahora – Quique ante el temor de recibir otro cachetazo optó por obedecer a su padrastro, que de buenas a primeras había enfurecido, por la negativa del muchacho de compartir su chica.
- Quiero que me la chupes, que otra cosa iba a querer, tú sabes como hacerlo, vamos, sácala afuera de mi boxer y chúpala hasta que te pida otra cosa.
- Bueno Fer, pero no me pegues mas, quieres? Glup glup glup, mmmm.
- Eso, así, despacito, que se me ponga bien dura, chúpala bien y despacito. Espera, vamos hasta el sillón y me acuesto allí.
Fernando se recostó en el sillón y Quique a su lado de rodillas en el piso se tragaba todo la verga renegrida de su padrastro, acariciándoles los huevos y la entrepierna. Ya había tomado dureza y el máximo de su tamaño, cuando a Fernando se le ocurrió que quería ver televisión y beber licor, al mismo tiempo que el muchacho se ocupaba de su verga.
- Daniela – gritó sorprendiendo a Quique – ven aquí. Y tú sigue, que tu hermana ya te ha visto hacerme una mamada.
- Que están haciendo Ustedes – dijo Daniela al verlos – va a llegar mamá y los va a pescar y tú sabes Fer que a ella no le gusta que lo hagas con nosotros.
- En esta casa mando yo, enciende el televisor y tráeme licor, perra, antes que se me ocurra pedirte otra cosa.
- Está bien Fer, ya vuelvo – le respondió Daniela, retirándose a buscar el licor, luego de haberle encendido el televisor.
Entre trago y trago, Fernando, acariciaba la cabeza de su hijastro, dándole a entender que debía seguir chupando hasta que el se sintiera satisfecho.
- Estás haciéndolo muy bien marica, quieres que te haga mimos yo a ti?
- Que, me la quieres chupar Fer?
- No, te pregunto si quieres que te la ponga por tu culo? Es a voluntad, si tu quieres te cojo y si no me la sigues chupando hasta que acabe. Elige tu.
- Me gustaría que me la pusieras, Fer, despacito, para que no me duela mucho.
- Bueno, ponte en cuatro sobre el sillón, te quitas la ropita y te la meto un poco, a ver si te gusta.
- Quiero un poco de crema Fer.
- No, será solo con la saliva tuya y un poco de la mía, unta mi verga con bastante saliva y pon el culito para arriba.
Fernando le escupió en el centro del culo y esparció con su dedo la saliva, a modo de lubricación. Luego empezó a pujar con su verga suavemente, moviendo su pelvis y tomando con sus manos las caderas de muchacho. No tardó en entrar la cabeza, de lo dilatado que estaba esa colita, lo que le permitió a Fernando ir entrando y entrando hasta tenerla toda adentro.
- Te gusta así mariquita, la tienes toda metida adentro.
- Siiii Fer, me encanta, no me ha dolido casi nada, dame papito, dame lo que tienes, puja más fuerte si quieres.
- Te gusta putito?
- Si Fer, me gusta mucho, ahhhh, que lindo que es sentirte adentro mío.
- Te la saco? Quieres que te la saque?
- Noooo Fer, por favor no me la saques.
- Ahhh, quieres que te coja entonces, mas fuerte?
- Siii Fer, dámela bien fuerte, me gusta, soy tu putito Fer.
- Me vas a traer a Mony para que juegue con ella? Si o no putito, responde.
- No me pidas eso Fer.
- Si o no? – Fernando se había quedado quieto, amenazando con quitar su verga del culo de Quique.
- Te la voy a traer, pero no quiero saber lo que hagas con ella Fer.
Fernando retomó las bombeadas en el culo de Quique, lo que lo hacía gozar terriblemente no solo a Quique, sino a él mismo, al sentirse dominador del muchacho.
- Ahh bueno, es lo que quería escuchar, mmmm ya me viene la leche marica, ahí te la mando, mmmm ahí va, mmmm ahhhhh que lindo culito tienes putito mmmm ahhhh.
- Siii, la estoy sintiendo Fer, ay que divino, me estás llenando el culo Fer, es hermosa la sensación, que bueno ahhhh.
No hubo esa noche mucho más tiempo para relajarse, porque al sentir la puerta que se abría, el muchacho salió corriendo a su cuarto y Fernando se acomodó nuevamente en el sillón, esperando que ingresase su mujer.
Daniela atajó a su madre y la llevó a la cocina para mostrarle la cena que estaba preparando, lo que dio tiempo a Fernando a que normalizara la situación. La muchacha, se estaba convirtiendo en la mano derecha de su padrastro, entregando su cuerpo por dinero para beneficio de su dominante y también protegiéndolo de su madre, evitando discusiones de familia.
Fernando siguió con su negocio, llevando uno tras otro a todo hombre que estuviera dispuesto a pagar un buen precio por obtener el cuerpo y los favores sexuales de su hijastra. Daniela, por su parte, ya se encontraba habituada a entregar su cuerpo por dinero, a medida que los hombres pasaban por su habitación, ella siempre aprendía algo más de los secretos del sexo, que practicaba con uno y con otro y a todos enloquecía, por su frescura, belleza y juventud.
Para Daniela tener sexo con extraños era algo casi cotidiano, como atender a sus estudios, que por cierto no había abandonado y se encontraba próxima a graduarse. Además esta actividad que ejercía en forma discreta, reservada, le ponía adrenalina a su vida. Cada una de las personas que iban a su casa a tener sexo con ella, en realidad llegaban preguntando por Fernando, con lo cual los vecinos no tenían la más mínima sospecha acerca de las actividades de la joven y su padrastro.
Quienes la veían en la calle, que vivían en su vecindario, la observaban siempre vestida correctamente, saludando a todos por igual, derrochando simpatía por doquier. Nadie se atrevería a sospechar la vida que Daniela llevaba en forma oculta. A su vez, sus clientes, eran incapaces de reconocerla en la calle, ya que siempre la veían con poca iluminación, casi sin ropas y todos por igual se concentraban en el cuerpo de la joven y no en su rostro, al que solo le dedicaban una mirada rápida.
Solo una persona la había visto con detenimiento y se había concentrado justamente en su rostro angelical y esa persona era Vanesa, la esposa y dominadora de Sebastián. Y Vanesa estaba decidida a regresar a esa vivienda para tener sexo, solo que ahora quería sexo activo.
Para ello se puso en contacto con Fernando a quien le habló en forma clara y directa.
- Mira Fernando, la verdad es que quiero tener a la niña que tu manejas, la quiero para mi, es posible eso? – la conversación se mantenía por teléfono.
- Pues claro que es posible, solo se trata de llegar a un buen precio por el encuentro, tienes que tener en cuenta que serás la primera mujer en tener a mi niña.
- Me dices que jamás ha tenido nada con otra mujer? Yo seré la primera en su cama?
- Tú serás la que la inicie en la bisexualidad, pero deberás esforzarte en el dinero que estés dispuesto a pagar por eso.
La conversación terminó en un rotundo acuerdo para ambos, Fernando logró mejorar la oferta que le hizo Vanesa, ofreciendo entregar a su hijastro para que éste atienda a Sebastián mientras ella estuviera con Daniela.
- Bueno eso sería formidable, de esta forma ambos recibiremos placer y yo podré estar más relajada con tu niña – le respondió Vanesa.
El día del encuentro, Fernando habló con Daniela y Quique, diciéndoles a cada uno hasta donde podían llegar en el encuentro sexual que mantendrían con la pareja.
A Daniela le indicó que se relajase y dejase que Vanesa tome la delantera, ella era la interesada en tener un encuentro sexual con una mujer, pues entonces que demuestre lo que sabe hacer.
- Tu solo relájate y deja que Vanesa haga, te va a besar todo el cuerpo y seguramente se concentrará en tu parte de abajo, allí recibirás andanada de besos y lamidas, ya verás como te gusta y seguro te echarás unos buenos polvos, después me cuentas, chiquilla – le dijo Fernando.
Confío en vos Fer – contestó Daniela, mirando y escuchando atentamente a su padrastro que ahora le hablaba a su hermano.
- Y tu Quique, te las tendrás que arreglar solito, tu me dijiste que lo conocías a Sebastián, bueno sabrás entonces que es lo que le gusta a él, verdad? Es activo o pasivo?
- Creo que es versátil, Fer, me enteraré cuando esté con él, que es lo que más le gusta.
- Si dice que es versátil, considéralo pasivo, ya verás que no me equivoco. Prepárate a darle verga entonces, con eso lo tendrás contento y satisfecho.
- Si Fer, yo también quiero ganar un poco de dinero.
El encuentro se fijó con suficiente tiempo como para concluir con bastante antelación a la llegada de Cristina, si bien el que manejaba los destinos de la casa era Fernando, éste no quería tener conflictos con su esposa, cosa que sucedería si o si, el día que Cristina se enterase que su propio marido prostituía a sus dos hijos.
A la hora fijada para el encuentro, se escuchó el timbre, Fernando atendió a los recién llegados, haciéndolos pasar a la sala, en donde les requirió el dinero pactado que Sebastián abonó sin objeciones.
- Entonces ya están en condiciones de ser atendidos, supongo que querrán habitaciones separadas? O me equivoco? - preguntó con sorna Fernando.
La pareja no había pensado en ello, era evidente, porque ambos se miraron y fue Vanesa la que tomó la voz para contestar.
- Es obvio que vamos a estar en habitaciones distintas, tu piensas igual Sebastián?
- Tú decides, Vane.
- Entonces prefiero habitaciones separadas Fernando.
- Muy bien, pasa por acá Vanesa, tu espera Sebastián – dijo Fernando, marchándose con la mujer al encuentro de Daniela.
- Ok, te acompaño – respondió Vanesa, poniéndose a caminar al lado de Fernando.
Mientras caminaban al encuentro de Daniela, Fernando tomó a Vanesa del brazo y le dijo al oído, de modo que su marido no pudiese escucharlo.
- Dime Vanesa, quieres que te deje sola con mi chiquilla? O quieres que después de un rato las visite a las dos?
- Mmmmm, me parece que es una excelente idea lo que propones, pero primero quiero ver como me manejo con tu chica a solas.
- Ok, yo las dejo solas y después de un tiempo prudencial me asomo a ver si precisan algo, tú sabes a que me refiero, mmm.
- Te entiendo perfectamente, veremos como me entiendo con la pequeña.
Luego de esto, Fernando regresó a buscar a Sebastián y lo acompañó hasta el cuarto de Quique, quien lo esperaba mirando televisión.
- Pásenla bien chicas, jajaja – les dijo Fernando cuando cerraba la puerta tras el ingreso de Sebastián al cuarto de Quique. Este último contestó con una sonrisa, pero resultó evidente que el trato de “chicas” a Sebastián no le cayó bien.
En el cuarto de Daniela, Vanesa había avanzado hasta el lugar en donde se encontraba sentada la muchacha, que la aguardaba chateando con la computadora.
- Hola hermosa, te acuerdas de mí? Soy la esposa de Sebastián, la mirona, me recuerdas?
- No mucho, algo recuerdo, nunca había estado con dos personas en un cuarto, esa fue mi primera y única vez.
- Sabes que princesa? No veía la hora de estar a solas contigo, te aseguro que la vamos a pasar muy bien, tu crees lo mismo que yo?
- No tengo experiencia, pero confío en que ésta sea una buena experiencia.
Vanesa mientras le hablaba tomaba posición junto a la muchacha, acariciándole el cabello, tomándole las manos, tratando de traspasar la barrera que había entre ellas. Pero Vanesa era una mujer experimentada, sabía como tenía que actuar, lento, pero firme, sin retroceder. Así le siguió hablando, cada vez mas suave el tono de su voz, la habitación se encontraba en penumbra y Vanesa seguía acercándose hasta plantarse con su cuerpo pegado al de Daniela. Podía sentir la respiración, la una de la otra, los pechos que se apoyaban unos en los otros y las manos diestras de Vanesa, que tomaban a Daniela de la cintura y la apretaban junto a su cuerpo, pujando ella con una de sus piernas, entre las piernas de la joven, abriéndolas para poder sentir con el muslo la entrepierna caliente y húmeda.
Vanesa comenzó besando las manos de la niña, para pasar a las mejillas, las orejas, el cuello, todo eso con el condimento de las caricias que sus manos le daban por todo el cuerpo, por sobre la ropa, sin hacer ningún intento por llegar a la piel. Todo este trabajo daba su fruto, Vanesa lo percibió enseguida, al sentir los primeros gemidos, la respiración que se entrecortaba. Daniela empezaba a sentir que sus piernas la abandonaban, necesitaba recostar su cuerpo, porque estaba prácticamente colgada del cuerpo de la mujer que la pretendía.
Vanesa percibió que la joven necesitaba otra posición y entonces la llevó hasta la cama, en donde delicadamente la hizo acostar, para luego quitarle la ropa que llevaba, un salto de cama de raso, transparente, que dejaba ver toda su intimidad. Tomó las manos de Daniela y las llevó a que acaricien su propio cuerpo, una hasta su sexo y la otra la posó sobre su pecho, de forma que la muchacha se auto estimulase mientras ella se quitaba la ropa.
- Tócate princesita, acaríciate tus partes, verás lo bien que te sientes – mientras ella se desvestía, no le quitaba la vista de encima, a pesar que mucho no se podía ver por la poca iluminación que había en el ambiente.
- Si Vane, me calienta mucho tocarme.
- Eso es mi amorcito, tócate y espera que ya te voy a dar todo lo que te mereces.
Dicho esto, Vanesa se lanzó sobre la niña, para lamerla y chuparla de pies a cabeza. Comenzó por lamerle los pies, chupando todos sus dedos, las piernas, sin dejar nada de explorar con su lengua, saltando desde los muslos al vientre y siguiendo hacia arriba hasta las tetas, ahí se detuvo un tiempo para chupar y mordisquear los pezones, amasando las tetas con sus manos, una y otra, lo que provocaba en Daniela gemidos y contorsiones, el cuerpo se le arqueaba, por lo cual Vanesa se acostó sobre la niña con todo el peso de su cuerpo, abrazándola, metiéndole la lengua por el cuello, por la cara, para posicionarse finalmente de rodillas sobre la muchacha, haciéndola girar para que quedase boca abajo, ya que quería disfrutar de su espalda, de la parte posterior de los muslos y de la cola redonda, de cachetes macizos, duros, calientes, que enmarcaban un culito precioso, que solo Fernando había podido disfrutar.
Vanesa se sintió en la gloria, porque sentía que era correspondida por Daniela en su accionar, Daniela a su vez, no fingía placer, sino que verdaderamente lo sentía. Una vez más Fernando no se había equivocado en su pronóstico. Estaba segura que con esa mujer iba a tener buenos orgasmos y muchos tal vez.
Daniela sintió que Vanesa, nuevamente arrodillada sobre su cuerpo, ahora ella boca abajo, le separaba las nalgas tal como lo hacía Fernando momentos antes de penetrarla. Se sobresaltó y se dejó estar, obedeciendo a lo que su padrastro le había dicho, relájate y goza, se lo había recalcado bien. Eso hizo y no se equivocó nuevamente, porque sintió la lengua de Vanesa acariciar su ano, queriendo entrar en su orto, con mucha maestría se movía esa lengua, sabía lo que hacía y por primera vez deseó Daniela ser penetrada con algo, con cualquier cosa, necesitaba sentir algo adentro de su culo. La lengua de Vanesa la enloquecía, pero mucho más la enloqueció cuando la hizo girar, para llevar su lengua a su concha, que a esta altura de los acontecimientos, estaba empapada en jugos y fluidos, Vanesa se tragó su clítoris, lo chupaba como un caramelo, lo mordía con la energía suficiente como para arrancarle gemidos y espasmos de placer, de pronto se dio cuenta que se corría, que no podría detener ese orgasmo que le estaba viniendo, ni tampoco disimularlo, comenzó a jadear suavemente y fue creciendo en sus jadeos y gemidos hasta estallar en un orgasmo maravilloso, que Vanesa festejó sumergiendo su rostro y tragando sus fluidos, hasta secarle la concha por completo.
Recién ahí Vanesa se acercó al rostro de Daniela a reclamarle el primer beso a la joven, hasta ese momento no la había besado en la boca, pero ahora según su criterio, se merecía un beso de lengua y Daniela se lo dio con el máximo de efusividad. Ambas mujeres, se fundieron en un beso y abrazo sin par. Había concluido el primer capítulo. Ahí Daniela se dispersó un poco, porque vinieron a su memoria la cantidad de amigas que ella había rechazado, que la habían querido besar, tocar o algo más y ella nunca se había atrevido porque eso, le habían enseñado, era algo feo o estaba mal hacerlo.
Pero Daniela había gozado muchísimo con eso que era feo y estaba mal, por eso quería repetir, quería hacerlo de nuevo. No era ni mejor ni peor que lo que hacía con Fernando, era simplemente distinto.
Y Vanesa, eufórica como estaba, se lanzó nuevamente sobre la niña, quería tener su orgasmo con ella, quería que ese orgasmo fuese simultáneo con la muchacha, por eso presionó a Daniela contra su cuerpo y la abrazó y besó hasta cubrirla toda con su saliva, provocando en la niña un goce total, muy fuerte, ya le era imposible obedecer a su padrastro en lo de “dejar hacer”, ella misma quería besar a esa hembra que la estaba amando y la quería besar en todo la plenitud de su cuerpo, tímidamente comenzó por acariciar las tetas de Vanesa, para continuar chupando y mordiendo los pezones, lo que le provocó gran excitación. Y ni que hablar en Vanesa, que jadeaba como una perra en celo.
Vanesa era ahora la que gemía, con su pulso acelerado, apretando a la niña contra su cuerpo, al que rotaba para alcanzar la entrepierna de Daniela, ofreciendo la suya, poniéndola al alcance de la cara de la muchacha, que de pronto se encontró en la clásica posición del “sesenta y nueve”. Daniela acercó su rostro hasta la concha depilada de Vanesa, cerró sus ojos y alargó su lengua para degustar el sabor de los jugos vaginales, que en ese momento eran abundantes. Ese flujo le gustó, le pareció mínimamente salado, también algo dulce y se animó a más y con su lengua buscó encontrar el clítoris y en el momento que lo encontró, Vanesa gimió profundamente, con extremo placer, su cuerpo temblaba, la descarga de electricidad que le provocaba la lengua de la pequeña fue fulminante.
- Mi Dios, por favor, nunca recibí tanto placer, mmmmmm sigue por favor, no te detengas pequeña, me estás matando, sigue, sigue, ahhhhhh ahhhhhh – Vanesa acabó, según ella le dijo más tarde, como nunca lo había hecho en su vida. Había estado con otras mujeres, pero nunca nadie le había chupado la concha con tanta suavidad y maestría - Tu eres una diosa, me resulta difícil de creer que esta sea tu primera vez, me la haz chupado mucho mejor que alguien con experiencia. Tienes la sensualidad a flor de piel, pequeña.
- Yo también he disfrutado mucho este encuentro – si bien Daniela no había podido alcanzar el segundo orgasmo, había aprendido una lección más, de la mano de su padrastro, ahora ya sabía como actuar con una mujer.
Estaban ambas relajadas abrazadas en la cama, cuando la puerta se abrió, luego de unos pequeños golpes.
- Hola, les puedo ser útil en algo? – Fernando se anunció con deseos de participar de esa cama, en donde estaba su niña y la mujer que días atrás se había cogido en las propias narices de su marido.
- No Fernando – respondió Vanesa – solo quiero descansar un rato a solas con tu chica, por hoy he tenido bastante, será en la próxima vez, prometo que estaremos juntos.
- Como digas Vane, tu mandas – se despidió Fernando cerrando la puerta del cuarto.
A todo esto en la otra habitación, Quique había recibido a Sebastián, que luego de disgustarse con Fernando por eso de “pásenla bien chicas”, se sintió un poco deprimido, lo que dificultó el inicio de la relación. Quique, le contó que era típico en su padrastro tratarlo a él de marica, maricón o términos semejantes, pero que lo hacía de puro machista que era, que no debía prestarle atención.
- Olvídate de Fernando, él es así, quieres estar conmigo o que? – le preguntó Quique a Sebastián, viendo que éste no reaccionaba.
- Si, por supuesto, a eso vine, además la perra de mi mujer estará haciendo de las suyas y yo no pienso quedarme atrás.
- Bueno, que quieres hacer, dime, me quieres acariciar o que se te ocurre?
- Tienes experiencia con hombres? –preguntó Sebastián.
- Unas pocas veces he estado y tu?
- Yo seguramente algo más que tu, a ver, déjame tocarte, quiero descubrir que hay por acá – Sebastián, mas relajado, había estirado su mano para apoyarla sobre la verga de Quique, que crecía vertiginosamente, a la vez que se sentía como pez en el agua.
- Uy que quieres, Seba?
- Que te relajes, déjame ver que se puede hacer – mientras le hablaba había desprendido el pantalón de Quique y buscaba en su interior el paquete que guardaba entre sus piernas – mmmm que bueno lo que encontré, a ver como sabe? – Sebastián sin pedir permiso se había llevado la verga a la boca para darle una buena mamada.
- Mmmm parece que te gusta mi verga, chúpala despacio, quieres que te coja por la boca – Quique había comenzado a bombear dentro de la boca de Sebastián, tomando la cabeza del hombre desde su parte posterior y empujándola hacia su cuerpo, en un mete y saca por la boca.
- Glup glup glup, despacio bebé, mmm no te desesperes amor glup glup glup.
- Tu calla y sigue chupando que lo haces muy bien, Seba.
Quique disfrutaba de la mamada que le estaban haciendo, recostado en su cama, Sebastián le había bajado los pantalones hasta la rodilla y cada vez que se sacaba la verga de la boca, era para lamer y chupar los huevos del muchacho y vuelta a chupar la verga hasta que sintió que Quique entraba a tener fuertes espasmos que anunciaban que acabaría en instantes.
- Por favor sigue, Seba, te voy a acabar en la boca, si?
- Glup si, venga, glup, glup.
- Ahhh que bueno, ahhhh mmmm trágatela toda Seba quiero ver como te tragas mi leche Seba ahhhh mmmm – Quique le había llenado la boca a Sebastián con su leche calentita, haciendo que el hombre se ahogue un poco y luego reaccione juntando con su lengua lo que cayó de su boca, limpiando esa verga hasta dejarla reluciente.
- Te gustó bebé?
- Mucho, ven descansa un poco a mi lado, quieres?
Así lo hizo Sebastián, se acostó unos minutos al lado de Quique, posteriormente despaciosamente, como jugando, comenzó a retirarle las prendas al muchacho hasta dejarlo completamente desnudo. Luego se quitó las suyas y volvió a acostarse junto a Quique en demanda de nuevos mimos.
- Que quieres hacer Seba, dime y lo hacemos?
- Soy tuyo bebé, hazme lo que quieras, quieres mi cola? – mientras esto decía, rotaba su cuerpo de forma que su cola quedaba expuesta al cuerpo de Quique, quien con sus manos acariciaba la espalda hasta llegar al culo lampiño de Sebastián.
- Que lindo culito, parece un culo de mina, que suave tienes la piel, Seba.
- Es tuyo mi culito, lo quieres tener ahora?
- Si Seba, mejor ponte en cuatro que te la meto hasta el fondo, quieres cremita o así nomás? – Quique pasó su mano para tantear el culo de Sebastián, notando que ya estaba todo lubricado, cosa que habría hecho él previo al encuentro.
- Solo métela despacio, bebé, vamos que la estoy deseando mucho.
- Ahí va, putito, te molesta que te diga así?
- No, solo me molesta que Fernando se burle de nosotros, ayy despacio que duele.
- Mmm aguanta, putito, que ya te entra la cabeza y después verás como te gusta.
Así Quique la fue penetrando a Sebastián, lentamente, hasta que sintió a su pelvis chocar contra las nalgas del hombre. No le había costado nada de esfuerzo y a juzgar por la reacción de su sometido, su verga ni la estaba sintiendo o estaba acostumbrado a tragarse vergas de mayor tamaño. Se le ocurrió pensar en la verga de su padrastro, con esa verga si que le habría hecho pegar más de un grito a Sebastián.
A Quique le tomó bastante trabajo llegar a su segundo polvo, hacía minutos había tenido el primero dentro de la boca de Sebastián y ahora se lo estaba cogiendo, sin nada de resistencia y eso no lo motivaba en lo más mínimo. Pujaba fuertemente contra el culo de Sebastián y éste ni se enteraba y en esos entre y saca, cada tanto se le salía afuera del culo y lo volvía a clavar sin que Sebastián hiciera ninguna demostración de dolor o molestia alguna. Decidió entonces que tendría que motivarlo de alguna manera para que el hombre se saciara o seguiría así por largo rato y ya se estaba cansando.
Te gusta como te cojo, putito, maricón? Eh, dime algo, te estás pajeando mientras te garcho?
mmm si, me gusta, mmm ahhh, si, me estoy pajeando, quiero acabar con la verga adentro, dame mas por favor, bebé.
Toma, puto, toma, piensa que en la otra habitación seguramente Fernando se estará cogiendo a tu mujer, marica - Quique había decidido poner en práctica la fórmula de Fernando, que consistía en humillar, someter a su pareja mientras lo cogía.
Ahh, sii, esa puta de mi mujer se estará tragando la pija de tu padrastro, mmm que puta que es, mmmm ahhhh me vengo, me corro ahhhh mmmm ahhhhhh – abandonando su posición de estar en cuatro, se dejó caer sobre la cama, Sebastián, dejando la cola para arriba con la verga de Quique bien adentro, había tenido un buen orgasmo y se sentía agotado.
Ya satisfecho, Sebastián se había vestido y se encontraba ansioso por abandonar la habitación para reunirse con Vanesa. Quique quedó dentro de la habitación y le indicó que pasara a la sala, ya que desde ahí se sentían voces. Eran las de Fernando que charlaba con Vanesa, a solas, planeando un nuevo encuentro. Cuando lo vio acercarse a Sebastián le preguntó a boca de jarro:
- Que tal lo has pasado amigo? – omitiendo adrede el término marica o maricón.
- Pues bastante bien y tu Vanesa, has disfrutado la estadía?
- Al máximo amor, espero que quieras regresar pronto.
Así concluyó el encuentro de esa tarde, que preanunciaba para Fernando un futuro brillante.
Este relato continua.
Marcela ( marce459@live.com.ar )