Cuestiones de familia parte iv
Fernando prostituye a su hijastra, Daniela, la entrega para goce de una pareja
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE IV
PERSONAJES
DANIELA: hija de Cristina, hermana de Enrique, novia de Matías
FERNANDO: padrastro
CRISTINA: madre de Daniela y Enrique, esposa de Fernando
ENRIQUE ( QUIQUE ): hermano de Daniela
MATÍAS: novio de Daniela
VICENTE: amigo de Enrique
MONICA ( MONY ): novia de Enrique
ALBERTO: amigo de Fernando
SEBASTIAN y VANESA: amigos de Alberto
Este relato es continuación de anteriores, se recomienda para una mejor comprensión, comenzar leyendo los que anteceden a éste.
CUESTIONES DE FAMILIA - 27 OCTUBRE 2011
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE SEGUNDA – 29 OCTUBRE 2011
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE TERCERA – 1 NOVIEMBRE 2011
Fernando, comenzó a pensar en grande dada su nueva actividad como “manager” de su hijastra. Se dijo que podría ganar mucho más dinero, si incorporaba más “piernas” para que trabajasen a la par de Daniela. Obviamente debería ver a quien reclutar, eso lo resolvería con el tiempo y tiempo, precisamente a él le sobraba.
A la tardecita cuando Daniela llegaba de sus estudios, la estaba esperando para comunicarle que en uno o dos días tendría que atender a otro “cliente”, que en este caso no era amigo personal suyo, sino que se trataba de un recomendado de Alberto.
Está bien Fer, ya se de que se trata, te voy a hacer quedar bien, además quiero ganar dinero para comprarme una motito.
Así se habla chiquilla, me estás resultando una linda putita, solo que no te olvides de atenderme a mi también de tanto en tanto, me tienes abandonado.
Quieres hacer algo Fer? Yo también te estaba extrañando, no te quise pedir por no parecerte pesada.
Pues ven a tomar tu merienda, entonces, jajaja – le dijo Fernando tomándose los genitales.
Si Fer, ya voy, quieres que nos quedemos acá? O quieres que vayamos a mi cuarto?
Vamos al cuarto, pero primero me la chupas acá, de rodillas en el piso, abre tu boca y chupa pedazo de puta, eres peor que tu madre y tu hermano – Fernando se había desprendido el pantalón, bajado su cremallera y sacado afuera su vigoroso y negro miembro, que Daniela de inmediato metió dentro de su boca.
mmm..... que rico Fer, glup glup mmm.
Sin duda, eres muy puta, que bien que la chupas, hazme una linda mamada chiquilla.
En serio que glup glup la chupo mejor que mi mamá Fer?
Si mmm, te voy a sacar más puta que tu madre. Chupa que después de esta mamada, te voy a hacer el culito.
Me va a doler mucho Fer, glup glup glup mmm.
No importa, después te va a gustar, mejor que te lo haga yo y no que te lo haga un desconocido, yo te voy a cuidar, ya verás como me lo agradeces después. Pero ahora sigue mamándola perrita.
Si Fer, después me haces la colita, glup glup mmm.
Después de una buena mamada, Fernando la llevó hasta su cuarto, la untó con bastante crema y la hizo dilatar con sus dedos hasta que notó que la muchacha se encontraba relajada. Hizo que se acomode en cuatro sobre la cama, bien al borde, levantando bien su culito, para que él pudiera penetrarla analmente, parado en el piso. Apoyó su glande ensalivado previamente por Daniela, en el ano, pujó suavemente y consiguió penetrar la cabeza, permaneciendo inmóvil hasta conocer la reacción de Daniela.
- Ayyy mi Dios, me entró Fer, ya me la pusiste, como duele, despacito por favor, métela despacito despacito Fer, es muy doloroso, ahhhh mmmm.
- Sssshhhh ya calla y aguanta perrita, ya vas a ver como luego me pides más, solo espera o quieres que te la saque ahorita?
- No Fer, no la saques, voy a aguantar, solo te digo que me duele muchito, ahhh.
- Ya tienes caso la mitad adentro, un poquito más y empiezo a bombearte, te va a encantar perra – mientras Fernando le hablaba se la iba metiendo y metiendo, ya casi llegaba hasta el final, cuando notó como se arqueaba Daniela y se tiraba hacia adelante en la cama, como queriendo escaparle a la penetración que él le daba.
- Ahhhh ayyyy me duele mucho Fer, déjame descansar un poquito, por favor y después sigues, mmmm snif snif – a Daniela le brotaban las lágrimas por el esfuerzo supremo que estaba haciendo soportando semejante tamaño de miembro entrarle en su cola.
- Pues ya calla – Fernando le gritó a su hijastra que callase de una vez, a la vez, alargó una de sus manos para tapar su boca fuertemente, lo que provocaba dificultades en Daniela para respirar, con la otra mano le retorcía los pezones, como para disimular el dolor.
- Mmmm mmmmm mmmmm – Daniela se retorcía de dolor, no solo el que sentía en su culito, sino también el que le provocaba el retorcijón de sus pezones.
- Ya, ya, ya te ha entrado toda puta, voy a bombearte más fuerte y te acabo enseguida – la pelvis de Fernando, se chocaba contra las nalgas de Daniela, ésta podía sentir claramente el golpear de los huevos del hombre contra su cuerpo, de alguna manera comenzó a sentir alivio entre tanto dolor, vislumbrando algo de placer.
- Mmmmmm mmmmmm mmmm.
- Te quito la mano de la boca, pero no quiero escuchar mas quejidos, ok?
- Bueno Fer, ahhhh, ya empiezo a estar mejor, no me dejabas respirar, la tengo toda adentro Fer? Te gusta eso Fer? Si quieres muévete más fuerte Fer, no me voy a quejar más.
- Estaba seguro que te iba a gustar, eres puta como tu madre o más todavía, jajaja.
- Si Fer, lo que tu digas, pero sigue, quiero sentir tu lechita, Fer, dame leche en mi culito.
- Ya la quieres, tan rapidito?
- Si Fer, me está viniendo algo, estoy toda mojadita – Daniela con una de sus manos se tocaba su conchita, que dejaba salir flujo de lo caliente que estaba.
- Ahí te va, perrita, ahí te va, ahhhh ahhhh, que lindo tu culito, como me gustas chiquilla ahhhh.
- Ahhh, yo también acabo Fer, que bueno, que polvo nos estamos echando, ahhhhh ahhh mmmm.
Quedaron ambos agotados, sobre todo Daniela, que sentía su ano latir por el esfuerzo a que fue sometido. Fernando aprovechó para recalcar que esa parte de su cuerpo de ninguna manera debía darle a nadie, a menos que él mismo le indicara, en cuyo caso se lo haría saber expresamente y cobraría bastante más dinero que lo habitual.
Llegado el día de recibir a su segundo visitante, éste se presenta acompañado de una mujer, lo que toma de sorpresa a Fernando.
- Buenas tardes, mi nombre es Sebastián, Usted es Fernando, yo vengo de parte de Alberto. Ella es mi esposa, Vanesa.
- Mucho gusto – dijo secamente Fernando, sin entender porque venía con su propia esposa – tu vienes a ver a Daniela, supongo?
- Si, te sorprende que venga con mi esposa? Pues a ella le gusta mirar, no participa, al menos en la primera vez, está bien?
- Más o menos, el precio acordado era solo para que te recibiera a ti solamente, creo que tendremos que ajustar el valor, incluso tendré que hablar con Daniela, es muy joven y no creo que entienda estos gustos que tenemos los mayores.
- Ok, me parece bien, ajustemos el valor y habla con la chica, dile que Vanesa solo va a mirar, sentadita, no molestará ni interrumpirá nada.
- Muy bien, si es así, hablaré con mi chica – Fernando les tomó el dinero y se fue a decirle a Daniela la novedad.
- Uy esto no me lo esperaba – dijo Daniela.
- No pasa nada chiquilla, seguro que la mujer es pajera, mientras los ve a Ustedes, se tocará probablemente, solo que si se quiere quitar la ropa, tu no le permitas, me llamas, si? Y yo intervengo, tu tranquila.
- Está bien Fernando, entonces le cobraste más?
- Si pequeña, tú haz tu parte, yo haré la mía.
Fernando fue en busca de la pareja y los acompañó a reunirse con Daniela en su propio cuarto esta vez, hizo la presentación y haciéndole un guiño a su niña se retiró.
- Ah, pero que joven que eres – rompió el silencio Vanesa – además de bonita, está todo a la vista.
- Gracias seño . . .
- No, por favor llámame Vanesa y a mi marido Sebastián – interrumpió Vanesa.
- Está bien, gracias Vanesa, tu también eres muy bella – Daniela había recibido a la pareja con un camisolín, transparente, sin sostén, con una tanguita blanca con encajes, medias oscuras, portaligas y suecos de taco alto. Toda ella lucía muy bella y fresca, destacándose sus hermosas y largas piernas que remarcaban su colita redondita y bien levantada.
Vanesa era una mujer que estaba llegando a los cincuenta años, morocha, sensual, muy arreglada, que por la forma de vestir y su belleza, nadie le podría dar mas de 40 años. Sebastián, en cambio, era un hombre de aspecto físico desalineado, con panza, su ropa no hablaba bien de él, en lo que a cuidado personal se refiere. Daniela percibió que la que llevaba la voz cantante en la pareja era la mujer, el hombre acompañaba, nada más que eso.
- Bueno, yo los dejo hacer a Ustedes, me siento acá, espero no molestarte Daniela – Vanesa se ubicó en un pequeño sillón de escritorio, frente a la computadora, dispuesta a ver como la niña atendía a su marido.
- Acércate Sebastián, dime que quieres hacer, trataré de que te sientas lo mejor posible – Daniela veía que Sebastián no se movía de su lugar, por eso lo invitó a que se le acercase, bastante intrigada no con el hombre, sino con lo que pudiera hacer la mujer de éste.
- Si pequeña, me gustaría besarte en todo el cuerpo, quieres quitarte la ropa y acostarte, yo te haré masajes a ti y luego tu a mi.
- Mmmmm, me parece estupendo, eso me pondrá muy caliente – Daniela sabía perfectamente que con ese hombre no podría calentarse en absoluto, estaba decidida a actuar para apurar al máximo el orgasmo del hombre – me vas a besar todita, Seba? - mientras se desnudaba le hablaba a Sebastián sin que éste se pronunciara.
- Cuando dije que eras hermosa no me equivoqué, es más, desnuda eres mas bella aún – Vanesa desde el rincón no perdía de vista ni los movimientos de Daniela, ni lo que ella le decía a su marido.
- Es verdad, no esperaba encontrar una muñeca así – se animó a decir Sebastián.
- Dame besitos, Seba, quiero que me beses mucho, a ver como lo haces – Daniela estaba dispuesta a enloquecer a Sebastián, lo veía como un ser inferior, la que contaba en la pareja era su mujer.
- Está bien, pequeña – comenzó lamiendo las piernas de la joven, en toda su extensión, mientras acariciaba el abdomen con una de sus manos, hasta llegar a las tetas, para amasarlas y pellizcar ligeramente los pezones, lo que hacía que Daniela se arqueara y emitiera gemidos de placer, de fingido placer, porque eso no le significaba nada a la niña.
- Sigue así papito, a ver, dame más, me gusta tu lengua amor, dame mucha lengüita, mmmm, que bueno papi.
Sebastián se colocó de rodillas entre las piernas de Daniela con intención de lamer su concha, para lo cual pasó los brazos por debajo de sus muslos, levantando las piernas y colocándolas sobre sus hombros, de esta forma tenía el sexo de la joven bien alto, a merced de su lengua, que pasaría a recorrer la zanja desde su inicio en la zona del clítoris, hasta el ano. La lengua la pasaba, chupando y regando la zona de saliva, provocando con ello mínimas oleadas de placer, que Daniela se encargaba de magnificar, con gemidos y suspiros, que hacían pensar a Sebastián que era un maestro en el arte de chupar mujeres.
- Te gusta eh mamacita? Glup glup te calientas con lo que te hago, putita?
- Si Seba, me estoy mojando todita – en realidad lo que mojaba la conchita de Daniela, era la propia saliva que dejaba Sebastián con sus lamidas.
Vanesa observaba la escena mientras se acariciaba los senos, con la mano derecha y con su mano izquierda se hacía masajes por debajo de su bombacha. Para eso se había recostado en el sillón, estirando y abriendo sus piernas, desprendiendo sus jeans, sin perder detalle de lo que ocurría en frente suya. De las tres personas que había en el cuarto, Vanesa era la que estaba más excitada, estaba haciendo un gran esfuerzo para no saltar y azotar a su marido, luego de lo cual se cogería a la niña sin ningún tipo de contemplaciones. A ella precisamente, los jadeos y gemidos de Daniela, no le llegaban, porque sabía perfectamente que eran falsos, que los emitía para hacer creer a su marido que era un macho terrible, cuando en realidad si había que calificarlo, no le pondría otra nota que no fuera un aplazo.
A todo esto, su marido seguía lamiendo a la niña, sin pena ni gloria, por encargo de ella misma, que era la persona que lo tenía total y absolutamente dominado.
Por otra parte, Fernando se encontraba afuera de la habitación, muy cerca de la puerta de entrada, por si sentía alguna queja de su hijastra, ya que era la primera vez que le tocaba atender a una pareja y él no conocía a ninguno de los dos. Sin querer, pensando en lo que podría estar ocurriendo en el interior del cuarto, se encontró muy excitado y eso le dio coraje como para espiar a ver que es lo que estaba sucediendo allí dentro.
Por la separación de la cortina, alcanzó a ver las piernas de Daniela, abiertas, descansando sobre el cuerpo de Sebastián, también observó la postura de Vanesa, que se contorsionaba, masturbándose mientras veía a la pareja frente a ella. Pensó un poco en todo ese panorama y se excitó más todavía, algo tengo que hacer, se dijo y lo hizo. Se quitó el pantalón, cortó la electricidad de la casa para que ésta quedara oscura y volvió a la habitación y se introdujo diciendo que había habido un cortocircuito, que no se preocuparan y siguieran con lo suyo. Luego cerró la puerta, pero no se marchó, quedó dentro del cuarto.
- No se preocupen, papá se ocupará de que pronto vuelva la luz – dijo Daniela – y tu sigue con lo que estabas haciendo que me tienes muy caliente – le dijo a Sebastián y este obedeció su pedido.
- Si quieres cambiamos de posición y me la chupas tú a mí, hagamos un 69 – propuso Sebastián.
- Ok, eso me gusta, pero no quiero que me acabes en la boca, si?
- Tu haz lo que ella te dice Seba – le gritó desde su posición Vanesa, que seguía pajeándose.
Fernando, silenciosamente, se llegó hasta la posición de Vanesa y de un movimiento rápido con su mano le tapó la boca para que no pudiera emitir sonido alguno. Luego le habló al oído, muy suavemente.
- Escucha, te he visto y no puedo contenerme, quiero que vengas conmigo a la otra habitación, que la pasarás mejor, te lo prometo, quieres? – al notar Fernando que no había resistencia, quitó su mano de la boca, para que Vanesa pudiera expresarse.
- No, quiero quedarme acá, mi marido hace solo lo que yo le ordeno – le contestó a Fernando en voz baja – quieres hacerme mimos?
- Te quiero coger, mira como la tengo, tócala – tomó la mano de Vanesa y la puso sobre su verga, para que palpara su dureza y tamaño.
- Mmmmm, que buena verga, me la vas a dar?
- Es toda tuya, la quieres chupar un poco a ver como sabe? – ya el tono de la voz había ido subiendo y tanto Daniela como Sebastián, estaban escuchando la conversación, sorprendidos que Fernando hubiera entrado al cuarto sin que ellos se percataran.
- Sigan en lo suyo – les dijo Vanesa, al notar que ambos estaban paralizados, no los podía ver con claridad, pero podía percibir la silueta de sus cuerpos, en donde se veía que se habían quedado inmóviles.
- Mi mujer es así – le dijo al oído Sebastián a Daniela – ella siempre hace lo que quiere - soy su esclavo.
- Sigamos con lo nuestro, quieres ponérmela? Te la chupo un poco mas, hasta que se te ponga dura y cogemos, si? – Daniela ya quería terminar con Sebastián, lo notaba sin ningún atractivo, solo permanecía para sacarle dinero.
- Si, chúpala un poquito y te la pongo.
Mientras Sebastián y Daniela seguían sin concretar nada serio, Fernando se estaba haciendo chupar la verga por Vanesa y ya la tenía con el torso desnudo, masajeándole las tetas.
- Mmm..., que rica, tu si que la tienes linda, mmmm glup glup glup splash splash.
- A ver, bájate el jeans y sal de ahí – le dijo Fernando sacándola del sillón y tomando él su lugar – ahora siéntate sobre mi verga y clávatela todita, vamos perra, ponte de espaldas a mi, sigue mirando a tu marido y mi chiquilla, pero sentada sobre mi pija, eh perra? Te gusta así?
- Mmm... si, me gusta así, deja que yo me mueva, tu relájate, mmmm que grande la tienes Fernando, que buena garcha que me estoy comiendo, mmmm, mira Seba, ves donde me he sentado amorcito? – a Vanesa le gustaba provocar a su marido y a su vez a éste le gustaba el trato que su mujer le dispensaba.
- Si amor, disfruta, que yo también lo estoy haciendo – le contestó Sebastián.
- Ahhh, pero que lindo que coges Seba – Daniela le hablaba a Sebastián en voz alta, a propósito para que Vanesa escuchara, para provocar celos en la mujer, pero solo consiguió burlas y una dura réplica.
- Ahhh, a mi no me engañas, princesita, ese tonto no sabe que hacer con una mujer, por eso lo llevo con putas para que aprenda - le contestó Vanesa, lo que hizo que Fernando se pusiera mas enérgico en sus embestidas – ayyy mmmm despacio hombre, eres medio bestia, mmmm ayyyy.
- Calla puta y aguanta, que ya te voy a acabar, perra.
- Venga, venga que acabamos juntos, mmm ahhhh ahhhh ahhhh , que ricura es esto.
Fernando quedó recostado sobre el sillón, con Vanesa sentada arriba de él, con su cachucha llena de leche, ella siguió con la verga adentro hasta que quedó reducida a la mínima expresión. Cuando ellos acabaron, gimieron y jadearon muy efusivamente, lo que fue percibido por Daniela y Sebastián, que se separaran, sin completar el acto sexual. Al parecer ninguno de los dos tenía demasiado interés en hacerlo. Para Daniela hacerlo era dinero y una orden de Fernando y Sebastián lo hacía para complacer a su esposa.
Fernando restableció la electricidad en la casa y la luz volvió a iluminar el ambiente, él seguía caminando por la casa, desnudo de la cintura para abajo, sacudiendo su verga a uno y otro lado, la que golpeaba sus piernas al caminar. A Vanesa, le brillaron los ojos cuando vio el tamaño de la pija que se había tragado, además de la negrura de la misma. No pudo reprimir su deseo de tocarla y alargó la mano para ello, mirando de reojo la reacción de su marido. Pero Sebastián miraba lo que ella hacía, sin darle demasiada trascendencia.
- Bueno amigos, tenemos que dar por terminada la reunión, en minutos ha de llegar mi hijo y luego lo hará esposa y no quiero que se enteren de lo que hacemos – comentó Fernando.
- Está bien, la he pasado lindo y creo que pronto volveré, solo que no a mirar, sino que a participar más activamente – respondió Vanesa.
- Los estaremos esperando – respondió Fernando, mientras le indicaba a Daniela que se retirara.
Fernando acompañó al matrimonio hasta la puerta de la casa, cuando ya se marchaban llegó Quique, quien luego de saludar a su padrastro le preguntó por la gente que se iba.
- Yo al hombre lo conozco – dijo Quique – no sabía que era casado.
- Y de donde lo conoces al patán ese? – preguntó Fernando.
- Frecuenta discotecas gay.
- Ahhh, ya me parecía que había algo raro en esto.
Este relato continua.
Marcela ( marce459@live.com.ar )