CUESTIONES DE FAMILIA - parte tercera

Fernando induce a Daniela a prostituirse, con un amigo suyo

CUESTIONES DE FAMILIA

Parte Tercera

PERSONAJES

DANIELA: hija de Cristina, hermana de Enrique, novia de Matías

FERNANDO: padrastro

CRISTINA: madre de Daniela y Enrique, esposa de Fernando

ENRIQUE ( QUIQUE ): hermano de Daniela

MATÍAS: novio de Daniela

VICENTE: amigo de Enrique

MONICA ( MONY ): novia de Enrique

ALBERTO: amigo de Fernando

Agradezco todos los comentarios en general, me sirven mucho, a favor y en contra. Además me permito recordarles a los lectores que se sintieron mal por mi relato, que no es obligación leerme.

Respetuosamente.

Marcela

Satisfecho con la mamada que Cristina le había practicado, Fernando pidió a sus hijastros que se retiren para quedar a solas con su mujer. Estos obedecieron inmediatamente, juntaron sus ropitas y se retiraron a sus cuartos a descansar.

-         Yo pensaba que mamá y Fernando no se entendían por las continuas discusiones que sentía por las noches y me despertaban con miedo por lo que pudiese ocurrir – comentaba Daniela.

-         A mi también me ocurría lo mismo, me daba mucho miedo que pudiesen lastimarse el uno al otro y también me quitaban el sueño – respondía Quique.

-         Sin embargo por lo que pudimos ver, la situación no es así como a nosotros nos parecía.

-         Y además, como pudimos ver, se llevan muy bien.

-         Que tengas buenas noches hermanito -  concluyó Daniela como dando por terminada la charla.

-         Igual tu niña – dándole un beso en la mejilla.

-         Quique, te puedo pedir algo?

-         Si pequeña, lo que desees.

-         Me dejas dormir contigo, no quiero estar sola esta noche.

-         Pues ven a mi camita y te duermes abrazada a mi cuerpo.

-         Buenísimo, te quiero hermanito.

Se acostaron abrazados, siguieron su conversación, repasando lo que habían vivido en los últimos días junto a Fernando y en particular esta última noche, que su madre los había descubierto, se había indignado profundamente y luego había recapacitado para integrarse finalmente al trío que habían formado.


Por su parte Cristina y Fernando una vez solos, al igual que los hermanos, se dispusieron a hablar para ponerse al tanto de todo lo vivido en los últimos días.

-         No se por donde empezar Fernando, lo que descubrí hoy, me ha resultado bastante fuerte.

-         No es para tanto mujer, solo estábamos teniendo sexo y tu has podido comprobar lo bien que estábamos los tres.

-         Pero es que estabas con mis hijos – adujo Cristina.

-         Y ellos estaban gozando mucho y eso no es malo.

-         Escucha amor, a ti te gusta cuando te cojo?

-         Si, lo sabes muy bien, si no, hace rato que no vivirías en esta casa – le contestó Cristina.

-         Bueno a ellos también les gusta coger conmigo, que tiene de malo eso? Si tú no quieres participar en nuestros tríos, lo siento por ti, tu te lo estarás perdiendo. Pero nosotros seguiremos haciéndolo, viva yo en esta casa o no. Y ya pasemos a otro tema, no quiero hablar mas de esto.

-         Está bien, Fer, tu siempre tienes que ganar las discusiones.

-         Así es, bueno ya chúpamela un rato que te voy a dar por tu culito, ya que hoy me interrumpiste y me quedé con las ganas de encularme a alguien.

-         Es que . . . no me digas que . . . te estabas enculando a mi niña.

-         Pues quieres que te diga la verdad o que?

-         No, no me digas nada, por favor.

-         Entonces chúpame la verga de una vez, que te quiero hacer el culo ese que tienes.

-         Si Fer, espera un poco.

-         No espero, chupa mi verga ahora, puta de mierda.

-         Bueno Fer, glup glup splast, como siempre, glup glup splast.

-         Ahhh, que bien que me la chupas, eres tan puta, mejor ni te digo lo que estoy pensando, porque vas a chillar y prefiero que me la sigas chupando.

-         Di lo que piensas Fer, no me voy a enojar.

-         Pues tu lo has pedido, estaba pensando que tienen a quien salir tus hijos, por lo bien que la chupan, jajaja.

-         Eres patético, Fernando, glup glup splast.

-         Bueno deja mi verga y ponte en cuatro que te la voy a mandar por el orto, vamos que te tengo muchas ganas.

Cristina se puso tal como Fernando le había indicado, éste se fue por detrás suyo y no fue mas que apoyar su verga en la puerta de su culo, para que ésta, luego de una mínima puja penetrara en su culo, sin necesidad de lubricación alguna y se fue deslizando en su interior hasta que entró todita la verga, lo que hacía que Cristina moviera su cola a uno y otro lado, para sentirla mas y mejor, Fernando comenzó su entre y saca de mayor a menor, con cada vez mayor intensidad y fuerza en las acometidas.

Cristina no podía contener sus jadeos y gemidos, de absoluto placer, no había lugar para dolor alguno en esa cola que ya estaba acostumbrada al tamaño de la verga de su hombre.

-         mmm..... mas Fer, dame mas, mas fuerte, quiero mas, mmm..., que linda verga que tienes.

-         Eres muy puta mujer, eres insaciable, por eso te aguanto y no me voy, porque finalmente te amo.

-         Mmm... yo también Fer, ahhhh ahhhh, me estás acabando y no me avisaste, estoy sintiendo tu leche en mi culo Fer, sigue que quiero acabar yo también, ahhh ahhh, mmm... si Fer me viene ahhhh ayyyy mi Dios estoy acabando Fer, que bueno mmm...

Daniela y Quique, desde su habitación, abrazados como estaban, en silencio luego de su larga conversación, pudieron escuchar los gemidos de su madre, lo que provocó que se unieran más fuertemente en la cama. Quique no podía evitar que su verga aumentara su tamaño y dureza, todo esto percibido por Daniela que tenía las piernas entrelazadas con su hermano.

-         Es que tú sabes, hermanita, esto que escucho me motiva y no puedo impedir que se me ponga dura, así como tu la estás sintiendo – le comentó Quique a su hermana, rozándole con sus labios el reborde la oreja.

-         No importa Quique, no me molesta, yo también estoy un poquitín . . . no se como decirte, pero me siento . . . – Daniela estaba muy caliente, por lo que escuchaba pasaba en la habitación de su madre, por lo que estaba sintiendo crecer entre sus piernas y porque todavía le latía su ano por el esfuerzo sufrido horas atrás cuando su padrastro la estaba enculando.

-         Lo que tu no te atreves a decirme y no se por que no, es que te pasa lo mismo que a mi, estás caliente porque imaginas lo que está pasando allá, en la habitación de mamá.

-         Shhhh, que nos van a escuchar – comentó Daniela - habla en voz mas baja.

-         Está bien, hermanita, me dejas que te toque tu cosita?

-         Eso no está bien, pero toca si quieres, después de todo, ya nos hemos visto desnudos.

-         Ahhh, que lindo que se siente, toca tu mi pito, quieres? – Quique acariciaba no solo el sexo de Daniela, sino también sus hermosas tetas, pasaba la mano por la zanja de arriba abajo, pellizcándole suavemente el clítoris, introduciéndole un dedito en su conchita para humedecerlo y jugar con su culito, finalmente separó las piernas de su hermana para bajarse a besar su clítoris, sus labios vaginales, su ano ligeramente irritado, todo lo cual le encantaba a Daniela que se contorsionaba sin parar.

-         Ahhh, me gusta lo que me haces, mmm... – en el momento que Daniela tocó la verga de su hermano, la apretó con fuerza y por un instante estableció la comparación de tamaños entre ésta y la de Fernando, notando que la de su hermano era apenas un poco mas de la mitad de la del hombre de la casa. Pero bueno eso era lo que tenía en ese momento y la iba a disfrutar. Tuvo intenciones de chuparla, pero su hermano no le dio tiempo, la estaba acomodando para penetrarla, había abierto sus piernas y se estaba colocando sobre ella, estaba todo muy claro.

-         Te quiero coger hermanita, dime que tu también quieres que te coja?

-         Si quiero, Quique, soy muy putita, Fer me hizo muy putita. Quiero que me cojas Quique – sintió que la pija se apoyaba en su húmeda conchita, que estaba ligeramente levantada, no fue mas que sentirla en el puerta y casi instantáneamente estaba toda adentro, sintió pujar a su hermano y lo alentó para que lo hiciera con fuerza -  Si Quique, dámela con fuerza, golpea fuerte hacia adentro, vamos Quique, me gusta.

-         Mmm... toma perra, toma, ahí la tienes, puta, goza mmm... – y Quique en cuestión de segundos, acabó dentro de su hermanita, descargando toda su leche y arrancando un pequeñísimo orgasmo a Daniela, que bastó para que ambos pudiesen conciliar el sueño.

-         Me gustó Quique, me hiciste acabar a mi también, fue lindo hermanito, cortito pero agradable – exageró un poco Daniela para hacerlo sentir bien a su hermano.


Cristina tuvo que levantarse temprano para ir a su trabajo, pasó por las habitaciones de sus hijos para despedirse, sorprendiéndose cuando notó que los chicos dormían en el dormitorio de Quique. Pero bueno, algo había cambiado en su casa, tendría que finalmente aceptar esos cambios, adaptarse a ellos. Cerró la puerta y se fue tratando de colocar en su mente otros pensamientos.

Tras Cristina se despertó Quique, desayunó y se marchó a cumplir con sus obligaciones y por último se despertó Daniela, quien también debió levantarse para cumplir con las tareas de la casa.

El único ser que descansaba sin horarios ni complicaciones de ningún tipo era Fernando, él se despertaría cuando su cuerpo le pidiese ir al baño a orinar, luego pasaría por la heladera a beber algo, investigaría que había preparado Daniela para el almuerzo y luego de ver algunas carreras de caballos, se levantaría a almorzar, lo haría como siempre en boxer o tal vez desnudo, eso dependía de la calentura del momento.

Mientras almorzaba con Daniela, Fernando sacó el tema de lo acontecido la noche anterior.

-         Entonces Ustedes estuvieron charlando el tema con tu hermano.

-         Si, hablamos de lo que pasó.

-         Lo que pasó, ya está, no lo podemos corregir, ahora nos toca pensar en lo que viene.

-         Y que es lo que viene Fer?

-         Tenemos que convencer a tu madre que esto lo hacemos por placer, porque nos gusta hacerlo, me equivoco en lo que digo?

-         No Fer, a mi me gusta mucho tener sexo contigo, bueno contigo y con Quique también, aunque sus gustos . . . bueno tu sabes a que me refiero.

-         No te preocupes por lo que haga tu hermano, en tanto él se encuentre bien, si?

-         De acuerdo Fer.

Mientras se daba esta conversación suena el timbre de la casa, era un amigo de Fernando que se interesaba por su ausencia de los bares y clubes que frecuentaba.

-         Que es lo que te está pasando que ya no vienes a beber con nosotros Fernando?

-         Es que estoy atendiendo unas cuestiones familiares, requieren de mi presencia en esta casa y le estoy dando una mano a mi mujer en esas tareas.

Daniela había atendido la puerta, haciendo pasar al amigo de Fernando a la sala, mientras su padrastro se ponía presentable para atender al recién llegado. Este hombre, llamado Alberto, propietario de un taller de reparaciones eléctricas, quedó impresionado con la belleza y simpatía de Daniela, por lo que a poco de saludar a su amigo y consultarlo sobre sus asuntos, le preguntó por la joven.

-         Esta jovencita que nos atendió es tu hija Fernando?

-         No, es hija de mi mujer, parece que te has fijado en ella.

-         No es para menos, realmente es muy bonita, tu lo sabes, lo digo respetuosamente, claro.

-         Sabes que, Alberto? A mi no me engañas, tu le has echado el ojo a mi pequeña, se te cae la baba, lo puedo ver en tus ojos de viejo verde.

-         Noo, Fernando, no pienses mal de mi, yo solamente . . .

-         Mira viejo, calla. Somos grandes y nos conocemos. Llamemos a las cosas por su nombre. Esta pendeja está que parte la tierra y eso es lo que tu viste, verdad?

-         Si-ii, Fernando, no lo puedo ocultar, me impactó lo linda que es, se la ve tan tierna, que . . .

-         Que te gustaría poder comértela, verdad amigo?

-         No te puedo mentir, a quien no? – Alberto comenzó a seguir la conversación de su amigo no estando muy seguro para donde lo llevaría Fernando, él lo conocía bien y sabía que era un hombre de pocos escrúpulos.

-         Claro Alberto, tu sabes que esta niña no es de la que andan por la calle ofreciéndose por unos pesos, esta niña vale lo que pesa, no crees?

-         Mira amigo, cambiemos de tema, porque no quiero seguir pensando en algo imposible.

-         Nada es imposible, solo se trata de conocer el valor de las cosas Alberto.

-         Me quieres decir que por una cantidad adecuada yo podría . . .

-         Por una cantidad adecuada, yo te arreglaría todo lo que tú quisieras hacer.

-         Y digamos cuanto sería esa cantidad?

Fernando acordó con su amigo una cantidad de dinero importante, para entregarle a Daniela a su amigo, con la condición de concretar el primer encuentro en su propia casa y permaneciendo él en la misma.

-         Tienes la casa a tu disposición, yo solo me quedo para darle seguridad a la chica.

-         Ok, puedo venir mañana a esta hora?

-         O más temprano si quieres, solo avisa y te estará esperando tu chica.

Ni bien se retiró Alberto, Fernando llamó a Daniela para comunicarle la decisión que había tomado.

-         Viste el hombre que acaba de venir a visitarme?

-         Si Fer.

-         Pues mañana va a volver a para tener sexo contigo.

-         Que dices Fer?

-         Lo que has escuchado.

-         Mira pequeña, es muy sencillo, este hombre es mi amigo, tiene mucho dinero y me va a dar una buena cantidad por estar un rato contigo, tu solo deberás comportarte como una chica buena y dejar que él tome la iniciativa. Tu se complaciente y te has de ganar unos buenos pesos, de ti depende.

-         Pero eso me convierte en puta Fer, yo quiero algo más para mi vida.

-         Tu calla y has lo que te digo, ya verás que nadie se entera de esto, la pasarás bien y tendrás tu dinero para comprarte ropa o lo que se te antoje, pequeña.

-         Mamá no sabrá nada de esto? Y Quique?

-         Nadie sabrá de esto, será entre tu y yo, que dices?

-         Que bueno, Fer, tu eres el que manda, yo te obedezco.

Al otro día, a la hora acordada, Daniela se encontraba vestida con una ropita muy sexy, minifalda blanca, un top negro, sandalias de tacos altos, sin medias, una tanga diminuta de color blanca y aros plateados. Se había maquillado, pintado los labios de un rojo intenso, su cabello lucía mojado, recién salida de la ducha. Tenía todo su cuerpo perfumado con un dulce, penetrante e intenso aroma, que Fernando le había entregado para la ocasión.

-         Hoy comienzas una nueva vida chiquilla, ese hermoso cuerpo que tienes te hará ganar mucho dinero, solo debes hacer caso de lo que yo te diga.

-         Estoy nerviosa Fer, no se como voy a reaccionar cuando esté a solas con ese hombre.

-         Tú míralo y sonríele de manera insinuante, eso le hará saber que hay una hembra en celo frente a él y lo pondrá en inferioridad de situación. Recuerda siempre que yo estoy en la casa, cuidando de ti.

-         Bueno Fer, eso me tranquiliza.

A la hora indicada Alberto se presentó en la casa, Fernando lo recibió para cobrar la cantidad acordada de dinero, previo a presentarle a Daniela. Le indicó a su amigo, que no tenía permitido el sexo anal, en otra ocasión tal vez pudiera penetrarla por esa zona. También le dijo, que disponía de dos horas para estar con la chica, ya que a partir de ese tiempo podía llegar el hermano de la joven, que por supuesto estaba al margen de esta negociación.

Alberto se mostró conforme con el tiempo que tenía, le pareció suficiente y se mostraba ansioso por estar a solas con Daniela.

-         Bueno entonces porque no me presentas a tu niña, tengo ganas de conocerla.

-         Ok, Daniela, ven acá – gritó Fernando desde la sala, para hacer la presentación.

-         Ya voy Fer – contestó Daniela que venía caminando desde su cuarto.

-         Alberto te presento a Daniela, Daniela este es Alberto.

-         Encantado de conocerte pequeña – dijo Alberto bastante corto de palabras.

-         Mucho gusto señor – le respondió Daniela.

-         Alberto, dime Alberto preciosa.

-         Está bien, Alberto.

-         Bueno pasen por acá para estar mas cómodos, yo los dejo solos, cualquier cosa estoy en el comedor si me precisan – dijo Fernando acompañándolos hasta su propio cuarto.

Alberto era un hombre grandote, algo gordo, alto, más de 100 kg estaría pesando, de aspecto agradable. De pocas palabras, no estaba acostumbrado a tratar con mujeres, tener a Daniela a su disposición era para él como tocar el cielo con las manos. Una vez que estuvieron solos no sabía por donde empezar, se sentó sobre la cama, palpó con ambas manos la dureza del colchón y recorrió con su vista toda la habitación, deteniéndose en la ventana, que se encontraba abierta, por lo que se incorporó y corrió las cortinas para lograr algo de intimidad.

Daniela se encontraba parada apoyada contra la cómoda, de brazos cruzados, miraba a su hombre estudiándolo y tratando de adivinar sus movimientos.

Alberto una vez que oscureció el cuarto, volvió a sentarse en la cama y tímidamente miró a Daniela, invitándola a que se acercara con una seña. Esta se hizo la indiferente, arregló su cabello y se miró en el espejo para observar como se veía. El hombre estaba desconcertado, lo cual Daniela percibía, a la vez que sentía que su poder sobre el hombre aumentaba a cada segundo que pasaba. Sin embargo el hombre tomó valor y le dijo:

-         Pues, me gustaría que me la chupes, estoy seguro que lo sabes hacer muy bien – esto mostraba bien a las claras, lo poco educado que era el amigo de Fernando, sin cruzar una sola palabra, lo primero que se le ocurrió decirle fue que se la chupara.

-         Separa las piernas – contestó Daniela, mirando a ese hombre con una mueca de indiferencia, para luego acomodarse de rodillas entre las piernas de Alberto, que continuaba en su posición, sentado al borde de la cama – desprende tu pantalón.

-         Ssi- si – contestó Alberto, mientras obedecía el pedido de Daniela.

-         La quieres sacar o sino no puedo chupártela – Daniela le hablaba entre seria y sarcásticamente, lo que provocaba incertidumbre en Alberto – uy la tienes toda arrugadita, voy a tener que esmerarme para que se te ponga dura – luego de tomarla con la punta de sus dedos, la empezó a besar y luego de a poco fue sacando su lengua para pasar por el tronco de esa verga gorda y corta, que empezaba a desentumecerse. La introdujo dentro de su boca, a la vez que miraba a los ojos a Alberto, para provocarle mayor calentura.

Alberto mientras veía con ojos desorbitados como la niña se la chupaba y le sonreía gustosa desde su posición de rodillas, se aflojaba la ropa, relajándose y calentándose poco a poco.

-         Glup glup mmmm no quieres quitarte la ropa, para que pueda chuparte mejor?

-         Si tesoro, tu sigue chupándomela así que me pones muy caliente.

Daniela pudo establecer comparaciones mientras mamaba esa verga entre Alberto y Fernando, eran el día y la noche. Alberto era un cuerpo del cual colgaban un pito y huevos y Fernando era un macho, en todo el sentido de la palabra. Ahora entendía porque su madre se aferraba a Fernando con todas sus fuerzas y a costa de todo, aún a pesar de haber sido humillada a tener que chuparle la pija delante de sus propios hijos.

Por eso se dispuso dar rápido trámite a lo que estaba haciendo, ya que ese pedazo de carne con pene y testículos, no le iba a sacar ni siquiera una sonrisa. Había llegado el momento de actuar, lo que estaba haciendo en ese momento era solamente un trabajo, se dijo.

-         Mmmmm que buena verga glup glup, me gusta tu verga amor, mmmm – lo que estaba haciendo la calentaba tanto como chupar un dedo o sea: nada.

-         Te gusta mi verga chiquita?

-         Si papito, me vas a coger después? Tengo ganas de que me la pongas adentro, bien adentro, no me quieres chupar un poquito a mi, que me vuelve loca?

-         Bueno mi tesoro, quítate la pollerita y recuéstate que te voy a dar una buena lamida.

Daniela finalmente logró lo que quería, dejar de chupar ese pedazo de carne sin gusto, para hacerse atender ella por el gordo ese amigo de Fernando. Se acostó en la cama, previo se quitó toda su ropita y le ofreció un cuerpito con depilación total para su deleite. Ella estaba segura que eso hombre, que jamás había tenido la oportunidad de tener una mujer como era ella.

-         Ahhh mmmm ahhhhh ohhhh mmmm que bien que me la chupas amor, sigue sigue mas, que bueno que eres chupando, suave, así, si, mmmm – todas las exclamaciones eran falsas, el tipo no servía para nada, pero había que dejarlo conforme y nada mejor que hacerle creer que era bueno en lo que hacía. Para ella esto no significada absolutamente nada.

-         Estás caliente putita, te gusta lo que te hago?

-         Siiiii, sigue así, por favor, chupame mucho, que me gusta – puras mentiras, solo actuaba para estirar el tiempo. Pensó: tengo que pasar un plumero por el cielorraso, hay telas de araña, mamá se va a enojar conmigo porque no limpio bien – ahhh, pero que lindo que lo haces, dame más, por favor – continuando con la actuación.

-         No quieres que te la ponga, chiquita?

-         Si amor, pero suavecito, porque la tienes muy grande, quieres que me suba arriba tuyo? – Daniela no quería que la bestia esa de mas de 100 kg, se subiese sobre ella, la aplastaría, no la dejaría respirar – y antes quiero que me chupes mis tetitas, que hasta ahora solo acariciaste.

-         Si mi chiquita, tienes razón, ven súbete arriba mío y acuéstate sobre mi cuerpo para que te las pueda chupar.

-         Ay si, quiero sentarme sobre tu verga y clavármela todita adentro, que rica que la tienes.

-         Es tuya pequeña, es tuya.

Así siguieron Daniela actuando y Alberto creyendo que de verdad la estaba cogiendo a las mil maravillas. Una vez que Alberto hubo acabado, Daniela se acurrucó a su lado haciéndose la gatita mimosa, notando que su hombre se encontraba agotado, a punto de dormirse, por lo que silenciosamente se retiró al baño a higienizarse y luego se vistió, saliendo de la habitación, al encuentro de Fernando. Este último, se encargó de despertar a su amigo y apurarlo para que abandonara la casa, ya que estaba en hora de regresar Quique y no quería que lo viera ahí.

Alberto se disculpó por quedarse dormido, le comentó a su amigo lo bien que la había pasado, incluso que mediante sus artes, Daniela había tenido varios orgasmos, por lo que pensaba regresar si fuera posible.

-         Pero donde está la pequeña, no me quiero ir sin despedirme de ella – le comentó a su amigo.

-         No Alberto, márchate nomás, Daniela se está dando una ducha ligera, ya que tiene que salir a encontrarse con su madre – mintió Fernando para sacarse a su amigo de encima.

-         Ok, envíale mis saludos y dile que prontito nos volveremos a ver.

-         Eso haré y adiós.

-         Daniela ven para acá, ya se fue mi amigo – le gritó Fernando a su hijastra.

-         Acá estoy Fer, te dijo algo de mi?

-         Me dijo que la había pasado muy bien, eso es bueno, para que se corra la voz, ya verás como se vendrá más de uno para conocerte y eso nos hará ganar buena platita. A propósito, toma esto, te lo has ganado – Fernando le entregó a Daniela una cantidad que apenas sería el 10% de lo que él le había cobrado a su amigo.

-         Gracias Fer, eres muy bueno conmigo – para Daniela era mucho lo que Fernando le había dado, por eso se puso muy contenta.

-         Y a cada uno que se venga te aseguró que le cobraré más, ya verás.

-         Si Fer, cóbrales mucho.

El próximo relato, correspondiente a la historia de Daniela y Fernando, lo podrán encontrar en la categoría: Grandes Series.

Marcela ( marce459@live.com.ar )