Cuestion de adaptación
Cuando sabemos adaptarnos se nos abren nuevas oportunidades al placer.
El ultimo relato terminaba con mi mujer Marisa diciéndome que Hugo era también mi macho, nuestro amado macho. Lo que en ese momento parecía ser unas palabras que salieron por el furor del momento, por la noche mientras ellos dormían, me hicieron pensar en todo lo acaecido hasta ese momento.
De todo lo que me vino a la cabeza, lo que menos me preocupo fue mi sumisión a la bisexualidad, fue placentero y no me hizo menos hombre. Si me preocupo más el cambio total de Marisa. De ser casi una mojigata ase r una fiera, de no gustarle las mujeres y negarse a hacer un trio con una cuando yo se lo pedía, a no poner problemas cuando Hugo lo dijo.
De decir que era una cochinada ver a dos tíos liados, a volverse encantada de la vida cuando me dio por culo. Eso tampoco me llego a preocupar en exceso. Lo que más me preocupo por así decirlo, fue el cambio en su manera de ser conmigo. Entendía que éramos dos a repartir su cariño, sus caricias, sus mimos y él se llevaba la mayor parte.
Me entraron las neuras y aunque Marisa al principio me dijo que si en algún momento quería parar esa manera de vivir lo dijera, pero sabía que a esas alturas no había nada que lo parase. Esa noche dormí bastante mal, el primero que se levantó como siempre fue Hugo y después se acercó a la cama, yo me hacia el dormido. Le dio un beso de buenos días a Marisa en la frente y le hizo un cariño diciéndole que se despertara, después hizo exactamente lo mismo conmigo, note sus labios en mi frente y me dijo lo mismo.
Me gusto y me desconcertó con lo que había pensado durante esa noche. Los dos me notaron raro, porque me lo dijeron en el desayuno y me excuse porque había dormido mal. Como al trabajo íbamos él y yo juntos, cuando estábamos aparcando le dije que, si tenía tiempo a lo largo de la mañana, que querría hablar con él. No paso mucho tiempo hasta que me llamo a su despacho y dijo que nadie nos molestase.
HUGO: ¿Qué te pasa? Que ya esta mañana te veíamos raro.
YO: Me he estado comiendo la cabeza toda la noche. Me siento desplazado, me siento frustrado y me siento incomprendido.
HUGO: Si tengo yo algo que ver en eso, dime como ha sido.
YO: Marisa cuando he tocado este asunto siempre me dice que no es así, pero me siento desplazado porque me parece que ella se ha volcado más en ti y tú en ella, me siento frustrado porque no logro que me haga el caso que me hacía antes y me siento incomprendido porque no sé cómo explicarme para que me entendáis. Ya sé que me dirás lo mismo que ella, pero ¿me he logrado explicar?
HUGO: No te digo lo mismo que ella, porque tienes mucha razón.
YO: ¿Sí?
HUGO: Si. Ahora estoy imponiendo mis deseos, hasta que los dos lo deis todo, que ella saque la puta que lleva dentro y tú que saques tu sumisión y aceptación. Que no estés siempre cuestionándote todo lo que digo y que aceptes las cosas como vienen. Tú tienes la última palabra y sabes que de estas cosas no me gustan hablar en el trabajo, así que sea la última vez.
YO: Perdona, tienes razón.
HUGO: Voy a hacer una excepción y ahora putito, para que entiendas las cosas ven y chúpame mi rabo.
Me dejo dudando y cuando vi que se bajaba la cremallera del pantalón y dejaba libre su rabo, me puse de rodillas y empecé a hacer lo que me había ordenado. Su rabo fue creciendo en mi boca y el mío se fue empalmando también. Llamo a Marisa mientras y puso el altavoz. Le contaba lo que habíamos hablado y lo que le estaba haciendo, Marisa nos decía que éramos unos cabrones, que la estábamos poniendo cachonda.
También le decía que esa noche me tenían que “castigar” bien. Hugo le propuso azotarme bien el culo y después que ella me follara el culo con el consolador grande, mientras él se la follaba a ella. Marisa dio un gritito de satisfacción y yo me puse más cachondo. Tarde en conseguir que se corriera, pero cuando lo hizo fue para mí una gran satisfacción ser yo el que estaba así y no Marisa.
Al salir del despacho, no salía con dudas, me las había despejado todas y ya sabía que no eran imaginaciones mías mis pensamientos, la solución era aguantar como decía él o cortar por lo sano, pero ahora llevaba un buen sabor de boca en todos los sentidos, mis deseos me traicionaban, porque quería seguir teniendo lo que había tenido hasta entonces con Marisa, pero también quería tener lo que tenía en esos momentos, que complicada es la vida en algunos momentos. Por lo menos Hugo había sido más sincero que Marisa, aunque lo mismo ella aun viéndolo no quería verlo, difícil de explicarme.
Al terminar la jornada laboral y de regreso a casa, Hugo me hizo hacer una parada imprevista, se bajó del coche y se metió en un sex shop que conocía de sobre y salió al rato con una bolsa. No dijo nada y continuamos nuestro trayecto.
Ya estaba Marisa en casa, algo inusual, porque solemos llegar nosotros antes. Mientras Hugo dejaba su cartera en la habitación que hacía de despacho, fui a nuestra habitación. Allí estaba esperando Marisa, estaba solo con lencería, el pelo suelto y alborotado, con los labios pintados de un rojo intenso y un maquillaje igual de intenso.
Sobre la cama había una fusta, el arnés con un consolador bastante grande y unas cinchas para atar. Ver todo ese ambiente me puso el rabo todo empalmado. Me hizo desnudarme. La cena hoy tendría que esperar. Hugo se acercaba, porque le oíamos hablar por móvil. Al vernos sonrió e hizo unas señas a Marisa y le entrego la bolsa. Mi mujer me hizo acercarme al radiador de la pared y me iba a atar a él, pero se lo pensó y no lo hizo.
Me dijo que fuera desnudando a nuestro amo y preparándolo para ella. Como ya estaba desnudo mientras lo hacía, me daba en el culo con la fusta, que bien me hacía sentir. No podía decir nada porque Hugo seguía hablando por teléfono y me ponía berraco el ver sus miradas. En ese momento Marisa se había convertido en una “DOMINATRIX” y se lo tomaba muy en serio, Hugo ya estaba desnudo y Marisa me hacia meterme su rabo en la boca y luego empujaba mi cabeza, notaba como me tocaba la garganta.
Al terminar de hablar por el móvil, Hugo quito la mano de Marisa para que no siguiera empujando mi cabeza y el me acaricio, esa caricia me supo a placer intenso. Luego, aunque yo no quería se quito y no me dejo seguir con su rabo en la boca. Me ordeno que me apoyara en la cama y me dijo que me tenia que castigar porque había roto las reglas al tratar esos asuntos en el trabajo y por quejarme tanto.
Ordeno a Marisa que se colocara abierta de piernas delante de mi cara. Le quito la fusta y me empezó a castigar, no era dolor lo que me causaba, era un placer intenso y a cada fustazo me decía algo. Aquí el que manda soy yo, plas, Marisa es nuestra mujer, pero es mi puta, plas, Marisa folla cuando yo digo, con quien digo y como digo, plas, tu eres un cornudo consentido, plas, tu eres mi puto, plas, estas aquí para darnos placer a mi puta y a mí, plas, su culo y tu culo son nada mas que míos, plas. A cada cosa que decía yo le decía SI MI AMO y me ponían tan berraco que me dolía el rabo de lo duro que estaba.
Mientras siguio dándome con la fusta me ordeno que le comiera el coño a Marisa y le dijo que me dijera lo que pensaba. Ella me decía que tenia que obedecer a nuestro amo y gemía porque estaba muy a punto de correrse y cuando lo hizo, Hugo me ordeno que me pusiera de pie y a Marisa que ahora si era el momento de atarme al radiador.
Me ataron quedando dándoles el culo a ellos. Tenía girada mi cabeza viendo que hacían y se besaban furiosamente. Marisa saco de la bolsa como una capucha, que era lo que acaba de comprar Hugo. Vino a mi y me la coloco, era como de látex. Me tapaba los ojos y la cara hasta la boca, era imposible ver nada.
Llamaron otra vez a Hugo y se puso a hablar, todo estaba en silencio solo oía a Hugo, hasta que Marisa apareció de tras de mí. Me cogía con rabia la cabeza, me ordeno que pusiera mi culo en posición y me lo lleno de lubricante y luego me metió el consolador, se había colocado el arnés.
No se ando con cuidado me lo metió del todo y una vez me tenia bien clavado, me decía con voz seria y excitada, que a su macho no se le iba con tonterías, que yo era un puto cornudo, que me amaba pero que también amaba a nuestro amo. Hizo algo que nunca me había hecho y fie bastante excitante, mientras seguía diciéndome cosas de ese tipo y muchas “guarradas” con sus dedos apretó mis pezones y vaya pasada.
Siguio dándome por culo y cuando se puso a hacerme una paja me corrí como un chavalín inexperto todo por tanta excitación, se pringo la pared, el radiador, que manera de manchar. Me dejo y se apartó. Entro Hugo y al verme así, se rio y dijo que ahora escuchara, porque era lo único que iba a hacer.
Empecé a oírlos, no hablaban solo se oían chupeteos, exclamaciones, gemidos. Según lo que oía suponía lo que podían estar haciendo y me volvía a poner berraco. Oí, aunque no a su manera, como se corría Marisa, no se le oyó porque seguramente tenia la boca llena con el rabo de nuestro amo.
Lo siguiente en oír fue claramente que se la estaba follando, porque se oía el choque de sus cuerpos y los azotes que la daban. También oía lo que se decían, la llamaba puta, zorra, hacia referencias al maricón cornudo y mi mujer le daba la razón en todo, le pedía más agresividad, le decía que le quería, que le amaba. Estaba otra vez al borde de la eyaculación, como me ponía el no ver, solo oírlos e imaginar.
La noción del tiempo de la manera en la que yo estaba se pierde. Lo calculaba por las veces que oí correrse a la puta de Marisa. Hasta que resoplaron los dos y todo se calmó. No hablaban, pero sabía que estaban allí, se les oía sus respiraciones profundas, relajándose.
Esa noche le tocaba a Marisa cocinar, Hugo dijo que se iba a dar un baño relajante y Marisa que se iba a cocinar y pensé, ¿y yo?, es como si me hubiese oído Marisa, que me desato y me dijo que la ayudase. Fuimos a la cocina.
MARISA: ¿Eres tonto o qué?
YO: ¿A qué viene eso?
MARISA: ¿Cómo se te ocurre decirle a Hugo todo lo que le has dicho esta mañana? No ves que no le ha hecho nada de gracia. Que luego me ha llamado y me ha costado convencerle de que no pasaba nada.
YO: Bueno, pero ya se le ha pasado.
MARISA: No creo, que no me ha follado como siempre, estaba más reservado. Es que además ya lo habíamos hablado tu y yo.
YO: Si Marisa, pero tu me dices que no pasaba nada y el si me ha reconocido que tenía razón en lo que yo pensaba y sentía.
MARISA: Pues pregúntame y te contestare, que nuestro amo no vendrá hasta que no le digamos que esta la cena, ahora no te acojones y se claro preguntando. Para no perder el tiempo haz todas las preguntas de seguido.
YO: Es que no es solo preguntas va de sentimientos también.
MARISA: No te líes y dale.
YO: Me siento en un segundo plano. Algunas veces me he sentido un poco humillado. Le haces más caso a él, que a mí. Y la gran pregunta ¿qué hago yo con vosotros? Porque muchas veces pienso que sobro. Esto de momento porque me rondan muchas mas inquietudes.
MARISA: Querías que fuera muy puta, no tan conservadora. Ahora lo soy porque Hugo me lo saca de forma natural. Que le hago más caso, pues sí, pero tus haces lo mismo, es chascar sus dedos y eres un perrito loco por lamerle. Que haces tu con nosotros, pues amarnos como nosotros te amamos a ti. Que te sientes humillado, es normal, porque es en estos momentos solos, que luego fuera tu eres mi marido y no puedes decir que en eso te has sentido humillado. Lo demás que te pueda rondar no lo sé, pero la cosa esta clara, somos 3. Dos Sumisos con un amo, que es nuestro macho y marido.
Tenía razón nos besamos al principio tiernamente y luego con pasión y ella me confeso, que al principio la idea de verme a mi con otro tío le daba asco, pero que ahora era muy excitante y que le gustaba darme por culo.
Después de cenar y como había notado a Hugo con cierta tensión, cuando nos fuimos a acostar, les dije que esa noche les dejaba solos, que me iba a otra habitación. Se que no se lo esperaban, porque se quedaron extrañados, pero ninguno protesto.
La casa se quedo en silencio, sin ninguna luz. Pero al rato se empezó a oírse como follaban ellos dos. Me puse berraco nuevamente y me hice dos pajas hasta quedarme dormido. A las 6,40 me desperté como siempre y no podía ser, los estaba oyendo follar de nuevo, miré la hora para cerciorarme que era la hora de levantarse y no me había equivocado.
Eran como conejos, follando a todas horas y donde les diera el “apretón” eran incansables. Cuando acabaron entre en la habitación y allí estaba Marisa con una sonrisa mirándome. Le pregunte que, si habían estado toda la noche “trabajando” y le dio la risa, me contesto que no, que se quedaron dormidos, pero que luego Hugo se despertó empezó a acariciarla y el resto ya lo sabía. En plan sarcástico Marisa me recomendó hacer la dieta que, hacia él, porque era como un toro.
Cuando nos marchábamos a trabajar, Marisa me agarro de la oreja y me dijo, que las dudas a ella, que no se me volviera a ocurrir meter la pata.
Para ese sábado Hugo nos sorprendió con unas entradas para un concierto que queríamos ir y no había entradas, no sabemos como las consiguió. El sábado nos íbamos de comida y luego al concierto, cuando íbamos a salir Hugo le dijo a Marisa que así no quería que fuera, iba con jeans quería que llevase faldas. Me olí que era para meterla mano cuando quisiera, Marisa no puso mucho reparo, pero nos recordó que delante de gente teníamos que ser moderados y mucho mas dentro de un estadio.
Empieza el concierto, subidón al empezar la música. Toda la gente como loca. Íbamos tarareando las canciones como lo hacían todos los presentes. A mitad del concierto me doy cuenta de que Marisa ya no tararea, veo su cara “descompuesta” miro para abajo y veo que desde atrás Hugo tiene metida una mano por debajo y Marisa sin rechistar. Como estábamos en un costado, Hugo me hace colocar, de tal forma que les tapo bastante. Cuando empieza la parte mas movida del concierto, Marisa se apoya en mi hombro y noto un vaivén importante, se la estaba follando sin contemplaciones, me aprovecho y meto mi mano por delante y sorpresa me encuentro una mano que no era ni de Hugo ni mía, era de un tío joven que tocaba el clítoris de Marisa y luego la beso y no llevaba bragas.
Todo paro cuando se corrió, que se dio la vuelta y se beso desaforadamente con Hugo. Cuando íbamos en el coche, los dos se colocaron detrás y se iban riendo de el atrevimiento que habían tenido. Marisa ya con menos risas contaba lo excitada que se había puesto follando en medio de un estadio de futbol, que había sido muy atrevido y “cochino” pero algo increíble.
Hugo le decía que era una grandísima puta, que como se había dejado toquetear y besar por el chaval jovencito y se fueron poniendo cachondos, porque se pusieron a follar en el coche. Marisa gimiendo y gritando le daba las gracias por ser tan pervertido y por hacerla vivir situaciones tan candentes.