Cuestiones de familia - parte 8
Fernando, en su rol de amo y manipulador de su familia, a la cual tiene sometida a sus deseos y necesidades, prostituye a Mony, para luego comenzar con el negocio del modelaje
SEÑORES LECTORES: para mejor comprensión de este relato, se recomienda la lectura de los que a continuación cito:
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE I – www.todorelatos.com/relato/81735
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE II – www.todorelatos.com/relato/81781
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE III – www.todorelatos.com/relato/81786
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE IV – www.todorelatos.com/relato/82796
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE V – www.todorelatos.com/relato/82815
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE VI – www.todorelatos.com/relato/86221
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE VII – www.todorelatos.com/relato/86292
CUESTIONES DE FAMILIA – PARTE VIII
Mony, se separó y le pidió a Fernando permiso para avisar a sus padres que se quedaba a cenar en casa de su novio.
- Si quieres pasarla mejor, diles que te quedas a dormir acá, que en la habitación de Daniela tienes lugar para hacerlo.
- Me gusta la idea, necesito tener una buena noche y se que eso pasará si me quedo con Ustedes.
- Cristina, prepara la comida, hoy algo especial, tenemos que celebrar la reconciliación de Mony con tu hijo – gritó Fernando.
- De acuerdo Fer, pero no te olvides de nosotras – le contestó Cristina visiblemente celosa, ya que tanto ella como su hija, no tenían participación en los festejos.
- Prometo que hoy la pasaremos bien todos, sin excepción.
Después de la cena, Fernando se marchó a su habitación en compañía de Mony y Quique, ordenándoles a Daniela y Cristina que hicieran las tareas de limpieza en la cocina, mientras él terminaba algo pendiente que tenía con los novios.
- No te olvides de nosotras Fer – volvió a decirle Cristina, lo que hizo enojar a Fernando, como siempre descontrolándose y volviéndose muy agresivo.
- Pero que te piensas que puedes decirme lo que debo hacer así sin más? Mira perra, ya mismo te desnudas y de rodillas me pides perdón por tu impertinencia – le gritó Fernando a Cristina que enrojeció de vergüenza, ante la mirada de sus hijos y Mony.
- Yo solo quise que . . . – intentó articular Cristina, pero el cachetazo que le disparó Fernando la sentó en el piso, luego de tropezar con una silla que rodó sobre ella.
- Por favor Fer – intercedió Quique, quien recibió como respuesta otro rápido golpe de Fernando, esta vez una patada en su traste, que lo arrojó junto a su madre.
- Así que ahora todo el mundo me va a cuestionar, quien más quiere decir algo?
El silencio fue total, Mony se asustó bastante, ya que nunca había presenciado una acción de violencia como la que estaba viendo, solo atinó a colocarse detrás de Fernando, como buscando protección en él. Daniela en cambio, estaba medio acostumbrada a ese tipo de situaciones, por lo que se quedó callada limitándose a observar la escena y sufrir el golpe de su madre y hermano en silencio.
- A ver, a ver – agregó Fernando – yo dije que te desnudaras inmediatamente y no lo estás haciendo, quieres que siga con el castigo? – refiriéndose a Cristina - Y tu también, desnudito te quiero al lado de tu madre, marica.
La madre y el hijo, se quitaron la ropa hasta quedar totalmente desnudos parados en medio del comedor. Fernando les hizo señas para que caminaran hasta el dormitorio principal, ordenándole a Daniela que continuara las tareas domésticas y a Mony que se mantuviera a su lado.
En el dormitorio, Fernando tomó posición en el medio de la cama, miró a los ojos de Mony hasta cruzar su mirada con la chica y luego bajar su mirada hasta su verga, como señalando la tarea que debía retomar. Sin perder tiempo la novia de su hijastro se zambulló sobre la cama y en un instante retomaba la mamada que le estaba haciendo. Fernando, la interrumpió levantando la cabeza de la joven mediante un tirón de cabellos.
- Si quieres chuparme la pija, primero debes desnudarte, no quiero a nadie en mi dormitorio con ropa sobre su cuerpo, eso tómalo como una norma, entendido perrita?
- Si Fer – contestó Mony, mientras se quitaba la poca ropa que tenía y la arrojaba al piso de la habitación.
- Ustedes dos acérquense, hoy me van a demostrar cuanto se quieren, la mamá y el hijo. Comiencen a acariciarse el uno al otro, que quiero ver hasta donde llegan.
- Entre nosotros Fer? – preguntó tímidamente Cristina.
- Si puta, entre Ustedes, son madre e hijo, los quiero ver.
Quique se acercó a su madre y pasó una de sus manos por la cintura de Cristina, atrayéndola hacia él. Cristina cedió y se pegó al cuerpo de su hijo, en su pierna podía sentir el crecimiento de la verga de Quique, que cada vez la requería más. Ahora tomaba una de sus tetas y luego la otra y tras amasarlas se dispuso a besarlas y ahí Cristina comenzó a ceder, le habían tocado el punto débil y se empezaba a mojar y el calor le salía por todo el cuerpo.
Se dispuso entonces a relajarse, a dejarse estar, a dejarlo hacer a su hijo, pero también a hacer algo ella también. Lo primero que hizo fue besar el cuello de su hijo, en el encuentro con el torso, luego las orejas, primero una y luego la otra, notando como Quique recibía descargas de electricidad que hacían erizar su piel y crecer ya al máximo su verga, que golpeaba contra su vientre o se bajaba queriendo alojarse entre sus piernas.
Se animó Cristina alargando uno de sus brazos para palpar la verga esa que quería entrar en su cuerpo, luego de tocarla y amasarla unos minutos, llevó su mano a su cara para sentir el aroma que despedía y notó que era sumamente agradable. Se dijo: está mal, pero lo voy a hacer y se agachó y comenzó a mamar la pija de su hijo, que se quedó un instante sin las tetas que estaba chupando. Por esto, empujó a su madre a la cama, al costado de Fernando y una vez que se acostó, él hizo lo mismo pero en sentido opuesto, formando un hermoso sesenta y nueve, entre madre e hijo.
Hacía tiempo que Quique no chupaba una concha tan sabrosa como esa, con un ligero gusto salado, empapada en un flujo vaginal sumamente agradable, que daba gusto tragar. En esa posición estuvieron largo rato, degustando uno el sexo del otro, con Fernando que se sonreía, mientras miraba alternativamente el cielorraso de la habitación, la pareja que yacía a su lado y los ojos desorbitados de Mony, que al igual que él, disfrutaba no solo con la mamada, sino con lo que sucedía a su costado.
En ese estado de cosas estaban cuando Daniela ingresó al dormitorio. También ella miró sorprendida el cuadro que a sus ojos se presentaba. Sin decir palabra alguna, miró a Fernando y comenzó a desnudarse frente a su amo, a quien miró con ojos que pedían a gritos que se le ordenara un rol en esa orgía.
- Ya, ya, pequeña, ven y enséñale a Mony lo que sabes hacer con tu lengüita – le sugirió Fernando.
Daniela acomodó a Mony que se encontraba tragando la verga de Fernando de costado a su cuerpo, para colocarla entre las piernas del hombre, a lo largo. De esa forma, quedaba Mony boca abajo, solo tuvo Daniela que abrirle un poco las piernas, para acercar su boca y comenzar una mamada por el orto de la chica, que solita levantó su vientre para permitir que la lengua llegara hasta su clítoris. La lengua de Daniela era tan diestra, que provocaba que Mony tuviera un orgasmo tras otro, lo que hacía que se atragantara con la pija hasta la garganta, se la sacara para gemir como una yegua y volviera a clavarse la verga dentro de su boca.
Daniela desde la época del colegio que la miraba a Mony con deseos muy fuertes. Esos deseos no decayeron nunca, pero tuvo que pensar en otra cosa cuando la chica se puso de novio con su hermano. Ahora se presentaba la oportunidad que tanto había anhelado, tenía a Mony desnuda a su alcance, entregada y sometida por Fernando. En este mismo momento se iba a sacar el gusto de su vida y le haría sentir a su amiga, lo que era una lengua de mujer.
Por momento saltaba de la cama, eso hasta que Fernando tomó las riendas, porque la chica se le volvía incontrolable. Para eso la sentó sobre su verga, que le entró a Mony casi instantáneamente, por la gran excitación que ella tenía y flujo que emanaba de su concha. A Daniela le quedaron las tetas de Mony para degustar, por lo que la muchacha se esmeró en dar pequeños mordiscos en los pezones y alternar el amasado de las tetas, con los besos de lengua que enloquecían aún más a Mony.
Fernando les ordenó a Cristina y Quique que adoptaran la misma posición que tenía él con Mony. Y Quique sintió el placer de cogerse a su propia madre, luego de que Cristina se sentara sobre su verga y se la clavara sin inconvenientes hasta el final. Esta, gozó como lo hacía con su marido, no por la verga que recibiera, sino por el solo hecho de estar realizando un acto incestuoso. El morbo que ambos tenían era muy alto y jugaba a favor de la calentura que en ese momento tenían.
Fernando, al lado de ellos, intercambiaba posición con las chicas, él siempre boca arriba hacía sentar a una y otra chica, un rato a cada una sobre su verga. Se la debían clavar solitas hasta el fondo y la que quedaba libre, debía sentarse sobre la cara de Fernando para que él le comiera la concha o el culito, según su gusto.
La noche transcurrió con sucesivos intercambios de parejas y de roles. El único rol que no estaba sujeto a cambio alguno era el de Fernando, los demás integrantes de la cama, debían cambiar posiciones a gusto de ellos mismos o a pedido de Fernando, quien hizo que todos los presentes, le agradecieran la velada vivida. Hubo semen y orgasmos como para llenar una pileta de natación, todos terminaron rendidos y a los pies de Fernando, quien seguía ocupando el centro de la cama, mientras los demás se acomodaban en el lugar que podían o sino en el suelo, al lado de la cama.
La vida de Mony, transcurrió de acuerdo a lo previsto por Fernando. Ella venía todos los días a visitarlo, a que él le diera su cuota de sexo. Se había vuelto una viciosa en extremo, no podía estar sin ese macho, por lo cual Fernando consideró que había llegado el momento de hacerla trabajar en su provecho. Y así fue.
- Hola Fer, no sabes los deseos que tenía de verte, no veía la hora de estar contigo – le dijo Mony en una de sus habituales visitas.
- Mira pequeña perra, ya es hora que contribuyas al clan familiar, del que formas parte, claro está – le dijo Fernando.
A continuación le comentó su deseo de cambiarse de casa, ya que este vecindario no era el lugar adonde él merecía vivir. Y para esa cuestión todos debían aportar su granito de arena y ella no sería la excepción.
Tienes que hacer solo lo que yo te diga. Me entiendes?
Si Fer, solo pídeme lo que sea y lo haré.
Muy bien, mañana te quiero acá para pasar la noche en casa, avisa a tus padres. Vendrá gente a visitarme y tú tendrás que colaborar con lo que yo te diga.
Quieres que te haga de camarera?
No perra, tu solo debes hacer de puta, que es lo que eres, me entiendes?
Queee? Que me estás pidiendo Fer?
Que mañana por la noche te encames con unos tipos, con los que yo te vaya diciendo y no acepto ninguna excusa. Y después te haré coger con otros y así seguirá tu vida, de acuerdo a como sea mi conveniencia.
No Fer, eso no lo haré, hasta ahí no llego.
Entonces fuera de esta casa, perra, no vuelvas a verme más.
No Fer, como crees que me vas a echar así, merezco respeto, te he servido y atendido, me has sometido a todos tus caprichos y ahora me echas?
Fuera de mi vista.
No Fer, no quiero vivir sin ti, dime lo que hay que hacer porque no quiero perderte, no quiero salir de esta casa.
Coger con quien yo diga y en el momento que lo diga, hombre, mujer o perro, lo que sea.
Lo haré Fer – con lágrimas en los ojos, visiblemente nerviosa y preocupada, Mony aceptó una vez más someterse a los requerimientos de su hombre – haré todo lo que me pidas, Fer, soy tuya. Ahora déjame besarte, por favor.
No, sal de aquí, ya me pusiste de mal humor. Llama a tu novio y juega con él.
No Fer, mi hombre eres tu, yo venga a esta casa por vos, no me rechazes.
No te rechazo, solo que hasta que no cumplas tu parte, no te daré verga.
Al otro día, Fernando le explicó a Mony cual sería su tarea respecto de los hombres que iba a tener que atender. Le explicó al igual que lo hizo con Daniela y Cristina, como debía relacionarse con los hombres, le dijo que debía ser complaciente con ellos, pero hasta cierto punto. Que cuanto más los hiciera calentar, antes terminarían y una vez que llegaran a eyacular, el trabajo de ella habría concluido. Era un solo polvo por persona, no más que eso y se le pedían sexo oral, podía hacerlo en el caso que la verga no tuviera olor o aspecto desagradable y si el tipo se lo ganaba, ya sea con propinas o buen trato.
Fernando, al día siguiente recibió en su domicilio a tres hombres que venían dispuestos a pasar buenos momentos con una chica especial. El les había prometido una chica nueva, ya habían estado anteriormente con Daniela y más tarde con Cristina, incluso uno de ellos quiso probar a su hijastro Quique y Fernando le dio la oportunidad también. Pero en este caso haría que pasaren los tres hombres con Mony, quien los atendería a uno tras otro, las veces que fuese necesario, hasta que los clientes quedasen satisfechos.
Y Mony cumplió con su cometido, atendió primero a uno, luego al otro y terminó con el tercero. El segundo de los hombres había querido tener sexo anal con Mony, a lo que ésta se rehusó, porque no estaba previamente conversado con Fernando. Este hombre se quejó por esta circunstancia y como siempre Fernando arregló la situación para que el cliente saliera contento y quisiera volver o recomendarlo como un hombre considerado y que sabe manejar a sus chicas.
El arreglo había consistido en una invitación para el día siguiente, para él solo, se lo invitada a regresar a la casa en donde sería atendido por Mony en forma exclusiva y para tenerla a su entera voluntad por el término de dos horas y sin necesidad de pago alguno, solamente la propina a la chica si es que ésta se la ganaba con su trabajo.
Después de despedir a los tres hombres, Fernando se fue hasta la habitación en donde estaba Mony, a quien la encontró recostada en la cama, con el cansancio típico que se presenta luego de una noche de sexo, en este caso por partida triple. Al ingresar al cuarto, la encuentra con las piernas abiertas y una de sus manos sobre su sexo, algo dolorido e irritado por tanto uso. Mony al ver a Fernando le sonrió y éste no solo no le devolvió la sonrisa, sino que la gritó y trató de pésimo modo.
- Pero a quien se le ocurre negarle algo a un cliente? A la señorita, claro – se preguntó y contestó Fernando.
- Hice lo que me dijiste Fernando, los traté bien, solo el segundo quería darme por la cola y eso me dijiste que no lo tenía que hacer, Fer.
- Eres una perra estúpida, en esos casos le tienes que decir que debe arreglar el precio conmigo y tú le entregas la cola o lo que te pida – siguió vociferando el amo.
- No sabía eso Fer, discúlpame – lloriqueando le contestó su chica.
- Ahora este estúpido volverá mañana y tú estarás acá para darle la cola y todo lo que te quiera hacer y más te vales que me hagas quedar bien o te echo a patadas de esta casa.
- Noooo, Fer, perdona, fue mi primera vez – llorando le contestaba Mony – no volverá a suceder.
- Y no habrá más verga para ti por una semana, primero cúmpleme, después recién volveré a pensar en ti.
Y Mony se acomodó a las necesidades y requerimientos de su hombre, convirtiéndose en una más de su manada. Ahora Fernando necesitaba más chicas para dar el próximo paso que era cambiarse de casa y vecindario. Pensó también que algún chico podría serle de utilidad, para eso lo tenía a su hijastro, él se encargaría de buscarle otro marica para poner a trabajar agregándose a la manada.
Esa era la prioridad de Fernando, se la había trasmitido a su gente, necesitamos en forma rápida agrandar la familia, eso nos beneficiará mucho más a todos. Este concepto se lo repetía una y otra vez a ellos, ahora mejor llamarlos los integrantes de su manada.
Ya Cristina había dejado el hospital en donde trabajaba para servirlo a Fernando en forma permanente. Daniela y Quique, sus hijastros, casi no se ocupaban de sus estudios, todo el tiempo que disponían lo dedicaban a la misma causa que Cristina. Mony, la exnovia de Quique, se había ido a vivir con ellos y no hacía otra cosa que servir a Fernando en forma permanente. En el tiempo que les quedaba libre, salían de compras, para renovar el vestuario y también para dejarse ver por sitios alejados del vecindario, donde no fueran conocidos.
Finalmente se dio la oportunidad de mudarse a una casa en una zona suburbana, con mucho verde, en medio de colinas que hacían a la belleza del lugar. Se trataba de una casa tipo chalet, con muchas habitaciones de distintos tamaños, baños y toilettes, cocina, lavadero, bar y una sala de estar espaciosa e iluminada, con grandes ventanales. Ahora habría que trabajar más y mejor, pensó Fernando, que en su mente tenía la idea de tener una buena fachada para encubrir los ingresos que mantenían a la “familia”.
En esa casa de campo funcionaría una agencia de modelos, él sería el manager y su familia – incluida Mony – sería la encargada de trabajar. El trabajo se desdoblaría entre el específico del modelaje, para lo cual se contactarían con otras agencias y casas de modas, ropa, artículos deportivos, etc y la parte no específica consistía en servir como agencia de acompañantes. Lo demás venía solo y de la mano, de eso se encargaría Fernando, supervisando personalmente todos los movimientos.
A poco de la primera publicidad que se hizo de la agencia de modelos, comenzaron a presentarse mayoritariamente mujeres, de distintas edades, todas ellas de una belleza singular. Las había delgadas y algunas gorditas, altas y bajas, rubias y morenas, de una clase social acomodada o no, al igual que los hombres que se presentaban, los había de todo tipo y gusto.
Fue necesario organizar la presentación y se volvió a publicitar la agencia con un aviso que decía que necesariamente deberían pedir turno para poder asistir a una prueba. En la entrevista se requería que trajesen consigo el respectivo book, que facilitaba enormemente la tarea de clasificación de cada una de las personas.
Fernando, sabía en que tarea iba a utilizar a cada uno de quien se postulara, por supuesto, siempre en su provecho. El tema de la solicitud del book, servía también para aclarar más la situación, porque en las fotografías, se podía apreciar claramente la vocación final de esa persona.
Muchas madres acompañaban a sus hijas o hijos a la entrevista, en la mayoría de los casos, dejaban en claro hasta que punto se podía llegar. Estaban las que le decían a Fernando: “mi hija quiere llegar a lo más alto y para eso está dispuesta a todo y yo la apoyo”. Esto aclaraba la situación muchísimo, ya estaba claro que tenía frente a si a una personita prostituible y en algún caso, hasta se podía llegar a utilizar los servicios de la madre. Este fue el caso de Nancy.
Llegó una tarde cuando ya comienza a oscurecer con cita concedida previamente, tal era la organización que regía en la agencia de modelos. Fernando la atendió personalmente, luego que espiando por la ventana descubriera que se trataba de una señora muy elegante y atractiva, acompañada de una joven tipo Lolita, cabellos largos y lacios, peinada con flequillo que llegaban casi hasta los ojos,1,70 mde estatura aproximadamente, delgada, piernas largas, pollera corta, cintura estrecha y buenas tetas, con culito parado que provocaba un quiebre en su línea trasera, al terminar su espalda.
Fernando se relamió al verla, la atendería él en persona, siempre se reservaba para quienes se destacaban por su figura o aptitud y ese era uno de los casos y mirando bien, la madre no era nada despreciable, también a ella se le podría dar una buena sesión de mimos.
- Adelante, bienvenidas, mi nombre es Fernando, soy el gerente general de este establecimiento,
cuéntenme que las trae por aquí, aunque a decir verdad, me lo imagino, jajaja – comenzó la charla en un tono jocoso, que fue bien visto por las visitantes.
- Mucho gusto Señor Fernando, ella es Nancy, mi hija y venimos por . . . – la madre fue interrumpida por la hija, ya que hablaba despacio, tímidamente.
- Venimos por el anuncio, quiero ser modelo – terminó la frase Nancy.
- Y estoy seguro que lo vas a ser, tienes una hermosa figura y por lo que he notado, eres bastante decidida. Llámenme Fernando, a secas, sin el señor, me hace viejo eso y no me cae bien. Han traído el book?
- Si Fernando, este es mi book – dijo Nancy buscando en su bolso y sacando el libro que contenía sus fotos, se lo entregó.
- Ahhh, pero que bueno, que calidad de fotografía y de poses, después me dirás quien te las ha tomado, Nancy, me parece muy bueno este fotógrafo.
Mientras miraba las fotos de Nancy, Fernando no pudo evitar excitarse de solo pensar las cosas que muy pronto le haría hacer a esa pequeña. Comenzaban las exposiciones con la chica con distintas ropas, todas sugerentes y a medida que avanzaban las páginas, la ropa iba siendo cada vez menor, más chica, para mostrar más y más, sus piernas, su cola calzada con micro tangas, remeras escotadas y camisas desprendidas, que dejaban ver la curvatura y tamaño de sus tetas, las últimas la dejaban desnudas de la cintura hacia arriba, apreciándose lo rosado de los pezones, que se los llegaba a ver erectos y ahí Fernando casi da un salto en su sillón, tras el escritorio, se le hacía agua la boca. Llegó incluso a cruzar mirada con Nancy, que lo miraba con ojos inquisidores, queriendo saber la impresión que le causaban las fotos que estaba viendo. Por supuesto que no se ruborizó cuando notó que Fernando miraba una y otra vez las últimas fotos, en donde ella aparecía semidesnuda.
- Que tal las fotos, Fernando - pregunto la madre.
- Son muy buenas, su hija es muy fotogénica, me gustaría poder tenerla cuanto antes en la agencia, para que tome clases de modelaje, quiero que se adapte y conozca a las personas que van a trabajar con ella. Las cuestiones de contrato y demás lo charlará con mi esposa, ella se encarga de la parte administrativa.
- Puedo empezar ahora, si quiere Fernando – interpuso Nancy.
- Entonces, mi esposa vendrá a conversar con Usted y tú, sígueme, que te voy a mostrar como funciona esto y las instalaciones.
Fernando le hizo señas a la joven para que lo siguiera, salieron por una puerta que quedaba tras su sillón, un pasillo lo llevaba hasta la sala, en donde en ese momento no había absolutamente nadie. Allí invitó a sentarse a la joven, enfrente a él, en dos cómodos sillones. Quería tener una charla más privada con la niña, como para tener una idea más clara de hasta donde podría llegar con ella. La observaba muy atentamente, sin dejar escapar detalle alguno.
Marcela ( marce459@live.com.ar )
CONTINUARA