Cuestiones de familia - parte 9

Fernando avanza tratando de someter a Nancy, ésta a su vez recuerda como fueron sus inicios, cuando estudiaba y su regente para aprobarle el curso le dió . . .

SEÑORES LECTORES:   para mejor comprensión de este relato, se recomienda la lectura de los que a continuación cito:

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE I – www.todorelatos.com/relato/81735

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE II – www.todorelatos.com/relato/81781

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE III – www.todorelatos.com/relato/81786

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE IV – www.todorelatos.com/relato/82796

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE V – www.todorelatos.com/relato/82815

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE VI – www.todorelatos.com/relato/86221

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE VII – www.todorelatos.com/relato/86292

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE  8  – www.todorelatos.com/relato/86399

CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE 9

Lo primero que visualizó en la joven fue la manera de sentarse. Ahí Fernando luego de mirar bien introdujo su primera corrección.

-         Mira Nancy, si vas a trabajar para mi, quiero saber hasta donde quieres llegar, que tanta voluntad tienes para ser modelo o mejor dicho de ser alguien en la vida, de sobresalir del resto de tus conocidos o familia.

-         Mis deseos son totales, los más grandes, sueño con tener una buena vida, voy a trabajar para poder disfrutar de lo mejor.

-         Ok, yo voy a tratar de moldearte y de enseñarte lo que sea necesario, para que puedas alcanzar tu meta, pero de ti depende que me sigas o no.

-         Prometo seguirlo y aprender todo lo que me enseñe.

-         Llámame Fer y no me trates de usted, tutéame quieres?

-         Bueno Fer.

-         Lo primero, estás acostumbrada a vestir jeans o pantalones en general, recién observé cuando te sentabas y pareces no darte cuenta que tienes una pollera. Te has tirado sobre el sillón.

-         Es verdad, siempre uso pantalón, me son cómodos que usar faldas o vestidos.

-         Ahora los usarás para estar en tu casa, tienes unas hermosas piernas y debes mostrarlas, ya verás como te darán de comer. No debes usarlas solamente para caminar, me entiendes?

-         Si Fer, creo estar entendiéndote.

-         Si algo no queda claro, debes preguntar, sin vergüenza, yo seré tu instructor. Tienes que tener muy en claro que tu capital de trabajo es tu cuerpo. Cuando hablo de tu cuerpo hablo de tus piernas, tus pies, tu cola, tu cintura, tus tetas, tus ojos, tu boca, tu piel, tu cabello, tu maquillaje, tu ropa y tus manos.

Nancy escuchaba atentamente lo que Fernando le decía, intuyendo que ese hombre iba a ser muy importante en su vida. Veía los ojos de él como miraban su cuerpo, cada parte cada vez que la mencionaba, sentía esa mirada sobre su boca cuando la mencionaba y lo mismo sobre todas sus partes. Casi podía percibir que su mirada era algo más que eso, sentía que con su mirada tocaba su cuerpo, acariciándolo y se ruborizaba.

-         Pero mira como te has sentado? – Fernando se incorporó y se acercó hasta ella, la tomó desde atrás del sillón de los hombros, una mano en cada hombro – esta parte de tu cuerpo debe estar derecha, erguida, la cola bien contra el respaldo de asiento, la cabeza y cuello derechos y las piernas cruzadas.

Nancy acomodó su cuerpo a lo que Fernando le decía, no pudiendo reprimir un liviano temblor al sentir la manos grandes de ese hombre tocando sus hombros y parte de espalda. Luego Fernando se arrodilló en el piso, de frente a Nancy y colocó sus manos abiertas, a cada lado de las piernas de Nancy, tratando de acomodarlas según él entendía era conveniente.

-         Tus piernas, si bien quiero que las cruces, no tienen que apuntar hacia la persona que tienes enfrente, para evitar que se vea tu bombacha en algún descuido – ahí Nancy se ruborizó, coloreando sus mejillas, cosa que percibió quien le hablaba – no te pongas nerviosa por lo que te digo, solo atiende y olvídate que me tienes en frente tuyo.

-         Trataré Fer.

-         Así se habla, todo lo que yo diga, tú tendrás que hacer, si es que quieres salir adelante en esta vida.

Fernando se había puesto extremadamente caliente y no podía evitar clavarse a esa pendeja, lo antes posible debería ser. Algo dentro de él lo llamó a la cordura, además su cuerpo se encontraba al límite de la resistencia, muchas alumnas habían recibido su verga últimamente, sumándose a los integrantes de su manada, que lo requerían diariamente y nadie se quedaba sin su verga, pero todo tiene un límite.

Pero esta chica Nancy era un caso especial, tomaría viagra si fuera necesario, sabía que la tendría que atender y con honores especiales. El ya estaba conociendo el mercado del modelaje y sabía que la estatura de la chica le jugaba en contra, era insuficiente, pero en la  cama no había medidas, ni mínimas, ni máximas, para eso él la entrenaría y la haría integrar otra manada como la que ya tenía, pero ésta sería una manada VIP.

Pensó en Mony, ella era la persona ideal para gerenciar una manada de esta naturaleza, tenía clase y estilo, era extremadamente bonita y sensual, delicada y femenina y por sobre todas las cosas, era una excelente hembra, él la había entrenado, le había enseñado a coger y a satisfacer a hombres y mujeres. A eso se dedicaría Fernando en lo inmediato.

-         Cuéntame como es tu tiempo, como son tus días, que haces, en que te ocupas? – le preguntó Fernando a boca de jarro.

-         He terminado la escuela, estoy buscando trabajo para poder mantenerme, no hago otra cosa que pensar en eso, por eso estoy aquí – contestó Nancy.

-         No haces otra cosa que pensar en eso? A que te refieres?

-         A mantenerme sola, quiero independizarme, salir de mi casa, mi mamá me apoya, pero mi padre no lo hace, por eso me quiero ir de casa.

-         Yo te voy a ayudar, tu solo debes hacer lo que te vaya diciendo.

-         Yo haré lo que me pidas Fernando – contestó Nancy y el hombre sintió el golpe que le produjo el dicho de la muchacha.

-         Ven, sígueme – Fernando se incorporó y comenzó a caminar hacia un pasillo que salía de la sala en donde estaban y que los llevaba a una sala que usaban para tomar fotos.

Mientras caminaban por el pasillo, Fernando se detuvo e hizo que Nancy se le adelantara, que caminara delante de él, para lo cual la tomó de la cintura y con el brazo la empujó. En el instante que Nancy se adelantaba, Fernando aprovechó para aspirar su aroma, un perfume frutal pudo sentir que le agradó sobremanera y al rozar sus cuerpos por lo estrecho del pasillo, le hizo sentir la verga rozando el muslo.

-         Disculpa – le dijo Fernando – entra en la próxima puerta.

-         Bueno Fer.

En el cuarto las paredes estaban tapizadas con fotos de distintas dimensiones de chicas que modelaban, algunos chicos y las fotos más grandes eran las de Daniela, Mony y Cristina. Fernando observaba la reacción de Nancy, mirando las fotografías existentes, no pudo evitar una sonrisa de satisfacción imaginándose ella misma retratada en esas paredes, en revistas de actualidad o dando notas a cámaras de televisión de programas de espectáculos.

-         Me gustaría tomarte unas fotos, ya mismo Nancy, estás dispuesta? – preguntó Fernando en el momento preciso.

-         Me encantaría – respondió Nancy.

-         Entonces ve y despídete de tu madre, dile que nosotros te llevaremos de regreso a tu domicilio – Fernando le había echado el ojo y no iba a permitir que ese bocadito se le pudiera escapar.

-         Eso haré Fernando, en minutos regreso, permiso.

Nancy, se retiró del cuarto de fotografía, caminando elegante y sugestivamente, tal como le había encomendado Fernando. Cerró la puerta tras de si y se encaminó hacia donde la esperaba su madre.

-         Mamá, me quieren hacer unas fotos, me dijeron que luego ellos me llevarán hasta casa, así que nos vemos en casa – le dio un beso en la mejilla a su madre, quien comprendió que la estaban despidiendo.

La muchacha volvió sobre sus pasos, hasta llegar nuevamente a la sala de fotos. Sin golpear la puerta, entró y encontró a Fernando sirviéndose una copa. Alguien le había traído una bandeja con una botella de licor y dos copas. Al percatarse él que la joven había regresado, tomó la segunda copa y girando sobre sus talones se la ofreció a Nancy, quien aceptó gustosa la invitación a un brindis.

-         Por ti, preciosa – le dijo Fernando mirándola intensamente a los ojos y levantando la copa en frente suyo.

-         Por nosotros – corrigió la chica, lo que arrancó una sonrisa al rostro del hombre que sostenía la otra copa.

Brindaron, dieron un trago cada uno a sus respectivas copas y Fernando con la copa en la mano, se adelantó un paso hacia Nancy, mirándola como queriendo descubrir algo que flotaba en el ambiente.

-         Quítate la ropa, chiquilla – le dijo seriamente Fernando – quiero ver como te desnudas, hazlo de manera sensual. Mira, yo soy un hombre, quiero que trates de calentarme, quiero ver tu cuerpo desnudo y me gustaría notar algo fuerte, enséñame que tienes y mientras lo haces, te tomaré fotografías – dicho lo cual se dio vuelta para acomodarse en un sillón de oficina que había en el ambiente, con las piernas estiradas hacia delante y cruzadas una sobre la otra.

Nancy quedó dura, petrificada, era como que le había caído un balde de agua fría sobre su cabeza. Miraba con los ojos interrogantes a Fernando, quería ella descubrir si le había hablado en serio o era una broma y también discernir si esto que le pedía tenía algo que ver con el modelaje, con lo que antes había estado hablando en privado con él.

-         Quieres que me desnude totalmente Fernando? Eso me estás pidiendo? – preguntó con cara de no entender bien Nancy.

-         Te quiero ver sin ropas, pero más que nada, quiero ver tu actitud, quiero sentir y valorar que clase de perra llevas dentro tuyo, es mucho pedir?

-         Todo esto tiene que ver con el modelaje, que es la razón por la que estoy acá, Fernando?

-         Mira, yo tengo poca paciencia. Si estás en este ambiente a solas conmigo, es porque me has causado una buena impresión. Ahora solo quiero verte sin ropas y si después se me antoja algo más, te lo haré saber – Fernando le contestaba a Nancy en un tono que demostraba su irritabilidad, su poca paciencia – ahora, si no estás dispuesta a hacer lo que te pido, esa es la puerta, puedes irte.

El color que tomaron las mejillas de Nancy, era semejante al de un tomate cuando está bien maduro. La chica sentía la sangre bullir y recorrer sus venas a toda velocidad. Mordió su labio inferior y no emitió sonido alguno en respuesta a lo dicho por Fernando. Dejó su copa sobre la bandeja, giró sobre sus pasos, de manera de quedar de espaldas al manager. Su trasero comenzó a moverse cadenciosamente y el resto de su cuerpo también, sus brazos los pasaba por uno y otro costado, acariciándose sugestivamente, mientras que con movimientos suaves y delicados, desprendía, aflojaba, levantaba y bajaba sus ropas, como lo haría una bailarina de cabaret. Siguió su baile, sin música alguna, hasta quedar solamente con su tanguita, ahí fue cuando se giró para que Fernando la pudiera apreciar de cuerpo entero, aunque sus manos tapaban los rosados pezones que coronaban sus senos.

-         Muy bien, plaf plaf plaf – aplaudió Fernando festejando no se sabe si el baile o el cuerpo de la muchacha o todo en general, porque la realidad que había estado impecable Nancy.

-         Gracias, Fer, puedo llamarte así?

-         Desde ya.

-         Me puedo vestir ahora? – preguntó Nancy que seguía cubriéndose los pezones con ambas manos.

-         Puedes hacerlo, si necesito que vuelvas a desnudarte, lo tendrás que hacer y no importa si esté solo o acompañado. Tu debes aprender que a mi se me obedece, cada vez que digo algo, entendido?

-         Si Fer – Nancy nuevamente le daba la espalda a Fernando, vistiéndose a las apuradas, como queriendo salir de aquella incómoda situación.

Nancy no se atrevía a preguntarle a Fernando por las fotos, ella había entendido que debía desnudarse sugestivamente, para que pudieran tomarse muestras de la perra que llevaba adentro, según fueron las palabras del hombre, de su actitud, etc, pero a su entender no hubo toma de fotos, ya que Fernando se hallaba tirado sobre un sillón disfrutando de una bebida y mirándola a ella. Nancy supo que habría algo más y por las dudas calló y resignó su inquietud para otro momento.

A esta altura de la situación Fernando tenía su verga totalmente endurecida, pidiendo carne a los gritos. Por momentos tenía deseos de tomar esa jovencita que tenía enfrente y hacerla suya. No le costaría demasiado trabajo, pero se dijo que se la comería como postre en un breve tiempo, tal vez el día próximo, cuanto mucho dos o tres días adelante, de esa tiempo esa yegua no iba a pasar sin ser penetrada por él.

  • Mañana cuando vuelvas, quiero que lo hagas en compañía de tu madre, voy a tener que hablar unas palabras con ella, por cuestiones de contrataciones y papeleo, que no tiene sentido que discuta contigo, me entiendes?

Si Fer, lo que tu digas – esto que escuchó del hombre, de alguna forma trajo algo de tranquilidad en ella, porque le veía más seriedad a la situación, ya que si su madre venía con ella, nada malo podría pasarle.

Así fue que al día siguiente se presentó con su madre y Fernando luego de los saludos de rigor, le pidió a Daniela que se hiciera cargo de la chica, mientras él hablaba de cuestiones administrativas con su madre.

-         Mire señora, seré y claro y directo, para que no haya malos entendidos entre nosotros – le dijo ni bien ambos tomaron asiento en la oficina principal de la casa y que por supuesto era ocupada únicamente por Fernando.

-         Lo escucho atentamente.

-         Ayer le pregunté a su hija hasta donde quería llegar y me dijo que quería sobresalir del común de la gente, deseaba tener una buena vida y todo lo demás que podrá imaginarse que piensan los chicos.

-         Si, es así, siempre hablamos de esas cosas con Nancy y ella . . .

-         Déjeme seguir, le dije que iba a ser directo y lo seré.

-         Lo escucho.

-         En un momento le pedí que se desnudara y estuvo un rato largo para decidirse, me entiende?

-         Pero se desnudó finalmente?

-         Si, lo hizo, pero tardó mucho. Eso me sugiere que no está comprendiendo totalmente la vida que le espera. Usted acaso sabe de que estoy hablando?

-         S-shi, me imagino que ssi – contestó medio incómoda la madre de Nancy.

-         Señora, esto es así, ella tiene que confiar en mi y si algo le pido, ese algo me tiene que dar y a cambio de eso, ella siempre tendrá su paga, que le alcanzará para vivir como ella pretende, me ha entendido?

-         U-usted mmme está que-queriendo de-decir que . . .  – la señora no sabía bien como expresarse ante lo que había comprendido de labios de Fernando.

-         Es fácil de comprender, en este caso, la empresa de su hija es su propio cuerpo, si ella lo explota adecuadamente, va a hacer de su cuerpo una empresa floreciente. Caso contrario, va a ser una puta más y disculpe la crudeza, me expreso así, para que me entienda bien.

-         Si, ya lo he comprendido.

-         Está segura que comprendió lo que le dije?

-         Si, ella debe hacer lo que Usted le diga y punto.

-         Así es señora, ahora llamo a su hija y Usted se lo repite en privado, luego le haré saber si ella entendió el mensaje.

Fernando hizo llamar a la joven, las dejó solas a la madre con la hija y pocos minutos después, se abrió la puerta de su despacho y salieron juntas la madre a despedirse de Fernando y la hija a continuar con las tareas de aprendizaje.

-         Bueno Fer, que debo hacer, sigo con Daniela o continúo contigo? – le preguntó Nancy.

-         Te vienes conmigo – fueron nuevamente al cuarto de fotografía, estaba ocupado, un par de chicas estaban posando, cuando abrió la puerta intempestivamente Fernando. Le dijo al fotógrafo y a las jóvenes que la sesión había terminado y que se retiraran de ahí.

Las chicas salieron sonriendo a Fernando, mientras el fotógrafo acomodaba sus máquinas y luminarias, para una nueva oportunidad, lo hacía con parsimonia, poniendo cada cosa en su lugar, apagando luces y cerrando cajas, hasta que escuchó el grito del jefe, pidiendo rápido desalojo.

-         Eh, tu maricón, no me escuchaste, fuera de aquí o te meto el trípode en el orto – le gritó Fernando en una de sus poses características.

-         Que guarango, se pueden pedir las cosas de otro modo también – se quejó amaneradamente el hombre que sacaba las fotos.

-         Anda ve con tu novio a que te haga mimos, antes que me enoje en serio – tomándolo de la parte posterior de la cabeza y empujándolo para que saliera rápido.

-         Yo te conozco Fernando, se que eres un tierno, ahora te quieres hacer el vivo porque está la nueva – señalando a Nancy, cada vez con tono más de señorita hablaba el fotógrafo.

-         Fuera de acá, puto – le gritó Fernando, mientras tomaba del brazo a Nancy y la arrastraba hacia adentro, para pegar un portazo y trancar la puerta para que no pudiese ser abierta desde el exterior.

-         Es gay verdad? – preguntó Nancy.

-         Si, pero es bueno en lo que hace, por eso lo mimo. – le contestó Fernando - Cuéntame que hablaste con tu madre.

-         Me repitió tus palabras, que tu mandas, me dijo – respondió Nancy mirándolo en forma desafiante.

-         Entonces como vas a portarte hoy perrita?

-         Perrita? – le preguntó Nancy.

-         Ven a mi lado – abriendo los brazos Fernando.

Sin saber como fue que lo hizo, Nancy terminó juntando su cuerpo al de Fernando que la apretaba fuerte contra si mismo, haciéndole sentir que bajo sus pantalones tenía una herramienta que estaba deseoso de utilizar con ella. Esta circunstancia la muchacha la percibió ni bien se acercó al cuerpo de su instructor y si bien en principio pretendió retirarse, en forma casi instantánea recordó las palabras de su madre, que retumbaban en su cabecita: te vas al lado de ese hombre y haces lo que te diga, sin chistar, todo, todo, no importa que te pida.

Ahora entendía con mayor claridad lo que había querido decirle con “todo, todo”. Recordó cuando un par de años atrás, mientras cursaba en la secundaria, similar situación se le había presentado, luego que su madre fuera citada por la regencia del colegio y luego de salir de allí, le ordenó tomar clases con el propio regente y hacer todo lo que él le pudiera pedir, sin importar si se trataba de estudios u otra cosa.

El regente la había llevado a estudiar a su departamento, adonde vivía solo, con la finalidad de recuperar terreno perdido, por malos exámenes y peor comportamiento. Le había dicho a su madre que debían sacarla de esa escuela, pero ante el ruego de su progenitora el regente encontró como única salida, darle clases particulares él mismo, a efectos de asegurarse el éxito en los próximos exámenes y un cambio de conducta dentro y fuera de las aulas.

El regente le pedía a Nancy que se sentara junto a él, demasiado junto a su cuerpo, pensaba la chica, ya que además de acerca la silla a su lado, el hombre pasaba la mano por sobre los hombros de la ella, acariciando su espalda y brazo y todo lo que podía alcanzar, pero de manera casual, era como que la mano se le movía sola, sin que él lo quisiera.

Así fue que de pronto la mano del regente estaba posada sobre uno de los senos de Nancy, lo cual ella no aceptó, levantándose y retirándose a su domicilio.

Grande fue su sorpresa cuando la madre después de haberse enterado lo sucedido relatado por su propia hija, reaccionó dándole una bofetada y enviándola de regreso a casa del regente a pedirle disculpas e implorar que siguiera dándole clases particulares que le permitieran aprobar el curso. El regente, al verla de nuevo en su departamento, la llevó sin decir palabra alguna al cuarto de estudios, para volver a sentarse junto a ella y retomar con las caricias en los senos y ahora también con la otra mano, en las piernas.

-         Yo te voy a ayudar en todos los exámenes, debes confiar en mi, pero además debes ser buenita conmigo, piensa en todo lo que voy a arriesgar para salvar tu año – el regente hablaba y sus manos de movían por todo el cuerpo de la niña.

Nancy hasta esa fecha solo había tenido un novio y no sabía nada de la vida, que no fuera lo que veía en televisión o conversara con amigas. La invasión de las manos del regente en su cuerpo, la tomó de sorpresa. Recordaba las palabras de su madre, a la que nada le había importado que ese hombre pudiera manosearla, ella solo quería que aprobara el curso, fuera como fuera. Pero hasta donde tendría que soportar al regente, se preguntaba Nancy, mientras trataba de detener esas manos que forcejeaban sobre su cuerpo para quitarle la ropa.

  • Mira hija, ese hombre es un estúpido por lo que te hace, pero a ti que te importa, nadie te ve, nadie puede enterarse de lo que pasa ahí dentro de su departamento. Para ti, lo más importante en este momento es salvar tu año. Este será nuestro secreto, confía en mi – su madre ya había sufrido bastante en la vida, pretendiendo que a su hija le fuera mejor que a ella.

El hombre ya no la manoseaba, era más que eso, estaba luchando con ella y la tiraba sobre un sofá que estaba cerca de la mesa, se había desprendido el pantalón y ella notó que algo se asomaba por su bragueta. Ese algo, lo sintió en sus piernas, estaba caliente y húmedo y ella misma se sentía mojada, como si se hubiera hecho pis encima. No le molestaba tanto que el hombre la manoseara, hasta podía sentir algo de placer cuando le apretaba los senos, se dijo que tendría que hacerle caso a su mamá y ser más buena con el regente, de todos modos no le parecía nada malo lo que le estaba haciendo. Eso era hacer el amor, lo que tantas veces vio en las telenovelas. Pero se equivocaba.

La respiración se le entrecortaba y sintió deseos de tocar esa cosa dura que presionaba contra sus piernas, total su madre no se enojaría, ya que ella le había ordenado que fuera buena con el regente y que le hiciera caso en todo. Bueno ella, sería buena, el regente quería que le tocara esa cosa y ella se lo tocaría.

-         Tranquilízate chiquita, tócame acá, pon tu mano sobre mi verga, vamos, se buenita – le decía el regente, totalmente acalorado por la situación.

-         Bue-bueno, si, lo que pasa es que me da cosa, no me animo, no está bien, . . .

-         Toca y siente que suave que es, suave y duro – más tranquilo y relajado, el profesor apelaba a la persuasión, sabía que venía ganando la batalla.

-         Si-si, es verdad, me gus-gusta – Nancy había cedido sus defensas, aflojándose y relajándose bajo el cuerpo del regente, que ya había levantado su pollera dejando al descubierto su bombachita.

Con una de sus manos acarició la suave tela de la bombacha, empapada en los flujos que bajaban en cantidad acorde a la calentura que tenía Nancy. Con un dedo de esa mano, corrió el elástico de la bombachita, humedeció el dedo mayor y buscó el clítoris, encontrándolo duro y presto a ser masajeado inmediatamente. Nancy deseaba tener un orgasmo, su cuerpo ya no le respondía, temblaba, estaba electrizado y sin darse cuenta, ella misma se pellizcaba sus pezones, mientras jadeaba, suspirando cada vez más fuerte hasta que salió lo que tanto esperaba sin saber que era o como era.

-         Ahhhh mmmmm  ahhhhhh, mi Diooossssssss, que lindooooo, ayyyyy que bueno esto que me pasó profe – ella había tenido otros orgasmos cuando se pajeaba en la soledad de su cuarto, pero nunca de la intensidad de éste, que le había sabido sacar su abusador y profesor de secundaria.

-         Te ha gustado, chiquita? – y mientras le hacía esta pregunta, acercando su rostro al sexo de Nancy para olfatearlo, se estiraba en el piso, masturbándose con la escena de la chica entregada.

Nancy se sintió frustrada una vez que volvió a la normalidad su cuerpecito, cuando notó como el regente se masturbaba, teniéndola a ella con las piernas abiertas, la pollera levantada, la bombachita corrida y ella misma tocándose sus tetitas. Se imaginó que no sería atractiva a la vista de un hombre, para tener sexo, siempre pensando en las novelas románticas y quedó en silencio e inmóvil hasta que su abusador terminara con su paja.

Este le pidió que se olvidara lo que había sucedido esa tarde en su departamento y que volviera a su casa, que las lecciones las continuarían día por medio. Eso hizo la chica y cada vez que volvió a ese domicilio, la situación era más o menos parecida, sabía que él la tocaría, ella se dejaría tocar, hasta que él decidía pajearse y eso era todo. Esto que vivía fue en aumento, los últimos días Nancy entraba a la casa del regente y se iba derecho al sofá, en donde se acomodaba para que el hombre la pudiera tocar y masturbarse. Concluida la acción, se acomodaba la ropa y se volvía a su casa y así siguió hasta que le aprobaron todas las asignaturas y pudo separarse del regente, habiendo aprendido la lección más importante de su vida: que con su cuerpo podía resolver situaciones sin demasiado esfuerzo.

CONTINUARA

Marcela ( marce459@live.com.ar )