Cuerpo, Aliento, y Sudor
Un suave gemido me saca de mi sueño. Por un segundo pienso en preguntarte sí estas bien. Después me pregunto si no seguiré durmiendo. A escasos centímetros de mí estas acariciando tu hermoso cuerpo, recorriendo con tus manos las secretas sendas que tantas veces he ansiado explorar yo. Mordiendo tu labio buscando aquello que durante demasiado tiempo te has negado.
Cuerpo, Aliento, y Sudor
Un suave gemido me saca de mi sueño. Por un segundo pienso en preguntarte sí estas bien. Después me pregunto si no seguiré durmiendo. A escasos centímetros de mí estas acariciando tu hermoso cuerpo, recorriendo con tus manos las secretas sendas que tantas veces he ansiado explorar yo. Mordiendo tu labio buscando aquello que durante demasiado tiempo te has negado.
Intento fingirme dormido, pero jamás podré engañarte. Y, lentamente, te detienes. Me levanto intentando concederte la intimidad que necesitas, pero tu mano apresa mi muñeca provocándome un escalofrió de placer que sé que no llegara. Me obligas a sentarme a tu lado. Y, cuando te incorporas, descubro que tu pijama sé a extraviado en algún lugar. Expulsado sin duda por el pecado de intentar cubrir tan hermoso cuerpo.
Otra vez siento el deseo abrasador de besarte. De probar esos labios que he imaginado tan dulces. Pero me vuelve a fallar el valor y mi rostro no recorre ni la mitad del camino. Mi sorpresa debe ser tan obvia para ti. Intento excusarme, pero vuelves a sellar mi boca con tus labios. Y mi mente con tus ojos.
Envalentonado por tu invitación comienzo mi torpe viaje por tu cuerpo. Pero esta vez no me permites decepcionarte y tus manos guían las mías, mostrándome secretos que jamás hubiera encontrado. Despacio, intento retrasar cada sensación y no dejarme apremiar por tu necesidad. Disfrutar de cada signo de placer que refleja tu rostro. Sé que mi propia excitación me esta destrozando, pero tu te has convertido en el centro de mi universo y tu placer en mi propio aliento.
Sé que me detendrás pero comienzo a besar tu cuerpo dando un amplio rodeo hacia el lugar que hace tanto que deseo saborear. Siento tu estremecimiento cuando empiezo a recorrer el interior de tus muslos, y me detengo esperando que tus manos aparten mi rostro. Pero nada ocurre y, al fin, compruebo que sabes también como sospechaba. El siguiente estremecimiento sé que no es vergüenza.
Cuando vuelvo a tenderme a tu lado tu respiración aun agita el sudor que perla tu cuerpo. Siento tu placer atravesar el espacio que nos separa y agravar la excitación de mi descuidado libido. Pero no te pediré nada, pues ya he obtenido mas de lo que aspiraba. Sin embargo té giras y fijas tu mirada hipnótica en mi rostro. Siento tus delicadas pero hábiles manos recorrer mi cuerpo marcando senderos eléctricos que resucitan sentimientos que creía muertos. Despacio tus labios abandonan los míos y siguen las sendas marcadas por tus manos. Con torpeza y pasión me intento acercar de nuevo a tu cuerpo deteniéndome en tu ombligo cuando tu llegas a mi sexo.
Mi lengua y mis manos buscan otro lugar. Cuando uno de mis dedos se introduce en tu esfínter otro de los tuyos le imita en el mío. El resultado es inevitable y mis meses de auto impuesto celibato se derraman en tu boca. Cuando te apartas de mi intento disculparme pero tus labios sellan los mios. Te arrodillas de espaldas a mí invitándome a seguir la tarea que mi libido interrumpió. Despacio noto tu cuerpo relajarse, aceptar mi presencia, mientras siento mi propia excitación volver a crecer.
"Ahora" -El dulce susurro no es una orden ni una petición. Es un plato delicioso que se descubre ante los famélicos ojos de un hambriento. Despacio, recordando tus prevenciones me introduzco mientras mi mano busca en tu sexo otra manera de aumentar tu sensación. El sudor cubre nuestros cuerpos antes de que él ultimo resto de mi soledad sea acogido en tu seno. Al fin, incapaces de otra cosa, permanecemos tendidos boca abajo sobre la cama. Aun unidos por cuerpo, aliento y sudor.